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REZANDO CON EL HERMANO POLICARPO EN TIEMPO DE ADVIENTO
1. PRESENTACIÓN
El tiempo de Adviento es un tiempo de gracia para preparar nuestro corazón a la venida del
Salvador. El VH Policarpo escribía a sus Hermanos: “Salgan de su letargo, jamás hallarán tiempo
más favorable que el Nacimiento del Niño Jesús para renovar un alma que busca a Dios y quiere
unirse a Él por el vínculo indisoluble del amor”. “¡Cuán admirables resultan estos misterios!
Acudan, pues, a la escuela del Pesebre.” Al mismo tiempo comencemos a vivir con intensidad el
Año Jubilar de la misericordia “para que todos experimentemos la misericordia de Dios, que no se
cansa jamás de perdonar”.
2. HIMNO.
Misericordiosos como el Padre
1. Damos gracias al Padre porque es bueno, porque es eterna su misericordia
ha creado el mundo con sabiduría, porque es eterna su misericordia
conduce a su pueblo en la historia, porque es eterna su misericordia
acoge y perdona a sus hijos. porque es eterna su misericordia
Misericordiosos como el Padre
2. Damos gracias al Hijo, luz de las gentes, porque es eterna su misericordia
que nos ha amado con un corazón de carne, porque es eterna su misericordia
de Él recibimos, a Él nos damos, porque es eterna su misericordia
el corazón se abra a quien tiene sed y hambre, porque es eterna su misericordia
Misericordiosos como el Padre
3. SALMODIA: Salmo 26 (27)
Ant/ El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Entre la fe y la esperanza te quiero hoy, Señor, presentar mi oración,
porque la vida tiene sus días, pero son más numerosas y densas las noches.
En los amaneceres de mi vida,
la fe contagia mi existir y nada temo, Señor,
porque Tú estás conmigo, llenándolo todo con tu claridad
y sembrando mi corazón de alegría.
Pero, en las largas noches, Señor, todo se desvanece para mí
y sufro de implacable ceguera,
a pesar de que Tú no me dejas solo
y me haces sentir tu voz, que me pide: ¡Busca mi rostro!
No me prives nunca de la esperanza, Señor,
aunque la fe se oscurezca.
No me dejes ni me abandones, Dios de mi salvación.
Gloria al Padre… Como era en el principio…
4 PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA
Con el hermano Policarpo, expresemos a Dios nuestro deseo de que la venida de Jesús sea en
nosotros “un germen de amor que se transforme en un inmenso árbol de frutos para la eternidad...”;
que el adviento de este años sea verdaderamente un tiempo de “júbilo y de de misericordia”.
Isaías: 63 16b.17b.19b, 64, 2b-4.7.
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases! Tú, Señor, eres nuestro Padre, tu nombre de siempre es “nuestro
redentor”. Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te
amemos? Vuélvete por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y
bajases derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron con tu
comparecencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en
Él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado y
nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
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Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como
follaje; nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba
por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa. Y, sin
embargo, Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros, la arcilla, y tú, el alfarero: somos todos obra de tu
mano. No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu
pueblo. Palabra de Dios
PARA LA REFLEXIÓN Y LA ORACIÓN
El hermano Policarpo nos recuerda:
 Han llegado los días saludables y de bendición que Dios, en su infinita misericordia, ha tenido
a bien concedernos una vez más. Llénense todos del espíritu de Dios, que el celo de su gloria
los abrase y los consuma
 La santa Iglesia acaba de abrirnos los tesoros de la bondad divina. ¿Permaneceremos
insensibles a nuestros propios intereses, a los de nuestros Hermanos y, sobre todo, a las
necesidades de los pecadores?
 Sí, amadísimos Hermanos, cual otros Moisés, alcemos nuestras manos suplicantes hacia el
Cielo para que perdone a los pecadores, para que la fe no les sea arrebatada para siempre. No
debemos ignorar, mis queridos Hermanos, que Nuestro Señor, durante su vida mortal, acogió
siempre con bondad, no solamente a los que le dirigían sus oraciones por sí mismos, sino
también a los que intercedían por otros.
6. ORACIÓN DE INTERCESIÓN
“Animado de extraordinario espíritu de fe, veía en cada uno de sus alumnos un alma rescatada por
la sangre de Cristo… Los consideraba como un sagrado depósito que Dios había colocado en sus
manos, del cual debía rendir cuentas. Pidamos en este Adviento jubilar, de modo particular, por
todos los niños y jóvenes a los que educamos:
 Por la Iglesia universal para que viva con alegría este Año de la misericordia.
R / Corazón de Jesús, fuente de la verdadera alegría, ten misericordia de nosotros.
 Por los niños que sufren de la maldad de los adultos, que son heridos o asesinados en las
guerras o en actos terroristas, para que encuentren la paz y la alegría en Dios, nuestro Padre,
oremos. R /
 Para que todos, especialmente los niños y jóvenes que nos han sido encomendados,
experimenten la misericordia de Dios, que no se cansa jamás de perdonar. R/
 Para que las familias de los niños y jóvenes a los que educamos, de modo particular las que
sufren, encuentren en el nacimiento de Jesús un signo de segura esperanza. R/
 Por los enfermos encomendados a nuestras oraciones. R/
 Para que sepamos seguir llamando a los jóvenes para que sigan la vocación de hermano, a pesar
de los pocos resultados. R/
Padre nuestro…
Divino Niño Jesús, nuestro Hermano Policarpo aprovechó los tiempos litúrgicos para progresar en
la perfección cristiana y religiosa. Concédenos, por su ejemplo, saber disfrutar de este tiempo de
Adviento para preparar nuestro corazón ante su próxima venida en Navidad. Escucha los favores
que te pedimos por todos los que se recomiendan a nuestras oraciones para que él sea glorificado en
tu Iglesia y nosotros podamos darte gracias a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Te
lo pedimos por tu Madre y nuestra Madre, la Virgen María. Amén.
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