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La receta de Stiglitz para la Argentina
Dijo que se puede crecer sin inflación, y que para lograrlo la clave es elevar la la productividad;
advertencias sobre el uso de las reservas del Banco Central
Su afinidad con los lineamientos de la política económica del gobierno nacional se percibe en la mayoría
de sus respuestas, pero es sólo luego de terminar la entrevista que se encuentra en una frase. "El marco
es el correcto", concluirá el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.
Durante un mano a mano con LANACION.com , que se extendió por espacio de casi 25 minutos, Stiglitz
recomendó elevar la productividad para sostener el crecimiento de la economía y, al mismo tiempo,
combatir la inflación, que, advirtió, podría acelerarse si algunas variables se desvían de su curso.
Si bien no lo dijo abiertamente, el ingrediente central en su receta es más inversión. Y aunque reconoció
que enfriar la economía es una alternativa, se mostró proclive a seguir otros caminos, como eliminar las
restricciones en la oferta —entre ellas, la energética—y reforzar las políticas de competencia, además de
la ya mencionada mejora de la productividad. "Está muy por debajo de la de los países industrializados",
apuntó.
Seducido por los resultados de la experiencia argentina, Stiglitz, no obstante, advirtió: "No existe un país
con ingresos medios que haya experimentado esta clase de crecimiento durante un período sostenido.
Este dato ayuda para predecir que será muy difícil sostener una expansión del ocho por ciento, con o sin
inflación". Diferenció así a la Argentina de China y la India, ambos, países de ingresos bajos.
Optimista, agregó que esas limitaciones del pasado pueden no ser características de la "nueva economía
del conocimiento". Se puede, entonces, crecer en forma sostenida.
-¿Y puede lograrse con una tasa de inflación baja?
-Sí, si se incrementa la oferta. Si podemos incrementar la productividad, incrementar nuestra habilidad
de absorber conocimiento y aplicarlo, uno puede crecer a mayor velocidad sin inflación.
-¿Que haya inflación en la Argentina indica que no se está haciendo?
-No. La inflación aquí surge por una combinación de factores y es un tanto más complicada de analizar
que la inflación tradicional, aunque en muchos casos la inflación surge por un mix de causas. Una parte
del proceso está explicado por la devaluación y no necesariamente indica que haya un exceso de
demanda en el mercado. En adición a eso hubo aumentos en el precio del petróleo. En el caso de la
inflación por el lado de la demanda, surge cuando existe un desequilibrio con la oferta en cualquier
mercado. Y la pregunta es cómo eliminar ese desequilibrio: se puede trabajar en incrementar la oferta o
reducir la demanda. Frecuentemente, cuando existe un desequilibrio puede también deberse no a un
desequilibrio generalizado, sino a cuellos de botella particulares, a algunas limitaciones.
-¿La energía es un ejemplo, en el caso de la Argentina?
-Exacto. Entonces la respuesta a eso es intentar resolver ese problema en la oferta. No se trata de un
problema global de desequilibrio entre la demanda y la oferta, sino de uno particular. Ese es el caso en el
que se puede arreglar la oferta más fácilmente. Es cierto que uno puede con frecuencia detener la
inflación apagando la economía. Eso incrementaría la tasa de desempleo y lograría cierta capacidad
ociosa. Se detendría la inflación, pero también se mataría la economía. La pregunta es si se puede
moderar la inflación sin matar la economía.
-¿Se puede hacer?
-Ustedes pueden hacerlo, pero tiene que hacerse cuidadosamente. Y no puede enfocarse el problema
sólo en la idea de apagar la demanda. Es más sensato focalizarse en dónde están los cuellos de botella,
dónde están los problemas, si se puede incrementar la oferta, y si se va a reducir la demanda, hay que
hacerlo con cuidado, de la forma más efectiva, mirando a dónde están los cuellos de botella.
No es ninguna novedad que Stiglitz se opone a políticas como dejar flotar el tipo de cambio o elevar el
superávit fiscal, por nombrar dos iniciativas que, entre otros, recomendó el FMI para controlar la inflación.
Las incluye, sin embargo, dentro de "las herramientas disponibles" para abordar el problema.
Tampoco se muestra a favor de deprimir los salarios reales. "El objetivo del crecimiento económico, en
gran parte, es mejorar el estándar de vida", justifica. Sí cree que debe reforzarse la política de
competencia para evitar que las empresas busquen mantener sus márgenes elevando los precios, algo
que, agrega, no puede ocurrir si existen mercados competitivos.
-¿Cree que los empresarios no aumentarán sus precios si ven que pueden hacerlo?
-Creo que es muy importante que el Gobierno deje en claro que va a ejecutar una política de
competencia fuerte. Y en ese caso uno no puede elevar sus precios sólo porque los márgenes caen.
-Una de las críticas que se le hacen al Gobierno es que con su intervención y las distorsiones, no
incentiva la competencia...
-Creo que uno debe mirar los diferentes y sectores e industrias y preguntarse si hay suficiente
competencia. Si uno ve que los márgenes son amplios, eso sugiere que allí hay un problema, porque la
competencia debería empujar los márgenes a cero o al mínimo necesario para recuperar la inversión en
capital, que en muchas industrias no es el caso. Uno tiene que mirar industria por industria, pero el
marco es que se va a vigilar muy de cerca la competencia.
-Dijo que la inflación actual es moderada, ¿qué evento podría acelerarla?
-Hay un número de eventos, algunos globales y otros locales. Si Estados Unidos se involucrara en una
aventura en Irán, o decidiera adoptar medidas que tuvieran el efecto de quitar la oferta de petróleo iraní
de los mercados globales, el precio del petróleo aumentaría significativamente y esos precios más altos
podrían trasladarse a la economía y generarían una gran presión inflacionaria. Entre los eventos
internos, uno puede imaginar como ejemplos incrementos de la demanda agregada causados por o
acciones del gobierno que redujeran el superávit fiscal, o que las empresas, por una mayor confianza por
el magnífico éxito que han tenido en los últimos cuatro años, decidan que es tiempo de invertir más, o
que los consumidores consuman más agresivamente.
-Todo eso está ocurriendo en la Argentina…
-En cierta medida. La pregunta es: ¿en qué medida? Si la demanda agregada aumenta de forma
moderada, en la misma la magnitud que la oferta, entonces no aumentarán las presiones inflacionarias.
Pero si la demanda crece mucho, más allá de la capacidad de la oferta, y particularmente más allá de la
capacidad de eliminar las restricciones de la oferta, entonces la demanda puede subir, pero al mismo
tiempo el Gobierno puede apuntar a esas restricciones y nuevamente evitar presiones inflacionarias.
Esta es una de las cosas en las cuales considero que la postura adecuada es la vigilancia. No hay que
pretender que estas cosas se resolverán necesariamente por sí solas. Se puede tener una demanda
creciente, pero con una política de competencia reforzada que redujera los márgenes, entonces se
podría decir que puede producir más sin incrementar los precios.
-Los últimos rankings de competitividad no posicionaron bien al país, ¿alcanza un tipo de cambio alto
para sostener la competitividad de la economía?
-Tendría mucho cuidado en otorgarle mucho peso a este ranking. Usualmente siguen una agenda
política para tratar de forzar la aplicación de ciertas políticas. No es que esas políticas sean malas o
buenas. No he visto un estudio que demuestre que esas variables que miden sean críticas para el éxito.
El tipo de cambio es muy importante, la tasa de interés es muy importante, en el largo plazo, el nivel de
ahorro es importante. Si uno mira lo que sucedió en la Argentina, después de la crisis los factores
institucionales empeoraron, pero el tipo de cambio se movió de forma que la economía se volvió
competitiva y creció. En Brasil han aplicado muchas de las políticas que se consideran correctas, pero
han tenido un Banco Central que ha estrangulado la economía y pudieron aumentar sus exportaciones a
pesar del tipo de cambio, pero pese a esto no pudieron hacer crecer la economía.
El último tema que tocó el premio Nobel fueron las reservas. "Ya están probablemente por encima del
nivel necesario para proporcionar un ‘colchón’", dijo, aunque no por ello justificó que se vuelquen a la
economía, aunque si que busquen un retorno social más alto que el que otorga, por ejemplo, financiar a
Estados Unidos.
"Sólo porque se tiene dinero en el banco no significa que eso resolverá el desequilibrio entre la oferta y la
demanda", apunta.
"Si se utilizan las reservas para adquirir mano de obra para proyectos de construcción, infraestructura,
tareas domésticas, eso produciría modificaciones en el tipo de cambio de manera que sería más difícil
exportar. En cierto sentido, se podría pensar que existe un intercambio entre la infraestructura, la
inversión y las exportaciones. Entonces hay que pensar que eso significa un costo", advirtió.
"Si se sutilizan para comprar recursos producidos domésticamente, productos locales, puede llevar a
mayores presiones inflacionarias. Pero si se lo utiliza para importar bienes de capital, no afecta a la
inflación o al tipo de cambio", concluyó.
Por Rafael Mathus Ruiz
De la Redacción de LANACION.com
[email protected]
Producción audiovisual: Juan López y Martin Turnes