Download Ortega: Crítica al realismo y al idealismo
Document related concepts
Transcript
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO 1º. Idea de filosofía En su libro ¿Qué es filosofía?, Ortega expone su concepción de la filosofía definiéndola como “el estudio radical de la totalidad del Universo”. Preguntarse es ya comenzar a filosofar, y renunciar a plantearse cuestiones es renunciar a ser humano. Para el filósofo español, la filosofía va unida al ser humano, que no puede prescindir de ella ya que satisface una de las dimensiones más irrenunciables de la vida humana: el afán por el conocimiento, la búsqueda de la verdad. Además, la filosofía tiene una “utilidad existencial”: el hombre es un náufrago perdido en la existencia y en este naufragio las teorías filosóficas le permiten orientarse en la realidad, funcionan como una brújula que le sirve para orientarle en su toma de decisiones y, en definitiva, para la realización de su propia vida. En definitiva, la filosofía es para Ortega una actividad necesaria, ineludible, que no nació por capricho o azar, sino para orientar al hombre en su tarea básica: la realización de su propia vida. En cierto sentido, este punto de partida recuerda a esa “tendencia inevitable” hacia la metafísica de la que hablaba Kant. La filosofía exhibe tres rasgos fundamentales: a) Imperativo de pantonomía o universalismo: el filósofo busca comprender la realidad en su totalidad. La filosofía se interesa por el Todo, por el Universo en general, a diferencia de las ciencias que son saberes regionales o parciales porque fragmentan la realidad y se ocupan de ámbitos específicos. El objeto de la filosofía es, pues, muy distinto al de las ciencias, pues no tiene un objeto, particular, propio y definido. El filósofo hace una valoración de la región del ser que le interesa y la relaciona con el conjunto de la realidad, tratando de descubrir el sentido de las cosas, el ser presente en todas ellas. Para Ortega, la filosofía comienza allí donde termina la ciencia y como su objeto de estudio es distinto al de la ciencia nunca podrá ser sustituida por ésta. El intelecto aspira a conocer todo y, en consecuencia, la filosofía será “conocimiento del Universo, de todo cuanto hay”. Hay dos características definitorias de la filosofía: su radicalidad y su ultimidad. Radicalidad significa precisamente ir a la raíz de la realidad, partiendo siempre de una libertad absoluta, de una ausencia de prejuicios que posibilite un pensamiento propio. Y la ultimidad nos remite a que las preguntas de la filosofía pretenden dar una respuesta completa a la realidad interrogada, de modo que no sea necesario seguir planteando preguntas. Cabe preguntar más allá de la ciencia, pero no más allá de la filosofía, que aspira a ofrecer “una idea integral del universo”, afrontando “cuestiones fundamentales como ¿de dónde viene el mundo? ¿a dónde va? ¿qué sentido tiene la vida?”. b) Imperativo de autonomía: el filósofo no debe dar por buenas las verdades conquistadas por otros saberes, debe admitir como verdadero sólo aquello que se le muestre a él mismo con evidencia. Con otras palabras, la filosofía ha de ser autónoma, no pudiendo apoyarse en opiniones, teorías, creencias provenientes de otros ámbitos (ciencia, religión…). Debe examinar todo conocimiento previo y cuestionarlo. Este afán por la autonomía le llevará a la búsqueda de un dato que presente evidencia absoluta, de una realidad primera y radical (el vivir). c) La filosofía es un conocimiento teórico: por ser conocimiento es un sistema de conceptos precisos, basados en la razón y la lógica, y por ser teórico es un saber ajeno a la preocupación por el domino técnico. La filosofía se expresa de manera lingüística y, por eso mismo es comunicable. Se expresa en argumentos que pueden ser debatidos, examinados, criticados. Este carácter intersubjetivo y público de la filosofía la aleja todo misticismo. En cuanto al método que la filosofía debe usar para tratar sus problemas, Ortega defenderá la intuición filosófica, siguiendo el camino inaugurado por la fenomenología de Husserl. La adopción de ese método se basa en la tesis de que el conocimiento humano descansa en principios muy básicos que se alcanzan mediante actos simples de conocimiento denominados intuiciones. Frente al positivismo empirista, que limita lo positivo a lo dado a la percepción, Ortega reivindica el “positivismo radical”: es posible la intuición o conocimiento inmediato de la verdad también en otros ámbitos, como el de las matemáticas o el mundo de los valores y respecto de los grandes temas de la filosofía ( “intuición filosófica””). 2º. Raciovitalismo: la razón vital Al igual que Nietzsche, el filósofo español considera que la tarea más urgente que debía realizar la filosofía en su época era llevar a cabo una crítica de la filosofía anterior con el objeto de mostrar sus errores o deficiencias y superarla. Ortega se centra especialmente en la crítica a la filosofía moderna, que comenzó con Descartes. Lograr una efectiva superación de la modernidad es, por lo tanto, el propósito fundamental de su filosofía, a la que denominará raciovitalismo: teoría filosófica orteguiana que hace de la vida el centro de la realidad y el objeto propio de la reflexión filosófica. La filosofía tiene que meditar sobre la vida, de lo contrario se pierde en abstracciones y termina siendo inútil para el hombre. Ahora bien, ¿qué entiende Ortega por vida? En su artículo de 1924, “Ni vitalismo ni racionalismo” se esfuerza por dejar claro en qué sentido su pensamiento, a pesar de reflexionar sobre la vida, no debe incluirse en la filosofía vitalista. Ortega acepta del vitalismo científico la tesis esencial de la imposibilidad de explicar todos los fenómenos o actos vitales a partir de principios físico-químicos. No se puede pretender explicar al ser humano (en todas sus dimensiones vitales) única y exclusivamente a partir de tales principios. De este modo, Ortega marca distancias respecto al positivismo científico de la época. Por supuesto, dicho planteamiento no significa negar la dimensión racional del ser humano, ni cuestionar la investigación científica acerca del hombre, ni tampoco defender un vitalismo irracionalista. Precisamente, el raciovitalismo ha de entenderse como un vitalismo matizado. Ortega simplemente considera que la filosofía debe intentar esclarecer rigurosamente la relación entre la vida y la razón, evitando las posiciones extremas que tienden a anular uno de esos dos principios en el otro, como sucedió en el racionalismo de Descartes, Kant o Husserl (con su idea de una razón pura desconectada del tiempo y de la historia) y en el vitalismo irracionalista de Nietzsche. El raciovitalismo, la razón vital, acepta el uso de la razón para el conocimiento del mundo, pero acepta también las dimensiones irracionales de la existencia, dimensiones que Ortega cree encontrar no sólo en las cosas que se ofrecen en el mundo de la vida sino en las propias matemáticas (los números irracionales, por ejemplo) y las ciencias naturales (como la propia noción de causa, algo no del todo justificable racionalmente). El racionalismo, como ya mostrase Nietzsche, intentó ocultar la dimensión irracional que tiene la existencia. El raciovitalismo muestra que el orden y conexión de las cosas del mundo de la vida no coincide plenamente con el orden y conexión de nuestras ideas, de nuestros pensamientos, de nuestra razón. Por consiguiente, Ortega no está en contra de la razón sino del racionalismo, de la exageración en el uso de la razón y del descuido de la vida. Considera que toda teoría tiene que ser racional y conceptual, pero que, a la vez, no debe olvidar la vida. Acepta la razón pero no la identifica con la razón matemática. La razón vital muestra que una dimensión fundamental de la vida es el “saber a qué atenerse”, el darse cuenta, por lo que es imposible vivir sin razón. La razón es un instrumento de la vida para sobrellevar el caos originario de la existencia. Para dejar claras sus diferencias con los planteamientos racionalistas e irracionalistas, Ortega utilizó en sus escritos distintas expresiones para referirse a su idea de la razón vital, por ejemplo, razón viviente, razón histórica y, sobre todo, raciovitalismo. En definitiva, raciovitalismo (razón vital) es el título que propone el filósofo español para la filosofía de la vida, para la filosofía que tiene como tema expreso el análisis de la vida y de las categorías y dimensiones fundamentales del vivir. Por tanto, el título de su propia filosofía. 3º. Critica al realismo y al idealismo En función de sus peculiaridades históricas y culturales, cada época tiene una tarea fundamental que realizar y un destino. Ortega considera que la nuestra no es otra que superar los principios básicos de la modernidad. La época moderna y el espíritu filosófico que la sustenta están en crisis y deben superarse con nuevas creencias y nuevas formas culturales y vitales. Por eso, el filósofo español, a semejanza de Nietzsche, llevará a cabo una crítica de toda la tradición filosófica. Simplificando quizá demasiado las cosas, divide la historia de la filosofía en dos grandes períodos: el realista que habría surgido en la antigüedad griega, con Parménides en el siglo V a C., y llegaría hasta el siglo XVII, y el idealista, aparecido al comienzo de la edad moderna con Descartes y que se extendería hasta el mismo siglo XX. Por eso, para entender la crítica de nuestro pensador, es necesario antes explicar brevemente en qué consisten estas dos tradiciones dominantes en la historia de la filosofía: a) Realismo: actitud que identifica la verdadera realidad son las cosas en sí. Para el realismo las cosas son independientes del pensamiento que sobre ellas pueda tenerse (precisamente, el término realismo proviene de la palabra latina res que significa cosa). La realidad tiene una existencia propia, pues el sujeto cognoscente no construye la realidad que conoce. En el auténtico conocimiento nuestra mente es pasiva, es como un espejo fiel de la realidad, todo elemento subjetivo deforma la imagen que ésta puede exhibir en nuestra mente. La metáfora que mejor muestra esta descripción de la realidad y el conocimiento es la metáfora del sello y la cera: cuando conocemos la realidad, ésta impresiona sobre nuestra mente, deja su huella (como el sello de un anillo lo hace sobre la cera), huella o representación que concentra el conocimiento alcanzado. En el realismo, el yo centra la atención en las cosas que le rodean, y esto impide que el yo se dé cuenta de sí mismo. Es una actitud natural del yo, para el que solo existe el mundo externo, las cosas, el Universo. La crítica de Ortega al realismo propio del pensamiento griego y medieval se puede resumir en un solo aspecto: es una postura ingenua porque no pone en cuestión la existencia de las cosas, no la problematiza. Por otro lado, la conciencia, la individualidad personal juega un papel muy secundario, el yo es visto como una parte más del Universo, como una cosa entre todas las demás. En conclusión, el realismo no supo dar importancia al sujeto, al yo, que quedó absorbido por el mundo exterior, disolviéndose en él. b) El idealismo: teoría ontológica opuesta al realismo. Para el idealismo, la realidad es una construcción de la subjetividad o mente que se la representa, es inseparable de la conciencia que conoce; de ahí una nueva metáfora: la del continente y el contenido. La conciencia es como un receptáculo en el que existen o están presentes las cosas del mundo. El idealismo subraya el papel del sujeto y concibe la realidad como un mero contenido de conciencia. El idealismo, que también puede llamarse subjetivismo o racionalismo, va, por consiguiente, al extremo opuesto del realismo. Desde Descartes, la filosofía ha puesto en el centro al sujeto, al yo. Lo único de lo que no puede dudarse es de la propia existencia (“pienso, luego existo”), por el contrario las cosas exteriores son inciertas, dudosas... Por eso, el idealismo terminó poniendo al sujeto como centro de toda la realidad, como dice Ortega, el yo, el sujeto terminó tragándose el mundo exterior, que desapareció y quedó solo el yo, puesto que el propio mundo termina considerándose una construcción del sujeto, como sucedía en la filosofía kantiana con el sujeto trascendental y sus estructuras a-priori. El idealismo, según Ortega, también se equivoca. El pensamiento no es independiente de las cosas. Es verdad que yo no puedo saber de las cosas más que en cuanto son pensadas por mí, pero eso no justifica que el sujeto sea algo anterior e independiente de las cosas. No se puede hablar de las cosas sin el yo (realismo), pero tampoco de un yo sin cosas (idealismo). No existe el yo sin cosas, sin mundo, al revés, es inseparable de ellas (“Yo soy yo y mi circunstancia”). Tanto el realismo como el idealismo han ignorado, pues, la auténtica constitución de la vida, al separar, cada uno a su manera, el yo/sujeto y el mundo/realidad. El raciovitalismo de Ortega pretende ser esa superación conciliadora que corrija los errores tanto del realismo como del idealismo. Se trata de mantener una posición de equilibrio entre el sujeto y el objeto, entre la mente y el mundo, entre el yo y las cosas. Para expresar su propuesta de una nueva idea del mundo, superadora de la modernidad, Ortega nos presenta la metáfora de los “dioses conjuntos”, dioses de la Antigüedad que eran inseparables y participaban de un destino común. Lo mismo ocurre con la realidad, la realidad tiene dos caras: el mundo y el yo, la subjetividad y las cosas y ambos extremos se necesitan mutuamente y no pueden darse uno sin el otro ni. Ni la realidad es una mera construcción del sujeto ni algo independiente y anterior al sujeto. Los términos yo y mundo, sujeto y objeto pueden expresarse también con las palabras yo y circunstancias: mis circunstancias están ahí porque yo las atiendo, el mundo no es algo independiente, existe más bien en su relación conmigo, con mi subjetividad (residuo del idealismo); pero el yo no puede darse sin las circunstancias, no puede ser lo que es sino es en el ámbito de lo concreto y depende de las cosas para su realización (residuo del realismo). Por consiguiente, el raciovitalismo afirma que el mundo, las cosas no están fuera de mí (como pensaba el realismo), pero tampoco son algo interior a mi conciencia (como cree el idealismo). Las cosas, la realidad exterior está con mi pensamiento. El pensar y lo pensado, la conciencia y el objeto, el yo y el mundo están originaria e inseparablemente unidos. El dato radical del que hay que partir es este: que existimos tanto yo que pienso como el mundo en que pienso. La verdad es que existo yo con mi mundo y en eso consiste la realidad radical que es mi vida. En resumen, se critica al realismo porque pone la verdadera realidad en las cosas y al idealismo por ponerla en el yo. El realismo es objetivista, el idealismo es subjetivista. Ni uno ni otro es válido. Ni las cosas solas ni el yo solo. La verdad es el yo existiendo desde el inicio con las cosas, es decir, la vida. La vida es la realidad radical que es anterior y fundante de cualquier otra, a ella se subordinan tanto las cosas como las ideas. 4. Perspectivismo Ortega defendió una teoría del conocimiento perspectivista, consecuencia lógica de su raciovitalismo. La encontramos expuesta en su época de madurez, en concreto en su libro Meditaciones del Quijote. La tesis fundamental es que el individuo está situado en unas circunstancias concretas y desde ellas despliega su visión de la realidad. Quedan así superados tanto el objetivismo del realismo como el subjetivismo del idealismo. La frase que mejor resume este planteamiento es la célebre afirmación “yo soy yo y mi circunstancia”. No se puede conocer el propio mundo sin tener en cuenta las circunstancias en las que cada uno vive. El mundo me constituye y, por lo tanto, el yo y el mundo son inseparables. Comprender y asumir que al vivir estamos instalados en unas circunstancias concretas y que desde ahí conocemos la realidad es algo necesario para todo aquel que busque la verdad. El perspectivismo, pues, acepta la existencia y validez del conocimiento y de la verdad pero sostiene que ambos son necesaria e inevitablemente perspectivistas, lo que implica que cada ser humano aporta en el momento de conocer un punto de vista único. No existen verdades absolutas, atemporales y eternas como las que buscaba el racionalismo. Hay que aceptar que la verdad es siempre limitada, fragmentaria o parcial, pero en todo caso real. Es limitada porque la realidad misma está fragmentada en innumerables caras o perspectivas que se ofrecen a las personas. Éstas captan esas caras de la realidad desde la circunstancia concreta en la que viven, a la que no pueden sobreponerse o escapar. La realidad, pues, es plural, multiforme, cada trozo o parte suya es igualmente real y verdadera, por lo que no tiene sentido discutir acerca de qué perspectiva o visión de la realidad es más auténtica o más correcta. Esta es la gran diferencia del perspectivismo con el relativismo subjetivista. Cada punto de vista o perspectiva es tan objetivo como los demás. Sería subjetivo si hubiese un punto de vista verdadero, con lo cual los demás serían falsos. Sin embargo, las perspectivas se complementan, no hay exclusión. Como decía Ortega, “toda perspectiva es válida excepto la que pretende ser la única verdadera”. El perspectivismo considera que el hecho de que cada sujeto capte la realidad desde su propia e intransferible posición no conlleva la no existencia de la verdad universal o supraindividual. La existencia de esta verdad se admite como posibilidad teórica y equivaldría a la suma o yuxtaposición de todas las perspectivas o puntos de vista posibles sobre una parcela de lo real o sobre un problema. En la práctica esta visión global es imposible de lograr pues, como ya se ha dicho, nadie puede escapar de su perspectiva. En definitiva, el perspectivismo se revela como una teoría del conocimiento intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo. El dogmatismo racionalista cree en la existencia de verdades atemporales, objetivas y eternas, ignorando el hecho de que cada individuo conoce desde una circunstancia singular. Por su parte, el escepticismo niega la posibilidad de la verdad, afirmando que sólo existen creencias y opiniones subjetivas. Frente a ellas se alza el perspectivismo que acepta la existencia del conocimiento y la verdad, si bien limita su validez a la circunstancia desde la que se despliega. Por último, cabe señalar que el perspectivismo conlleva lleva unas consecuencias éticas evidentes. Dado que la verdad es plural, dado que nadie puede pretender estar en posesión de la verdad absoluta, ya que todos, en mayor o menor medida, conocen la realidad desde la singular perspectiva que les corresponde es necesario adoptar una posición de tolerancia y cooperación entre las distintas perspectivas para integrarlas y, de este modo, lograr una visión más verdadera y correcta del Universo. En este contexto, los fundamentalismos, los totalitarismos o el etnocentrismo serían completamente incompatibles con el pensamiento de Ortega. Guión para la exposición del pensamiento de Ortega: 1º) Relacionar el texto con el pensamiento del autor ( 1 Punto ): El texto será un fragmento de la obra ¿ Qué es filosofía ?, concretamente de la lección IX. Es ésta, Ortega trata en esencia dos aspectos: Comienza la lección con su crítica al realismo y al idealismo, y luego pasa a explicar las categorías de la vida, la realidad radical. Dependiendo del contenido del texto, se debería comenzar esta pregunta bien exponiendo la crítica a aquellas dos tendencias o corrientes de la historia de la filosofía, o bien explicando las categorías de la vida. 2º) Exponer sistemáticamente las líneas principales del pensamiento del autor ( 2 Puntos ): El guión para esta segunda parte de la pregunta podría ser el siguiente: a) Explicación de Ortega sobre el origen y la necesidad de la filosofía: Carácter vital de la filosofía, como actividad unida al ser humano Características de la filosofía (saber crítico, imperativo de panautonomía y autonomía, conocimiento conceptual, intersubjetivo y comunicable...) b) En caso de que el texto no se refiera a las categorías de la vida, entonces debería exponerse aquí esa parte del pensamiento del autor: La vida como realidad radical: Definición y explicación de las cinco categorías de la vida b) c) La crítica al realismo y al objetivismo ( sí el texto no ha tratado de ello) El pensamiento socio-político de Ortega: La idea del hombre-masa y del hombre-selecto Crisis de la civilización occidental: la crítica a la democracia Términos filosóficos que deben aparecer durante la exposición: Razón vital, circunstancia, perspectivismo, hombre masa, contemporáneos y coetáneos ...