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El Virus de la Mancha Anillada de la Lechosa en Venezuela:
Descripción e Importancia, Medidas de Prevención y Control
Ariadne Vegas1, Gustavo Trujillo2, Edgloris Marys3, Alex González4, Gustavo Fermín5,
Mario Cermeli6
1 Unidad de Biotecnología Vegetal. CENIAP-INIA
Universidad Central de Venezuela. Facultad de Agronomía
3
Centro de Microbiología y Biología Celular. IVIC
4 Laboratorio de Fitopatología. Fundación DANAC
5 Centro de Ingeniería Genética. Facultad de Ciencias. ULA
6 Unidad de Protección Vegetal Entomología. CENIAP-INIA
2
Sumario
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^
Introducción
Descripción del virus de la mancha anillada de la lechosa
Síntomas de la enfermedad
Variabilidad genética del virus
Modo de transmisión de la enfermedad
Epidemiología de la enfermedad
Poblaciones de lechosa y otros cultivos afectados
Malezas como reservorio del virus en el campo
Diagnóstico de la enfermedad
v
Pruebas Biológicas
v
Pruebas serológicas
v
Pruebas moleculares
Medidas de prevención y control del virus
v Protección cruzada
v Costo de implementación de la protección cruzada
v Producción de plantas resistentes al virus
v Mejoramiento a través de modificación genética
Recomendaciones para el control
Bibliografía
Introducción
La lechosa (Carica papaya L.) es una de las frutas más populares en Venezuela. Se
consume madura, en forma fresca en trozos, batidos y merengadas, y se usa verde
cocinada en almíbar para la fabricación de dulces. La planta se cultiva comercialmente
en plantaciones que abarcan desde una hasta 20 hectáreas, además de formar parte
de la mayoría de los huertos familiares.
La producción nacional de lechosa está alrededor de los 12.500 kg/ha, pero este valor
es cuatro veces menor que en los países mayores productores del mundo como Brasil,
Nigeria, México y la India (FAO, 2000). Esta situación podría deberse a un conjunto de
factores como son: la utilización de semillas no seleccionadas con baja germinación,
las cuales producen plantas heterogéneas no fieles al tipo; con bajo hermafroditismo;
floración y fructificación tardía; mayor altura de floración y fructificación; alta
esterilidad femenina; carpeloidía; susceptibles a enfermedades virales y bacterianas;
características que afectan la producción y la calidad de los frutos. Aunado a lo
anterior, los rendimientos se ven afectados con el uso de prácticas agronómicas poco
apropiadas como son: la siembra de plantas infectadas en las nuevas plantaciones;
siembras escalonadas en el tiempo en áreas infectadas, en las cuales las plantas más
viejas sirven de inóculo viral y bacteriano; uso indiscriminado de agroquímicos, los
cuales desfavorecen el establecimiento de enemigos naturales de los insectos
transmisores de las enfermedades; cultivos asociados y presencia de malezas
hospederas de enfermedades y los insectos transmisores; y sembradíos a bajas
densidades de siembra (APSPress, 1994; García et al., 1995; Shukla et al., 1994).
Durante los últimos 20 años se han venido realizando diversos estudios relacionados
con la enfermedad del virus anillado de la lechaza, que se considera el principal factor
limitante para la producción, complementando las técnicas de estudio fitopatológico
convencionales con las nuevas biotecnologías recientemene desarrolladas. Esto ha
permitido un conocimiento más preciso del fenómeno, las técnicas de diagnóstico las
medidas para su prevención y control, el cual se presenta en este artículo.
^
Descripción del virus de la mancha anillada de
la lechosa
El virus de la mancha anillada o mancha anular de la lechosa causa la enfermedad
llamada comúnmente mosaico, la cual es la más limitante de este frutal en el ámbito
mundial y ocasiona pérdidas de rendimiento y calidad de los frutos (Brunt et al.,
1990). En Venezuela, esta problemática ha traído como consecuencia cambios en el
manejo del cultivo: las plantaciones son sustituidas después de las primeras cosechas
para mantener la productividad, convirtiéndose en un cultivo bianual en las zonas
afectadas y las siembras se han desplazado de las zonas productoras, donde la
incidencia de la enfermedad es alta, a otras zonas geográficas. En los estados Aragua,
Carabobo, Cojedes, Miranda y Yaracuy, la enfermedad se considera endémica y
severa. En regiones de Anzoátegui, Falcón, Guárico y Monagas, las plantaciones están
afectadas en menor grado (Vegas et al., 1985) y más recientemente la enfermedad ha
invadido algunas regiones de los estados Barinas, Lara y Zulia.
^
Síntomas de la
enfermedad
Las plantas afectadas desarrollan primero una clorosis en las hojas más jóvenes,
seguida por el aclareo de las nervaduras, encrespamiento, ampollamiento, moteado y
reducción de la lámina foliar. En el tallo y los pecíolos se forman manchas grasientas
alargadas de color verde oscuro. Los frutos se reducen de tamaño, se ampollan, se
deforman y producen manchas grasientas en forma de anillo, las cuales constituyen
uno de los síntomas más típicos de la enfermedad (Vegas et al., 1985) (Figuras 1 y 2).
Las plantas infectadas a temprana edad o antes de la floración, no producen pero rara
vez mueren, sin embargo algunos aislamientos en otros países como Taiwán causan
marchitamiento y a veces la muerte (APSPress, 1994; Vegas et al., 1985).
Figura 1. Síntomas típicos del virus de la mancha anillada de la lechosa (PRSV). 1a. Clorosis, moteado,
encrespamiento y ampollamiento de la lámina foliar. 1b. Severo moteado, encrespamiento, ampollamiento y
reducción de la lámina foliar en las hojas del cogollo de la planta.
Figura 2. Síntomas típicos del virus de la mancha
anillada de la lechosa (PRSV). En el tallo y los pecíolos
se forman manchas grasientas alargadas de color verde
oscuro. Los frutos se reducen de tamaño, se ampollan,
se deforman y producen manchas grasientas en forma
de anillo, las cuales constituyen uno de los síntomas
más típicos de la enfermedad.
^
Variabilidad genética del
virus
Por sus características, el virus pertenece a la familia de los Potyviridae, género
Potyvirus (Purcifull et al., 1984). En la actualidad los aislamientos descritos en lechosa
y en cucurbitáceas se consideran serológicamente idénticos (Gonsalves and Ishii,
1980) y son biotipos del virus de la mancha anillada de la lechosa o PRSV por sus
siglas en inglés ("Papaya ringspot virus") (Purcifull et al., 1984). Aislamientos del
biotipos PRSV-P afectan a la lechosa o papaya, otras caricáceas y cucurbitáceas. El
biotipo PRSV-W infecta cucurbitáceas pero no causa daño a la lechosa y previamente
se identificó como virus del mosaico de la patilla o sandia (del ingles "Watermelon
mosaic virus o WMV-1") (Gonsalves and Ishii, 1980).
El estudio del grado de variabilidad del virus es importante para el desarrollo de
estrategias de control, ya que mientras mayor homología haya entre las secuencias de
genes o cepas usadas y la cepa severa local, será más eficiente el control (Yeh and
Gonsalves, 1984). La secuencia de nucleótidos del gen que codifica para la cápside
proteica (cp) del virus PRSV, ha sido la más utilizada en estudios de variabilidad
genética (Shukla et al., 1994). Esta secuencia ha sido determinada para varios
aislamientos del biotipo PRSV-W y P a nivel mundial, habiéndose señalado divergencias
mayores de 14% y 10% en la secuencia de nucleótidos y aminoácidos,
respectivamente (Bateson et al., 2002). Sin embargo, datos más recientes
provenientes de países como México, Brasil e India han sugerido que la variación entre
secuencias del gen cp de PRSV es mayor que 14% (Jain et al., 1998; Lima et al.,
2002; Silva-Rosales et al., 2000). Estos análisis mostraron además que las mutaciones
y el movimiento de material infectado a nivel local y/o internacional, contribuyen a la
variación de la población de PRSV.
^
Modo de transmisión de la
enfermedad
En la naturaleza, el virus se trasmite a través de los áfidos o pulgones (Purcifull et al.,
1984) (Figura 3). Los áfidos normalmente no colonizan las plantas de lechosa. Los
procesos de adquisición e inoculación del virus ocurren debido a las picadas de prueba
durante el reconocimiento de sus plantas hospederas cuando visitan plantas infectadas
y luego plantas sanas. La eficiente dispersión del virus se debe a los movimientos
constantes de los vectores dentro de la plantación (Lima et al., 2001). El modo de
transmisión se denomina no persistente, lo cual significa que el virus persiste pocas
horas a 20°C y es llevado en el aparato bucal o estilete del áfido hasta que el insecto
se alimente de la próxima planta (APSPress, 1994; Gibbs and Harrison, 1979).
Figura 3. Modo de transmisión del virus de la mancha
anillada de la lechosa (PRSV). Los áfidos o pulgones
transmiten el virus. En la figura se muestran colonias
del áfido Myzus persicae sobre una planta hospedera. El
virus es llevado en el aparato bucal o estilete del áfido e
infecta a la lechosa si la planta hospedera estuviera
infectada con el PRSV.
El uso de aspersiones periódicas de aceite blanco sobre las plantas resulta eficiente en
controlar la diseminación del virus en el campo, ya que crea una película que
probablemente limita o previene la absorción y liberación de las partículas vírales hacia
o desde el estilete de los áfidos (Shukla et al., 1994; Trujillo et al., 1989).
En experimentos de campo realizados en el país se compararon tres períodos
diferentes de aspersión del aceite blanco al 1% más 0,025% de surfactante, cada una,
dos, tres semanas y el testigo sin aspersión (Cuadro 1) (Trujillo et al., 1989). Durante
los primeros cinco meses (aprox. 137 días) de tratamiento se obtuvo 7,2% de plantas
afectadas con PRSV en hilos de plantas asperjadas con aceite semanalmente, 13,4 %
en las tratadas cada 2 semanas, 12% en las tratadas cada tres semanas y 43,6% en el
tratamiento testigo. La infección se incrementó debido a la presión de inóculo dentro
de la plantación hasta 41,8; 70; 63,6 y 74,5% para cada caso a los 6 meses (aprox.
167 días) y una vez suspendidas las aplicaciones de aceite toda la plantación alcanzó
100% de infección. 21,27% de las plantas no protegidas con aceite no produjeron
frutos y los producidos tuvieron síntomas de la enfermedad y muy poco valor
comercial. En el grupo de plantas protegidas con aceite todas produjeron frutos y 28%
de los mismos fueron aparentemente sanos. Estos resultados demostraron un efectivo
control de la enfermedad, mediante la aplicación de aceite. Sin embargo, este
tratamiento debe repetirse con regularidad cada dos a tres semanas y después que
llueve, y las aspersiones con aceite pierden su efectividad a medida que la presión de
inóculo aumenta en la siembra (Shukla et al., 1994; Trujillo et al., 1989).
La adición de insecticidas convencionales como los organofosforados al aceite blanco
sería contraproducente, puesto que estimularía un mayor número de picadas en las
hojas antes que el insecto muera y destruiría a los depredadores de los áfidos, por lo
tanto aumentaría la posibilidad de transmisión viral (Shukla et al., 1994). Sin
embargo, los piretroides sintéticos parecen decrecer la frecuencia y duración de la
picada de los áfidos, ya que probablemente causan una rápida parálisis y repelen los
insectos, por lo cual pueden prevenir substancialmente la transmisión de los potyvirus
y otros virus que se transmiten de manera no persistentes (Shukla et al., 1994).
El biotipo PRSV-P es transmitido por 11 géneros y 21 especies de áfidos, Myzus
persicae y Aphis gossipii son los vectores naturales más importantes (Shukla et al.,
1994). En Venezuela se han probado 12 especies de áfidos pertenecientes a nueve
géneros, encontrándose como vectores más eficientes: Myzus persicae, Aphis gossypii
y Toxoptera aurantii (Vegas et al., 1985). Debido a que estos pulgones se encuentran
en especies de cultivos de las familias Solanáceas (pimentón), Cucurbitáceas (melón,
patilla) y Rutáceas (cítricos), se recomienda no asociarlos con el cultivo de la lechosa e
igualmente se debe controlar las malezas pertenecientes a estas familias, para evitar
la multiplicación de los áfidos en estas plantas, factor que incrementaría la
diseminación de la enfermedad o infección secundaria en la plantación. Las condiciones
agroecológicas de algunas regiones, particularmente en el Estado Falcón, donde el
clima es seco y se producen fuertes vientos, disminuyen la incidencia de los áfidos
sobre las plantas de lechosa, y por consiguiente estas áreas ofrecen excelentes
condiciones para la producción de lechosa comercial (Marys et al., 2000; Vegas et al.,
1985).
La mayoría de los autores aseveran que el PRSV no se transmite a través de la semilla
de lechosa o curcubitáceas. Sin embargo, Bayot et al. (1990), demostraron una
transmisión muy baja a través de semillas colectadas de plantas infectadas con el
virus.
En Venezuela se ha demostrado experimentalmente la transmisión a través del pájaro
lechocero ajicero "Saltator coerulecens" (Trujillo et al., 1989).
^
Epidemiología de la
enfermedad
El desarrollo de la enfermedad en la plantación sigue el patrón general de dispersión
de los virus transmitidos por áfidos de una manera no persistente. La cantidad de
infección primaria aumenta mientras la distancia de las plantas de lechosa infectadas
disminuye. Una rápida infección secundaria puede ocurrir y la plantación puede
infectarse totalmente en tres a cuatro meses. Esta situación se produce cuando se
combinan dos factores, en plantaciones nuevas localizadas cercanas de las plantas
infectadas y altas poblaciones de áfidos alados (APSPress, 1994). En Venezuela se ha
observado una tasa de dispersión elevada en donde 1200 a 1500 plantas se infectaron
con el virus en un período de tres meses o más, en los estados Aragua y Cojedes
(Vegas et al., 1985).
^
Poblaciones de lechosa y otros cultivos
afectados
Debido que en Venezuela no se dispone de semilla certificada, no podemos hablar del
uso de variedades sino más bien de poblaciones. Las poblaciones de lechosa más
sembradas son ‘Cartagena’, ‘Cubana’, ‘’Paraguanera’, ‘Hawaiana’ (Solo) y ‘Maradol’, las
cuales se comportan como susceptibles a la enfermedad. En algunos países como
EEUU, Taiwán y Tailandia se han obtenido variedades tolerantes a la enfermedad
mediante selección y cruzamientos de genotipos de lechosa (APSPress, 1994; Shukla
et al., 1994). La variedad Cariflora considerada tolerante en Florida (EEUU) se
comportó como susceptible bajo nuestras condiciones ambientales y razas virales
locales1. En la lechosa no existen genes naturales de resistencia al PRSV-P. Dentro de
los cultivos que se han probado afectados por este virus se encuentran: Cucumis pepo
(calabaza), Cucumis melo (melón), y Cucumis sativus (pepino) pertenecientes a la
familia cucurbitácea (González et al., 2002; González et al., 2003).
^
Malezas como reservorio del virus
en el campo
Experimentalmente se ha demostrado que malezas comunes en los campos de lechosa
pertenecientes a la familia de las cucurbitáceas pueden ser reservorio del virus, entre
ellas: Cucumis anguria (pepino de monte), Cucumis dipsaceus, Melothria pendula
(pepinillo de culebra) y Momordica charantia (cundeamor) (González et al., 2002;
González et al., 2003).
^
Diagnóstico de la
enfermedad
Los síntomas típicos que permiten la identificación de la enfermedad en el campo
consisten en mosaico severo en las hojas jóvenes, a menudo acompañado por la
decoloración de las nervaduras. A medida que la enfermedad avanza, las hojas se
deforman a manera de flecos (filodia), y en el tallo y pecíolos se forman manchas
irregulares de aspecto aceitoso y de color verde oscuro. Estos síntomas son fácilmente
distinguibles de aquellos producidos por el virus del amarillamiento leve de la lechosa,
o PMYV (por sus siglas en inglés Papaya mild yellowing virus) señalado en Venezuela
en 1995, el cual induce un amarillamiento apenas detectable en la región intervenal
(Marys et al., 1995). Los frutos de las plantas infectadas con PMYV presentan
pequeñas protuberancias en la corteza, sin aparición de manchas anilladas o
concéntricas. Sin embargo, las plantas de lechosa co-infectadas con PRSV y PMYV
presentan mosaico severo en las hojas, reducción del número de frutos y frutos que no
maduran (Marys et al., 1995; Marys et al., 2000).
^
Pruebas biológicas
Las especies de plantas usadas para el diagnóstico del PRSV incluyen: Cucurbita pepo,
Cucumis melo y Cucumis metuliferus (mosaico y moteado moderado). Los aislamientos
venezolanos y de otras regiones de Latinoamérica pertenecientes al patotipo P no
inducen lesiones locales necroticas al ser inoculados sobre Chenopodium quinoa y C.
amaranticolor (González et al., 2002b; Vegas et al., 2002). Nicotiana benthamiana no
es susceptible a la infección por PRSV (Brunt et al., 1990). Por otro lado, el virus PYMV
puede distinguirse del PRSV mediante pruebas biológicas, ya que produce
amarillamiento leve y sistémico en C. pepo, C. melo, C. metuliferus, C. papaya y
Cucurbita maxima, y no produce síntomas en C. quinoa y C. amaranticolor (Marys et
al., 1995).
^
Pruebas serológicas
La manera más sencilla, económica y eficaz de identificar positivamente el virus PRSV
es a través de un ensayo de inmunodiagnóstico o prueba serológica, esto es, un
sistema que detecta o cuantifica mediante una reacción colorimetríca, la unión entre
un anticuerpo diagnóstico y el antígeno viral. El virus PRSV es muy buen inmunógeno,
permitiendo obtener anticuerpos policlonales con muy altos títulos. En el país, se han
obtenido anticuerpos policlonales específicos contra la proteína de la cápside viral, con
un titulo de 1:1000 calculado mediante la técnica de ELISA (de las siglas en inglés,
enzyme linked immunosorbent assay); una tecnología desarrollada durante los anos
70’s y que representa el método de inmunodiagnóstico más comúnmente usado para
detectar virus de plantas (Clark and Adams, 1997). El desarrollo de anticuerpos
policlonales contra PRSV ha permitido la estandarización de un estuche de diagnóstico
para la detección del virus en forma rápida, económica y apropiada para el
procesamiento de numerosas muestras de tejido infectado. Este inmunoensayo ha
permitido calcular la incidencia relativa del virus en algunas de las principales zonas
productoras de lechosa a nivel nacional (Marys et al., 1995).
^
Pruebas moleculares
El virus PRSV también ha sido diagnosticado a nivel molecular en Venezuela mediante
la técnica de RT-PCR (de las siglas en inglés que significan transcripción reversa-
reacción en cadena de la polimerasa), un método para amplificar millones de copias de
una secuencia de ADN a partir del ARN viral (Ward et al., 2004). Utilizándo
oligonucleótidos o secuencias específicas de nucleótidos diseñadas en base a la
secuencia de la proteína de la cápside del PRSV, disponible en la base de datos del
Banco de secuencias de genes o GenBank, se logró amplificar este gen, utilizando
como molde o templado en la reacción de PCR un ADN copia sintetizado a partir de
muestras infectadas con PRSV provenientes de los estados Zulia, Anzoátegui y Sucre
(Sánchez et al., 2001). Estos productos de PCR están siendo analizados mediante la
técnica SSCP (traducido de las siglas en inglés como polimorfismo de cadena simple),
la cual permite identificar biotipos a través de la migración diferencial de fragmentos
de ADN en un gel, fundamentado en el hecho de la ocurrencia de mutaciones
puntuales en el genoma viral, y de esta manera poder estimar la variabilidad genética
del virus en Venezuela (Marys, E., datos no publicados).
^
Medidas de prevención y control
del virus
Las medidas de prevención incluyen: protección de las plántulas en el vivero mediante
mallas antiáfidos y aspersiones con aceite blanco al 1%, más surfactante al 0,025%,
cada dos semanas para evitar llevar plantas infectadas al campo. Una vez establecida
la siembra se recomienda continuar con las aspersiones de aceite blanco (Trujillo et al.,
1989); el aislamiento físico mediante barreras (cultivos) rompe viento o en contra
viento de la fuente de inóculo. Los áfidos que vuelan hacia el campo de lechosa
primero aterrizan y se alimentan en el cultivo no hospedero o barrera, por ejemplo
maíz, de esta manera perderán su habilidad para transmitir el virus de la lechosa
(APSPress, 1994; García et al., 1995; Vegas et al., 2000); la siembra en parcelas
alejadas de otras siembras de lechosa enfermas, a más de 1 km de distancia
(APSPress, 1994; Vegas et al., 2000); evitar la asociación con cultivos de las familias
Cucurbitáceas y Solanáceas, que son reservorio de áfidos transmisores de la
enfermedad y pueden ser reservorio del virus (González et al., 2002b; Vegas et al.,
1985); el control de malezas y épocas de siembras que correspondan con poblaciones
relativamente bajas de áfidos (Vegas et al., 2000); protección cruzada o bioprotección
(González et al., 2002a; Vegas et al., 2000, Vegas et al., 2002).
Una vez infectada la plantación se recomienda las siguientes medidas de control para
reducir la dispersión dentro del campo: la erradicación de primeras plantas enfermas
dentro de la plantación, hasta 10% del total del número de plantas que constituyen la
plantación, desde la siembra hasta la floración (Vegas et al., 2000); y continuar con
las aspersiones periódicas de aceite blanco (Trujillo et al., 1989).
^
Protección cruzada
Se han obtenido mutantes atenuados o débiles que no producen síntomas graves en
las plantas de lechosa, a partir del virus severo local, tratando este último con un
mutágeno químico, en el laboratorio (Yeh and Gonsalves, 1984). Estos mutantes
atenuados del virus se han usado para proteger el cultivo de aislamientos locales
severos presentes en el campo, entre ellos el HA 5-1 y HA 6-1. Este proceso es
denominado protección cruzada o bioprotección (Yeh and Gonsalves, 1984). Para
lograr la protección se realiza la introducción de la cepa atenuada en las plántulas de
vivero, mediante inoculación mecánica en umbráculo protegido por mallas a prueba de
áfidos. Esta aplicación es suficiente para proteger las plantas durante su vida útil, sin
embargo no es heredable por lo que no protegerá a la semilla que se origine de dichas
plantas y por lo tanto esta metodología debe aplicarse cada vez que se funde el nuevo
huerto (González et al., 2002a; Vegas et al., 2002; Yeh and Gonsalves,1984).
En Venezuela, se ha comprobado en pruebas experimentales de umbráculo y de campo
que cepas atenuadas producidas a partir de la cepa severa local, pueden retardar los
síntomas severos y la alta incidencia del virus, los primeros cinco a siete meses (150 a
210 días) de la siembra, lo cual posibilita que las plantas produzcan al menos una
primera carga comercial y los frutos producidos sean de buena calidad. En
comparación, las plantas no protegidas pueden mostrar síntomas severos desde el
primer mes y 100% de infección a los cinco a seis meses del transplante a campo con
una consecuente baja producción y frutos deformados mucho menores en número y
tamaño, presentando la sintomatología típica de la enfermedad (Cuadro 2) (González
et al., 2002a; Vegas et al., 2000; Vegas et al., 2002).
Se ha propuesto un control integrado que abarque la utilización de cepas atenuadas
del virus en combinación con las prácticas culturales mencionadas, como medidas de
prevención en zonas donde el virus es endémico y severo. Estas prácticas agronómicas
contribuyen a disminuir la dispersión e incidencia del virus y complementan los efectos
de la protección cruzada en poblaciones con una demostrada producción y calidad de
fruto (Vegas et al., 2000).
En las cepas atenuadas obtenidas en Venezuela existieron diferencias en la capacidad
protectora y algunas de estas cepas resultaron comparables a la cepa atenuada HA5-1
procedente de Hawai (González et al., 2002a; Vegas et al., 2000; Vegas et al., 2002).
Se recomienda el uso de las cepas atenuadas producidas en el país, ya que las mismas
tendrán alta homología genética con las cepas severas locales, lo cual garantizará su
mayor eficiencia en el control de la enfermedad (Vegas et al., 2000).
^
Costo de implementación de la protección cruzada
Para el año 2003, se calcularon los costos y beneficios de la aplicación de un
referencial tecnológico para la población Cartagena, que contempló sembrar plantas
bioprotegidas, e incluir otras prácticas agrícolas como el aumento de la densidad de
siembra, aspersiones de aceite blanco cada 15 días, siembra de 3 plantas/ punto, en
unidades de producción de lechosa del Estado Aragua, donde el PRSV es severo y
endémico. Los resultados indicaron que el costo de 1 ha. de plantas de lechosa
bioprotegidas alcanzó el valor de 2.523.765 Bs/ha, mientras que el costo tradicional
fue de 1.359.767 Bs./ha. Los rendimientos tradicionales se estimaron en un promedio
de productividad de 46.750 kg/ha, lo cual resultó en un ingreso neto para la siembra
tradicional, considerando la venta a puerta de finca de 325 Bs/ha, totalizando un
ingreso bruto de 15.193.750 Bs/ha, que restando los costos de producción totalizó un
ingreso neto de 13.833.983 Bs. En el caso del uso de la bioprotección y otras prácticas
recomendadas, se calculó un promedio de 126.225 kg/ha, con un ingreso bruto de
41.023.125 Bs/ha y neto de 34.499.360 Bs/ha. Estos resultados demuestran la
viabilidad económica financiera y tecnológica de la implementación de esta tecnología
en el estado Aragua y posiblemente en otras zonas de alta infección viral (Gómez et
al., 2003).
^
Producción de plantas resistentes al virus
La manera más duradera de controlar la infección del virus en la lechosa es a través
del mejoramiento genético. Dentro de las estrategias de mejoramiento genético de la
lechosa con fines de resistencia al virus se han producido variedades tolerantes
mediante cruces entre lechosas; híbridos entre la especie con otras silvestres; y
variedades genéticamente modificadas manipuladas en los laboratorios (APSPress,
1994; Lima et al., 2002, Vegas et al., 2002).
En relación con la primera estrategia, las poblaciones locales y las variedades
introducidas han resultado susceptibles a las cepas locales del virus en Venezuela, por
lo cual parece poco probable conseguir materiales tolerantes a partir de cruzamientos
entre las lechosas (Marys et al., 2000; Vegas et al., 1985).
Los cruces de la lechosa con las papayas silvestres ofrecen la posibilidad de transferir
genes de resistencia al virus hacia la especie cultivada. De estos cruces se pueden
formar frutos, semillas y embriones cigóticos, pero no se forma el endospermo, debido
a la incompatibilidad genética de la lechosa con estas especies silvestres. Para lograr la
sobrevivencia de los híbridos resultantes, estos deben ser cultivados en medios
artificiales en laboratorios especializados. En el país se han obtenido híbridos fértiles
entre la lechosa y la especie silvestre Vasconcellea cauliflora. Mediante retrocruzas de
los híbridos con la lechosa se podrían obtener plantas comerciales resistentes al virus
(Vegas et al., 2003).
^
Mejoramiento a través de modificación genética
Otra posibilidad de mejoramiento genético de la lechosa es la obtención de plantas
genéticamente modificadas, las cuales se han manipulado en los laboratorios para
introducirles genes de resistencia procedentes del mismo virus. En Venezuela, se han
manipulado genéticamente plantas de lechosa de la población Tailandesa roja para
incorporarles genes de resistencia al virus, derivados de la proteína de la cápside o
capa protéica de un aislamiento severo del virus procedente del Sur del Lago de
Maracaibo, esta tecnología se ha denominado "resistencia derivada del patógeno"
(Fermín et al., 2004; Lima et al., 2001). La práctica más eficaz ha sido la introducción
de genes o secuencias de genes aislados del propio virus local o regional, que al
funcionar o expresarse en la planta causa efectos adversos al virus, previniendo o
reduciendo la infección de virus homólogos y altamente relacionados. Se ha
demostrado que en las lechosas modificadas genéticamente de esta manera se
produce la inactivación de la multiplicación y movimiento del virus, entre otros
procesos (Fermín et al., 2004). Estas plantas de lechosa poseen las mismas
características fenotípicas que la población original con la ventaja que han resultado
resistentes a la enfermedad en experimentos confinados (AGBIOS, 2001; Fermín et al.,
2004). La liberación de estas plantas genéticamente modificadas o transgénicas no
representaría ningún riesgo a la salud y el ambiente. Se conoce que la composición
nutricional de los frutos de lechosa transgénicas son equivalentes a las variedades
convencionales, en cuanto a sus contenidos de vitaminas A y C, sólidos solubles totales
o contenidos de azúcar (AGBIOS, 2001). La proteína de la cápside del virus producida
por las lechosas transgénicas no posee ninguna característica parecida a proteínas
alergénicas o toxinas conocidas y la secuencia de aminoácidos expresados no tiene
ninguna homología con las proteínas alergénicas o toxinas conocidas. Mas aún las
frutas de lechosas infectadas naturalmente mantienen mayores niveles de la proteína
de la cápside viral expresada que las lechosas transgénicas y hasta el presente no
existen evidencias sobre los efectos adversos ligados con el consumo de frutos
infectados con el virus (AGBIOS, 2001). Por otro lado, la lechosa se cultiva en áreas
alejadas de otras papayas silvestres, además de la distancia genética entre ellas que
conlleva a la incompatibilidad genética mencionada y la tendencia a sembrar
variedades con altos grado de hemafroditismo. Estas tres condiciones impedirían su
cruzamiento y por lo tanto el riesgo de dispersión del gen foráneo hacia otras lechosas
y a la flora silvestre. En Venezuela se requiere de la aprobación del reglamento de
Biodiversidad, capítulo Bioseguridad por parte del Poder Ejecutivo Nacional para
realizar las pruebas de campo de lechosas producidas por esta vía y su consecuente
comercialización.
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Recomendaciones para el
control
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Seleccione los frutos de lechosa de los cuales extraerá la semilla en el
campo o compre semillas de buena calidad para que garantice un alto
porcentaje de germinación; la uniformidad de las plantas; alto
porcentaje de plantas hermafroditas; baja carpeloidía y esterilidad
femenina; precocidad; alta producción y calidad del fruto.
Antes de la siembra de la plantación de lechosa, verifique que no haya
plantas enfermas en un radio de más de 1 Km de su plantación, y
erradique las plantas enfermas cercanas para que no sean un foco de
infección.
Proteja sus semilleros con mallas antiáfidos y su plantación con
aspersiones periódicas de aceite blanco.
Evite los cultivos y controle malezas de las familias cucurbitáceas y
solanáceas en su plantación, las cuales pueden servir de hospederas de
los áfidos trasmisores de la enfermedad y reservorio del virus de la
mancha anillada de la lechosa.
Siembre cultivos barreras no hospederas del virus alrededor de su
plantación con anticipación para evitar un ataque temprano de los áfidos
y por consiguiente del virus. Por ejemplo plantas de maíz, yuca,
quinchoncho, níspero, caña de azúcar, cambures y plátanos. Cuando
haga el transplante o siembra de las plantas de lechosa, la barrera debe
estar establecida y debe mantenerse durante todo el ciclo del cultivo.
Realice inspecciones semanales y erradique plantas enfermas dentro de
su siembra, hasta 10% de las plantas, desde la siembra hasta la
floración.
En las zonas endémicas de la enfermedad use la protección cruzada en
conjunto con las otras prácticas preventivas mencionadas.
Para el diagnóstico de la enfermedad consulte al especialista, los
síntomas pueden confundirse con otras enfermedades vírales y
bacterianas, o con fitotoxicidad por aplicaciones de herbicidas,
deficiencias nutricionales y ataque de ácaros.
La plantación debe tener disponibilidad de agua en todas las etapas de
desarrollo para favorecer la evolución de las plantas y el cuajado de los
frutos; y buen drenaje para evitar anegamientos por períodos
prolongados que puedan provocar pudriciones de las raíces,
amarillamiento de follaje y muerte de la planta.
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