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Transcript
Módulo 6
Comprender la
dignidad y los
derechos humanos como base
de la enseñanza
y acción social
de la Iglesia.
1. Introducción
2. La persona humana es
imagen de Dios.
3. Dimensiones de la persona
humana.
4. Los derechos humanos como
expresión social de la
dignidad humana.
5. Los derechos humanos en el
magisterio social.
“La Pastoral de los Derechos Humanos,
como corazón de la Pastoral Social, es la
misión evangelizadora que la Iglesia, a
través de sus comunidades e instituciones,
realiza en el campo de la defensa y promoción de la vida y la dignidad humana,
como prolongación de la misión liberadora
de Jesús de Nazaret con la participación de
hombres y mujeres de
buena voluntad”(CELAM,
Guía de pastoral de los
Derechos Humanos).
Introducción
La DSI es un proceso de reflexión que nos lleva
a asumir nuestro compromiso social inspirado
en el Evangelio para transformar la vida social.
Ello implica la defensa y promoción de la dignidad y de los derechos fundamentales de la persona humana como elemento esencial de la misión de la Iglesia.
La relación entre Iglesia y mundo tiene por
fundamento la dignidad de cada ser humano, por
cuanto toda persona lleva la imagen de Dios.
Este esfuerzo por renovar y contribuir al mejoramiento de la sociedad requiere conocer al ser
humano y en qué consiste :
 su dignidad
 sus cualidades
 sus derechos
 su vocación
 su misión
En la medida en que
conozcamos la realidad de la persona humana,
estaremos en mejores condiciones de respetarla y
ayudarla, cumpliendo así la misión de la Iglesia.
La DSI ha desarrollado su pensamiento
sobre los derechos humanos.
Esto nos permite comprender y llevar a la práctica el amor cristiano mediante :
el reconocimiento, la defensa
y la promoción de un conjunto
de bienes que la persona necesita para vivir dignamente,
según la visión cristiana de la
vida y de la convivencia social.
Conocer, defender y promover los derechos
humanos, según como lo entiende la Iglesia,
es una responsabilidad cristiana y una forma
particular de vivir y expresar nuestra fe.
3.1. La persona humana es imagen de Dios
La persona no puede eludir el saber
Estas son las preguntas fundamentales que
toda persona busca responder para :
¿Qué es lo que nos permite vivir felices, con
entusiasmo y deseo de proyectarnos?
Son estas preguntas sobre la condición humana, las que necesitan respuesta para construir
el edificio y el sentido de nuestra vida.
“…por haber sido hecho a imagen de Dios, el
ser humano tiene la dignidad de persona; no
es solamente algo, sino alguien. Es capaz de
conocerse, de poseerse y de darse libremente
y entrar en comunión con otras personas; y es
llamado, por la gracia, a una alianza con su
Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de
amor que ningún otro ser puede dar en su
lugar”. Catecismo Iglesia Católica 357
Persona
Esta cita del Catecismo nos indica que la persona sobresale, se destaca y tiene un valor superior por encima de todos los seres creados.
La persona tiene un valor único, superior y especial sobre
el resto de la creación.
◊ su capacidad de conocimiento
◊ de decidir sobre su propia vida
◊ de servir a los demás
◊ de entrar en comunión con Dios
es lo que explica su condición de persona;
por consiguiente, la veneración y el respeto
con que hemos de tratar a los demás.
Esta condición de la persona es un valor permanente, dado no adquirido, incondicional, que nadie se lo puede quitar, ni arrebatar, ni destruir.
Juan Pablo II claramente lo afirmó:
“A causa de su dignidad personal, el ser humano es siempre un valor en sí mismo y por
sí mismo y como tal exige ser considerado y
tratado. Y al contrario, jamás puede ser tratado y considerado como un objeto utilizable, un
instrumento, una cosa” (ChL, 37).
La noción de persona no sólo se refiere a la
igualdad común entre todos los seres humanos,
también indica lo que nos hace diferentes.
Cada uno de nosotros somos
un individuo concreto e
irrepetible, hombre o mujer,
que con un nombre propio y
único se diferencia de
manera profunda de los
demás hombres y mujeres.
Por eso vive su existencia de una manera propia
y particular, que embellece y enriquece la
convivencia humana.
Por lo tanto, no se debe
temer expresar lo que se
es y lo que se aporta a
los otros desde las
diferencias.
Esa es la primera tarea humana,
crecer como personas y
ayudar a los demás a desarrollarse
ya que los seres con quienes se trabaja, se
convive y se disfruta, son seres inmortales.
Este es, en efecto, el ideal y la grandeza a la
que está convocado todo ser humano.
Dignidad
La dignidad y el valor de la persona
se mantienen intactos también en los
débiles o en las personas con algún
tipo de discapacidad.
La persona se valora, en primer lugar, por el
hecho de ser persona inteligente y libre.
La dignidad se recibe por el hecho de ser persona, no radica en sus logros o en su eficacia
laboral, o en la belleza corpórea.
Testimonio
Un día saqué a un hombre de una cloaca.
Su cuerpo estaba lleno de llagas. Lo llevé a Nirmal Hrday, que es la casa del amor en acción.
Lo limpiamos, lo bañamos y curamos sus heridas. Durante todo ese tiempo nunca se quejó y
no había rastros de miedo en su expresión. Lo
único que me dijo fue: “Siempre viví
como un animal en las calles, pero
ahora voy a morir como un ángel”.
Me sonrió de un modo bellísimo y
murió. Su sonrisa permanece siempre en mi mente y en mi corazón.
Es de las más hermosas que he visto.
Madre Teresa de Calcuta, beata.
Los seres humanos
 creados a imagen de Dios
 redimidos por Cristo
 llamados a la vida eterna
SON IGUALES
EN DIGNIDAD
por compartir
 unas mismas cualidades
 un mismo origen
 un igual destino
Esta igualdad fundamental entre todas las
personas, varón o mujer, sin distinción de
raza, sexo, creencia o condición social,
exige, según la DSI, una vida más justa y un
esfuerzo de todos por superar las excesivas, vergonzosas y humillantes desigualdades sociales y económicas.
En el misterio del Hijo de Dios, que se encarna y
muere en la Cruz para redimir a la humanidad,
“la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a
una dignidad sin igual” (GS 22).
Por un lado, la unión de Cristo
con todos y con cada uno de los
seres humanos al participar de
nuestra condición humana y por
otro, la unión del hombre con
Dios por el llamado a ser hijo de
Dios y a participar de la naturaleza divina.
La dignidad de la persona
alcanza su máxima expresión en la llamada de la
persona a la santidad, que
consiste en vivir en unión
con Dios, ya en este mundo, para alcanzar la perfección de esta unión en la
eternidad.
Es en esa capacidad y llamada de la persona
para establecer una comunión de vida y de
amor con Dios que la dignidad humana alcanza su cima y su plenitud (cfr. GS 19,1).
3.2. Dimensiones de la persona humana
“El hombre […] no puede encontrar su propia
plenitud si no es en la entrega sincera de sí
mismo a los demás” (GS).
3.2.1 Unidad de la persona: cuerpo y alma
Para comprender la dignidad de la persona y sus
derechos se debe partir de la comprensión del
ser humano como unidad total de alma y
cuerpo. Cuando estamos frente a una persona,
no existe alma sin cuerpo ni cuerpo sin alma.
Esta unidad profunda y estrechísima que forman
el alma y el cuerpo de la persona nos permite
afirmar que estos dos elementos constitutivos
de la persona participan de
su dignidad, por lo cual deben ser tratados con respeto,
veneración y cuidado.
Tal como dice el Compendio:
“El hombre, por tanto, tiene dos características diversas: es un ser material, vinculado a
este mundo mediante su cuerpo, y un ser
espiritual, abierto a la trascendencia…
gracias a esta alma espiritual, la materia que
integra el cuerpo es un cuerpo humano
viviente” (CDSI, 129)
Las actividades corporales humanas están
vivificadas, moldeadas y permeadas por esta
condición espiritual e inmortal
del alma, por eso el cuerpo humano tiene un grado superior,
está por encima del de los
animales más evolucionados.
“En la unidad de cuerpo y alma, el hombre,
por su misma condición corporal, es una
síntesis del universo material, el cual alcanza
por medio del hombre su más alta cima y
alza la voz para la libre alabanza del
Creador” (GS 11).
El cuerpo es la expresión de la persona :
 refleja un modo de ser y de existir
 manifiesta lo que pasa en el alma
por eso el alma y cuerpo se parecen.
 El cuerpo es lo que más se parece al alma.
 El cuerpo influye en el alma.
 La actividad humana es un proceso tanto
corporal como espiritual con influencias
mutuas.
Un buen estado de salud física
influye sobre los estados de
ánimo y un buen estado de ánimo
repercute en la condición física.
Esa dimensión biológica, sicológica y espiritual
de la persona provoca el cultivo de la interioridad, intimidad o mundo interior de la persona
que lo distingue, diferencia de los otros y ensalza sobre el mundo material.
ESTA INTIMIDAD
está formada por nuestros :
 pensamientos
es el resultado de nuestras :
 sentimientos
 actitudes
 decisiones
 virtudes
 vivencias
 experiencias
 posibilidades
Es la forma en que valoramos
y nos enfrentamos a la vida.
Son nuestras capacidades de
relación, de perdón y de
lucha cotidiana.
Esta riqueza interior nos permite : perfeccionar
nuestra propia vida, la vida de los demás y
mejorar el entorno en el cual vivimos, pues
“los gozos y las esperanzas, las tristezas y las
angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren,
son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1).
3.2.2 La persona como ser inteligente y libre
El ser humano, que es alma y cuerpo, centro y cima de toda la creación, es además un ser pensante, es decir, un sujeto racional dotado de inteligencia y voluntad, que tiene la capacidad de :
 conocer
 amar
 ejercer su libertad
 actuar según su conciencia
“Con su inteligencia y voluntad se eleva por
encima de todo lo creado y de sí mismo, se
hace independiente de las criaturas, es libre
frente a todas las cosas creadas y se dirige
hacia la verdad y el bien absoluto” (CDSI, 130).
En este esfuerzo por
vivir de acuerdo con la verdad sobre Dios,
sobre sí mismo y sobre el mundo,
la persona debe procurar cultivar y
“desarrollar plenamente todas sus
facultades para alabanza y gloria
del
Creador
y,
desempeñando
fielmente los deberes de su
profesión o de cualquier
vocación que sea la suya,
logre para sí juntamente la
felicidad temporal y la
eterna” (QA 128).
LA LIBERTAD
 como capacidad de decidir
 practicar el bien
 ser testigo del amor de Cristo
es defendida por la DSI frente al sistema de
valores del capitalismo que coloca en primer
lugar la libertad en el campo económico
“el hombre es considerado más como un
productor o un consumidor de bienes
que como un sujeto que produce y consume para vivir” (CA39).
De esta forma se niega otras dimensiones de
la libertad, lo que atenta contra una visión
integral de la misma.
Con la misma determinación, el beato Juan
Pablo II denuncia el pensamiento
antropológico del marxismo que
pone en un primer plano los objetivos de la sociedad sacrificando
los bienes y los derechos fundamentales de cada persona.
El marxismo anula, además, la autonomía
de la persona y su responsabilidad ante el
bien o el mal,
“desapareciendo el concepto de persona como sujeto autónomo de decisión moral”(CA 13).
Si lo que cuenta en primer lugar es la persona,
capaz de obrar de manera programada y
racional, capaz de decidir acerca de sí y que
tiende a realizarse a sí mismo,
es propuesto por la Doctrina Social de la
Iglesia como
3.2.3. Dimensión social
La persona, que posee un principio material
(cuerpo) y otro espiritual (alma), que es inteligente y libre, necesita de la vida social para desarrollarse.
A la vez, la sociedad necesita
de la persona para crecer.
En esta relación persona-sociedad debe
prevalecer el criterio ético de que
“el principio, el sujeto y el fin de todas
las instituciones sociales es y debe ser
la persona humana” (GS 25).
Asimismo, se han de
rechazar y
denunciar todas
aquellas prácticas
degradantes que
atentan contra la
vida, la integridad y
la dignidad humana
(en el último siglo
existieron ideologías
y sistemas políticos
que sometían la
persona individual al
Estado).
y considerar al
“prójimo como otro yo, cuidando en primer
lugar de su vida y de los medios necesarios
para vivirla” (GS 27).
Por eso, el ser humano no
sólo debería pensar qué
quiere, sino más bien preguntarse para qué es bueno y qué puede aportar.
Sólo la persona que
“reconoce en sí una llamada, una vocación,
una idea que satisfacer, que asume una misión para el conjunto, llegará a realizarse”
(Ratzinger, J., Dios y el mundo, p. 243).
Más allá de la satisfacción de las necesidades
básicas de la vida hay otras necesidades
más elevadas e interiores que sólo pueden
ser atendidas con base en las relaciones de
servicio, de amor y de solidaridad que se
establecen entre las personas.
Los seres humanos necesitan ante todo humanidad : trato cordial, dedicación al otro con una
atención que sale del corazón.
La sociedad es una necesidad para que la
persona ejerza su vocación social en bien de
los demás y logre su desarrollo personal
mediante el ejercicio de su libertad.
Por ello hay que introducir las mejoras
convenientes para que las instituciones,
estructuras y organizaciones sirvan al
bien de la persona.
Al mismo tiempo, la persona debe colaborar con
el bien de la sociedad,
pero sin que ésta desconozca o violente sus derechos fundamentales bajo el pretexto del interés
de la colectividad.
La DSI promueve la índole social del hombre
exhortando a la creación de estructuras de
participación y de corresponsabilidad.
Esto es, organizaciones intermedias con fines
económicos, sociales, culturales y políticos que
ayuden a garantizar los derechos de sus
miembros, pero al mismo tiempo deben estar
abiertas y comprometidas con el bien común
de la sociedad.
3.3. Los derechos humanos como
expresión social de la dignidad humana
“La fuente última de los derechos humanos
no se encuentra en la mera voluntad de los
seres humanos, en la realidad del Estado o
en los poderes públicos, sino en el hombre
mismo y en Dios su Creador” (CDSI, 155).
3.3.1. El valor de los Derechos Humanos
Los derechos humanos pertenecen y son
propios de toda persona humana,
sin diferencias
religiosas, sociales o culturales.
Estos derechos se desprenden de la misma
dignidad humana, de lo que es la persona y del
lugar que ocupan en el plan salvador de Dios.
De ahí que el valor de la dignidad humana se
manifiesta y se traduce en el reconocimiento y
disfrute de los derechos humanos.
“El hombre tiene por sí mismo derechos y
deberes, que dimanan inmediatamente y al
mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos
derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no pueden renunciarse
por ningún concepto.
Si, por otra parte, consideramos la dignidad
de la persona humana a la luz de las verdades reveladas por Dios, hemos de valorar necesariamente en mayor grado esta dignidad,
ya que los hombres han sido redimidos con
la sangre de Jesucristo, hechos hijos y
amigos de Dios por la gracia sobrenatural y
herederos de la gloria eterna” (PT 9-10).
Cuando se ignoran estos derechos se denigra,
humilla y desprecia la dignidad del individuo,
se destruye la convivencia social y se entorpece el designio de Dios sobre el ser humano.
Por el contrario,
su reconocimiento es el
camino apropiado y más
directo para respetar la
dignidad humana.
El respeto de estos derechos, por medio de un
marco legal y de otras posibilidades, ayuda a
instaurar una sociedad basada en la justicia y
la paz.
Los derechos humanos, llamados también
derechos del hombre o derechos naturales,
se encuentran en toda la tradición cristiana
Ya en el decálogo
“se ponen de relieve los deberes esenciales y,
por tanto indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana” (CCE 2070).
Estos derechos son aquellas exigencias o
bienes fundamentales que toda persona
humana merece que se le reconozca,
respete y proteja jurídicamente de parte de
los individuos, comunidades y Estado.
3.3.2. Los Derechos Humanos deben
defenderse y promoverse
“La Iglesia, al proclamar el Evangelio, raíz profunda de los derechos humanos, no se arroga
una tarea ajena a su misión, sino, por el contrario, obedece al mandato de Jesucristo al
hacer de la ayuda al necesitado una exigencia esencial de su misión evangelizadora”
(DSD, 165)
como lo evidencia la parábola
del Buen Samaritano y la
identificación de Cristo con
los desheredados y
marginados de su tiempo.
La acción por la justicia y las tareas de
promoción del hombre forman parte de
la misión evangelizadora de la Iglesia.
Entre evangelización y promoción
humana hay lazos muy fuertes de
orden antropológico, teológico y
de caridad.
“la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que
en el curso de los tiempos se establece entre
el evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre”
(Juan Pablo II, Discurso Inaugural, Puebla, 1979).
Las personas tienen los mismos derechos y
deberes fundamentales que provienen de su
condición racional, libre y trascendente del ser
humano y como tal, no pueden renunciarse
por ningún concepto (cfr. PT 9).
Los derechos humanos NO SON un regalo o
privilegio que concede la sociedad a los
ciudadanos, son anteriores a la sociedad, ya
que estos pertenecen a
las personas y por ello
le corresponde a la sociedad reconocerlos y
promulgarlos a través
de las leyes.
Los derechos de las personas deben
ser defendidos y promovidos por
las instituciones sociales y políticas de la sociedad.
La defensa de los
derechos no puede
realizarse al margen
de los deberes.
Acentuar solamente los
derechos conduce al olvido
de los deberes y a la
privación de otros bienes.
Este servicio de evangelización en el ámbito
de los derechos humanos exige de parte del
creyente, conocimiento e identificación con
el Magisterio de la Iglesia, principalmente
en aquellos temas que toman relevancia en el
debate actual en la sociedad.
La Iglesia, como en todos
los tiempos, ha sido signo
de contradicción.
Ella reta permanentemente a
sus fieles para vivir
coherentemente lo que la
comunidad eclesial cree,
celebra y vive.
3.4 Derechos Humanos en el Magisterio Social
3.4.1 Un compromiso permanente
La Iglesia, transmisora de la visión judeocristiana
de la creación del hombre a “imagen y semejanza de Dios”, ha contribuido al desarrollo del pensamiento sobre los derechos humanos.
Aunque en los inicios de la discusión del tema de los derechos del
hombre y del ciudadano, durante
la Revolución Francesa en 1789,
mantuvo un desacuerdo por la ausencia de Dios
en la fundamentación, que conllevaba a entender
la libertad y su aplicación casi sin restricciones.
Los derechos humanos, con los aportes de la
DSI, han recibido un enriquecimiento conceptual, como es concebir la libertad e igualdad
desde la fraternidad y el de jerarquizar los
derechos, otorgando la
primacía al derecho de
la vida.
La incorporación del lenguaje y los conceptos de
derechos humanos en el Magisterio comienza con
la encíclica Rerum Novarum.
León XIII defendió el derecho de los obreros a
un justo salario, a condiciones de trabajo
dignas y el derecho de asociación.
Con el derecho a un justo
salario, el Papa León XIII se
adelantó al reconocimiento del
salario como un derecho social.
Pío XI, por su parte,
 condenó los regímenes
totalitarios de su época,
 defendió los derechos de la
persona frente a los abusos
del Estado
 presentó un elenco de derechos humanos esenciales.
Los derechos civiles, o de la primera generación,
los derechos sociales, o de la segunda generación
recogidos en la Declaración
de los Derechos Humanos,
se encuentran elaborados desde una perspectiva cristiana
en Pacem in Terris del Papa
Juan XXIII, en la que se advierte la relación que debe
existir entre derechos y deberes, y se
propone una síntesis de la visión
cristiana de los derechos humanos.
El Concilio Vaticano II y los últimos pontífices han
insistido mucho en la defensa y promoción de
los derechos humanos.
“fue el ‘yugo casi servil’, al comienzo de la sociedad industrial, lo que obligó a mi predecesor a tomar la palabra en defensa del hombre.
La Iglesia ha permanecido fiel a este compromiso en los pasados cien años” (CA 61).
“La Declaración Universal es muy clara: reconoce los derechos que proclama, no los otorga; en efecto, éstos son inherentes a la persona humana y a su dignidad. De aquí se desprende que nadie puede privar legítimamente
de estos derechos a uno sólo de sus semejantes, sea quien sea, porque sería ir contra su
propia naturaleza. Todos los seres humanos,
sin excepción, son iguales en dignidad” (Juan
Pablo II).
Hay otros derechos denominados de la
tercera generación que van surgiendo en
la conciencia de la humanidad a partir de
los años 60, tales como
 derecho al desarrollo
 al medio ambiente
 a la paz
los cuales han sido también reconocidos y
enriquecidos por la reflexión de la Doctrina
Social de la Iglesia.
3.4.2. Los Derechos Humanos en las Conferencias del Episcopado Latinoamericano
Desde Medellín (1968), utilizando el concepto de
justicia, los obispos latinoamericanos asumen
un compromiso radical por la defensa de los
derechos humanos, tal como se propone en el
primer documento titulado “Justicia”.
En la III Conferencia, en Puebla (1979), el
compromiso
por
denunciar
las
diversas
violaciones a los derechos de tantos hombres y
mujeres de este continente, la Iglesia asume la
“defensa de los derechos humanos y se hace solidaria con quienes los propugnan” (P 146).
En la IV Conferencia, en Santo Domingo
(1992), el tema de los derechos humanos
ocupa un lugar específico en el documento
final, en los numerales 164 al 168.
“Promover, de modo más eficaz y valiente,
los derechos humanos, desde el Evangelio y
la Doctrina Social de la Iglesia, con la palabra,
la acción y la colaboración, comprometiéndose en la defensa de los derechos individuales y sociales del hombre, de los pueblos,
de las culturas y de los sectores marginados,
así como de los desprotegidos y encarcelados” (SD 168).
Aparecida (2007), V Conferencia, sigue la tradición
magisterial de denunciar el abuso en donde no se
respetan ni se defienden los DH, y se propone
como defensora de los derechos de los débiles
y la vida digna de todo ser humano (DA 212).
Inaugura una
pastoral sobre los
derechos humanos.
“Nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los areópagos públicos y privados del mundo de hoy, y desde todas las
instancias de la vida y misión de la Iglesia, la
verdad sobre el ser humano y la dignidad de
toda persona humana” (DA 390).
3.4.3. Los Derechos Humanos en la DSI
La primera parte de la encíclica Pacem in
Terris, sobre los derechos humanos, es la
carta fundamental de la DSI en materia de
derechos humanos.
Dada la importancia de esta síntesis se seguirá este esquema, y con la ayuda de otros
documentos se presentarán los derechos fundamentales
propuestos por
la DSI.
DERECHO A LA EXISTENCIA Y
A UN DECOROSO NIVEL DE VIDA




que incluye el derecho a :
nacer
a la integridad corporal
(prohíbe mutilaciones y
torturas)
a un decoroso nivel de vida
(alimentación, vestido,
vivienda, asistencia
médica)
a la seguridad personal en
caso de enfermedad,
invalidez, viudez y vejez.
DERECHO A LA BUENA FAMA




Incluye el derecho :
a buscar la verdad.
a difundir sus opiniones.
a disponer de una
información objetiva.
al acceso a los bienes de
la cultura que les permita acceder a los más
altos grados de estudios y responsabilidades sociales de acuerdo con su talento.
DERECHO a la LIBERTAD RELIGIOSA y del CULTO
derecho a
 seguir la propia conciencia.
 venerar a Dios.
 profesar la religión en público y en privado.
DERECHOS FAMILIARES
 para fundar y consolidar una familia.
 para acoger y educar a los hijos.
 para hacer uso responsable de la propia
sexualidad.
Se tiene el deber de atender a
su familia a nivel económico
y social, así como en la esfera
cultural y ética.
DERECHOS ECONÓMICOS
 Trabajar en condiciones que
faciliten la salud física, psicológica y emocional.
 Tener un trabajo que permita
a la familia mantener un género de vida adecuado a su
dignidad.
 El trabajo debe dar espacio
para poder ejercerlo con sentido de responsabilidad.
DERECHO A ADQUIRIR PROPIEDADES
 a tener dominio
sobre las
propiedades.
 a poder usarlas.
Es un medio eficiente
para garantizar la
dignidad de la persona,
la tranquilidad y
consolidación de la
vida familiar.
DERECHO DE REUNIÓN Y ASOCIACIÓN
para ayudarse a conseguir
fines comunes, metas que
individualmente no se
podrían alcanzar.
Estos organismos intermedios son instrumentos
indispensables para defender la dignidad y la
libertad de la persona humana.
DERECHOS DE RESIDENCIA Y EMIGRACIÓN
Faculta a cada persona
 a conservar o cambiar
su residencia dentro
del país.
 a emigrar a otro país.
Todos somos
miembros de la familia humana
y ciudadanos del mundo.
DERECHO A INTERVENIR Y
TOMAR PARTE ACTIVA EN LA VIDA PÚBLICA
 para contribuir al bien común.
Ya que la persona es el protagonista,
fundamento y fin de la vida social.
DERECHO A LA SEGURIDAD JURÍDICA
a la defensa
legítima de sus
propios derechos
según las normas
de la justicia
que protegen a las
personas de las
arbitrariedades o
atropellos.
Pacem in Terris
se diferencia
de la Declaración de los Derechos Humanos
por su afirmación de que
existe una correlación entre derechos y deberes
De tal forma que
la defensa de los
derechos
requiere
cumplir con los
deberes
a ellos vinculados.
Por ejemplo
 Al derecho
de la persona
a la existencia
corresponde
el deber de
conservarla.
 Al derecho a un decoroso nivel de vida
el deber de vivir con decoro.
 Al derecho de buscar libremente la verdad,
el deber de buscarla cada día con mayor
profundidad y amplitud.
Frente a un determinado
derecho de cada persona,
corresponde en los demás
el deber de reconocerlo
y respetarlo.
Quienes reivindican sus derechos y olvidan
sus deberes o no les dan la importancia debida, se asemejan a los que derriban con
una mano lo que con la otra construyen.
La DSI menciona los
derechos colectivos y
de cada nación.
Existen exigencias que
afectan a las colectividades humanas y que,
sólo pueden realizarse
eficazmente si está
involucrada toda una
nación.
El derecho
 al desarrollo.
 al ambiente.
 a la paz.
La DSI concede un lugar especial al derecho de
la libertad religiosa, que proporciona el sentido
definitivo a la existencia. Es presentada como
la fuente, síntesis y garantía de todos los
derechos humanos.
Esta libertad consiste en vivir de acuerdo con
la verdad de la propia fe y de conformidad con
la dignidad de la persona y su vocación a la
eternidad.
La violación de este derecho
es una injusticia radical y
su reconocimiento es una
manifestación del auténtico
progreso humano.
Síntesis de los derechos fundamentales de
la persona en los documentos de la DSI:
Derechos Personales:
 El derecho a la vida, a la integridad física y a un
decoroso nivel de vida.
 El derecho a desarrollar la inteligencia y la libertad,
incluye el derecho a la libertad religiosa y de culto,
y el derecho a seguir la propia conciencia.
 Derecho a vivir en un ambiente moral que propicie
el desarrollo de la personalidad.
 Derecho a la personalidad jurídica.
 Derecho a la libertad de educación y de cultura.
 Derecho al respeto y a la buena reputación.
 Derecho a la libre elección de estado.
Derechos sociales, económicos y políticos:
 A fundar una familia y a educar a los hijos.
 Derecho a la libertad de expresión.
 Derecho a la libertad de información.
 Derecho a la educación y a la cultura.
 Derecho a adquirir la propiedad.
 Derecho al trabajo.
 Derecho al descanso y al ocio.
 Derecho a la iniciativa económica.
 Derecho de asociación y reunión.
 Derecho de residencia y emigración.
 Derecho a participar en la vida pública.
 Derecho a la seguridad jurídica y a un juicio
justo.
Derecho al desarrollo,
al medio ambiente y a la paz.
Aunque los derechos son
de las personas, en
sentido amplio, la DSI
advierte sobre el respeto
a los derechos
colectivos de las
naciones y de los
pueblos en el ámbito
económico, político
social, ambiental,
cultural y espiritual.
Lecturas complementarias:
 Pontificio Consejo “Justicia y Paz”. (2004).
Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia. (Numerales del 152 al 186).
 Documento de Santo Domingo.
(Numerales del 164 al 168).
 Juan Pablo II. (1999). Mensaje para la XXXII
Jornada Mundial de la Paz. El secreto de la
paz verdadera reside en el respeto de los
derechos humanos.
Bibliografía recomendada:
 Comisión Pontificia Justicia y Paz. (1975).
La Iglesia y los derechos del hombre.
 CELAM. (2011). Guía de pastoral de los Derechos
Humanos. Dep de Justicia y Solidaridad.
 Melé, D. (2000). Cristianos en la sociedad. Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. (3ª. Ed.)
Madrid: Rialp.
 Camacho, I. (1991). Doctrina Social de la Iglesia,
una aproximación histórica. Madrid:Ed.Paulinas
 Lorda, J. (1996). Antropología. Del Concilio
Vaticano II a Juan Pablo II.(2ª. Ed.) Madrid: Ed.
Palabra.
Nota: El Compendio está en la página Web del
Vaticano: http://www.vatican.va