Download Dossier sobre Cambio Climático Nº 45

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15 de noviembre de 2013
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Nº 45
Un alto a los subsidios al cambio climático, por Kevin Watkins
El cambio climático: una realidad insoslayable y dramática también en los países andinos
¿Se privatiza la naturaleza?, por Barbara Unmuessig
¿Por qué fue tan feroz el supertifón Haiyán?
El mar esconde el calentamiento
UE-América Latina, contra el cambio climático
Ambiente: No todo es culpa del cambio climático, por María Amparo Lasso
Calentamiento global: la reunión eterna, por Alieto Aldo Guadagni
Calentamiento global: el pánico no es necesario, por Bjørn Lomborg
1. UN ALTO A LOS
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SUBSIDIOS AL CAMBIO CLIMÁTICO, POR KEVIN WATKINS
La próxima semana gobiernos tendrán una ronda crucial de negociaciones sobre el clima en
Varsovia, Polonia, pero las aspiraciones y expectativas están en su nivel más bajo. Aunque no
tiene que ser así: la reunión en Varsovia ofrece una oportunidad para impulsar acciones en
cuanto a una de las fuerzas más potentes que fomentan el cambio climático –los miles de
millones de dólares que gastan los gobiernos en subsidios a los combustibles fósiles.
Las negociaciones de Varsovia están en una etapa vital de cara a la Cumbre sobre cambio
climático de las Naciones Unidas de 2015 en París. Ahí, los gobiernos tratarán de crear un
acuerdo que impida un cambio climático peligroso, definido como calentamiento global de
más de dos grados Celsius. El fracaso hará que futuras generaciones estén expuestas a riesgos
climáticos catastróficos, mientras que millones de personas quedarán atrapadas en la pobreza
debido a tormentas, inundaciones y sequías prolongadas más frecuentes y más intensas.
La magnitud del problema se muestra mediante cálculos básicos del balance de carbono. De
acuerdo con el estudio más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático, (IPCC) estamos en el proceso de agotar todo el presupuesto de carbono del
siglo XXI para 2030.
Así pues, ¿podemos evitar un choque inminente entre los sistemas de energía que impulsan la
economía global y los límites ecológicos de nuestro planeta?
Las innovaciones necesarias están surgiendo. Los avances recientes en tecnología eólica, solar,
mareomotriz, bioenergética y geotérmica y de pilas de combustible están transformando el
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alcance de la producción de energía de bajo contenido de carbono. Además de salvar el
planeta, estas tecnologías podrían crear nuevas oportunidades de inversiones, ofrecer energía
asequible y sustentar el crecimiento.
No obstante, este potencial se logrará únicamente si los gobiernos emprenden políticas
ecológicas industriales. Necesitan alinear el objetivo de evitar un cambio climático peligroso
con los desincentivos a la producción de energía de contenido intensivo de carbono –incluidos
impuestos, mercados de carbono y apoyo para alternativas ecológicas.
Los subsidios a los combustibles fósiles tienen el efecto contrario. Promueven activamente la
energía de contenido intensivo de carbono y disuaden las inversiones ecológicas. De acuerdo
con la agencia Internacional de la Energía, gobiernos inyectaron 523 mil millones de dólares
en 2011 en subsidios para combustibles fósiles. Desde la perspectiva del cambio climático,
este es un mundo al revés: por cada dólar destinado a apoyar energías renovables, seis se usan
para promover combustibles de contenido intensivo de carbono.
Gran parte de los subsidios a los combustibles fósiles se encuentran en países en desarrollo,
donde se agotan presupuestos y se ofrecen transferencias a hogares ricos. Sin embargo, los
países ricos operan sus propios subsidios, con un promedio de 7 dólares por cada tonelada de
CO2 que emiten. En investigaciones del Instituto de Desarrollo Internacional (Overseas
Development Institute) de Reino Unido que estudiaron la información sobre subsidios fiscales
y a consumidores de gobiernos en once países de la OCDE, se encontró que hay un apoyo de
72 mil millones de dólares, o alrededor de 112 dólares por adulto. Es una forma muy
irresponsable de gastar el dinero público.
Las inconsistencias entre las metas sobre el clima y las políticas energéticas son cada vez más
profundas. Alemania está dando apoyos opulentos a la construcción de nuevas centrales de
carbón. Gran Bretaña ofrece generosos beneficios fiscales para la actividades de exploración
de gas y petróleo, incluidos acuerdos excepcionales con compañías dedicadas a la
fracturación. Los Estados Unidos destinan grandes cantidades en subsidios a la gasolina y
otros combustibles fósiles. En todos estos casos se socavan las metas ambiciosas sobre el
cambio climático debido a los subsidios habituales.
Los mercados de carbono podrían corregir los subsidios a los combustibles fósiles pero no es
el caso. La Unión Europea clama el liderazgo global en el tema de cambio climático, pero sus
líderes han permitido el colapso del precio del carbono en el programa de comercio de
emisiones de la UE, debido a una oferta excesiva de créditos de carbono. En contraste, Corea
del Sur ha declarado que pondrá en aplicación límites a la emisión de gases de efecto
invernadero, que se prevé impulsarán los precios veinte veces más que los de los niveles
actuales de la UE para 2017 –además, la inversión en energía ecológica en Corea del Sur está
en auge.
Como los precios de la energía ganan terreno, existe el riesgo de socavar más los incentivos de
por sí pobres a la inversión en energías de bajo contenido de carbono. En Europa, los llamados
para una “energía asequible” se convierten rápido en eufemismos debido a los mayores
subsidios a los combustibles fósiles y retrocesos en cuanto a los compromisos de adopción de
energía ecológica.
Las discusiones actuales en el Reino Unido ilustran el tipo de fallas que están surgiendo. Hace
cinco años, Gran Bretaña rompió el molde internacional y adoptó legislación que imponía una
reducción de 80% de emisiones de gas de efecto invernadero para 2050. Ahora, los líderes
políticos atacan abiertamente la “carga” que supone los impuestos ecológicos. El gobierno ha
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pospuesto la fijación de la meta de descarbonización en la generación de electricidad; hay
incertidumbre en cuanto a los precios de las fuentes de energías ecológicas; y el Banco de
Inversión Ecológica no tiene suficientes fondos. No es una sorpresa que la inversión en
energías renovables ha caído a su nivel más bajo en cuatro años.
Las expectativas superarán la evidencia si las negociaciones sobre el clima en Varsovia
generan avances importantes. Con todo, las negociaciones sirven de base para acciones
concretas –y para que los gobiernos demuestren liderazgo dando el ejemplo.
Los países del G-20 que en principio ya han aceptado eliminar gradualmente los subsidios a
los combustibles fósiles, deben aprovechar el momento. Podrían tener su propia cumbre en
Varsovia para establecer un programa para pasar a la acción. La meta debería de ser la
eliminación de todos los subsidios a los combustibles fósiles para 2020.
Los países ricos del G-20 podrían ir más lejos y más rápido. Deberían hacer el compromiso de
eliminar todos los subsidios para cuando llegue la COP 21cumbre sobre cambio climático de
las Naciones Unidas en 2015, que tendrá lugar en París, y pueden empezar el próximo año
mediante el retiro de toda la ayuda a la exploración de gas, petróleo y carbón. Además,
deberían destinar parte de los ahorros que resulten en programas de cooperación energética
con el fin de servir de apoyo a las transiciones hacia un menor contenido de carbono en países
en desarrollo.
La eliminación de subsidios a combustibles fósiles sería un paso pequeño hacia la creación de
un acuerdo global sobre el cambio climático; pero un paso en la dirección correcta –y podría
restablecer la confianza en un proceso de negociación que no conduce a ningún lado.
Fuente: Kevin Watkins es el director del Instituto de Desarrollo de Ultramar con sede en
Londres – Inglaterra. Este artículo de opinión fue publicado por Project Syndicate y se
encuentra disponible en el sitio Web: http://www.project-syndicate.org/
2. EL CAMBIO CLIMÁTICO: UNA REALIDAD INSOSLAYABLE Y DRAMÁTICA TAMBIÉN EN LOS
PAÍSES ANDINOS
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático advierte en su más
reciente informe que el clima se volverá más extremo en varias partes del mundo. Según los
especialistas, las regiones más húmedas del mundo tendrán en el futuro más precipitaciones,
mientras que las zonas más áridas deberán adaptarse a períodos más prolongados e intensos de
sequía.
A comienzos del año 2013, Rajendra Pachauri, Presidente del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el cambio Climático conocido como IPCC (por sus siglas en inglés,
Intergovernmental Panel on Climate Change), había alertado sobre una inequívoca tendencia
hacia un acelerado calentamiento mundial. En setiembre de 2013, ante delegados de 110
países, indicó en Estocolmo, Suecia, que las pruebas científicas del cambio climático se han
reforzado cada año, dejando poca incertidumbre, salvo sobre sus graves consecuencias.
La primera parte del Quinto Informe de Evaluación del IPCC, conocido también como AR5
(Fifth Assessment Report), se ha publicado a fines de setiembre de 2013 (ver adjunto). El
documento detalla las bases científicas del cambio climático y reafirma la responsabilidad del
ser humano así como la intensificación de ciertos fenómenos extremos. El informe de
aproximadamente 2500 páginas de extensión, que ha contado con la contribución de más de
259 expertos de 39 países, subraya también la intensificación de algunos fenómenos extremos,
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con importantes repercusiones en los países andinos. Además, en el futuro las capas de hielo
serán más delgadas en todo el mundo
La información publicada es clara y contundente. El nivel del mar sube más rápido de lo que
se pensaba hasta ahora por el calentamiento global, y existe una probabilidad de al menos un
95% de que el problema ha sido provocado por el ser humano.
Por su parte, Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, afirmó que el nuevo informe constituye una
alerta sobre el cambio climático en el planeta, ya que muestra que todo lo que sabíamos hasta
ahora infravaloraba el problema: "Va más rápido de lo que pensábamos y los efectos son más
fuertes de lo que creíamos", afirmó. Figueres agregó que los gobiernos deben empezar a
pensar en medidas drásticas y alcanzar un acuerdo global hacia el 2015.
El tema es preocupante para millones de personas que viven en ciudades costeras y deltas, por
ejemplo en las 136 ciudades costeras del mundo de más de un millón de habitantes, pero
también para comunidades locales como las que viven en y de los recursos de ecosistemas
como los manglares.
Los impactos del cambio climático no son ni serán sentidos por todos por igual. El IPCC,
como indicara este año la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, con motivo del Día
Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, trabaja activamente para recabar la
colaboración de los pueblos indígenas y de las comunidades locales. Por medio del Programa
sobre Sistemas de Conocimientos Locales e Indígenas (Programa LINKS), la UNESCO está a
la cabeza de iniciativas interinstitucionales encaminadas a incluir conocimientos indígenas en
las consideraciones sobre el cambio climático, enfatizó Bokova.
Las partes dos y tres del AR5 y el informe de síntesis serán presentados durante el año 2014.
El IPCC elabora informes periódicos de evaluación del cambio climático con base en
investigaciones científicas, técnicas y socioeconómicas desarrolladas por expertos de todo el
mundo. Los dos primeros informes de evaluación fueron publicados por el IPCC en 1990 y
1992, respectivamente, mientras que el tercero, publicado en 1995, facilitó información
científica clave para la elaboración del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático
(adoptado en 1997 y entrado en vigor en 2005). El cuarto diagnóstico, divulgado en 2007,
presentó evidencias suficientes para afirmar que el calentamiento global es inequívoco e
indicó como causa muy probable las actividades humanas. Ese cuarto informe, AR4, le valió
al IPCC el Premio Nobel de la Paz (compartido con el ex vicepresidente de Estados Unidos
Albert Arnold Gore Jr., Al Gore).
Fuente: Nota Prensa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO), disponible en el sitio Web: http://www.unesco.org/
3.
¿SE PRIVATIZA LA NATURALEZA?, POR BARBARA UNMUESSIG
Hoy en día pocas personas tienen la esperanza de que convenciones de las Naciones Unidas
como la Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad
Biológica puedan evitar el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento
de los suelos cultivables y el agua. Asimismo, la búsqueda de límites estrictos a las emisiones
de CO2 y normas ambientales y sociales más rígidas para reducir el consumo de recursos
naturales y proteger a los trabajadores parece estar pasado de moda pues las economías
afectadas por la crisis están inquietas de que dichas regulaciones obstaculicen la inversión y el
comercio.
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Como los viejos métodos han perdido credibilidad, algunos gobiernos, economistas e
instituciones internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente han adoptado un nuevo enfoque, que se basa en la idea de que la naturaleza es un
proveedor de “servicios de ecosistemas”. Con dicho enfoque han transferido la
responsabilidad de atender el riesgo medioambiental al sector privado y a los mecanismos
basados en el mercado.
Según este nuevo paradigma, la preservación ambiental es un asunto comercial en el que el
medio ambiente es solamente un conjunto de bienes y servicios comercializables. El resultado
de esta lógica es que los servicios de ecosistemas ya no serán gratuitos. En efecto, de acuerdo
con Pavan Sukhdev, el autor principal de la investigación The Economics of Ecosystems and
Biodiversity (La economía de los sistemas y la biodiversidad), que tiene por objetivo subrayar
el impacto económico del deterioro ambiental, “Usamos la naturaleza porque es valiosa, pero
la perdemos porque es gratuita.”.
Si duda, asignar valor a los servicios de ecosistemas va más allá de etiquetarlos con un precio.
De hecho, este enfoque puede ayudar a definir las políticas medioambientales más eficientes
para obtener los beneficios de la biodiversidad y los ecosistemas. A diferencia del PIB,
algunos modelos nuevos de contabilidad incluyen mecanismos para cuantificar las ventajas de
los servicios de ecosistemas o los costos de su destrucción, creando así una base para tomar
medidas económicas y políticas.
El peligro radica en que el paradigma desembocaría fácilmente en la financialización de la
naturaleza. En efecto, el proceso ha empezado, por ejemplo, el Programa ONU-REDD incluye
incentivos de mercado y financieros para reducir las emisiones de gases efecto invernadero
debido a la deforestación y la degradación de los bosques.
De igual manera, “los hábitats de reserva” permiten a los promotores comerciar créditos de
hábitat o de biodiversidad –obtenidos mediante medidas que protegen, restauran o mejoran
hábitats o especies- para compensar los costos ambientales del desarrollo. Además, los
sistemas de comercio de carbono reducen el valor de los suelos y bosques a su capacidad de
almacenamiento de carbono.
Todo esto implica la propiedad privada de servicios de ecosistemas. Sin embargo, en muchos
países, los ecosistemas intactos restantes se encuentran en áreas pobladas por pueblos
indígenas, lo que crea inevitablemente conflicto con las comunidades afectadas y al interior de
estas. Los locales querrán saber quién ostenta la propiedad de los servicios y quién obtiene los
beneficios de los créditos asociados. Y quienquiera que sea tendrá que asumir la
responsabilidad de cumplir los complicados requisitos de contabilidad y conformidad, y
mitigar al mismo tiempo los riesgos de exclusión.
Además, la voluntad del sector privado para financiar, por ejemplo, la conservación de los
bosques, depende de la integración de varios créditos en los programas globales de comercio
de emisiones –una remota posibilidad dado el estado de las negociaciones internacionales
climáticas. Bajo la situación actual, el comercio de emisiones funciona solamente como una
forma de corregir el enfoque tradicional de los países industrializados. La creciente
participación de los instrumentos basados en el mercado en la conservación solo permitirá a
las empresas manipular sus obligaciones ambientales, mientras que para los gobiernos será
más fácil desatender su responsabilidad en el diseño de políticas ambientales.
Por ejemplo, el año pasado, el poderoso lobby agroindustrial de Brasil logró hacer que el
gobierno aprobara un nuevo código forestal, que incluye instrumentos basados en el mercado
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para ofrecer a los productores agrícolas más flexibilidad en las actividades de conservación.
Como resultado, los propietarios de tierras que reducen más la vegetación de la permitido por
ley ahora pueden volver a satisfacer los criterios de conformidad mediante la compra de
créditos de compensación en la Bolsa de valores ambiental de Rio de Janeiro (Bolsa Verde) a
aquellos que tienen más de la cantidad mínima obligatoria de cubierta forestal.
Motivados por el nuevo esquema, aquellos que quieren ofrecer créditos de compensación
tomaron tierras por la fuerza en zonas donde no es redituable talar –una respuesta orientada
por el mercado que estuvo acompañada de violaciones a los derechos humanos. La experiencia
de Brasil pone de manifiesto los riesgos de una política ambiental laxa –que ofrece la
posibilidad a aquellos con recursos la opción de salir del problema a costa de ciudadanos más
vulnerables, en particular pueblos indígenas y agricultores a pequeña escala pobres.
La crisis económica global expuso los riesgos de depender exclusivamente de los mercados
para regular la actividad económica. Dado que las consecuencias de una crisis ambiental
mundial serían mucho más devastadoras, subordinarse a los mecanismos basados en el
mercado para proteger y fortalecer el medio ambiente es una receta que conduce al desastre.
A fin de evitar un resultado como ese, las personas en todo el mundo deberían rechazar la idea
de que la naturaleza es un proveedor de servicios y exigir a los responsables del diseño de
políticas trabajar activamente para proteger y restablecer hábitats y biodiversidad. No se debe
permitir que los mecanismos para “compensar” las actividades perjudiciales desvíen la
atención de lo que realmente es urgente, como prevenir la deforestación y suprimir
gradualmente los combustibles fósiles.
Con este fin, debe prohibirse la financialización de la naturaleza mediante derivados y otros
productos financieros. Después de todo, si bien el valor monetario actual de un bosque tropical
intacto no corresponde a los recursos minerales y naturales que contiene, su importancia para
la supervivencia humana es invaluable.
Además, los gobiernos deberían suprimir gradualmente los subsidios que perjudican el clima y
la biodiversidad, como los incentivos en efectivo orientados a estimular la reducción de la
masa forestal en nombre de actividades “productivas” como la agricultura. Con ello, los países
podrán cumplir sus objetivos de protección ambiental mientras que ahorran recursos fiscales.
Todo esto no quiere decir que los mecanismos basados en el mercado no sirven para la
protección y restauración ambiental. Sirven pero solo si forman parte de un marco integral que
tome en cuenta el verdadero e inconmensurable valor del medio ambiental natural.
Fuente: Barbara Unmuessig es presidenta de Heinrich-Böll-Stiftung. Este artículo de opinión
fue publicado por Project Syndicate y se encuentra disponible en el sitio Web:
http://www.project-syndicate.org/
4.
¿POR QUÉ FUE TAN FEROZ EL SUPERTIFÓN HAIYÁN?
El extraordinario poder destructivo del tifón Haiyán, que arrasó comunidades enteras en
Filipinas, asombró a quienes habían previsto su paso pero no su fuerza.
Alrededor de 10.000 muertos, más de 600.000 personas desplazadas y un país en estado de
calamidad nacional figuran en el triste récord de una de las tormentas más potentes de la
historia.
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Sin embargo, el presidente filipino, Benigno Aquino, aseguró que esos reportes iniciales de
víctimas mortales son demasiado altos y que la última estimación es de aproximadamente
2.500.
Y aunque los filipinos están acostumbrados a la amenaza de los tifones –han sufrido más de 20
sólo en este año– ninguno se acerca a la magnitud de este.
Imagen satelital del tifón Haiyán
"Creo que lo que lo hizo particularmente peligroso fue que alcanzó su punto máximo de
intensidad cuando llegó a la costa, y por eso es probablemente uno de los tifones más
poderosos que jamás haya tocado tierra", dijo a la BBC Julian Heming, del servicio
meteorológico británico.
¿Pero cómo se forma una tormenta como ésta, la versión más extrema del clima?
Calor y baja presión
Como todas las tormentas tropicales, comenzó como un grupo de cumulonimbos o nubes
cargadas de electricidad. Algo común, según explica David Shukman, editor científico de la
BBC.
Pero estas nubes se fundieron rápidamente en un único sistema atmosférico que comenzó a
rotar, arrastrando aire hacia arriba, hacia su centro.
La tormenta se extendió sobre más de 400 kilómetros. En este punto, ya era un tifón.
El calor, creciente por el movimiento, iba aumentando su fuerza. Las temperaturas altas
significan más energía, y esto hace que se acelere el viento en el ojo de la tormenta y a su
alrededor.
Según reporta Matt McGrath, corresponsal de Medio Ambiente de BBC, Haiyán presentó
características inusuales que incrementaron su potencia. Normalmente, las paredes de la
tormenta que rotan alrededor del ojo se van renovando con el movimiento, debilitando la
velocidad de los vientos. Pero eso no pasó en este caso.
Pero además, la intensa presión baja levantó la superficie del mar para crear una marejada
ciclónica o inundación costera, otra fuente de peligro que arrasó con todo lo que se encontró a
su paso.
Destrucción en Tacloban tras el tifón Haiyán
La tormenta llegó a Filipinas por la isla de Samar, a unos 600 kilómetros de la capital, Manila,
poco antes del amanecer del viernes pasado, con vientos que se estima rondaban los 314kph.
Guiuan, una localidad de pescadores de 40.000 habitantes, fue el primer lugar que golpeó la
tormenta, que arrancó casi todos los techos de las casas.
Tacloban, de 200.000 habitantes, también sufrió los embates del ciclón.
Cambio climático
Mientras los filipinos luchan por sobrevivir tras el tifón y esperan la ayuda internacional, los
efectos de la catástrofe se hicieron sentir de un modo particular en la apertura de conferencia
mundial sobre cambio climático en Varsovia, Polonia.
El desatre causado por Haiyán marcó el inicio de la cumbre de Naciones Unidas, que arrancó
este lunes en la capital polaca y durará dos semanas.
La intervención del delegado filipino llamando a la acción inmediata conmovió a los
asistentes.
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"Podemos arreglarlo, podemos detener esta locura ahora mismo", dijo Naderev Saño al borde
de las lágrimas, y anunció una huelga de hambre hasta que se avance en los acuerdos para
contrarrestar los efectos del calentamiento global.
"En solidaridad con mis compatriotas, que luchan para encontrar alimentos, voy a comenzar
un ayuno voluntario por el clima", declaró Saño al comienzo de la sesión de apertura.
Saño, originario de Tacloban, también dijo que había conseguido comunicarse con su hermano
en Filipinas, aunque todavía espera más noticias de sus familiares.
A pesar de que aún no hay evidencia que atribuya al cambio climático la responsabilidad por
severos eventos atmosféricos como el tifón Haiyán, los científicos creen que el aumento de la
temperatura de los océanos puede hacer que estas tormentas sean más feroces.
Fuente: Nota informativa publicada por el portal BBC Mundo, disponible en el sitio Web:
http://www.bbc.co.uk
5.
EL MAR ESCONDE EL CALENTAMIENTO
El océano mundial, en los últimos 60 años, absorbe calor 15 veces más rápido que en los
10.000 años anteriores, afirman unos científicos estadounidenses que han logrado estimar la
temperatura de las aguas intermedias (entre 450 y mil metros d eprofundidad) en el Pacífico,
en el pasado, gracias a los análisis químicos de microfósiles presentes en sedimentos marinos.
La mayor parte del calentamiento del planeta provocado por el efecto invernadero reforzado
por la actividad humana lo está almacenando el mar... de momento. Y esto “puede darnos un
poco de tiempo —no sabemos cuánto— para afrontar el cambio climático, pero no lo va a
parar”, dice Yari Rosenthal, científico de la Universidad Rutgers. “Estamos haciendo una
especie de experimento al meter todo
este calor en el océano sin saber realmente cómo
va a devolverse y afectar al clima, y lo alarmante de ese cambio no es tanto la magnitud como
la velocidad a la que se está produciendo”, dice Braddock Lindsey (Universidad de
Columbia), coautor del estudio sobre las aguas del Pacífico en los últimos 10.000 años, que se
presenta en el último número de Science.
El océano no solo es una despensa eficaz del calentamiento del planeta inducido por las
emisiones crecientes de gases de efecto invernadero, también, y unido a este aumento de la
temperatura del agua, es protagonista de uno de los efectos más notables del cambio climático:
la subida del nivel del mar. Una elevación del nivel de las aguas que no será igual en todo el
planeta y que incluso en algunas zonas bajará. “A finales del siglo XXI, es muy probable que
el nivel del mar habrá subido en aproximadamente el 95% del área oceánica” respecto al
presente, señala el último informe (AR5) del Panel Intergubernamental sobre Cambio
climático (IPCC). El 70% de las costas del planeta experimentarán un cambio del nivel del
agua, añade. “La variabilidad regional va a ser muy grande: un 80% de las zonas registrarán
cambios de +/- el 20% sobre la media global”, explica Íñigo Losada, director de investigación
del Instituto de Hidráulica de Cantabria y experto en los estudios de impacto de cambio
climático.
La capa más superficial del agua se calienta 0,11 grados por década
Más de un 60% del incremento de energía neta en el sistema climático está almacenado en la
capa superior del océano (hasta 700 metros de profundidad) y un 30% en las aguas más
profundas, indica el AR5. La capa más superficial, hasta 75 metros, se ha calentado 0,11
grados centígrados por década entre 1971 y 2010. El nivel del mar ha subido en torno a 0,19
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metros de media, a lo largo del siglo XX. Y el proceso se está acelerando: la elevación
promedio fue de 1,7 milímetros al año entre 1901 y 2010, pero de 2,0 milímetros desde 1971,
y de 3,2 milímetros entre 1993 y 2010, siempre según las conclusiones del AR5.
La causa principal de esta subida del nivel del mar es la expansión térmica del agua (que se
dilata con el calor), pero también hay otros factores: el deshielo de Groenlandia y, en menor
medida, de la capa helada antártica, la fusión de glaciares en tierra y el incremento del vertido
al mar de agua dulce continental.
En cuanto a lo que sucederá
en el futuro, el AR5 indica
que la elevación promedio
será, en 2081-2100, respecto
a 1986-2005, de entre 26
centímetros en el escenario
más favorable de contención
de emisiones de gases de
efecto invernadero, hasta 98
centímetros en el más
desfavorable.
En torno a Groenlandia
bajará el nivel del mar con
la pérdida de hielo
“Pero el calentamiento del
mar no es uniforme y la
subida del nivel del mar va a
estar condicionada por la
redistribución dinámica de
las masas de agua (más
calientes, más frías, más
salinas, etcétera), por los
cambios en los vientos y en
la presión atmosférica y por
las alteraciones en los
grandes flujos de agua dulce”, señala Manuel de Castro, catedrático de la Universidad Castilla
La Mancha. Además, hay que tener en cuenta que esos cambios se producen en escalas de
tiempo diferente, de manera que, a finales de siglo unos tendrán más peso que otros, añade.
¿Qué zonas? ¿Qué impactos? “La fiabilidad de nuestros modelos climáticos a escala regional
es menor que a escala global”, advierte De Castro.
Aún así, se vislumbran las grandes tendencias: “En Europa la subida del nivel del mar estará
en torno al promedio mundial, y en torno a la península Ibérica subirá algo más el Atlántico
que el Mediterráneo, por la dinámica de los vientos en el océano, la evaporación, el vertido de
agua dulce... En general, el nivel del mar aumentará algo más que la media en el hemisferio
Sur que en el Norte debido, sobre todo, a los vientos, pero en cualquier caso estamos hablando
de diferencias de unos pocos centímetros”, señala este climatólogo.
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En las eras glaciales la extensión helada hace que disminuya el mar
Para conocer los impactos locales de la variación del nivel del mar hay que tener en cuenta,
primero, la variabilidad natural en la zona tanto del agua como del terreno (hay zonas donde se
está elevando y otras donde se hunde, como los deltas de los grandes ríos), los efectos de la
extracción de aguas subterráneas o gas, así como de los terremotos y los tsunamis, señala
Losada. “En cuanto al océano mismo, también hay que tener en cuenta la variabilidad natural
regional, como los efectos las mareas y los huracanes (a corto plazo), los cambios a escala de
un año a una década (en como el fenómeno El Niño) y luego estos mismos cambios pero a
muy largo plazo, que puede ser acumulativos”, continúa.
Losada cita procesos como la prevista disminución del nivel del mar en torno a Groenlandia
porque la disminución de la capa helada afecta al sistema gravitatorio con el agua y disminuye
el nivel en la zona cercana a la costa mientras que aumenta más lejos. Además, en las regiones
donde el terreno ha soportado grandes cantidades de hielo, se produce el llamado rebote
isoglacial cuando se derrite: al disminuir la presión sobre el suelo, la tierra se eleva.
Hay que contar con tsunamis y huracanes por sus efectos regionales
De los impactos del cambio climático se ocupa el segundo grupo de trabajo del IPCC, cuyo
informe correspondiente al AR5 todavía no está terminado. Pero se van haciendo estudios
sobre países y regiones, donde no solo influye la subida del nivel del mar sino también
fenómenos asociados, como las tempestades, con el consiguiente incremento del oleaje, la
destrucción de playas o la salinización de acuíferos.
Lo que está claro es que la extensión y volumen del océano mundial ha variado en la historia
del planeta: durante las eras glaciales, la acumulación de agua en extensas capas heladas
restaron líquido al océano y bajó el nivel del mar, mientras que, en los períodos templados se
funde gran parte del hielo continental, interviene la expansión térmica y sube el nivel medio
del mar. Ahora, con el cambio climático inducido por la actividad humana, el proceso es muy
rápido.
Fuente: Nota informativa publicada el 5 de noviembre de 2013 en el periódico El País de
España y disponible en el sitio Web: http://sociedad.elpais.com
6.
UE-AMÉRICA LATINA, CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
En una América Latina cada vez más árida, el 65% de su población vive en costas que afectará
el cambio climático. Prepararse para ello está en la agenda de la cooperación europea. El
porvenir está en juego.
El 34,5% del área de América Latina presenta en este momento grados de desertificación y la
pérdida de bosques por deforestación afecta ya al 6,5% del territorio. Para el caso de que nada
cambiase en el tipo de crecimiento económico y sus emisiones de carbono, para finales de
siglo el 20,8% de la región será más árida. Y el 51,1% del territorio estará, en diferentes
grados, en situación de vulnerabilidad. Las zonas costeras, donde habita el 65% de la
población latinoamericana, se verán especialmente afectadas por el aumento del nivel del mar.
Según estudios realizados en el marco del proyecto Euroclima, Brasil y Honduras son en este
momento los países más deforestados; la desertificación afecta en mayor medida a Argentina,
Brasil, Chile y Perú.
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Desarrollo de instrumentos
Ante esta situación, la UE y América Latina se encuentran definiendo las líneas que va a
seguir su cooperación en la lucha contra los riesgos que implica el aumento de la temperatura
global.
Y en la oficina de cooperación europea Europeaid–en sus diversos programas y enfoques- se
habla de desarrollo de capacidades, de fomentar la cooperación sur-sur y las inversiones
limpias.
En el siguiente período presupuestario de la UE, 1100 millones de euros serán destinados a
este rubro. De ellos, 10 millones se dedicarán al programa Euroclima, en su segunda etapa.
Estudios a disposición
Tres años después de lanzado Euroclima -con la participación de gobiernos y científicos de 18
países latinoamericanos- los resultados son estudios y herramientas listas para ser aplicadas.
“Hemos analizado las experiencias de buena parte de América Latina. Y proponemos medidas.
Cada país escogerá las que le parezcan, según sus preferencias, su visión política, sus
condiciones biofísicas y económicas”, explica a DW Jan Karremans, director de la Asistencia
Técnica en Euroclima.
Como un logro ve el especialista que El Salvador –país de alta vulnerabilidad y muy golpeado
por los fenómenos climáticos- haya adaptado en 2012 su política nacional de Medio
Ambiente. Cuenta ya con una estrategia para adecuar su agricultura y su ganadería, el sector
forestal y su manejo de las aguas. También tiene un plan de restauración de ecosistemas y uno
de educación para el cambio climático.
Prepararse urge
Aunque los países de América Latina y el Caribe no han sido los mayores emisores de gases
de efecto invernadero, en la actualidad su ganadería, su agricultura y la deforestación aportan
lo suyo al calentamiento global.
Sin embargo, “el cambio climático no es sólo un desafío, es la oportunidad de hacer la
transición hacia una economía más verde y sustentable”, resaltaba Andris Piebalgs, comisario
europeo de Desarrollo, en un reciente encuentro de alto nivel entre las dos regiones.
Así, de aquí al 2020, en el marco de la cooperación europea, se tratará de apoyar
concretamente el desarrollo de las propuestas que vengan desde los gobiernos o de alianzas
regionales. Éstas bien podrían enfocar una zona geográfica: la Amazonía, la costa del Pacífico
o las cuencas caribeñas tan azotadas por los huracanes.
En el horizonte están la próxima conferencia sobre el Clima en Varsovia (COP 19, en
noviembre de 2013) y a la COP 20 que tendrá lugar en Lima en 2014.
El porvenir está en juego
A pesar de reveses como el fracaso de la iniciativa Yasuní del Ecuador-, el experto de
Europaid subraya el creciente interés en las propuestas de los latinoamericanos.
Sin embargo, “la implementación de las buenas ideas se topa a menudo con que para una
propuesta sólida faltan estudios sólidos”, dice Karremans, explicando que una de las vertientes
de la cooperación será, precisamente, allanar el camino hacia fondos internacionales para
proyectos que tengan como objetivo mitigar el cambio climático.
Con todo, medir el éxito de estos esfuerzos es de lo más difícil. “No es que hagamos hoy un
programa y mañana se mejora el clima; de aquí a 2020 no se verán los resultados en forma de
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un árbol más grande, o más o menos lluvia. Pero se trata del porvenir y es relevante”, concluye
Karremans, recordando que de no ser controlado, el cambio climático pone en riesgo no sólo
el medio ambiente, sino la prosperidad económica y el desarrollo de todos.
Fuente: Nota publicada en el Portal Informativo Deutsche Welle (DW) y disponible en el sitio
Web http://www.dw.de/
7.
AMBIENTE: NO TODO ES CULPA DEL CAMBIO CLIMÁTICO, POR MARÍA AMPARO LASSO
La intensa temporada de huracanes este año en el océano Atlántico Norte, con las furiosas y
excepcionales tormentas Katrina, Rita y Wilma, no se puede atribuir directamente al
calentamiento global, según científicos consultados por Tierramérica.
El huracán Wilma, que devastó la Península de Yucatán y se ensañó con Cuba y Florida, fue la
tormenta más potente en los registros históricos de la cuenca del Atlántico, con una presión
barométrica récord de 882 milibares y vientos de hasta 270 kilómetros por hora.
Wilma destrozó cientos de hoteles y comunidades en el balneario mexicano de Cancún, anegó
céntricas avenidas en La Habana y dejó a millones sin luz en Miami. Miles de personas
soportarán por meses sus devastadores efectos.
Pero, ¿son estas escalofriantes escenas de destrucción producto directo del calentamiento
global inducido por el hombre, tal como sugieren algunos observadores y grupos
ambientalistas?
No, según Judith Curry, una de las científicas de mayor notoriedad en Estados Unidos en los
últimos meses, precisamente por sus esfuerzos para relacionar los huracanes con el
calentamiento de la Tierra.
"No podemos atribuir directamente al calentamiento global la intensidad de una tormenta en
particular o de varias tormentas en una época en particular", dijo a Tierramérica Curry, quien
dirige la Escuela de Ciencias de la Tierra y la Atmósfera, del Instituto Tecnológico de
Georgia, en Atlanta, Estados Unidos.
El calentamiento global es producido por los gases de efecto invernadero, derivados del uso de
combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). A este fenómeno, inducido por las actividades
industriales del hombre, se atribuyen variabilidades climáticas, conocidas como cambio
climático.
"Este año, en el Atlántico Norte y el Caribe, los huracanes han sido especialmente intensos
debido a que la temperatura superficial del océano ha sido más alta que lo usual, y a que los
patrones de circulación atmosférica han sido favorables", dijo Curry.
Los huracanes obtienen su violenta potencia del aire caliente y húmedo en la superficie del
mar, y empiezan a formarse en aguas con al menos 26,6 grados centígrados.
La temporada 2005, que termina a fines de noviembre, batió el récord en número de tormentas
tropicales en la zona, con Beta, la número 23. En 1933 se habían registrado 21 tormentas.
Las causas son múltiples, según Curry. "Este año excepcional puede ser probablemente
atribuido a una combinación de calentamiento global, El Niño y la Oscilación del Atlántico
Norte", resumió.
Esta oscilación es un modo natural de variabilidad climática, con periodicidad de décadas.
Otro multicitado científico, Kerry Emanuel, del Instituto de Tecnología de Massachusetts
(MIT son sus siglas en inglés), concuerda con Curry.
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En el Atlántico, que sólo registra once por ciento del número mundial de tormentas, la
intensidad de los huracanes se debe a ciclos naturales. "Es difícil ver un signo de
calentamiento global ahí", opinó Emanuel.
"El daño terrible de estas tormentas (Katrina, Rita, Wilma) dependía de que toquen tierra,
dónde y cuándo, y eso es mayormente una cuestión de suerte", señaló el experto a
Tierramérica.
Judith Curry y Kerry Emanuel atrajeron los reflectores en los últimos meses por sendos
estudios que prueban, por primera vez y cada uno con su propia metodología, que la
intensidad (no el número) de los huracanes en los mares del mundo ha aumentado desde 1970,
a causa del aumento de la temperatura en la superficie del mar.
Curry publicó el suyo en la revista Science en septiembre, en co-autoría con el científico Peter
Webster. Emanuel lo hizo en julio en la revista Nature.
Para ambos, parte del aumento global de la temperatura superficial del mar en las últimas
décadas se debe al calentamiento del planeta. "Pero en qué porcentaje, no lo sabemos", dice
Curry. Y ambos son cautos a la hora de culpar a este fenómeno por la furia de un huracán
específico.
Emanuel aclara además que no hay ninguna base para afirmar que ha aumentado el número
global de huracanes. "Hay alrededor de 90 ciclones tropicales cada año en el mundo, y esta
cifra se ha mantenido firme como una roca", aseguró.
Los estudios de Curry y Emanuel reavivaron el politizado debate sobre clima en Estados
Unidos que, pese a ser el mayor emisor mundial de gases invernadero, declinó firmar el
Protocolo de Kyoto que los controla y que entró en vigencia en febrero.
Tras el paso de Katrina que tocó tierra el 29 de agosto en Estados Unidos, destruyó Nueva
Orleans, produjo daños por 30 mil millones de dólares, y golpeó políticamente a la
administración del presidente George W. Bush, el estridente debate sobre el clima volvió a
dividir a la comunidad científica.
Varios especialistas rechazan incluso la tesis del aumento de la intensidad de los huracanes en
los últimos 35 años. Reprochan a Emanuel y Curry referirse sólo a datos satelitales a partir de
1970, cuando la cuenca del Atlántico cuenta con registros tomados por aviones al menos desde
1945.
Esos datos comprueban que el Atlántico tuvo periodos ciclónicos tan activos como el actual,
aseguran.
El periodo entre los años 40 y 60 registró mucha actividad ciclónica, el que comprende los
años 70 y 90 fue bastante quieto, y en 1995 inició el actual ciclo intenso, según la Oficina
Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, (NOAA son sus
siglas en inglés).
Jorge Sánchez-Sesma, del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, coincide: "La
frecuencia de los huracanes en los años 50 y 60 fue intensa y ahora estamos regresando a esas
condiciones. El calentamiento global tiene una contribución no antropogénica (no generada
por el hombre) significativa que no ha sido tomada en cuenta", señaló.
Además "la población y sus ciudades han aumentado notablemente en las zonas costeras del
sureste de Estados Unidos y en las costas de Quintana Roo en México, eso nos expone más
que en el pasado", indicó.
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Para Patrick Michaels, profesor de la estadounidense Universidad de Virginia e investigador
del liberal Instituto Cato, con sede en Washington, no hay ninguna influencia del
calentamiento global en Wilma, como no lo hubo en Katrina.
Michaels es uno de los más fervientes críticos de lo que llama la "histeria mediática" sobre el
calentamiento global, las intenciones políticas detrás de su investigación y los millonarios
fondos de los contribuyentes que ésta absorbe en Estados Unidos.
"El presupuesto para estudiar el cambio climático es casi el mismo que el del Instituto
Nacional del Cáncer. Cuando eso pasa, usted sabe, la gente va a testificar que su tema es
excesivamente importante", dijo a Tierramérica.
"Si los huracanes hubiesen duplicado su fuerza, las compañías de seguros estarían hechas
añicos. Y no es así", argumentó.
Fuente: María Amparo Lasso, es directora editorial de Tierramérica. Artículo publicado en el
Portal de Noticias IPS y disponible en el sitio Web: http://www.ipsnoticias.net/
8.
CALENTAMIENTO GLOBAL: LA REUNIÓN ETERNA, POR ALIETO ALDO GUADAGNI
La nueva edición de la cumbre sobre cambio climático empieza hoy en Varsovia. Las
emisiones contaminantes que inciden sobre el clima vienen trepando desde hace más de dos
siglos, pero las sucesivas reuniones convocadas por las Naciones Unidas no han podido definir
un sendero efectivo de reducción.
Las negociaciones son complejas por tres razones. Primero, los países industrializados que
tienen compromisos de reducción de emisiones no representan siquiera la cuarta parte de las
emisiones mundiales. Segundo, Estados Unidos, que fue hasta hace poco el principal
contaminador, no asumió compromisos en la conferencia de Kyoto. Tercero, el mundo en
desarrollo no está obligado a reducir sus emisiones, que ya representan el 50% del total (China
es el primer contaminador, con la cuarta parte de las emisiones totales). Lo importante es que
este mundo en desarrollo será responsable de más del 90% de las emisiones futuras. Los países
desarrollados hoy emiten anualmente 13 toneladas de CO2 por habitante, mientras que los
países pobres no llegan a una tonelada.
Debemos aspirar a que en Varsovia la humanidad pueda acordar un sendero en dirección de la
preservación del planeta y que vaya, por lo tanto, más allá de los compromisos del Protocolo
de Kyoto. Es hora de que entendamos que los problemas ambientales globales requieren no
sólo soluciones globales que comprometan el esfuerzo de todos, sino también instituciones
mundiales que las controlen. No hay solución para un problema global sin una
institucionalidad global. La diplomacia mundial ha sido incapaz de forjar acuerdos efectivos,
mientras crecientes evidencias indican que existe un cambio climático, originado tanto por el
aumento de la población (éramos 2300 millones en 1945 y hoy somos 7100 millones) como
por el aumento en las emisiones motivado por la creciente producción de bienes.
En el siglo XX, impulsada por la globalización de la Revolución Industrial, el PBI mundial se
multiplicó 19 veces, por eso la producción en el siglo XX fue superior a toda la producción
acumulada desde Adán y Eva hasta el año 1900.
Las emisiones siguen trepando pese a que, en los últimos tiempos, se han difundido serias
advertencias: 1) la Organización Meteorológica Mundial informó que "entre 1990 y 2011 la
acumulación de gases en la atmósfera aumentó un 30% y los océanos comenzaron a ser
afectados"; 2) el Banco Mundial advirtió que "avanzamos hacia un incremento de 4 grados en
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la temperatura global [...]; el nivel de los océanos se está elevando rápidamente debido al
derretimiento de las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida"; 3) el programa de las
Naciones Unidas sobre medio ambiente expresó que "el derretimiento del permafrost [capa del
suelo que se encuentra congelada permanentemente en los polos] puede originar grandes
emisiones de CO2 y así causar más calentamiento global"; 4) la Agencia Europea Ambiental
comunicó que "los glaciares alpinos ya se han reducido a la tercera parte y seguirá esta
declinación"; 5) la Agencia Internacional de Energía indicó que "queda poco tiempo y margen
para actuar [...]; 4/5 partes de las emisiones tolerables hacia 2035 ya están comprometidas por
fábricas, edificios, centrales eléctricas y vehículos ya existentes; 6) el profesor Vicente Barros,
de la UBA, informó que en la Cordillera hay recesión en los glaciares, menos caudales
hídricos y menos energía, mientras que en la cuenca del Plata, más agua y más inundaciones;
7) según el Servicio Meteorológico Nacional, 2012 ha sido el año más caluroso desde 1961; 8)
el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático acaba de informar que el
calentamiento global es inequívoco: si continúan las emisiones de gases invernadero seguirán
aumentando la temperatura y los cambios en el clima.
Una evolución preocupante son los subsidios a los combustibles fósiles, que han crecido en
todo el planeta y representan nada menos que el 2,5% del PBI mundial. Estos subsidios tienen
consecuencias negativas: agravan los desequilibrios fiscales, incentivan el consumo excesivo
de energía, reducen la competitividad de las nuevas energías renovables y limpias; agudizan la
desigualdad distributiva (pues favorecen a los segmentos superiores en la escala de ingresos) y
son una traba a los esfuerzos para reducir las emisiones contaminantes. Según el FMI, eliminar
esos subsidios permitiría reducir en un 13% las emisiones mundiales de CO2. En América
latina, las naciones con más subsidios son Venezuela y Ecuador, ambas exportadoras de
hidrocarburos. Uruguay y la Argentina, importadoras, registran mínimos subsidios
energéticos: 0,01 de su PBI en el caso de Uruguay y apenas por encima del 4% la Argentina.
Las negociaciones en Varsovia serán complejas, pero es urgente avanzar, respetando la
equidad entre las naciones con distinto grado de desarrollo. Parece que cada nación juega a
que la solución la den los otros, minimizando el esfuerzo propio. Ojalá que la humanidad haga
realidad lo que el papa Benedicto expresó: "Las autoridades han de hacer los esfuerzos
necesarios para que los costos económicos que se derivan del uso de los recursos ambientales
comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados por aquellos que se
benefician y no por las futuras generaciones".
Es cierto que los líderes políticos de las naciones industrializadas están hoy abrumados por
una difícil agenda de carácter financiero y económico, pero esta gravedad coyuntural no es
excusa para comprometer el futuro de las generaciones que habitarán en esta Tierra, que es de
todos, no sólo de nosotros, sino también de quienes la poblarán en el futuro. En nuestro país es
hora de que el Gobierno también encare sin demoras una política de Estado que contribuya a
preservar el único hogar que tenemos en el universo.
Fuente: Artículo de opinión publicado en el periódico La Nación de Argentina y disponible en
el sitio Web: http://www.lanacion.com.ar
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9.
CALENTAMIENTO GLOBAL: EL PÁNICO NO ES NECESARIO, POR BJØRN LOMBORG
En lugar de ser tontos asustados, necesitamos darnos cuenta de que el cambio climático es uno
de los muchos retos que debemos enfrentar durante el siglo XXI y empezar a solucionarlo
desde ahora, con innovación realista y de bajo costo.
El panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las
Naciones Unidas, publicó hace unas semanas su primera revisión sobre ciencia climática en
seis años.
Definitivamente, el panel no es perfecto -han previsto la desaparición de todos los glaciares
del Himalaya en 2035, cuando el verdadero año es el 2350-. Aún así, en el polarizado debate
climático, es lo mejor que hay.
El mensaje principal del informe es que el calentamiento global es real y mayormente causado
por el hombre. Pero el IPCC no apoya las afirmaciones alarmistas que se escuchan,
provenientes de los defensores ecologistas o de los medios de comunicación sensacionalistas.
Habitualmente se vaticinan aumentos de temperaturas de 5 °C o más para finales del siglo,
cuando las predicciones reales se centran alrededor de los 1 a 3,7 °C.
Los vaticinios de aumentos de uno o dos metros en el nivel del mar son constantes en la
retórica alarmista. El ejemplo atemorizante más famoso es la película de Al Gore Una verdad
incómoda, que causó furor hace ocho años. ¿Recuerda su trailer más difundido, en el cual él
nos explicaba vívidamente cómo un aumento de más de seis metros en el nivel del mar
inundaría Holanda, Beijing, Bangladesh y Florida? Sí, fue aterrador. Sí, ha tenido un impacto
enorme. Sí, ha atemorizado a nuestros niños. Y sí, no tenía asidero.
El IPCC estima un valor bastante más razonable de 40 a 63 cms. hacia finales del siglo. Para
dar una idea de magnitudes, el nivel del mar aumentó alrededor de 30 cm. en los últimos 150
años. No fue una catástrofe. De hecho, posiblemente ni siquiera se mencionaría en una lista de
problemas del siglo XX.
El verdadero problema para la narrativa climática alarmista es que durante los últimos 15 a 20
años, el planeta no ha colaborado. Mientras nosotros hemos continuado liberando más CO2 y
los modelos han continuado prediciendo temperaturas más elevadas, los termómetros se han
negado a moverse.
Esto no significa que no haya cierto calentamiento global, pero quizás significa que los
aumentos de temperatura serán menores, no mayores. Los escenarios alarmistas son cada vez
más inverosímiles.
Esto importa, ya que lo más desconcertante son los aumentos de las altas temperaturas. El
calentamiento global moderado que el mundo está experimentando en la actualidad es, en
general, positivo. Todos los principales modelos económicos climáticos muestran que en
situaciones de hasta alrededor de 1,5 a 2 °C, los beneficios mundiales superan a los costos.
Esto ocurre, por ejemplo, en las situaciones de muertes por frío y por calor. Mundialmente, y
en casi todas las regiones, muchas más personas mueren por el frío que por el calor. Con el
aumento de las temperaturas, las muertes evitables por el frío superarán ampliamente a las
muertes por el exceso de calor. Asimismo, el CO2 fertiliza los cultivos y aumentará la
producción en países templados más de lo que reducirá el aumento de los cultivos en los
países tropicales. Disminuirá los costos por el calor, más de lo que los aumentará por el frío.
El calentamiento global sólo se convertirá en un problema significativo hacia el final del siglo,
cuando se transforme en un costo neto (un modelo estima que el salto será alrededor de 2075).
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Un reciente estudio realizado por el economista experto en clima Richard Tol, que está
incluido en mi próximo libro How Much Have Global Problems Cost the World?: A Scorecard
From 1900 to 2050, muestra que desde 1900 a la fecha el calentamiento global ha significado
para la humanidad un aumento del beneficio neto que alcanzará su pico máximo alrededor del
2025, con un beneficio neto anual estimado de alrededor del 1,5% del PIB.
Sin embargo, es necesario que encontremos soluciones inteligentes para mitigar los efectos
negativos del calentamiento global hacia finales del siglo, aunque éstas deben ser costoeficientes, ya que las soluciones actuales a costos muy elevados no tienen casi impacto.
La única política climática importante es la política de la Unión Europea 20/20, que promete
cortar las emisiones de CO2 un 20% hacia 2020. Hacia finales del siglo no seremos capaces de
medir su minúscula reducción de 0,05 °C en la temperatura. El costo, según las estimaciones
de la media de los principales modelos macroeconómicos, es de US$ 250 mil millones al año,
o US$ 20 billones a lo largo del siglo. Pagar US$ 20 billones para ayudar casi nada al mundo
en cien años es un precio excesivo.
Mientras tanto, es comprensible que la mayor parte del mundo en desarrollo tenga prioridades
más importantes que atender. Necesitamos soluciones para los problemas que plantea el
cambio climático, pero debemos encontrar estrategias más inteligentes para hacerlo.
La verdad más horrible acerca del cambio climático es que, a menos que obtengamos energía
verde mucho más barata, nosotros (y en especial el mundo en desarrollo, incluyendo China e
India), continuaremos usando los combustibles fósiles más baratos.
Ahora mismo gastamos miles de millones en subsidios para paneles solares ineficientes, que
sólo tranquilizan la conciencia. Si queremos provocar un cambio, necesitamos enfocarnos en
investigación y desarrollo, en innovar, en reducir el precio de las nuevas generaciones de
energía verde.
Economistas, incluidos tres premios Nobel, reunidos en el Consenso de Copenhague para el
Clima, encontraron que la solución más inteligente a largo plazo sería no subsidiar las
tecnologías ecológicas altamente ineficientes que hoy están disponibles, sino concentrarse en
la innovación que permita bajar los costos de las futuras generaciones de energía eólica, solar
y muchas otras increíbles posibilidades. Si en el futuro la tecnología verde se vuelve más
barata que los combustibles fósiles, todo el mundo cambiará y no sólo los occidentales
subsidiados y bien intencionados.
El moderado nuevo informe del IPCC debería facilitar un debate más constructivo sobre el
tema. En lugar de ser tontos asustados, necesitamos darnos cuenta de que el cambio climático
es uno de los muchos retos que debemos enfrentar durante el siglo XXI y empezar a
solucionarlo desde ahora, con innovación realista y de bajo costo.
Nunca lograremos producir combustibles fósiles lo suficientemente caros como para que nadie
los quiera. Pero, podemos innovar en la producción de energía verde, para que sea tan barata,
que todo el mundo la quiera.
Fuente: Bjørn Lomborg es autor de los best seller El ecologista escéptico y Cool It, director
del Centro para el Consenso de Copenhague, y profesor adjunto de la Escuela de Negocios de
Copenhague. Este artículo de opinión fue publicado el 2 de noviembre de 2013 en el periódico
El País de Uruguay y se encuentra disponible en el sitio Web: http://www.elpais.com.uy
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Edición a cargo de Rodrigo Fernández Ortiz