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El Pensamiento de Manuel Kant en su Prefacio de la
Segunda Edición de la Crítica de la Razón Pura (1787)
A Lourdes
El siglo XVI marca un momento nuevo en el curso de la trayectoria
del pensamiento. La razón emprende un nuevo camino, pone fin al
alumbrado de la Fe, enciende sus propias luces, y busca encontrar las
respuestas sobre el mundo, el hombre y Dios en sí misma. Es la época en
que irrumpen las ciencias, el sin número de descubrimientos y los logros
tecnológicos a que darán origen, harán que el hombre declare a la edad
media época de oscurantismo y a la religión causa de retraso, fuente de
dogmatismo. La razón se entroniza, la libertad se absolutiza, el hombre
alcanza tal confianza en sí mimo que se desvincula de todo orden
trascendente, piensa poder explicar la naturaleza en base a los teoremas
de la matemática , las leyes de la Lógica y las aplicaciones de la Física.
Todo fenómeno tendrá su causa en los mecanismos naturales que una ley
explica. Si aún no se conoce tarde o temprano esa << diosa razón >> dará
con ella. Se cree en el progreso indefinido de la historia. Ha habido un giro
profundo, ya no se vive en una sociedad teocentrista sino antropocentrista,
caracterizada por un espíritu pragmático, un afán ilimitado de lucro, y
una ambición individualista. Los antiguos fines que movían el saber, la
búsqueda de la verdad, la participación de lo divino, de lo supremo, el
perfeccionamiento y el desarrollo humano, el servicio a Dios y a su Santa
Iglesia, fines todos trascendentes y en sí mismos, acompañados de una
actitud piadosa, devota y de una vida anónima de trabajo y sacrificios,
quedan en el cajón de los recuerdos, para ceder su lugar a fines
utilitaristas, porque lo que se busca es Poder, que permita dar al hombre
el dominio sobre la naturaleza; los conocimientos para la transformación
<< a placeé >> de la materia y motivo y razón con los que justificar la
exaltación desenfrenada del ego al ocupar un espacio en la página de
alguna enciclopedia y el registro de su firma en los anales de la Historia
luego de algún hallazgo o descubrimiento. En esta sociedad ilustrada y
moderna no hay interés por interrogar o dar búsqueda por las causas
últimas o primeras, es una sociedad volcada sobre sí misma en dónde no
hay tiempo ni lugar o espacio para la metafísica, todos los esfuerzos se
concentran en las preguntas sobre lo próximo y lo concreto, en el expectro
de la naturaleza único en el que sí se pueden encontrar soluciones y
respuestas, en el que la teoría encuentra límites y freno en la experiencia y
su verificabilidad y fundamento en el experimento.
Es en este ambiente cultural en donde aparece la figura y el genio, y
en donde se desarrolla el pensamiento y se explica la obra, de Manuel
Kant. Nace en Koenisberg en 1724, de familia religiosa protestante,
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modesta pero que se preocupa de darle educación esmerada. No conoce la
Historia de la Filosofía, ignora el pensamiento de los grandes clásicos de la
antigüedad (Platón , Aristóteles) y no se preocupa por el estudio de los
doctores, padres y maestros de la Edad Media, ante el desprestigio en que
ésta se encontraba en su época. Se educa dentro del marco de las
corrientes racionalistas (Wolff, Leibnniz) y la obra de Hume ejercerá sobre
él una profunda influencia haciéndolo despertar - en sus mismas palabras
- de su sueño dogmático. Se demora diez años en dar a luz su obra más
importante: La Crítica de la Razón Pura (1781).
Kant es un hijo de su tiempo, es testigo del desprestigio en que está
sumida la Filosofía dividida entre racionalistas y empiristas. Los primeros
caían en el dogmatismo, los segundos en el escepticismo. En contraste, los
avances insospechados e inimaginados que había dado lugar la ciencia.
Kant era partícipe del espíritu pragmático reinante en los hombres de su
época. Toda investigación, saber, arte, ciencia adquiría valor de acuerdo a
sus resultados. Es la época en la que el fin justifica los medios. No tenían
sentido, por eso, las reflexiones sesudas o las divagaciones difusas en que
había caído la escuela y la filosofía. Las Monadalogías de Leibniz
causarían, en este ambiente de pragmatismo, risa. No había espacio para
una Metafísica, Ontología del ser. Kant se propone por eso una nueva
Teoría del Conocimiento, tema principal de la reflexión filosófica desde
Descartes que es el hito que marca el inicio de la era moderna siendo su
obra el primer fruto y conquista que dará la razón, consolidada su
autonomía e independiente, después de tanto tiempo, de la tutela y
cuidado de la teología.
La obra que estudiamos se llama Crítica porque indaga sobre las
formas del conocer y los alcances o límites del saber; Razón porque con
este término se puede designar al espíritu humano en general y es éste el
que se crítica y analiza en el conjunto de sus funciones : cognoscitiva
(verdad), práctica o moral (bondad) y estética (belleza); y Pura porque lo
que se estudia es la razón "considerada en sí misma, independiente de
todo contenido de experiencia" (Kant).
Kant se propone dar con un método de conocimiento que
trascendiendo las imperfecciones del racionalismo y el empirismo,
conciliase sus fundamentos, Razón y Experiencia, y siendo síntesis diese a
la Filosofía carácter de ciencia. Solo entonces sus juicios, productos de la
Razón (espíritu pragmático) entrarían en el plano de la certeza, de la
verificación, pudiendo entregar resultados, soluciones que permitan dar
rumbo y avance sostenido a la hasta entonces colorida y conflictiva
Filosofía, y convertirla en aporte en el incremento del saber, del Poder, en
el del descubrimiento de las leyes que gobiernan la naturaleza, que
explican sus fenómenos y en el de los avances y aplicación de la técnica
que dan el bienestar (no felicidad) a la cotidianidad e la vida.
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El pensamiento de Kant, más que una filosofía es un propedéutica
que busca hacer entrar a la que se dice ser << la más divina >> entre las
ciencias que por tanto tiempo reino sobre las ciencias formales y de la
naturaleza en el camino seguro de la ciencia. ¿Cómo resolver el problema?,
¿Cómo hacer que los juicios de una ciencia que abarca y comprehende
toda la realidad y no un aspecto o particularidad fundamenten su
universalidad y necesidad en la experiencia?, ¿Es o no es posible
verdaderamente la Metafísica como ciencia?, ¿Cómo alcanzar la
intersubjetividad que produjo la obra de los Principia Matemática en la
Física o el consenso y común acuerdo entre los astrónomos por aceptar la
incorporación del telescopio como instrumento una vez demostrada su
aplicación más de mil veces por Galileo, en Metafísica?
¿Cómo dar con
un método que se aplique a la Metafísica de forma análoga como las
estructuras de la matemática fueron aplicadas por Newton a la Física
dando origen a tanto avance y progreso no solo en el plano del
conocimiento sino en el de su aplicación práctica, a través de la técnica, en
lo concreto?
Kant sabía que si existía tal método se produciría una nueva
revolución del saber y del conocimiento que permitiría a la Metafísica
recuperar su sitial de honor primordial entre las ciencias, ejercer su
reinado natural nuevamente y ser ella la que de las directrices, establezca
las estructuras y las normas de lo que es y no es conocimiento y determine
los límites y márgenes de cada ciencia.
Había que recorrer la historia del espíritu y del pensamiento,
detenerse en los hitos más importantes para indagar los por qué de las
causas de unas revoluciones que habían generado tales repercusiones que
en tan solo 200 años habían trastornado el orden y jerarquía estamental
de los saberes y de las ciencias constituyéndose el "imperio de la Física"
con todos sus explosivos avances acarreados y que habían hecho decaer
abruptamente a la Filosofía después de 1500 años, de si bien con altibajos,
incondicionado reinado, sumiéndola en un desprestigio tal que hasta se
cuestionará sobre su carácter de ciencia al no corresponder su método y
naturaleza de conocimiento al paradigma matemático impuesto por la
Física.
En esta retrospección por la trayectoria del pensamiento descubrirá
que es Copérnico la clave para dar solución, ejemplo para dar forma a sus
ideas y llave para abrir la puerta a la Filosofía hacia el camino seguro de la
ciencia. Nadie más polémico y atrevido que él para dar inicio las
revoluciones en las que entraría la ciencia. Cual Jeremías emprenderá su
rumbo contra corriente negara autoridad a la Física de Aristóteles y a la
cosmovisión de la concepción Ptolemaica defendida por todos los
astrónomos y contemporáneos de su época, atreviéndose a cuestionar
hasta las convicciones de la misma Iglesia. Si estas teorías no
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correspondían a las observaciones que otorgaban los datos de la
experiencia, a las variables de los cielos que se hacían a simple vista,
había entonces que reformular y replantear el problema: si las
observaciones no concordaban con las explicaciones de la teoría era
porque la óptica de esta era incorrecta: no era la tierra el centro del
universo en torno a la cual girasen los astros, estos eran fijos y era la
tierra la que se movía y giraba en torno al Sol, verdadero eje del
ciberespacio. En efecto, los años darían el tiempo a la Técnica para
hacerse de los inventos e instrumentos con los que verificar en base a
experimentos lo esencial en esta hipótesis y hacerla Ley y Teoría.
Kant entonces sacaría la solución para conciliar las dos corrientes
extremas en que se había dividido la Filosofía siendo condenada por el
ambiente cultural de la época a un estatuto pre-científico al no poseer sus
leyes al mismo tiempo los dos requisitos indispensables de una ley
científica: necesidad y corroborificabilidad por experimento. Kant dirá que
todo ha sido un error de perspectiva, de óptica al abordar el problema de
nuestro modo de conocimiento. Para empezar no conocemos las cosas, no
tenemos acceso a su naturaleza, no descubrimos las esencias universales
abstrayendo de la materia. Kant no conocía cómo Aristóteles y Santo
Tomás habían enfrentado el problema, ignoraba sus nociones de la
adecuación del intelecto a la cosa y de la cosa al intelecto. La Filosofía de
Kant es por eso Trascendental. No entendía por este concepto las
propiedades comunes e inherentes de las que participan las cosas en tanto
esentes y existentes, sino que era el conocimiento el trascendental en tanto
en él se encontraban las estructuras que imponía a priori en las cosas y
que solo descubría en cuanto recibía el caos de sensaciones provenientes
de la materia y perceptibles solo gracias en tanto ordenadas y configuradas
por el Tiempo y el Espacio formas puras de la sensibilidad, y que
adquirirían inteligibilidad una vez impuestas en ellas las categorías o
formas puras del intelecto. Ya no eran las cosas las que daban su medida
al intelecto, sino este el que daba la medida a las cosas en tanto
cognoscibles. Kant no negará la existencia por sí misma de las cosas o su
naturaleza, pero sí la inteligibilidad de éstas. Solo conocemos fenómenos,
las representaciones que construimos a priori por medio de las formas
puras y que hacemos conscientes en tanto recibimos el caos de
sensaciones.
Kant así podrá enmarcar la Filosofía dentro de los parámetros
científicos, condición de ser ciencia, impuestos por la Física. Con su
revolución << copérnicana >> dará con el método que funde un juicio
(producto) filosófico que concilie Logos y Empiría con carácter por tanto
científico y que ponga término con las divergencias racionalistas y
empiristas que habían desprestigiado a la Filosofía. Éste será el juicio
sintético a priori, será sintético porque incrementará el saber de lo ya
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contenido en el sujeto de la proposición y será a priori porque así este
incremento venido de la experiencia no impedirá la necesidad y
universalidad para ser científico.
La metafísica no podrá ser jamás ciencia porque los problemas de
Dios, la Libertad y la inmortalidad del alma van más allá de la experiencia
y este es uno de los requisitos exigidos por el paradigma de la ciencia
moderna. Sin embargo tendrán su desahogo y fundamento en la razón
práctica, es decir quedarán en la misma condición de los objetos, reales y
existentes como posible más no verificable, por tanto no cognoscibles.
Santiago Bartra Mujica
Viña del Mar, 7 de septiembre de 1998
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Fuente
- Kant, Prefacio de la Segunda Edición (1789)
Bibliografía
-
Agazzi, Aldo. Historia de la Filosofía y de la Pedagogía., tomo II, De.
Marfil, Tercera Edición, España, 1977.
Reale, Giovanni. Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, tomo
II, De. Herder, Barcelona, 1992.
Gillouin, René. Kant, traducción de Anselmo Gonzalez, Sociedad de
Ediciones Louis – Michaud, Paris.
Vidal, Gerardo. “Ciencia , Metafísica y Fe cristiana”, en: Cuaderno de
Humanidades N° 11 – Mayo 1998, Universidad Adolfo Ibañez,
Instituto de Humanidades.
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