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Transcript
Yo puedo decir si una cosa me gusta o no me gusta.
Puedo aplaudir o protestar. Tengo derecho.
Puedo regalar mi colección de historietas, si se me ocurre.
Puedo amigarme o pelearme con quien quiera.
Puedo disfrazarme. Puedo peinarme como más me guste.
Nadie puede impedirme hacer esas cosas. yo tengo derecho a
hacerlas.
Pero sé que también tengo otros derechos, muchos derechos, muy
importantes. Y sé que esos derechos no son sólo míos, son los derechos
de todos.
Los derechos de todos son un asunto que nos interesa a todos.
Por eso es importante que todos los conozcamos bien desde temprano.
Es importante que nos los expliquen con palabras sencillas para que los
entendamos bien.
Cuando uno conoce cuáles son sus derechos, uno sabe qué es lo que
uno puede hacer y qué es lo que los demás no pueden prohibirle.
Los derechos de todos son algo que tenemos que defender entre
todos.
Cuando le quitan a alguien un derecho, cuando no le permiten hacer
algo que tiene derecho a hacer, todos tenemos que protestar
Pero hay otros derechos, derechos muy
importantes, que tenemos todas las
personas y en todos los momentos. Ni por
un ratito dejamos de tenerlos. De día y de
noche, cualquiera sea el país en el que
vivamos, no importa cuál sea nuestra edad
o nuestro sexo o nuestra religión o nuestro
oficio o nuestras costumbres.
Son derechos que tenemos todos los
hombres, todas las mujeres y todos los
chicos. Son derechos que tenemos todas
las personas por el solo hecho de ser
personas, por el solo hecho de ser seres
humanos.
Esos derechos son los más importantes de
todos y valen siempre, y siempre hay que
estar preparado para defenderlos: son los
derechos de los humanos.
El primero y más importante de todos los
derechos es el derecho a la vida.
Todos tenemos derecho a vivir, Ese es un
derecho que nadie puede quitarnos.
Entonces, si todos tenemos derecho a
vivir, nadie tiene derecho a matar... ¿Y
en las guerras?
Hay muchas cosas que no se cuentan y que, sin embargo, debemos saber.
¿Qué otros derechos tenemos todos? A mí me gusta esto de saber
cuáles son mis derechos.
Además de tener el derecho a que se respete nuestra vida, tenemos
derecho a que se respete nuestro cuerpo.
Nadie tiene derecho a hacernos sufrir a propósito. nadie tiene derecho a
lastimarnos, a herirnos, a golpearnos o a hacernos doler. Nadie tiene
derecho a obligarnos a pasar hambre o sed o frío.
Cuando alguien hacer sufrir a otro a propósito lo está torturando, y nadie
tiene derecho a torturar a nadie.
En nuestro país hay una ley que dice que está prohibido torturar. Si alguien
tortura a otro, tiene que ir a la cárcel.
Bueno, yo un día arranqué las patas a un escarabajo.. Yo no pensé
que...
Eso no fue justo para el escarabajo. ¡Ponéte en el lugar del
escarabajo!
También tenemos derecho a hacer lo que nos parezca con las cosas que
son nuestras. Podemos venderlas, cambiarlas por otras, reformarlas, o
regalarlas si se nos da la gana.
Tenemos derecho a que se respeten nuestras cartas. Nadie puede abrir un
sobre dirigido a nosotros ni leer lo que ese sobre contiene si nosotros no le
damos permiso. La correspondencia es inviolable.
También tenemos derecho a tener un buen trabajo, con un sueldo justo y
vacaciones. Un trabajo en el que nos respeten, un trabajo que nosotros
respetemos...
Tenemos derecho a ir a la escuela.
Y a que nos atienda un médico cuando estamos enfermos.
¿Todos esos derechos tengo? ¡Cuántos!
Esos son los derechos de todos. todos debemos exigirlos.
Pero yo digo... ¿los ladrones y los asesinos también tienen
derechos?
Cuando alguien comete un delito -cuando roba o mata o rompe alguna otra
ley- sigue teniendo derechos. Eso no quiere decir que no se lo castigue.
Quiere decir que se lo debe castigar dentro de la ley.
La palabra “Democracia” tiene un significado muy lindo, quiere decir “gobierno
del pueblo”. Y eso es como decir “gobierno de todos” porque todos somos pueblo:
todos los hombres y todas las mujeres, no importa cuál sea nuestro oficio ni
nuestra manera de vivir y de pensar.
Los chacareros, los obreros, los empleados, las amas de casas, los comerciantes,
los estudiantes, los artistas, los soldados... todas las personas que andan por
nuestras calles y por nuestros campos forman parte de nuestro pueblo.
En una democracia no hay nadie que quede afuera. Todos podemos participar. Y,
cuando llega el momento de elegir, todos elegimos, porque en una democracia
todos somos iguales.
¡Eso quiere decir que en una democracia nadie tiene coronita!
Quiere decir que lo que está prohibido para uno está prohibido para todos. Que lo
que está permitido para uno es obligatoria para todos. En una palabra, que todos
tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones. Y que todos podemos
participar para elegir nuestro gobierno.
No es fácil aprender a vivir en democracia. En realidad, la democracia es algo que
se va haciendo. La hacemos entre todos, la vamos mejorando. Vamos
aprendiendo. La democracia de hace dos mil años no era una democracia tan
democrática como la democracia de hoy...
Parece un trabalenguas... Les voy a contar.
Dicen que los primeros que vivieron en democracia fueron los atenienses, hace
más de dos mil años.
Atenas era una ciudad griega con pocos habitantes. Como eran tan pocos y como
a todos les interesaba su ciudad, se reunían en la plaza para decidir las cosas, por
ejemplo si había que declararle la guerra a otra ciudad, o si había que castigar a
alguien que había hecho algo malo.
Todos opinaban y, entre todos, resolvían.
Bueno, todos no. Había miles de esclavos, -que eran los que cultivaban los
campos, los que construían las casas, los que cosían la ropa y hacían la comida
para todos-. Y esos esclavos no podían opinar.
La de Atenas era una democracia para unos pocos, sólo para los llamados
hombres libres.
Pero así no vale.
Y hubo muchas democracias en las que sólo votaban los que sabían leer
y escribir bien. Y eso en tiempos en que eran muy pocos los que podían
ir a la escuela.
Así tampoco vale.
Y hasta hace cuarenta años en nuestro país sólo votaban los hombres.
Las mujeres no formaban parte de la democracia. Nadie les preguntaba
su opinión. Tenían que trabajar, pero no podían opinar.
Ya ven, hay democracias que no son tan democráticas como parecen.
Pero poco a poco la democracia se va democratizando.
Hoy, en nuestro país, todos participamos para elegir nuestro gobierno:
los pobres y los ricos, los hombres y las mujeres, los jóvenes y los
viejos, los que nunca fueron a la escuela y los que terminaron la
Universidad.
Y todos valen igual.
Todos valen igual. En una democracia-democracia todos los ciudadanos
valen igual. Nadie debe tener privilegios.
Pero todavía queda mucho por hacer.
No todos los ciudadanos tienen las mismas oportunidades para opinar y
para participar. Para algunos la vida es más difícil que para otros.
Y siempre andan por ahí los que extrañan los privilegios de antes, los
que creen que se merecen una vida más fácil que la de los demás. Esos
son peligrosos, son los enemigos de la democracia.
A esos hay que demostrarles siempre, una y otra vez, que en una
democracia todos somos iguales.
¡Porque en una democracia nadie tiene coronita!
Los libros han sido escritos por Graciela Montes
e ilustrados por Sergio Kern.
Pertenecen a la colección Entender y Participar.
Fueron editados por Libros del Quirquincho,
en Buenos Aires en 1986.