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Transcript
Don Hernán Cortés, Conquistador del Imperio Azteca.
Para Gerónimo es motivo de cierto nerviosismo el escribir sobre Hernán Cortés,
español nacido en Extremadura que desde Cuba emprendió y culminó la conquista del
Imperio Azteca y que en un gesto de gran lealtad, lo colocó en las manos de su
Emperador Carlos V, quien ni le envió a la conquista, ni se lo agradeció.
Es una desgracia nacional que nuestra historia haya personajes a quienes no se les ‘hace
justicia’ y que solamente se mencionan porque es imposible ‘borrarlos’ de las páginas
que escribieron pero a quienes se menciona ‘por obligación’, sin ningún entusiasmo y
lo que es peor con prejuicios o ideas preconcebidas que van en contra de la realidad y en
contra de la propia misión del historiador.
Y es por ello que Gerónimo tiene cierto nerviosismo, pues hoy, a más de 500 años de
distancia, es difícil encontrar ‘fuentes’ que sean objetivas y que relaten hechos tal y
como ocurrieron hace ya muchos años.
De cualquier manera, -nos dice Gerónimo- lo intentaremos.
De entre muchos personajes de nuestra Historia, podemos citar cuatro ejemplos, Hernán
Cortés, Agustín de Iturbide, Porfirio Díaz y José Vasconcelos a quienes en opinión de
Gerónimo ‘no se les ha hecho justicia’.
En este apartado veremos a Hernán Cortés, quien tiene características ‘especiales’ que
le hicieron ser ‘mal tratado’ por los historiadores.
Lo primero que salta a la vista es su origen, era ‘español’ (lo que no se le perdonó en
aras de un patrioterismo oficialista que ha viciado toda nuestra historia y que parece ya
se ha superado), en segundo lugar el que hubiera ordenado o realizado ‘matanzas’ de
indígenas, algunas de ellas extremadamente crueles y tal vez, innecesarias.
{Por favor, no seamos más papistas que el papa, no hay ‘matanzas necesarias’, pero por
‘innecesarias’ nos referimos a ataques que no debieron haber ocurrido}.
Y por otro lado consideren -sin ingenuidad- en que no puede haber ‘conquistas’ sin
muertes ni heridos.
Aníbal, Alejandro Magno, Julio Cesar, Atila, Napoleón, Simon Bolívar, Hitler, y quien
quieran mencionar no hicieron ‘conquistas’ ni ‘liberaron’ pueblos ni ‘invadieron’
territorios regalando dulces y sin muertes.
Durante muchos años, {sobre todo a partir de la Independencia} en México cualquier
cosa que ‘oliera’ o sonara a español era automáticamente rechazada y tachada de mala,
era la personificación del ‘enemigo’.
Y ese ‘resentimiento’ permanece desde 1521 hasta 1910, nada más y nada menos que
389 años, 389 años en los que el ‘resentimiento’ pasa a convertirse en ‘odio’ y se
presenta como ‘base’ para el rechazo de cualquier cosa ‘española’.
Y sin embargo, después de esos 389 años, en ese mismo 1910, nuestros ‘próceres’
independentistas pretendían ‘entregar’ el trono de México a un depuesto Rey de
España. ¿No resulta ridículo e incomprensible?
Ya iniciado el ‘movimiento’ independentista, se ‘cubre’ el expediente por medio de la
modificación de objetivos, girando 360 grados hacia el establecimiento de una
República como se entendía en esa época y los gobiernos ‘independientes’ se dedican a
‘erradicar’ vilipendiar’ y ‘minimizar’ todo lo que ‘oliera’ a España, creando así un
falso sentido de ‘patriotismo’ o ‘nacionalismo’ que poco a poco va transformándose en
‘patrioterismo’ que hoy por hoy, tiene otros objetivos.
Pero eso ocurre casi 400 años después de la Conquista.
En 1521 la ciudad de Tenochtitlán cae en poder de los indígenas comandados por
Hernán Cortés y con la caída de esa ciudad se termina el señorío del Imperio azteca.
Para poder pretender ‘entender’ a Hernán Cortés y la Conquista en general, debemos
verla con los ‘ojos de la época’ no con los ojos del 2010 y eso créanmelo, es muy difícil
porque no sabemos bien a bien ‘como se pensaba’ en esa época y es un hecho
fácilmente comprobable para quien quiera hacerlo que las ‘relaciones humanas’, las
relaciones interpersonales, eran muy distintas en el Siglo XVI que como las conocemos
en el Siglo XXI.
Un solo ejemplo, el concepto que actualmente existe de la iglesia católica y de la
religión, es mucho más ‘suelto’ que el que existía en esos años, en donde, no solamente
había una fe sin cuestionamientos sino había un ‘fanatismo’ tan intenso que fue
precisamente en esa época en la que surgen personajes históricos como Lutero, Calvino
y otros que fueron declarados ‘enemigos de la Iglesia y herejes’.
Los acontecimientos no pueden ser válidamente interpretados o explicados fuera del
contexto en el que los realizaron los protagonistas, ni es válido querer o tratar de ‘meter’
esas acciones en conceptos ideológicos desconocidos para ellos.
El fervor o fanatismo religioso prevaleciente en la época tiene mucho que ver en la
manera en que se llevaron a cabo ciertas acciones y ciertas actividades, y casi siempre,
al hablar o tratar temas religiosos o de religión, un cierto subjetivismo se apodera del
entendimiento que impide o bloquea el análisis objetivo de las cosas.
Aunado a lo anterior, estaban ideas de materialismo monetario y una pretensión
‘expansionista’ de los estados europeos, y en las mentes de la gente surgían aventuras
épicas y románticas que se apoderaban de los deseos y aspiraciones de los inquietos.
Y también debemos recordar que toda la ‘aventura’ de Hernán Cortés se planea y
realiza en Cuba, sin el conocimiento de los Reyes de España o de ‘alguien’ en la Corte
española y que sus objetivos primarios eran de exploración no de ‘conquista’.
Sin embargo, la oportunidad hizo que se decidiera por la invasión del Imperio Azteca y
se realizara ‘la Conquista’.
Después de que Cortés se enterara de la existencia de un Imperio (rico) y del malestar
general producido por la crueldad y tiranía de los aztecas el espíritu de aventura y el
deseo de ‘enriquecerse’ superaron cualquier otra consideración y un reducido grupo de
aventureros españoles se ‘embarcaron’ en una aventura de la que nunca imaginaron su
extensión ni sus consecuencias.
El ‘fervor’ religioso, el impulso de ‘convertir’ a esos indígenas paganos a la fe católica,
aunado a las fabulosas riquezas relatadas por los propios indígenas e imaginadas y
exageradas por los españoles, alimentaban esos deseos de ‘aventura’ e impulsaban al
intento.
Como complemento, en una de esas especiales e increíbles ‘cosas’ del destino, llega a
Moctezuma la noticia de los ‘hombres blancos y barbados’ que había llegado a la costa.
Creyendo que se trataba de Quetzalcoatl que regresaba a reclamar su reino, Moctezuma
comete el más grande error que se produjo en todo este episodio histórico: envía
‘regalos’ a Cortés, con la intención que los recibiera y se regresara.
¡¡¡Cuán poco conocía Moctezuma al ser humano!!!
Con esos regalos y lo que los indígenas platicaban, lo único que sucedió fue que el
deseo de enriquecerse, la codicia, la ambición, se sobrepusieran a cualquier otra
consideración que hubiera en el espíritu de los españoles.
En esas condiciones Cortés, en una de sus ‘genialidades’ se da cuenta de que necesita el
apoyo de los indígenas sojuzgados por los aztecas y se dedica a obtenerlo utilizando
toda su astucia e inteligencia y siempre estuvo muy consciente de lo mucho que
necesitaba ese apoyo y por eso, permite muchos actos de crueldad y salvajismo que
realizaban ‘sus aliados’, sabedor de la inutilidad de tratar de impedirlos.
Esta situación se convierte en urgente y necesaria cuando poco a poco los españoles de
Cortés son heridos o muertos y su número cada día iba disminuyendo por la también
urgente necesidad de ir dejando españoles al mando en los pueblos ocupados o
invadidos.
Tiene la ‘suerte’ de que Diego Velázquez, muy molesto por la ‘desobediencia’ de
Cortés envía a Pánfilo de Narváez con armas, municiones y gente a ‘aprehender’ al
rebelde Don Hernán.
Dejando a Pedro de Alvarado en Tenochtitlán a cargo de la vigilancia de Moctezuma,
con 120 soldados españoles y algunos centenares de aliados indígenas, Cortés se
apresura a volver a Vera Cruz a enfrentar a Pánfilo de Narváez y sus tropas.
Los resultados ya los conocemos y haremos breve referencia a ellos un poco después.
Lo que los españoles (con Cortés a la cabeza) trajeron a México fue una cultura en
formación, una cultura en proceso evolutivo, no una cultura terminada y sus
características fueron ‘emergiendo’ posteriormente a Cortés, posteriormente a la
Conquista, cuando desde España comienzan a ‘intervenir’ en los asuntos del Nuevo
Mundo.
Mientras Cortés ‘gobierna’ los territorios conquistados se puede hablar de un régimen
cuasi militar, autoritario y represivo en el que había ‘piedad y comprensión’ para con
los conquistados en un cierto grado.
El mismo Cortés y Don Vasco de Quiroga
‘defendían’ a los indios de los abusos de los españoles y de los criollos.
Revísese la historia y véase cual fue el tratamiento de Cortes otorgó a la hija de
Moctezuma, Tecuichpo {con la que tiene un hijo}.
Y en ese tiempo a nadie importaba el origen de las personas aunque si existía una muy
marcada ‘diferencia de clases’, pero se puede decir, que con ciertas ‘fricciones’
convivían españoles con criollos, mestizos, mulatos, negros e indígenas.
Y poco a poco fue creciendo un ‘resentimiento’ hacia los españoles, a quienes se
designaba con el mote despectivo de ‘gachupines’.
De entre esas ideas expansionistas de la época, hoy se discute, en opinión de Gerónimo,
inútilmente, acerca del ‘derecho’ de España (o Portugal) a efectuar ‘Conquistas’ o del
derecho de las naciones a ‘colonizar’ territorios ‘descubiertos’ y se sigue debatiendo,
igual inútilmente, sobre el ‘derecho’ del gobierno inglés, holandés o francés de
‘otorgar’ permisos de ‘corso’ a sus nacionales y tratar de ‘legalizar’ la piratería.
Y dentro de todo este cambio, propiciado por la hazaña de Cristóbal Colón en 1492,
España, que como país estaba en proceso de consolidación, fue el ‘menos malo’ de los
países que emprendieron aventuras de colonización y/o conquista.
España no exterminó a los ‘piles rojas’ de Norte América, ni pretendió acabar con los
aborígenes de Australia, ni sometió por la fuerza bruta a los hindús o exterminó durante
siglos a los africanos.
Y aquí conviene hacer una pausa.
En toda Europa se establecía como un hecho la ‘superioridad’ de las razas blancas
sobre las oscuras, y en general, los africanos, como los egipcios, árabes, libaneses, etc.,
etc., de tez morena, eran vistos como ‘inferiores’, y no se diga en España de los
‘moros’, que en ese mismo año de 1492, fueron derrotados militarmente y el nefasto
Cardenal Cisneros logra convencer a los débiles Reyes Católicos (Fernando e Isabel)
de expulsarlos del territorio español, junto con los judíos y los ‘jesuitas’.
Con el ‘Descubrimiento de América’ resurge en España una actividad económicamente
muy productiva: el tráfico de esclavos, principalmente el tráfico de esclavos africanos.
Muchos españoles y el clero español acumulan grandes riquezas con la trata de
personas, con el trato de esclavos y esa ‘actividad’ se vuelve hacia el Nuevo Mundo y se
continúa casi sin ninguna limitación.
Sobre todo al principio, eran poco los que se ‘aventuraban’ en un viaje hasta Cuba o
San Salvador y casi ninguno se atrevía a ir hacia la Nueva España sin sirvientes y/o
‘esclavos’.
Muchos eran enviados al Nuevo Mundo como castigo y/o para evitar actividades
‘molestas’ a los Reyes o al Gobierno, pero otros, eran ‘recompensados’ con enormes
porciones de tierra e indígenas y esclavos para trabajarlas.
Y así, se pobló y fue creciendo la población española en este Continente.
Y ese es un aspecto muy importante que considerar, el español no deseaba ni buscaba el
‘exterminio’ del indio, del natural de estas tierras, antes al contrario inició el mestizaje,
creó nuevas razas, y eso, con el debido respeto, es un mérito y como tal debe
reconocerse.
¡¡¡ Un momento!!! ¡¡¡Un momentito por favor!!! Supongamos por un momento que
no se quiere considerar como mérito, O.K., pensemos que no es mérito y démosle el
calificativo que queramos, pero no puede dejarse de reconocer que el mestizaje existió y
dio lugar a una nueva raza, tanto en México como en Perú y en todos los lugares que los
españoles conquistaron o colonizaron.
Este mestizaje se produjo entre los pueblos que los españoles y los portugueses
‘conquistaron’, y no puede decirse lo mismo de los países o territorios conquistados o
colonizados por ingleses, holandeses, franceses, belgas, prusianos, etc.
Indudablemente, Hernán Cortés fue un producto de su ‘siglo y sus circunstancias’.
En este contexto, Gerónimo encuentra rasgos verdaderamente valiosos como ser
humano, como guerrero, y como súbdito de la corona española.
Imaginen la llegada de Cortés a Cozumel, y el recibimiento que le otorgan los mayas en
donde se entera (a través de su intérprete) de la presencia de españoles cautivos en
tierras de Yucatán (Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero).
Y al mismo tiempo se entera de la existencia de un Imperio dominado por los Aztecas
‘tierra adentro’.
Porqué o con que finalidad Cortés envía emisarios a rescatar a los españoles cautivos no
está claro, ni los historiadores se han ocupado de averiguarlo.
Lo único que se nos ocurre pensar es en dos sentidos, uno, Cortés desconocía el idioma,
dialecto o lengua que se hablaba las tierras hacia las que se dirigía la expedición y había
previsto desde Cuba el tener un interprete cuyo nombre no fue recogido por los
historiadores y al que los mismos españoles de Cortés denominaban Melchorejo, dos,
Cortés consideraba una labor humanitaria el ‘rescatar’ a esos compatriotas y ofrecerles
la oportunidad de unirse a la expedición y al mismo tiempo, aprovechar en provecho de
esta los conocimientos de estos españoles cautivos.
Gerónimo de Aguilar decide unirse a Cortés, Gonzalo Guerreo decide quedarse con los
indios mayas entre los que había destacado y era considerado como ‘protegido’ del
cacique Nachán Cán.
A este respecto podría afirmarse que Gonzalo Guerrero es el verdadero ‘padre de la
mexicanidad’, el primer español en unirse a una indígena maya y procrear los primeros
miembros de la nueva raza, la raza ‘mexicana’, sin embargo, en aquellos tiempo y a los
historiadores de la época, este hecho fue un hecho al que no se le dio ninguna
importancia.
A través de los relatos indígenas mayas, interpretados por Gerónimo de Aguilar y
Melchorejo, Cortés tiene conocimiento del Imperio Azteca y de las grandes riquezas
que en él había.
Comienza a formarse en su mente la posibilidad de ‘visitar’ el Imperio Azteca dándose
cuenta de este hecho inmediatamente y en uno de esos ‘arranques de genialidad’
frecuentes entre algunos humanos, de entre los que podemos situar a Cortés, ‘conoce’
que los ‘mexicas’ eran temidos y odiados por muchas tribus indígenas y de que tienen
fama de ‘grandes y feroces guerreros’ gobernados por el Sumo Sacerdote del dios
Huitzilopochtli.
De inmediato comprende que sin la ayuda y apoyo de las tribus sojuzgadas por los
mexicas no lograría nada y se propone dos labores que a priori se aprecian gigantescas y
fuera de la ‘normalidad’.
La primera era demostrar la superioridad del armamento español y la posibilidad de
‘matar’ enemigos sin el ‘contacto directo’, la segunda encontrar la forma de
convencerlos de que le apoyen en el proyecto de someter a los aztecas y recuperar
rehenes y riquezas que estos habían exigido a las tribus sojuzgadas.
Se presenta asimismo como enviado del Rey de España, enviado para ‘reparar
injusticias’ y ‘castigar a los aztecas’, con el apoyo de la religión católica.
Su genio logra convencer a los mayas quienes tenían ‘cuentas que saldar’ con los
aztecas y ahí, en Yucatán, Cortés se entera de la existencia de una tribu, ‘acérrima’
enemiga de los aztecas, los ‘tlaxcaltecas’ y recibe el consejo de acercarse a ellos y
ofrecer el ‘castigo a los opresores aztecas’.
En esos instantes y bajo la luz de esas especulaciones y reflexiones, se fragua el destino
del Imperio Azteca y el inicio de la mexicanidad, teniendo a sus pies las riquezas
enviadas por Moctezuma en su fútil intento de ‘convencer’ a Cortés (Quetzalcoatl) de
que se regresara.
En esos inicios y posteriormente, juega un papel muy importante Doña Marina, ‘La
Malinche’ de quien hablaremos un poco después, pero cuyo conocimiento del náhuatl
(hablado por los aztecas) y el maya, le permite convertirse en la intérprete indispensable
de Cortés.
Esos son los inicios de una aventura que concluye en 1521 con la caída de la ciudad de
Tenochtitlán y el fin del Imperio Azteca y que muestra en un rápido ejemplo de ‘cuerpo
entero’ la polémica figura de Cortés en la que destaca su ‘genio’ e inteligencia y su
rapidez de comprensión de circunstancias de las que podría aprovecharse para terminar
con éxito la misión que se fue imponiendo.
Otro ‘rasgo genial’ de Hernán Cortés es mantener como prisionero al Emperador y
Gran Sacerdote Moctezuma II lo que le proporciona una ‘ventaja’ de enorme valor para
el éxito de la Conquista y lo mismo puede decirse de la forma en que entendió y manejo
la confusión de Moctezuma respecto a su ‘identidad’ como Quetzalcoatl.
Genial, simplemente genial.
Una vez lograda la Conquista, Hernán Cortés, con relativa facilidad pudo haberse
emancipado de la tutela española (como se emancipó de la tutela de Diego Velazquez,
Gobernador de Cuba) y ‘haber conservado’ lo conquistado, pero no lo hizo, de una
forma u otra, antepuso su lealtad al Emperador Carlos V y le entregó la Nueva España y
no satisfecho, años después, pretende entregar ‘Las Hibueras’ a la Corona Española; no
las pretende para sí.
Este aspecto tiene muchas derivaciones pues es muy claro que convenía a los intereses
de Cortés el que el Emperador Carlos V ‘sancionara’ la Conquista y le reconociera
como virrey, lo que no ocurrió.
Igualmente hizo con su religión, entregó el territorio que había conquistado a la Iglesia
Católica.
Como lo comentábamos anteriormente, un capítulo que muestra el Hernán Cortes
inteligente y astuto esta relatado en la Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva
España de Bernal Díaz del Castillo al referirse a su regreso a Villa Rica de la Vera Cruz
a ‘convencer’ a las tropas al mando de Pánfilo de Narváez que venían de Cuba a
‘aprenderlo’ acusado de ‘desobediencia’ a las ordenes del Gobernador.
Este episodio dio lugar a tres importantes acontecimientos, uno, Cortés haciendo uso de
sus dotes de diplomático, su astucia e inteligencia, logra convencer a las tropas de
Narváez a que se le unan en la Conquista de Tenochtitlán, dos, ‘quema sus naves’ con
lo que trata de asegurar el no regreso de ‘descontentos’ a Cuba y aprovecha las
posibilidades de atacar ‘por agua’ la ciudad de Tenochtitlán y tres Cortés ‘refuerza’ sus
tropas con más españoles, armas, municiones y esclavos africanos.
Con esto ya suman casi 800 los españoles, duplicando con una genialidad, diplomacia,
astucia e inteligencia su número.
Mientras Cortés está en Vera Cruz, su capitán (Pedro de Alvarado) y los escasos
soldados españoles que permanecieron en La Gran Tenochtitlán se ‘atemorizan’ por la
celebración de una ceremonia azteca en el templete frente al Templo Mayor, y
reaccionan ‘apanicados’, sin la astucia y arrojo de Hernán Cortés realizando una inútil
matanza de indígenas que solamente querían celebrar una de sus ‘fiestas religiosas’
dedicadas a Tóxcatl.
{Esa es una de las ‘matanzas’ que tanto se le reprochan y sin pretender disminuir su
responsabilidad, Germán de Jesús acepta que Cortés, como Capitán General es
responsable de lo ocurrido, más no ‘culpable’, la culpabilidad la tiene Pedro de
Alvarado}.
Haciendo una pausa, Gerónimo quiere resaltar un hecho que ha sido tratado como si
fuera un argumento para una película: Cortés no ‘quemó sus naves’, esa es solo una
tontería que a alguien se le ocurrió después y que quizá haga buena lectura y suene bien,
pero no tiene nada que ver con la realidad.
Cortés, no estaba en Tenochtitlan de paseo, ni era huésped de Moctezuma en el sentido
tradicional de la palabra, al contrario, era un ‘invasor’ (temido y hasta se podría decir
que respetado) que estaba en la ‘boca del león’ y que mantenía al Emperador Azteca
como prisionero, y durante los días de su estancia en la ciudad capital analizó con
cuidado, con ‘ojo militar’, todas las posibilidades y de la misma manera que pronto se
dio cuenta de que sin ‘aliados indígenas’ nada podría hacer, igualmente se dio cuenta de
que un ataque ‘por tierra’ a través de calzadas angostas interrumpidas por puentes
levadizos, sería insuficiente para someter a Moctezuma y su ejército.
Por lo mismo, en un ‘arranque genial’ decide utilizar la laguna (o Lago) de Texcoco
para atacar a Moctezuma y sus ejércitos por dos frentes, (tierra y agua) y sobre todo en
el agua tenía una superioridad de armamento que no podía ser superada, mientras que en
tierra el simple número de enemigos era un obstáculo muy importante el que pensaba
contrarrestar con la caballería y los salvajes perros de guerra así como con los
numerosos indígenas que no veían el día de ‘vengarse’ de los odiados tiranos aztecas.
Aprovechando su estancia en Vera Cruz, y una vez que hubo obtenido la ‘lealtad’ de las
tropas enviadas en su contra, ordena a los pilotos que ‘den de través las naves’ (es
decir, ‘acostarlas’ sobre la arena), con un doble objetivo, uno inutilizarlas y con ello
cortar cualquier posibilidades de que soldados ‘descontentos’ o no convencidos
pudieran regresar a Cuba y otro, el más importante, poder contar con la madera,
cañones y demás implementos de sus naves y de las naves de Pánfilo de Narváez con
las que podría ‘armar’ barcos superiores a las débiles piraguas aztecas y combatir en el
Lago de Texcoco y reforzar su ejército con los soldados y esclavos africanos que venían
con Narváez.
Este hecho es también producto de un cerebro ‘genial’, no a cualquiera se le hubiera
ocurrido ni tampoco un militar de baja envergadura hubiera podido ‘derrotar’ a las
fuerzas de Narváez (800 soldados, 80 caballos y 12 ‘cañones’) con tan solo 260
hombres.
Antes de regresar, se asegura que toda la madera e implementos necesarios sean
llevados por los indígenas aliados hasta las orillas mismas del Lago de Texcoco en
donde serían ‘armados’ en forma de bergantines ligeros, muy ágiles y superiores a las
más frágiles piraguas, chinampas y canoas que utilizaban los aztecas.
Digan lo que quieran, pero eso, simplemente eso, es ‘genial’, y aseguraría un lugar en la
historia de cualquier general.
En contra de las costumbres de la época y de los deseos de algunos de sus capitanes,
Cortés no manda matar a Narváez, sino le pone como prisionero en la Villa Rica de la
Vera Cruz en donde permanece por más de dos años.
Cortés, una vez terminada la batalla y ‘ganado’ el Imperio de Moctezuma, no olvidó
que sin sus aliados indígenas jamás hubiera podido realizar la toma de Tenochtitlán ni
acabado con el temido Imperio Azteca, y de que su propia vida dependía de seguir
contando con los indios como aliados y protectores.
Resulta absurdo acusarlo ahora, de ser ‘enemigo de los indios’ y de inventarle episodios
de lujuria y abuso inexistentes, y de explotación inmisericorde de los indígenas.
Nadie es perfecto, y Gerónimo sabe que Hernán Cortés tampoco era ni fue perfecto,
pero resulta absurdo el que se le ataque por todas partes sin fundamento, tan solo por
que era español y lo que es más grave es que se pretenda elevar a los aztecas a un nivel
de víctimas inocentes de la codicia española sin reconocer que fueron vencidos por 500
o 600 españoles, algunos caballos, dos o tres perros y centenares, miles de indios de
tribus brutalmente sometidas y explotadas por ellos.
Hernán Cortés dio a Carlos V muchas más tierras de las que heredara de sus padres, y
puede decirse con absoluta certeza que Carlos V nunca entendió la España de su tiempo
(en donde no quiso vivir, gobernando desde Flandes) ni lo que la Nueva España
representaba, ni la hazaña de Hernán Cortés, del mismo modo que años antes no
comprendió la hazaña de Cristóbal Colón ni supo dimensionar sus consecuencias ni
aprovechar las oportunidades derivadas del ‘Descubrimiento’ de lo que posteriormente
y en grave error se conoce como ‘Las Américas’.
Y lo mismo puede decirse de Felipe II quien ‘heredó’ el más grande imperio que ha
conocido el planeta y al que no supo ‘gobernar’.
Hernán Cortés fue mucho más conciente de sus responsabilidades como ‘conquistador’,
estableció gobierno, creo leyes, planteó, organizó y ejecutó labores civiles y militares,
reconstruyó la ciudad, fundó Hospitales y no contento con ello, años después, salió a
Las Hibueras en busca de nuevas tierras que conquistar, no para él o su lucro personal,
sino para ponerlas al servicio de España, de su Rey y de paso, ‘castigar’ a un
conquistador español que se había rebelado contra él.
El famoso Municipio Libre que es una de las dos formas secundarias o de nivel
secundario de división territorial tiene su origen en la estructura del antiguo Imperio
Romano en donde las ciudades o territorios sometidos por Roma tenían los mismos
derechos que los romanos.
De Roma pasó a España y Hernán Cortés lo estableció en
las Ordenanzas Municipales que dictó primero en Vera Cruz y posteriormente en la
Ciudad de México y que hasta 1824 fueron modificados en la Constitución Política de
ese año.
Se menciona únicamente para que se sepa que esas ‘ordenanzas municipales’ emitidas
por Hernán Cortés siguen vigentes hasta la fecha, (un tanto ‘reformadas’ pero sin
modificar su esencia primaria), son parte integrante del México de nuestros días, lo que
también es un mérito que tampoco se le reconoce al Conquistador.
Y pasando a otro punto, un punto polémico y discutido hasta límites inverosímiles,
recordemos que Cuauhtémoc fue capturado en Agosto de 1521 y su infortunada muerte
ocurrió el 25 de febrero de 1525 durante la expedición a Las Hibueras, lo cual quiere
decir que estuvo prisionero más de tres años y también debemos tener muy presente que
su tan relatado tormento y muerte fueron eventos provocados por el Tesorero Real
Julián de Alderete a quien Cortés no supo o no pudo, o no quiso contener.
Junto con Alderete había un numeroso, un fuerte grupo de ambiciosos que querían
forzar a Cuauhtémoc para que ‘dijera en donde estaba un inexistente tesoro’ y fueron
ellos los que organizaron y realizaron el ya comentado tormento en donde quemaron
pies y manos del Tlatoani Azteca, le ‘hostigaban durante su cautiverio’ y cuatro años
después condujeron a Cortés a que autorizara su ahorcamiento.
Resulta comprensible ‘entender’ que a Cortés no le interesaba la muerte de Cuauhtémoc
pues mientras lo tuviera en su poder, prisionero, como lo hizo con Moctezuma, era
mucho más difícil que los aztecas se ‘rebelaran’ y así fue durante casi cuatro años, pero
la ambición desmedida de algunos españoles aunada al ‘descubrimiento’ de una
‘conspiración’ provocó su infortunado fin en 1525 y quizá en estos episodios pueda
calificarse a Hernán Cortés como ‘débil’.
Debe recordarse que solamente cuando Moctezuma es ‘rechazado’ por los propios
aztecas y que muere a consecuencia de ello es cuando Cortés, los españoles y sus
aliados indígenas son verdaderamente ‘atacados’ por los aztecas, produciéndose el tan
debatido episodio denominado “La Noche Triste” (30 de Junio de 1520).
Hasta antes de estos episodios Moctezuma -por razones solamente por él conocidasnunca dio la orden de atacar a los españoles lo que motivó gran descontento entre sus
seguidores principalmente Cuitlhuac y el propio Cuauhtémoc.
Bernal Díaz del Castillo nos narra que “eran tantos que con solo tomar puñados de
tierra nos hubieran cegado”.
Respecto a la muerte de Cuauhtémoc no me crean a mi, dice Gerónimo, crean a
Fernando de Alva Ixtlixochitl {historiador indígena} quien describe en detalle el plan
para retomar Tenochtitlán, liberar a Cuauhtémoc, y asesinar a Cortés, lo que unido a la
ignorancia sobre la existencia del supuesto tesoro ocasiona que a instancias del
Tesorero Real Julián de Alderete y sus ‘incondicionales’, Cuauhtémoc y otros altos
jefes aztecas sean ‘colgados’ en Canitzán (actualmente Tenosique, Tabasco).
Hay varias versiones sobre estos acontecimientos, las dos mas conocidas son opuestas,
unos dicen que al enterarse Cortés de la conspiración ordena el ahorcamiento, otros
dicen (y Gerónimo está de acuerdo con ellos) que al comprobarse la conspiración,
Cortés instituye un consejo militar y Cuauhtémoc es sometido a juicio en el que ‘los
jueces’ determinan su muerte.
Quizá Cortés pudo haber impedido la muerte de Cuauhtémoc, quizá debió haberlo
intentado, no sabemos si lo hizo y la historia, fría, cruda, objetiva no lo consigna.
No es que Gerónimo crea o pretenda asegurar que Hernán Cortés fue una ‘blanca
paloma’, pero era lo suficientemente astuto e inteligente como para saber que no era lo
más conveniente darle muerte sin ‘causa justificada’, ni convertir a Cuauhtémoc en
‘mártir’.
No lo mantuvo cuatro años como prisionero como para ‘cansarse de él
súbitamente’ y ordenar que se le colgara de una ceiba.
Si bien el mantener prisionero a Cuauhtémoc no era garantía alguna de que no se
atacara a los españoles y sus aliados o de que no hubieran ‘brotes’ de rebeldía,
Cuauhtémoc y Tecuichpo, la hija de Moctezuma eran rehenes de muy alta envergadura,
muy valiosos para Hernán Cortés.
Lo que para Gerónimo es un hecho es que la codicia de Julián de Alderete y otros
españoles precipitó la muerte de Cuauhtémoc.
Este es un capítulo que ha contribuido notablemente a la ‘leyenda negra de Hernán
Cortés’ en la que se entrelazan la verdad y la ficción y que hoy, a más de 500 años de
distancia, es prácticamente imposible separar o distinguir los límites de la fantasía con
la realidad.
Durante más de 300 años la organización militar que Hernán Cortés planteó y ejecutó
dio estupendos resultados y, por ejemplo, Campeche y San Juan de Ulúa nunca
pudieron ser ‘tomadas’ por los piratas y filibusteros sajones, franceses u holandeses, y
la protección militar con las que se organizaban las ‘exploraciones’ hace posible que
lleguen expediciones hasta lo que hoy es Alaska, Nevada o California.
¿De cual otro personaje de la Historia de México, o para el caso de la Historia
Universal se puede decir lo mismo o algo similar?
Hernán Cortés, lamentablemente, no tiene una estatua, ni una avenida o calle que
perpetúe su nombre en México, en donde su pura mención es anatema.
Por decreto
oficial e ignorancia culpable, Cortés es olvidado.
Más se ha dicho, escrito y hecho en torno a ‘La Malinche’ (Doña Marina) que al mismo
Don Hernán.
Vayan unas palabras a favor de Malinali Tenépal (Malintzin), indígena náhuatl,
(mexica), bautizada después como Marina y que se ganó el título de Doña y es
indudable que además de sus labores como interprete asesoró a los españoles respecto a
las costumbres sociales y religiosas de los aztecas y que sin esos conocimientos los
resultados hubieran sido otros.
Los indigenistas excluyentes la tratan como traidora, la conceptualizan como una
indígena que traicionó a su raza y han dado lugar al equivocado término de malinchismo
en un concepto derogatorio y hasta ‘insultante’.
Malintzin fue ‘vendida como esclava’ por su propia madre y su padrastro y entregada
como tal a los indígenas mayas, en donde sigue siendo esclava; después –como esclavaes entregada por los caciques maya como ‘premio’ a los Conquistadores después de la
batalla de Centla (15 de marzo de 1519).
Cortés la ‘convierte en mujer libre’.
Simplemente dicho, Malintzin (1502-1529) no ‘pertenecía’ a ninguna ‘patria’, no tenía
patria que ‘vender’ o ‘traicionar’ y es más, el concepto de patria ni siquiera existía.
Entre los Conquistadores, es ‘libre’, adquiere nombre, condición y fama y se convierte
por sus propios méritos en la ‘lengua’, la ‘interprete’ de Hernán Cortés.
De entre los centenares de miles de indígenas que acompañan a los españoles, ella es la
única que habla maya, náhuatl y poco después castellano.
En un principio es el enlace necesario entre las tribus indígenas mayas, iniciando su
‘aportación’ a la Conquista interpretando en náhuatl, traduciendo al maya para que
Gerónimo de Aguilar lo tradujera al castellano.
Después, gracias a su habilidad, diligencia y rápido aprendizaje, aprende el castellano
de los conquistadores y puede hacer las traducciones o interpretaciones en forma
directa.
En pocas palabras, esa es su aportación a la Conquista y de ninguna manera puede
decirse que sea o haya sido traidora a los indígenas, pues ni los mexicas o náhuatl, ni los
mayas la aceptaron o la ‘acogieron’ en su seno, ante ellos era ‘esclava’, poco menos
que un objeto, sin ninguna consideración ni reconocimiento.
Doña Marina merece un escrito especial dedicado exclusivamente a ella y Gerónimo
promete a sus lectores que en un futuro próximo lo hará. (lo cual ya hizo y está
disponible para consulta en este mismo espacio).
En el asunto de la estatua a Hernán Cortés, tampoco con erigir una estatua se va a
solucionar la situación, no, no es por ese lado, se menciona lo de la estatua porque ella
representa una tácita aceptación y reconocimiento a los méritos de la persona en cuyo
honor se levanta y lo que ‘molesta’ a Gerónimo es la actitud ‘oficial’ frente a Hernán
Cortés y la ‘pasividad’ del mexicano que no busca ‘la verdad’ y acepta casi todo lo que
el gobierno dice.
El fondo del asunto es que se reconozca a Hernán Cortés como uno de los primeros
mexicanos y su hazaña de la Conquista como una de las más importantes epopeyas de
todos los tiempos, hazaña que produce una nueva nación, una nueva raza, una nueva
cultura.
Y también, como toda ‘Conquista’ tiene matices de crueldad, de hechos ‘innobles’,
‘indignos’, y de los cuales a Cortés se ‘carga’ equivocadamente toda la culpabilidad.
Gerónimo quiere aclarar que conceptualmente Hernán Cortés, como Capitán Mayor es
‘responsable’ de lo que los conquistadores realicen, pero no puede ser tomado como
‘culpable’ de hechos que realizaron o efectuaron sus ‘subordinados’.
En su concepto, una cosa es ‘responsabilidad’ y otra ‘culpabilidad’ aunque haya
ocasiones en que ambos conceptos se unifiquen y ya se ha tratado este concepto
anteriormente con la narración escueta del episodio de la Matanza del Templo Mayor.
Cuando en México nos dejemos de indigenismos excluyentes, de fobias obsoletas y
absurdas, México será otra cosa, porque México es mucho más que la suma de sus
partes, es el resultado de una amalgama especial de diversos orígenes que no son
excluyentes sino complementarios y guste o no Hernán Cortés es parte de la Historia
mexicana y quiérase o no tiene un sitio en la Historia de México.
¿Alguien ha presentado una iniciativa para que se excluya de los libros de historia a
Victoriano Huerta el torvo “usurpador” que ordeno los asesinatos de los hermanos
Madero, de Belisario Domínguez y de muchos más?
No que se sepa, y sin embargo, Victoriano Huerta es una de las más negras y repulsivas
figuras históricas de México y ningún intento se ha hecho por ‘olvidarlo’.
Cuando en México se haga un análisis objetivo, justo, severo y completo y se reconozca
oficialmente a Hernán Cortés como el que fue, con sus méritos y defectos, y se le
coloque en ‘su lugar’ en la historia, se habrá dado un enorme paso en el inicio de la
colocación de México en el lugar que le corresponde entre las naciones del mundo y se
habrá iniciado la terminación del ‘patrioterismo oficial’ absurdo e irreal que
artificialmente se ha mantenido por tantos años.
Si se le coloca una o varias estatuas, ya es otra cosa, ya es otro asunto.
Se ha hecho énfasis en ello porque en México, una estatua pública representa
reconocimiento oficial, reconocimiento que sistemáticamente se le ha negado al
“Conquistador” y de ninguna manera, en opinión de Gerónimo, representa ‘perdón’ u
‘olvido’ de sus acciones reprobables, sino simplemente un reconocimiento por su obra
positiva, obra humana llena de errores y aciertos.
Desafortunadamente, como lo mencionábamos al inicio de este escrito, hay otros
personajes de nuestra historia y acontecimientos que han recibido el mismo pésimo
tratamiento oficial.
Un ejemplo de acontecimiento mal manejado, atribuible al grupo servil que adulaba a
Don Porfirio Díaz fue la determinación de nuestra máxima fiesta nacional el 15 de
Septiembre en lugar del 27.
El 27, con la entrada del Ejército Trigarante se termina ‘oficialmente’ la lucha por la
Independencia, pero da la casualidad que el principal, aunque no único, artífice de este
triunfo fue Don Agustín de Iturbide.
Como era criollo y en los inicios de la lucha estuvo del ‘lado de los realistas’
enfrentando a los insurgentes, fue razón suficiente para que se decretara oficialmente su
‘olvido’ y se eligiera en su lugar celebrar el inicio de la lucha en pro de la
Independencia escogiéndose como figura representativa a Don Miguel Hidalgo y
Costilla otro criollo.
Falsamente se acusaba y acusa a Iturbide de ser ‘español’, con lo que se pretendía
‘ganar’ el apoyo popular hacia su ‘olvido oficial’ tratando de ‘explotar’ maliciosamente
el malinchismo y el sembrado ‘odio’ hacia los ‘gachupines’.
Con esa absurda e incomprensible decisión se establece la tradición nefasta de celebrar
los inicios, las inauguraciones de mil obras, mil proyectos que nunca llegaron a
terminarse, que nunca se culminaron y que, sin embargo, ‘oficialmente se celebran’.
México es el único país del mundo que celebra el inicio del movimiento independista y
no su culminación la que, afortunadamente, después de 11 años de cruentas luchas se
terminó que si no, la celebración sería mucho más ‘absurda’.
Por favor, no se malinterprete el asunto, Don Miguel Hidalgo y Costilla merece todo
nuestro respeto y quizá hasta admiración por su lucha a favor de nuestra Independencia
y Gerónimo en nada se opone a que sea considerado como es, uno de nuestros héroes
nacionales, es simplemente la fecha y la ocasión con la que no está de acuerdo, pues,
repite, se debe celebrar la culminación de las obras no su inicio y tampoco está de
acuerdo en que se considere al “Cura Hidalgo” como un ‘parangón’ de virtudes.
{Como dicen los argentinos: “Cayáte ché que vos también tenés tu historia”}.
La lucha por nuestra Independencia se inicia ‘oficialmente’ con el Grito de Dolores, el
15 de Septiembre de 1810, y supuestamente debe considerarse el 27 de Septiembre de
1821 como la fecha de su culminación aunque quizá más exacto sería considerar la
fecha de la firma de los Tratados de Córdoba, esto es, el 24 de Agosto de 1821.
Siendo más papistas que el Papa deberíamos considerar la fecha de inicio la del 11 de
Febrero de 1809 en que comienzan las ‘reuniones’ de Allende, Aldama, Abasolo,
ocasionalmente Hidalgo y otras personas más, en casa de ‘la Corregidora Doña Josefa
Ortiz de Domínguez, y la ‘cuna’ de la Independencia debería ser Querétaro y no
Dolores Hidalgo, Guanajuato.
Aunque tal vez, se pudiera considerar como inicio las reuniones secretas realizadas en
Valladolid (Morelia) en los principios de 1809.
Así es como ocurrieron los hechos y así deberían ‘celebrarse’ pero la Historia oficial
nos enseña ‘otra cosa’.
Y solo para terminar, dos cosas más:
La primera: por favor, tomen nota que en Madrid, la capital de España, hay dos
estatuas, muy bonitas y bien hechas, una de Moctezuma y la otra de Atahualpa, y si
tienen curiosidad y tiempo, en Extremadura, lugar natal de Don Hernán Cortés, hay un
primoroso parque y una estatua que recuerda que este gran hombre nació en esa
población, mientras que en México no hay una sola estatua de Hernán Cortés.
La segunda: si acaso siguen siendo partidarios del indigenismo excluyente, y siguen
considerando a Hernán Cortés como se ha considerado hasta la fecha, enfatizando sus
errores, magnificando sus defectos, ‘satanizando’ su figura, negando o minimizando sus
logros y méritos, etc., entonces, por favor hagan sus comentarios en algún dialecto
indígena, no utilicen el idioma que Hernán Cortés introdujo en México.
Siquiera sean congruentes con sus propias fobias.