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La sala de espera como espacio de aprendizaje social en el campo de la Salud
Autores:

Benarós, Belén. Email: [email protected]. Institución: Hospital Gutiérrez.

Cartes Bertinat, Virginia. Email: [email protected]. Institución: CeSAC Nº 26.

Del Canto, Jesús. Email: [email protected]. Institución. Hospital Álvarez.

Giordano,
Florencia.
Email:
[email protected].
Institución
Hospital
Gutiérrez
Introducción
El presente trabajo tiene por objetivo difundir un proyecto de intervención social en el
ámbito comunitario implementado en Villa 31 del barrio de Retiro (CABA) durante el período
julio 2015-mayo 2016. Esta presentación constituye una síntesis teórico-práctica del
recorrido realizado en el marco de la Residencia de Servicio Social de la Ciudad de Buenos
Aires en el primer nivel de atención del Sistema de Salud.
El proyecto de intervención social objeto de análisis se desarrolló en un Centro de
Salud y Acción Comunitaria (CeSAC), y se tituló “Charlemos sobre Salud en sala de
espera”. Su diseño, implementación y evaluación fue parte de la rotación de los residentes
de segundo año de Trabajo Social, en el ámbito comunitario.
Se destaca el hecho que este proyecto se elaboró en conjunto con la Residencia de
Medicina Familiar y las problemáticas objeto de las charlas surgieron en parte por
intercambios entre ambas residencias. Es decir, que los profesionales participantes
identificaban situaciones de salud-enfermedad en sus espacios de atención que
consideraban comunes y, por ende, era pertinente un abordaje colectivo.
Respecto de la estrategia de intervención, se trató de la ejecución de técnicas que
requerían diferentes niveles de participación por parte de los sujetos que aguardaban
atención profesional en la sala de espera. La duración de este espacio era de 30 minutos
aproximadamente y la frecuencia del mismo era quincenal.
La implementación de proyectos sociales en el campo de la Salud
Reflexionar acerca de la construcción de proyectos desde el Trabajo Social implica
necesariamente concebir la dimensión socioeducativa de la profesión. Al respecto.
Kisnerman (2005) plantea que lo educativo de la profesión radica en que se anima un
proceso de reflexión en la población con la cual se interviene sobre las situaciones
problemáticas y a asumir estrategias y un proyecto propio frente a estas. Para este autor, la
1
acción educativa se articula a su vez con la mediación entre recursos y capacidad de
resolución de problemas sociales. Por cuanto la educación ha sido la dimensión
predominante aquí, deviene fundamental señalar que la inserción territorial del mismo desde
un efector quedó enmarcada dentro de la estrategia de Atención Primaria de la Salud.
De acuerdo con los desarrollos de Niremberg (2006) los proyectos y programas
sociales surgen a partir de una situación que plantea la disconformidad de determinados
sectores, constituyen herramientas de cambio y tienen como objetivo el aprendizaje social.
En este sentido, resulta necesario poder distinguir entre cualquier acción que puede
provocar en el sujeto de la intervención aprendizajes (como puede ser el abordaje a nivel
individual, por ejemplo en el espacio de la Demanda Espontánea) y una acción educativa
propiamente dicha. La diferencia radica en que mientras en el primer caso se trata de una
dimensión que aparece en todos los espacios profesionales como parte del acervo
disciplinar, ésta última es motivada por una intencionalidad definida como tal en el marco del
proyecto.
No se trata por ello de la imposición de significados de uno a otro, sino de la
posibilidad de construir un espacio en el que los interlocutores puedan, a partir de sus
trayectorias particulares, generar interrogantes en el otro que le permitan reflexionar y
problematizar sobre su situación.
Estas intervenciones pueden ser viables en un espacio físico tal como la sala de
espera de los centros de salud, en tanto oportunidad de interactuar con la población usuaria
que concurre habitualmente en busca de atención profesional.
En el espacio de sala de espera de un efector de salud es posible revertir el
momento silenciado e inactivo propio de este lugar físico, y convertir ese espacio de
“espera” en uno más dinámico y participativo. Es posible promover que los participantes
tengan un rol activo, tomen la palabra para intervenir y saber que los problemas que se les
presentan a ellos son padecidos también por otros. Además, este ámbito constituye un
escenario propicio para, por medio de intervenciones cortas, difundir información respecto
de diferentes situaciones problemáticas vinculadas al campo de la salud y recursos
institucionales disponibles para abordarlas.
El sistema de salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, está integrado tal como
lo enuncia la Ley Básica de Salud Nº153, por el “conjunto de recursos de salud de
dependencia estatal, de la seguridad social y privada que se desempeñan en el territorio de
la Ciudad.” Dentro del Subsector estatal, se explicita su organización y desarrollo en base a
la constitución de redes y niveles de atención, guiadas bajo la concepción de la estrategia
de atención primaria. Esta política de salud propone acciones que son integrales y que no
afectan solo lo curativo-asistencial, sino fundamentalmente lo preventivo-promocional.
2
Asimismo se promueve la participación de la comunidad en la toma de decisiones de su
propia salud, favoreciendo la autonomía y autorresponsabilidad en el cuidado de su salud
La organización de la atención se establece por niveles siendo el primer nivel de
atención quien tiene por objeto según el art.18 de la mencionada Ley:
“a) Constituir la puerta de entrada principal y el área de seguimiento de las personas en
las redes de atención.
c) Garantizar la formación de equipos interdisciplinarios e intersectoriales.
d) Realizar las acciones de promoción, prevención, atención ambulatoria, incluyendo la
internación domiciliaria, y todas aquéllas comprendidas en el primer nivel según la
capacidad de resolución establecida para cada efector.
e) Promover la participación comunitaria.
f) Garantizar a las personas la capacidad de resolución adecuada a sus necesidades de
atención, estableciendo articulaciones horizontales y con los otros niveles, con criterio de
redes y mecanismos de referencia y contrarreferencia..
h) Identificar la cobertura de las personas y efectuar la facturación a terceros
responsables de acuerdo a los mecanismos que se establezcan”
Los CeSAC (Centro de Salud y Acción Comunitaria) son establecimientos que
pertenecen al primer nivel de atención. Generalmente se encuentran insertos en los barrios,
en zonas donde la población se encuentra en situación de vulnerabilidad. Implementan
programas de atención y prevención en conjunto con la comunidad, acorde con los
principios de APS. Están integrados por equipos interdisciplinarios, y algunas de sus
acciones se desarrollan a través de distintos programas, como señala la misma ley en su
artículo 10.
En efecto, el proyecto social objeto de análisis tenía un carácter interdisciplinario,
puesto que participaban del mismo residentes de Servicio Social y de Medicina Familiar y
tenía objetivos promocionales y de fortalecimiento comunitario. Textualmente, el objetivo
general del mismo era: “Promover en el CeSAC un espacio de intercambio entre los
usuarios que se encuentran en sala de espera y los profesionales sobre diferentes
problemáticas”.
En concordancia, los objetivos específicos eran los siguientes:
“Propiciar la participación de las personas en torno al proceso de salud-enfermedadatención- cuidado.
Difundir información respecto de diferentes situaciones problemáticas vinculadas al campo
de la salud y los recursos institucionales para abordarlas.
Favorecer la accesibilidad de los usuarios al centro de salud”
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Según plantea Stolkiner (2007) es en el primer nivel de atención donde se despliega la
mayor complejidad del sistema de salud, ya que el contacto cercano con la población impide
la reducción de su problemática a un mero síntoma. Es decir que se presenta la situación en
toda su complejidad, dificultando la fragmentación de la problemática a abordar. Aquí es
donde la concepción de la estrategia de APS que concibe integralmente los problemas de
salud–enfermedad-atención de las personas y el conjunto social, cobra mayor importancia,
imponiendo su necesidad.
Tal como se viene describiendo las problemáticas sociales complejas, son
transversales, y abarcan una serie de problemas que se expresan en forma singular en la
esfera del sujeto. De esta forma se reclaman intervenciones desde diferentes ámbitos, lo
cual implica nuevos desafíos a las posibilidades de la interdisciplina.
Comprender dicha complejidad, implica la necesidad de abrir las fronteras de las
disciplinas, y plantearse la posibilidad de un trabajo interdisciplinario con el fin de dar
respuestas a las necesidades concretas de la población. Elichiry (2009: 3) plantea que “la
aproximación interdisciplinaria, en cambio, surge ante la demanda social, ante las
situaciones de problemas cada vez más complejos y por evolución interna de las ciencias.”
Así se piensa que para realizar una intervención que tenga en cuenta la integralidad
del sujeto, es indispensable el trabajo interdisciplinario e intersectorial.
En cuanto a la búsqueda de la participación, se trata de un concepto polisémico y/o
utilizado desde perspectivas no siempre concluyentes en el campo de la salud. En este
sentido, Bronfman y Gleizer (1994) analizan por un lado, los sentidos que se le atribuyen a
la participación comunitaria, y por otro, las formas y niveles en las que ésta ocurre
efectivamente. En lo que se refiere al sentido que puede atribuirse a esta noción, los autores
distinguen posiciones extremas bien diferenciadas, que desde luego presentan matices en la
práctica: las que están a favor de la participación comunitaria en los programas de salud y
las que están en contra.
En cuanto a las modalidades en las cuales la participación comunitaria puede
efectivizarse, los autores diferencian diferentes dimensiones a tener en cuenta: momento del
programa en el cual la comunidad participa, mecanismos a través de los cuales la misma se
hace posible, duración de esta participación y tipo de acciones que se llevan a cabo.
En el proyecto de intervención que aquí se analiza el recorte de la comunidad
participante del proyecto correspondía con los sujetos que precisamente aguardaban
atención profesional en el CeSAC los días jueves, entre el mediodía y las catorce.
Los participantes de este proyecto presentaban características
propias del perfil
poblacional de Villa 31, a saber: sujetos sin cobertura de obra social, con necesidades
básicas insatisfechas y precariedad habitacional. En general, eran en su mayoría mujeres
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que aguardaban atención profesional, ya que como señalan diferentes autores, éstas son
las principales usuarias del Sistema de Salud, que está organizado bajo lógica materno
infantil.
Identificación de problemas de salud y ejecución de actividades
Como se había mencionado al comienzo, la selección de temáticas objeto de las
intervenciones respondía a las situaciones problemáticas identificadas previamente por los
profesionales de Trabajo Social y Medicina Familiar en sus espacios de consulta. En efecto,
se abordaron la violencia de género, los riesgos domésticos y su prevención, salud sexual y
reproductiva, dengue, entre otros.
Por otro lado, a partir de la intervención con grupos se trabaja en función de posibilitar
la construcción de un dispositivo de redistribución de poder, el cual promueva el intercambio
y la apropiación de saberes que habiliten a los sujetos a consultar a los diferentes
profesionales de la salud y poder tomar decisiones conjuntas. Asimismo, se intenta generar
un ambiente que brinde herramientas para la construcción de ciudadanía en el que exista la
posibilidad de visualizar las situaciones de vulneración de derechos, como también propiciar
un espacio de subjetivación que permita el fortalecimiento de lazos de socialización e
intercambio
En general, la población usuaria del CeSAC enunciaba demandas sociales y médicas
relativas a estas áreas de forma individual y/o vincular. De acuerdo con las residentes de
Medicina Familiar, sus pacientes mujeres referían de forma frecuente mantener relaciones
sexuales no consentidas, situaciones de control en extremo generadas por sus parejas,
embarazos no deseados y ausencia de controles al respecto. En lo que se refiere a las
demandas hacia el Trabajo Social, algunas usuarias habían manifestado explícitamente
diferentes modalidades de violencia de pareja.
A los efectos de transformar estas demandas individuales en intervenciones colectivas,
y debido a su frecuencia, se evaluó el carácter de problema social del emergente, relativo a
la sociedad patriarcal. Desde esta lógica, se considera que factores culturales tales como las
desigualdades de género y su naturalización, favorecen el padecimiento por parte de
mujeres de diferentes tipos de maltrato, no siempre percibidos como tales.
Asimismo, la coyuntura sociohistórica favorecía este abordaje debido a que
recientemente se había desarrollada la Marcha “Ni una menos”. Este evento constituyó una
expresión pública multitudinaria en diferentes puntos del país provocados por la alta tasa de
femicidios. A partir de este escenario, se utilizaron imágenes disparadoras para abordar la
temática y explorar diferentes respuestas, a la vez que resignificar saberes previos.
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En el caso de prevención de riesgos en el hogar, se trató de un tema identificado por
los profesionales a cargo del proyecto y respondía tanto a cuestiones habitacionales del
contexto como a dificultades que en general pueden presentarse con niños pequeños. Las
primeras son inherentes a las frecuentes caídas de altura en este espacio social, debido a la
precariedad de las construcciones. Las segundas responden al cuidado de la primera
infancia en materia de actividades y objetos domésticos (fuego de la cocina, acceso a
productos de limpieza, ingesta de pequeños elementos, etc.). Estas situaciones cotidianas
atraviesan a todos los sectores sociales, pero se ven agravadas por las condiciones
materiales de existencia de sectores vulnerables.
Respecto a las intervenciones sobre Salud Sexual y Reproductiva, se trató de la
exploración del conocimiento previo en esta área y la desnaturalización de mitos. Los temas
trabajados fueron el uso del preservativo, la pastilla de emergencia e infecciones de
transmisión sexual (ITS).
A lo largo de estas diferentes intervenciones, se buscaba en todo momento vincular
la experiencia individual de los sujetos con procesos sociales de carácter colectivo. Como se
anunciaba al comienzo, el diseño de este proyecto fue progresivo e interdisciplinario, en
tanto aspecto característico del primer nivel de atención y como superación de la
fragmentación de la realidad.
La elaboración de proyectos sociales como construcción interdisciplinaria
La interdisciplina ha sido definida por Cazzaniga (2007) como la conjunción de
diferentes lenguajes en un marco común. En lo que se refiere al equipo profesional a cargo,
la conjunción de ambas disciplinas favorecía la integralidad del abordaje de problemas de
salud.
Participar de un equipo interdisciplinario es una experiencia muy enriquecedora, donde
se construyen aprendizajes con otros profesionales de diversas disciplinas, la posibilidad de
entablar diálogos nuevos, pero donde es necesario tener un lenguaje que pueda ser
comprendido por todos aquellos que intervienen.
Desde
las
formaciones
disciplinares
históricamente
se
ha
propuesto
un
parcelamiento del saber, con raíces en la concepción tradicional positivista, que generan
una fragmentación de la realidad e implican una descontextualización de los problemas que
la realidad plantea.
Como ya se ha mencionado anteriormente, estos problemas se complejizan,
observándose por ejemplo la violencia de genero, una situación cuya multidimensionalidad
exige un abordaje desde varias disciplinas.
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Así como se visualiza un proceso de fragmentación y quebrantamiento de lazos
sociales en la sociedad, de ruptura de espacios de sostén y de conformación identitaria, se
plantea desde el campo científico la necesidad de impulsar un movimiento inverso. Es decir,
favorecer el encuentro entre las disciplinas, aportar la especificidad de cada una, para poder
contrarrestar esa fuerza aplanadora de la realidad.
Hablar de intercambios es hablar de movimiento. Éste es un elemento central para
comprender la interdisciplina como un proceso de conformación, que se va creando, que va
avanzando y retrocediendo, pero que en este interjuego produce transformación. Se
presenta entonces un doble dilema en relación a la unidad y a la diversidad, la búsqueda de
un equilibrio en el encuentro con otras disciplinas, sin perder la especificidad profesional.
Esta construcción conjunta evidenció facilitadores y obstaculizadores.
Respecto de los facilitadores, los saberes de ambas disciplinas favorecieron la
construcción colectiva del proyecto en sus diferentes momentos. En efecto, tanto la
Residencia de Trabajo Social como la de Medicina Familiar participaron de forma grupal en
la planificación de actividades, su ejecución y posterior evaluación. También destaca el
hecho de que el ofrecimiento del espacio de consultorio de ambas profesiones al final de
cada actividad promovía la formulación de nuevas demandas.
En cuanto a los obstaculizadores, sobresalen aspectos de la formación profesional de
ambas disciplinas y los diferentes modos de pensar y organizar la tarea. Por un lado, la
educación médica y la de los trabajadores sociales difiere a nivel teórico y epistemológico,
por cuanto la primera se asienta sobre el paradigma positivista biologicista y la segunda
tiende a la multidimensionalidad de la realidad. Esto se traduce en modalidades divergentes
de interacción con la población usuaria y de aprehender su subjetividad.
Por otro lado, la organización del trabajo a partir de la diferencia de prioridades de
ambas profesiones era relativa tanto a la propia formación como a la demanda institucional.
En relación a esta última, se trataba de un centro de salud que privilegiaba la asistencia
individualizada enfocada en la demanda por sobre la generación de proyectos
interdisciplinarios e intersectoriales. Esta lógica de organización del trabajo era más afin al
ejercicio profesional de Medicina Familiar que al de Trabajo Social, por lo cual ciertamente
era todo un desafío buscar momentos para agruparse, coordinar tiempos y acordar criterios
sobre el proyecto.
Evaluación del proyecto
Desde esa perspectiva, el concepto de evaluación es una actividad científica
enmarcada dentro de la denominada “investigación aplicada” y lleva implícita la idea de que
permite “generar información”. En este sentido, la evaluación podría identificarse con un
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carácter instrumental ya que, como señala Briones “la razón de ser de la evaluación es la
utilización de sus hallazgos, la aplicación al programa de los resultados de la investigación
evaluativa” (Briones G. Op. Cit. Pág. 15)
Según Briones, la evaluación ex – post es el “estudio que se realiza después de que el
programa ha terminado, con la finalidad de establecer si se obtuvieron o no los resultados
esperados y los factores que actuaron en una u otra dirección”. Se trata de una fase de los
proyectos que permite generar conclusiones y correcciones para las nuevas elaboraciones
que persigan fines semejantes, a partir de la información generada.
En el ámbito del Trabajo Social, De Robertis (2006) distingue como parte de la
metodología propia entre la evaluación preliminar y la evaluación de los resultados. Mientras
que la primera alude a los datos que se construyen o recogen luego del análisis de la
situación, la segunda es inherente a los resultados de un proyecto de intervención.
Con respecto al proyecto de este análisis, la evaluación fue simultánea a la ejecución
del mismo. Se tenía en cuenta el modo en que los sujetos participaban en cada actividad, ya
sea de forma verbal y activamente en las técnicas como así también de forma gestual. En
cuanto a los actores a cargo del mismo, y en relación a lo planteado en el apartado anterior,
se producían encuentros grupales entre ambas residencias para dialogar sobre el desarrollo
de las actividades.
En estos espacios, se intercambiaba acerca del modo en que cada técnica se había
ejecutado, visualizando el impacto de la misma, la transmisión de la información y la
distribución de roles. Estos encuentros permitieron la identificación temprana de dificultades
que pudieron superarse o al menos abordarse.
Asimismo, como instrumento de evaluación que captara la percepción de los
participantes, se diseñó una encuesta semi-estructurada a ser completada de forma
anónima al final de cada encuentro. Esta registraba intereses de la persona y valoración de
la actividad, entre otros.
Finalmente, destaca el hecho de que frente a cada temática abordada se evaluaba
previamente la capacidad de ambas profesiones de poder ofrecer respuestas a las
demandas que pudieran surgir. Es decir, que al final de cada técnica se ofrecía el espacio
de consulta tanto de Trabajo Social como de Medicina Familiar, para responder a las
consultas puntuales que pudieran surgir sobre las temáticas.
Conclusiones
A lo largo del presente trabajo se han analizado las posibilidades educativas del
Trabajo Social en el ámbito de la salud en el espacio de sala de espera en el marco de un
proyecto social.
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Este dispositivo ha buscado la generación de un espacio de intercambio entre
profesionales del centro de salud y la población que aguardaba atención en sala de espera,
y ha consistido en la ejecución periódica de actividades participativas para resignificar los
saberes de la población usuaria sobre diferentes problemáticas de salud.
A partir de acciones de esta índole, el ejercicio profesional de los trabajadores sociales
puede favorecer la integración de las dimensiones biológica, psicológica y social de la salud
(fragmentadas por el modelo biomédico) en abordajes que privilegien la promoción y la
prevención.
Asimismo, el intercambio entre profesionales y usuarios ha permitido, en tanto
momento investigativo de la intervención, la exploración de saberes previos, recursos a los
que los sujetos pueden acceder y modalidades de interacción social en general. De esta
manera, se genera un intercambio entre los sujetos que aguardan atención profesional y el
equipo responsable, puesto que los primeros comparten información que permitirá redireccionar el proyecto u otras intervenciones profesionales de los segundos.
Para finalizar, deviene fundamental señalar cómo la construcción de proyectos
sociales de carácter interdisciplinario constituye un desafío en sentido amplio. Por un lado,
por las diferencias entre formaciones y lógicas profesionales intervinientes, y por el otro, por
el funcionamiento organizacional de las instituciones, cuyas demandas y expectativas no
siempre favorecen estos procesos.
Bibliografía
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Bronfman, M. y Gleizer, M. “Participación comunitaria: necesidad, excusa o
estrategia? O de qué hablamos cuando hablamos de participación comunitaria”. Cad.
Saúde Pública [online]. 1994, vol.10, n.1, pp. 111-122.

Cazzaniga (2007) Hilos y nudos. La formación, la intervención y lo político en el
Trabajo Social. Buenos Aires. Espacio.

Elichiry, N. (2009) Escuela y Aprendizajes. Trabajos de Psicología Educacional.
Buenos Aires. Manantial.

Kisnerman, N. (2005) Pensar el Trabajo Social. Una introducción desde el
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
Niremberg, O. (2006) Participación de adolescentes en proyectos sociales. Buenos
Aires. Paidós.

Restrepo, H. y Málaga, H. (2002) Promoción de la salud. Cómo construir vida
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9

Stolkiner, Alicia; Garbus, Pamela. “Integralidad de las prácticas de APS e
Interdisciplina” en Comunicando Salud. Revista de APS. Año 4. Nº7. Abril 2007.
Córdoba.
Normativa

Ley Básica de Salud N° 153 de la Ciudad de Buenos Aires
10