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Entrevista a Itzhak Levav – La Voz del Interior Domingo 6 de julio de 2008 http://www2.lavoz.com.ar/08/07/06/secciones/sociedad/nota.asp?nota_id=219590 “No hay que confundir loco con malo" El psiquiatra argentino-israelí fue uno de los que sentó las reformas para el abordaje comunitario de los tratamientos de alcoholismo y drogadicción. Vino a Córdoba para recibir el Honoris Causa de la UNC. Y hace un diagnóstico de nuestros males sociales. Rosa Bertino Especial Levav recibió el Honoris Causa por su aporte al abordaje integral de las adicciones El jueves pasado, minutos antes de recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad nacional de Córdoba (UNC), el psiquiatra argentino-israelí Itzhak Levav dialogó con La Voz del Interior. Con muy buen talante, este hombrecito enjuto y encantador hizo un rápido repaso de su historial. Nació en Entre Ríos; estudió Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se especializó en psiquiatría contradiciendo el anhelo materno, que “soñaba con un cirujano”. Vive en Israel desde 1971 y tiene 69 años, “aunque aparente 80”. Admite que entre los profesionales de la mente hay una cierta tendencia a cortarse el pelo a lo Albert Einstein, “aunque no tengan un cuarto de su genio ni de su ‘chifladura’”. Levav es uno de los contados intelectuales que cita al olvidado psiquiatra y pensador francés Franz Fanon (1925-1961), autor de Los condenados de la tierra e impulsor de una corriente libertaria que expiró tan rápido como la mítica década del 1960-1970. Fiel a esos principios, Levav destaca la labor de colegas cordobeses (entre varios, Rubén Ferro, Hugo Cohen, Miguel Escalante), quienes impulsan la maestría universitaria y una clara línea de acción en salud mental. Agentes patógenos En cuanto consultor de las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud (OMS y OPS), Itzhak Levav intervino en la definición de las políticas públicas expresadas en la Declaración de Caracas de 1990. Éstas fueron luego refrendadas por recomendaciones de la OMS en 2001. Al respecto, observa que, “lamentable y hasta inexplicablemente, Argentina no concurrió a Venezuela ni suscribió la declaratoria”. En esencia, dichos lineamientos objetan el “criterio de manicomio”, tanto para el enfermo como para su familia, y lo suplantan por una mayor “atención comunitaria, intensiva, descentralizada, integral y continua”. Es decir, menos internación, sobre todo la compulsiva y judicializada, y más prevención y asistencia social. Casi 20 años después del manifiesto caraqueño, Levav admite los progresos pero “aquel horizonte permanece lejano, como todo horizonte”. La sociedad “sigue estigmatizando al loco”, o tachando de locura toda conducta que no comprende o le disgusta. Además, en las últimas décadas han surgido otros factores que atentan contra la cordura poblacional. Levav alude a “la exclusión y la pérdida de valores y afectos”, como agentes más patógenos para la psiquis y el cuerpo social que la pobreza o la persecución política. Convivir con el conflicto –Usted reside en Jerusalén, en medio del conflicto permanente. ¿Cómo hacen para no trastornarse y, en comparación, que opina del argentino promedio, tan proclive a alterarse por cualquier cosa? –La pérdida del sentido de las cosas no es un “mal argentino”. En Noruega no hay mucho menos depresión o estrés postraumático que en Israel. Un estudio epidemiológico de la Universidad de Harvard, coordinado por la OMS y realizado en 27 países, encontró que los niveles de ansiedad en Colombia o México no difieren demasiado de Europa central. Basta con verla a Ingrid Betancourt, para darse cuenta de que la supervivencia psicológica de una persona tiene más que ver con su interior que con las condiciones externas. –Sin embargo, hoy se insiste en que el ambiente influye mucho en la psiquis. –Cuidado, porque estamos hablando de cuestiones parecidas, pero muy distintas. La enfermedad en sí, y no sólo la mental, resulta de la interacción de factores sociales y biológicos. Está demostrado que el desempleo es causa predominante de alcoholismo y adicción a psicofármacos. Que el niño abusado es un adulto vulnerable, en cualquier país o comunidad. Que aun teniendo el mejor estándar de vida, si las relaciones interpersonales y los valores están dañados, el organismo somatizará ese daño o carencia. Las acciones públicas en salud mental empiezan por identificar el problema. Hoy, el principal factor alienante es la exclusión, entendida como la certeza de que la falta de recursos impedirá salir de la miseria. Lo que nos enferma –Nuestros abuelos eran sumamente pobres... ¿Por qué casi todos los mayores pudimos salir de la pobreza, y ni siquiera nos traumó? –Eso de que “no nos traumó” corre por su cuenta (risas). Entiendo la comparación, porque es frecuente. La gran diferencia entre nuestros abuelos y la mayoría de los inmigrantes y marginados actuales, es que dejaban sus ciudades en condiciones miserables pero en grupos, aunados y con una misma determinación. Esto, sin mencionar que, en general, eran bien recibidos. O no tan rechazados. Lo que falta ahora, y hay que restablecer con acciones precisas, es la red social, la solidaridad, el sueño del conjunto. La desigualdad es malsana. –El individualismo y las crisis morales, ¿provocan crisis mentales? –Las crisis morales se mezclan peligrosamente con las crisis mentales. Le puedo asegurar que un fundamentalista religioso o un general Videla no están más chiflados que usted o yo. –¿Qué me dice de la costumbre argentina de pedirle carpeta psiquiátrica a cualquiera que le disguste? –¡Excelente acotación! Pero le aclaro que esta tampoco es una debilidad argentina. Aprovecho para recalcar un concepto elemental: no hay que confundir locura con maldad. Tachar de “loco” a alguien porque es o nos resulta “malo” es parte de un estigma ancestral, que hace que la persona con trastorno psiquiátrico sea representada con rasgos negativos. En realidad, la mayoría de los “locos” son buenísimos. Es un prejuicio tan antiguo como relacionar a la brujería con el género femenino. Había más brujos que brujas, pero se estigmatizó a las mujeres que tenían actitudes distintas, molestas o asociales.