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Año: 4, Noviembre 1962 No. 49
N.D.: El siguiente artículo, por el Representante del Primer Distrito
(Rizal) del Congreso de Filipinas. Sr. Benedicto Padilla, es una
condensación y traducción de su discurso ante la Asamblea
Legislativa de Filipinas, el 28 de enero de 1968.
El 6 de marzo de 1961 tuvo el placer de expresar su reconocimiento
al Presidente García por haber quitado el control de precios y de
cambio, del cual había padecido su país por mucho tiempo.
Siendo hoy para Guatemala un tema de gran interés, consideramos
que los conceptos tan valientemente expresados ayudarán a que se
comprendan, tanto las causas como los efectos de tan ingenua y
dañina medida.
Controles de precio y cambio
El control por el gobierno, de precios y de
divisas, se origina en la política y práctica del
gasto deficitario, el cual se ha convertido en el
sistema de moda para el financiamiento
gubernamental en muchos países, incluyendo
el propio.
El déficit de gastos es una parte integral de la
«nueva» economía, la cual definió el difunto
Lord John Maynard Keynes en 1935, en «La
Teoría General del Empleo, Interés y Dinero».
Cuando el gobierno gasta en exceso de los
ingresos corrientes, el déficit es financiado ya
sea obteniendo préstamos de los ciudadanos o
imprimiendo papel moneda. El obtener
préstamos de los ciudadanos para hacerle
frente a una emergencia no necesita ser una
medida inflacionaria si la emergencia termina
y los fondos prestados son devueltos a los
prestamistas. Sin embargo, si es inflacionaria,
cuando una emergencia se arrastra dentro de
la siguiente, el presupuesto permanece
desbalanceado y la deuda pública aumenta
constantemente. Hay muchos economistas
irresponsables cuya obsesión es gastar más y
más dinero sin importarles las consecuencias.
Bajo el pretexto de emergencias que nunca
terminan, no tienen escrúpulo en mantener el
pres
upuesto desbalanceado indefinidamente. Es
equivalente a colocar la economía de la
nación en un estado de crisis perpetua. Las
consecuencias de tal política son desastrosas.
Cuando la confianza del público en el crédito
del gobierno es sacudida, los ciudadanos,
naturalmente, rehusarán prestar sus ahorros al
gobierno, y si el gobierno no está deseoso de
disminuir los gastos o de aumentar los
impuestos, el único recurso que le queda al
gobierno es imprimir papel moneda (por
ejemplo: a través de bonos que sus mismas
institucionales «compran»), con el cual
«paga» sus obligaciones.
Este tipo de déficit de gastos es inflacionario
en carácter y conducirá a cualquier nación a
una bancarrota económica.
Un resultado de la inflación es que el valor de
intercambio de los productos y servicios baja,
y por lo tanto, sus precios en pesos tienden a
subir en compensación. Tal alza de los precios
significa también, por supuesto, un alza en el
costo de la vida. A la gente no le importaría
un alza en el costo de la vida si sus ingresos
aumentaran proporcionalmente. Pero ese no es
el caso, pues los trabajadores y empleados no
reciben automáticamente aumentos en
ganancia y salario en la proporción directa al
aumentado costo de la vida. (Especialmente
aquellos cuyos ingresos provienen de
pensiones, ahorros, etc.).
Conforme la rueda de la inflación sigue
rodando, las amas de casa ya no pueden llevar
a los hogares las mismas cantidades de
comida y de ropa que ellas compraban
originalmente con las ganancias de sus
esposos. La gente sufre, especialmente los
pobres, que ya no pueden ajustar sus
presupuestos con sus entradas. Un índice
vívido de la injusticia social provocada por la
inflación es la ocurrencia diaria de asaltos,
robos y atracos. Los hombres en harapos
pueden verse rebuscando comida en los
depósitos de basura. En esta etapa, el gobierno
puede empezar a comprender su error al
juguetear con la moneda de la nación. La
rueda de la inflación, sin embargo, se ha
movido ya tan rápido y tan lejos, que el
gobierno parece imposibilitado de pararla,
mucho menos hacerla rodar hacia atrás.
Bajo tales circunstancias, el gobierno se
resuelve invariablemente por la expedición de
imponer control de precios y de cambios.
Un exceso de papel moneda
La inflación se debe a un exceso de papel
moneda. Sólo el gobierno, a través de su
agente financiero, puede emitir papel moneda;
por consiguiente, el gobierno es el único
responsable por la anormal alza de precios.
Sin embargo, esta responsabilidad exclusiva
del gobierno no es aparente para el ciudadano
promedio.
Hasta una persona inteligente puede
fácilmente ser mal guiada sobre las
implicaciones del control de precios, porque
dan la impresión de que el gobierno está
adverso o condena el alza de precios e intenta
detenerla mediante dichos controles. Se da la
impresión de que algún otro, no el gobierno,
es el responsable de la anormal alza de
precios. En apoyo de esta política de
responsabilidad sin propietario aparente del
anormal alza de precios, el gobierno
generalmente le echa la culpa a una clase
específica de la sociedad seleccionada como
blanco. El blanco, generalmente, lo
constituyen los comerciantes, especialmente
los vendedores que se relacionan directamente
con el público. Estos comerciantes son
descritos por el gobierno como hombres sin
conciencia, cuya principal preocupación es
hacer ganancias a costillas de sus
conciudadanos. Ellos son estigmatizados
como usureros o explotadores.
¿Son ellos realmente usureros o explotadores?
Tomando en consideración que es la inflación
la que causa el aumento general del nivel de
precios de todos los productos, se comprende
que, en un período de alza de precios por
inflación, todos los comerciantes hacen
ganancias en papel ya sea que ellos lo deseen
o no.
Pero no sólo los comerciantes, sino todos los
ciudadanos se vuelven más «ricos» si su
riqueza se mide en términos de la moneda
depreciada. (
Pero no sólo los comerciantes, sino todos los
ciudadanos se vuelven más «ricos» si su riqueza se
mide en términos de la moneda depreciada. (1)
Obviamente, tal hombre a quien el gobierno ha hecho
«rico» artificialmente, pero que en realidad se ha vuelto
más pobre, no es un explotador y usurero en lo
absoluto. Además, si hubiese alguna explotación, esta
sería la consecuencia y no la causa del alza de precios.
) Obviamente, tal hombre a quien el gobierno
ha hecho «rico» artificialmente, pero que en
realidad se ha vuelto más pobre, no es un
explotador y usurero en lo absoluto. Además,
si hubiese alguna explotación, esta sería la
consecuencia y no la causa del alza de
precios.
Evadiendo la responsabilidad
Una característica de nuestros tiempos
modernos es la aversión de los hombres, así
como del gobierno, a responsabilizarse de sus
actos. El gobierno trata de evadir
responsabilidad por los efectos dañinos de la
inflación apareciendo ante la gente, no sólo
sin culpa alguna por el alto costo de la vida,
sino que también ansioso y solícito para
aliviar sus sufrimientos. Así, la máquina
propagandística del gobierno se mueve para
desviar la indignación de la gente hacia los
llamados «usureros y explotadores» como los
responsables de sus penas.
Ciertamente, la política del gobierno que
origina el alza de los precios a través de la
inflación y que pretende sostenerlos por
medio del control de precios, no puede ser
justificada ni por la lógica ni por principios
morales. Es el viejo juego de hacer una cosa
con la mano derecha y tratar de deshacerla
con la izquierda, suponiendo que la gente es
muy ingenua o muy obtusa para comprender
este doble manejo.
Una política errada engendra consecuencias
malas. Cuando el gobierno impone el control
de precios, la implicación es que los precios
topes fijados por el gobierno están más bajos
del nivel natural determinado por la ley de la
oferta y la demanda.
Si estos precios topes estuvieran siempre a la
par con los precios determinados por la oferta
y la demanda no tendría ningún sentido
controlar precios. Cuando el gobierno impone
precios inferiores a los que serían
determinados por la ley de la oferta y la
demanda, el efecto es desanimar la
producción.
Desalentar la producción y dislocar el
comercio obviamente significa abastecimiento
reducido de mercaderías, menos producto para
el consumo, menos alimentos para comer,
resultando siempre el experimento en miseria
difundida. El controlde precios, a la larga,
prueba ser lo que siempre ha sido y será: un
remedio peor quela enfermedad que trata de
curar.
Un récord de fracaso
La larga experiencia de la humanidad no
revela ni un caso en que el control de precios
haya evitado las consecuencias de la inflación,
que son injusticia, confusión, hambre del
cuerpo y degradación del alma. Nosotros
experimentamos estos efectos aquí, en las
Filipinas, bajo el régimen militar japonés,
particularmente durante sus últimos días.
En la edición del Readers Digest de
noviembre de 1952, bajo el titular «El precio
del control de precios», el señor Irving S. Olds
relata, clara y concisamente, la experiencia de
la humanidad con los controles de precios
desde los antiguos hasta los tiempos modernos
y concluye: «Así, la evidencia es clara y
abrumadora. A través de cuarenta siglos de
experiencia humana, los controles de precios,
en el mejor de los casos, han sido un fracaso
miserable, en el peor de los casos han
conducido hacia el hambre y el desastre».
Examinemos ahora los efectos de los
controles del gobierno sobre la economía
externa de la nación, especialmente el control
de cambios.
Control de cambios
Cuando los déficit presupuestarios de nuestro
gobierno se vuelven crónicos, la gente en
general y los hombres de negocios alertas en
particular,
saben
que
el
gobierno
eventualmente será incapaz de mantener la
paridad del peso con el dólar al cambio oficial
de dos pesos por un dólar. La reacción normal
del hombre, ante la perspectiva de una
«debacle» financiera inminente, es siempre la
de proteger sus intereses. Procede a
salvaguardar sus caros pesos en contra de la
probabilidad, mejor dicho, certeza, de su
deterioro en pesos más baratos. De ahí viene
la corrida general de los bancos para la
conversión de los pesos en dólares mientras el
libre cambio es permisible. Los dólares
comprados los deposita en su cuenta bancaria
del banco de su preferencia en Estados
Unidos. Esta migración en masa o éxodo de
los pesos filipinos buscando cielos más
seguros en los bancos estadounidenses en
forma de depósitos en dólares, es conocido
como la «fuga de capital». Para detener esta
fuga, el gobierno impone CONTROL DE
CAMBIO.
La razón para la fuga de capital es la sospecha
de la gente o el miedo de la inminente no
convertibilidad de la moneda. Los eventos
subsiguientes
confirman
el
correcto
diagnóstico de la gente.
Cuando la moneda se vuelve de hecho no
convertible,
su
inconvertibilidad
es
innegablemente resultado de inflación.
La inflación es debida a un exceso de papel
moneda, pero como ya lo he indicado antes,
sólo el gobierno puede emitir papel moneda a
través de la banca estatal; por consiguiente a
ambos corresponde la responsabilidad de la
fuga de capital.
Adicional «traspaso de culpa»
En el caso del control de precios nosotros
mencionamos
que
la
exclusiva
responsabilidad del gobierno por el alza
anormal de precios no es aparente al
ciudadano promedio. En el caso del control de
cambios, la responsabilidad exclusiva de la
política monetaria estatal por la fuga de
capital es aún menos aparente para el
ciudadano promedio. Aun una persona
inteligente puede fácilmente ser guiada sobre
las implicaciones del control de cambios,
porque el control de cambios da la impresión
que el gobierno condena la fuga de capital, la
que trata de parar por medio del control de
cambios. Esta implicación es que otros no el
gobierno- son responsables de la situación
anormal, es decir, de la fuga de capital.
Para
lavarse
las
manos
de
toda
responsabilidad, las autoridades, una vez más,
recurren a la táctica maquiavélica de
«traspasar la culpa». Aquellos que antes de la
imposición de control de cambios estaban en
la posibilidad de exportar su capital a tierras
extranjeras, son marcados como «traidores
económicos». Aquellos que después de la
imposición de control de cambios hacen
negocios en dólares en el mercado negro son
marcados como «explotadores». Ellos son
condenados por el gobierno como los
«villanos», responsables del bajo valor o
depreciación del peso.
¿Cómo deberíamos juzgar las actuaciones de
estos hombres? Aquellos que exportaron su
capital antes de la imposición del control de
cambios no son traidores económicos: ellos no
violaron ninguna ley y no hicieron nada
inmoral. Ellos únicamente ejercieron su
derecho legitimo de convertir sus propios
pesos en dólares al cambio garantizado por su
gobierno.
Los que después de la imposición de control
de precios compraron dólares en el mercado
negro, pueden ser llamados «explotadores»,
sólo en el sentido de que ellos han vendido
dólares a un cambio mayor que el oficial, pero
esto no significa que ellos sean responsables
del bajo valor del peso. La depreciación del
peso es la responsabilidad exclusiva de la
política monetaria. En otras palabras. la
llamada «explotación» en el cambio de
dólares es la consecuencia y no la causa del
alza del valor del dólar en el mercado.
¿Mercado negro o mercado libre?
En esta relación, no estaría mal clarificar aún
más la naturaleza del mercado negro. El
mercado negro es el mercado libre, en
contraste con el mercado controlado por el
gobierno, el cual no es libre. Dictadores,
socialistas, comunistas y, en general, todos los
que no creen en la libertad de empresa tienen
algo en común; la ambición de ejercer poderes
ilimitados sobre la vida económica de una
nación está disfrazada con nombres tan
coloridos como «economía planeada», «la
política del empleo total», «nueva era»,
«socialismo fabiano», «el Estado ideal», etc.
La operación de las leyes económicas, sin
embargo, no puede evadirse con simple mofa
o deseo soñador. Tomemos específicamente
un ejemplo de los efectos de los controles,
cual es el de agravar la escasez de mercancías.
Cuando la gente tiene hambre y no puede
obtener la comida ni otros elementos básicos
que necesita, salvo que sea en el mercado
negro, la existencia de mercado negro se
convierte no sólo en una necesidad, sino
realmente en una bendición. Muchos
recordarán que el mercado negro salvó a
muchos de nuestros ciudadanos de morirse de
hambre durante la ocupación japonesa. En
resumen, la historia demuestra que el mercado
negro, a pesar de toda la propaganda
gubernamental para ennegrecer su nombre, ha
servido en muchos casos para mitigar los
efectos de las equivocaciones y abusos de la
incompetencia y la tiranía burocrática.
Inversionistas desanimados
Otra consecuencia funesta del control de
cambios, corolario de su efecto general de
reducir el comercio mundial, es que desanima
el flujo de capital de áreas donde éste es
abundante, a aquellas donde es relativamente
escaso. Nuestro país, como cualquier otro país
subdesarrollado, necesita de la ayuda del
capital extranjero, para el desarrollo de sus
recursos
naturales.
Los
capitalistas
americanos no sólo están deseosos sino
ansiosos de invertir sus dólares en nuestro
país. Ellos no invertirán en ninguna tierra
extranjera, sin embargo, sin contar con alguna
seguridad que ellos pueden retirar su dinero
cuando lo deseen y que pueden recibir las
ganancias que esperan de su inversión.
Estos dos requisitos mínimos para atraer
capital extranjero están en conflicto directo
con Ia naturaleza misma y el objetivo del
control de cambios. O sea que la atracción
indispensable al capital extranjero para que
venga a las Filipinas es la abolición de todos
los controles del gobierno, especialmente el
control de cambios.
Después de abolir el control de cambios,
debemos asegurar a los posibles inversionistas
extranjeros que no contemplaremos ningún
sistema futuro de control de cambios.
La mejor política es libertad
La historia relata por lo menos cuarenta siglos
de experiencia con control de precios. El
control de cambios es comparativamente un
fenómeno moderno. Apareció por primera vez
en 1931, cuando leyes sobre controles de
cambio fueron adoptadas e impuestas por el
gobierno alemán del führer Adolf Hitler,
aconsejado por su ministro de Economía,
Hjalmar Schacht (
La historia relata por lo menos cuarenta siglos de
experiencia con control de precios. El control de
cambios es comparativamente un fenómeno moderno.
Apareció por primera vez en 1931, cuando leyes sobre
controles de cambio fueron adoptadas e impuestas por
el gobierno alemán del führer Adolf Hitler, aconsejado
por su ministro de Economía, Hjalmar Schacht (2).
Inmediatamente después, otros países europeos
siguieron la medida. Hoy en día, una gran parte del
mundo, incluyendo las Filipinas, está bajo control de
cambios (1958) (3). En mí opinión, la mera existencia
del control de cambios es la mejor prueba de que la
política económica de una nación está anormal.
). Inmediatamente después, otros países
europeos siguieron la medida. Hoy en día, una
gran parte del mundo, incluyendo las
Filipinas, está bajo control de cambios (1958)
(
La historia relata por lo menos cuarenta siglos de
experiencia con control de precios. El control de
cambios es comparativamente un fenómeno moderno.
Apareció por primera vez en 1931, cuando leyes sobre
controles de cambio fueron adoptadas e impuestas por
el gobierno alemán del führer Adolf Hitler, aconsejado
por su ministro de Economía, Hjalmar Schacht (2).
Inmediatamente después, otros países europeos
siguieron la medida. Hoy en día, una gran parte del
mundo, incluyendo las Filipinas, está bajo control de
cambios (1958) (3). En mí opinión, la mera existencia
del control de cambios es la mejor prueba de que la
política económica de una nación está anormal.
). En mí opinión, la mera existencia del
control de cambios es la mejor prueba de que
la política económica de una nación está
anormal.
Como en el caso del control de precios, la
historia contemporánea confirma que no hay
ni un solo caso en que el control de cambios
haya resuelto las consecuencias de la inflación
sobre la economía externa de una nación.
Controles de precio y cambio son remedios
peores que la enfermedad que ellas están
designadas a curar. El error radica en
confundir los síntomas con la causa real de la
enfermedad, la cual es la política monetaria de
gastar más de sus posibilidades.
Tomado del Freeman, Foundation for Economic
Education, Irvington on Hudson, N. Y.
Error! Hyperlink reference not valid.
(1) N. D.: Nótese que esto contribuye considerablemente al aumento
de la llamada «propensidad para consumir lo importado». Entretanto,
se mantiene una paridad de moneda oficial, que puede o no ser real.
Error! Hyperlink reference not valid.(2) Inclusive se
promulgó la pena de muerte contra ofensas al régimen
impuesto, sin que con ello hayan podido evitar la
continua fuga de capital a través de múltiples avenidas.
(2) Inclusive se promulgó la pena de muerte
contra ofensas al régimen impuesto, sin que
con ello hayan podido evitar la continua fuga
de capital a través de múltiples avenidas.
Error! Hyperlink reference not valid.(3) N. D. No
obstante, la tendencia mundial es hacia la eliminación
de los controles de cambio, como lo demuestra el hecho
que hace ocho años habían más países con estos
controles que los que hay hoy.
(3) N. D. No obstante, la tendencia mundial es
hacia la eliminación de los controles de
cambio, como lo demuestra el hecho que hace
ocho años habían más países con estos
controles que los que hay hoy.
El Centro de Estudios Económico-Sociales,
CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad
privada, cultural y académica , cuyos fines
son sin afan de lucro, apoliticos y no
religiosos. Con sus publicaciones contribuye
al estudio de los problemas económicosociales y de sus soluciones, y a difundir la
filosofia de la libertad.
Apto. Postal 652, Guatemala, Guatemala
correo electrónico: [email protected]
http://www.cees.org.gt
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educativos y citando la fuente.
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