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Viernes 11 de diciembre Unión Europea dará a los países pobres 2.400 millones de euros por el cambio climático "InfoBae, 11-12-09" Los líderes europeos llegaron hoy a un acuerdo para conceder ese número anual a los países en desarrollo entre 2010 y 2012, con el fin de ayudarles en sus esfuerzos contra el cambio climático Todos los países de la Unión Europea contribuirán a esta aportación, incluso los que como Letonia, Bulgaria, Hungría y Grecia se encuentran en una situación económica delicada, informaron fuentes comunitarias. "Todos los estados miembros y la Comisión Europea han contribuido", anunció en rueda de prensa al término del encuentro el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt. Los jefes de Estado y de Gobierno superaron así las expectativas de la propia Comisión Europea, algo poco común en este tipo de negociaciones presupuestarias. "Es más de lo que esperábamos", reconoció el presidente de la CE, José Manuel Durao Barroso. Barroso consideró la decisión "muy importante para los países pobres" porque "su futuro depende de acciones inmediatas". El Ejecutivo comunitario había estimado el pasado septiembre que el bloque europeo debería aportar entre 500 y 2.100 millones de euros anuales para el periodo 2010-2012 del total de entre 5.000 y 7.000 millones que se espera conceder a los países en desarrollo desde el mundo industrializado. Las contribuciones por países no quedaron claras de momento, pero sí se confirmó que España entregará 300 millones de euros para todo el período y que Francia y Reino Unido facilitarán alrededor de 420 millones de euros anuales. La canciller alemana, Angela Merkel, anunció que Alemania aportará 420 millones al año, lo mismo que Reino unido y Francia. La oferta de hoy de la UE depende para materializarse de las negociaciones de la cumbre de la ONU en Copenhague que comenzó el pasado lunes y concluye el próximo día 18. Está por ver cuánto comprometen otros países industrializados para ayudar a las naciones pobres y qué medidas toman este segundo grupo de países para mostrar su disposición a combatir el calentamiento global. La UE acepta conceder esta financiación adelantada, que cubre los tres últimos años de vigencia del Protocolo de Kioto (que concluye a finales de 2012), a cambio de que las naciones en desarrollo acepten limitar el crecimiento de sus emisiones entre el 15 y el 30% con respecto a sus proyecciones (es decir a lo que emitirían si no tomasen ninguna medida medioambiental). Fuente: EFE NEGOCIACIONES EN COPENHAGUE PARA COMBATIR EL CALENTAMIENTO GLOBAL Los países emergentes contraatacan y exigen más esfuerzos a los ricos "Clarín" Brasil, India y China, entre otros, piden a las potencias mayores recortes de emisiones. Por: María Laura Avignolo India, China, Brasil, Africa del Sur y Sudán presentaron un documento en Copenhague que es la antítesis de la proposición de la presidencia danesa en la cumbre sobre climática de la ONU. El vespertino francés Le Monde obtuvo una copia del draft y lo publicó en su edición de ayer. El texto de los grandes países emergentes propone la prolongación del Protocolo de Kioto hasta el 2017 o el 2020 y al mismo tiempo, los países en desarrollo (PVD) aseguran estar listos para comprometerse en la acción de la reducción de emisiones de CO2. El documento propone la creación de "un fondo global de clima", bajo el régimen de Naciones Unidas, encargado de gerenciar la ayuda aportada por los países industrializados a los países en desarrollo, para financiar su adaptación al cambio climático. El texto confidencial, obtenido por Herve Kempf, el enviado especial de Le Monde a Copenhague, fue redactado por China en acuerdo con los otros países mencionados, A ellos se sumo Sudán, que preside este año el G-77, que agrupa a los países en desarrollo en el seno de la ONU. El documento podría ser la base para las duras negociaciones que se desarrollarán en los próximo 10 días, antes del acuerdo final. En esta guerra de filtraciones mediáticas, el documento oficial de la presidencia danesa fue publicado por el británico The Guardian y provocó la furiosa reacción de los países en desarrollo. China había convocado a una reunion especial el 27 y 28 de noviembre en Beijing y de allí nació el nuevo borrador del Sur. Después de analizar el documento danés, Sudan disparó: "Este es un nuevo instrumento que tendría como efecto tirar por la borda las obligaciones de los ricos frente a los pobres". El "contradocumento", escrito por los chinos en un lenguaje muy diplomático y enviado por fax el pasado 30 de noviembre a los otros países que lo apoyan, parece "realista y aceptable", según Le Monde y es presentado "bajo la forma de una decision final de la conferencia" en Dinamarca. El documento filtrado establece que "el desarrollo económico y la erradicación de la pobreza son la prioridad indiscutible de un país en desarrollo", tras admitir la predicción científica de que "el aumento de la temperatura global no deberá exceder los 2 grados centígrados". Según Le Monde, este punto es un avance mayor que abre la puerta a la reducción de emisiones de CO2 por parte de los países del Sur y es un drástico esfuerzo. El proyecto de acuerdo insiste sobre los compromisos para los países ricos, del Anexo I., y partes del Protocolo de Kioto. "Ellos deben tener en cuenta los objetivos para el 'Segundo período de compromiso' de este protocolo, cuyo término podría ser el 2017 o el 2020", según el draft chino. Para los países del Anexo I que no son parte del Protocolo de Kioto -es decir Estados Unidos- "los compromisos de reducción de emisiones deben ser comparables a los objetivos" de los otros. Esta alambicada formulación reconoce implícitamente que los Estados Unidos no deben tomar como fecha de referencia 1990 (que es la que fue adoptada por Japón y la Unión Europea). Pero implica que EE.UU. debe reducir sus emisiones "por medidas domésticas". Es decir: son esperadas reducciones absolutas, sin recurrir al mercado de carbonos. El documento menciona que las acciones de los países en desarrollo no serán controladas por una instancia internacional. El análisis y la supervisión de las acciones se harán según "las líneas directrices" elaboradas por la comunidad internacional. Un marco institucional específico será establecido para la adaptación de Estados insulares, de los Estados más pobres y de los países africanos. El fondo global de clima sería creado bajo el régimen de Convención de la ONU, que excluye de facto el recurso del Banco Mundial, que era la posición deseada por EE.UU. El texto precisa que los Fondos para el Medio Ambiente Mundial, una estructura ya existente y autónoma, será "la entidad operacional del Fondo Global". Según Kempf, "el proyecto de acuerdo es hábil. Mezcla a la vez lo que no es negociable y los compromisos manifiestos. Es un proyecto de discusión más que un proyecto de combate". El debate recién se inicia. cumbre de copenhague China apunta a las potencias "Crítica de la Argentina" El gigante asiático reclamó que sólo los países desarrollados sean obligados a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Militantes. Todas las jornadas hay manifestaciones en Copenhague contra los representantes de las grandes potencias. China presentó un documento alternativo al borrador de trabajo danés en la cumbre climática de Naciones Unidas, en el que propuso que sólo los países industrializados sean obligados a establecer objetivos específicos respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero. La propuesta china llama a las naciones desarrolladas a actuar para la protección del clima, pero sólo “sobre la base de sus circunstancias nacionales específicas”, aunque el texto no aporta cifras concretas. De acuerdo con el diario francés Le Monde, en la elaboración del borrador chino participaron India, Brasil, Sudáfrica y Sudán, que actualmente es el portavoz del grupo del G-77, integrado por países emergentes y en vías de desarrollo. La organización ecologista Greenpeace calificó la propuesta de demasiado débil. “Una estabilización de la temperatura de la tierra de dos grados centígrados de calentamiento no es posible si no participan también los países emergentes”, advirtió el coordinador de la política climática de Greenpeace, Martin Kaiser. Aunque, admitió, “el primer paso lo deben dar los países industrializados, y eso forma parte de la agenda de la cumbre de la Unión Europea (UE) en Bruselas”. Desde la capital belga, funcionarios de la UE arremetieron contra China y otros países en vías de desarrollo por obstaculizar las conversaciones. Antes de su partida a Bruselas, el primer ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, cuyo país acoge la cumbre climática, anunció un nuevo borrador para un acuerdo global dirigido a combatir el cambio climático que será entregado el fin de semana. En el anterior borrador que había presentado para el acuerdo final, que había calificado de “papel de trabajo”, había definido objetivos climáticos concretos para los países en vías de desarrollo, lo que un portavoz del grupo de los G-77 había interpretado como continuación de las viejas tácticas colonialistas de Estados Unidos y la Unión Europea. Los 27 países de la UE se reúnen en Bruselas para establecer una línea común para la fase decisiva de la cumbre climática de Naciones Unidas en Copenhague la próxima semana. Los temas más espinosos continúan siendo las obligaciones a reducir las emisiones de CO2, el nivel de los recortes y la repartición de ayudas financieras a países emergentes y en vías de desarrollo. Por otro lado, Greenpeace acogió positivamente una propuesta presentada por el inversor internacional George Soros quien aboga por que las naciones más ricas del mundo utilicen 100.000 millones de dólares de las reservas de divisas del Fondo Monetario Internacional (FMI) para desarrollar proyectos de reducción de emisiones en países pobres. “Los países ricos podrían doblar los fondos disponibles para combatir el cambio climático mediante la consolidación de unas nuevas líneas de crédito abiertas en el FMI para un fondo verde”, explicó Soros, quien añadió que no se estaba utilizando ese dinero de las cuentas de reservas del FMI. Entre tanto, la unión de protección medioambiental IUCN advirtió hoy en la cumbre de Copenhague de que el dióxido de carbono no sólo es responsable del efecto invernadero y contribuye al calentamiento terrestre, sino que también aumenta la acidez de los océanos. De acuerdo con el estudio que presentó el IUCN, desde comienzos de la industrialización hace 250 años, la acidez de las aguas marítimas se ha incrementado en un 30 por ciento. De acuerdo con IUCN, en la actualidad los océanos absorben al año un 25 por ciento del dióxido de carbono generado por el ser humano. se calcula que hay unos 50 mil militantes ecologistas Jóvenes argentinos, en Copenhague "La Nación" Participan de diversas actividades junto con estudiantes de otros países de América latina Laura García Oviedo Para LA NACION COPENHAGE.- Alrededor de 30 jóvenes latinoamericanos participan de la cumbre mundial de cambio climático que tiene lugar en esta ciudad, entre ellos varios estudiantes argentinos, que asisten para capacitarse en el proceso de negociaciones y redactar una declaración regional que se dará a conocer a fines de la próxima semana. En los pasillos y salones del Bella Center, un gigantesco edificio donde tiene lugar la cumbre climática, los jóvenes realizan diferentes actividades. Y también logran sorprender a los diplomáticos. Por ejemplo, decenas de ellos interrumpieron el aire solemne del encuentro al entonar anteayer una versión de "Give peace a chance" ("Dale una oportunidad a la paz"). Con algunos cambios en la letra, vestidos en pijamas y sentados en el piso de uno de los salones, emularon así la protesta por la paz realizada por John Lennon y Yoko Ono hace 40 años, para reclamar que la voz de los jóvenes sea escuchada y que los gobernantes tomen medidas ambiciosas para evitar los efectos del cambio climático. "Creemos que hay que ponerse las pilas lo antes posible para firmar un acuerdo fuerte contra el cambio climático, para así implementar medidas de mitigación y también de adaptación", dijo a LA NACION el argentino Emilio Pérez Campanelli, que participa en esta cumbre. Campanelli, oriundo de Mayor Buratovich, en la provincia de Buenos Aires, es estudiante de la Licenciatura de Desarrollo Local y Regional en la Universidad Nacional de Villa María. Fue uno de los ganadores de las becas que la ONG 350 otorgó a seis jóvenes de América latina. "Sabemos que estas negociaciones son procesos lentos en los que pesan los intereses de más de 190 países, pero esperamos un avance significativo", destacó. Cada tarde, el grupo de jóvenes latinoamericanos se reúne para hacer un balance de las actividades del día. Cada uno sigue diferentes aspectos de las negociaciones que se llevan a cabo en Copenhague. "En mi caso, estoy preocupado y sigo muy atento dos temas: el mecanismo de reducción de la deforestación, donde está en juego la protección de los bosques nativos, y también la protección de los derechos de las comunidades indígenas", dijo el peruano Juan Carlos Soriano, de 23 años, que estudia ecología humana en Estados Unidos. Por su parte, la ecuatoriana Diana Garcés Acuña, de 25 años y estudiante de ingeniería ambiental, opinó que los países de la región "deberían unirse para tomar medidas coordinadas". En el Bella Center también está el argentino Enrique Maurtua Konstantinidis, de 25 años. Es estudiante de Biología de la Universidad Nacional de La Plata e integrante de la Fundación Biosfera, y participó como joven observador de las cumbres de Buenos Aires y Montreal. "Todavía no se sabe qué puede pasar. En el mundo diplomático todo se hace por un motivo y nadie muestra sus cartas hasta el final", dijo, al referirse a las perspectivas de éxito del encuentro. Los jóvenes presentes en Copenhague, mediante la alianza de ONG juveniles en la llamada Youngos, tienen también la oportunidad de hablar durante las sesiones plenarias. La cumbre de Copenhague / La producción de alimentos, amenazada Alertan que el cambio climático traerá más hambre en el mundo "La Nación" La FAO llamó a combatir la pobreza; Soros promueve un fondo con reservas del FMI COPENHAGUE.- En un dramático llamado a la comunidad internacional, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) instó ayer a los países reunidos en la cumbre climática de Copenhague a combatir la pobreza, al considerar que el hambre es la primera consecuencia del cambio climático. La inestabilidad climática y el calentamiento global se han convertido en una "seria amenaza" para la producción mundial de alimentos, sometida a fenómenos como inundaciones y sequías, sostuvo en Copenhague el máximo responsable de la FAO. "Es urgente que la comunidad internacional se comprometa para que los países más vulnerables puedan emprender estrategias de seguridad alimentaria", afirmó el director general de la FAO, Jacques Diouf. En una conferencia de prensa conjunta, la ministra danesa de Agricultura, Eva Kjer Hansen, destacó que la pobreza y el cambio climático son ya los dos "mayores desafíos" de la humanidad. En la actualidad, la agricultura supone el 14% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero que, sumado a la deforestación -con un 17%-, le da al uso de la tierra un tercio del total de las emisiones. Hansen insistió que la agricultura no debe ser vista únicamente como "parte del problema" del cambio climático, sino como una "vía esencial" para su solución. * Foro: ¿Qué opina del panorama internacional? En su opinión, si se mejoran los métodos agrícolas desde un punto de vista sostenible, también se puede incrementar la productividad y contribuir a combatir el hambre. Según datos de la ONU, la población mundial pasará de los 6700 millones de personas actuales a los 9100 millones en 2050, incremento que conllevará una grave "escasez" de alimentos y una mayor competitividad por los recursos naturales. Advertencia En tanto, en el cuarto día de la conferencia que discute un acuerdo global sobre el recorte de emisiones de gases de efecto invernadero y sobre el financiamiento para mitigar el cambio climático, la Unión Mundial para al Conservación de la Naturaleza (IUCN) advirtió ayer la necesidad de instrumentar reducciones drásticas de emisiones contaminantes, para frenar la acidificación de los océanos e impedir la extinción en masa de las especies marinas, la inseguridad alimentaria y graves daños para la economía mundial. En el reporte, la IUCN (por sus siglas en inglés) remarca los recientes descubrimientos científicos de acidificación de los océanos y precisa las acciones que son urgentemente necesarias para frenar su aceleración. El océano provee cerca de la mitad de los recursos naturales de la tierra, absorbe el 25 por ciento de las emisiones anuales del anhídrido carbónico, y produce la mitad del oxígeno que se respira. Pero, la acidez de los océanos aumentó el 30 por ciento en 250 años, o sea, con la industrialización. Si los niveles de carbono en la atmósfera continuaran aumentando con esta tendencia, la acidez podría crecer un 120 por ciento para 2060, un nivel jamás alcanzado en 21 millones de años. Para 2100, el 70 por ciento de los corales será expuesto al agua corrosiva. Plan de Soros En este contexto, y mientras continúa la batalla entre potencias económicas y países en desarrollo sobre la financiación de las políticas anticalentamiento, el inversor George Soros presentó un plan en la conferencia de la ONU para destinar hasta 100.000 millones de dólares para ayudar a los países pobres a combatir el impacto del cambio climático. El fondo podría estar disponible inmediatamente y no se añadiría al déficit nacional de los países donantes, ya que saldría de las arcas del Fondo Monetario Internacional (FMI), dijo el financiero. "Los gobiernos de los países industriales trabajan sobre la base del malentendido de que la financiación tiene que venir de sus presupuestos nacionales pero no tiene por qué ser el caso, ya lo tienen -indicó Soros-. Se encuentra sin utilizar en sus cuentas de reserva y en las cámaras del Fondo Monetario Internacional." El objetivo de la cita de Copenhague es lograr un acuerdo que reemplace al protocolo de Kyoto, que expira en 2012 y busca reducir los gases de efecto invernadero. Los países han renunciado por el momento a lograr un pacto legalmente vinculante, un objetivo que quedará para la reunión de México en diciembre de 2011, y se esfuerzan en lograr un acuerdo político, que incluya compromisos para el recorte de emisiones y financiación para los países pobres. En ese sentido, los 27 jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE) iniciaron ayer en Bruselas un Consejo Europeo marcado por la división en las ayudas que el bloque dará al Tercer Mundo en la lucha contra el calentamiento global. La cumbre de Bruselas se realiza en paralelo a la cita mundial sobre el clima de Copenhague, donde el bloque comunitario quiere jugar fuerte la "carta ecológica". Mientras los líderes europeos debatían, un grupo reducido de activistas de la organización Greenpeace logró desplegar durante unos segundos una pancarta alusiva, con el lema: "UE, salven la cumbre de Copenhague". La UE estima que se necesitan entre 7400 y 10.300 millones de dólares anuales durante los tres próximos años para que los países más pobres del planeta puedan asumir la lucha contra el cambio climático, entre 2010 y 2012. Los líderes del bloque dejaron para hoy el anuncio de la cifra que aportarán a la financiación internacional. Agencias DPA, EFE, ANSA y Reuters Supercomputadora para predecir el clima * HAMBURGO (DPA).? Un grupo de científicos alemanes presentó ayer en Hamburgo la supercomputadora más avanzada del mundo para predecir los cambios en el clima. Desarrollada por el laboratorio climático y centro informático Deutsches Klimarechenzentrum GmbH (DKRZ), la computadora analiza cualquier región del planeta y pronostica cómo responderá al cambio climático. La máquina, que tuvo una inversión de US$ 51,6 millones, tiene una velocidad de 160 teraflops (un tera realiza un billón de cálculos por segundo), es 60 veces más rápido que el modelo anterior y almacenar hasta 10.000 terabytes al año (un terabyte son 1000 gigas). La movilización de Copenhague "La Nación" Naomi Klein Para LA NACION TORONTO.- El otro día recibí una copia prepublicación de The Battle of the Story of the Battle of Seattle ("La batalla de la historia de la batalla de Seattle"), de David y Rebecca Solnit. Se ha previsto la publicación del libro diez años después de que una histórica coalición de activistas cancelara la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, la chispa que encendió el fuego de un movimiento global anticorporativo.El libro es un fascinante relato de lo que realmente ocurrió en Seattle, pero cuando hablé con David Solnit, el gurú de la acción directa, que contribuyó a producir esa cancelación, descubrí que estaba menos interesado en recordar los sucesos de 1999 que en hablar de la cumbre sobre el cambio climático de las Naciones Unidas y de las acciones de "justicia climática" que organizó en Estados Unidos. Hay en la movilización de Copenhague cierta cualidad de Seattle: la enorme variedad de grupos, la diversidad de tácticas y los gobiernos de los países en desarrollo dispuestos a presentar demandas activistas en la cumbre. Pero Copenhague no es tan sólo una repetición de Seattle. Parece que las placas tectónicas progresistas se están desplazando, creando un movimiento que se basa en los puntos fuertes de una era anterior, pero también aprendiendo de sus errores. La gran crítica contra el movimiento que los medios insistieron en llamar "antiglobalización" fue que tenía una larga lista de quejas pero pocas alternativas concretas. Por contraste, el movimiento en Copenhague aborda un solo problema -el cambio climático-, pero tiene un relato coherente sobre su causa y sus remedios que incorpora casi todos los problemas del planeta. En esta crónica, nuestro clima no sólo está cambiando debido a particulares prácticas contaminantes, sino también a la lógica subyacente del capitalismo, que valora por encima de todo las ganancias a corto plazo y el crecimiento perpetuo. Nuestros gobiernos pretenden hacernos creer que esa misma lógica puede ahora refrenarse para resolver la crisis climática, creando una materia prima comerciable llamada "carbono" y transformando los bosques y tierras de cultivo en "sumideros" que supuestamente compensarán nuestras desenfrenadas emisiones. Los activistas de la justicia climática argumentan en Copenhague que, lejos de resolver la crisis climática, la política de intercambio del carbono representa una privatización sin precedente de la atmósfera y que esas compensaciones y sumideros amenazan con convertirse en un apoderamiento de recursos de proporciones coloniales. Estas "soluciones basadas en el mercado" no sólo serán un fracaso para resolver la crisis climática, sino que también profundizarán drásticamente la pobreza y la desigualdad, porque las personas más pobres y más vulnerables son las víctimas primordiales del cambio climático, así como los primeros conejillos de Indias de estos planes de intercambio de emisiones. Pero los activistas de Copenhague no sólo dicen que no a todo esto. Proponen soluciones que simultáneamente reducen las emisiones y disminuyen la desigualdad. A diferencia de lo ocurrido en las cumbres precedentes, en las que las alternativas se pensaron a posteriori, en Copenhague las alternativas constituyen el punto central de la reunión. Por ejemplo, la coalición Acción de Justicia Climática ha convocado a los activistas a irrumpir en el centro de conferencias el 16 de este mes. Muchos de ellos lo harán como parte de un "bloque ciclístico", marchando juntos en una "irresistible nueva máquina de resistencia", aún no revelada, hecha con cientos de bicicletas viejas. El objetivo de esta acción no es suspender la cumbre, a la manera de lo ocurrido en Seattle, sino abrirla, transformándola en "un espacio para hablar de nuestra agenda, una agenda de abajo, una agenda de justicia climática, de verdaderas soluciones en contra de las soluciones falsas. Será nuestro día". Algunas de las soluciones propuestas por los activistas son las mismas que el movimiento global de justicia ha defendido durante años: agricultura local sustentable; proyectos energéticos más pequeños y descentralizados; respeto de los derechos indígenas sobre las tierras; dejar de extraer combustibles fósiles de la tierra; flexibilizar la protección de los derechos intelectuales de propiedad de la tecnología verde, y pagar estas transformaciones gravando las transacciones financieras y cancelando las deudas externas. Algunas soluciones son nuevas, como la demanda de que los países ricos paguen reparaciones por "la deuda climática" a los países pobres. Son exigencias difíciles de cumplir, pero todos acabamos de ver la clase de recursos que nuestros gobiernos emplean para salvar a las elites. Tal como lo expresa un eslogan pre-Copenhague: "Si el clima fuera un banco, lo hubieran salvado", en vez de abandonarlo a la brutalidad del mercado. Además de una crónica coherente y de la consignación de posibles alternativas, se producirán muchos otros cambios, incluyendo un enfoque más reflexivo de la acción directa, un método que reconoce la necesidad inmediata de hacer algo más que hablar, pero dispuesto a no hacerle el juego al habitual enfrentamiento entre policías y manifestantes. "Nuestra acción es de desobediencia civil", dicen los organizadores de la movilización del 16 del actual. "Superaremos cualquier barrera física que se interponga en nuestro camino? pero no responderemos con violencia si la policía intenta reprimir." (Pese a esto, no hay posibilidad de que la cumbre de dos semanas no incluya algunos enfrentamientos entre la policía y los muchachos de negro; después de todo, esto es Europa.) Hace una década, en un editorial de opinión que publiqué en The New York Times después de la cancelación de la cumbre de Seattle, escribí que un nuevo movimiento de defensa de una forma de globalización radicalmente diferente había tenido "su fiesta de presentación". ¿Cuál será la importancia de Copenhague? Le planteé esa pregunta a John Jordan, cuya predicción de lo que finalmente ocurrió en Seattle cité en mi libro No Logo . Me respondió: "Si Seattle fue la fiesta de presentación de este movimiento de movimientos, tal vez Copenhague sea la celebración de nuestra mayoría de edad". Jordan advierte, sin embargo, que crecer no significa actuar sobre seguro, cambiando la desobediencia civil por reuniones formales. "Espero que hayamos crecido para hacernos mucho más desobedientes", dijo Jordan, "porque la vida en este mundo nuestro puede aniquilarse a causa de demasiados actos de obediencia". © LA NACION Traducción, Mirta Rosenberg La autora es periodista, economista política e investigadora canadiense. Escribió No Logo. Jueves 10 de diciembre Los intereses, siempre los intereses "Página 12" Por Juan Gelman Comenzó el lunes pasado, pero su futuro es incierto. La XV Conferencia de la ONU sobre el cambio climático (CO15) se abrió con una suerte de subrayado de los peligros reales que el fenómeno entraña y con declaraciones desde la Casa Blanca que no satisficieron a sus aliados europeos: le reclamaron más. La propuesta de Obama sólo reduciría las emisiones de carbono estadounidenses un 17 por ciento en relación al año 2005, mientras que de la Unión Europea se espera una disminución del 30 por ciento. Muy loable, pero el verdadero juego de la Conferencia pasa por otro lugar. Seis meses antes de que ésta se llevara a cabo, 650 ejecutivos prominentes, dueños de periódicos, líderes políticos, científicos, economistas y representantes de diferentes gobiernos se reunieron en el marco de la Cumbre empresarial mundial sobre el cambio climático (Cemcc), que deliberó del 24 al 26 de mayo también en Copenhague. La inauguró nada menos que el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el Nobel de la Paz Al Gore hizo su aporte discursivo. Los resultados de la Cemcc se resumen en un “informe para decisores políticos” encargado por las corporaciones a PriceWaterHouseCoopers, la empresa consultora más grande del mundo: 155.000 empleados en 150 países y 28.000 millones de dólares de ganancia en el año fiscal julio 2007/junio 2008. El documento, que prefigura los lineamientos que muy probablemente seguirán los acuerdos de la CO15, poco tiene que ver con preocupaciones ambientales. Más bien consiste en una agenda de cómo obtener beneficios gracias al calentamiento global, y puede leerse en el sitio del Consejo del Clima, organismo sueco con asiento en la capital danesa que ha promovido la colaboración entre empresarios internacionales y científicos con vistas al CO15 (www.copenhaguenclimatecouncil, 3-609). Cabe reconocer que el informe no es oscuro: “El anhelo implícito de la Cemcc fue el de afrontar los desafíos gemelos del cambio climático y de la crisis económica. Los participantes de esta Cumbre analizaron cómo esos riesgos pueden ser convertidos en una oportunidad si los círculos empresariales y los gobiernos trabajan juntos, y qué políticas, incentivos e inversiones estimularán con mayor eficacia el crecimiento (de consumo) del carbón”. En suma, como señala el economista canadiense Michel Chossudovsky, “el consenso sobre los peligros del efecto invernadero se usa para justificar un lucrativo y multimillonario plan de comercialización del carbón en beneficio de las corporaciones y las instituciones financieras y en detrimento de los países en desarrollo” (www.globalresearch.ca, 7-12-09). La importante empresa de asesoría económica Bloomberg lanzó la alarma: declaró que el plan de comercialización del carbón se centrará en torno de los llamados instrumentos o productos financieros derivados, terreno fértil para la especulación y uno de los factores que desencadenaron la crisis económica en EE.UU. “Los bancos –indicó– se preparan para hacer con el carbón lo mismo que hicieron antes” (www.bloomberg.com, 4-12-09). Michael Masters, fundador de la consultora Masters Capital Management, señaló a su vez que “los especuladores terminarán controlando los precios del carbón estadounidense..., los bancos procurarán inflar el mercado carbonífero..., Wall Street lo venderá como un producto de inversión y nada de esto tiene que ver con la oferta y la demanda reales, ya vimos esta película”. El boom no regulado de instrumentos financieros relacionados con el previsto aumento del consumo de carbón, menos contaminante que el petróleo, no tendrá otro efecto que profundizar aún más la crisis económica. Lo cual poco importa a los voraces perseguidores de beneficios máximos inmediatos. Podrán manejarse muchos temas en los 11 días que durará esta Cumbre sobre el cambio climático convocada por la ONU, pero nunca se hablará de “las modificaciones técnicas ambientales” con fines militares que una Convención del organismo internacional prohíbe. La cuestión ha sido expresamente excluida de la agenda y no se trata sólo de los daños que bombardeos y otras delicias de la guerra causan al medio ambiente: es además y sobre todo su manipulación con propósitos bélicos. En el 2007 se desclasificaron documentos de los archivos oficiales del gobierno británico que “revelan que tanto EE.UU., a la cabeza en este campo, como la Unión Soviética tenían programas militares secretos destinados a controlar el clima del mundo. ‘En el año 2025 Estados Unidos será dueño del clima’, dicen que se vanaglorió un científico” (www.expess.co.uk, 16-7-09). En efecto, funcionarios del Pentágono admiten que durante la guerra de Vietnam practicaron la llamada “siembra de nubes” para provocar lluvias copiosas que arrasaran los cultivos de zonas bajo control del Vietcong y se estima que la pluviosidad aumentó un tercio. Un ejemplito de lo que la humanidad puede esperar. Miercoles 9 de diciembre Un preacuerdo para los grandes "Crítica de la Argentina" La filtración de borradores que favorecen a las grandes potencias calentó la segunda jornada de la cumbre del cambio climático de la ONU. Nuria Vicedo, desde Copenhague Copenhague. El texto de un documento redactado por Dinamarca enardeció a los países emergentes. La segunda jornada de la Cumbre de la ONU del Cambio Climático transcurrió entre filtraciones de borradores de acuerdos redactados por los países industriales, por un lado, y por las naciones emergentes, por otro, que manifestaron la distancia entre ambas posturas. Un día después de la inauguración de la conferencia, que concluirá el 18 de diciembre, la anfitriona, Dinamarca, ya tenía preparado un borrador de acuerdo, para satisfacer los deseos de potencias como Estados Unidos y el Reino Unido, según las ONG. El borrador de ocho páginas, al que tuvo acceso EFE, está fechado el 27 de noviembre pasado y aborda las condiciones para reducir un 50% las emisiones de dióxido de carbono (CO2) hasta 2050, frente a los valores de 1990, tomando en cuenta la “responsabilidad diferenciada y las respectivas posibilidades” de los países. El responsable de la ONU sobre el Cambio Climático, Yvo de Boer, salió al paso de las especulaciones y sostuvo que el texto danés es un “documento no oficial” que se adelantó antes de la conferencia a “varias personas con el propósito de consultarlo”. “Los únicos textos formales en el proceso de la ONU son los que ponen sobre la mesa quienes participen en las sesiones”, aseguró. Kim Carstensen, del grupo climático del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), criticó que el borrador danés intente satisfacer los intereses de los países ricos en vez de servir a la mayoría con una solución “ambiciosa y justa”. El principal problema del texto es, a su juicio, que no asegura un marco legal vinculante para los compromisos y la financiación a largo plazo y que no dice qué ocurrirá con el protocolo de Kioto, lo que genera inseguridad en los países en desarrollo. Las ONG critican que el borrador nunca ha estado sobre la mesa de negociaciones, sino que sólo fue mostrado en círculos cerrados la semana pasada, y, según sus expertos, ha provocado una reacción defensiva por parte de países como China, India, Sudáfrica y Brasil, que hicieron circular una propuesta propia. Interrogado sobre esa propuesta, el director del departamento chino de Cambio Climático de la Comisión del Desarrollo Nacional, Su Wei, calificó de “injusto” poner cuotas de reducción de emisiones de (CO2) a países que aún no han completado su industrialización. (EFE) El debate en la cumbre del clima Ambiente caldeado "Página 12" En la cumbre internacional sobre el clima, que se celebra desde el lunes en Copenhague, la discusión sobre el reparto de los esfuerzos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero da lugar a algunas visiones optimistas y otras tantas escépticas. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, espera de la conferencia sobre el clima “un acuerdo robusto”, “efectivo inmediatamente” y con “recomendaciones específicas”. En cambio, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, sostuvo que si bien es “un deber” llegar a un consenso, porque el cambio climático es “una amenaza efectiva”, estimó que no habrá “un acuerdo vinculante, porque algunos países no están listos”. Otra de las polémicas que complican la llegada a un acuerdo se desató en torno de un documento elaborado por el país anfitrión. En éste, Dinamarca convoca a las naciones a reducir a la mitad las emisiones en 2050 –respecto de 1990–, pero no promete dinero para ayudarlos a lograr el cometido. El gobierno danés aclaró que el texto difundido “era únicamente un borrador”. Alrededor de 15 mil delegados de distintas partes del mundo participan de la cumbre. Pese a las declaraciones optimistas del secretario de la ONU, quien cree en la posibilidad de un acuerdo entre naciones, los países en desarrollo no sólo repudiaron el documento danés, sino que aseguraron que amenaza el éxito de la cumbre. La disputa entre China y Estados Unidos –los dos países más contaminantes del planeta– fue una de las cuestiones que introdujeron tensión. El representante de China, Su Wei, por ejemplo, declaró que naciones industrializadas como Estados Unidos, Japón o de la Unión Europea deberían aceptar su “responsabilidad histórica” en el calentamiento global y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en mayor medida que las demás. Ante las presiones de la cumbre para que China baje el consumo de carbón para energía, Su dirigió la mirada a quien pelea con ella el primer puesto de naciones más contaminantes: “Las emisiones de Estados Unidos siguen en aumento, pese a que ya está totalmente industrializado”. fue inaugurada por naomi klein Arrancó la contracumbre "Crítica de la Argentina" Tony Phillips, desde Copenhague La autora canadiense Naomi Klein dio el discurso de apertura de la contraconferencia Klimaforum09, en la sesión inicial de la autotitulada Cumbre Climática de los Pueblos. Klein, más conocida por sus libros No logo y La doctrina del shock, basado en sus experiencias durante la crisis de 2001-2002 en la Argentina, reconoció que “no es experta en cambio climático”, pero que “sabe un poco acerca de las corporaciones transnacionales”. Explicó que los participantes de Klimaforum09 están aquí “luchando para proteger algo que es demasiado importante para dejarlo en manos del mercado”. Se refería a los planes para ampliar el mercado global de créditos de carbono de manera que los países que pueden darse el lujo de hacerlo sigan emitiendo gases de efecto invernadero. Con respecto a los planes de Estados Unidos para ampliar el comercio global de créditos de carbono, Klein rechazó la idea de exportar restricciones de emisión del mundo desarrollado hacia el mundo en desarrollo, mediante la compra de créditos de CO2. Esto ubica a Klein al lado de James Hansen, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales, quien fue el primer científico en advertir al Congreso norteamericano sobre el calentamiento global. Hansen ha dicho que “ningún acuerdo de Copenhague será mejor que un mal acuerdo que no va a funcionar”. Klein no cree que Copenhague no vaya a producir un acuerdo para después de 2012, cuando fenece el Protocolo de Kioto sobre reducción de gases de efecto invernadero. “El presidente Obama no vendría si no creyera que va a haber un acuerdo”, dijo Klein. Piensa que los negociadores de los países desarrollados impondrán mano dura, incluso sobre el bloque de países africanos, para llegar a un acuerdo. Los africanos dieron el portazo en la reunión previa sobre cambio climático en Barcelona, y acusaron a los países desarrollados de no poner una oferta razonable sobre la mesa. El continente africano ya sufre los efectos del cambio climático, como la expansión del Sahara. Klein considera que incluso África será forzada a firmar a un mal trato bajo las severas tácticas de negociación que se imponen en la cumbre climática oficial. La autora canadiense dijo que las protestas ecologistas de los movimientos sociales “tuvieron su parto en Seattle (en 1999) y deben llegar a la mayoría de edad en Copenhague”. TIRONEO EN LA CUMBRE A POCOS DIAS DE LA LLEGADA DE BARACK OBAMA Europa felicita a EE.UU. pero le pide que duplique la reducción de gases "Clarín" Washington declaró dañinos a los gases contaminantes pero quiere bajar sólo 17%. Por: Gustavo Sierra Los ambientalistas del mundo no podían expresar mayor alegría ayer en los pasillos del enorme Bella Center donde transcurría el segundo día de esta crucial cumbre de cambio climático. Barack Obama tiene a partir de ahora las manos más libres para tomar medidas concretas contra las emisiones de gases contaminantes que están provocando el efecto invernadero. La Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA) había anunciado durante la madrugada europea que a partir de ahora cataloga a esas emisiones como "nocivas para la salud", algo que le da al presidente la posibilidad de ordenar cambios en las leyes sin tener que pasar necesariamente por el Congreso. El anuncio de EPA fue realizado para provocar un efecto particular acá en Copenhague. Ya había una decisión de la Corte Suprema estadounidense en la que se decía muy concretamente que las emisiones de dióxido de carbono afectan la salud de la población y por lo tanto se debe hacer algo para eliminarlas. Pero eso ocurrió en el 2007 y George Bush todavía estaba en la Casa Blanca negándose a suscribir el Protocolo de Kioto con el que la comunidad internacional se comprometió a recortar emisiones. Cuando asumió Obama, se esperaba que todo esto cambiara de inmediato, pero el presidente prefirió enviar una ley al Congreso que propone un recorte del 17% con respecto a los niveles del 2005. La Cámara de Representantes la aprobó por un muy escaso margen y la ley ahora duerme en el Senado. EPA hizo lo que se debía haber hecho hace un año para mejorar la imagen de Obama días antes de llegar a esta asamblea. "Bueno, ahora Obama tiene un plan B, si los senadores conservadores le tiran abajo la ley igual podrá ordenar el recorte. Esperemos que esto lo entusiasme y venga con alguna oferta un poco más generosa de la que presentó hasta ahora", dice John Nordbo de la organización ambientalista internacional WWF antes de salir corriendo a una reunión con delegados africanos. Y esa exigencia no es sólo de los activistas. Es oficial. Europa quiere que Obama se comprometa mucho más. En principio duplicar el esfuerzo y que la reducción de gases sea de 30% y no de 17%. "Sería asombroso que Obama llegara acá con la misma propuesta que ya tenía. Ahora todos esperamos algo más", dijo en una conferencia el ministro sueco de Medio Ambiente, Andreas Carlgren. El sueco, habló en representación de la Unión Europea porque su país ocupa en este momento la presidencia temporal de ese organismo. Y fue aún más específico: "EE. UU. y China pusieron ofertas sobre la mesa y les damos la bienvenida. Pero esos compromisos no son suficientes para mantener el calentamiento por debajo de dos grados", que es el objetivo de la cumbre. Y el premier británico Gordon Brown le subió aún más la apuesta a su colega estadounidense al afirmar que Europa debía comprometerse a un recorte igual de las emisiones del 30% para el 2020 con respecto a los niveles de 1990. Esto significa un 10% más de lo que hasta ahora había ofertado la EU. "Hay que ser ambiciosos", dijo el premier y remarcó que EE.UU. debía hacer lo mismo. Una promesa que muchos expertos ven que el propio Brown tendrá dificultades para cumplir. Por ejemplo, tendría que suspender muchos de los 140 millones de vuelos que se generarían sólo en los aeropuertos británicos para ese entonces. Y lo que está en juego, por debajo de esta controversia, es la realidad de los números. Washington prometió el recorte del 17% de sus emisiones de CO2 en relación con 2005, algo que equivale a sólo un 3 ó 4 % en relación con 1990. Pero, en realidad, el recorte de emisiones estadounidense es mayor que el europeo si se toma el periodo 2005-2020 y menor si se toma como referencia 1990, ya que en los ocho años de Bush las emisiones no pararon de crecer. Mientras tanto, los otros grandes "players" de esta cumbre, China y Brasil, presionan a EE.UU. y Europa por igual para que entreguen una mayor cantidad de fondos con destino a la reconversión en los países en desarrollo. Beijing pidió a las potencias "demostrar su sinceridad y voluntad política con compromisos concretos y transferencia de tecnología". Y el embajador Luís Alberto Figueiredo, el jefe de la misión brasileña, hablando en el magnifico stand que tiene su país en este centro de convenciones, advirtió que si los desarrollados no proponen "un financiamiento adecuado a los en desarrollo será muy difícil lograr un acuerdo". Se refería a los US$ 30.000 millones que ofrecieron EE.UU., Alemania y Australia. El ministro de Ambiente brasileño, Carlos Minc, había dicho que es imprescindible contar con al menos 300.000 millones de dólares. Pero Europa no parece estar dispuesta a entregar ese dinero en forma tan sencilla. "Nosotros nos preguntamos si los emergentes deben recibir recursos o es más plausible enviarlos a los países menos desarrollados como los de África", se sinceró el ex ministro de Medio Ambiente francés, Brice Lalonde. El gran juego diplomático pareciera recién haber comenzado. Aún quedan nueve días de negociaciones. ENTREVISTA EMBAJADORA SILVIA MEREGA CANCILLERIA ARGENTINA "Diseñar nuestros proyectos" La embajadora Silvia Merega es la directora de Asuntos Ambientales de la cancillería argentina. Es quien representa al país en esta cumbre hasta que el fin de semana llegue el canciller Jorge Taiana. Dice que Argentina busca "lograr una distribución equitativa de las cargas que la mitigación de las emisiones de gases contaminantes y la adaptación nos van a crear". ¿Qué espera lograr Argentina en esta cumbre? Argentina busca mayores facilidades de acceder a fondos internacionales, a fondos públicos, que puedan abordarse en una mecánica de trabajo más equitativa donde Argentina pueda diseñar sus propios proyectos, donde no dependa de agencias de implementación que condicionan los tiempos y los montos. ¿Y que está dispuesta a dar? Transparencia en el proceso, desde el manejo de los fondos a la concreción de los proyectos. Los países que pondrán dinero piden recorte de emisiones, y cupos. Los países que van a poner el dinero quieren modificar las bases del sistema de cambio climático en el marco de la ONU. Este marco tiene un principio que diferencia entre los países en razón de su desarrollo y su nivel de contaminación. Ahí se crea la llamada deuda ambiental. Hay países que se desarrollaron contaminando más y otros menos. ¿Por qué Argentina vino con una delegación tan modesta cuando algunos vecinos como Brasil tienen 700 personas? Nosotros tenemos un proyecto de desarrollo diferente al de Brasil. El tener una delegación muy numerosa puede ser porque Brasil recibe los embates de los países desarrollados en forma directa o quizá que vea esto como una oportunidad de mostrarse de alguna manera particular. La Argentina tiene una representación multisectorial. COPENHAGUE. ENVIADO Martes 8 de diciembre CUMBRE SOBRE EL CLIMA EN LA ONU: DELEGADOS DE 192 PAISES INICIARON LAS DELIBERACIONES EN COPENHAGUE, DINAMARCA Con un fuerte debate, comenzó la cumbre por el cambio climático "Clarín" India, China y Brasil se oponen a que la ONU audite las emisiones de gases. Por: Gustavo Sierra Fuente: COPENHAGUE Había electricidad en el ambiente. Los delegados de los 192 países congregados en el enorme auditorio del Bella Center de Copenhague parecían estar sintiendo el peso de la Historia. Estaban ahí para intentar trazar un plan concreto para modificar el sistema de producción impuesto hace 150 años por la Revolución Industrial con el objetivo de terminar con las emisiones de gases contaminantes que están provocando el cambio climático. "Se terminó el tiempo de la retórica. Tenemos que actuar y tiene que ser ahora", les dijo Yvo de Boer el jefe de los negociadores de las Naciones Unidas en su discurso inaugural. Y tienen apenas seis días para lograr el borrador. Después habrá dos días más en que los ministros intentarán armar un acuerdo para que en los otros dos días siguientes vengan 110 jefes de Estado y de gobierno de todo el planeta para ponerle la firma. Hoy se inauguró la cumbre tan esperada de medio ambiente en Copenhague y la atención del mundo político, económico y social estará centrada aquí en la puerta del Báltico en las próximas dos semanas esperando que los líderes del mundo estén a la altura de este momento histórico. Poco después de las diez de la mañana una trompeta sonó nítida para dejar paso a un grupo de jovencitas de origen vikingo que entonaron algunas melodías tradicionales escandinavas. Fue una ceremonia sencilla y a la vez profunda. Duró apenas quince minutos con el pequeño film que se exhibió a continuación con una niña que sueña con una catástrofe climatológica. De inmediato habló el primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, para decirle a sus colegas del globo que "se necesita una gran voluntad política en este momento y la tienen que traer para lograr el acuerdo". De Boer puso como ejemplo a un chiquito víctima del tsunami en Indonesia y dijo que había que hacerlo "por los chicos del mundo". Y el jefe de científicos de la ONU, Rajendra Pachauri, tuvo que salir a defender a la comunidad científica internacional tras el escándalo del "climagate" (en el que aparecieron unos mensajes en los que se daba a entender que algunos expertos manipularon la información para probar un mayor aumento de las temperaturas en la Tierra). A un costado del recinto, Jorge Valdéz, un delegado social dominicano, asentía con la cabeza. "Trataron todo. Primero era que Obama no venía, que China no iba a recortar ninguna emisión de gases, que los científicos mienten con lo del cambio climático, que nadie iba a poner un dólar. Y nada funcionó. Nada de todo eso es cierto. Tenemos confianza. Estamos ante la posibilidad cierta de llegar a un buen acuerdo", comenta. Se refiere a que podría encontrarse un punto de encuentro poniendo como base el 2005 y hacer el recorte de emisiones desde allí y hasta el 2020 de un 20% a un 25%. Y crear un fondo internacional de al menos 100.000 millones de dólares al año para financiar a los países más pobres su reconversión industrial. Eso está en la mesa y nadie parecería estar muy en desacuerdo. Pero, claro, hay muchos otros puntos que enfrentan a los delegados. Un momento antes de comenzar las deliberaciones llegó un cable desde New Delhi diciendo que India, China y Brasil llegaron a un acuerdo para presentar aquí en Copenhague una postura en común. El ministro de Medio Ambiente, Jairam Ramesh, dijo durante un debate parlamentario en la Rajya Sabha (cámara alta), que "tenemos un borrador de base común de los tres países que debe servir para orientar la negociación". El punto básico es que el nuevo terceto de las potencias emergentes se opone a que las Naciones Unidas auditen sus emisiones de gases contaminantes. No quieren que se cree una organización como la de energía atómica que presiona a Irán y otros países para terminar con sus programas nucleares independientes. "Los países se pondrán de acuerdo porque es necesario tener un número para disminuir las emisiones, es necesario tener financiamiento para reducir carbono y, sobre todo, es preciso financiamiento para ayudar a los países pobres a tener un desarrollo sustentable, más sólido", aclaró el presidente Lula da Silva desde Brasilia en su programa semanal de radio. Desde América Latina también se escucharon ayer otras voces. El flamante reelegido Evo Morales de Bolivia ratificó que estará acá el jueves que viene. Y hasta Hugo Chávez dice que está pensando en viajar "si es que vamos a discutir en serio". Ni siquiera Chávez pareciera querer perderse la foto. La delegación argentina, por ahora, sigue encabezada por el canciller Taiana, aunque en el Palacio San Martín no se descarta el posible viaje de la presidenta Cristina de Kirchner. Y lo que provocó sorpresa entre los delegados fue el editorial conjunto que publicaron ayer 56 de los diarios más importantes del mundo, entre ellos Clarín. "Eso indica claramente que esto es global. Un problema de la Humanidad. Y, que aparezca en todos esos diarios, marca la preocupación que hay en todo el mundo por lo que vayamos a hacer o dejar de hacer acá en Copenhague", dijo uno de los científicos de Naciones Unidas que lidera las negociaciones en la conferencia. Lo bueno, es que quedan aún dos semanas de negociación. Lo malo, es que el reloj ya comenzó a correr. POSIBLE CONSECUENCIA DE LA CUMBRE DE COPENHAGUE Un pacto climático exigirá cambios de fondo a empresas "El Cronista" Si se acuerda reducir las emanaciones de gases efecto invernadero, las compañías productoras o fuertes consumidoras de energía tendrán que reconvertirse ED CROOKS Junto a los miles de políticos, funcionarios, miembros de organizaciones ambientales y periodistas que participarán de la cumbre climática en Copenhague, muchas de las compañías más grandes del mundo estarán cerca atentas al encuentro. Las que no viajan a Copenhague dudan del valor del viaje, sospechan que será más para alimentar el ego de sus ejecutivos que para servir los intereses de los accionistas; en particular desde que se reconoció que el acuerdo más sólido que puede obtenerse en la reunión será un pacto político, y que Copenhague es parte de un proceso, no un destino final. Sin embargo, las compañías saben que deben mantenerse cerca de la escena, para estar al tanto de las negociaciones y para tratar de influir en el resultado. El encuentro podría tener implicancias para todos los sectores de las economías. La Agencia Internacional de Energía afirmó que, para limitar las emanaciones de gases de efecto invernadero, el mundo necesita una revolución en el abastecimiento energético. Y que se tendrán que invertir u$s 500.000 por año en energía limpia en los próximas 20 años. Si, después de Copenhague, el mundo toma el sendero de la reducción en las emanaciones, las medidas tendientes a cumplir con la inversión anual de u$s 500.000 tendrán que ponerse en marcha rápidamente. Según New Energy Finance, un grupo de investigaciones, la inversión global en energía limpia será de u$s 110.000 millones este año. Su pico del año pasado fue de sólo u$s 155.000 millones, menos de una tercera parte de lo que se necesitará. Esa elevada inversión exigirá cambios fundamentales en el escenario corporativo, en particular para las compañías que son productoras o fuertes consumidoras de energía. Eso otorga a esas empresas una buena razón para seguir muy de cerca el debate en Copenhague. El impacto de la cumbre se sentiría en forma más inmediata en la Unión Europea, donde se afirmó que si se llega a un acuerdo climático internacional, se subirá la meta de reducción de emanaciones del ya difícil 20% al 30% para 2020. Para la industria energética, eso significaría un enorme esfuerzo adicional en la construcción de generación renovable –como la eólica y solar–, más plantas nucleares, biocombustibles más avanzados y mayor eficiencia energética. También significará cambios radicales en otros sectores europeos como el automotriz, que se verá impulsado a fabricar autos más eficientes en el consumo de combustible, y vehículos híbridos y eléctricos. Las industrias que consumen mucha energía, como la siderúrgica, probablemente reciban mayores presiones. El transporte aéreo, que por primera vez ingresa en el sistema europeo de límites de emanaciones, tendrá que hacer un mayor ajuste. Lunes 7 de diciembre Un desafío global El mundo, en vilo por la cumbre climática "La Nación" La reunión empieza hoy en Copenhague Luisa Corradini Corresponsal en Francia PARIS.- Impulsada por una de las mayores amenazas que haya enfrentado el planeta, la comunidad internacional se reúne a partir de hoy en Copenhague durante 12 días para tratar de exorcizar el fantasma del calentamiento climático y sus terribles consecuencias. El objetivo de esta gigantesca conferencia, bajo el patrocinio de las Naciones Unidas (ONU), es evitar que la temperatura media terrestre aumente 2°C a finales del siglo y pueda llegar a poner en peligro la vida del hombre sobre la Tierra, como advirtió ayer el papa Benedicto XVI desde el Vaticano. "La salvaguarda de la creación pide la adopción de estilos de vida sobrios y responsables, sobre todo hacia los pobres y las generaciones futuras", advirtió el Sumo Pontífice en vísperas de la apertura de la cumbre. El objetivo de 2°C es la forma científica de decir que los 192 países que participan en la Convención de la Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Unfccc) deben ponerse de acuerdo para reducir en un 50% sus emisiones de dióxido de carbono antes de 2050 si quieren evitar una catástrofe planetaria. Más de 103 jefes de Estado y de gobierno viajarán a Copenhague. Billones de dólares, poderosos intereses nacionales e internacionales y, sobre todo, la vida de millones de seres humanos podrían depender de los resultados de esta cumbre. Tanto los países opulentos como los emergentes deben aceptar reducir su consumo de carbón, petróleo y gas. Esos combustibles fósiles extraídos de las entrañas de la tierra fueron los responsables de la prosperidad del planeta, pero también crearon el monstruo de los gases del "efecto invernadero (GEI)". Pero los desacuerdos son tan numerosos, sobre todo entre los países ricos y los pobres -reunidos en el llamado G-77-, que todos abandonaron la esperanza de que Copenhague termine con un texto vinculante. La conferencia podría producir un acuerdo político que fije el marco para la continuación de las negociaciones, con miras a firmar un tratado en 2010. Durante el fin de semana, Estados Unidos consiguió elevar las expectativas: el anuncio de que el presidente Barack Obama estará en el cierre de la cumbre, recta final de las negociaciones, creó ilusiones sobre un desenlace más optimista. En estas dos semanas, la cumbre se centrará en dos puntos fundamentales: decidir objetivos cifrados para el control de emisiones de GEI y determinar el monto que los países ricos están dispuestos a pagar para ayudar a las naciones en desarrollo a luchar contra el calentamiento climático. "El objetivo es, ni más ni menos, cortar el nudo gordiano que entrelaza cambio climático y desarrollo", explica Jean-Charles Hourcade, del Centro Internacional de Investigación sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cired). Las promesas laboriosamente obtenidas antes de Copenhague están muy lejos de satisfacer a los expertos. Para ellos, es necesario reducir entre 25 y 40% las emisiones de GEI antes de 2020 en relación con los niveles de 1990. La Unión Europea (UE) y Japón se comprometieron a disminuir un mínimo del 20%. En Estados Unidos, donde la llegada de Obama había despertado nuevas esperanzas, el Congreso estudia una reducción de 17%, pero tomando como base los niveles de 2005. La decisión de los grandes países emergentes, que se cuentan entre los más contaminantes del mundo, podría desbloquear la situación: China -principal emisor de GEI junto con Estados Unidos-, la India y Brasil han prometido recortar sus emisiones, aunque se niegan a asumir compromisos vinculantes. La segunda gran cuestión es quién pagará. Según la ONU, se necesitarían 240.000 millones de dólares anuales suplementarios desde ahora hasta 2030, para luchar contra el calentamiento global. En el edificio ultramoderno del Bella Center de Copenhague, los 15.000 participantes analizarán otra infinidad de temas menos políticos: protección de los bosques, medición de las emisiones, reglas necesarias para los bonos de carbono y cómo hacer cumplir un acuerdo. Además de los delegados, que bregarán a puerta cerrada, Copenhague desplegará una impresionante panoplia de causas y opiniones diferentes. Los "creyentes", liderados por el ex vicepresidente norteamericano Al Gore, el ecologista francés Nicolas Hulot y el príncipe Carlos, se enfrentarán a los escépticos, que los consideran demasiado alarmistas y dudan seriamente de la gravedad del calentamiento climático y de los informes apocalípticos que difunden los científicos. "[Los] que niegan la realidad del calentamiento global debilitan la democracia", dijo Gore en una entrevista con el diario italiano La Repubblica . El premio Nobel de la Paz también se pronunció sobre el llamado "climagate", polémica creada por una serie de correos electrónicos enviados entre científicos en los que se habla de cómo manipular datos que confirmen la influencia del hombre en el cambio climático. "Los negacionistas del cambio climático están engañando a la gente, haciendo creer que esos correos tienen un significado mayor del que les corresponde." Paralelamente a la cumbre, se celebrará un foro alternativo con la participación de 10.000 militantes de ONG. La reunión se hará cerca de la estación central ferroviaria. La principal atracción de esa cumbre será el testimonio de las actuales víctimas del cambio climático en Bangladesh, Nigeria y Groenlandia, que explicarán cómo sus vidas ya son afectadas por el aumento de 0,8° C registrada en un siglo. La conferencia se abrirá, de todos modos, en un contexto más alarmante, creado por un nuevo informe científico. En un estudio publicado ayer en la revista Nature Geoscience, un grupo de especialistas británicos afirma que los índices de reducción propuestos hasta ahora provocarían un calentamiento global de "más de 3° C" en 2100. TRIBUNA El cambio climático nos afecta a todos y todos debemos resolverlo "Clarín" Por primera vez, cincuenta y seis diarios de cuarenta y cinco países deciden hablar con una sola voz a través de un editorial común. La grave emergencia en la que se encuentra el medio ambiente exige responsabilidad y decisión de los líderes que se reúnen desde hoy en Copenhague. Es imperioso revertir el mayor fracaso de la política moderna. Cincuenta y seis diarios de cuarenta y cinco países toman hoy la medida sin precedentes de hablar con una sola voz a través de un editorial común. Lo hacemos porque la humanidad enfrenta una grave emergencia. A menos que nos unamos para dar pasos decisivos, el cambio climático arrasará nuestro planeta y con él desaparecerán también la prosperidad y la seguridad. Los peligros se vienen haciendo evidentes desde hace una generación. Ahora los hechos empezaron a hablar: once de los últimos catorce años fueron los más cálidos de la historia; el casquete de hielo ártico se funde y los elevados precios que alcanzaron el año pasado el petróleo y los alimentos constituyen un anticipo del futuro caos. En las publicaciones científicas, la cuestión ya no es si los seres humanos son los culpables, sino el escaso tiempo que nos queda para limitar el daño. Hasta ahora, sin embargo, la respuesta del mundo es débil y ambivalente. El cambio climático es algo que se viene produciendo desde hace siglos, tiene consecuencias perdurables, y la lucha contra el mismo se determinará en los próximos catorce días. Instamos a los representantes de los ciento noventa y dos países reunidos en Copenhague a no vacilar, a no incurrir en disputas, a no culparse mutuamente, sino a aprovechar la oportunidad de revertir el mayor fracaso moderno de la política. No debe haber una lucha entre el mundo rico y el pobre, ni entre Oriente y Occidente. El cambio climático nos afecta a todos, y todos debemos resolverlo. La ciencia es compleja, pero los hechos son claros. El mundo tiene que tomar medidas para limitar a dos grados el aumento de la temperatura, objetivo que exigirá que se limiten las emisiones globales y que éstas empiecen a reducirse en el transcurso de los próximos cinco o diez años. Un nuevo aumento de entre tres y cuatro grados -el menor que cabe esperar si no se toman medidas- secaría los continentes y convertiría las tierras de cultivo en desiertos. Se extinguiría la mitad de las especies, millones de personas se verían obligadas a desplazarse y el mar invadiría países enteros. Pocos creen que a esta altura Copenhague pueda dar lugar a un tratado completo. El avance real hacia ese tratado sólo pudo comenzar con la llegada del presidente Obama a la Casa Blanca y la reversión de años de obstruccionismo estadounidense. El mundo, sin embargo, sigue estando a merced de la política interna de los Estados Unidos, dado que el Presidente no puede adoptar un compromiso pleno con las medidas necesarias hasta que lo haya hecho el Congreso de su país. Pero los políticos presentes en Copenhague pueden y deben acordar los elementos esenciales de un acuerdo justo y efectivo, y sobre todo un estricto cronograma para convertirlo en un tratado. Su plazo debe ser la reunión de la ONU sobre el cambio climático que se realizará en junio en Bonn. Como señaló un negociador: "Puede llevarnos más tiempo, pero no podemos permitirnos una repetición." El eje de ese acuerdo debe ser un convenio entre el mundo rico y el mundo en vías de desarrollo que comprenda cómo se va a dividir la carga de la lucha contra el cambio climático y cómo compartiremos un nuevo recurso precioso: el billón de toneladas de carbono que podemos emitir antes de que el mercurio alcance niveles peligrosos. A los países ricos les gusta destacar que la verdad aritmética es que no puede haber una solución hasta que gigantes en vías de desarrollo como China tomen medidas más drásticas que las que adoptaron hasta ahora. Pero el mundo rico es responsable de la mayor parte del carbono acumulado, de las tres cuartas partes de todo el dióxido de carbono que se emitió desde 1850. Ahora tiene que ponerse a la cabeza, y todo país desarrollado debe comprometerse a hacer reducciones específicas y significativas que, en su conjunto, en diez años reducirán las emisiones del mundo rico a un nivel muy inferior al que tenía en 1990. Los países en vías de desarrollo pueden señalar que no fueron ellos los que provocaron el grueso del problema, y también que las regiones más pobres del mundo van a ser las más afectadas. Pero deben aceptar que en el futuro contribuirán cada vez más al calentamiento y, por lo tanto, tienen que comprometerse a tomar medidas propias importantes y medibles. Si bien todos hicieron menos que lo que algunos habían esperado, las recientes decisiones de los mayores contaminadores del mundo los Estados Unidos y China- en cuanto a adoptar metas de emisión constituyeron pasos importantes en la dirección correcta. La justicia social exige que el mundo industrializado aporte más recursos y comprometa fondos para ayudar a los países más pobres a adaptarse al cambio climático, así como tecnologías limpias que les permitan crecer económicamente sin aumentar el nivel de sus emisiones. La arquitectura de un futuro tratado también debe precisarse mediante un riguroso monitoreo multilateral, recompensas adecuadas para la protección forestal y una evaluación creíble de las "emisiones exportadas", de modo tal que la carga pueda llegar a compartirse de forma más equitativa entre quienes crean productos contaminantes y los que los consumen. Esa equidad, por otra parte, implica que la carga que asuma cada país desarrollado esté en relación con la capacidad del mismo. Por ejemplo, los miembros más nuevos de la UE, que suelen ser mucho más pobres que "la vieja Europa", no deben sufrir más que sus socios más ricos. La transformación será cara, pero mucho menos que el rescate de las finanzas globales, y mucho menos costosa que las consecuencias de no hacer nada. Muchos de nosotros, sobre todo en el mundo desarrollado, tendremos que cambiar nuestra forma de vida. La era de los vuelos que cuestan menos que el traslado en taxi al aeropuerto se acerca a su fin. Tendremos que comprar, comer y viajar de manera más inteligente. Vamos a tener que pagar más por la energía, y también usarla menos. Pero el pasaje a una sociedad baja en carbono ofrece la perspectiva de más oportunidades que sacrificios. Algunos países ya reconocieron que abrazar la transformación puede generar crecimiento, empleo y una mejor calidad de vida. El flujo de capital cuenta su propia historia: el año pasado por primera vez se invirtió más en formas renovables de energía que en producir electricidad a partir de combustibles fósiles. Erradicar nuestro hábito de carbono en el transcurso de unas pocas décadas exigirá una hazaña de ingeniería e innovación comparable con otras que tuvieron lugar en la historia. Sin embargo, mientras que llevar al hombre a la Luna o dividir el átomo fueron cosas que nacieron del conflicto y la competencia, la carrera del carbono debe ser producto de un esfuerzo cooperativo para alcanzar la salvación colectiva. Superar el cambio climático supondrá un triunfo del optimismo sobre el pesimismo, de la visión sobre la miopía, de lo que Abraham Lincoln llamó "los mejores ángeles de nuestra naturaleza". Es con ese espíritu que cincuenta y seis diarios de todo el mundo se unieron detrás de este editorial. Si nosotros, que tenemos puntos de vista políticos y nacionales tan diferentes, podemos ponernos de acuerdo sobre qué debe hacerse, entonces sin duda nuestros gobernantes también pueden hacerlo. Los políticos presentes en Copenhague tienen el poder de conformar el juicio de la historia sobre esta generación, una generación que tomó conciencia de un desafío y estuvo a la altura del mismo, o una generación tan estúpida que vio venir la calamidad pero no hizo nada para evitarla. Les imploramos que tomen la decisión correcta. Traducción de Joaquín Ibarburu.