Download Débora, ¡entona un cantar

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
10º ENTREGA
Débora, ¡entona un cantar!
Entramos hoy, no se por qué, con un canto que es una especie de himno victorioso: “Que
nuestro grito de guerra sea: ¡Todo poder es dado a mi Señor! ¡Todo poder es dado a mi
Amigo! ¡Todo poder es dado a mi Salvador!” El Señor esta con nosotros para bendecirnos y
ayudarnos. Pero quiere estar seguro de que contamos con su poder. “Repetid, repetid con fuerza que
todo poder está en Mí, hasta que vuestro corazón cante de alegría, al sentir seguridad y fuerza”.
Esta orden de que el corazón cante de alegría, en centro de la cuaresma, me parece maravillosa. Nos
hace comprender que el dolor no tiene sentido sin la alegría, que la cruz está en el corazón del gozo
pascual.
“¡Victoria! tú reinaras; ¡oh cruz! tú nos salvaras” La Iglesia está con su Señor. Nosotros
también. El color morado se cambia en rosa.
Via Crucis de Guardini
SEPTIMA ESTACIÓN
JESUS CAE POR SEGUNDA VEZ
“Simón de Cirene ha ayudado muy mal. Seguro que ha acabado por marcharse. Jesús vuelve
a estar solo entre el pueblo despiadado. Ha tenido que separarse de Su madre; sus discípulos han
huido: los fieles son impotentes entre la gran multitud. Nadie le ayuda en su pena. La cruz pesa
mucho, pero pesa más ahora sobre su espíritu la ingratitud que le rodea. Con el más grande amor les
ha anunciado el reino de Dios. Entre la muchedumbre hay sin duda alguna persona a quien Él habrá
curado o dado de comer en el desierto. Y ahora todos están en contra suya, como si fuera su peor
enemigo.
Es esto lo que le hace caer por segunda vez. Pero una gran luz ilumina su alma: quiere
salvarles precisamente por lo que ellos le hacen. Vuelve, pues, a levantarse penosamente y prosigue
su camino.
¡Señor, si yo pudiera comprender lo sublime que es sufrir por los demás! Todos tus dolores
tienen una escondida dulzura porque Tú sabes que de ellos manan nuestra felicidad y salvación. ¿No
podría pensar yo lo mismo? ¿No puedo soportar yo todo lo que me angustia, por mis semejantes?
¿Ofrecer, como sacrificio, al Padre celestial, junto con Tu pasión de Redentor, mis tristezas y
dolores? Por todos mis seres queridos: esposos, hijos, padres, hermanos... Por todo el sufrimiento del
mundo... Por todo lo grande, puro, santo que está en peligro... Por los muchos que yerran y que están
en pecado y se han perdido a sí mismos...
¡Si yo pudiera convencerme profundamente de que así mi dolor es una bendición para los
demás; que participa de la fuerza del padecer del Redentor, atrae la gracia de Dios sobre otros y
ayuda cuando todo socorro humano resulta ya inútil! Sí; el dolor estaría entonces realmente
superado, vencido en su raíz mas profunda. En lugar de estar descontento, sentiría yo en mi angustia
la alegría de ayudar a Dios en su obra de amor y redención.
Señor, yo te lo pido de todo corazón, házmelo comprender. Ensancha y engrandece mi alma
para que entienda esta verdad que, de puro profunda, es inefable. Señor, infúndeme amor para
realizarla”
Comenzamos este Via Crucis, al azar, con la tercera caída del Señor. Después de aquel
relato crudo, como él suele hacerlo, Guardini, nos sorprendió con esta oración asombrosa: “¡Oh,
Jesús, Fortaleza, Tú estas en mí y yo en Ti. Contigo he de soportar el dolor aunque crea que ya no
puedo más”. Hay que grabar esta frase en el alma, porque es clave para salir de crisis fuertes.
Hoy nos ha salido al azar, la segunda caída del Señor. Y la bendición que es sufrir por los
demás. “Por todo lo puro que está en peligro”. ¡Ay! esos niños de la prostitución, de la calle…Un
nuevo motivo para acudir al poder de Dios hasta que el corazón cante de alegría. Cuidad esa
garganta.
Débora