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• CONVERTIBILIDAD
• Y OTROS AJUSTES
1
• LA CONVERTIBILIDAD
Desarrolla el ajuste de la balanza de pagos con un
sistema de cambio fijo depende de la
convergencia de los precios internos con los
internacionales y de la tasa de interés interna e
internacional.
Pretende sostener la estabilidad de precios
relativos. La masa monetaria esta respaldada por
oro o por otra divisa.
Sin el ingreso de divisas no se puede aumentar la
masa monetaria, igual si hay fuga de divisas,
disminuye la masa monetaria pues no se puede
emitir sin respaldo.
Caja de Conversión y Banco Central
• Las Cajas de Conversión (CC) tienen tres características
distintivas:
• 1) se trata de un régimen de tipo de cambio fijo a la
moneda de un país de referencia,
• 2) con lleva la promesa (a veces implícita) de que la paridad
está fijada “para siempre”, y 3) para hacer más creíbles a 1)
y 2) se respalda total o casi totalmente la emisión
monetaria (de base) mediante reservas internacionales.
• Seguramente las primeras dos de estas características son
las principales: o sea, establecer un tipo de cambio fijo
como régimen permanente. El papel moneda del país que
adopta una CC es libremente convertible a una moneda
determinada (que típicamente ha sido una moneda
“fuerte”) a un tipo de cambio fijo e inamovible.
• La permanencia del régimen (si tiene
credibilidad) tiende a anclar las expectativas. Se
supone que la administración de la economía
(incluyendo las políticas fiscales, arancelarias, de
endeudamiento público, etc.) será lo
suficientemente ordenada como para que el
gobierno no deba recurrir a la devaluación (lo
que implicaría un cambio de régimen.
• Normalmente se espera que el régimen de CC
funcione como una restricción que, al atar las
manos del gobierno, lo obligue disciplinar la
administración de la economía.
• El funcionamiento de un régimen de tipo de
cambio fijo puede ilustrarse de la siguiente
manera
• La mejor forma de comprenderlo es con un ejemplo.
Imaginemos una economía con una inflación del 25% anual,
que lleve algo de tiempo en ese nivel.
• Con fuerte inercia inflacionaria, los distintos actores
(sindicatos, empresarios, entre otros) vienen
acostumbrados a ajustar precios y salarios al 25%. Si el
gobierno decide aplicar una política monetaria restrictiva,
esto es, reducir la emisión de dinero, pero la inflación sigue
su curso, por efecto de la inercia inflacionaria, el dinero en
circulación no será suficiente para realizar las transacciones
cuyo volumen monetario aumentará por efecto de la
inflación, generándose una situación de iliquidez que
presionará hacia arriba las tasas de interés, bajando el
consumo y la inversión, y por lo tanto impactando
negativamente sobre la actividad económica.
• Así fracasó el primer intento de estabilización
instrumentado por el Ministro Martínez de Hoz entre 1976
y 1978.
• Imaginemos ahora la misma economía, con una
inflación relativamente estable en torno al 25% anual.
• Si el gobierno decide incidir sobre la inflación a través
del tipo de cambio, reduciendo su ritmo de suba, o
directamente fijando el tipo de cambio, o anunciando
una secuencia de subas escalonadas, pero la inflación
sigue siendo alta por efecto de la inercia inflacionaria,
el tipo de cambio real caerá (es decir, la inflación
deteriorará la competitividad cambiaria), generando lo
que se conoce como “atraso cambiario”, impactando
negativamente sobre las exportaciones netas y, por lo
tanto, sobre la actividad económica.
• Así fracasó la famosa Tablita Cambiaria de Martínez de
Hoz a finales de 1980, un esquema que establecía una
secuencia de aumentos predefinidos del tipo de
cambio, aumentos que resultaron menores a la
inflación.
• De tal manera que la principal debilidad de los planes
ortodoxos radica en que, al no prestar debida
atención al fenómeno de la inercia inflacionaria,
tienden a generar desequilibrios que, o bien hacen
costosa la estabilización, en términos de caída de la
actividad económica y aumento del desempleo, o
directamente hacen fracasar el plan.
• Planes heterodoxos
• Podríamos denominar heterodoxos a los planes antiinflacionarios que combinan políticas
macroeconómicas (políticas monetarias, fiscales y
cambiarias)
• Son lo que se denominan “políticas de ingresos”, esto
es, incidencia en negociaciones salariales, acuerdos
de precios y salarios, congelamientos de precios y
salarios.
• En estos planes, el componente “ortodoxo” tiene por
objetivo reducir las presiones inflacionarias
moderando las políticas monetarias, fiscales o
cambiarias que estén generando esas presiones,
mientras que el componente “heterodoxo” o de
políticas de ingresos, tiene por objetivo frenar la
inercia inflacionaria.
• Aplicar este tipo de planes implica algo así
como decirle a los distintos actores
económicos que moderen el proceso de
actualizaciones de precios y salarios para
frenar la inflación, y que no teman a
perjudicarse por una inflación elevada porque
se han puesto en marcha medidas para
reducir las presiones inflacionarias.
• Este tipo de planes tiene la gran ventaja de que,
calibrando bien los componentes ortodoxos y
heterodoxos (los componentes de políticas
macroeconómicas y de políticas de ingresos,
respectivamente), es posible bajar rápidamente una
inflación elevada sin generar impactos negativos
sobre la actividad económica.
• Al cortar rápidamente con la inercia inflacionaria (vía
el componente heterodoxo) y simultáneamente bajar
revoluciones a los motores que generan presiones
inflacionarias (vía el componente ortodoxo).
• La lógica de expectativas de inflación del 25%,
ajustes de precios y salarios por el 25%, entonces
inflación del 25%, es reemplazada rápidamente, por
ejemplo, por la lógica de nuevas expectativas de
inflación del 5%, ajustes de precios y salarios por el
5%, entonces inflación del 5%, con la actividad
económica funcionando del mismo modo que antes,
ya que no se producen problemas de iliquidez o de
atraso cambiario como los que ocurren cuando se
aplican sólo medidas ortodoxas en el marco de
fuerte inercia inflación
• Esto efectivamente ocurrió en el inicio del Plan Austral,
a medidos de 1985 (dos años después el plan terminó
muy mal, pero el comienzo fue muy exitoso), que logró
bajar rápidamente la inflación del 30% mensual (una
inflación altísima, casi una hiperinflación) al 6%
mensual en tan sólo un mes, sin que cayera la actividad
económica que, por el contrario, se incrementó
durante los meses siguientes.
• La desventaja de este tipo de planes es que requiere
calibrar adecuadamente los componentes ortodoxo y
heterodoxo. Si eso no ocurre, se producen
desequilibrios que generan impactos negativos sobre la
economía. Por ejemplo, reducir el ritmo de emisión
monetaria y de aumento del gasto público, pero no
reducir lo suficiente el ritmo).
• Aumentos salariales, puede frenar la actividad económica
como consecuencia de pérdida de rentabilidad de las
empresas, por salarios que terminan subiendo más que los
precios; reducir el ritmo de aumentos de salarios por debajo
del ritmo de emisión monetaria y aumento de gasto público
pueden frenar la actividad económica a través de una caída
en el consumo, por pérdida de poder adquisitivo de los
salarios.
• Y congelar precios y salarios (ejecutar la parte heterodoxa)
pero continuar expandiendo fuertemente la emisión
monetaria y el gasto público (dejar de lado la parte ortodoxa),
genera efectos “olla a presión” que luego, cuando se hacen
incontenibles, pueden generar una estampida inflacionaria
• Ya sea por la propia dinámica del mercado, o como
consecuencia de un gobierno que intente corregir los
desequilibrios de un modo torpe.
• Es lo que ocurrió con el famoso “Rodrigazo”, en 1975,
cuando las autoridades económicas decidieron
fuertes aumentos de tarifas y tipo de cambio, con
salarios cuyos aumentos quedaron muy por debajo.