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Transcript
Malinalli Tenépatl/La Malinche
Para Gerónimo escribir sobre La Malinche no es fácil, e imagina que no lo será para
cualquier otra persona pues un personaje histórico tan controvertido no deja lugar para
ningún tipo de ‘subjetividad’ y ser ‘objetivo’ a tan gran distancia de los acontecimientos
es extremadamente difícil.
Respecto a la Malinche en realidad se sabe poco aunque se ha escrito demasiado, y en
esos escritos se ha recurrido a un enfoque desde casi todos los extremos, predominado
la novela y la ficción, entrelazándose con mitos y leyendas de oscuro origen.
No se puede ser objetivo cuando no se conocen los hechos y menos cuando lo que se
sabe respecto al personaje ha sido contaminado con prejuicios ancestrales e
interpretaciones diversas a las que se les ha dado un carácter ‘narrativo’ o ‘novelesco’
poco histórico.
Como ocurre con los personajes de ésta época, los que escribieron sobre ellos no lo
hicieron en el momento sino años después, escribieron ‘de memoria’ los que estuvieron
presentes en los acontecimientos y de ‘oídas’ los demás hayan sido contemporáneos o
no de los protagonistas.
Otros más, a siglos de distancia se basaron en relatos orales de diversas fuentes, no
todas las cuales eran ‘objetivas’ y de las que se derivan criterios personales (muy
respetables aunque no sea adecuados) y puntos de vista que obedecían a criterios muy
diferentes que a menudo resultan antagónicos.
Gerónimo se encuentra ante la misma disyuntiva, escribir a 500 años de distancia no es
una labor sencilla pues simplemente para poder comenzar con ‘objetividad’, no se sabe
con certeza su lugar de nacimiento aunque hay una coincidencia generalizada en
ubicarlo en lo que hoy es el Estado de Veracruz.
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Jáltipan, Coatzacoalcos y otras poblaciones se disputan ser el lugar de nacimiento de
esta ‘noble’ mujer considerada ‘princesa’ por algunos.
Aparentemente los cronistas e historiadores coinciden en que provenía de una familia de
‘clase alta’ en la sociedad mexica, algunos, repetimos dicen incluso que era ‘princesa’,
lo que a Jerónimo parece un tanto exagerado y fuera de consideración.
El término princesa no era utilizado en esa época, lo más probable es que fuera hija de
algún cacique y de acuerdo a la extensión de sus propiedades o ‘dominios’ esa persona
podría ser considerada como cacique importante o uno más de los muchos que existían
en esas pequeñas comunidades.
Ese cacique, por tradición ‘debe’ haberse casado con una “señora de vasallos y
propiedades”, hija quizá de otro ‘cacique’.
Por lo mismo, los hijo procreados de esta unión serían considerados como de la ‘clase
alta’ en la sociedad mexica y por lo mismo, ahí se originan las menciones acerca de que
Malinalli era ‘de la clase alta mexica’.
Tampoco se sabe con precisión cuando nació Malinalli Tenépatl, se supone que fue en
el año 1502, pero no hay registros que así lo comprueben.
Del mismo modo, también se especula, pues tampoco hay registros de esos hechos, de
que su madre enviudó y volvió a casarse y de este nuevo matrimonio tuvo un hijo varón,
(Lorenzo) que fue ‘preferido’ de sus padres, por lo que, de acuerdo a costumbres que no
se han podido confirmar, ‘vendieron’ como esclava a Malinalli para que su medio
hermano heredara las posesiones y privilegios de que gozaban sus padres.
En otras palabras, su propia madre y su padrastro, a muy temprana edad, le venden o
entregan como esclava a los caciques mayas de Tabasco.
Aquí también se presenta desconocimiento y ambigüedad, pues hay quienes afirman
que Malinalli fue parte de un tributo pagado a los mayas, mientras que otros cronistas e
historiadores afirman simplemente que fue ‘vendida’.
Sea como haya sido, a la llegada de los españoles, Malinalli, lejos de sus padres,
habitando en los dominios del Cacique de Tabasco, era una esclava que hablaba el
náhuatl como ‘lengua materna’ y el maya (o mayense) por el lugar en el que fue
‘entregada’.
El 15 de marzo de 1519, después de que los españoles comandados por Hernán Cortés
derrotaran a los tabasqueños en la Batalla de Centla, Malinalli, junto con algunas piezas
de oro, otras 19 mujeres esclavas y unas mantas fue entregada a los vencedores.
Una de las primeras cosas que los españoles hacían, una costumbre que tenían respecto
a las esclavas era el bautizarlas, pues de acuerdo a sus creencias y a su modo de
interpretar la religión católica, no podrían ‘unirse’ a ellas si no eran bautizadas, es decir,
si no ‘pertenecían’ a su misma fe.
Curiosa manera de considerar la religión y de ‘llevar’ las relaciones ‘interpersonales’.
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Malinalli recibe o se le impone el nombre de Marina y se menciona al clérigo Juan de
Díaz como su mentor y posiblemente es quien le enseña la ‘lengua castellana’.
Hernán Cortés, ‘reparte’ los obsequios y la ‘asigna’ a uno de sus Capitanes: Alonso
Hernández Portocarrero.
A poco tiempo, se descubre que Marina (Malinalli) era ‘bilingüe’, lo cual, en aquellos
tiempos representaba el que conocía y hablaba dos idiomas, dialectos o ‘lenguas’, el
mayense y el náhuatl.
Se dice que Cortés es quien hace ese descubrimiento, lo cual es irrelevante, y quizá
falso, lo que resulta importante es que al conocerse esta habilidad se le comienza a
utilizar como intérprete (‘lengua’) en una decisiva ‘triangulación’:
náhuatl/maya/castellano.
Desde que se realizan los planes para la expedición, Cortés sabía que sería necesario y
muy útil llevar alguien que pudiera entender y comunicarse con los indígenas.
En Cuba localiza y lleva a un ‘intérprete’ conocido como Melchorejo de quien se decía
‘entendía’ lo que decían los indígenas y podía comunicarse con ellos ya que era
indígena maya, capturado algunos años antes.
La historia ha dejado de lado a este Melchorejo que junto con otro indígena fue
capturado en 1511 por la expedición al mando de Francisco Hernández de Córdoba y a
quienes se bautizaron con los nombres de Juliancillo y Melchorejo.
Consciente de la necesidad de establecer comunicación y ‘entender’ lo que los
indígenas decían, estando en Cozumel Hernán Cortés se entera de la presencia de dos
españoles cautivos de los mayas y envía por ellos, Gerónimo de Aguilar decide unirse a
la expedición, Gonzalo Guerrero prefiere quedarse con los indígenas mayas en donde
tenía esposa, hijos y propiedades.
En el más estricto sentido, puede afirmarse que este Gonzalo Guerrero es el primer
mexicano conocido, es el primer español que tiene hijos con una mujer indígena, es
quien ‘inicia’ el mestizaje, sus hijos son los ‘primeros mexicanos’.
Sin embargo, a Hernán Cortés y a La Malinche es a quien se nombra como los
‘primeros mexicanos’ por aquellos que han querido ser un poco mas ‘mercadológicos’
en sus apreciaciones y porque como fácilmente se comprende con los criterios
posteriores a la época, ‘viste’ más que la ‘raza de bronce’ provenga de personajes
destacados como Cortés y Doña Marina y no de personajes olvidados como Gonzalo
Guerrero y quien sabe quien más.
Tampoco es ‘relevante’, sea quien sea a quien pueda atribuirse ese ‘hecho’ es un evento
a favor de la hispanidad que no buscara por sistema el exterminio de los indígenas sino
que dentro de todo lo que se quiera decir, y del estado ‘pecaminoso’ de esas uniones se
‘crea’ una nueva raza.
Una vez que Cortés descubre las habilidades de Marina y se entera por los tabasqueños
y sus ahora tres interpretes de la existencia de un Imperio muy rico, idólatra, cruel,
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temido y odiado por los diferentes pueblos a quienes brutalmente sojuzgaban, ‘robaban’
sus mujeres y exigían altos tributos, poco a poco va formándose en su mente la idea de
ir a ‘castigar’ a esos odiados ‘idólatras enemigos’ a quienes se conocían como
‘mexihcah’ {de donde proviene la posterior denominación de ‘mexicanos’}, acciones
que se emprenderán en el nombre de Carlos V y de la Iglesia Católica.
Un poco después, llegan emisarios de Moctezuma y Cortés se da perfecta cuenta de
cuan temidos y odiados son los prepotentes enviados de Moctezuma y envía un mensaje
de ‘advertencia’ al Emperador Moctezuma, informándole que pronto iría a visitarle.
{Lo de azteca proviene de una evolución del nombre Aztlán, territorio de donde se dice
emigraron los ‘mexihcah’, por lo que también, con posterioridad a la Conquista, se les
denomina ‘aztecas’}.
Con gran inteligencia y percepción, Cortés se da cuenta de la situación y a sus oídos y
los de sus compañeros llegan fantasiosos relatos acerca de la riqueza y esplendor de la
Gran Tenochtitlán.
A la idea del ‘merecido castigo’ por su idolatría y crueldad se añade la reciente
concepción (o ambición) derivada de la mención de extraordinarias riquezas que quizá
exageradamente recibe de los indígenas y de los propios embajadores o colectores de
tributos de Moctezuma lo que alimenta la ‘codicia’ de los españoles y le proporciona al
astuto Cortés un argumento prácticamente ‘irresistible’.
Poco a poco la percepción de una simple expedición de exploración y/o colonización va
dando lugar a conceptos más ambiciosos y mucho más remunerativos.
A través de sus intérpretes (principalmente de Doña Marina) va conociendo
costumbres, tradiciones, supersticiones y características del Imperio Azteca y de
Moctezuma y se entera de las profecías que anunciaban el retorno de Quetzalcoatl, las
que por una de esas inexplicables características ‘del destino’, tendrían lugar
precisamente por las fechas en que Cortés arriba a las costas de México.
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Poco a poco va tomando forma en su mente la necesidad de convencer a estos indígenas
de aliarse con los españoles para ‘castigar’ a los azteca/mexica y en sus argumentos este
sentido de ‘castigar’ es el que predomina, en esos momentos ni idea tenía de que podía
‘conquistarlos’.
Los indígenas cempoaltecas señalan la existencia de un grupo poderoso, enemigo
‘jurado’ de los aztecas, los tlaxcaltecas, considerando que por su cercanía a
Tenochtitlán podrán ser aliados más poderosos de lo que ellos, pueblo pobre y
empobrecido podrían aportar.
Cortés no desoye estos relatos y consejos y poco más tarde los aprovecharía.
Los embajadores aztecas llevan a Moctezuma relatos de ‘primera mano’ y dibujos de
los ‘hombres blancos y barbados’ que habían llegado a este territorio.
Moctezuma recibe ‘asombrado’ esos reportes y comete dos errores que a la larga serían
fatales para el en lo personal y para el Imperio.
El primer error, es identificar a Cortés con Quetzacoatl, apoyado en que ancestrales
profecías mencionaba con cierta precisión las fechas en que Cortés llega a las costas de
México, y el segundo, creer que con obsequios y regalos va a evitar la anunciada
‘visita’.
Los resultados de esos errores, hoy son conocidos, pero en aquel entonces, la
identificación de Cortés con Quetzalcoatl tiene la virtud de encajar perfectamente en las
supersticiones, profecías y temores de Moctezuma y al considerarlo el dios
anteriormente expulsado ignominiosamente que regresa a reclamar su legítimo trono, le
hace ‘someterse’ a la voluntad de los dioses y por lo mismo, nunca prepara una defensa
de su reino considerándose ‘impotente’ para enfrentar a Quetzacoatl.
Segundo, su creencia que con regalos y riquezas logrará evitar la visita de Cortés o
Quetzalcoatl tiene exactamente el efecto contrario, despierta o ‘aviva’ la ambición y la
codicia entre los españoles, quienes, con toda propiedad consideran que si así son ‘los
regalos y presentes’ que Moctezuma envía, ¿Cómo serán los tesoros que guarda?
Y en tercer lugar, la arrogancia y soberbia de Moctezuma no le permiten pensar en la
posibilidad de que las tribus o pueblos sojuzgados se rebelen y/o realicen alianzas con
los españoles y del mismo modo adquiere un ‘fatalismo’ pernicioso en donde se ve
‘depuesto’ del trono con Quetzalcoatl en su lugar y por supuesto, como ya es
tradicional, ‘el pueblo’ ni enterado está de nada, tan solo conoce los chismes y rumores
respecto a que ‘hombres blancos y barbados han llegado con Quetzalcoatl a reclamar
su trono’.
Entonces, propiciado por esos errores de Moctezuma, el objetivo de la expedición de
Hernán Cortés cambia, se consolida en la idea de ‘dar castigo’ a los idólatras (en
nombre de Carlos V y la religión), se confirma la posibilidad de aprovechar las riquezas
reunidas por los mexicas (como ‘recompensa’ por sus esfuerzos) y se enfatiza la idea de
‘convertirlos’ a la fe cristiana.
Según Jerónimo, en esta fase todavía no se consolida la idea de que se pueda o puedan
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‘conquistar Tenochtitlán’, quizá ‘revoloteaba’ por la mente de Cortés esa ‘posibilidad’,
pero resultaría aventurado afirmar, como lo han hecho otros cronistas que de inmediato
Cortés, impulsado por ‘su ambición y codicia’ concibe la idea de ‘atacar’ Tenochtitlán,
ciudad que no conocía ni había visto jamás.
Y es en estos momentos difíciles e inciertos que la importancia de Doña Marina debe
resaltarse.
En primer lugar, debe considerarse que encuentra una ‘causa’ a la que tiene ‘simpatía’.
De una forma u otra, Cortés y su gente la tratan con respeto.
Una vez que es convertida a la fe y que Cortés le otorga su libertad, una vez que por
primera vez en su vida ‘no es esclava’ de nadie, su concepción de la realidad en que
ahora vive cambia.
Su naturaleza sensible se rebela ante las crueldades, e idolatría de los mexicas, a quienes
nada debe, el comportamiento de los españoles también es muy diferente al que recibía
como esclava entre los mayas a quienes tampoco debe nada y el manifiesto deseo de
Cortés, de ‘castigar’ a los mexicas, no le debe haber ocasionado ningún rechazo o
repulsión.
Es notable constatar como una vez que internamente está convencida es y permanece
‘leal’ a Hernán Cortés.
También es digno de destacar que no conserva en su corazón deseos innobles de
venganza hacia su madre, medio hermano y padrastro.
Posteriormente a La
Conquista, cuando encuentra a su madre y hermano se preocupa de que sean bautizados
y los cubre de regalos.
También conviene mencionar que en contra de lo que cronistas o historiadores
‘novelescos’ plantean, tampoco tuvo ‘una historia de amor’ con Hernán Cortés.
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Las relaciones humanas en ese Siglo XVI no pueden ni deben ser ni enfocadas ni
juzgadas con los criterios actuales y menos aún con el ‘enfoque hollywoodésco’.
Con casi absoluta seguridad, su ‘relación amorosa’ con El Conquistador fue mucho
menos intensa de lo que se quiere suponer.
{Solamente las mentes enfermas de los
estadounidenses conciben que dos seres humanos pasen 24 horas al día dedicados al
sexo o ‘al amor’}.
Con absoluta seguridad Cortés aprendió de Doña Marina que en el territorio en donde
se encontraba no había ‘unidad’, que cada tribu, cada pueblo tenía sus propias creencias,
sus propios gobiernos, sus propias leyes, y que en la extensión del gran Imperio Azteca,
el único ‘hilo común’ era el odio y el temor hacia los mexicas quienes inteligentemente,
mantenían gran número de rehenes y de riqueza de esos pueblos concentrada en
Tenochtitlan.
Cortés entendió muy pronto que conquistando Tenochtitlán tendría la oportunidad de
‘castigar’ a los mexicas sin saber, quizá, que terminaría con el Imperio Azteca.
Y por ello, su primer acto ‘hostil’ (ya en Tenochtitlán) y como medida ‘precautoria’,
fue tomar a Moctezuma como prisionero en su propio palacio.
Para todas estas consideraciones, en todas estas especulaciones Doña Marina tuvo
indiscutiblemente una influencia muy importante.
Cortés no tenía Internet, ni había celulares, ni libros, periódicos o revistas, solo tenía a
Melchorejo, Gerónimo de Aguilar y Doña Marina para conocer como eran las ciudades,
como pensaban los gobernantes, como reaccionaban los súbditos, cuales eran las quejas
y reclamos de las tribus sojuzgadas, cuales serían las reacciones esperadas de estos
‘aliados’ y muchos otros aspectos.
No estuvo en Cempoala, Quiahuztilán, Xallapan, Coatepec, Ixhuatlán,
Tlatlahuhquitepec, o en Tlaxcala ‘de vacaciones’ siendo ‘agasajado’ por sus habitantes
y ‘disfrutando de la vida’ eligió esos lugares para buscar y concertar ‘alianzas’ de tribus
y caciques ‘enemigos’ de los mexica.
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Un somero análisis de la ruta que Cortés siguió para llegar a Tenochtitlán indica con
claridad que no tomó la ruta directa o la ruta corta como hubiera sido ‘aconsejable’ para
una invasión hispánica.
No, tomó una ruta marcada por la posibilidad de encontrar pueblos sojuzgados con los
que concertar alianzas.
Y esto no lo habría hecho si no hubiera sido ‘dirigido’ para ello. ¿Quiénes podían
saber cuales pueblos eran ‘enemigos’ de los mexicas y en donde estaban ubicados?
¿Quién era la única persona que podría entenderlos? Doña Marina, nadie más.
Incluso, Bernal Díaz del Castillo narra con hermosos detalles y gran visión como en
Tlaxcala, con los indígenas tlaxcaltecas, que a la postre resultaron sus más numerosos y
valiosos ‘aliados’, encontró fuerte resistencia inicial y como logró convencerlos.
Cortés supo ‘combinar’ las habilidades y ferocidad de los indígenas con el superior
armamento y superiores técnicas guerreras de los españoles, utilizando sus cañones,
desplegando caballería con gran movilidad para apoyo de la infantería, y eligiendo en lo
posible los terrenos en donde realizar las batallas.
Por otra parte, dicen, porque no hay registros comprobados, que los mexicas tenían una
costumbre que a la postre resultó en su contra.
En las batallas (que eran pocas) buscaban a los principales capitanes y jefes guerreros a
los que no querían matar sino capturar para llevarlos a Tenochtitlán y sacrificarlos a
Hutizilopochtli, y eso que con los indígenas funcionaba, no funcionaba con los ejércitos
comandados por Cortés.
Sin tener la absoluta seguridad al respecto, Gerónimo cree que los mexicas o aztecas no
planteaban o se comprometían en lo que se conoce como batalla, realizaban ataques
feroces en busca de rehenes, no eran –propiamente dicho- combates sino ataques de
gran ferocidad y rapidez.
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También resulta un tanto fuera de lugar el aceptar las afirmaciones acerca de que era
Doña Marina la que hacía del conocimiento de Cortés las tácticas que seguían los
guerreros mexicas.
Como mujer y más aún como esclava no tenía intervención alguna en los combates,
quizá posteriormente oyera o supiera los comentarios sobre los enfrentamientos,
comentarios que hacían los guerreros heridos o sobrevivientes y quizá también supiera
los ‘chismes y rumores’ que se comentaban frente a otras esclavas, pero ‘saltar’ de ahí a
afirmar que conocía tácticas guerreras es demasiado aventurado y no suena ni
congruente ni lógico.
Para Gerónimo la ‘utilidad’ que podía atribuirse a Doña Marina poco o nada tiene que
ver con los aspectos militares y si mucho en cuanto a la concertación de alianzas y la
necesaria comunicación con los indígenas aliados.
Sin su intervención las alianzas no se hubieran concertado, tan simple como eso, pues
aunque las tribus indígenas tenían en común el estar bajo el dominio mexica, eso era la
único que tenían en común, por lo demás, aunque no se consideraban enemigos,
tampoco se puede decir que eran amigos, inclusive entre ellos había diferencias
‘irreconciliables’.
Cortés supo convencerlos, supo ‘sacar jugo’ del odio contra los mexicas y supo
‘minimizar’ las diferencias entre ellos al proporcionarles una causa común que aunque
fuera temporalmente les unificaba bajo el mando de los conquistadores españoles.
Y sobre estas alianzas y este propósito común es que se escribe la historia.
Sin embargo, todo cambia y es cuando después de unas jornadas épicas, cruza la Sierra
Madre y llega al Valle de México.
Todavía hoy, puede verse el llamado Paso de Cortés entre los dos volcanes que
representan México, el Popocatepelt y el Iztacihuatl, a 3,600 metros de altura.
Sin duda para 1520, toda una hazaña.
Otro argumento en contra de la ‘inmediatez y desmedida ambición de ‘los
Conquistadores’ nos las proporcionan las mismas fechas: la expedición de Cortés llega
a las costas mexicanas, a Cozumel, y posteriormente a la desembocadura del Río
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Tabasco, hoy Río Grijalva, el 14 de Marzo de 1519 y no es sino hasta varios meses
después, ya en 1520 que sube hasta las alturas de ‘los volcanes’ en su camino hacia
Tenochtitlán.
Es una lástima que estemos tan acostumbrados a pensar en los hechos históricos en
forma ‘cinematográfica’ en donde en una hora u hora y media nos ‘presentan’ hechos
que tomaron meses o años en acontecer.
Hernán Cortés salió de las costas de Cuba el 10 de Febrero de 1519 con 11 navíos, 518
infantes, 16 jinetes, 32 arcabuceros, 110 marinos, aproximadamente 200 indígenas y
negros como auxiliares de la tropa, 32 caballos, 10 cañones de bronce y 4 falconetes
(cañones pequeños).
Posteriormente, cuando logra ‘convencer’ a las tropas de Pánfilo de Narváez su ejército
se fortalece con 800 soldados, 80 caballos y 12 cañones más.
Sin embargo hay que aclarar que no todos los españoles sobreviven y no todos
participan en la toma de Tenochtitlán, ya que como hemos dicho, Hernán Cortés dejaba
‘guarniciones españolas’ en cada ciudad o poblado que iba ‘fundando’ en nombre de
Carlos V.
Algunos de ellos fueron muertos en ataques a las ‘guarniciones’ otros fueron heridos o
muertos en las batallas.
Ese 14 de marzo de 1519, en la desembocadura del Río Tabasco, en las cercanías de la
ciudad de Potonchán, tiene lugar la Batalla de Centla.
Es la primera batalla ‘formal’ en la que los españoles, por su superior armamento y
conocimientos militares, con facilidad obtienen la victoria y en donde reciben como
‘tributo’ o ‘regalo’ por su victoria, 19 jóvenes esclavas, unas mantas y algunos objetos
de oro.
Entre esas jóvenes estaba la esclava conocida como Malinalli Tenépatl, posteriormente
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mal acreditada como Malinche, que en ese entonces –suponemos- tendría 17 años de
edad.
Varios angustiosos meses después, es que se logra la conquista de Tenochtitlán, la caída
del Imperio Mexica, el surgimiento de una nueva raza y el nacimiento de una nación.
Como decíamos anteriormente, Malinalli Tenépatl tuvo una gran y decidida influencia
en las etapas iniciales de la Conquista, fue fundamental e imprescindible para establecer
las ‘alianzas’ con los diversos pueblos o tribus enemigas de los mexica e igualmente
imprescindible en la comunicación entre los aliados y los españoles.
Ese es su mayor mérito en cuanto a lo que a ‘la Conquista’ se refiere, lo demás que es
digno de mencionar es una destacada actuación como mujer, que supo obtener y
conservar un lugar prominente en una comunidad ‘machista’, ‘sexista’ elevándose
desde el más bajo escaño como esclava hasta ser ‘la Doña’, la intérprete, la compañera,
confidente y amante del Conquistador.
Se ha convertido en ‘leyenda’, se le ha ensalzado hasta límites increíbles, se le ha
denigrado hasta lo más bajo.
Al igual que sucede con Hernán Cortés, se ha perdido toda la ‘objetividad’ en lo
referente a esta increíble mujer, cuyo lugar en la Historia de México y en la Historia
Universal no tiene paralelo.
Y aquí llegamos a un punto muy importante ¿Cuál es el lugar de Malinalli Tenépatl en
la Historia de México?
Obviamente no es a Gerónimo a quien corresponda determinarlo, ni es Gerónimo quien
pudiera saber cual es ese lugar.
La simple falta de objetividad y la carencia de información confiable hacen que
pretender ‘colocar’ a Malinalli Tenépatl en cualquier lugar es una tarea punto menos
que quimérica y hasta podría decirse utópica.
Gerónimo opina que no puede ‘explicarse’ a Malinalli Tenépatl fuera del contexto de
‘La Conquista’, pero si puede dividirse su vida en tres etapas: una, su niñez y juventud
como esclava, dos, su participación en la gesta épica de la Conquista como Doña
Marina y tres, su etapa final, ya como esposa y mujer de Juan Jaramillo.
Otro punto muy importante es que en la segunda etapa de su vida, como esclava
liberada e intérprete de Cortés, tiene un muy importante papel en ‘La Conquista’, pero
es un papel ‘secundario’, es un papel, ‘a la sombra de Hernán Cortés’ y esto se
establece no para demeritarla de ninguna manera y en ningún aspecto, pero es indudable
e innegable que el papel protagónico, el papel principal en ‘la Conquista’ lo desempeña
Hernán Cortés.
Sin embargo, no se hubieran producido los hechos en la forma en que se produjeron sin
la intervención directa y decidida de Doña Marina.
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Si bien se ha reconocido la intuición, astucia e inteligencia de Hernán Cortés, igual, al
parejo, en otra esfera de acción, Doña Marina es intuitiva, astuta e inteligente y por eso
hay una gran ‘afinidad’ y entendimiento entre ellos.
Sobre su primera etapa se ha escrito suficiente y dentro de lo poco que se sabe con
cierta precisión y seguridad, fue hija de un Cacique Mexica (Náhuatl) quien falleció
cuando Malinalli era muy pequeña, su madre se casa con su cuñado, con quien procrea
un medio hermano, varón al que se conoce como Lorenzo, quien es preferido por su
padre y madre.
Esta preferencia hace que en seguimiento de costumbres ancestrales, se de mayor
importancia al genero del heredero o segundo hijo por ser varón, que a la ‘primogenita’
quien era mujer.
Quizá para evitar conflictos con su propia gente y por razones que tan solo podemos
suponer, su propia madre y su padrastro deciden entregarla o venderla como esclava al
Cacique de Tabasco.
Tampoco se sabe cuando ocurren estos acontecimientos, pero el hecho es que Malinalli
es llevada hasta Tabasco en donde, en calidad de esclava de los indígenas mayas,
permanece hasta 1519 en que ocurre la Batalla de Centla, que es ganada por los
españoles al mando de Hernán Cortés, recién llegado a estas tierras.
El Cacique de Tabasco, como parte del tributo hacia sus vencedores hace entrega de
algunas piezas de oro, mantas multicolores, otras ‘chucherías’ y 19 esclavas, entre las
cuales, Malinalli es una de ellas.
Hernán Cortés, ‘reparte’ los obsequios entre sus tropas y entrega a esta esclava al
Capitán Alonso Hernández Portocarrero.
Siguiendo prácticas de la época, el Cura Juan de Díaz la bautiza como Marina, ya que
según se ‘estilaba’ en esa época los españoles ‘acostumbraban’ bautizar a todos los
indígenas que ‘caían’ en su poder por cualquier medio, además de que había ciertas
prohibiciones, como la de que supuestamente no podían tener ‘contacto carnal’ con
ninguna mujer que no tuviera la fe cristiana.
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Cierto es que los criterios del Siglo XVI tenían sus ‘peculiaridades’.
Un rasgo especial y digno de todo encomio es el que Hernán Cortés ‘otorga’ la libertad
a todos lo indígenas capturados, y por lo mismo, la ‘condición’ de Malinalli/Marina ya
no es más una esclava, es una mujer libre, bautizada en la curiosa fe cristiana o católica
del grupo de españoles que llegaron con Cortés.
De una forma u otra, según parece, algunos soldados se dan cuenta de que Malinalli o
Marina hablaba con otras mujeres en una ‘lengua’ diferente a la que hablaban los
mayas, y es Gerónimo de Aguilar quien reconoce que Malinalli estaba hablando en
náhuatl, lo que con prontitud informa a Hernán Cortés.
Otros relatos un poco más fantasiosos indican que Hernán Cortés recibe a bordo de la
nave capitana a los recaudadores de impuestos de Moctezuma quienes hablaban la
lengua ‘náhuatl’ y al preguntar por el Capitán en su lengua y no ser comprendidos,
Doña Marina que estaba entre las esclavas presenciando el encuentro, se adelanta y
comienza a conversar con los enviados de Moctezuma en su propia lengua.
Como haya sido, Gerónimo se inclina por el primer relato pues es mucho más
entendible que se permitiera que las mujeres y más aún las esclavas hablaran entre si y/o
se comunicaran con los soldados.
En una reunión ‘oficial’ resulta todavía mas ilógico e incongruente, primero que hubiera
mujeres en ese encuentro y segundo que hubiera esclavas.
Todo este capítulo y relato tiene los tintes de una invención ‘romántica’, quizá
inventada para alguna de las múltiples películas con las que Hollywood nos ha
‘atosigado’, maltratando la historia como solo a ellos se les ocurre.
De alguna manera, llega a los oídos de Cortés el que una de las esclavas liberadas, la
que había ‘otorgado’ a Alonso Hernández Portocarrero podía entender la lengua
náhuatl, lo que debe haber sido motivo de mucho júbilo.
Con este ‘descubrimiento’ Cortés podía entender a los enviados de Moctezuma y en una
forma triangular, podía comunicarse con ellos a través de Gerónimo de Águilar y de
Malinalli.
Los enviados hablaban en náhuatl con Doña Marina, esta lo traducía a la lengua
mayense y lo comunicaba a Gerónimo de Aguilar quien a su vez, lo traducía al
castellano y lo comunicaba a Hernán Cortés.
Cortés había encontrado una verdadera ‘mina de oro’, la que resultó mucho más de lo
esperado al aprender del Cura Juán de Díaz el idioma castellano, por lo que a los pocos
meses, Doña Marina ya podía traducir directamente a Cortés lo que se hablaba en
náhuatl.
Así se convierte en la intérprete ‘preferida’ por los conquistadores, y más adelante,
cuando Cortés envía a Alonso Hernández de Portocarrero, al piloto Antón de Alaminos
y a Francisco de Montejo el 26 de julio de 1519 a presentar en España ante Carlos V
(en realidad Carlos I de España) el ‘Quinto Real’, la Primera Carta de Relación de la
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Conquista, y la solicitud de Hernán Cortés de ser nombrado Adelantado de la Nueva
España, Doña Marina se transforma de intérprete en compañera de Cortés, y algunos
dicen que en amante, lo que quizá haya ocurrido así, aunque no necesaria y
precisamente en esas fechas, pues en Agosto de 1523 Doña Marina da a luz al hijo
natural que tuvo con Cortés, al que pusieron por nombre Martín y al que la historia
apodó ‘el Mestizo’.
Siguiendo los procesos naturales a la inversa, Doña Marina debe haber concebido el
hijo de Cortés durante el año 1522, tres años después de la partida de Alonso Hernández
Portocarrero de quien ningún historiador menciona ‘se haya casado’ con Doña
Marina, solamente acotan el hecho de que una vez liberada y bautizada ‘fue entregada’
a este Capitán.
Esta aclaración -que resulta irrelevante- y que en nada cambia las cosas- se hace en aras
de buscar ‘objetividad’ no de impartir juicios respecto a estos personajes.
14