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1
ECONOMIA Y GEOPOLITICA EN EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO DE CENTROAMERICA Y ESTADOS UNIDOS.
MSc. José Angel Pérez García.
MSc. Jonathan Quirós Santos.
Investigadores del CIEM.
Cuba.
Las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica con Estados Unidos (TLCEUCA) son parte (y también consecuencia)
de un contexto internacional, en el cual las pautas están dadas por el proceso actual de globalización neoliberal, y en el que las
negociaciones en la Organización Mundial de Comercio (OMC), la “Ronda del Desarrollo” lanzada en Doha y el fracaso de la V Reunión
Ministerial de esta Organización en Cancún, y las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas, constituyen hitos de
importancia. En lo político y militar, la reaccionaria hegemonía estadounidense y las invasiones de este país a Afganistán y a Irak, marcan
también pautas en el escenario mundial.
En nuestra región, Estados Unidos está enfrascado en la formación de un área de libre comercio hemisférica (ALCA) que le permita
enfrentar en mejores condiciones la competencia de sus principales rivales económicos- la Unión Europea y Japón-, a la vez que
institucionaliza su hegemonía a nivel continental. Al mismo tiempo, las élites económicas y políticas centroamericanas están priorizando
un tipo de inserción en el mercado mundial y en los flujos de inversión extranjera, que las convierta en economías funcionales al nuevo
patrón de acumulación trasnacional.
Esta dimensión de análisis del TLCEUCA explica en parte la profusión de tratados de liberalización comercial que se han estado
concretando en el área centroamericana en el último decenio y entre los que se destacan el TLC entre el llamado Triángulo del Norte de
Centroamérica1 con México (2002) y de algunos de los cinco países centroamericanos con otros países de América como el propio México,
Chile, Canadá o Panamá, y los distintos procesos de negociaciones -terminados, en marcha o en intención- con otras instancias y países
fuera de América como la Unión Europea o China Taipei.
En este contexto, se había estado expresando desde el mes de principios del año 2002 la intención de Estados Unidos de establecer un
Tratado de Libre Comercio con Centroamérica, lanzado oficialmente en Enero del año 2003 con un cronograma de trabajo de un año
aproximadamente, a desarrollarse en nueve rondas de negociaciones que se celebrarían en todas las capitales de Centroamérica y varias
ciudades importantes de Estados Unidos.
El concepto de libre comercio que sirve de sustento al TLCEUCA es económica, política e ideológicamente hegemónico, lo que evidencia
que el Acuerdo es la forma de integración más coherente con el neoliberalismo que las élites de poder de Centroamérica y de casi toda
Latinoamérica y el Caribe y Estados Unidos comparten, y que el segundo hizo predominar desde el llamado Consenso de Washington hasta
la fecha.
En esa dirección, la ampliación del comercio internacional es calificada por los Estados Unidos como vital para la seguridad nacional del
país. Acorde con esto, en la Ley de Comercio de 2002, firmada por el Presidente George W. Bush, se señala que “...Los acuerdos
comerciales acrecientan las oportunidades para los sectores críticos y los escalones constitutivos de la economía de Estados Unidos tales
como las tecnologías de la información, las telecomunicaciones y otras tecnologías de punta, las industrias básicas, los equipos de capital,
los equipos médicos, los servicios, la agricultura, la tecnología del medio ambiente, y la propiedad intelectual. El comercio generará nuevas
oportunidades para los Estados Unidos y preservará la fortaleza sin paralelos de los Estados Unidos en asuntos económicos, políticos y
militares. Estados Unidos asegurado gracias a mayores oportunidades comerciales y económicas podrá enfrentar los desafíos del siglo
XXI”
No obstante la “comunión” política e ideológica y las preferencias liberalizadoras sostenidas por las élites centroamericanas e impuestas
tras el Consenso de Washington por los Estados Unidos, las grandes asimetrías que hay entre los Estados Unidos y Centroamérica son
innegables: la extensión territorial de la nación norteña es 24 veces mayor que las cinco naciones centroamericanas en su conjunto2, su
población es casi nueve veces la de Centroamérica y un PIB per cápita de poco más de 1600 dólares en el istmo centroamericano frente a
casi 34 000 dólares en Estados Unidos3. Por otra parte, el PIB de Centroamérica fue en el año 2002 (51 700 millones de dólares) 193 veces
1
Guatemala, El Salvador y Honduras.
Cálculos del autores a partir del BID/INT/STA, 2000.
3
Idém.
2
2
más pequeño que el de Estados Unidos, estimado en unos 10 millones de millones de dólares4. De igual manera, la participación de ambos
escenarios en el comercio mundial refleja una enorme distancia; Centroamérica aporta sólo el 0,2% del comercio mundial de bienes5
mientras Estados Unidos cubre el 15,7%6.
Por su parte, la participación de los distintos sectores económicos en el PIB refleja grandes disparidades. Por ejemplo, la agricultura sólo
significa el 2% del PIB estadounidense, mientras que en Centroamérica el agro aporta alrededor de 25% del producto bruto total, lo que
significa que estructuralmente la agricultura es vital para Centroamérica, en tanto que, a pesar de los altos volúmenes de producción y
exportaciones agropecuarias estadounidenses, la agricultura es menos importante relativamente para ese país que para los
centroamericanos.
A nivel latinoamericano es notoria la diferencia de Centroamérica en relación a otras subregiones. En el año 2002, los países que forman
parte del MERCOSUR y de la Comunidad Andina de Naciones aportaron el 40% y el 32% del PIB de América Latina y el Caribe7,
respectivamente, mientras otras 25 países -incluidas las cinco naciones centroamericanas- aportaron sólo el 9% del PIB de Latinoamérica y
el Caribe en su conjunto.
No obstante esto, después de la firma del TLCAN la continuidad del proceso de liberalización comercial encabezado por Estados Unidos
siguió por Centroamérica. Esto sugiere que en esta decisión intervienen con mucha fuerza factores no únicamente económicos y
comerciales. Las ideas que pretendemos fundamentar es que para el caso de Centroamérica intervienen factores geopolíticos y de seguridad
de mucha importancia para Estados Unidos.
Comercialmente, son de extrema importancia para los países centroamericanos sus vínculos con los Estados Unidos, aunque no sucede a la
inversa. El conjunto de estos países, agrupados en el Mercado Común Centroamericano, en el año 2001 dirigió 45% de sus exportaciones
hacia Estados Unidos (la mayor proporción de las exportaciones destinadas a Estados Unidos en el MCCA le corresponden a Honduras 59%-, seguido con 47,6% por Costa Rica).
En las exportaciones manufactureras de América Central tiene una importante presencia las exportaciones de maquila, que alcanzaron una
proporción cercana al 50% en el decenio de los años noventa y llegaron a 56% en el año 2001.8 La mayor proporción en ese año le
correspondió a Honduras (64,2%). En casi toda la región es característico el peso predominante de las manufacturas de baja tecnología
(textiles y confecciones textiles) en las exportaciones de maquilas.
Los proporción de los insumos importados para las exportaciones de maquila en todos los países de la subregión en el año 2001 estuvo por
encima de 70%, correspondiéndole la menor proporción a El Salvador (70,8%) y la mayor a Costa Rica (84,8%).
En Centroamérica, las empresas de confección textil para la exportación tuvieron como base la actividad de ensamblaje en zona francas. La
producción textil de las maquilas se realiza a partir del ingreso al mercado estadounidense de estos productos con bajos aranceles y libres
de cuotas a aquellos elaborados con insumos provenientes de Estados Unidos; además, los textiles y confecciones textiles pagan impuestos
sobre el valor agregado incorporado en el exterior, generalmente mano de obra de baja remuneración (mecanismo de “producción
compartida”). Esto permite el acceso al mercado estadounidense con aranceles reducidos y el aumento de cuotas para las prendas
confeccionadas con insumos de los Estados Unidos.
Aunque es notable el incremento de las exportaciones de baja tecnología, el funcionamiento del mecanismo de “producción compartida”
dista bastante del éxito que algunos le achacan. Por una parte, el propio esquema penaliza la incorporación de insumos locales, y por otra se
desató una verdadera guerra de incentivos entre los países con el fin de atraer las inversiones.9
Cálculos de los autores a partir de Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe publicado por la CEPAL en el año
2002 e Informe del Presidente de Estados Unidos, 2003.
5
El TLC con Estados Unidos. Temas sensitivos para Centroamérica y recomendaciones para optimizar la negociación.
Marzo, 2003. Pág. 9.
6
Informe Anual de la OMC, 2001.
7
Cálculos de los autores a partir del Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe publicado por la CEPAL en el año
2002.
4
Mikio Kuwayama y José E. Durán Lima . “La calidad de la inserción internacional de América Latina y el Caribe en el comercio mundial”.
CEPAL , Serie Comercio Internacional 26, División de Comercio Internacional e Integración. Santiago de Chile, mayo de 2003. Pág.24 .
9
Michael Mortimore y Wilson Peres. “La competitividad empresarial en América Latina y el Caribe”, en Revista de la CEPAL No. 74, año
2001.
8
3
Los beneficios más inmediatos de las maquilas centroamericanas han sido la creación de empleos (con la ventaja comparativa de los bajos
salarios), la apertura de nuevos mercados de exportación (en condiciones preferenciales a los Estados Unidos) y la generación de divisas.
Como norma, las maquilas centroamericanas han incrementado la dependencia de los insumos importados y no han logrado arrastrar al
conjunto de las actividades económicas nacionales, tampoco han logrado una contribución efectiva a la formación de recursos humanos ni
se han constiuído en focos principales de absorción tecnológica.
El interés estadounidense hacia Centroamérica no es por el tamaño del mercado de los países de la subregión en conjunto, ni el alto
desarrollo económico de estos países o porque las exportaciones centroamericanas sean significativas para el países del norte, sino por ser
parte de una estrategia económica, geopolítica y de seguridad de más largo alcance, en la que el Istmo es importante, aunque no es la meta
final.
La ubicación geográfica del Istmo centroamericano es crucial para el paso del capital y las inversiones entre el Norte y el Sur de América y
entre el centro industrial del Este de Estados Unidos y el Océano Pacífico, que es una de la zonas de mejor comportamiento económico a
nivel mundial en los últimos años.
Para el capital trasnacional es importante controlar el espacio centroamericano como vía para acceder expeditamente a Sudamérica y al
Caribe por tierra y por mar. De igual manera, si optara por salir al Pacífico por la costa oeste de Estados Unidos encontraría el obstáculo
que significa el terreno accidentado de la costa occidental de Norteamérica. En el entendido de que el desarrollo tecnológico de los
modernos medios de transporte le viabilizara ese desplazamiento, eso no eximiría a los agentes del capital de unos costos de transportación
significativos con la consiguiente afectación para la cuota de ganancia y a cambio no obtendrían otro dividendo que salir al Océano
Pacífico.
Sin embargo, si para acceder al Pacífico optan también por Centroamérica podrían abaratar considerablemente los costos de producción en
general aprovechando el bajo costo salarial de la mano de obra centroamericana y a la vez garantizarían una importante presencia en una
región rica en biodiversidad y endemismo.
Ciertamente, Centroamérica clasifica entre las regiones de más rica biodiversidad a nivel mundial y como ya se sabe, la materia prima
genética es uno de los insumos esenciales de las industrias basadas en la Ingeniería Genética y la Biotecnología, paradigmas tecnológicos
del siglo XXI. Por demás el control de la base genética en cualquier escenario exige la presencia in situ de los empresarios y especialistas,
pues “por el momento no se puede presidir de las muestras de especies, ni se tiene un catálogo completo de las mismas. La mayor parte de
las especies no prospera fuera de la cadena y su hábitat natural y sus posibilidades de evolución se empobrecen o se cancelan por el
aislamiento”10.
Tabla 1. Existencia de biodiversidad en Mesoamérica.
País/Región
Mamíferos
Aves
Reptiles
Anfibios
Peces
México
491
800
704
310
506
Desde el
1 797
4 153
1 882
944
1 132
Estado de
Puebla hasta
Panamá
Fuente: Ana Esther Ceceña. La Territorialidad de la Dominación. Estados Unidos y América Latina.
Material fotocopiado. Pág. 10.
Plantas
superiores
26 071
75 861
La región en su conjunto presenta también un alto nivel de endemismo.
Tabla 2. Endemismo en Mesoamérica
País/Región
Mamíferos
Aves
Reptiles
Anfibios
Plantas
Ana Esther Ceceña. La Territorialidad de la Dominación. Estados Unidos y América Latina. Material fotocopiado. Pág.
11.
10
4
México
140
92
368
194
Desde el Estado
170
109
489
320
de Puebla hasta
Panamá
FUENTE: Ana Esther Ceceña. La Territorialidad de la Dominación. Estados Unidos y América Latina.
Material fotocopiado. Pág. 10.
Superiores
12 500
16 198
Otra razón que hace a Centroamérica una región sensible para los conceptos de seguridad de Estados Unidos está relacionada con los
flujos migratorios, por la presión que ejercen en la frontera sur de los Estados Unidos y potencialmente riesgosos para la seguridad de su
frontera sur.
En los últimos años, el patrón migratorio centroamericano fuera de la subregión tiene en Estados Unidos su destino final, al punto que en
los cinco países centroamericanos el 80% de sus emigrantes fuera de Centroamérica se ubican en este país 11 y para el caso de El Salvador y
1 de cada 5 habitantes está actualmente en Estados Unidos.
Tabla 3. Principal destino de los emigrantes centroamericanos
fuera de Centroamérica (2001)
País emisor
Principal destino fuera de Centroamérica
Costa Rica
80%
El Salvador
87,2
Guatemala
87,2
Honduras
71,0
Nicaragua
80,0
FUENTE: CEPAL/OIM/BID. Informes nacionales sobre migración internacional en países de
Centroamérica, 2001. Págs. 63, 92, 111, 124, 128, 164 y 196.
Si bien este flujo migratorio es funcional en alguna medida a las necesidades de mano de obra en algunos segmentos de la economía
estadounidense, no se deja de reconocer su potencial efecto para la seguridad en la frontera sur, y además, para el capital transnacional
también es funcional que esa mano de obra permanezca en sus lugares de origen para explotarla mejor en la maquila textil, que es en todos
los casos -única excepción de Costa Rica- el sector más importante de las exportaciones manufactureras al mercado exterior de la
subregión.
Un nuevo elemento, este de carácter político, es que Estados Unidos necesitaba un proceso negociador que fuera un buen referente para el
resto de los países latinoamericanos que están negociando el ALCA. Ahora bien, ¿qué es para la concepción de Estados Unidos un buen
referente?. Una negociación en la que tuvieran en frente a interlocutores dóciles, con una capacidad de resistencia más baja a las presiones
estadounidenses, en la que no se vieran obligados a hacer importantes concesiones, una negociación rápida y en bloque.
Una negociación de esas características, con un grupo de países simultáneamente en este momento, sólo podría tener lugar en
Centroamérica, pues la región andina está sacudida por fuertes movimientos populares que se cuestionan al neoliberalismo y al ALCA. En
algunos países se están pronunciando por asumir fórmulas propositivas al neoliberalismo, y en otros, han demostrado capacidad para
derrocar gobiernos -casos de Ecuador y Bolivia- o que han logrado instalar en el poder a gobiernos con una posición mucho más radica,
como es el caso de Venezuela. En esta región sólo dos países han mostrado una decisión más clara de negociar acuerdos de libre comercio
con Estados Unidos.
En dos de los países del MERCOSUR han accedido al poder gobiernos de centro o centroizquierda, como los casos de Néstor Kirchner en
Argentina y Luis Inacio Lula da Silva en Brasil, que han estado tomando distancia de las fórmulas más ortodoxas del neoliberalismo y
pronunciándose por una política exterior más independiente del dictamen de Washington. Asimismo, estos países participan con una voz
CEPAL/OIM/BID. Informes nacionales sobre migración internacional en países de Centroamérica, 2001. Págs. 63, 92, 111,
124, 128, 164 y 196.
11
5
común en las negociaciones del ALCA, y sus posiciones disienten en algunos aspectos de las estadounidenses, además del peso
económico regional de los dos mayores países y su influencia como interlocutores.
Sin embargo, a pesar de la conclusión de las negociaciones del TLCEUCA en la novena ronda (Washington, 17 de Diciembre del 2003)
las cosas no le han estado saliendo del todo bien a Estados Unidos; Costa Rica no firmó el TLC en la ronda final y extendió las
negociaciones bilaterales hasta finales del mes de enero del año 2004, con lo cual consiguió un mejor acuerdo en relación con los demás
países centroamericanos; la Iglesia Católica hondureña ha rechazado oficialmente la firma del TLCEUCA por Honduras y aunque no logró
que su gobierno se abstuviera de firmar el TLC, sÍ ha levantado el protagonismo de la sociedad civil en la oposición al TLCEUCA en las
condiciones que se ha estado negociando. En El Salvador, el FML, el principal partido opositor, se está cuestionando la viabilidad del
TLCEUCA.
Estas expresiones de rechazo se explican por la persistencia de asimetrías objetivas que no van a ser resueltas en un contexto de
liberalización comercial en el que predominan los conceptos de reciprocidad sobre los conceptos de preferencialidad; por la posición
intransigente de Estados Unidos en temas tan sensibles para Centroamérica como la agricultura y en especial la política de subsidios
agrícolas, por las polémicas en el tema de los servicios (en Costa Rica fundamentalmente) y la solución de controversias, entre otros
puntos muy álgidos. La insuficiente capacidad de los Estados centroamericanos para minimizar los costos del acuerdo, la debilidad -y en
algunos países la carencia- de los mecanismos compensatorios para enfrentar los impactos sociales de la liberalización, así como los
problemas estructurales de la economía y las sociedades centroamericanas, son otros elementos generadores de rechazo
Otra explicación es la premura del proceso negociador y lo que muchos interpretan como negociación de dudosa calidad en temas
sensibles como la agricultura (problemas de productividad, eficiencia, calidad de los productos) y el medio ambiente. A la altura de la
octava ronda en Honduras por ejemplo se había negociado el 30% de los temas de la Mesa Agrícola faltando por llegar a acuerdo no sólo
en el 70% de estos temas, sino que en ese porcentaje estaban ubicados los productos más sensibles de la canasta agrícola hondureña. Algo
similar estaba ocurriendo con las negociaciones del tema medioambiental.
Ahora el TLCEUCA continúa su curso en los Congresos de cada país. En esta fase no se descartan nuevos accidentes a la entrada en vigor
del Tratado, pues aunque la firma de los Presidentes es un paso político importante, al interior de los Congresos de los países signatarios
de Centroamérica -y fuera de ellos- hay distintas expresiones de oposición a este proceso, que procurarán pararlo o harán más difícil su
aprobación congresional.
En Estados Unidos, en un año de contienda electoral, la aprobación por el Congreso para mantener la autoridad negociadora del “carril
rápido”, encontrará fuerte oposición de los demócratas, y es posible que definitivamente el Congreso estadounidense no apruebe el acuerdo
con Centroamérica, teniendo como referencia el escaso margen de un voto con que se logró aprobar el fast track en julio del año 2002 y el
costo político eleccionario interno ante un acuerdo que en el plano económico inmediato no repercutirá demasiado.
Las élites económicas y políticas y los negociadores centroamericanos prevén una mejor inserción en el mercado internacional, funcional al
patrón de inserción comercial adoptado por Centroamérica desde que se adoptaron las políticas neoliberales en la región. No debe
descartarse cierto incremento de las exportaciones centroamericanas hacia Estados Unidos, pero también se concentrarán aún mas en un
solo mercado, en detrimento de la independencia económica y el ejercicio de la soberanía, así como del comportamiento de la economía
estadounidense y de las coyunturas en ese país.
Otro impacto a tener en cuenta es que también se expandirán mucho más las importaciones, agravando así el comportamiento
deficitariamente crónico de la balanza comercial. También impactará negativamente el predominio o incremento de la baja participación de
los componentes nacionales en las exportaciones centroamericanas, lo cual reflejaría el alto nivel de dependencia a que estarán sometidos
estos países en los marcos del TLCEUCA, de lo cual son referentes los acuerdos preferenciales que sostienen centroamericanos y
caribeños con Estados Unidos con el Acta de Asociación Comercial con la Cuenca del Caribe (AACCC), acordada por Estados Unidos
ante las demandas de estos países, en aras de recibir un tratamiento comparable al otorgado por este país a México al ingresar al TLCAN,
que se unió a la ya existente Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC).
Además, las ventajas que proporcionan estos acuerdos preferenciales se eliminarán a los pocos años de ponerse en práctica el TLCEUCA.
En última instancia, el Acuerdo no mejorará la calidad de la inserción internacional de Centroamérica y mantendrá o profundizará las
deformaciones estructurales ya existentes en la subregión.
6
En lo que respecta a las inversiones también debe tenerse en cuenta el referente que significa México, por su pertenencia al TLCAN. Si las
lecciones que nos llegan de la nación azteca, son enriquecidas con los principios de funcionamiento y objetivos del TLCEUCA, es
posible pronosticar que podrían aumentar el flujo de inversiones extranjeras. Si bien esto puede oxigenar las cuentas externas -como regla
deficitarias- de los países firmantes, no hay suficientes fundamentos para pensar en una distribución equitativa de esa inversión en las cinco
naciones centroamericanas, ni tampoco en un flujo inversionista equilibrado en los distintos sectores de la economía. Lo más probable en
que la inversión extranjera se concentre con mucha fuerza en la maquila, ya que esta producción manufacturera encabeza en
Centroamérica el patrón exportador de la región, así como en los servicios, tanto en los privatizados como en los que aún quedan por pasar
a propietarios privados.
Las ventajas de las maquilas ya fueron expuestas, pero no es ocioso ejemplificar sus virtudes para los trabajadores en un país de la región,
aunque estás no cambian casi nada para el resto.
En Honduras, el salario promedio que se paga en la maquila son 82 lempiras diarios (unos 2 400 lempiras al mes), pero el costo de la
canasta básica para una familia de cuatro personas es de 111 lempiras como promedio al día, lo cual indica que el salario de la maquila no
es suficiente ni para la alimentación básica. Es por esto que los trabajadores de las maquiladoras optan por trabajar horas extras para llegar
a un salario cercano a los 5 mil lempiras, que alcanzaría para al menos para alimentarse. Sin embargo, las horas extras implican una
jornada de trabajo más larga e intensa, y por consiguiente, un mayor nivel de desgaste físico y mental de los trabajadores, los cuales sólo
pueden aspirar a estar en la maquila hasta los 35 años y después pasan a trabajar en los cordones de ventas informales en la periferia de este
tipo de industrias.
Desde el punto de vista comercial, es previsible que se produzca una invasión de productos agrícolas e industriales de mayor calidad y
precio más competitivo que los productos centroamericanos, por lo que podrían sobrevenir quiebras masivas de pequeños y medianos
campesinos y comerciantes, con un mayor nivel de presión sobre el mercado de trabajo y el riesgo potencial de un alto flujo migratorio de
trabajadores de las zonas rurales hacia la zonas urbanas que llevarían a una situación aún más crítica a varias de las más importantes
ciudades de Centroamérica, que no pueden absorber el flujo migratorio interno que arribaría a ellas, incrementando la informalidad y
múltiples problemas sociales.
Un punto muy delicado para los consumidores centroamericanos estaría relacionado con la modificación que se espera -y ya se está
produciendo- en la estructura impositiva de la mayor parte de los países de Centroamérica. Hace diez años, los aranceles cobrados a las
importaciones aportaban un porcentaje de ingresos a las arcas estatales que era superior al ingreso proveniente del impuesto a las ventas en
el mercado interno. Esto comenzó a cambiar desde el decenio de los años 90 con las políticas aperturistas del mercado a las exportaciones
extranjeras, pero con el advenimiento del TLCEUCA esta tendencia se reforzará al avanzarse en el levantamiento completo de las barreras
arancelarias a las exportaciones extranjeras. La brecha que dejarán los aranceles deberá ser cubierta por otra fuente de ingresos fiscales, y
todo indica que una de esas fuentes pudiera ser los impuestos a las ventas en el mercado interno. La experiencia de Honduras ratifica esta
hipótesis.
En esta nación centroamericana en el año 1989 los impuestos sobre las transacciones comerciales externas aportaban el 31,8% a los
ingresos tributarios y los impuestos sobre las ventas un 13,8%12. Para el año 2002, se habían invertido estos porcentajes. Los impuestos
generales a las ventas en el mercado interno aportaron el 35,2% de los ingresos tributarios, al tiempo que los aranceles a las importaciones
significaron el 12,5%13. Si bien cada país tiene sus particularidades en materia tributaria, esta tendencia se ha estado manifestando en todos.
Esto puede dar al traste con la aspiración de abatir la pobreza extrema para el 2015, pues paradójicamente, esta política impositiva afectará
más a los sectores más vulnerables de la sociedad que a los sectores de mayores ingresos. En Centroamérica este grave impacto es ya una
realidad palpable. En el año 2001, el 50,8% de la población centroamericana estimada en 32 millones de habitantes, estaba sumida en la
pobreza14. Esto significa en términos absolutos 18,8 millones de pobres, dos millones más que en al año 1990. Honduras presenta uno de
los casos más dramáticos en materia de pobreza; según el Segundo Informe sobre desarrollo Humano en Centroamérica y Panamá el 71,6%
de la población hondureña clasificaba como pobre y el 53% estaba en condiciones de indigencia 15.
Ingresos Gubernamentales: años 1985/1997. Memorias Secretaria de Hacienda y Crédito Público. Secretaría de Finanzas y
Banco Central de Honduras.
13
Idem.
14
PNUD. Segundo Informe sobre Desarrollo Humano en Centroamérica y Panamá, 2003. Pág. 1.
15
Idem.
12
7
Estos datos revelan que las políticas de liberalización comercial no tributan a la meta de abatir la pobreza. Hace dos décadas que
Centroamérica participa en escenarios de liberalización comercial con Estados Unidos en los marcos de la Iniciativa para la Cuenca del
Caribe (ICC) y a pesar de las ventajas de la apertura unilateral del mercado estadounidense a varios productos centroamericanos, la pobreza
lejos de abatirse aumentó. En la condiciones del TLCEUCA esto puede agravarse, debido a la reciprocidad inherente a este Tratado, a
pesar de las diferencias y las grandes asimetrías que existen entre Estados Unidos y los países de Centroamérica.
Ahora bien, no sólo se esperan impactos negativos en términos económicos, sociales y políticos, sino también en términos ambientales y
jurídicos.
En materia ambiental es previsible que a pesar de las altas cláusulas para la protección de la biodiversidad que Estados Unidos ha
pretendido imponer a Centroamérica, las grandes empresas trasnacionales controlen la base genética que abunda en esta región y
monopolicen las patentes de los descubrimientos científicos.
Como hasta el momento el control de la bioriqueza exige la presencia in situ de los estudiosos y empresarios, se producirá una difícil
coexistencia entre los pueblos originarios centroamericanos y los extranjeros que llegarán al corredor biológico centroamericano en busca
de materia prima genética para la industria de la Ingeniería Genética y la Biotecnología. De esta coexistencia, los más perjudicados van a
ser los pueblos originarios, pues en la práctica verán invadido su territorio ancestral, la tierra como medio de vida y su identidad cultural.
Esto debe ser bastante traumático para Guatemala y Honduras fundamentalmente, ya que en el primer caso el 80% de su población es
indígena y en el segundo el 10%. Otro impacto negativo ha sido previsto por los propios líderes de las tribus. Según ellos el TLCEUCA
obligará a muchos jóvenes indígenas de ambos sexos a marchar a las ciudades en busca de empleo y esto alterará significativamente las
condiciones ancestrales de reproducción.
Desde el punto de vista jurídico también se esperan impactos muy serios; teniendo en cuenta que las leyes nacionales tienen que ser
compatibles con la legislación del TLCEUCA y esta
tiene carácter vinculante respecto a los países signatarios, por lo que ya todos los países centroamericanos están introduciendo importantes
modificaciones en su cuerpo jurídico, en muchos casos lesivas a los intereses nacionales y de algunos segmentos sociales, como es el
caso de los trabajadores.
En países como El Salvador y Honduras ya se está modificando el Estatuto del Maestro y el Estatuto del Médico, así como el Código Civil
entre otras modificaciones, y como consecuencia de esto, se perderían importantes conquistas ganadas por el movimiento obrero en varias
décadas de lucha.
A manera de conclusiones
Aspectos como estos explican por que el TLCEUCA es funcional al patrón de acumulación transnacional, pero reportará limitados
dividendos a las naciones centroamericanas,
Los dividendos de Centroamérica se localizan fundamentalmente en un acceso al mercado de Estados Unidos, que debe ser bien precisado
pues no se trata de grandes facilidades para acceder a este importante mercado. Como regla ingresarán a Estados Unidos los llamados
productos étnicos de Centroamérica (queso con loroco, quesadillas, semillas comestibles) algunas frutas y vegetales frescos, camarones
cultivados y otros pocos productos del mar, mientras que Estados Unidos se posesionará del mercado interno centroamericano con una
variedad de bienes y servicios mucho mayor que la que concretará toda Centroamérica en su mercado. Al mismo tiempo Estados Unidos
accederá al área de los servicios centroamericanos (educación, salud, agua, energía, comunicaciones etc.) de cuya privatización espera
beneficiarse en alguna medida, así como tomará posesión de la rica biodiversidad que existe en Centroamérica.
De esta manera, mientras Centroamérica en el mejor de los casos participará limitadamente en el mercado norteamericano, Estados Unidos
estará apropiándose de importantes recursos centroamericanos.
No obstante, los principales dividendos de Estados Unidos se localizan en aspectos geopolíticos aunque la entrada en vigor el TLCEUCA
significará un aporte concreto a las negociaciones que están en marcha del ALCA y la OMC.
BIBLIOGRAFÍA
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