Download TRABAJO Y MEDIO AMBIENTE, por Jorge Riechmann

Trabajo y medio ambiente
Jorge Riechmann
El trabajo, mediación fundamental
entre humanidad y naturaleza
La crisis ecológico-social es una crisis en la
relación entre humanidad y naturaleza, una
crisis en el metabolismo entre los seres
humanos y la biosfera que habitan.
Esta relación se realiza fundamentalmente a
través del trabajo. Por ello la crisis ecológicosocial debe llevarnos a replantear de modo
fundamental la cuestión del trabajo (y con ella
la actuación sindical).
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Un reto de fondo
Si cambia nuestra relación con la
naturaleza, necesariamente
cambia nuestra relación con el
trabajo.
Éste es un reto político y cultural
de fondo para el movimiento
obrero.
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Reconstrucción ecológica de la
sociedad industrial
A comienzos del siglo XXI la humanidad
afronta un desafío ecológico-social sin
precedentes, donde a los países más
industrializados nos incumbe una
responsabilidad especial.
Los países ricos del Norte somos los
principales causantes de los problemas
ecológicos; tenemos también más recursos
para su resolución.
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Dos rasgos del modelo actual de
desarrollo
En los países más industrializados el
modelo actual de desarrollo se caracteriza
por
1. la infrautilización en cantidad y
calidad de las fuerzas de trabajo
disponibles, y
2. la explotación no sostenible de los
recursos naturales.
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Sustentabilidad como viabilidad
en el tiempo
Hemos de iniciar la reconversión
ecológica de la economía buscando la
sustentabilidad…
es decir, un modelo productivo que
pueda durar en el tiempo sin socavar
las bases físicas y biológicas sobre las
que se apoya.
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Primacía de la ecología sobre la
economía
Susan George ha ofrecido una descripción muy sugerente de “la
gran transformación”. La etimología de los términos economía y
ecología nos da la pista.
Ambos contienen ambos la palabra griega oikos (casa, ámbito,
dominio) y una segunda voz griega: nomos (regla, ley,
procedimiento) la primera, y logos (razón, principio) la segunda.
Si consideramos que nuestro hogar, nuestro oikos como especie
es la naturaleza, parece obvio que nuestras relaciones con ella
deberían regirse en primer lugar por el logos, el principio
racional, y sólo derivadamente por el nomos, los procedimientos
en los que se plasmaría el principio racional.
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No pongamos el carro delante de
los bueyes
La sociedad industrial moderna ha invertido las
prioridades: ha puesto en primer lugar los
procedimientos (la economía) y en un lugar relegado
y hasta olvidado el principio (la ecología).
Esto es poner la carreta antes que los bueyes. La
actividad económica es una subclase de los
fenómenos ecológicos. Los sistemas humanos están
insertos dentro de los sistemas naturales.
La ecología ha de establecer el marco, las “reglas
de juego” básicas, dentro de las cuales se
desenvolverá la economía.
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Trabajo y naturaleza en el mundo
de la globalización…
La cuestión trabajo/ naturaleza ha de
plantearse, creo, a partir de tres grandes
procesos contemporáneos:
1. la crisis ecológica global, en su nexo con
el modo de producción capitalista y más
específicamente con el conjunto de
"tecnologías sucias" propias del periodo
fordista –y luego posfordista-- del
capitalismo;
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…y de la crisis ecológico-social
2. la globalización y desregulación de la economía
capitalista, desapareciendo cada vez más controles
sobre la circulación de capitales y mercancías y
globalizándose tendencialmente los mercados;
3. los enormes incrementos en la productividad del
trabajo humano (automatización, informatización,
robotización), que permiten producir cantidades
crecientes de bienes y servicios con cantidades
decrecientes de trabajo.
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No cabe hoy una política de emancipación que no
intente dar respuesta a estos tres grandes procesos. A
mi juicio las respuestas deberían discurrir por los
cauces de
A. una reconstrucción ecológica de la sociedad
industrial,
B. organizada en economías autocentradas al
servicio de las necesidades de las comunidades locales
C. y con un proyecto de reducción de la duración del
trabajo y redistribución del trabajo, las rentas y las
riquezas.
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Productividad de los distintos
factores de producción:…
Aunque la productividad de la mano de obra --es
decir, el valor del producto producido por hora de
trabajo de una persona-- ha aumentado
considerablemente en los países industrializados a lo
largo de los últimos decenios, la correspondiente
productividad del capital y de los recursos
naturales tales como la energía ha disminuido.
Por ejemplo, la sustitución del cuero por plásticos ha desplazado a una
industria caracterizada por una baja productividad de la mano de obra y una
alta productividad del capital por una industria notable por su elevada
productividad de la mano de obra y una baja productividad del capital. Para
generar el mismo valor del producto, la industria de los plásticos utiliza
alrededor de una cuarta parte más de mano de obra que la industria del
cuero y diez veces más capital.
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…naturaleza, trabajo y capital
La disparidad entre la productividad de la energía de
ambas industrias --es decir, el valor del producto por
unidad de energía-- es incluso mayor: la industria del
cuero requiere treinta veces menos energía. Estas
relaciones son típicas de las tecnologías de producción
en la fase “fordista” –y luego posfordista-- del
capitalismo.
Han expandido la economía, pero a costa de una
tríada de problemas: menos demanda de mano de
obra (un factor en el desempleo), una mayor
demanda de capital (un factor en la inflación) y
mucha más contaminación ambiental.
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Las enfermedades laborales de
hoy…
[Durante largo tiempo prevaleció] "la opinión general de que
los riesgos laborales y ambientales son riesgos inevitables que
han de ser tolerados en nombre de la prosperidad económica.
En consecuencia, los trabajadores industriales han servido a
menudo de involuntarios conejillos de Indias ambientales,
experimentando los primeros y más intensos efectos de
materiales tóxicos que posteriormente fueron detectados en el
medio.
Por ejemplo, ya en 1933, tres años después de la primera
producción de PCBs (bifenilos policlorados) en los Estados
Unidos, se supo que los trabajadores expuestos a ellos
experimentaban grandes trastornos médicos.”
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…son las catástrofes ecológicas
de mañana
“Sin embargo, hasta unos treinta años después, cuando se habían
producido miles de millones de kilogramos de PCBs, no se apreció el
desastroso impacto ambiental de dichos productos químicos y se
prohibieron dichas sustancias.
Hoy los trabajadores, guiados por sindicatos como el de los
trabajadores del los sectores petrolero, químico y nuclear (OCAW),
que reconocen la relación entre los riesgos ocasionados por las
sustancias químicas en el lugar de trabajo y en el medio ambiente, han
comenzado a incorporar reivindicaciones ambientales en sus
negociaciones de contratos. Y, por su parte, grupos ecologistas
populares han relacionado sus demandas con las de los trabajadores,
exigiendo la eliminación de los materiales tóxicos del proceso de
producción." Barry Commoner, En paz con el planeta (Crítica, Barcelona 1992), p. 83.
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Para que la especie humana
sobreviva…
“Para que la especie humana sobreviva
tiene que desarrollar una economía
cíclica en la que todos los materiales se
obtengan de los grandes depósitos
(aire, suelo y mar) y se devuelvan a
ellos, y todo el proceso se mueva por
energía solar”. Kenneth E. Boulding, 1978
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Pensamiento solar y pensamiento
en ciclos
Reconstruir ecológicamente la sociedad industrial,
o realizar la transición hacia una sociedad sustentable,
quiere decir fundamentalmente dos cosas:
1. la primera, emplear energías renovables;
2. la segunda, cerrar los ciclos.
(El tercer gran asunto es limitar la escala de la
economía; pero no lo abordaremos hoy.)
Para ecologizar la economía, necesitamos aprender a
practicar sistemáticamente un “pensamiento solar” y
un “pensamiento en ciclos”. Vamos a centrarnos en
este último asunto.
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Cerrar los ciclos: la producción
limpia
Tenemos que “cerrar los ciclos” todo lo
posible, reintegrando los procesos industriales
y agrícolas dentro de los grandes ciclos de la
naturaleza.
La producción limpia excluye de entrada las
sustancias tóxicas o difícilmente
biodegradables, minimiza el consumo de
energía y materiales, reduce los residuos
expulsados al medio ambiente.
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Idealmente las líneas de producción se
encadenan de tal modo que los
residuos de un proceso productivo o
bien son materia prima para algún otro
proceso, o bien –cuando se expulsan al
medio ambiente-- no superan la
capacidad de biodegradación del medio
que los acoge.
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Estrategias de prevención frente a
estrategias de control
En un sistema industrial complejo, el control
administrativo de todos los intercambios del sistema
con su medio ambiente es sencillamente imposible (no
hay suficientes funcionarios ni suficiente presupuesto
estatal).
Más que intentar controlar los daños o repararlos a
posteriori, es menester evitar que surjan. Las
estrategias de control de contaminación a final de
tubería deben dejar paso a las estrategias de evitación
(o prevención) en fuente.
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Lo que NO es producción limpia
Muchas personas confunden los métodos de
producción limpia --que evitan la generación
de productos y residuos tóxicos-- con
sistemas de “gestión” y “tratamiento” de
residuos que intentan esconderlos en el agua,
el aire y la tierra.
Pero los residuos no desaparecen, no hay
escondite para ellos. No son métodos de
producción limpia:
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las tuberías de vertido y los emisarios submarinos que
intentan esconder los residuos en los ríos y en el mar;
las plantas de tratamiento de residuos y las
incineradoras, ya que generan y emiten nuevas sustancias
tóxicas;
los vertederos, que contaminan el subsuelo y las aguas
subterráneas;
los controles de “final de tubería”, como filtros y
depuradoras, que contribuyen a crear nuevos residuos
tóxicos (lodos, filtros usados...);
los productos fabricados a partir de subproductos
tóxicos de otras industrias, como algunas pinturas o el
PVC, que se utiliza para esconder los excedentes de cloro.
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No hay otra economía sustentable,
autorreproductiva en el largo plazo, que aquella
que haya llevado a cabo su “ecologización
estructural”.
Lo que necesitamos no es de ningún modo algo
más de reparación ambiental a posteriori, sino
precisamente esta ecologización estructural de la
economía que impide que los daños lleguen a
producirse.
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Uso de materiales: el visible y el
invisible
En promedio, una tonelada de material
desechado al final de su vida útil presupone
--estimando por lo bajo-- 5 toneladas de
residuos en los procesos de manufactura
y otras 20 toneladas en la extracción
original de los materiales (minería,
bombeo de petróleo, tala de bosques,
agricultura, etc). Fuente: OCDE: Environmental Data,
Compendium 1989 (París 1989), p. 155.
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La mochila ecológica
El concepto de mochila ecológica fue
creado por un investigador del Instituto
Wuppertal, Friedrich Schmidt-Bleek, en
1994.
Para un producto determinado, se trata de la
cantidad de materiales que se suma durante
todo el ciclo de vida de ese producto
(“desde la cuna hasta la tumba”, como se
dice a veces).
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Así, por ejemplo, una bandeja de madera de kilo y medio de peso
tiene una mochila ecológica que pesa más de dos kilos (esto es,
los movimientos de materiales necesarios para su fabricación
superan los dos kilos).
Pero una bandeja de cobre que preste los mismos servicios puede
tener una mochila de media tonelada (contabilizando el
mineral explotado, el agua consumida y contaminada, los
movimientos de materiales en la cadena de transporte...).
La mochila ecológica de un automóvil pesa más de 15
toneladas (es decir, más de diez veces el peso del propio coche).
Es fácil apreciar que, en casos como éste, lo que no se ve cuenta
mucho más que lo que se ve. E.U. von Weizsäcker/ L.H. Lovins/ A.B. Lovins,
Factor 4. Galaxia Gutenberg, Barcelona 1997.
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Nada se pierde: no podemos
producir sin residuos
Según la primera ley de la termodinámica nada
se pierde: cada consumo de recursos naturales
produce una cantidad equivalente de desechos.
Según ha reflexionado el economista José
Manuel Naredo, “la 'sostenibilidad' de un
sistema más o menos económico viene marcada
por sus intercambios con el entorno físico, que
escapan a la red analítica usual de los
economistas.”
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“(...) Una gestión que además de ser económica
pretenda ser 'sostenible' ha de preservar al sistema de
estados críticos derivados tanto de la falta de recursos
como del exceso de residuos. El hecho de que la Tierra
sea un sistema abierto en energía, pero cerrado en
materiales (...), unido a que, por lo general, resulta
bastante más fácil convertir materiales en energía que
energía en materiales, hacen que la gestión de estos
sea a largo plazo el problema económico más
delicado.”
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¡Los economistas han de estudiar
termodinámica!
La acumulación anual de materiales activos existentes
en bienes no perecederos --con cierto margen para las
porciones desechadas y destruidas-- probablemente no
supera los 150 millones de toneladas, es decir, apenas
el 6% del total.
El 94% restante se transforma en residuos al cabo
de un año o dos de su extracción. Además de las
materias primas el sistema necesita, para funcionar,
grandes cantidades de energía en una modalidad de
calidad elevada, energía que también se degrada y
acaba por desecharse en forma de calor a baja
temperatura.
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…pero sí que podemos producir sin
contaminación
“¿Ves ese montón de enchufes? Se podría
llenar un vagón con ellos. En principio,
Gino, su porcelana se puede reciclar. Hay
que clasificarlo todo. Poner las cosas
iguales juntas, separar las que no lo son. (...)
La gente lo mezcla todo. Lo tiran todo en el
mismo sitio. Así lo convierten en basura. La
basura no existe. La basura es la confusión
que formamos al tirar las cosas.” John Berger (1995)
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No es posible producir sin residuos (eso lo sabemos
por leyes físicas tan básicas como son los principios de
conservación de la materia y de la energía).
Pero sí que es posible producir sin contaminación
(es decir, sin residuos peligrosos, tóxicos, no
biodegradables o gravemente perturbadores de la
biosfera). Aunque esta idea --producir sin
contaminación-- no agota el concepto de producción
limpia, sí que lo sitúa en el terreno de debate adecuado.
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La fábrica de cerveza sin
contaminación
Para visualizar la idea de “cerrar los ciclos”, transformando
los residuos en recursos, nada mejor que un ejemplo concreto:
válganos el de un tipo de fábricas de cerveza que se han
construido ya en China, Namibia, Tanzania o Fiji.
En la elaboración de la cerveza se obtiene un residuo de la
cebada con el 70% de fibra y el 26% de proteína.
Normalmente, lo consideramos contaminación. Pero podemos
también ver este residuo como recurso.
En nuestra “fábrica de cerveza modelo”, la fibra se emplear
para hacer crecer setas y champiñones, capaces de
descomponer enzimáticamente la celulosa y producir hidratos
de carbono. Estos hidratos de carbono --el desperdicio de la
producción de setas-- se emplean a su vez como pienso de alta
calidad para alimentar ganado vacuno.
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Con la proteína se crían lombrices de tierra. Una fábrica de
cerveza de tamaño medio, que produce 100.000 litros de cerveza
al año, genera 10 toneladas de residuos sólidos cada día: con
ellas pueden criarse 1’3 toneladas diarias de lombrices de tierra.
Las lombrices se emplean después para alimentar pollos y
gallinas.
Los excrementos del ganado vacuno y las aves de corral se
emplean para producir biogás (metano): en una fábrica de
cerveza en Pekín, que produce 800.000 litros al año, toda la
corriente eléctrica necesaria proviene del metano obtenido del
ganado. Así, los pollos y las vacas --en lugar de incrementar el
“efecto invernadero”-- se convierten en fuente de energía
eléctrica.
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Pero no acaba aquí la cosa. También los lodos del
proceso de metanización se reaprovechan: vertidos
en estanques que son a la vez piscifactorías y
cultivos hidropónicos, se emplean para criar peces y
a la vez cultivar verduras (en una especie de
“jardines flotantes” tradicionales en China).
De manera que al final en nuestra “fábrica modelo”
tenemos no solamente una fábrica, sino una especie
de pequeño conglomerado agroindustrial bien
integrado; y no solamente cerveza, sino también…
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setas
aves de corral y sus productos
ganado vacuno y sus productos
metano (gas natural)
corriente eléctrica
pescado
verduras
¡cuatro veces más empleo que en una fábrica de cervezas
convencional!
¡siete veces más eficiencia (económico-ecológica) que en una
fábrica de cervezas convencional!
¡una economía local, recentrada sobre el territorio, donde la
producción y el consumo están cerca y apenas hace falta
transporte!
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Mejora cualitativa frente a
crecimiento cuantitativo
En la misma medida en que no es posible proseguir la
expansión económica cuantitativa en los países ya
sobredesarrollados, aumenta la importancia de lograr mejoras
cualitativas de las condiciones de vida de las mayorías:
democratización y humanización de las condiciones de trabajo,
redistribución igualitaria de las riquezas y el ingreso, final de
las desigualdades sexuales y étnicas, medio ambiente hermoso e
incontaminado, expansión de las actividades autodeterminadas
y “autotélicas” (es decir, actividades que contienen en sí
mismas su propio fin, en lugar de ser medios para otros
objetivos), desarrollo cultural y científico, creatividad artística,
fiesta y juego…
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La cuestión de un cambio cultural profundo (una
revolución cultural, si no nos asustan las palabras
grandes) se plantea con urgencia.
Una vez desechada la identificación reductiva de
progreso con “crecimiento del PNB” no tenemos por
ello que renunciar al concepto mismo de progreso:
una concepción de éste como mejora cualitativa de
las condiciones de vida resulta, por el contrario,
imprescindible.
Ésta, y no otra, es a mi juicio la idea de progreso que
pueden defender los sindicatos para el siglo XXI.
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Limitar el poder del capital
Típicamente, los empresarios que operan en
mercados capitalistas entienden un único
lenguaje, atienden a un único tipo de
señales: costes y beneficios en términos
crematísticos.
Sin embargo, sucede que la mayoría de los
bienes y funciones ambientales no son
monetarizables, no pueden valorarse
crematísticamente.
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El conflicto entre el capital y la
vida
En lugar del conflicto (en cierto sentido superficial o
coyuntural) entre medio ambiente y empleo, tenemos que situar
en el centro de los debates públicos sobre estas cuestiones el
conflicto mucho más hondo y sustantivo entre el capitalismo
y una biosfera viable; entre el capitalismo y vidas decentes
para los seres humanos; en definitiva, el conflicto entre el
capitalismo y la vida.
No hay posible ecologización de la economía sin control social
de la inversión: sin decisiones ecológicamente sensatas sobre
qué se produce y cómo se produce.
Esto supone una amenaza directa al poder de clase de los
capitalistas.
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La ecología, también aquí, es un asunto de
lucha de clases. Responder a la crisis ecológica
exige limitar el poder de clase del capital.
Los mercados capitalistas tienen serias
limitaciones a la hora de tratar con los problemas
medioambientales. Confiar a las fuerzas de
mercado el destino ecológico de nuestro planeta
equivale a un suicidio colectivo. Cuando dentro
de un marco dado, con ciertas reglas de juego, no
podemos resolver problemas graves e
inaplazables, de lo que se trata es de cambiar las
reglas de juego.
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Una opción de sociedad
No estamos hablando de pequeñas mejoras incrementales
dentro de un modelo de producción insostenible, sino de
cambios muy importantes en los sistemas productivos de las
economías industriales. Nada más y nada menos.
Éste es el desafío al que hacemos frente a finales del siglo XX.
La sociedad sustentable no puede lograrse “empresa por
empresa”: es una opción de sociedad, de modelo económico y
social.
Las mejoras incrementales obtenidas dentro de las empresas
mediante --por ejemplo-- sistemas de gestión ambiental y planes
de minimización de residuos bien concebidos son muy
importantes, pero no suponen de por sí producción limpia ni
desarrollo sustentable.
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Sindicato sociopolítico
Ecologizar a fondo la sociedad supone opciones de
sociedad: sobre el modelo agrícola, el modelo
energético, el modelo de transporte, el modelo de
gestión del agua o los residuos...
Por eso la acción sindical dentro de las empresas
debe complementarse con la acción del movimiento
obrero dentro de la sociedad, para transformarla.
Por eso, hoy más que nunca, el modelo de sindicato
sociopolítico que plantea la acción de clase para toda
la sociedad es irrenunciable.
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La participación de trabajadores
y trabajadoras
Los sindicatos son un agente más a la hora
de pensar en resolver los problemas
ambientales: pero un agente fundamental.
Sin la participación activa, informada y
eficaz de los trabajadores y trabajadoras
no cabe pensar en la modificación de
procesos industriales y productos con el
objetivo de una producción más limpia.
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