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LA DECADA DEL 20 PERIODO ENTRE GUERRAS
La Sociedad de Naciones (SDN)
Fue un organismo internacional creado por el Tratado de Versalles, el 28 de
junio de 1919. Se proponía establecer las bases para la paz y la reorganización
de las relaciones internacionales una vez finalizada la Primera Guerra Mundial.
La SDN se basó en los principios de la cooperación internacional, arbitraje de
los conflictos y la seguridad colectiva. El Pacto de la SDN (los 26 primeros
artículos del Tratado de Versalles) fue redactado en las primeras sesiones de la
Conferencia de París por iniciativa del Presidente de los Estados Unidos,
Woodrow Wilson.
El 15 de noviembre de 1920 se celebró en Ginebra la primera asamblea de la
sociedad, con la participación de 42 países.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial a mediados del siglo XX, la SDN
fue disuelta el 18 de abril de 1946, siendo sucedida por la Organización de las
Naciones Unidas (ONU). En realidad no fue una sucesión de un organismo
internacional por otro. La experiencia de la Sociedad de las Naciones es el más
cercano a la actual ONU, pero dicho antecedente no fue ni siquiera
mencionado por los redactores de la Carta ya que, al querer reestructurar el
mundo postbélico de la Segunda Guerra Mundial, los Estados vencedores
optaron por hacer desaparecer la Sociedad de Naciones y crear una
organización internacional enteramente nueva.
Motivos de la creación de la Sociedad de Naciones
La creación de la Sociedad de Naciones tiene su origen en uno de los 14
puntos de Woodrow Wilson para superar los efectos de la guerra y conseguir
una paz duradera, fue una consecuencia a la reacción de las diferentes
naciones contra los horrores que provocó la Primera Guerra Mundial.4 Millones
de muertos, inválidos, población civil desplazada, pobreza, deuda de guerra, la
caída de cuatro imperios -el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomanoque a su vez provocó inestabilidad política. La Sociedad de Naciones pretendía
impedir una repetición de los hechos que dieron lugar a la guerra, como la falta
de cooperación, la existencia de pactos secretos entre estados o la ignorancia
de los pactos internacionales. Por eso se quiso crear un organismo a través del
cual las naciones pudiesen resolver sus disputas por medios pacíficos en lugar
de militares, evitando aquellas causas que llevaron a la guerra:
La propia exposición de motivos del Pacto de la Sociedad de Naciones
proclama
Las Altas Partes contratantes: considerando que para fomentar la cooperación
entre las naciones y para garantizar la paz y la seguridad, importa: aceptar
ciertos compromisos de no recurrir a la guerra; mantener a la luz del día
relaciones internacionales, fundadas sobre la justicia y el honor; observar
rigurosamente las prescripciones del Derecho internacional, reconocidas de
aquí en adelante como regla de conducta efectiva de los Gobiernos; hacer que
reine la justicia y respetar escrupulosamente todas las obligaciones de los
Tratados en las relaciones mutuas de los pueblos organizados; Adoptan el
presente Pacto.
LOS ESTADOS UNIDOS EN LA DECADA DEL 20
Primera Guerra Mundial, Gran Depresión y Segunda Guerra Mundial
Una granja abandonada en Dakota del Sur durante la Dust Bowl, en 1936.
Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, Estados Unidos se declaró
neutral. Posteriormente, los estadounidenses se solidarizaron con los británicos
y franceses, a pesar de que muchos ciudadanos, sobre todo los originarios de
Irlanda y Alemania, se opusieron a la intervención. En 1917 se sumaron a los
Aliados, contribuyendo a la derrota de las Potencias Centrales. Reacio a
participar en asuntos europeos, el Senado no ratificó el Tratado de Versalles
(1919), que estableció la Sociedad de Naciones, aplicando una política de
unilateralismo, que rayaba en el aislacionismo. En 1920, el movimiento de los
derechos de la mujer ganó la aprobación de una enmienda constitucional para
otorgar a las mujeres el sufragio.
Durante la mayor parte de la década de 1920, el país gozó de un período de
prosperidad, disminuyendo el desequilibrio de la balanza de pagos mientras
crecían las ganancias de las granjas industriales. Este período, conocido como
los felices años veinte, culminó en la crisis de 1929 que desencadenó la Gran
Depresión. Después de su elección como presidente en 1932, Franklin D.
Roosevelt respondió con el New Deal (nuevo trato), una serie de políticas que
aumentaron la intervención del gobierno en la economía. De 1920 a 1933 se
estableció una ley seca conocida como La prohibición. La Dust Bowl (cuenca
de polvo) de mediados de la década de 1930 dejó varias comunidades de
agricultores empobrecidos y estimuló una nueva ola de migración hacia la
costa occidental.
Soldados del Ejército de los Estados Unidos durante la batalla de Normandía,
el 6 de junio de 1944.
Estados Unidos, oficialmente neutral durante las primeras etapas de la
Segunda Guerra Mundial, inició el suministro de provisiones a los Aliados en
marzo de 1941, a través del Programa de Préstamo y Arriendo. El 7 de
diciembre de 1941, el país se unió a la lucha de los Aliados contra las
Potencias del Eje, después del ataque japonés a Pearl Harbor. La Segunda
Guerra Mundial impulsó la economía mediante el suministro de capital de
inversión y puestos de trabajo, haciendo que muchas mujeres entraran en el
mercado laboral. De los principales combatientes, Estados Unidos fue la única
nación que se enriqueció a causa de la guerra. Las conferencias en Bretton
Woods y Yalta crearon un nuevo sistema de organización internacional que
colocó al país y a la Unión Soviética en el centro de los asuntos mundiales. En
1945, cuando llegó el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, una
conferencia internacional celebrada en San Francisco redactó la Carta de las
Naciones Unidas, que entró en vigor después de la guerra.38 Después de
haber desarrollado la primera arma nuclear, el gobierno decidió utilizarla en las
ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de ese mismo año.
Japón se rindió el 2 de septiembre, poniendo fin a la guerra.
La Gran Depresión
Fue una crisis económica mundial que se prolongó durante la década anterior a
la Segunda Guerra Mundial. Su duración depende de los países que se
analicen, pero en la mayoría comenzó alrededor de 1929 y se extendió hasta
finales de la década de los años treinta o principios de los cuarenta. Fue la
depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y la que afectó a más
países de las sufridas en el siglo XX. En el siglo XXI ha sido utilizada como
paradigma de hasta qué punto puede disminuir la economía mundial.
La llamada Gran Depresión se originó en los Estados Unidos, a partir de la
caída de la bolsa del 29 de octubre de 1929 (conocido como Martes Negro,
aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había producido el Jueves
Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo.
La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y
pobres. La renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios y los precios
cayeron, y el comercio internacional descendió entre un 50 y un 66%. El
desempleo en los Estados Unidos aumentó al 25%, y en algunos países
alcanzó el 33%. Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas,
especialmente las que dependían de la industria pesada, y la construcción se
detuvo prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las zonas rurales
sufrieron la caída de los precios de las cosechas que alcanzó
aproximadamente un 60 por ciento. Ante la caída de la demanda, las zonas
dependientes de las industrias del sector primario, con pocas fuentes
alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas.
Los países comenzaron a recuperarse a mediados de la década de 1930, pero
sus efectos negativos en muchos países duraron hasta el comienzo de la
Segunda Guerra Mundial. La elección como presidente de Franklin Delano
Roosevelt y el establecimiento del New Deal en 1932 marcó el inicio del final de
la Gran Depresión en Estados Unidos. Sin embargo, en Alemania, la
desaparición de la financiación exterior, a principios de la década de 1930, y el
aumento de las dificultades económicas, propiciaron la aparición del nacionalsocialismo y la llegada al poder de Adolf Hitler.
Las consecuencias económicas de la primera guerra mundial
La guerra tuvo unas consecuencias económicas profundas y duraderas, al
poner fin al orden económico internacional, existente desde la segunda mitad
del siglo XIX. Supuso un descenso demográfico directo e indirecto de alrededor
del 10% de la población europea y de un 3,5% del capital existente. Desde el
punto de vista financiero, el conflicto bélico conllevó un gasto público
descomunal en Europa financiado por deuda pública tanto interna como
externa que supuso la multiplicación por seis de la deuda ya existente, también
se valieron de la creación de dinero lo que supuso una fuerte presión
inflacionista.
En el transcurso de la guerra, diversas naciones no participantes en el conflicto
como Estados Unidos y Japón se apoderaron de algunos mercados
internacionales, tradicionalmente dominados por los europeos, que en ese
momento centraban sus esfuerzos industriales en la producción militar. En el
sector agrícola la demanda exterior de productos alimenticios de los países
participantes creció durante la guerra, lo que estimuló la producción agrícola de
los países neutrales, que al acabar la guerra y volver a la situación anterior
vieron como contaban con una oferta excesiva de productos agrícolas que
forzó una bajada de los precios en este sector.
La guerra también estableció un nuevo mapa político de Europa con nuevas
fronteras que trastocó la estructura económica y comercial del continente al
romper mercados y perder eficiencia económica, exigiendo nuevas inversiones.
Las reparaciones económicas impuestas por los vencedores de la guerra a los
derrotados fueron astronómicas. La cantidad fijada para Alemania por el
Comité de Reparaciones, en 1921, fue de 132.000 millones de marcos oro, lo
que significaba, en su momento inicial, el pago anual del 6% del Producto
interior bruto de este país. Los acreedores cobraron solo una pequeña parte de
las deudas, a costa de que la economía internacional perdiese oportunidades
de fortalecimiento y crecimiento.
El crecimiento de Estados Unidos
Felices años veinte.
Tras el final de la primera guerra mundial, Estados Unidos experimentó un
fuerte crecimiento económico, desplazando a Gran Bretaña del liderazgo
económico mundial. Durante los años previos a la Gran depresión se
incrementó en aquel país la producción y la demanda, con una profunda
transformación productiva dominada por la innovación tecnológica. Del
optimismo y de la bonanza económica también participó la Bolsa que vivió un
prolongado incremento de las cotizaciones, que permitió la formación de una
burbuja especulativa, financiada por el crédito. Desde antes del verano de
1929, varios indicadores macroeconómicos habían empezado a sufrir un suave
descenso.
Causas
Hacia 1925, la economía mundial se hallaba bastante equilibrada: la
producción había vuelto al nivel de antes de la Primera Guerra Mundial, la
cotización de las materias primas parecía estabilizada y los países que
atravesaban un periodo de alta coyuntura eran numerosos. Sin embargo, no
era un retorno a la belle époque. Una serie de equilibrios tradicionales
quedaban alterados: la producción y el bienestar progresaban de manera
espectacular en unas partes (Estados Unidos, Japón), mientras que en otras,
perdida la prosperidad anterior a la guerra, vivían abrumados por el desempleo
y las crisis endémicas; en particular en el Reino Unido. Al propio tiempo, los
estadounidenses complicaban de singular manera la posición de los europeos.
La deuda internacional no podía pagarse sino con oro o mercancías, y los
estadounidenses frenaban sus importaciones de Europa con nuevos y cada
vez más elevados derechos de aduana, al tiempo que utilizaban su
superioridad para imponer sus exportaciones a Europa.
Por otra parte, los Estados Unidos disponían de las mayores reservas de oro
del mundo, por lo que, para mantener el patrón oro, hubo de conceder
cuantiosos préstamos a Europa. Tal fue el origen de los planes Dawes y
Young. En 1914, la economía estadounidense vivía en plena era de
prosperidad, y la guerra europea la acrecentó: durante tres años sucesivos, los
Estados Unidos fueron los proveedores de un mercado casi ilimitado, mientras
las potencias europeas se aniquilaban entre sí. La capacidad industrial de los
Estados Unidos también había aumentado considerablemente, y su agricultura
progresaba a idéntico ritmo.
Desde 1925, la actividad de la Bolsa había evolucionado tan vertiginosamente
como la producción industrial del país. La cotización de las acciones subía
regularmente de año en año, y fueron numerosos los estadounidenses que
hallaron en la especulación bolsística la fuente de una rápida fortuna: la fiebre
de jugar a la Bolsa tentaba a todos los estratos de la población de modo
irresistible, tanto rentistas y jubilados como aprendices, que ignoraban todo lo
relativo a la industria, a la economía y a la misma Bolsa. Todo el mundo
consideraba que la economía del país se encaminaba hacía niveles
insospechados, y todos estaban persuadidos de que las "mejores acciones"
podían conseguirse con muy poco dinero, pensando que debía aprovecharse
de aquella buena suerte antes de que pudiera terminarse.
La continuada demanda hizo subir las acciones a alturas increíbles, y pronto la
cotización en Bolsa fue pura especulación, que nada tenía de común con la
auténtica solvencia de una sociedad. Mientras sólo se trató, para el ciudadano
medio, de invertir sus economías, la especulación siguió dentro de unos límites
más o menos razonables, pero transcurrió el tiempo y los estadounidenses
empezaron a jugar a la Bolsa con dinero prestado. Una acción de cien dólares
nominales podía obtenerse sólo por diez, mientras el resto, llamado
"excedente" -o sea, noventa dólares-, se pagaba a crédito. Si la acción seguía
subiendo, todo iba perfectamente: un alza del 10%, esto es, que pasara de 100
a 110 dólares proporcionaba al accionista un beneficio neto del 100% sobre los
10 dólares que en realidad había desembolsado. En cambio, si la acción
bajaba en un 5 o un 10%, el corredor bursátil exigía nuevo pago al contado, y si
el cliente no podía hacer frente al mismo, se veía obligado a vender con
pérdida, con el fin de cubrirse él y cubrir a otros acreedores eventuales. Entre
los pequeños especuladores -decenas de millares de ciudadanos- eran muy
pocos los que poseían reservas de liquidez apreciable.
Desarrollo de la crisis
Multitud reuniéndose en la intersección de Wall Street con Broad Street,
después de la quiebra de la bolsa en 1929.
El crac bursátil
La coyuntura del alza, denominada allí Big Bull Market, descansaba así sobre
una base sumamente frágil. Todo el sistema se derrumbó en octubre de 1929,
y en pocos días -en cuestión de horas, incluso- las cotizaciones perdieron todo
cuanto habían ganado durante meses o, mejor dicho, durante años. Los
pequeños especuladores quedaron arruinados y tuvieron que vender con
enormes pérdidas, y al cundir el pánico los grandes capitalistas se encontraron
también con dificultades. El 23 de octubre de 1929 las cotizaciones registraron
un pérdida media de 18 a 20 puntos, y pasaron de mano en mano unos seis
millones de títulos; al día siguiente, nueva caída de las cotizaciones, entre 20 y
30 puntos, e incluso de 30 a 40 para las grandes empresas. En tan crítico
momento, los primeros bancos del país y los corredores de Bolsa más
destacados intentaron salvar los negocios y reunieron 240 millones de dólares
para sostener las cotizaciones mediante compras masivas, y en aquella sola
jornada cambiaron de mano trece millones de acciones. Tan desesperada
tentativa produjo sólo resultados de carácter momentáneo; el lunes 28 de
octubre, se produjo un nuevo descenso de 30 a 50 puntos, y al día siguiente que pasó a la historia con el nombre de "martes negro"- fue la jornada más
sombría de Wall Street. El pánico fue absoluto: en pocas horas, dieciséis
millones y medio de acciones se vendieron con pérdida a un promedio del 40%.
Más tarde en noviembre, cuando se hubieron calmado un poco los ánimos, las
cotizaciones habían descendido a la mitad desde el comienzo de la crisis
bolsística, y no menos de 50.000 millones de dólares se habían desvanecido
como el humo.
La quiebra del sistema bancario
La inexistencia en Estados Unidos, de un sector bancario fuerte de ámbito
nacional y la quiebra inicial de algunos bancos hizo que la crisis bancaria se
extendiera por todo el país, multiplicando los efectos de la crisis. La Reserva
Federal era la única que podía haber evitado una caída en cadena de los
bancos, mediante concesión de liquidez de forma masiva a los bancos, pero los
gestores de la Reserva Federal, muy al contrario redujeron la oferta monetaria
y subieron los tipos de interés, provocando una oleada masiva de quiebras
bancarias. Esta reducción de la oferta monetaria también provocó el inicio de
un proceso deflacionista y la reducción drástica del consumo y el comienzo de
una intensa depresión.
Efectos de la crisis
PIB estadounidense en el período 1910–60 con los años de la Gran Depresión
(1929–1939) remarcados.
Desempleo en Estados Unidos en el período 1910–60 con los años de la Gran
Depresión (1929–1939) remarcados.
La depresión subsiguiente fue por mucho la peor de la historia estadounidense.
Durante al menos tres años y medio todos los indicadores sociales y
económicos reflejaron un progresivo deterioro de la situación. En 1932 el PBN
había disminuido un 27% y la producción industrial un 50%. La inversión ni
siquiera alcanzaba para el mantenimiento de las instalaciones existentes. Bajo
estas presiones, el sistema bancario acabó por derrumbarse. Para el año 1933,
el desempleo llegó al 25%. Solo en 1940 se recobró el nivel de producción
previo al 29 y esto se debió al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Durante
los primeros años de la depresión, entre 1929 y 1932, el índice general de
precios en Estados Unidos, disminuyó el 35,6%. Muchos economistas piensan
que este proceso de deflación fue responsable de la profundidad y duración de
la depresión y también parece probable que esta prolongada deflación sólo fue
posible por la política del Sistema de Reserva Federal de disminución de la
oferta monetaria.
Los sectores más gravemente afectados por la depresión fueron la agricultura,
la producción de bienes de consumo y la industria pesada. Esto provocó que
ciudades como Detroit y Chicago, que dependían de la industria pesada,
sufrieran la crisis con más intensidad. A su vez, hubo ciudades dependientes
de una sola industria que terminaron totalmente arruinadas. En 1932 el nivel de
actividad al que estaba funcionando la industria era tan bajo que incluso una
eventual demanda del mercado podía ser satisfecha sin necesidad de inversión
y sin recurrir a más mano de obra. De modo semejante, el sector de la vivienda
estaba también saturado de casas vacías cuyos propietarios no habían podido
hacer frente a las hipotecas. Pero lo que más se resintió fue la confianza de los
empresarios quienes poseían grandes dudas sobre la utilidad de nuevas
inversiones. El hundimiento de la bolsa fue además una causa directa de la
reducción de los beneficios empresariales y destruyó el incentivo individual al
ahorro, reduciendo así el volumen de los recursos destinados a la inversión. El
nivel extraordinariamente bajo de los ingresos agrícolas fue decisivo y retardó
considerablemente la recuperación. La agricultura fue el sector más deprimido
de la economía y los productores habían disminuido sus ingresos en un 70%.
Gran parte de las cosechas no se vendían y comenzaron a disminuir la
producción demasiado tarde. A su vez, como la gran mayoría de los pequeños
agricultores estaban endeudados, se veían forzados a vender sus productos o
perder sus propiedades.
El funcionamiento del sistema bancario americano fue el factor individual que
mayor influencia tuvo sobre la profundidad alcanzada por la depresión. Los
bancos se apoyaban en unas pocas industrias locales y eran muy susceptibles
a las retiradas de fondos. Al producirse una corrida bancaria masiva, los
ahorros se tornaron menores que los ingresos y los bancos no podían prestar
dinero. A su vez, las garantías, como las casas, contra las cuales se habían
vendido los préstamos eran invendibles. A pesar de la debilidad del sistema
bancario, su derrumbamiento pudo haberse evitado, pero el gobierno no hizo
nada para rescatar a los bancos. Es más, lo que se pensaba en ese entonces
era que la depresión suponía una purga que desembarazaría a la economía de
sus aspectos menos eficientes, siendo las bancarrotas y los despidos parte
necesaria de este proceso de retorno al equilibrio.
La difusión de la crisis
La depresión norteamericana de la actividad económica fue acompañada por
una reducción adicional del préstamo hacia el extranjero y una fuerte
contracción de la demanda de importaciones. Esto produjo una gran reducción
del flujo de dólares hacia Europa y el resto del mundo. Dado la importancia de
Estados Unidos en la economía mundial, el impacto de su crisis sobre el resto
del mundo fue fuerte; por eso se dice que Estados Unidos exportó su crisis.
Prácticamente todos los países padecieron declives tanto en la producción
industrial como en el PBI, siendo la URSS la principal excepción al estar
aislada de los estragos del capitalismo moderno. El siguiente cuadro muestra la
caída de la renta y la producción industrial entre el comienzo de la crisis en
1929 y 1932, año que marcó el momento de mayor profundidad de los
indicadores económicos.
País
PIB 1932 (1929 =100)
Producción industrial 1932
(1929=100)
Austria
80
62
Francia
86
74
Alemania
77
61
Japón
101
-
Reino Unido
95
89
Italia
98
86
Países Bajos
93
84
España
97
84
Estados Unidos
73
62
Fuente:13
A principios del 1931, si bien persistía la deflación y la desocupación era alta,
los países más afectados eran los exportadores de materias primas, y varios de
ellos debieron abandonar el patrón oro. Sin embargo, con la quiebra del Credit
Anstalt, el principal banco de Austria, se produjo una fuga de capitales en
Alemania, Gran Bretaña y en Estados Unidos, quien decidió terminar con el
patrón oro. Hacia fines del 1932, casi todos los países del mundo lo habían
hecho.
Alemania, logró una moratoria en el pago de las reparaciones de la deuda pero
igual decidió aumentar las tasas de interés. Esto provocó una profundización
en la caída de la actividad económica y un incremento de la desocupación. La
devaluación del marco fue descartada por temor a la inflación. La alta
desocupación creó un clima de conflictividad social y política que allanó el
camino a la llegada de Hitler al poder. Gran Bretaña, por su parte, abandonó el
sistema monetario tradicional dejando flotar la libra, esto produjo su
depreciación. Esto fue la demostración del liderazgo británico y permitió que la
economía británica se recupere de forma razonable librada de las condiciones
impuestas por una moneda sobrevaluada y altas tasas de interés.
En poco tiempo se produjo la desorganización y la destrucción parcial de la
maquinaria que movía la economía internacional. Los países buscaron una
salida individual a la crisis al desaparecer la cooperación financiera. Esto
produjo un deterioro de los términos de intercambio y significó el descenso de
los precios de las materias primas respecto a los productos manufacturados.
En un contexto de escasez de crédito, el resultado para los países periféricos
fue la pérdida de reservas y la depreciación del tipo de cambio. Los países
periféricos adoptaron dos tipos de políticas: las pasivas y las activas. La
pasividad fue el mantenimiento de la ortodoxia monetaria y cambiaria con
respecto a los países centrales, y fue realizado por países pequeños con alta
dependencia del mercado como Haití, Honduras y Panamá. Las políticas
activas fueron modificar el tipo de cambio, controlar las importaciones,
intervencionismo estatal e industrialización por sustitución de importación.
Estos fueron el caso de Argentina, Brasil y Uruguay.
El hundimiento del comercio internacional
Uno de los factores de propagación de la crisis fue el hundimiento brutal del
comercio internacional, que llegó a perder dos terceras partes del valor
alcanzado en 1929. Este descalabro del comercio trasladó los efectos de la
crisis hasta aquellos países que tenían sus economías abiertas al exterior.
El hundimiento del comercio internacional se prolongó bastante en el tiempo.
En 1938 el valor del comercio mundial se situaba todavía por debajo de la
mitad del nivel del año 1929. La razón del mantenimiento de la caída fue la
adopción generalizada de políticas comerciales proteccionistas encabezadas
por Estados Unidos y Gran Bretaña que desencadenaron una guerra comercial
que junto con la bajada de la demanda por la propia depresión redujo el
comercio mundial. Durante la década se tomaron diversas medidas:
Control de cambios: diferentes formas de restricciones oficiales sobre las
transacciones privadas de divisas extranjeras. Los gobiernos exigieron de los
exportadores las divisas recibidas por sus ventas entregándoselas a los
importadores como pago de sus compras, en ambas operaciones el precio era
fijado por el gobierno. Esto produjo aislamiento y favoreció el desarrollo de las
industrias internas al limitar la entrada de mercaderías.
Acuerdos bilaterales: buscaban el equilibrio entre las cuentas mutuas de dos
países que querían mantener alto el nivel de comercio sin movilizar oro ni
divisas. Un ejemplo son los acuerdos de compensación que consistía en una
forma moderna de trueque en los cuales no era necesario ningún tipo de
movimiento monetario. Otro tipo de acuerdo bilateral era el clearing, el cual
consistía en abirir una cuenta en cada país a través de los cuales se
efectuaban los pagos por exportación e importación. Alemania fue uno de los
que utilizó estos dos tipos de acuerdos. Finalmente, los acuerdos de pagos,
que se establecían entre países con tipo de cambio fijo y países con controles
de cambio, buscaban resolver los problemas de deudas congeladas e intereses
impagos de los últimos países. Fueron utilizados preferentemente por Gran
Bretaña.
Aranceles al comercio: las tarifas fueron el mayor obstáculo para el intercambio
internacional de bienes. Incluso Gran Bretaña, país con fuerte tradición liberal,
aprobó una ley de derechos de importación que imponía una tasa del 10%
sobre todas las importaciones fuera de la Commonwealth.
El colapso en el que se encontraba la economía en 1932 fue extendiendo la
idea de que era necesaria la colaboración internacional para combatir la crisis
comercial y financiera. Por esta razón, se convocó a la Conferencia económica
mundial en 1933. Pero como Estados Unidos salió del patrón oro convirtiendo
al dólar en una moneda fluctuante, la reunión se clausuró sin ningún éxito. Tres
años más tarde, con el dólar estabilizado, se produjeron nuevos intentos de
cooperación internacional como el acuerdo tripartito entre Francia, Gran
Bretaña y Estados Unidos, con el objetivo de regular los tipos de cambio.
Varios países hicieron acuerdos regionales como el de la Cuenca del Danubio
en el cual Hungría, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia concedieron preferencias
arancelarias a sus productos. Pero el pacto más famoso fue el realizado por los
países de la Commonwealth en la Conferencia de Ottawa celebrada en 1932,
donde se acordó un sistema de preferencias mutuas para las importaciones
provenientes de los miembros de la comunidad.
El papel del Keynesianismo
John Maynard Keynes, economista británico, considerado como uno de los
más influyentes del siglo XX, cuyas ideas tuvieron una fuerte repercusión en las
teorías y políticas económicas.
La crisis tuvo profundas repercusiones en el universo de la teoría general. La
caída de la producción y la prolongación en el tiempo de altas tasas de
desocupación pusieron en duda las concepciones neoclásicas. Estas
destacaban que los desajustes ocasionados por las variaciones de la actividad
económica serían superados a partir del libre funcionamiento de las fuerzas de
mercado. En el marco de la crisis del 30 surgieron posturas heterodoxas que
recomendaban una política activa frente a la depresión, la más importante es el
Keynesianismo. Sus dos aspectos principales son: Los fenómenos deben ser
contemplados desde una perspectiva global y macroeconómica; y el Estado
ocupa un lugar significativo dentro del sistema económico.
La argumentación de Keynes atacaba la concepción neoclásica del desempleo.
Si los empresarios reducían los salarios en una situación de desempleo, el flujo
de la capacidad adquisitiva, es decir, la demanda agregada, disminuiría
paralelamente a la baja en los sueldos. En ese caso, la contracción de la
demanda, afectaría a los empresarios y aumentaría la desocupación. Por lo
tanto, no podía esperarse el accionar automático de fuerzas que corrigieran la
situación pues el equilibrio con desocupación y menos producción puede ser
permanente. Entonces, si la inversión privada no aparecía, el Estado debía
intervenir para elevar el nivel de la inversión aumentando el gasto público para
recuperar la demanda. Esto corresponde a una política económica anti-cíclica
que se traduce en un aumento del déficit fiscal en momentos de crisis para
lograr reactivar la economía.
La recuperación en Estados Unidos
El primer New Deal
Al asumir Roosevelt la presidencia en 1933 se aprobaron rápidamente varias
leyes en el Congreso como fondos asistenciales para desocupados, precios de
apoyo para los agricultores, servicio de trabajo voluntario para desempleados
menores de 25 años, proyectos de obras públicas en gran escala,
reorganización de la industria privada, creación de organismo federal para
salvar el valle del Tennessee, financiación de hipotecas, seguros para los
depósitos bancarios y reglamentación de las transacciones de valores. Estas
leyes crearon nuevos organismos encargados de llevar a cabo estas medidas.
El New Deal, había sido elaborado durante la carrera presidencial por un grupo
de intelectuales, que Roosevelt reunió en torno suyo, conocidos como el
‘Brains Trust’.
El problema más importante para Roosevelt era la quiebra casi total del
sistema bancario, a tal punto que era imposible cobrar un cheque. La
producción industrial, por su parte, había tocado fondo en 1932. La crisis
bancaria era esencialmente de confianza y pudo ser solucionada fácilmente. En
un discurso radial, Roosevelt informó la población sobre la reapertura de los
bancos incitando a depositar ya que no se corrían más riesgos, por lo que
varios individuos volvieron a depositar. La recuperación de los bancos no fue
más que el preludio de una revisión a fondo del sistema financiero, gravemente
distorsionado desde 1929 por la contracción del crédito, el incremento de las
deudas y el impago de las hipotecas.
Otro problema importante en 1933 era la desocupación. La primera medida
adoptada en este terreno fue la creación de campamentos de trabajo donde los
desempleados realizaban tareas de conservación de parques naturales y otros
espacios verdes. Si bien el Gobierno federal encaró la realización de obras
públicas, estas no llegaron a compensar la enorme reducción experimentada
por el gasto a nivel estatal y municipal. El New Deal nunca dispuso de un
programa concreto para bajar la desocupación mediante obras públicas ya que
se carecían de proyectos de antemano y la planificación requería tiempo. Los
proyectos debían autofinanciarse lo que hacía difícil su elaboración. Además,
para lograr el máximo beneficio social, había que emplear a la mayor cantidad
de mano de obra posible por lo que estos empleos, en la práctica eran una
auténtica limosna. No solo el New Deal no pudo disminuir considerablemente el
desempleo, sino que los trabajos otorgados eran precarios.
El New Deal se enfrentó constantemente al dilema de emplear el dinero en
aliviar el sufrimiento actual o en estimular la economía para el futuro. Gran
parte de las inversiones del New Deal procedían de los impuestos, ya que de
otro modo, el gobierno federal tendría que haber aceptado un déficit
presupuestario. Esto significaba que una parte del dinero destinado a pagar el
sueldo de los nuevos empleados se deducía del salario del que disfrutaba de
un empleo. Esto comprueba que Roosevelt desconocía de fondo las medidas
recomendadas por Keynes ya que este indicaba que el aumento de gasto, y en
consecuencia, del déficit era algo positivo en épocas de crisis.
Otro problema gravísimo, era el bajo y permanente nivel de las rentas
agrícolas. Era necesario aumentar los precios y ello se conseguía
disminuyendo la producción. Para lograrlo, se concedían primas a aquellos
agricultores que deseaban producir menos. Esto implicaba que al menos una
parte del costo recayera sobre el consumidor, que en algunos casos estaba en
la miseria. Sin embargo, el aumento del nivel de vida de los agricultores
significaba más dinero, más demanda y más empleo. Igualmente, estas
medidas no lograron disminuir la producción y gran parte de los subsidios se
utilizaron para la compra de fertilizantes lo que aumentó la productividad. Otra
medida para aumentar los precios fue la devaluación del dólar pero tampoco
tuvo éxito. Lo que sí logró aumentar los precios agrículos fue la severa sequía
que azotó la zona Oeste a lo largo de la década.
El segundo New Deal
El segundo New Deal se implementó en el segundo mandato de Roosevelt y
consistió en la promulgación de una ley sobre la vivienda, la puesta en marcha
de la seguridad social, la creación de organismos de planificación regional, el
respaldo a los sindicatos y un sistema fiscal más progresivo con impuestos más
elevados a los ingresos y a la riqueza. Igualmente, las consecuencias de las
nuevas imposiciones a los ricos fueron insignificantes y no hubo tal
redistribución de la riqueza. En 1937, se reconocieron los sindicatos. Las
empresas tuvieron que aceptar la libertad de sindicación de sus empleados. Se
logró la sindicalización de los trabajadores de las industrias de producción en
masa; todos los empleados, cualquiera sea su calificación, debían integrarse a
un mismo sindicato industrial.
En estas circunstancias, el gobierno cometió un grave error económico que
retrasaría en dos años la recuperación. En 1936, el ritmo de expansión era
acelerado y los precios subieron rápidamente. Temiendo un auge especulativo,
Roosevelt puso fin al déficit presupuestario y al año siguiente la economía se
sumió a una depresión que no sufría ningún otro país y aumentó el desempleo.
Tan pronto como el gobierno redujo los gastos, los empresarios perdieron la
confianza y dejaron de invertir. Roosevelt seguía sin entender la política fiscal,
pensaba que era la obra pública y no el déficit presupuestario lo que promovía
el empleo. Los gastos federales aumentaron en 1938 pero la hostilidad hacia el
New Deal había aumentado. A medida que el desempleo se prolongaba, crecía
la impopularidad de Roosevelt.
Si bien se dice que el segundo New Deal fue un ‘giro a la izquierda’, no era en
absoluto hostil a los empresarios, lo que hizo fue poner al burócrata donde
había fracasado el hombre de negocios hasta que la empresa privada pudiera
florecer de nuevo. Por haber sabido evitar una solución más radical fue el
salvador del capitalismo. El efecto más perdurable del New Deal fue aumentar
el poder del gobierno federal y del presidente en particular: se redujo el poder
de los Estados y el presidente y su gabinete sustituyeron al congreso como
principal fuente legislativa. La sociedad estadounidense experimentó una
profunda transformación debido al incremento del poder federal y presidencial
sobre la economía. Es por eso que el auténtico legado del New Deal fue
revolucionar las expectativas