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Transcript
LA COMUNICACIÓN EN LAS ORGANIZACIONES SINDICALES
Mtr. Gabriel Kaplún - Profesor Adjunto Universidad de la República (Uruguay)1
Los sindicatos uruguayos han profesionalizado parcialmente su comunicación en
los últimos años, pero tal vez sin variar en lo esencial sus estrategias, desafiadas
por una creciente dispersión y profundos cambios sociales. Esta y otras
conclusiones surgen de una investigación que combinó una encuesta a las
organizaciones sindicales con el análisis de sus medios y mensajes.
1. La investigación, sus estrategias y métodos
La investigación que aquí presentamos fue realizada entre 1996 y 1997 en la Escuela de
Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República (Montevideo-Uruguay),
con el apoyo de la Comisión Sectorial de Investigación Científica2. Trabajaron en ella tres
investigadores3 con dedicación parcial.
Dado los recursos disponibles se optó por recortar la temática en tres sentidos. Por un
lado se priorizó la comunicación interna sobre la externa. Por otro se optó por analizar
fundamentalmente el nivel de las federaciones y sindicatos únicos nacionales,
dejando en segundo plano tanto el nivel de los sindicatos de base como el de la Central
única. No obstante ninguno de estos aspectos fue totalmente ignorado, en especial los de
comunicación externa y el nivel de base. Finalmente se optó por una “fotografía” del
momento actual más que por una revisión histórica. Por ejemplo la encuesta relevaba
sobre todo datos del último año, y los medios relevados pertenecen también a ese
período. Sin embargo en varios puntos se habilitaban comparaciones y se requerían
informaciones anteriores, generalmente no más allá de 1983-84, es decir el momento de
reconstrucción del movimiento sindical a fines de la dictadura militar pasada (1973-84).
El proyecto original preveía tres tipos de estrategias principales de investigación
articuladas:
 Una encuesta a todas las organizaciones sindicales nacionales
 Análisis de medios y mensajes sindicales
 Un estudio en profundidad de dos organizaciones
La encuesta se realizó en 50 organizaciones sindicales: 15 federaciones, 32 sindicatos
únicos nacionales y 3 organizaciones que no encuadran estrictamente en ninguna de las
dos categorías. Estas 50 organizaciones agrupan actualmente a la casi totalidad de los
sindicatos del país y a unos 130 mil afiliados en total. Procuramos que en cada
1
Bvar. Artigas 1320 - Montevideo 11300 - Uruguay.
Tel (5982) 408 9369 Fax (5982) 709 7669
E-mail: [email protected] - [email protected]
La Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) es un organismo central de la
Universidad de la República. Una de sus principales actividades es la evaluación y financiamiento
de proyectos de investigación presentados en concursos bienales.
2
3
Renée Polla, Alicia García y Gabriel Kaplún (coordinador).
organización respondiera el responsable del área comunicacional, generalmente llamada
“prensa y propaganda”. Muchas organizaciones no cuentan con un responsable ni una
secretaría específica, por lo que los entrevistados fueron en muchos casos el Presidente
o Secretario General (y con frecuencia varios dirigentes estuvieron presentes en las
entrevistas).
Cada entrevista insumía unas dos horas, por lo extenso de la encuesta y su carácter. En
efecto, el cuestionario, con casi 200 preguntas, varias de ellas abiertas, implicaba recorrer
en forma sistemática los siguientes aspectos:
1. Datos de los entrevistados. Datos generales del sindicato: número y distribución de
afiliados; infraestructura física, equipamiento y su uso.
2. Medios periódicos: tipo, frecuencia, tirajes, eventuales causas de desaparición.
3. Datos y evaluación de la publicación principal: objetivos y funciones, producción,
distribución, financiamiento, etc.
4. Datos y evaluación de audición radial si la hubiera: emisora y horario, objetivos y
funciones, producción, financiamiento, evaluaciones de audiencia, etc.
5. Carteleras: existencia, utilización, mantenimiento, funciones.
6. Medios no periódicos (incluida publicidad paga en medios masivos): tipo de medios
utilizados, objetivos, temáticas, campañas, frecuencia, producción, tirajes o coberturas,
evaluación.
7. Acceso a medios masivos (en espacios informativos y sin pagarlos): presencia,
temáticas, medios, evaluación.
8. Evaluación comunicacional de las instancias organizativas; estructura y organismos
formales, integración, frecuencia y asistencia; canales informales; valoración
comunicacional
9. Recursos humanos: integración de equipos, capacitación, responsabilidades y tareas,
capacidad de decisión, apoyos profesionales
10.Valoración general de medios y formas de comunicación a nivel interno y externo, en
momentos de conflicto o épocas “normales”, etc.
La encuesta relevaba simultáneamente datos y opiniones. Obviamente estas últimas no
pueden ser atribuidas a la organización sino a los entrevistados, siendo entonces -ni más
ni menos- en buena medida representativas de la opinión de los dirigentes sindicales
uruguayos. Tanto el requerimiento de datos como el de opiniones generó en los
entrevistados un efecto pedagógico que, aunque no fuera el objetivo principal, resultó
muy notorio: “nunca me había puesto a pensar en todas estas cosas, al menos no así, en
forma sistemática”, etc. Los entrevistados realizaron numerosos comentarios “extra”, que
fueron recogidos en espacios del formulario previstos para ello.
Este efecto “reflexivo” se reforzaba especialmente con una docena de afirmaciones que
incluíamos sobre el final de la entrevistas y respecto a las cuales preguntábamos
acuerdos y desacuerdos. Se trataba de frases recogidas de otros dirigentes y militantes y
que resumían algunos de los debates típicos en torno a la comunicación sindical.
Estas frases surgían fundamentalmente de nuestro trabajo con sindicalistas a lo largo de
bastante tiempo, con talleres de capacitación, seminarios, producción de medios, diseño
de campañas y otras investigaciones. En verdad esta experiencia previa fue tanto o más
importante para la investigación que la bibliografía consultada. De hecho el diseño inicial
2
del proyecto, la construcción del formulario, la enunciación de algunas hipótesis, etc.,
implicaba en buena medida un trabajo de reorganización conceptual de esta experiencia4.
Los datos de la encuesta fueron ingresados en una base informática - en verdad 10
bases, una por cada capítulo ya mencionado- y analizados capítulo a capítulo. Al final se
realizaron cruces entre los distintos capítulos. En principio se aplicaron medidas
estadísticas simples (frecuencias, etc.) y se categorizaron las respuestas a las preguntas
abiertas y los comentarios de los entrevistados. En varios casos se construyeron además
índices y categorías específicas.
Entre estos últimos cabe mencionar especialmente:
- El concepto de “dispersión organizativa”, que puede ser útil tanto para comparar
organizaciones diferentes como para describir procesos de una organización. El concepto
refiere al número, tamaño y localización de las unidades de base que integran la
organización. Cuanto más unidades más pequeñas y alejadas entre sí existan mayor será
el grado de dispersión. Aunque en este caso el uso que hicimos del concepto fue limitado,
dejamos una puerta abierta para otros estudios que quieran afinarlo y utilizarlo para
nuevos análisis.
- La distinción de medios de comunicación sindicales “tradicionales” y “no tradicionales”.
Entre los primeros ubicamos básicamente medios impresos y gráficos para uso interno y
callejero. Entre los segundos una gama de medios audiovisuales, de base lúdica y
dramática, etc. (véase al respecto el comentario posterior de los resultados). Obviamente
la separación es discutible y móvil: un medio “no tradicional” puede convertirse en
tradicional, un medio tradicional puede ser utilizado de modos “no tradicionales”, etc. Sin
embargo la distinción resulta útil para dar cuenta de una realidad en proceso de cambios,
de búsquedas expresivas nuevas, etc. Cabe aclarar que los medios masivos de audiencia
abierta o circulación pública -no producidos por los sindicatos- integran una tercera
categoría aparte en este esquema.
Durante la realización de la encuesta (y en algunos casos con visitas posteriores
complementarias) se recogieron una serie de medios y mensajes sindicales para su
análisis.
Por un lado se analizaron 35 publicaciones periódicas pertenecientes a otras tantas
organizaciones, que son todas aquellas que tenían hasta un año antes de la encuesta
alguna publicación funcionando regularmente. Cuando había más de una se eligió aquella
que los propios entrevistados calificaron como “la principal”. Se analizó un ejemplar
reciente de cada una de estas publicaciones.
Por otro lado se grabaron y desgrabaron 6 de las 7 audiciones radiales producidas en ese
momento por sindicatos nacionales. En este caso se grabaron dos o tres de cada una
para asegurarse de no tomar audiciones que constituyeran una excepción a lo habitual.
Experiencia que, vale aclarar, no se desarrolló desde la Universidad sino en el ámbito de
organizaciones no gubernamentales. Especialmente el Grupo Aportes, entre 1984 y 1996.
4
3
Cabe recordar que tanto para las audiciones como para las publicaciones se contaba
además con una serie de datos y valoraciones aportados por los entrevistados en la
encuesta.
En cuanto a los medios no periódicos lo recogido fue básicamente un centenar de piezas
de material impreso o gráfico: volantes, afiches y un conjunto de “otros medios“
(autoadhesivos, obsequios identificatorios, etc.). No pudieron recolectarse otros
materiales tales como audio callejero o piezas publicitarias para medios masivos, que los
sindicatos rara vez conservan. Tampoco videos, con una solitaria excepción que no
analizamos. Por nuestra parte contábamos con un archivo de producciones propias
sonoras y audiovisuales realizadas para sindicatos, pero preferimos no incluirlas en el
análisis.
En el caso de las publicaciones periódicas se realizó en primer lugar una ficha de cada
una. El análisis inicial se realizó sobre los siguientes ejes principales:




Tipo y formato (periódico, boletín, revista, etc.)
Nombre y otros datos identificatorios
Recursos gráficos
Géneros y contenidos
Este último aspecto fue el que presentó las mayores dificultades en dos sentidos. Por un
lado las categorizaciones de géneros habituales se mostraron poco útiles y fue necesario
reelaborarlas o elaborar otras pertinentes. Por otro lado la clasificación de los contenidos
implicó varias reelaboraciones hasta definir un conjunto de categorías que dieran cuenta
del universo temático de un modo más o menos adecuado.
Una vez definidos estos aspectos se clasificó el conjunto del material de acuerdo a ellos,
tomando como unidad de análisis cada “artículo” o mensaje con sentido completo en sí
mismo (unas 500 unidades en total). La frecuencia de los diferentes géneros y áreas
temáticas fue luego contrastada con los objetivos y funciones atribuidas por los
entrevistados a las publicaciones.
El fichero de las publicaciones, que incluyó transcripciones de textos considerados
significativos, fue permitiendo un segundo tipo de análisis. Por un lado el tipo de
enunciación en cuanto a destinatarios y emisores: quién le habla a quién, cómo se refiere
a sí mismo y a los lectores, etc. Finalmente se intento una caracterización general del
discurso -o los discursos- sindicales presentes en las publicaciones respecto a sí mismos
y a la realidad nacional e internacional.
Con las audiciones se procedió de un modo similar, sustituyendo en este caso los
“recursos gráficos” por los sonoros. En este caso se analizó además la presencia o no
un rol de conducción periodística y el grado en que la audiencia abierta del medio (no
necesariamente sindical) pareciera ser considerada.
En el caso de los medios no periódicos el análisis fue parecido. Aquí normalmente cada
unidad alcanza sentido completo y, en lugar de géneros y contenidos, se optó por un
única clasificación por funciones implícitas en cada mensaje. En los volantes y afiches se
observó además la presencia de estructuras lingüísticas típicas.
4
Por diversas razones -presupuestales y otras- la tercera estrategia de investigación -el
estudio de casos- no pudo desplegarse. La idea era, luego de la encuesta seleccionar
dos organizaciones con características diferentes y representativas en alguna medida
del conjunto y abordarlas mediante una combinación de entrevistas individuales y
grupales, registro y análisis de actividades (especialmente asambleas y reuniones
sindicales) y una encuesta aplicada a una muestra de afiliados. Esto hubiera permitido
analizar más en profundidad algunos de los aspectos anteriores, observar las
interacciones personales y grupales, evaluar la recepción de los medios sindicales en la
base sindical, trascender en fin la opinión de los dirigentes y ampliarla con la de los
afiliados.
Aunque esta fase no pudo cumplirse vale recordar que nuestro trabajo previo con
sindicalistas aportaba en este sentido elementos que, en alguna medida, fueron también
incorporados al análisis final. Al igual que los contenidos del taller que se realizó tras la
presentación del informe-síntesis. En este taller militantes y dirigentes debatieron algunos
aspectos surgidos de la investigación y algunas de las sugerencias implícitas para la
práctica de la comunicación sindical.
2. Algunos de los principales resultados5
2.1. El tejido sindical
En el Tercer Congreso del PIT-CNT en 1985 se registraron unos 250 mil afiliados a los
sindicatos uruguayos nucleados en la central única. Once años después, a fines de 1996,
fueron 136 mil los representados en el Sexto Congreso. Aunque el punto de partida
puede haber sido particularmente alto por el papel jugado por el movimiento sindical en la
salida de la dictadura, la caída no deja de ser fuerte. Un descenso que se produjo
fundamentalmente en los 90 y afectó con más intensidad a los sindicatos del sector
privado, a los de la industria más que a los servicios, a los sindicatos pequeños más que
a los grandes. Según se tome como referencia la Población Económicamente Activa o
sólo los trabajadores “sindicalizables”6 esto significa entre un 10 y un 25% de
sindicalización.
Múltiples han sido las hipótesis explicativas del fenómeno, que afecta al sindicalismo en
buena parte del mundo. Una parte importante ha sido atribuida a los cambios en la
estructura productiva (desindustrialización, descentralización) y en las relaciones
laborales (tercerización, precarización). Estos cambios hacen más difícil la sindicalización
de muchos trabajadores y acentúan la dispersión de los sindicalizados o sindicalizables.
A partir de aquí retomamos, con algunas modificaciones, un material preparado originalmente
para el semanario Brecha de Montevideo con el título “Comunicación y sindicatos en el Uruguay de
los 90” (julio 1998). Próximamente prevemos la publicación de un libro. Entre tanto un informe
síntesis de 50 páginas está disponible impresa y también en Internet, en la sección documentos de
www.uc.org.uy
5
Qué se entiende por “sindicalizables” es tema de polémica. Así podría incluir a todos los
asalariados (excluyendo a patrones y cuentapropistas) o sólo a aquellos con empleo estable, en
empresas de más de 5 de trabajadores, etc. Según el criterio adoptado, para el caso uruguayo,
sobre 3.150.000 habitantes y una PEA de 1.350.00, esto implicaría entre 500 y 900 mil trabajadores
sindicalizables. (véase al respecto Stolovich 1991, Supervielle 1995).
6
5
Frente a ello vale la pena preguntarse: ¿con qué estrategias comunicacionales afrontan
los sindicatos uruguayos la dispersión?
La “imagen promedio” de un sindicato uruguayo actual, según surge de nuestra
investigación, es la de unos dos mil quinientos afiliados distribuidos en unos cincuenta
diferentes “puntos de inserción”: sectores de una misma empresa, comités de empresa o
sindicatos de base de una federación por rama. Para el total del movimiento sindical
puede hablarse de unos dos mil quinientos “puntos de inserción” con unos cincuenta
afiliados cada uno. Obviamente este promedio oculta enormes diferencias: sindicatos con
alta concentración en pocos puntos y otros muy dispersos, sindicatos con muchos
milesde afiliados y otros que no superan los pocos cientos. Pero en todo caso una
hipótesis probable es que la dispersión creciente contribuye a la caída de la
sindicalización en la medida en que los sindicatos no pueden retener en su seno grupos
cada vez más pequeños de trabajadores.
Frente a ello la presencia en los medios masivos parece más necesaria que antes, no
sólo por su papel legitimador y en la construcción de la agenda pública sino también
como modo de mantener el contacto con trabajadores cada vez más aislados. Pero tal
vez hace falta también pensar otras formas que ayuden a interrelacionar mayor cantidad
de grupos menos números, aprovechando por ejemplo algunas de las ventajas que el
pequeño grupo puede proporcionar en cuanto a cercanía, conocimiento personal,
posibilidad de discutir cara a cara. Buena parte del movimiento sindical se construyó
sobre la base de las grandes concentraciones de trabajadores, con las consiguientes
estrategias comunicacionales. Revisarlas parece hoy necesario.
2.2. Medios y recursos comunicacionales
Los sindicatos uruguayos poseen en conjunto una importante red física: alrededor de 170
locales, más de la mitad de los cuales en el interior del país, lo cual apuntalaría un
esfuerzo extra en la zona en que más dificultades de sindicalización existen (sólo el 30%
de los afiliados está en el interior). Pero el estado y el uso de estos locales no satisface a
muchos sindicalistas. La mayoría son fundamentalmente el lugar de reunión de los
dirigentes y no tanto un ámbito de encuentro y comunicación entre los trabajadores.
Muchos locales resultan además poco atractivos para un uso eventualmente más intenso
dadas sus comodidades y estado de conservación.
El equipamiento con que cuentan los sindicatos es modesto pero significativo, aunque
está muy desigualmente distribuido. Teléfonos, faxes, fotocopiadoras y computadoras son
su componente principal. Estas últimas son utilizadas fundamentalmente como
herramienta de escritura y para tareas administrativas. Raramente para otros usos, tales
como diseño gráfico o comunicaciones. Muy pocos tenían correo electrónico al momento
de ser encuestados, aunque algunos lo incorporaron luego y un par de sindicatos
inauguraron páginas en Internet. Son escasos los que cuentan con video y menos aún los
que lo utilizan: seis tienen cámara pero sólo dos editan algo de lo que registran; los
demás acumulan cintas que luego difícilmente vuelven a ver.
Entre los medios de comunicación periódicos de los sindicatos (véase cuadro 1) el
esfuerzo principal sigue volcándose, como es tradicional, a las publicaciones -casi
doscientas- que juntas superan el millón de ejemplares anuales. Su distribución es muy
desigual, desde una docena de sindicatos que no editan actualmente ninguna hasta una
6
media docena que posee tres o cuatro diferentes. Cuatro de cada cinco son publicaciones
relativamente modestas -boletines y hojas informativas-, ocupando un lugar menor
medios de mayor complejidad y costo, como revistas o periódicos en formato tabloide.
(Esto se acentúa obviamente a nivel de sindicatos de base). La mayoría se caracteriza
por una gran irregularidad en su frecuencia: muchas pretenden ser mensuales pero se
limitan a tres o cuatro ediciones anuales o dejan de salir por largos períodos. Las
audiciones radiales sindicales, por su parte, no alcanzaban a la decena en el momento
del relevamiento, con frecuencias que iban desde la media hora semanal (la más
habitual) hasta una hora diaria o más.
En más de la mitad de los sindicatos había desaparecido algún medio de comunicación
periódico, atribuyéndose a razones organizativas y financieras, en ese orden. En la mayor
parte de los casos la desaparición de un medio significó mantener o sustituirlo por otro de
menor complejidad de producción, que requiere menos esfuerzos organizativos y
financieros. Por ejemplo se abandona una revista o un periódico y se mantiene o
comienza a producir un boletín u hoja informativa. Pero hay también muchos casos en
que directamente se dejó de contar con medios periódicos. Todo estaría indicando una
tendencia a la reducción o simplificación de los medios periódicos. La mayor “mortandad”
se registra precisamente en los medios más complejos: las audiciones radiales
sobrevivieron proporcionalmente menos que las revistas y periódicos y estos menos que
los boletines y hojas informativas.
En la mayor parte de los dos mil quinientos “puntos de inserción” sindical existen
carteleras, como soporte -relativamente- permanente para diversos medios periódicos y
no periódicos, generados centralmente o en el propio nivel de base. Han sido tema de
lucha y negociación con las patronales, marcando simbólicamente la presencia del
sindicato en cada lugar y esta función identificatoria quizás es tanto o más importante que
su función informativa o propagandística. Pero tener una cartelera no es garantía de su
efectiva utilización. Con frecuencia son poco leídas, probablemente por su escaso
atractivo, el tipo de materiales colocados o la falta de alguien que se encargue de
mantenerla y renovarla. Pocos sindicatos conocen y utilizan medios específicamente
concebidos para este uso, del tipo “periódico mural“, aunque la central de trabajadores
produjo uno por corto tiempo, durante 1993.
Entre los medios no periódicos puede hablarse por un lado de medios “tradicionales” a
nivel sindical: volantes, pasacalles, muros, afiches, parlantes, etc. Se trata principalmente
de medios gráficos e impresos destinados al ámbito callejero. Estos siguen siendo los
medios predominantes y así por ejemplo durante el año anterior al relevamiento los
sindicatos habían editado más de setecientos volantes distintos, superando los cinco
millones de ejemplares totales. Pero la mitad de los sindicatos había producido también
otro tipo de medios, que podríamos denominar “no tradicionales”, que van desde videos
hasta obsequios identificatorios (almanaques, tarjetas, llaveros), desde la murga y el
teatro hasta manifestaciones callejeras con máscaras o disfraces, en una amplia gama
abierta a la imaginación y la creatividad. Finalmente el treinta por ciento de los sindicatos
había contramatado espacios publicitarios en los medios masivos de comunicación en
proporciones bastante pequeñas. Entre todos los sindicatos no superaban los 300
minutos de publicidad radial y los 30 de televisión en un año.
La producción de los diferentes medios sigue estando básicamente en manos de los
propios sindicatos. Pero podría hablarse de un carácter semiprofesional, en la medida
7
en que las imprentas asumen la reproducción y también el diseño de los materiales
gráficos, remplazando el trabajo militante artesanal y mimeográfico de otros tiempos. La
mitad de los sindicatos recurre además a instituciones, empresas y profesionales en otros
aspectos creativos, de planificación, producción, etc. Aunque la relación con los
profesionales del área es poco sistemática y suele estar sometida a vacilaciones y
contramarchas, los resultados suelen evaluarse positivamente en términos de mejora en
la calidad de las producciones.
Actualmente más de la mitad de los sindicatos no tienen ningún equipo especializado en
esta área, como las tradicionales comisiones de “prensa y propaganda” y casi la mitad
no cuenta tampoco con un dirigente asignado especialmente a ella, (secretario o
encargado). Algunas instituciones y la propia central realizaron esfuerzos de capacitación
de dirigentes y militantes sindicales en este campo y los resultados dejaron un recuerdo
positivo en cuanto a nuevas iniciativas, mayor creatividad y eficacia. Pero muchos de
quienes pasaron por esas instancias no continuaron luego en esa tarea o simplemente
abandonaron la actividad sindical. Quienes continúan suelen describir su papel en
términos de “correa de transmisión” entre la dirección sindical y los afiliados (y
eventualmente entre la dirección y los medios de comunicación). Algunos expresan su
disconformidad respecto a este papel, por su carácter rutinario y poco creativo, pero lo
ven como el único posible, sin cuestionarse la concepción comunicacional implícita.
Medios periódicos sindicales
Cuadro 1
Medios
centrales* de base**
total
Boletines, hojas informativas 45 (67%) 114 (93%) 159 (84%)
Revistas, periódicos
15 (22%)
5
20 (10%)
(4%)
Audiciones radiales
7
4
(11%)
11
(6%)
(3%)
total
*Federaciones y sindicatos únicos
67
123
190
**Sindicatos de base, comités de empresa, etc.
Fuente: Encuesta CC/UDELAR 1996
2.3. La prensa sindical
Un primer elemento que llama la atención en las publicaciones sindicales es la frecuente
“ausencia de nombre” en sentido estricto. En efecto, la mitad de las publicaciones
analizadas en nuestro estudio se limitaban a nombres de tipo “Boletín informativo de...”
(tal sindicato). Los demás suelen utilizar nombres referidos a la profesión u oficio (El
Municipal, El Omnibusero) o, más elaboradamente, sugieren juegos de sentido a partir de
elementos de su trabajo: El Timón, de los trabajadores del mar, o Rayos X de los de
Salud Pública. La falta de nombre es congruente con una falta de identidad periodística y
gráfica propia de una parte importante de esta prensa sindical, que no parece resolverse
sólo con mejorar el papel o incorporar colores.
Los dirigentes entrevistados atribuyen diversos objetivos y funciones a sus
publicaciones: informativa en primer lugar, formativa y agitativa en segundo término. Pero
los contenidos y sobre todo los géneros periodísticos utilizados parecen mostrar una
prioridad inversa. Aunque es difícil identificar géneros nítidos, parece claro que la opinión
ocupa un lugar mas importante que la información. Más de la mitad de los 500 artículos
8
de las 35 publicaciones analizadas pueden calificarse como “comentario” o “editorial” y
sólo un tercio podría calificarse como “crónica”. Las noticias por su parte estarían
ausentes, dadas las condiciones de producción (y las dificultades de distribución) que no
permiten dotarlas de actualidad. Tampoco hay casi entrevistas: la producción periodística
se basa fundamentalmente en “los que escriben artículos”.
“Los que escriben” por su parte son casi exclusivamente dirigentes sindicales, con
escasas excepciones que buscan y obtienen colaboraciones de técnicos asesores o de
otros trabajadores o los incluyen mediante entrevistas. Por otra parte estos dirigentes rara
vez firman sus artículos, lo que puede producir dos tipos de efecto. Por un lado una
despersonalización de la publicación, una sensación de cosa anónima. Por otro una
especie de consenso impuesto que anula la discusión: se habla desde un “todos”,
“nosotros”, “la opinión que todos compartimos”, “lo que es”. La excepción más notoria la
constituyen algunas publicaciones que desarrollan en sus páginas fuertes polémicas entre
dirigentes o militantes, con la aclaración de que corren por cuenta de quien firma y no son
necesariamente compartidas por los responsables.
Tampoco el destinatario suele explicitarse. En muchos casos parece incluido en ese
“todos nosotros” indiferenciado entre el que escribe y el que lee. Algunas referencias del
tipo “los trabajadores” (ya no tanto el “compañeros”) parecen reforzar la imagen de un
grupo de destinatarios homogéneo. Muchos dirigentes mencionan también a las
patronales como un lector importante, al que quizás están dirigidas -implícita y no muy
conscientemente- muchas páginas de la prensa sindical
Los contenidos de las publicaciones -que no suelen agruparse en secciones- giran en
torno a dos ejes predominantes. Por un lado los análisis y valoraciones políticas globales
respecto al país, el mundo o la región y/o particulares respecto al sector de actividad del
sindicato. Por otro lado -y muchas veces al mismo tiempo- las reivindicaciones del
sindicato y lo que podríamos llamar “orientación sindical”: cómo es y cómo debe ser el
accionar del sindicato (o del movimiento sindical en general), cómo debe ubicarse frente a
los cambios económicos, sociales o culturales, etc.
Un segundo grupo de temas, de menor presencia, se refieren a aspectos organizativos,
actividades “sociales” y recreativas, temas profesionales, derechos laborales y
condiciones de trabajo, seguridad o salud. Es posible encontrar aquí un variada gama que
va desde convocatorias a Congresos hasta informes financieros, fiestas para el día de
reyes, semblanza de compañeros fallecidos o “personajes” que integran el gremio,
actividades artísticas o deportivas, convenios con empresas o recetas de cocina,
anécdotas del trabajo, humor, cuentos, poesía... Un lugar llamativamente pequeño
ocupan informaciones o comentarios sobre otros sindicatos o el PIT-CNT.
¿Cómo describe el mundo el sindicalismo uruguayo actual a través de su prensa? La
lectura en conjunto de las diversas publicaciones transmite algunas imágenes comunes y
otras divergentes. Todos comparten de un modo u otro la visión de un mundo que no
ofrece las certidumbres de otros tiempos pero que sigue requiriendo transformaciones en
una dirección diferente a la dominante. Modelos económicos que acentúan las
desigualdades concentrando la riqueza, “gobiernos serviles” a los bloques hegemónicos y
organismos internacionales, transformaciones tecnológicas excluyentes, una “clase
política “ que “miente” y “se olvida” de la gente, un estado en retirada, un conjunto de
reformas negativas en marcha, desregulaciones generalizadas, reestructuras que “cortan
9
por lo más fino” (el trabajador), flexibilizaciones y tercerizaciones que debilitan las
estructuras sindicales.
Frente a esto un tipo de discurso insiste en la necesidad de conocer y comprender los
cambios que están operándose, asumirlos como desafío, con la convicción de que es
posible y vale la pena incidir de algún modo en su dirección, evitando perjuicios para los
trabajadores. Este “entender para proponer” obliga a resituar el rol del sindicato “aunque
sin perder los principios”. Este tipo de discurso parece dominante en los sectores de
servicios, que viven importantes transformaciones pero no las perciben como amenazas
“terminales”. En sectores como los industriales, con fuerte pérdida de puestos de trabajo,
desregulación, persecución sindical, ausencia casi total de espacios de negociación, etc.
parece tender a estructurarse un discurso de “resistencia”. Una resistencia que muchas
veces no se hace ilusiones sobre sus posibilidades de éxito inmediato sino que se plantea
más bien como una exigencia ética y a largo plazo, un “mantener la antorcha encendida”
ahora que “corren tiempos difíciles para las causas justas.”
Tal vez puede decirse que unos tienden a leer el presente en términos de “crisis” y otros
más bien en términos de “cambio”, o que acentúan más el reclamos de cambios “buenos”
o el rechazo a los “malos”. No son ideas excluyentes ni contrapuestas, pero estructuran
de modo diverso tanto los diagnósticos como las propuestas a partir de mundos o
realidades diferentes, pero también de maneras distintas de entenderlas. El discurso
predominante en todo caso aparece fuertemente desesperanzado. Parece decir “esto
está muy mal y puede llegar a estar peor”, “hemos llegado al fondo (crisis)... pero
podemos caer aún más”. Un mundo del revés, un país a contramano, la razón de la sin
razón. El llamado a “unirnos, movilizarnos” con que suele concluir tal vez termina sonado
rutinario, cerrándose sobre si mismo. Un discurso que a veces parece dirigido hacia los
propios dirigentes que escriben... pero que probablemente no necesitan leerse. Un
reflexionar en público sobre el propio mundo tal vez poco atento a los mundos de los
destinatarios. Esos mundos a los que, parcialmente, abre también sus páginas la prensa
sindical: el de los trabajadores que juegan al fútbol o cocinan, miran televisión o escriben
cuentos, además de “luchar día tras día”.
2.4. Las audiciones radiales
También entre las audiciones escasean los nombres: varias son simplemente “La voz de
(sindicato x)” Otras buscan algo más, como “Por los caminos del mar”, de los
trabajadores marítimos. Todas las audiciones salen al aire por emisoras de AM y alcance
básicamente metropolitano7, pero los bancarios contratan además una serie de emisoras
del interior y tienen una edición especial con este fin.
La mayoría de las audiciones se basan en la charla de los dirigentes al aire. La de los
municipales, con mayor frecuencia y duración, incorporaba también música y la de los
bancarios cuenta con un periodista profesional que ejerce un rol de conducción
diferenciado y utiliza frecuentemente el recurso a la entrevista telefónica. En los demás
casos es difícil hablar de conducción propiamente tal. Cuando hay más de una persona
dialogan entre ellos y un eventual invitado se incorpora como uno más, pudiendo
fácilmente “robar” la “conducción”. El formato se aleja entonces de los habituales en radio
Téngase en cuenta que en la zona metropolitana de Montevideo vive más de la mitad de la
población uruguaya.
7
10
en nuestro país, pareciéndose más al de una reunión sindical. En definitiva un cierto aire
“de entrecasa”, reforzado por el hecho de que las temáticas abordadas son
fundamentalmente referidas al sindicato y su sector de actividad.
A diferencia de las publicaciones, en las audiciones es mucho más viable “estar al día”,
hablar de lo que sucedió ayer o va a suceder mañana, convocar a una actividad a corto
plazo, referirse al paro convocado por la central, etc. Por eso podríamos hablar aquí de
noticias y no sólo de crónicas. Pero la información se mezcla constantemente con la
opinión, la noticia con el comentario. Tampoco hay referencias explícitas a las “fuentes”,
que son sin duda fundamentalmente los propios dirigentes sindicales.
Algunos explicitan su destinatario: “buenas noches compañeros...” En otros el saludo
incluye también a “los oyentes de la emisora”. Pero los temas abordados y el modo de
hacerlo, parecen fundamentalmente dirigidos a los trabajadores y a los integrantes del
sindicato o potencialmente sindicalizables. Lo llamativo es que, tratándose la radio de un
medio de audiencia abierta, los oyentes “no sindicales” o no pertenecientes al gremio
parecen escasamente tenidos en cuenta. Varios de los entrevistados sospechan
además que la audiencia sindical-gremial es baja, aumentando tal vez en momentos de
conflicto.
2.5 Afiches, volantes y otros medios no periódicos
Denuncia y convocatoria parecen ser las dos funciones básicas que se proponen los
medios no periódicos tradicionales, tales como afiches y volantes. Y los destinatarios
suelen ser internos y externos, muchas veces simultáneamente: “A los trabajadores
de.....” pero también “a la población”, al “Sr. Vecino”, etc. En estos medios es donde más
se encuentra el estilo estereotipado construido en base a fórmulas de tipo “por/contra”,
“basta de...”, “no a...”, “en defensa de...”, que suele comenzar o finalizar con “sindicato x
en lucha” o convocar a una movilización. Otros buscan un lenguaje diferente, por ejemplo
apelando a cierta ironía o humor, utilizando la publicidad comercial de las empresas, etc.
A veces se combinan ambas modalidades, como en este ejemplo en anverso y reverso,
donde las marcas corresponden a distintas bebidas distribuidas en el país y fueron
colocadas con sus respectivos logotipos en el volante:
POR ESTABILIDAD LABORAL Y CONTRA LA REBAJA SALARIAL
LA BEBIDA EN LUCHA CONTRA LA REPRESIÓN SINDICAL
Estar juntos no pide PILSEN ni una negra NORTEÑA bien fría / porque no todo va mejor
con COCA-COLA, ni SALUS es salud / y la nueva generación de PEPSI / nos amenaza
con desempleo y rebaja salarial.
Otros medios “no tradicionales”, especialmente en la línea de los “obsequios
identificatorios” (almanaques, llaveros, etc.) parecen ser un lugar más propicio para la
poesía, como una tarjeta de fin de año que recuerda a León Felipe: “Voy con las riendas
tensas y refrenando el vuelo / porque no importa llegar solo ni pronto / sino llegar con
todos y a tiempo”. (Tal vez la expresión de una necesidad y un deseo que, sin duda,
requiere de un esfuerzo de comunicación profundo y sistemático).
2.6. Función y valoración comunicacional de las instancias organizativas
11
Aunque los medios y recursos específicos cumplen un papel importante, toda la
organización sindical puede ser analizada como un sistema de comunicación. Los
diversos organismos y la relación entre ellos, pero también los mecanismos informales
cumplen un papel clave en la comunicación organizacional. Así lo perciben también los
sindicalistas entrevistados. En este sentido destacan en primer término y casi al mismo
nivel tres tipos de instancias: las asambleas, los organismos intermedios y el contacto
personal de los dirigentes con los militantes y afiliados. En un segundo plano se
mencionan los organismos de dirección y sus comisiones de apoyo. En último y lejano
lugar aparecen los encuentros de tipo social, recreativo o formativo.
Las asambleas generales, aunque mantengan su primacía en la consideración de los
sindicalistas, se ven hoy afectadas por un serio deterioro en su convocatoria, que en
promedio no superarían el veinte por ciento de los afiliados y una o dos convocatorias
anuales. Las asambleas de sector, comité de base, filial, departamental o similar, que en
muchos casos se realizan en el lugar y horario de trabajo, mantienen una mayor
frecuencia y una asistencia promedio de alrededor del cincuenta por ciento. La función
atribuida a las asambleas es básicamente informativa, con un componente de discusión y
toma de decisiones en el caso de las asambleas generales.
Funciones similares suelen atribuirse prioritariamente también a las estructuras y
organismos “intermedios”, tales como delegados de base y plenarios, aunque estos
aparecen como más propensos a incluir flujos comunicacionales desde la base: “escuchar
a la gente”, “enterarse de lo que está pasando en cada lugar”. En este sentido los dos mil
quinientos delegados y dirigentes intermedios -según surge de los datos proporcionados
por los sindicatos- constituyen una parte vital del tejido organizativo que tal vez está
siendo parcialmente desaprovechado en su potencialidad comunicacional. Ello puede
haber facilitado el decaimiento de muchos organismos intermedios que, originalmente
concebidos como de “doble vía”, se han ido reduciendo a recibir información de los
dirigentes para transmitirla luego en lo posible a otros afiliados, cumpliendo una suerte de
ley de la “gravedad comunicacional” por lo cual es mucho más fácil “bajar” que “subir.”8
También en las recorridas, los contactos personales y telefónicos y otros vías
informales -pero muy importantes según los dirigentes- aparece priorizada la función
informativa, junto al “responder a preguntas e inquietudes” y, recién en tercer término,
“escuchar a la gente” y “enterarse de lo que está sucediendo” en los distintos ámbitos
organizativos y lugares de trabajo.
La función “informativa” parece entonces predominar netamente sobre cualquier otra. El
intercambio horizontal, los aspectos afectivos y educativos ocuparían un lugar mucho
menor. Así por ejemplo los dirigentes encuestados atribuyen muy poco valor
comunicacional a los encuentros de tipo social o formativo: aniversarios, festejos, cursos,
talleres, etc. Esto no parece tener relación con su carácter informal, su falta de
“organicidad”, porque lo mismo podría decirse de las recorridas y contactos personales de
los dirigentes. Más bien parece que los primeros cumplen funciones menos valoradas:
conocerse entre los integrantes de una organización es menos importante que conocerlos
y mantenerlos informados por parte de los dirigentes, cuya centralidad comunicacional
parece así reafirmada.
Niveles organizativos del movimiento sindical uruguayo actual
8
Véase al respecto Kaplún G. (1997)
12
Cuadro 2
500 dirigentes nacionales / 500 “apoyos” (comisiones, etc.)
50 sindicatos únicos y federaciones
3-4.000 militantes sindicales
2.500 dirigentes de base / delegados
2.500 “puntos de inserción” o nucleamientos de base
10 mil afiliados que participan en encuentros “sociales” o formativos
30 mil afiliados que participan en asambleas generales
60 mil afiliados que participan en asambleas de base
130 mil afiliados
500 / 800 mil trabajadores “sindicalizables” *
1.350.000 - PEA
3.150.000 población Uruguay
* Considerando difícilmente sindicalizables a quienes tienen algún tipo de limitación en el empleo:
desocupados y subocupados, sector informal, empresas de menos de 5 trabajadores, trabajo doméstico, etc.
Fuente: Encuesta CC/UDELAR 1996
2.7. La presencia en los medios masivos
Los conflictos laborales son tema dominante de la presencia de los sindicatos en los
medios de comunicación no propios, de circulación general y audiencia abierta. Así lo
visualizan los dirigentes sindicales cuando afirman por ejemplo que “la principal
información que los medios transmiten sobre los sindicatos es el calendario de paros”. La
salida a los medios es también frecuentemente parte de su estrategia de lucha, buscando
despertar sensibilidad pública, generar apoyos o solidaridades que coloquen en mejores
condiciones para negociar, etc. Pero también aparece entre los entrevistados el interés
por colocar en la agenda pública las preocupaciones de sus sindicatos sobre las diversas
problemáticas de los sectores productivos en que se encuentran insertos. Un lugar muy
menor ocuparían las convocatorias del sindicato a sus afiliados o la difusión de
actividades sociales o culturales a través de los medios.
Aparecer en los medios exige una verdadera “persecución” a los periodistas y
responsables de espacios, especialmente para los sindicatos pequeños o que no están
en un área estratégica. Pero también hay sindicatos y/o sindicalistas que son
frecuentemente consultados y se convierten en “fuente habitual” y “personaje público”. El
impacto de las eventuales medidas de fuerza que la organización pueda tomar, las
características y prestigio personal del sindicalista son vistos como factores importantes,
pero siempre es decisiva la temática: “para saber si paramos y a qué hora nos buscan
ellos, si el tema es otro los tenemos que buscar nosotros”.
Muchos se muestran insatisfechos con su presencia en los medios, con quejas respecto a
la cantidad y calidad: pocos medios, poco tiempo o espacio otorgado, recortes,
distorsiones, presentación de la información “desfavorable” al sindicato. Atribuyen estos
problemas principalmente a factores externos: presiones del gobierno o las patronales
hacia los medios y sobre todo desinterés o directamente boicot de los propios medios.
Criterios comerciales y/o ideológicos los dejarían injustamente fuera de la agenda
13
informativa. Varios admiten con resignación: “no somos noticia”, como aceptando la
validez de cierto criterio profesional en esta exclusión, que se comprende aunque no se
comparta. Alrededor de la mitad menciona también factores internos, reconociendo la
falta de un trabajo sistemático de relación con los medios y los periodistas o el mal
aprovechamiento de los espacios obtenidos: falta de claridad, un lenguaje demasiado
“interno”, etc.
2.8. Tensiones y debates (¿el “mano a mano” o la televisión?)
La encuesta recogió la valoración general de los distintos medios y formas de
comunicación por parte de los sindicalistas. Los medios periódicos propios (boletines,
etc.) son valorados fundamentalmente para la vida “normal”, fuera de los momentos de
movilización o conflicto. Los medios no periódicos más tradicionales (afiches, volantes,
etc.) son poco valorados, a pesar de que siguen siendo muy utilizados, señalando
probablemente una inercia en la acción sindical en este terreno. En general predomina
una alta valoración de las formas de comunicación interpersonal (no mediada) y de las
estructuras sindicales: la recorrida de los dirigentes por los sindicatos de base y lugares
de trabajo, el diálogo mano a mano con la gente, las asambleas y estructuras
intermedias, etc. Un segundo lugar lo ocupan los medios masivos, apreciados
fundamentalmente en momentos de conflicto y para la comunicación “hacia afuera” del
sindicato. Este par comunicación interpersonal - medios masivos, constituiría hoy el eje
principal de la comunicación sindical desde el punto de vista de los propios sindicalistas.
Pero se trata para muchos de un par en tensión. Así por ejemplo la afirmación “si no salís
en la televisión es como si no existieras” divide las opiniones de los entrevistados. Varios
dicen que la afirmación puede ser válida hacia el exterior del sindicato pero no hacia el
interior. Otros admiten que la presencia en los medios contribuye a legitimar al sindicato
frente a sus propios afiliados, a trabajadores potencialmente afiliables, frente a las
patronales a la hora de negociar, etc. Pero para algunos admitir esto tiene efectos
negativos sobre la vida sindical: “por ese camino te alejás de la gente”. Habría una
contradicción entre la comunicación interpersonal y la mediática, entre el trabajo sindical y
la presencia en los medios, entre el “trabajo en la base” y el proyectarse hacia afuera. La
presencia frecuente de algunos dirigentes en los medios puede ser incluso motivo de
críticas y desconfianza: “a ese le gustan demasiado las cámaras y los micrófonos”.
Aunque se admite que en lo que tiene que ver con la Central y el conjunto de los
sindicatos “hoy la gente se entera por la prensa o no se entera”, aparece una confianza
mayoritaria en que cada organización sindical es capaz de mantener a sus afiliados
informados sobre la vida de su sindicato o que al menos lo hace mejor que los medios
masivos. Esto se une a la valoración de las formas no mediadas y las estructuras e
instancias orgánicas, que a veces parece más la expresión de un deseo o un deber ser
que una práctica cotidiana. Así por ejemplo el “mano a mano” es muy difícil de realizar
sistemáticamente para un grupo de dirigentes muy reducido y sobrecargado. O “las
asambleas siguen siendo fundamentales para nosotros... pero a la gente cada vez le
interesa menos”. Es decir: no hay con qué sustituir una herramienta que se siente
desgastada.
Otra discusión interesante puede intuirse en torno a la posibilidad y necesidad de
“profesionalizar” de algún modo la comunicación sindical, bien en cuanto a recurrir a
instituciones o personas especializadas, bien en cuanto a una (re)orientación estratégica
14
del trabajo en el área, o ambas cosas a la vez. Para unos la intervención de profesionales
es imprescindible, para otros una opción a tomar sólo en último término, porque antes
“hay que agotar la instancias militantes”. Es decir, los profesionales sustituyen
-”lamentablemente”- a los militantes cuando la militancia escasea. En todo caso, dicen,
sería preferible especializar a algunos integrantes del sindicato, porque no es bueno que
la comunicación sindical quede en manos “ajenas”. Una fuerte desconfianza hacia los
profesionales de la comunicación aparece detrás. Y probablemente también una
desconfianza hacia la profesionalización “interna”, dada la tradición sindical uruguaya de
militancia no rentada, permanencia de la mayoría de los dirigentes en la producción y
“aparatos” sindicales muy reducidos.
En cuanto a la orientación estratégica el modelo que se visualiza como alternativo es
fundamentalmente el que podríamos llamar publicitario y de marketing. Unos lo
rechazan como una “rebaja de principios”, “intento equivocado de sustituir la
comunicación con la gente”, etc. Otros lo ven como algo en lo que hay que entrar si se
quiere “competir” comunicacionalmente, frente a patronales “modernizadas” y una
población que vive inmersa en una ambiente comunicacional muy distinto del de otras
épocas. Ambos parecen admitir la eficacia y eficiencia de esta orientación. Si se la
rechaza parece ser más bien por objeciones de tipo ético, sin cuestionar su utilidad para
la comunicación sindical.
Muy aisladamente aparecen otras posiciones que insinúan la necesidad de construir
estrategias de comunicación propias, para lo cual puede ser necesario pero no suficiente
recurrir a profesionales de la comunicación. Porque requiere un esfuerzo sistemático de la
organización sindical para apropiarse críticamente de algunas herramientas teóricas y
metodológicas y sobre todo para conocer y comprender mejor a los trabajadores y
ciudadanos con los que quiere comunicarse. A partir de allí -creemos- es posible y
necesario combinar estratégicamente diversos medios y formas, que se complementen y
refuercen mutuamente para facilitar la comunicación con y entre los distintos destinatarios
internos y externos. Desde el “mano a mano” a la televisión, desde la calle a las
estructuras sindicales, desde los medios propios a la publicidad contratada...
15
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