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La doctrina del pecado
EL ORIGEN DEL PECADO
DIOS NO PUEDE SER CONSIDERADO COMO EL AUTOR DEL PECADO.
“Hamartiología” viene de la voz griega ” hamartia” que
quiere decir pecado y logos que significa palabra o
discurso.
La Harmatiología es literalmente un discurso o estudio del
pecado.
Es verdad que el decreto eterno de Dios hizo segura la
entrada del pecado en el mundo, pero esto no debe
interpretarse de manera que Dios resulte la causa del
pecado en el sentido de ser su autor responsable. Esta
idea está excluida de la Biblia con toda claridad en los
siguientes textos:
“Lejos esté de Dios la impiedad, y del
Omnipotente la iniquidad”, Job 34: 10.
«El es el Dios Santo», Isa. 6: 3,
y no hay en El absolutamente
ninguna injusticia, Deut. 32: 4;
Sal 92: 16.
Dios no puede ser tentado por el mal, ni El tienta al
hombre, Sant. 1: 13.
Cuando El creó al hombre lo creó bueno y a su
imagen. Gén.1:27,31.
Verdaderamente Dios odia al pecado. Deut. 25: 16; Sal 5:
4; 11: 5; Zac. 8: 17; Luc. 16: 15,
Y proveyó en Cristo la libertad del hombre de debajo del
pecado. Juan 3:16.
A la luz de todo esto seríamos blasfemos si dijéramos que
Dios es el autor del pecado. Y por esa misma razón tienen
que ser rechazadas todas aquellas ideas deterministas
que presentan al pecado como una necesidad inherente
en la naturaleza íntima del hombre.
• Tales ideas, por implicación, hacen a Dios el autor del
pecado, y son contrarias, no solamente a la Escritura,
sino también a la voz de la conciencia que da
testimonio de la responsabilidad del hombre.
Culpar a Dios por el pecado sería blasfemar en
contra del carácter de Dios, conforme lo confirman
los siguientes textos:
«Sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos» Dt.
32:4.
Abraham pregunta con verdad en sus palabras: «El
Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?» Gen 18:25.
Y Eliú dice: «¡Es inconcebible que Dios haga lo malo, que el
Todopoderoso cometa injusticia!» Job 34:10.
De hecho, es incluso imposible que Dios desee
hacer el mal, «porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni
tampoco tienta él a nadie» Sant. 1:13.
Pero, por otro lado,
nos debemos guardar
del error opuesto:
sería erróneo que
dijéramos que hay un
poder malo que
existe eternamente
en el universo similar
o igual al poder de
Dios.
Decir eso sería afirmar lo que es conocido como el
«dualismo » en el universo, es decir, la existencia
de dos poderes igualmente supremos, uno bueno y
el otro malo.
Tampoco debemos pensar que el pecado sorprendió a
Dios ni que es un reto ni que supera su omnipotencia o su
control providencial sobre el universo.
Por tanto, aunque nunca debemos decir que Dios mismo
pecó ni que él es el culpable del pecado, debemos
también afirmar que el Dios «que hace todas las cosas
conforme al designio de su voluntad» (Efe. 1: 11), el Dios que
«hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de
la tierra [y] no hay quien se oponga a su poder ni quien le pida
cuentas de sus actos» (Dan. 4:35).
Dios permitió que el pecado entrara en el mundo, aunque
no se deleita en ello, permitió que entrara por medio de
las DECISIONES VOLUNTARIAS DE CRIATURAS MORALES.
EL PECADO TUVO SU ORIGEN EN EL
CIELO
La Biblia nos enseña que para hallar el origen del pecado
debemos ir más allá de la caída del hombre descrita en Gen 3, y
poner atención a algo que aconteció en el cielo en entre los
ángeles.
Dios creó un ejército numeroso de ángeles, y todos eran buenos
igual que el hombre al salir de la mano de su Hacedor, Gen 1: 31.
Pero ocurrió una caída en el mundo angelical en la que la tercera
parte de ángeles se separaron de Dios.
El tiempo exacto de esta caída no se conoce, pero en Juan 8: 44
Jesús habla del diablo declarándolo «homicida desde el principio», y
Juan dice en I Juan 3: 8 que «el diablo peca desde el principio».
Muy poco se dice acerca del pecado que ocasionó la caída
de este ser que aquí se le llama diablo, y de todos los
demás ángeles que se le unieron después.
De las advertencias de Pablo a Timoteo para que ningún
neófito sea colocado como obispo de la iglesia, “para que
no se hinche y caiga en la condenación del diablo”, I Tim. 3: 6,
tenemos que concluir que, con toda seguridad, el pecado
que hizo caer a este ángel, y convertirse en diablo fue el
del orgullo, el de aspirar a ser igual a Dios en poder y
autoridad, ya que él decía: «sobre las alturas de las nubes
subiré, y seré semejante al Altísimo» (Isaías 14:14).
Esta idea tiene su corroboración en Judas 6; en donde se
dice que los ángeles caídos “no guardaron su dignidad, sino que
abandonaron su propia morada”. No estuvieron satisfechos
con su porción, con el gobierno y el poder que se les
confió. Si el deseo de ser iguales a Dios fue su tentación
peculiar, esto podría explicar también por qué tentaron al
hombre sobre ese punto particular.
ORIGEN DEL PECADO EN EL HOMBRE:
Hemos visto que antes de la desobediencia de Adán y
Eva, el pecado ya estaba presente entre los ángeles con la
Caída de Satanás y la tercera parte de los ángeles:
Pero con respecto a la raza humana, el primer pecado fue
el de Adán y Eva en el huerto del Edén mencionado en
(Gen. 3:1-19). El que ellos comieran del fruto del árbol del
conocimiento del bien y del mal es en muchos sentidos
típico del pecado en general.
Primero. El pecado ataca la base del conocimiento,
porque da una respuesta diferente a la pregunta, «¿Qué es
verdad»?. Mientras que Dios había dicho que Adán y Eva
«morirían si comían del fruto del árbol» (Gen. 2: 17), la serpiente
dijo: «¡No es cierto, no van a morir!» (Gen. 3:4). Eva decidió
dudar de la veracidad de la palabra de Dios y llevó a cabo
un experimento para comprobar si Dios les había dicho la
verdad.
Segundo. El pecado ataca la base de las normas morales
porque da una respuesta diferente a la pregunta «¿Qué es lo
bueno?»
Dios había dicho que era moralmente correcto para Adán y Eva
no comer del fruto de aquel árbol (Gen. 2:17). Pero la serpiente
sugirió que estaría bien el comer, y que al hacerlo Adán y Eva
llegarían «a ser como Dios» (Gen. 3:5). Eva confió en su propia
evaluación de lo que era recto y de lo que sería bueno para ella,
en vez de permitir que la palabra de Dios definiera lo que era
bueno o malo. «Vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía
buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y
comió» (Gen. 3:6).
Tercero. Su pecado dio una respuesta diferente a la pregunta
«¿Quién soy yo?» La respuesta correcta era que Adán y Eva eran
criaturas de Dios, dependientes de él y subordinadas a él como
Creador y Señor. Pero Eva, y luego Adán, sucumbieron a la
tentación de ser «como Dios» (Gen. 3:5), con lo que intentaron
ponerse en el lugar de Dios, como lo habían hechos el Diablo y
sus ángeles en el cielo.
LA DOCTRINA DEL PECADO
HEREDADO
¿Cómo nos afecta el pecado de Adán? Las Escrituras nos enseñan que
heredamos el pecado de Adán en dos formas.
1. Heredamos la culpa:
Somos declarados culpables a causa del pecado de Adán.
Pablo explica los efectos del pecado de Adán de la siguiente manera:
«Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró
la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron»
(Ro 5: 12).
El contexto nos dice que Pablo no está hablando de los pecados que
las personas cometen cada día, porque todo el texto de (Ro 5:12-21)
está haciendo una comparación entre Adán y Cristo. Pablo nos está
diciendo que por medio del pecado de Adán la muerte se extendió a
todos los hombres «pues todos pecaron». La idea de que «todos pecaron»
significa que Dios piensa de nosotros como que todos pecamos
cuando Adán desobedeció, queda aun más recalcado en los dos
siguientes versículos, donde Pablo dice:
• «Antes de promulgarse la ley (por escrito en el Sinaí), ya existía el
pecado en el mundo. Es cierto que el pecado no se toma en cuenta
cuando no hay ley; sin embargo, desde Adán hasta Moisés la muerte
reinó, incluso sobre los que no pecaron quebrantando un mandato, como
lo hizo Adán, quien es figura de aquel que había de venir». (Ro 5:13-
14)
No olvidemos que «Como ser moral, el hombre tenía la ley de Dios
escrita en su conciencia» Lea Rom.2:14,15. (Extraido del C.B.A).
Todos estaban obligados a obedecer la ley hasta donde les
había sido revelada.
Pablo nos está diciendo aquí que desde el tiempo de Adán
asta el tiempo de Moisés, las personas no tenían la ley de
Dios escrita. Pablo trata de demostrar que además de la
culpabilidad individual por los pecados personales, hay
algo más en acción: el resultado y el efecto de la caída de
Adán. Todos sus descendientes comparten los efectos de
esa caída, porque la muerte y la tendencia al pecado son
males que se heredan.
La idea de que Dios nos consideró culpables debido al pecado
de Adán se sigue reafirmando aun más en Romanos 5:18-19:
• «Así como una sola transgresión causó la condenación de
todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación
que da vida a todos. 19 Porque así como por la desobediencia
de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también
por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos
justos».
Pablo está diciendo aquí explícitamente que por medio de la
transgresión de un solo hombre «muchos fueron constituidos
pecadores». O sea que, cuando Adán pecó, Dios consideró
pecadores a todos los descendientes de Adán. Aunque nosotros
todavía no existíamos, Dios, mirando al futuro y sabiendo que
existiríamos, empezó a considerarnos culpables como Adán.
Esto es también coherente con la declaración de Pablo de que
«cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Ro 5:8).
Por supuesto que nosotros no existíamos cuando Cristo murió;
pero, no obstante, Dios nos consideró pecadores que
necesitábamos salvación.
La conclusión que podemos sacar de estos versículos es que todos los
miembros de la raza humana estaban representados por Adán en el
momento de su prueba en el huerto del Edén. Como nuestro
representante, Adán pecó, Dios nos consideró a nosotros culpables
como también a Adán.
• (Un término técnico que se usa a veces en este contexto es imputar,
que significa «atribuir a otro una culpa, delito o acción reprobable».) Dios
consideró que la culpa de Adán nos correspondía a nosotros, y puesto
que Dios es el Juez supremo de todas las cosas en el universo, y dado
que sus pensamientos son siempre correctos, la culpa es nuestra
también. Dios correctamente nos imputó la culpa de Adán.
• Nosotros como descendientes de adán, nacemos con la tendencia a
pecar. A esto es a lo se le ha llamado pecado «original» en el sentido
de que procede de Adán, y es también original en que lo tenemos
desde el comienzo de nuestra existencia como personas, pero es con
todo del pecado nuestro, no del pecado de Adán, de lo que se habla.
Cuando nos enfrentamos por primera vez a la idea de que se nos
considera culpables por causa del pecado de Adán, nuestra tendencia es
a protestar porque nos parece injusto. En realidad no decidimos pecar,
¿no es cierto? ¿Cómo entonces se nos puede considerar culpables? ¿Es
justo que Dios así actúe? Podemos decir doss cosas para responder a
esta inquietud:
1). Todo el que protesta diciendo que esto es injusto olvida
que él también ha cometido voluntariamente muchos
pecados por los cuales Dios también lo considera culpable.
Estos constituirán la base sobre la que se nos juzgará en el día
final, porque Dios «pagará a cada uno según sus obras» (Rom. 2:6), y
«el que hace el mal pagará por su propia maldad» (Col. 3:25).
2). La respuesta más persuasiva a esta objeción es señalar
que si pensamos que es injusto estar representados por Adán,
debiéramos también protestar que es injusto estar
representados por Cristo y que Dios anote a nuestro favor su
justicia.
Porque el procedimiento que Dios usó fue el mismo, y eso es
exactamente lo que Pablo está diciendo en Romanos 5: 12-21:
Que consideramos anteriormente. «Porque así como por la
desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por
la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos» (Ro 5:19).
Adán nuestro primer representante, pecó, y Dios nos
consideró a nosotros culpables. Pero Cristo, el
representante de todos los que creen en él, obedeció a
Dios perfectamente, y Dios nos considera justos.
Esta es sencillamente la manera en que Dios estableció que
funcionara la raza humana. Dios considera a la raza humana como
un todo orgánico, representada por Adán como su cabeza. Y Dios
también tiene a la nueva raza de cristianos, a los que son redimidos
por Cristo, como un todo orgánico, una unidad representada por
Cristo como cabeza de su pueblo.
Hasta aquí hemos aprendido que como
descendientes de Adán, la culpa de él nos afectó
a nosotros, y que la única manera de
despojarnos de esa culpabilidad es nacer
nuevamente pero por la fe en Cristo Jesús.
De ahí la importancia de que tu le
entregues tu vida a Cristo como tu
Salvador.
En la segunda parte de este tema estudiaremos
de que otra forma nos afecta el pecado de Adán.
Que Dios te bendiga es mi deseo y oración. Amen.
En el tema anterior se nos hacía la pregunta: ¿Cómo
nos afecta el pecado de Adán? Las Escrituras nos
enseñan que heredamos el pecado de Adán en dos
formas.
1. Heredamos la culpa. y
2. Corrupción heredada
En esta segunda parte estudiaremos la Corrupción
heredada.
Para lo cual les pido me acompañen para que juntos
hagamos esta investigación en la Palabra de Dios, la
Biblia.