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Módulo 6 Identificar los principios y valores fundamentales de la DSI para inspirar en los miembros de la Iglesia el compromiso con los procesos de cambio personal y social en la instauración del Reino de Dios. Principios y valores Doctrina Social de la Iglesia Los principios como criterios de convivencia social. Descripción de los principios de la DSI. Los valores fundamentales de la DSI. Descripción de los valores fundamentales. En la unidad anterior se analizó la dignidad de la persona y su dimensión social como fundamento de donde brotan los demás principios que orientan y regulan la vida social. La DSI se comprende como un proceso de reflexión en el que se discierne la voluntad de Dios sobre las personas y sobre la vida social, política, económica y cultural. Estudiaremos los elementos que la DSI ofrece para analizar la realidad, discernir en ella el plan de Dios y transformar su entorno social. Estos son los llamados principios de la DSI y se analizarán en esta unidad cinco de ellos : el bien común. el destino universal de los bienes. subsidiaridad. participación. solidaridad. Estos principios han de comprenderse y aplicarse de manera que expresen su unidad, conexión y articulación, para que sea auténtica DSI. 4.1. Los principios como enseñanza social y criterios de convivencia social Estos principios y valores son la base de la DSI y forman parte de la enseñanza moral de la Iglesia. “Es Magisterio auténtico, que exige la aceptación y adhesión de los fieles” (CDSI, 80). Los principios fundamentales y los valores permanentes de la DSI pueden ser comparados con una “caja de herramientas” que facilita a las personas en sociedad el poder construir una sociedad más justa, solidaria y fraterna inspirada en el plan de salvación de Dios. Estos principios deben ayudar en el proceso de conocer, juzgar y transformar la realidad social. Los principios se asemejan a un foco de luz que se proyecta sobre la realidad para compararla con la visión cristiana del ser humano y de la sociedad, para cambiar la realidad en que se vive según estos cristianos criterios. Los principios representan la parte teórica de la DSI porque recogen conceptos y doctrinas que proponen una visión del hombre y de la sociedad. Al mismo tiempo, inspiran e impulsan a realizar el orden social propuesto. A la vez, son principios universales que pueden ser aceptados por todos, ya que expresan ciertamente verdades de fe, pero también elementos del orden moral natural común a todo ser humano. 4.2. Descripción de los principios de la DSI 4.2.1. El Bien Común ¿Qué es el bien común? Es "el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a los grupos y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección".GS 26 Es el fin al que debe aspirar toda sociedad humana. Es un bien, porque es conveniente para el desarrollo de cada persona. Es común, porque está al servicio de una comunidad y todos los miembros de una sociedad pueden participar y beneficiarse. Tiene prioridad frente a bienes particulares o sectoriales. Es el bien del todo y de cada una de las partes. Por ejemplo: el bien que procede de la paz, la seguridad ciudadana o un medio ambiente saludable para las personas. El bien común "pone de relieve el sentido humano y la capacidad para animar las estructuras sociales en su totalidad y en cada uno de sus sectores concretos, estimulando las transformaciones en profundidad, según el criterio de la justicia social" (MM 67). El bien común conlleva tres elementos esenciales (CCE 1925): el respeto y la promoción de los derechos fundamentales de la persona. la prosperidad o el desarrollo de los bienes espirituales y temporales de la sociedad. la paz y la seguridad del grupo y de sus miembros. El principio del bien común se puede resumir en: Condiciones sociales externas convenientes: paz justicia seguridad libertad social. Necesidades materiales básicas: trabajo alimentación vivienda cuidado de la salud educación descanso. Justa distribución de los bienes, de tal modo que no se produzcan desigualdades. Adecuada organización social en la que cada sociedad ha de responder a algún aspecto del bien común o a un bien común propio, de acuerdo con el fin común de toda institución -la persona humana- y a su fin propio. 4.2.2. Destino universal de los bienes. En el relato de Gn 1, 26- 29 se narra el encargo de Dios a los primeros padres de cuidar y beneficiarse de los recursos de la tierra. De este mandato se desprende este principio del destino común de los bienes de la creación. Estos bienes tienen que llegar a todos de manera justa y solidaria. Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra». Y continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre La tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento».Gn 1, 28- 29. La categoría ética del destino universal de los bienes es una constante en la tradición de la Iglesia: pero fue adquiriendo primacía frente a la categoría socio-jurídica de la apropiación o propiedad privada a partir del Vaticano II, GS 69 al 71. El Papa Juan Pablo II le dedicó el capítulo IV de la CA. “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. He aquí, pues, la raíz primera del destino universal de los bienes de la tierra”(CA 31). El CDSI lo expone como un derecho natural, originario y prioritario; es decir, es inherente a la persona concreta, a toda persona, y los otros derechos están subordinados a este (cfr. #172). El ser humano corresponde a esta donación de Dios mediante el trabajo. Con su inteligencia y libertad llega a dominar la tierra, logrando que dé frutos. La remuneración del trabajo (el salario) es una de las vías para tener acceso al destino universal de los bienes. Anteriormente la propiedad se centraba en : la tierra. los medios de producción. ahora con la revolución tecnológica se centra en : la posesión del conocimiento. de la técnica. del saber. En hacer llegar a todos esta forma moderna de propiedad consiste la aplicación del destino universal de los bienes. Modalidades para tener acceso al destino universal de los bienes: Salarios justos y adecuados. Los frutos y productos de la tierra que se multiplican espontáneamente o con la ayuda del trabajo humano. Los bienes para la vida humana que llegan a través del Estado, a quien le corresponde distribuir la riqueza de un país a través de instituciones específicas. Las donaciones voluntarias e instituciones sociales destinadas a compartir los bienes necesarios con los más necesitados. La Iglesia también tiene una tarea de caridad social que cumplir. Opción preferencial por los pobres « Este amor preferencial, con las decisiones que nos inspira, no puede dejar de abarcar a las inmensas muchedumbres de hambrientos, mendigos, sin techo, sin cuidados médicos y, sobre todo, sin esperanza de un futuro mejor: no se puede olvidar la existencia de esta realidad. Ignorarlo significaría parecernos al ‘rico Epulón’ que fingía no conocer al mendigo Lázaro, postrado a su puerta (cf. Lc 16, 19-31)». SRS 42. Propiedad privada y destino universal de los bienes El derecho de propiedad, aunque sea legítimamente ejercido, jamás debe perder de vista este principio. La propiedad da cumplimiento al derecho al uso de bienes en la medida en que les facilita realizar su finalidad. Cualesquiera que fuesen las formas de propiedad, debe considerarse siempre este destino universal de los bienes que constituye un derecho natural y fundamental. El propietario "no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás" (GS, 69). En las naciones la la la la previsión seguridad social cultura educación deben contribuir al destino común de los bienes 4.2.3. El principio de subsidiaridad El principio de subsidiaridad y el de solidaridad, forman como dos caras de una moneda, donde una complementa a la otra. Toma su nombre de la palabra latina subsidium, que significa “ayuda”. ¿Qué indica el principio de subsidiaridad? “El principio de subsidiaridad indica que una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias, sino que más bien debe sostenerle en caso de necesidad». Compendio Catecismo 403 Por este principio, toda instancia de orden superior solo puede y debe inmiscuirse en la solución de los problemas de una instancia inferior cuando esta no esté en capacidad de hacerlo. No es lícito ni justo traspasar a la comunidad y quitar a los individuos, grupos menores e inferiores, lo que ellos puedan realizar con su propio esfuerzo e iniciativa. La subsidiaridad exige reconocer aquello que cada persona o grupo puede realizar con su propio esfuerzo. Toda acción de la sociedad, en virtud de su propia naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero nunca destruirlos ni absorberlos. La encíclica Centesimus Annus 48 describe este principio con las siguientes palabras, donde se destacan cuatro verbos. “Una estructura superior de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias, sino que más bien debe sostenerle en caso de necesidad y ayudarle a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común”. A la actuación del principio de subsidiaridad corresponde el respeto y la promoción efectiva del primado de la persona y de la familia (CDSI 187). Este principio aplicado en: LA FAMILIA Y EN LA ESCUELA: promoviendo la iniciativa y responsabilidad personal, lo que favorece el protagonismo, la creatividad y el desarrollo de los hijos. La educación de los hijos es responsabilidad de la familia, y por el principio de subsidiaridad, la escuela y el Estado ayudan a educar a los hijos. Por ello, los padres de familia deciden qué tipo de educación han de recibir sus hijos y no a la inversa, cuando es el Estado quien les impone el tipo de educación. EL ÁMBITO DEL TRABAJO : respetando la iniciativa la creatividad la capacidad de decisión de los trabajadores EL ESTADO: fomentando las iniciativas sociales económicas políticas culturales de la sociedad civil sin olvidar su función supletoria y de ayuda cuando los grupos de la sociedad lo requieran, pero sin destruir los espacios de libertad propios de la persona, de las organizaciones y sociedades intermedias. “A la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y extenderse más allá de lo estrictamente necesario, dado que encuentra justificación sólo en lo excepcional de la situación” (CDSI 188). “En la subsidiaridad debe haber tanta sociedad como sea posible y tan solo tanto Gobierno como sea necesario” 4.2.4. El principio de participación El catecismo de la Iglesia plantea el principio de la DSI de la siguiente manera : « La participación es el compromiso voluntario y generoso de la persona en los intercambios sociales. Es necesario que todos participen, cada uno según el lugar que ocupa y el papel que desempeña, en promover el bien común. Este deber es inherente a la dignidad de la persona humana ». CCE 1913. LA PARTICIPACIÓN ES : un deber un derecho ciudadano de: asumir responsabilidades contribuir de manera voluntaria y generosa en el desarrollo de la vida cultural económica, política social de la sociedad La participación, que tiene como finalidad el bien de los otros y de la sociedad, puede ser muy variada, pero se inicia con las responsabilidades personales “por la atención prestada a la educación de la familia, por la conciencia en su trabajo” (CCE 1914). La participación social permite el protagonismo de las personas y la posibilidad de convertirse en verdadero actor de la vida social y política. Este principio se convierte en una exigencia fundamental de la naturaleza del ser humano para alcanzar la realización del bien común, de forma organizada e intensa, en la empresa, en el campo social y político, etc., porque todos somos miembros activos de la vida socioeconómica, política y cultural (OA, 46-47). El principio de participación se puede realizar en los distintos ámbitos de la vida social. Se presentan dos de capital importancia para el bien de la sociedad : En la vida política En la vida económica o empresarial EN LA VIDA POLÍTICA, mediante el ejercicio de sus libertades y de su rol cívico como constructor permanente de la vida democrática. El desarrollo político ha de respetar y favorecer las libertades en la vida pública con la participación de todos . El Papa Juan Pablo II enseñaba a los laicos: “Para animar cristianamente el orden temporal —en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad— los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la ‘política’; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común [...]. Esto exige que los fieles laicos estén cada vez más animados de una real participación en la vida de la Iglesia e iluminados por su doctrina social”. ChL 42. EN LA VIDA ECONÓMICA O EMPRESARIAL, la encíclica Mater et Magistra (MM) propone: “...a los trabajadores hay que darles una participación activa en los asuntos de la empresa donde trabajan, tanto en las privadas como en las públicas; participación que, en todo caso, debe tender a que la empresa sea una auténtica comunidad humana, cuya influencia bienhechora se deje sentir en las relaciones de todos sus miembros y en la variada gama de sus funciones y obligaciones [...] “Todo ello implica la conveniencia de que los obreros puedan hacer oír su voz y aporten su colaboración para el eficiente funcionamiento y desarrollo de la empresa. Observaba nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII, que ‘la función económica y social que todo hombre aspira a cumplir exige que no esté sometido totalmente a una voluntad ajena el despliegue de la iniciativa individual”. MM 91-92. Y la Centesimus Annus CA 43, mediante la acción de un gran movimiento asociativo de los trabajadores, que procure alcanzar la liberación y promoción integral de las personas. En la DSI se proponen muchas formas de concretizarse la participación de los trabajadores y empresarios que bien se pueden aplicar a nuestra realidad. La vida social debe favorecer el sentido de participación en todos los ámbitos de la actividad humana, para lograrlo, se deben fomentar estructuras adecuadas de colaboración que faciliten esta participación. Este es uno de los cometidos de las asociaciones intermedias que además ofrecen la oportunidad de unir esfuerzos para : satisfacer necesidades alcanzar bienes comunes motivar para el servicio a los demás (cfr. QA 84-85). 4.2.5. El principio de Solidaridad La solidaridad se presenta como principio social, virtud humana y virtud cristiana, que brota de las nuevas relaciones de interdependencia entre hombres y pueblos. « La solidaridad, que emana de la fraternidad humana y cristiana, se expresa ante todo en la justa distribución de bienes, en la equitativa remuneración del trabajo y en el esfuerzo en favor de un orden social más justo. La virtud de la solidaridad se realiza también en la comunicación de los bienes espirituales de la fe, aún más importantes que los materiales ». Compendio del Catecismo. 414. Según el principio de la solidaridad, toda persona, al ser miembro de la sociedad, está indisolublemente ligada al destino de ella, y por el Evangelio estamos unidos al destino de la salvación de todos los seres humanos. En razón de la solidaridad el hombre debe contribuir con sus semejantes al bien común de la sociedad. Cuando los hombres, grupos, comunidades locales, asociaciones, organizaciones, naciones y continentes participan en la vida económica, política y cultural superan el individualismo social y político. Acceso a la información Libertad gremial Acceso a la educación Deporte Salud Vivienda Cultura Libertad de culto Trabajo Escolaridad básica Derechos cívicos Educación superior Legislación laboral Previsión social La solidaridad en palabras de Juan Pablo II se entiende como una virtud humana que se expresa en : "la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. Por solidaridad vemos al ‘otro’ (persona, pueblo o nación) como un ‘semejante’ nuestro" (SRS, 38,39e). Por otro lado, la solidaridad como virtud cristiana se reviste específicamente de gratuidad total, de perdón y de reconciliación. “Entonces el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en la imagen viva de Dios Padre, rescatada por la sangre de Jesucristo y puesta bajo la acción del Espíritu Santo. Por tanto, debe ser amado, aunque sea enemigo, con el mismo amor con que le ama el Señor” (SRS 40). La solidaridad debe llegar principalmente a los menos favorecidos (ancianos, jóvenes inadaptados, personas marginadas, migrantes, personas en situación de calle).. Actualmente, la interdependencia está favorecida por los medios de comunicación, que acerca a los hombres entre sí y los empuja a buscar instrumentos eficaces para solucionar los conflictos internacionales (SRS, 38-40b; CA 10c, 33 y 51). Esta actitud solidaria debe proyectarse : con los grupos las comunidades los países a través del compromiso en la vida económica, política y cultural. La solidaridad abarca la responsabilidad con el bien común de nuestros contemporáneos: resguardando las conquistas de las generaciones pasadas preparando un futuro más prometedor para las generaciones venideras. La solidaridad como actitud humana, virtud cristiana y principio de la vida social, se concretiza en : una sana distribución de bienes. la remuneración del trabajo. el empeño por un orden social más justo que considera los legítimos intereses de los distintos sectores de la sociedad. el compartir de los bienes culturales y espirituales que favorecen aquellas condiciones de vida dignas de la persona humana (CCE 1940-1942). 4.3. Los valores fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia “Una persona es un ser que tiene la capacidad y la misión de realizar en sí misma el rico mundo de los valores, de ser un modelo vivo de bondad” (Dietrich Von Hildebrand). Ya se han descrito los principios permanentes de la DSI. Ahora conviene reconocer que en la base de los mismos se encuentran unos valores éticos que mueven a actuar de acuerdo con las exigencias del bien moral. Los valores tienen que ver con algo o alguien que es “valioso”. Tiene valor todo aquello que nos ayuda a ser personas más libres más desarrolladas más felices Los valores son cualidades necesarias para el perfeccionamiento de la persona en orden a lograr un auténtico humanismo y una verdadera convivencia social. Su fuente más profunda es Dios, primera Verdad y Sumo Bien. Los valores están íntimamente relacionados unos con otros, el rechazo u olvido de alguno, reduce automáticamente la eficacia de los demás Aquí es donde se nos hace más necesario el discernimiento cristiano (descubrir la voluntad de Dios para la persona y para el nosotros de la sociedad) y la auténtica sabiduría en el compromiso social a la hora de actuar según los principios y valores de la DSI. “La relación entre principios y valores es indudablemente de reciprocidad, en cuanto que los valores sociales expresan el aprecio que se debe atribuir a aquellos determinados aspectos del bien moral que los principios se proponen conseguir. Ofreciéndose como puntos de referencia para estructuración oportuna y la conducción ordenada de la vida social. Los valores requieren, por consiguiente, tanto la práctica de los principios fundamentales de la vida social, como el ejercicio personal de las virtudes y, por ende, las actitudes morales correspondientes a los valores mismos”.CDSI 197 Valores fundamentales que la DSI ha reconocido en la vida de las personas y que se derivan de su dignidad, a saber: 4.4. Descripción de los valores fundamentales 4.4.1. La Verdad La persona, dotada de razón y voluntad libre, por su propia naturaleza, tiene obligación moral de : buscar la verdad adherirse a ella y ordenar su vida según sus exigencias. La verdad es importante en las relaciones humanas. El testimonio de la verdad genera confianza mutua y propicia el espíritu de cooperación, lo que facilita una convivencia ordenada, fructífera y propia de la dignidad humana. La verdad tiene que ver con la veracidad, la sinceridad y la franqueza. No se puede crecer y madurar como persona (Yo-Tú), si las relaciones humanas están basadas en : la falsedad, el engaño o la mentira. La mentira daña : el prestigio la fama el buen nombre la reputación a la que toda persona tiene derecho. El juicio temerario la maledicencia la calumnia denigran la dignidad de las personas (cfr. CCE, 2486). Por el contrario, quien se esfuerza y vive en la verdad va camino de alcanzar la sabiduría “porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas, ninguna cosa apetecible se le puede igualar” (Prov 8, 11). “Nuestro tiempo requiere intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que no equivale al conjunto de opiniones o a alguna de ellas, sea promovida en todo ámbito y prevalezca sobre todo intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla” (CDSI 198). 4.4.2. La libertad La libertad se entiende como una capacidad de autodeterminación propia de no injerencia en las decisiones cada persona es dueña de sí misma y de sus opciones para alcanzar el auténtico bien, en el horizonte del bien común universal. La verdadera libertad es signo de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido que lo busquen en libertad, se adhieran a Él y consigan su plena perfección. La dignidad de la persona requiere que actúe según su conciencia y libre elección, por convicción, no por presión exterior. “porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas, ninguna cosa apetecible se le puede igualar” (Prov 8, 11). La primera condición de la libertad es La obediencia a la verdad sobre Dios y sobre el hombre es lo que permite satisfacer las propias necesidades según una justa jerarquía de valores, en la que se privilegia las necesidades principales y auténticas. Por el contrario, quien “se preocupa sólo o prevalentemente de tener y gozar, incapaz de dominar sus instintos y pasiones y de subordinarlas mediante la obediencia a la verdad no puede ser libre” (CA 41). El ser humano es libre cuando : en la verdad y con justicia se une a los demás en el servicio del bien común cuando le es permitido vivir su propia vocación: buscar la verdad. profesar sus creencias. expresar sus ideas. decidir sobre su vida. asumir iniciativas bajo su responsabilidad. “El valor de la libertad, en cuanto expresión de la singularidad de cada persona humana, es respetado cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia personal vocación; es decir, buscar la verdad y profesar sus propias ideas religiosas, culturales y políticas; expresar sus propias opiniones; decidir su propio estado de vida y, en cuanto es posible, su propio trabajo; asumir iniciativas de carácter económico, social y político” (CDSI 200). 4.4.3. La justicia La justicia es la virtud moral que consiste en dar a Dios y al prójimo lo que le es debido. Es la virtud de la convivencia social la que hace que el encuentro de las personas en sociedad no derive hacia formas de violencia u opresión ni en un desorden que promueva anarquía. Con la justicia se respetan los derechos de cada uno y se promueve la equidad respecto a la persona y al bien común. La Justicia se convierte en el criterio de moralidad en la relación interpersonal y social. Este valor se hace patente cuando la sociedad posibilita las condiciones que permiten a los grupos y personas conseguir lo que le es debido según su naturaleza y su vocación. La Justicia está ligada al bien común y al ejercicio de autoridad. La DSI promueve el respeto de las formas tradicionales de justicia: la justicia conmutativa: se encarga de regular las relaciones entre las personas en el respeto exacto de sus derechos. Exige: la salvaguardia de los derechos de propiedad, el pago de las deudas, cumplimiento de las obligaciones libremente contraídas (CCE 2411). la justicia legal: que se encarga de velar por el acatamiento de las leyes con miras al aporte de los ciudadanos a la comunidad civil. la justicia distributiva: que se encarga de favorecer un reparto justo de los bienes que la sociedad debe a los ciudadanos de acuerdo con las contribuciones y necesidades de las personas. la justicia social : que representa el desarrollo de la justicia general “es una exigencia vinculada con la cuestión social, que hoy se manifiesta con una dimensión mundial; concierne a los aspectos sociales, políticos y económicos y a la dimensión estructural de los problemas y las soluciones correspondientes” (CDSI 201). 4.4.4. La caridad “el amor es la respuesta al problema de la existencia humana”. Erich Fromm La caridad debe ser considerada como criterio supremo y universal de toda ética social. La caridad presupone y trasciende la justicia, si la justicia es darle a cada uno lo que corresponde, la caridad sería darle al otro lo mío, que viene a ser un valor superior que procede de Dios; así ella estimula y enriquece la justicia, puesto que se convierte en la fuente donde se desarrollan y crecen los valores. “El hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor” (DCE 29). Una sociedad se hace cada vez más humana y fraterna cuando es vivificada y completada por el amor que hace propias las necesidades y exigencias del otro. que intensifica la comunión en los valores espirituales y la solicitud por las necesidades materiales. La caridad cristiana es : “disponibilidad para socorrer al prójimo necesitado” (DCE 30), “es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación”, es “un corazón que ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia” (DCE 31). Además, el ejercicio de la caridad es un deber de toda la Iglesia, pues “forma parte esencial de su misión originaria, al igual que el servicio de la Palabra y los Sacramentos”(DCE 32). “La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas”. DI 3. La caridad social o política La vida de los laicos y su actividad en favor del establecimiento de estructuras justas en la sociedad DEBE ESTAR ANIMADA POR LA CARIDAD: es fuerza inspiradora de la acción individual y social, que impulsa la renovación de las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos. Esta forma de caridad pretende todo el bien para la comunidad en conjunto; esto es, eliminando los factores socioeconómicos que causan su indigencia, los cuales no son solo individuales sino estructurales. Cuando hablamos de “amar al prójimo” este “se presenta ‘en sociedad’, de modo que amarlo verdaderamente, socorrer sus necesidades o su indigencia puede querer decir algo diferente del bien que se le puede hacer a nivel puramente interindividual, amarlo en el nivel social significa, según las situaciones, valerse de las mediaciones sociales para mejorar su vida o también remover los factores sociales que causan su indigencia… Es un acto de caridad, otro tanto indispensable, el compromiso orientado a organizar y estructurar la sociedad a modo que el prójimo no tenga que encontrarse en la miseria” (CDSI 208). Lecturas complementarias: Pontificio Consejo “Justicia y Paz”. (2004). Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. (Numerales del 160 al 208) Documento de Aparecida, num. del 391 al 430 Catecismo de la Iglesia Católica, num. del 1877 al 1885; del 1905 al 1927; del 1939 al 1942 ; del 2411-2412 Benedicto XVI. (2005). Encíclica Dios es Amor num. del 26 al 31 Congregación para la Doctrina de la Fe. (2002). Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política. Bibliografía recomendada: AA.VV. (1996). Doctrina Social de la Iglesia. Manual Abreviado. BAC. Benedicto XVI. (2005). Deus Caritas Est. Calvo, R. (2002). La Pastoral Acción del Espíritu. Ed. Monte Carmelo. García, E. (1993). La Doctrina Social de la Iglesia en el nuevo Catecismo. Madrid: Unión Editorial. Madrigal, A. (2011). Comprometidos por un mundo mejor. San José: Ed. CENACAT. Nota: El Compendio, los documentos del Papa y de la Santa Sede están en la página Web del Vaticano: http://www.vatican.va