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Sexto Año. Ciencias Sociales.
Comisión 2
Prof. Rosana Rodríguez
LA GLOBALIZACIÓN SE EXPANDE
LAS MULTINACIONALES
JUAN PÉREZ VENTURA · 5 ABR, 2013 ·
Se denomina empresas multinacionales a aquéllas empresas que no sólo operan y tienen presencia
en su país de origen, sino que también se encuentran en otros países. Están en más de una nación
(multi-nacional). Aunque el concepto lingüístico es sencillo, la dinámica y el funcionamiento de
este tipo de empresas es muy complejo y merece ser analizado.
Las multinacionales expanden operaciones como la producción o la administración alrededor del
mundo, y movilizan plantas industriales de un país a otro. Tienen una visión global de la economía
y de su ámbito de trabajo. Operan para todo el mundo, y sus clientes son los mercados, países,
empresas, organizaciones, de todo el planeta. Al ser multinacionales, conciben al mundo entero
como su mercado potencial, y sobre él actúan y se mueven.
El término multinacional ha de ser entendido como descripción del ámbito de actuación, no de la
naturaleza de la compañía. Una empresa multinacional no es una empresa cuyo origen esté en
muchas naciones, sino que opera y actúa en un gran número de ellas. Por ejemplo The Coca-Cola
Company es una empresa de Estados Unidos (es una empresa nacional estadounidense) que está
presente en todo el mundo (es una empresa multinacional a nivel global). The Coca-Cola Company
es una empresa estadounidense, no una empresa multinacional, en tanto en cuanto no es una
empresa de varias naciones. Debido a la posibilidad de caer en un error, algunos autores prefieren
referirse a este tipo de corporaciones que operan en varios países como empresas transnacionales.
La globalización va de la mano de las multinacionales
Las multinacionales son los principales agentes del proceso de globalización. Junto a su expansión
por el mundo se difunde la economía, la política e incluso la cultura.
Las multinacionales expanden la economía por el planeta porque trasladan sus actividades
(económicas) a otros países, de forma que la inversión, los beneficios o las pérdidas afectan no sólo
al país de origen de la empresa, sino también a los nuevos países en los que la empresa se ha
instalado. Toyota (multinacional japonesa), cuando se instala en Tailandia, afecta a la economía de
Japón pero también a la de Tailandia.
Por otro lado, las multinacionales difunden las políticas porque, en el fondo, la política va
estrechamente ligada a la economía. Los gobiernos de los países se preocupan por la economía, y no
hay mayor entidad económica que una gran multinacional. La voluntad de las empresas se ve
muchas veces plasmada en las políticas que adoptan los Estados y los organismos internacionales.
Finalmente, las multinacionales también propulsan la difusión de la cultura por todo el mundo. Casi
siempre son multinacionales occidentales, así que es la cultura occidental la que triunfa en su
expansión global. Por ejemplo, cuando una empresa como Adidas (multinacional alemana) llega
hasta Indonesia, los jóvenes indonesios comienzan a vestir como los alemanes. Así, la forma de
vestir, la música que se escucha, los refrescos que se beben y las películas que se ven son las
mismas en todo el mundo, porque han llegado a todos los países gracias a las empresas
multinacionales, que han extendido sus productos por todo el planeta. Este fenómeno es lo que se
puede llamar ‘globalización cultural’.
Así pues, dentro del proceso de globalización, podemos distinguir varios tipos:
-Globalización económica. La globalización se caracteriza en la economía por la integración de las
economías locales en una economía de mercado mundial, donde los modos de producción y los
movimientos de capital se configuran a escala planetaria, cobrando mayor importancia el papel de
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las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales, junto con la implantación definitiva
de la sociedad de consumo.
-Globalización política. Este tipo de globalización consiste en la creciente integración de las
distintas políticas nacionales en una única política mundial. A través de organismos internacionales,
y bajo la constante presión de las empresas multinacionales, las decisiones políticas de importancia
mundial están siendo fomentadas y extendidas por todo el planeta para que afecten a todos los
países del mundo. Aunque no sólo son políticas económicas, también se han ‘globalizado’ políticas
medioambientales (ONGs), políticas de defensa (OTAN), políticas de cultura (UNESCO), políticas
sociales (ONU)…
-Globalización cultural. En la que las prendas, música, modas, formas de actuar, pensamiento, etc.
adquieren dimensiones y presencia globales. Las tendencias occidentales se difunden por todo el
mundo, y se adoptan en países como Brasil, Egipto, Malasia, Bolivia o la India. Hoy en día se
pueden ver camisetas de fútbol de equipos europeos en cualquier país del mundo, así como
zapatillas de Nike o películas de Hollywood.
En estos tres tipos de globalización están muy presentes las empresas multinacionales. De hecho,
son ellas quienes ayudan a que cualquier aspecto de la vida cotidiana (política, cultura, economía…)
adquiera dimensiones globales. Las multinacionales están siendo el principal conducto por el cual la
globalización se está desarrollando y, a su vez, ésta está promoviendo el rápido desarrollo de las
empresas multinacionales (es decir, que las empresas se transnacionalicen o que las que ya han
acometido ese proceso crezcan aun más, fusionándose con otras o ampliando sus mercados). Así
pues, globalización y multinacionales van de la mano y se autoalimentan, reforzándose
mutuamente.
Pero, si la globalización fomenta el crecimiento de las multinacionales, cabe preguntarse hasta
dónde puede llegar el tamaño de estas empresas. Adam Smith decía que el tamaño de las empresas
estaba relacionado con el tamaño del mercado. Siguiendo esta hipótesis se puede decir que la
globalización, ampliando los mercados para las empresas, por un lado, y aumentando la
competencia, por otro, crea unas enormes oportunidades para el desarrollo de las empresas y de los
países donde están ubicadas.
José Luis Sampedro decía que la tan celebrada globalización no era más que un proceso en el que se
transfería el poder de los Estados a las multinacionales. Efectivamente, con el proceso de
globalización son las empresas y no los gobiernos y los Estados los que toman la iniciativa y el
protagonismo en la economía mundial, si bien es cierto que estos últimos tienen todavía en sus
manos los instrumentos de regulación para asegurar un mundo más competitivo y más justo
(económica y socialmente). En el fondo, la globalización consiste en que el poder pase desde la
política a la economía.
Multinacionales con demasiado poder
Ya lo adelantó J.K Galbraith en El nuevo estado industrial (1967), cuando dijo que las grandes
corporaciones se convertirían en la unidad económica estratégica de mayor significado y entidad en
el mundo. Se ha cumplido. Hemos llegado a un punto en la historia en el que encontramos empresas
cuyo tamaño las hace más fuertes económicamente que incluso países enteros. Por ejemplo
ExxonMobil tiene más dinero que Malasia, Perú o Ucrania.
Este poder económico conlleva a un aumento del poder de decisión, mediante la presión a la
política. Aunque no sea de forma directa, muchas veces las multinacionales de sectores estratégicos
controlan la política en todos los niveles geográficos: local, nacional, regional y mundial. Los casos
más conocidos son los de las multinacionales petroleras, del gas, financieras, informáticas… etc.
Grandes empresas que controlan sectores muy importantes para el desarrollo de la vida de las
personas y de los países. (…)
Los procesos de fusión y las alianzas entre grandes empresas les permiten alcanzar un enorme
tamaño, a la vez que crecen su poder e influencia en la economía mundial. Mediante estas prácticas
han conseguido formarse grandes corporaciones que superan el volumen económico de muchos
países y, por lo tanto, tienen más poder de decisión a nivel internacional.
En su libro El mercado y la globalización (2002), José Luis Sampedro habla así de las empresas
multinacionales: “La técnica moderna, con actividades que exigen instalaciones industriales muy
costosas y complicadas, junto con las ventajas económicas de la producción en gran escala, entre
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otras, fomentan y a veces imponen la creación de grandes empresas, con las cuales es muy difícil
lanzarse a competir. Con frecuencia las encontramos dominando los mercados dentro y fuera del
país (empresas multinacionales o transnacionales) y aliándose con otras afines o complementarias o
absorbiendo empresas rivales. Gracias a sus excepcionales medios técnicos y financieros
dominantes consiguen créditos y concesiones públicas privilegiadas, influyendo en países cuyos
gobiernos tienen menos poder que ellas mismas y presionando incluso a las autoridades de las
naciones más fuertes.”
Además de ser más poderosas e influyentes que naciones enteras, el poder de las grandes empresas
mundiales está concentrado en manos de unas pocas. Un interesante estudio sobre la red global que
forman las empresas multinacionales realizado en 2011 ponía de manifiesto que apenas 140
empresas controlan el 40% del valor de todas las multinacionales del mundo. La mayor parte de
estas multinacionales poderosas son entidades financieras y bancarias.
Arrojando más datos sobre la mesa, puede no sorprendernos que actualmente las empresas
multinacionales controlen dos terceras partes del comercio mundial de bienes y servicios. Es decir,
que el comercio exterior lo realizan mayoritariamente empresas, no países. De este comercio que
realizan las multinacionales, alrededor de un tercio se realiza entre establecimientos de una misma
multinacional, es un comercio intraempresa, pero que atraviesa fronteras.
Este exceso de poder por parte de entidades de carácter privado, no sujetas a regulación por parte de
organismos públicos, pone de manifiesto que las multinacionales se mueven por el mundo
controlando la economía (y en ocasiones la política) sin ser realmente entidades democráticas ni con
objetivos sociales. ¿Es oportuno que estos gigantes económicos que se alimentan de dinero decidan
el destino de un mundo formado por personas físicas y humanas?
Porque el poder de las multinacionales traspasa la dimensión económica y abarca también la
política, el medio ambiente, los ámbitos sociales y militares… etc. El hecho de tener objetivos
puramente económicos no implica estar al margen de todo lo demás. Muchas veces se han de
manejar bien la política y la sociedad para conseguir esos ansiados números positivos con muchos
ceros en las cuentas de la empresa.
Por eso mismo, para asegurar sus ganancias y aprovechando su posición de fuerza, las grandes
empresas multinacionales ejercen una enorme presión sobre la política mundial. Como dice Laurent
Carroué para LeMonde Diplomatique: “Desde hace décadas y en un marco cada vez más liberal, las
multinacionales occidentales han presionado ampliamente, en su propio beneficio, sobre las reglas
organizativas de la gobernanza económica mundial a escala a la vez nacionales, continentales y
mundiales por medio de un incesante lobbying, en particular en el FMI, la OMC, el Banco Mundial
o la OCDE.”
Denuncia contra el poder de las multinacionales
El presidente chileno Salvador Allende, en una intervención en la Asamblea General de la ONU en
1972, denunció el poder que habían adquirido algunas empresas multinacionales y la falta de
control sobre éstas, que ponía en peligro la autoridad de los propios estados. Estas fueron sus
palabras:
“Estamos frente a un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y
los estados. Éstos son interferidos en sus decisiones fundamentales (políticas, económicas,
militares), por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que no responden ni
están fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución representativa del interés
colectivo. En una palabra: es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada. Las
grandes empresas transnacionales no sólo atentan contra los intereses genuinos de los países en
desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada se da también en los países
industrializados donde se asientan.”
Multinacionales occidentales y multinacionales emergentes
Los países desarrollados controlan el 81% de las empresas y el 83% de las ventas de las 500
multinacionales más grandes del mundo. Aun así, el crecimiento de los grandes países emergentes y
la crisis estructural de los países desarrollados están provocando un nuevo orden económico
mundial, notablemente más multipolar. En este “nuevo orden” están apareciendo grandes empresas
que podemos denominar “multinacionales emergentes”, como los países de los que proceden.
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Laurent Carroué, geógrafo y director de investigación del Instituto Francés de Geopolítica de ParísVIII, recuerda que:
“Entre 2006 y 2010, el número de empresas de los países del Sur pasó de 61 a 94 (+54%), en
particular a causa de la escalada de China, cuyas multinacionales aumentaron de 20 a 46. En
cambio, el capitalismo anglosajón sufrió de lleno la crisis: Estados Unidos ha retrocedido de 170 a
139 unidades, y el Reino Unido de 38 a 29. La brasileña Vale, la india Tata, la rusa Gazprom, las
chinas CNPC, Sinochem y CNOO en el sector energético, Lenovo en el informático o China
Minmetals, aceleran sus inversiones en Rusia y en Asia Central, en África o en
Latinoamérica.” (fuente: LeMonde Diplomatique)
Se están multiplicando los flujos y los acuerdos políticos y económicos Sur-Sur, aumentando así el
comercio y la actividad económica entre países que hace un par de décadas estaban al margen de la
economía mundial. Los números y el volumen de estos movimientos está llegando a superar al de
los flujos económicos que se dan en Occidente, con grandes potencias como Brasil, China o India
encabezando el crecimiento del Sur.
La sintonía política de este nuevo ‘bloque’ de países hace que las grandes empresas de dichos países
encuentren grandes oportunidades de negocio y beneficios mucho mayores que en socios
tradicionales de Europa, Norteamérica o Japón. La crisis económica y financiera de Occidente y el
auge de los países emergentes fomenta que sean empresas multinacionales de países en desarrollo
las que amenazan con arrebatar el poder a las grandes empresas occidentales.
Pero estas buenas noticias para las naciones emergentes traen consigo una serie de inconvenientes
para las poblaciones de estos países en desarrollo: explotación laboral, daños al medio ambiente,
más poder que los débiles gobiernos nacionales… Además,”la creciente movilidad mundial de las
grandes empresas hace difícil que los países en desarrollo, carentes de mecanismos de supervisión,
puedan responsabilizar a esas compañías por violaciones a los derechos humanos y ambientales”
recuerda Daniel Mittler, de Amigos de la Tierra. (…)
Las grandes empresas se van a otro sitio
Las multinacionales, que se mueven por la búsqueda del máximo beneficio, se han dado cuenta de
que una de las mejores formas de conseguir su objetivo es reducir los costes de producción. ¿Cómo
se pueden reducir esos costes? Trasladando la producción a otro lugar, donde sea más barato
producir. Es sencillo.
Los rasgos en común de las multinacionales
 Compuestas por una sede central el país de origen y por lo menos una sucursal o filial en un país extranjero.
 Pueden ser privadas o estatales
 Origen: siglo XX, tras la Crisis del 29, Estados Unidos propicia la exploración de escenarios externos para
producir. (busca de ventajas económicas)
 Principales rubros: extracción hidrocarburos y metales, ind. automotriz, ind. electrónica, informática, servicios
financieros.
 Usan avances tecnológicos, estudian mecanismos políticos del país que las reciben y los consumos
poblacionales(mercadotecnia)
 Pueden tener tres modalidades:
 Trust: una empresa se fusiona (la compra) con otra que produce lo mismo para monopolizar la
explotación y venta del producto. Por ej. Grupo Vitro que fabrica el 90% del vidrio en México.
 Cartel: varias empresas competidoras se asocian para enfrentar conflictos con otras empresas o
gobiernos. Por ej Telefónica y Telecom en Argentina.
 Las dos modalidades anteriores están prohibida en muchos países por lo cual se ha desarrollado esta
tercera, el Holding: una empresa controla financieramente (compra acciones) de otras empresas
dedicadas a diferentes rubros.
 Las multinacionales de origen argentino mas importantes son:





TECHINT: creada en 1945 por Agostino Rocca. Concentra el 90% de los negocios externos del
país. La sede está en Bs As y Milán. Techint es el primer productor de acero en América Latina, y
el primer productor mundial de tubos sin costura en el mundo(usados para oleoductos e ind.
petroquímica). Es un holding de 100 empresas distribuidas en 45 países del mundo.
ARCOR: con sede en Arroyitos, Córdoba. Produce alimentos y es la primer productora mundial de
caramelos en el mundo.
IMPSA: Industria metalúrgica (maquinaria para represas hidroeléctricas, con sede en Mendoza.
Grupo Bago: productos farmacéuticos
Molinos Rio de la Plata: alimentos.
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¿QUÉ ES Y CÓMO FUNCIONA LA DESLOCALIZACIÓN DE LAS EMPRESAS?
Por Juan Perez Ventura. En http://www.unitedexplanations.org/31/05/2013
En el mundo actual, en el que el proceso de globalización se ha completado casi al 100%, las
grandes empresas multinacionales, que se mueven por la búsqueda del máximo beneficio,
encuentran la posibilidad de hacer realidad sus sueños de manera muy sencilla. El máximo
beneficio se puede lograr de dos formas: aumentando los ingresos o reduciendo los gastos. Las
empresas multinacionales suelen optar por las dos opciones.
Reducir gastos es la base sobre la que se sustentan los procesos de deslocalización. Las empresas
deslocalizan para gastar menos en las actividades que van a ser trasladadas de lugar. La Real
Academia Española (RAE) define deslocalizar como la acción de “trasladar una producción
industrial de una región a otra o de un país a otro, normalmente buscando menores costes
empresariales.”
Se puede decir también que el contexto mundial “obliga” a deslocalizar a las empresas. Las
empresas, para obtener más beneficios, han de aumentar los ingresos accediendo a un mayor
número de mercados (transnacionalizándose) y han de reducir gastos localizándose allí donde se
den las condiciones para hacerlo (deslocalizándose).
Principalmente los mejores lugares para reducir gastos son los espacios de la llamada “Periferia”
mundial. En otros apartados se ha analizado la división del mundo en “Centro” y “Periferia” .La
Periferia está compuesta por los países subdesarrollados, en desarrollo y emergentes. Estos últimos
son los que más volumen de deslocalización reciben, debido al tamaño de sus economías y a la
fuerza laboral que tienen (todos ellos coinciden en ser países con grandes poblaciones).
Las empresas del sector automovilístico, del sector textil o de industrias pesadas suelen ser las que
más deslocalizan. En sus cadenas de producción hay tareas o funciones que requieren de menos
cualificación, y se busca una mano de obra más barata. El ejemplo del automóvil es muy sencillo:
mientras que el diseño del coche se realiza en la metrópolis (en una gran ciudad occidental), el
proceso de producción de los distintos componentes o piezas tiene lugar en fábricas asiáticas,
latinoamericanas o africanas.
Es una cuestión de niveles o rangos. Los rangos más altos se localizan en los espacios de rango
mayor, y viceversa. Esta realidad no sirve únicamente para explicar el proceso de deslocalización,
sino que se aplica para comprender el mismo orden mundial económico, político y social. (…)
No sólo encontramos a obreros en la India fabricando para empresas europeas, también podemos
encontrar empleados en oficinas, con traje y que utilicen ordenadores. Las funciones de
administración también se deslocalizan. Para gestionar la producción de otro país, lo mejor es llevar
esa gestión a dicho país. Por eso en ciudades como Bombay o Yakarta están proliferando las
oficinas en las que se realizan las llamadas back offices, tareas administrativas como la gestión, la
contabilidad, etc.
De todas formas, aunque haya tareas de mayor rango deslocalizadas, el proceso siempre mantiene
una jerarquía. La sede central estará siempre en una ciudad global de una potencia (occidental o
emergente), y será desde allí desde donde se dirija la empresa en su totalidad. A partir de ese nivel,
varios puntos pueden estar repartidos por el mundo para las tareas de la administración o la gestión.
Estos se localizarán en grandes ciudades o ciudades de países de la periferia. Finalmente, las
funciones de producción, localizadas en fábricas y zonas industriales, serán las más repartidas por el
mapa y las que ocupen un nivel más bajo en el esquema jerárquico de una gran empresa.
La realidad: ¿cómo y qué se deslocaliza?
En el siguiente mapa podemos ver representado el fenómeno de la deslocalización, y observamos
que se ha producido en dos fases diferentes. Primero ha tenido lugar una deslocalización de las
multinacionales occidentales desde los espacios centrales (lo que podemos denominar La Tríada
económica), hacia los espacios periféricos (el espacio del Sur, con los países subdesarrollados, en
desarrollo y emergentes). Después, observamos una “segunda fase de deslocalización”, en la que las
empresas más grandes de las regiones emergentes trasladan algunas de sus funciones (las más
básicas y que menos valor añadido aportan) a zonas menos desarrolladas.
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En el mapa observamos una tendencia clara a deslocalizar siempre desde zonas de un rango mayor
hacia otras de nivel inferior. Se destacan tres zonas tradicionales de poder y dos nuevas zonas
emergentes: Latinoamérica y Asia. La tendencia es descendente, desde los centros de más poder se
deslocalizan actividades de las empresas hacia centros periféricos. Podemos distinguir dos tipos de
deslocalización, o dos fases.
Primera fase: deslocalización tradicional
La primera fase tiene lugar desde los tres polos tradicionales de poder (EEUU+Canadá, Europa y
Japón+Australia) hacia las principales áreas emergentes (México, Brasil, Argentina, Sudáfrica,
Nigeria, Turquía, Subcontinente Indio, Sudeste Asiático, China). Esta primera deslocalización se
basa en la reducción de costes de producción. Las grandes empresas occidentales, procedentes de la
Tríada económica (empresas francesas, alemanas, estadounidenses, japonesas…) se encuentran con
que determinadas actividades son más rentables si las realizan otro tipo de personas (menos
cualificadas) en otro tipo de espacios (más periféricos).
Las actividades que se suelen deslocalizar son las más sencillas: producción manufacturera
(fábricas) y administración y gestión de datos (oficinas). Otros procesos como la gestión central o la
dirección se mantienen en los puntos de más alto rango (ciudades globales como Londres, Nueva
York, París, Madrid, Tokio, Sidney…). Así se explica que en estas ciudades encontremos modernos
rascacielos y centros de negocios de alto nivel. Las actividades que en ellos tienen lugar son de
mucha importancia para las empresas (dirección, gestión, marketing, innovación, diseño,
investigación, estrategia empresarial…)
Mientras tanto, en otras ciudades como Manila, Shanghai, Calcuta, Karachi, Sao Paulo o Bangkok
se ocupan de la simple fabricación de los productos y, como mucho, de gestionar datos informáticos
y contabilidad. Tareas sencillas para gente sencilla. Así es como funciona esta “primera fase” de la
deslocalización empresarial.
Por ejemplo, la multinacional más importante de la industria del automóvil, Toyota, es líder del
sector gracias a la innovación, al diseño, a la ingeniería y al marketing que hay detrás de cada uno
de sus vehículos. Todas esas tareas (innovación, diseño, marketing…) se realizan en el país de
origen de la empresa (en este caso, Japón). Son tareas demasiado importantes y de alto rango como
para ser producidas por trabajadores filipinos o indonesios. En cambio, el proceso de fabricación del
propio vehículo sí que depende de otros países. En el caso de Toyota, sus principales
suministradores de piezas y componentes para automóviles se localizan en el Sudeste Asiático.(…)
Segunda fase de deslocalización, un proceso reciente
Lo más interesante de la deslocalización a nivel global es un proceso concreto que está teniendo
lugar desde hace pocos años. La “primera fase” de la que hemos hablado cuenta con algunos más
años de historia. Famosos son los productos ‘Made in China’ o ‘Made in Taiwan’, y todos sabíamos
ya que es en la India, en Brasil o en China donde se fabrican las cosas, porque nos llegaban las
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típicas noticias de las malas condiciones laborales en las que trabajaban los obreros de estos países
y porque era conocido que las empresas pagaban menos salario en aquéllos países.
Pero ahora las cosas han cambiado. Ahora los productos ‘Made in Taiwan’ son de un rango algo
mayor, y ahora las grandes ciudades chinas han adquirido un nivel bastante más alto. En cierta
medida, ya no son India o China los pobres desgraciados que tienen que fabricar a Occidente y
encargarse de las tareas que las grandes empresas europeas y americanas no quieren realizar.
Ahora la India y China han alcanzado un nivel y un poder económico mucho mayor, de forma que
se ha generado una nueva división de la “pirámide de rangos”. Si antes estaban Occidente en lo más
alto y el resto del mundo en lo más bajo, en la actualidad algunos países han escapado de ese
segundo escalón.
Esos países, que son principalmente India y China, ya no quieren ser el patio trasero de
Occidente. Ya no se quieren encargar de las tareas poco cualificadas y sencillas. Una segunda fase
de deslocalización se muestra en el mapa en flechas rojas, y muestra el mismo proceso que se ha
descrito anteriormente, de forma que, desde un nivel más alto, se trasladan ciertas actividades a un
nivel inferior.
Esta segunda deslocalización se basa en la cualificación creciente de la mano de obra en países de la
periferia como China o la India, y consiste en que las grandes empresas de los países de la periferia
traspasan actividades de producción o confección a otros países como Filipinas, Pakistán o
Indonesia.
Las empresas que realizan esta deslocalización pueden tener relación con las multinacionales
occidentales, pueden ser empresas subcontratadas por alguna corporación de Occidente que, a su
vez, subcontratan o se van a fabricar a otros países. En este caso los productos de la empresa
occidental habrán sido “deslocalizados” dos veces.
Es especial el caso de Los Cuatro Tigres Asiáticos, que ya se analizaron en el apartado Los países
emergentes. Estos cuatro países (Corea del Sur, Taiwan, Hong-Kong y Singapur), están enmarcados
geográficamente dentro de lo que tradicionalmente se ha conocido como la Periferia. Aun así, son
cuatro economías que han crecido a un mayor ritmo que sus vecinos, y por ello son los que realizan
con más facilidad esta “segunda deslocalización”.
Las empresas asiáticas con sede en Hong-Kong o Taiwan trasladan sus operaciones de menor rango
a otros espacios menos desarrollados y donde pueden ser más rentables, como Malasia, Tailandia,
Indonesia, Bangladesh… Mientras tanto, las empresas de Los Cuatro Tigres se quedan en sus
propias ciudades realizando las tareas de dirección, gestión, innovación, investigación, marketing
(tareas de mayor cualificación y mayor rango). Por eso mismo, debido a que son centros en los que
se realizan actividades de alto rango, estas ciudades están adquiriendo cada vez más puntuación en
los índices de globalidad (Seúl, Taipei, Singapur, Hong-Kong)(…)
Lo que han hecho países como Taiwan, Corea o Hong-Kong ha sido dejar de producir productos
textiles (y en general productos de baja cualificación), y pasar a ser productores de alta tecnología
(productos más sofisticados). Este cambio en el tipo de producción y de exportación representa una
importante variación en el tipo de economía que tiene un país. Está claro que los Cuatro Tigres
Asiáticos han subido de escalón y han adquirido un rango superior. Quizás no alcancen los niveles
de Nueva York, País o Tokio, pero han superado rápidamente a sus compañeros regionales. (…)
Por eso mismo un trabajador de una fábrica textil de Bangladesh cobra menos que un jefe de
oficinas de Bombay, y por eso éste, a su vez, cobra menos que un ejecutivo de Londres. Son las tres
etapas que se diferencian actualmente en los sucesivos procesos de deslocalización. Desde las
potencias tradicionales hacia las potencias emergentes, y desde éstas hacia los países menos
desarrollados. Se puede decir que los ricos traspasan las actividades más sencillas a los lugares más
pobres.
La deslocalización como proceso histórico reciente se considera uno de los problemas causados
por la globalización económica. Principalmente debido a que se basa en un menor coste de la
mano de obra (y por tanto salarios más bajos para las personas), legislaciones menos estrictas
con la protección del medio ambiente, condiciones de trabajo más flexibles que permiten menos
seguridad en el trabajo, mayor jornada laboral, etc.
En países asiáticos y latinoamericanos se ha modificado la legislación para promover la llegada de
empresas extranjeras que deslocalicen las funciones de producción. En México, por ejemplo, es
famosa la “legislación de la maquiladora”. Una maquiladora es una empresa que importa materiales
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sin pagar aranceles y cuya producción se comercializa en el país de origen de la materia prima. Es
decir, los materiales llegan desde países del Centro hasta otros de la Periferia para que empresas de
allí realicen las tareas de confección, ensamblaje, etc. Luego, el producto terminado vuelve al país
del Centro para ser comercializado.
En México el personal ocupado por empresas maquiladoras supera el millón y medio de
personas. Estos trabajadores, que se localizan en los estados de la frontera con EEUU (por motivos
de cercanía para el movimiento de la mercancía), malviven en zonas especiales de producción, con
condiciones laborales pésimas y poco salario. Se calcula que los empleados en este tipo de empresas
cobran una octava parte de lo que cobraría por el mismo trabajo un obrero estadounidense.
Las empresas de Estados Unidos encuentran una gran reducción de costes deslocalizando las
funciones de producción al otro lado de la frontera, en las zonas de las maquiladoras.
En China el gobierno fomenta la proliferación de las llamadas “zonas económicas especiales”
(ZEE), regiones geográficas que poseen leyes económicas y comerciales que se orientan a una
economía de libre mercado al 100%. Mucho más “libre mercado” que el que permiten las leyes
típicas de cualquier país.
Las ZEE son zonas similares a las maquiladoras de México en cuanto a planteamiento y
funcionamiento. Difieren en el tipo de actividades y de industria que en ellas se deslocaliza.
Mientras que las maquiladoras realizan tareas manufactureras muy sencillas (confección,
embalaje…), en las ZEE de China se ha alcanzado cierto grado de cualificación (no mucho), debido
a que las empresas que deslocalizan en estas zonas especiales están más relacionadas con el sector
tecnológico e informático. Su MP3 puede venir de una zona económica especial de alguna provincia
china.
En la siguiente noticia podemos ver cómo el gobierno de Marruecos se prepara para recibir a
empresas multinacionales. Se describe cómo el país va a poner en marcha una serie de zonas
francas, con una legislación especial, para que las grandes firmas como Renault o Nissan puedan
llegar a Marruecos a poner fábricas de ensamblaje o de producción de componentes. A un precio
muy barato.
Así pues, aunque provoca desempleo en los países del Centro y fomenta la precariedad y las malas
condiciones laborales en los países de la Periferia, el fenómeno de la deslocalización es uno de los
pilares del sistema económico actual. Las grandes multinacionales no pueden imaginarse
otro modus operandi que no sea la búsqueda desenfrenada de la reducción de costes, a toda costa.
Los empresarios ven con alegría cómo sus cuentas y sus números van perfectamente, sin pensar
que, detrás de esas cifras, hay personas.
Millones de familias tienen que vivir en zonas especiales, preparadas exclusivamente para que las
personas sean esclavos del trabajo, junto a fábricas y rodeados de contaminación. Habitan en países
en los que, además, sus propios gobiernos apoyan al empresario extranjero, que llega con bondad a
dar trabajo a toda la población.
El proceso de la deslocalización nos muestra dos mundos, dos realidades. Vivimos en un mundo
partido por la mitad. Uno es el mundo que conduce, viste y come, y el otro el que fabrica, cose y
cultiva.
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LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL TAMBIÉN SE EXPANDE
La actividad industrial fue el sector motor de la economía desde el siglo XIX y, hasta la
Segunda Guerra Mundial, no solo por su aporte al PBI sino también por la cantidad de
mano de obra ocupada. Desde entonces, y con el aumento de la productividad por la mejora
de las máquinas y el desarrollo de los servicios, ha pasado a un segundo término como
actividad económica, siendo reemplazada por el sector terciario. Sin embargo, continúa
siendo esencial, puesto que no puede haber servicios sin desarrollo industrial.
DEL FORDISMO AL TOYOTISMO
Durante el siglo XX, surgieron dos sistemas en la producción industrial. En ambos casos,
el éxito obtenido por cada uno, sirvió para que estos sistemas de organización de la
actividad se expandieran a nivel mundial, por eso se los reconoce como modelos de
producción industrial.
El término Fordismo se refiere al modo de producción en cadena que llevó a la práctica
Henry Ford; fabricante de automóviles de Estados Unidos. Este sistema, que se desarrolló
entre fines de la década del 30 y principios de los 70, supone una combinación de cadenas
de montaje, maquinaria especializada, salarios más altos y un número elevado de
trabajadores en plantilla. Este modo de producción resulta rentable siempre que el producto
pueda venderse a un precio bajo en una economía desarrollada
En 1908, la Ford Motors logra fabricar un auto conocido como Ford T, dedicado al público
masivo: un auto simple, resistente, económico y de un único color (negro). Su éxito fue tan
grande que se busco aumentar su producción reduciendo el tiempo de fabricación y los
costos. Para ello, la empresa introdujo la cadena de montaje, en 1913, una cinta en continuo
movimiento, transportadora de piezas y partes. A cada trabajador se lo ubicaba a los
costados de esta cinta y se le asigno una tarea específica e individual, con un tiempo
impuesto por la velocidad de la cadena. De este modo, unos operarios ensamblan piezas,
otros la sueldan, otros la ajustan, otros las pintan, y así sucesivamente, hasta terminar el
producto.
La fábrica fordista requería un gran número de trabajadores especializados: torneros,
matriceros, soldadores, etc.; que podían ser clasificados en aprendices, medio oficiales,
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oficiales, según el grado de entrenamiento alcanzado. Estos operarios eran controlados por
supervisores, por encima de los cuales estaban los gerentes que se encargaban de la gestión
empresarial, y finalmente, en la cúspide de la pirámide laboral, estaba el dueño de la
empresa.
El Fordismo se baso en la “economía de escala” vale decir aumentar la producción para
vender más y generar más ganancias. Para lograr este objetivo, había que aumentar la
inversión en instalaciones y maquinarias. De esa manera las plantas o fábricas, debían
ocupar una gran superficie por el número de empleados y la maquinaria utilizada
La producción estaba “integrada verticalmente”. Cada empresa se dedicaba a todas las
etapas del proceso, desde la obtención de la materia prima, su transformación, hasta la
distribución y comercialización de la manufactura. Por ejemplo, una fábrica de producción
de muebles de madera tenía su superficie con explotación de bosques, el aserradero, la
fábrica, y los comercios de venta (mueblerías)
Los salarios, en la empresas fordistas tendían a ser altos, además se incrementaban según la
antigüedad, y se complementaron anualmente con un sueldo adicional (aguinaldo).Esto le
permitía a las fabricas garantizar “clientes” para sus propios productos.
Por otra parte, los obreros organizaron su representación en sindicatos y sostuvieron una
fuerte acción corporativa para negociar con los dueños de las empresas y con el gobierno.
A partir de estas acciones, surgieron una serie de leyes destinadas a regular la relación
laboral: la jornada de 8 horas diarias de trabajo, el periodo de vacaciones pagas, las
indemnizaciones por despidos, la edad máxima y mínima para trabajar, asistencia social al
trabajador, etc.
La gran fabrica fordista intensifico los procesos de concentración espacial iniciados con la
industrialización, que derivaron en el crecimiento de las ciudades en el siglo XX.
Las ciudades fueron los lugares predilectos para la ubicación de industrias, pues ofrecían
mayor dotación de equipamientos e infraestructura (electricidad, rutas, gas, teléfonos,
puertos), oferta abundante y variada de mano de obra, y provisión de servicios (bancos,
otras empresas y oficinas públicas). Así las ciudades crecieron con las grandes industrias.
Las posibilidades de empleo atraían a trabajadores y estos, como potenciales consumidores,
atraían la localización de más empresas productoras de bienes y servicios.
Se produce de esta manera, una gran corriente migratoria desde el interior rural de las
naciones, hacia los centros urbanos o éxodo rural, que termina desequilibrando la
distribución poblacional.
El crecimiento de la población determino que creciera la superficie ocupada por las
ciudades y que los nuevos habitantes venidos desde el ámbito rural, se localizara en la
periferia, formando suburbios.
Durante la etapa fordista, la fuente de energía utilizada fue el petróleo y sus derivados.
La influencia del Fordismo se extendió durante las décadas subsiguientes por todo el
mundo y llego a todas las ramas de la industria. A América Latina recién llega a fines de la
década de los ’50, cuando varias empresas multinacionales comienzan a instalar sus
sucursales en países tercermundistas.
La suba del petróleo en un 400% establecida por la OPEP en 1973, determino una
disminución en la producción industrial. Durante los años setenta se inicia un gran debate
entre las empresas europeas y norteamericanas, principalmente sobre la efectividad del
modelo fordista basado en la alta inversión y la necesidad de pagar cada vez más por la
fuente de energía requerida para la maquinaria.
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A este problema se le sumaban otros elementos que complicaban el funcionamiento del
Fordismo: la situación de los mercados internos (por la gran competencia entre los países
desarrollados), la disminución del consumo, el aumento de los impuestos (para amortiguar
el gasto público y el endeudamiento de los gobiernos) y la caída de los salarios. Los
empresarios comenzaron a ganar menos y a cuestionar el sistema de producción.
La atención de los empresarios de vuelca a otra forma de producción iniciada en el sudeste
asiático. Un modelo que permitió llevar a la industria japonesa de un bajo desarrollo a la
categoría de potencia mundial en sólo décadas y tras perder la Segunda Guerra Mundial.
El sistema de producción toyotista fue aplicado en Japón durante el largo período de
crecimiento que sucedió a la II Guerra Mundial y allí alcanzaría su auge en la década de los
años sesenta.
La filosofía de trabajo el Toyotismo tiene su origen en la industria textil y en particular en
la creación de un telar automático cuyo objetivo era mejorar la vida de los operarios
liberándolos de las tareas repetitivas.
La familia Toyota basándose en este invento y en innovaciones subsiguientes fundó una
empresa textil en Nagoya (Japón) que con el tiempo se convirtió en Toyota Motor
Company.
Los ejes centrales del modelo toyotista, lograban revertir la crisis que se presentaba en la
producción en cadena fordista.
Estos puntos serían:
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


Flexibilidad laboral y alta rotación en los puestos de trabajo/roles. Se necesitan
trabajadores capaces de realizar diferentes tareas, capaces de asimilar innovaciones
tecnológicas, de remplazar a otro trabajador ausente o de realizar otra labor si su
máquina sufre un desperfecto. La capacidad de respuesta frente a los cambios
aumenta la productividad, la cual se paga de manera adicional.
Estímulos sociales a través del fomento del trabajo en equipo. Los miembros del
grupo trabajan en coordinación entre sí y con los demás equipos. Si el trabajo no
está hecho a tiempo y correctamente, se perjudica la actividad de los compañeros y
el pago que se obtiene está asociado a este logro.
Sistema “just in time” (justo a tiempo) que permite la entrega con rapidez y calidad
de componentes, piezas o materias primas, evitando movilizar grandes cantidades
de mercaderías en la industria. La finalidad que se persigue con la instauración de
este sistema es la aproximación a un stock nulo, considerando esta situación desde
el punto de vista de la gestión industrial como una situación ideal, que permite la
eliminación de los costos derivados del almacenamiento y conservación de los
mismos.
La autonomizarían, o “automatización con un toque humano” introduciendo el uso
de “robótica” en la planta de industrialización. Por su parte, la autonomizarían
consiste en que la máquina se encuentra conectada a un mecanismo de detención
automático, de forma que interrumpa la producción ante una situación anormal,
lográndose de esta forma prevenir la producción de productos defectuosos y
detectar las anormalidades, permitiendo su corrección y su prevención futura. Con
este sistema la máquina sólo requerirá la atención de un operario en las situaciones
anormales, haciendo posible que un mismo trabajador controle varias máquinas
simultáneamente y reduciéndose así el número de ellos, lo que incrementa el
rendimiento de la producción. La detención del proceso cuando se produce una
anormalidad en el funcionamiento de la máquina posibilita, a su vez, la prevención
de futuras anomalías, las cuales no se subsanarían si fuera un mismo operario el
encargado de controlarla y repararla.
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Además de las transformaciones en la organización de la producción, han cambiado las
relaciones laborales, que se han precarizado. Se firman contratos individuales de trabajo, en
algunos casos temporarios (un trimestre, un semestre,) y de renovación condicional. En
algunos casos, los trabajadores contratados no pueden acceder a los beneficios sociales
(cobertura médica, aguinaldo, vacaciones).Esta precariedad laboral aumenta en el sector de
servicios y entre los trabajadores menos calificados.
Las empresas toyotista fragmentan la producción, derivando parte del trabajo a otras
empresas medianas o pequeñas, mediante la modalidad de subcontratación. De esta manera
la producción queda “terciarizada” (encargada a terceros).
Esta forma de organización conduce a fábricas más chicas que limitan los conflictos
sindicales, al reparto de inversiones y riesgos entre empresas subcontratadas, reduce el pago
de impuestos y las cargas sociales de la mano de obra...Por lo tanto las empresas
“medianas” se convierten en un tamaño óptimo de establecimiento fabril. Cada sector de la
empresa toma sus propias decisiones y controla el desempeño
El avance de las telecomunicaciones permite que esta fragmentación en la producción lleve
a que las plantas se localicen en lugares distantes, dentro y fuera de país. Esta
desconcentración geográfica de la producción permite la participación de varios espacios
geográficos en la producción de una manufactura.
A pesar de que sólo un pequeño grupo de países cumplen con ese escenario, el Toyotismo
también ha manifestado formas híbridas en otros países con el objetivo de perseguir la
reducción de costos y el estímulo social a los trabajadores.
En esta fase toyotista, la “materia prima” clave es la ciencia y la tecnología, por lo cual las
principales innovaciones serán la microelectrónica (chips), la biotecnología, la robótica.
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EVOLUCION PROCESO PRODUCTIVO AUTOMOTRIZ
Aprox. año 1900
Empresa Daimler (Mercedes Benz)
Planta de Stuttgart, Alemania
1 auto por dia.
Valor auto: 2000 U$S (y mas.)
Aprox. entre 1908-1927
Empresa Ford Motors.
Planta en Detroit, Estados Unidos
Modelo Ford T
Un auto en 90 minutos (16/dia)
14.000 empleados (100-120 dol/mes)
que aumenta a 52 mil para 1920.
Valor auto 850 dolares (para 1916 se
reduce a 360 U$S, y a 260 U$S, en
1926)
Año 2012
Empresa Fiat- Crhysler
Planta en Pernambuco (Brasil)
Modelo Jepp SUV
3000 obreros /650 robots
Salario de 1000 reales (300 Dol)
12 autos por hora (290/dia)
Valor auto: desde 20.000 U$S
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El espejismo de las maquilas. La verdad sobre la panacea de las maquilas
17-07-03 Por Raúl Fernández, PhD *
(…) Dentro la política de globalización, las maquilas constituyen una de las modalidades
preferidas por los países industrializados -especialmente Estados Unidos- para mejorar su
competitividad internacional y aprovechar los menores salarios prevalecientes en las naciones
menos desarrolladas. En éstas, los asalariados son sometidos a una mayor explotación, abusando
especialmente de la mano de obra femenina. Dado que no transfieren tecnología avanzada a los
países donde funcionan, ensamblan insumos importados desde la metrópoli para reexportarlos y
frecuentemente gozan de exenciones tributarias al localizarse en zonas especiales de exportación;
tampoco significan una mejoría de las economías tercermundistas y aumentan el desempleo al
incrementar la oferta laboral. A pesar de todo ello, los países 'en vías de desarrollo' -incluida
Colombia- compiten para que se instalen en su territorio.
La maquila o maquiladora es sinónimo del actual proceso de 'globalización', es decir, de la nueva y
masiva colonización del planeta por Estados Unidos, país que proclama y condena la soberanía
nacional como un concepto obsoleto. La utilización de las maquilas, método con más de tres
décadas de aplicación, no promueve el desarrollo nacional, regional o de las ciudades receptoras de
tales empresas. Este resultado no debe sorprender, puesto que la idea de la maquila se basa en el
atraso y la mano de obra barata de los países pobres y las regiones más deprimidas del mundo. La
pobreza es el sine qua non de la maquila.
La palabra 'maquila' se originó en el Medioevo español para describir un sistema de moler el trigo
en molino ajeno, pagando al molinero con parte de la harina obtenida. (…) La estirpe feudal y
semifeudal del vocablo se remoza con el nuevo uso del término para denotar plantas de ensamblaje
que se aprovechan de las míseras condiciones laborales existentes en los países dominados.
La maquila en México
A principios de la década del sesenta comenzó un desplazamiento masivo de operaciones
manufactureras por parte de las grandes multinacionales hacia países del Tercer Mundo, escapando
de los altos costos de producción y de las bajas tasas de ganancia de las grandes industrias en las
metrópolis. Con la llegada de las operaciones de ensamblaje y producción de ropa y textiles a la
frontera de México y Estados Unidos a finales de esa década, se inauguró el reino de las maquilas o
maquiladoras en América Latina, que en la frontera México-Estados Unidos ya cumplió 36 años de
existencia. Con el Plan Bush para América Latina, hacia finales de la década de los años ochenta,
Estados Unidos trató de impulsar las economías latinoamericanas hacia la 'maquilización'
continental, amenazando con reducir sus industrias nacionales a talleres de tercera categoría, salvo
las empresas microscópicas o 'microempresas'.
En el caso de México, numerosas compañías norteamericanas trasladaron parte de sus operaciones a
la zona fronteriza, región que ofrecía varias ventajas, a saber:
a) su cercanía geográfica, que permitía a las corporaciones montar la operación de ensamblaje a
pocos kilómetros de las plantas matrices;
b) la posibilidad de garantizar la utilización de insumos como el agua y la electricidad, ya que
numerosos municipios de la frontera mexicana están integrados a las redes eléctricas o de
abastecimiento de agua de Estados Unidos; pero, sobre todo,
c) la oportunidad de aprovechar el trabajo barato de cientos de miles de obreras, muchas de ellas
adolescentes, que obtienen salarios ínfimos y laboran en condiciones deplorables, en particular por
la toxicidad y falta de controles ambientales reinantes en dichas plantas.
Desde aquella época, la industria de las maquilas en México ha permitido a las grandes compañías
gringas competir en el mercado internacional, pero no ha resuelto el formidable problema del
desempleo y el bienestar ni en la frontera ni en el resto de ese país latinoamericano. Más bien ha
traído como consecuencia una enorme inmigración de otras ciudades y de campesinos mexicanos
arruinados y de obreros desempleados en busca de trabajo.
Irónicamente, desde un principio el programa de maquiladoras en la frontera mexicana ha sido la
negación del llamado 'libre comercio'. Ello es así porque las plantas maquiladoras nunca se han
propuesto obtener insumos más baratos que los producidos o vendidos por las compañías
mexicanas. Se trata simplemente de trasladar a México, del otro lado de la frontera, insumos
producidos en Estados Unidos para tareas de ensamblaje con mano de obra barata. Por esto en
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México, después de más de treinta años de maquilas, los insumos locales representan sólo 2% de los
utilizados. O sea que la producción tipo maquila funciona aislada del resto de la economía y
constituye un enclave sin vínculos significativos con el resto del mercado interno del país, ya que es
una producción limitada única y exclusivamente a la exportación. Mientras que la maquila es un
manantial de riqueza para los grandes consorcios, este mezquino resultado es poco halagüeño para
los países huéspedes.
Los países que alojan la maquila, por su parte, deben contar con una adecuada infraestructura,
servicios de agua y energía eléctrica, puertos, telecomunicaciones, carreteras, una legislación
laboral que discipline a los trabajadores y obstaculice su lucha reivindicativa, con lo cual se hace un
verdadero subsidio al capital extranjero, ya que hay que otorgarle facilidades de las cuales no gozan
en muchos casos los inversionistas nacionales, y el Estado termina haciendo gigantescas inversiones
que no son costeadas pero sí disfrutadas por el capital foráneo. Por eso, aunque el centro de ellas es
la mano de obra barata, no se crean maquilas en lugares insalubres, remotos, incomunicados o sin la
mínima infraestructura. (…)
La competencia por atraer maquiladoras enfrenta a naciones contra naciones. De esta suerte, varios
países de la cuenca del Caribe han entrado a competir con México en la atracción de maquilas.
Compañías de origen no sólo norteamericano, también algunas provenientes de Corea, Japón, China
y otros países asientan sus maquilas en Haití, Santo Domingo, Guatemala, Honduras y El Salvador
para acceder al mercado gringo.
República Dominicana se ha especializado en maquilas dedicadas a producir ropa y todo tipo de
confecciones para exportar a Estados Unidos. El empleo, mayormente de mujeres jóvenes, ha
llegado a más de 150 mil. Por otra parte, los salarios habían disminuido de un promedio de US$
1,33 en 1984 a 56 centavos de dólar en 1997.
Entre 1975 y 1991, la industria nacional de textiles y ropas cayó en El Salvador más de 50% ante
los embates de la competencia permitida con las reglas nuevas del llamado libre comercio. Al
mismo tiempo, la industria maquiladora en el mismo ramo creció rápidamente. Como en México, la
creación de estos empleos no compensa ni el número ni la remuneración de los empleos
desaparecidos, al paso que la nueva 'industria' no establece lazos económicos con la economía
interna.
La competencia para atraer maquilas forma parte de la competencia general entre países pobres por
medio de cambios en la legislación laboral, el comercio externo, el tratamiento del capital
extranjero, el manejo de las condiciones ambientales y de los recursos naturales y la diversidad
biológica, etc. De esta manera, millones de obreros -y en la maquila, obreras- han sido lanzados a
trabajar en industrias domiciliarias, microempresas y maquilas desde los barrios de Puerto Príncipe
(Haití) y ciudad Guatemala, pasando por Lagos (Nigeria) y Calcuta (India), donde se producen
mercancías consumibles que requieren mano de obra para procesos de ensamblaje.
En esta batalla de todos contra todos, organizada por el imperialismo, los países más pobres son los
que sufren. La lógica de la maquila es implacable. Un obrero mexicano gana en un día lo que un
obrero estadounidense gana en una hora. Y un obrero mexicano gana en ese día lo que un obrero
chino gana en una semana. Cuanto más pobre el país, más 'competitivo' para las grandes
corporaciones industriales. Para 'ganar' en esta competencia es obvio cuál es el camino a escoger:
deprimir los salarios y empobrecer la población.
La experiencia de China demuestra que lejos de ser un problema fronterizo, como en el caso
mexicano, la utilización de mano de obra barata femenina tiene características más generales e
igualmente desastrosas. En la década de los años ochenta más de un millón de jóvenes chinas
fueron reclutadas para las tenebrosas zonas de exportación, donde trabajan en condiciones
infrahumanas: preparan sus alimentos de pie en recovecos de las factorías, utilizan cuartos
comunales como duchas y duermen apiñadas en los mismos sitios donde laboran jornadas de diez,
doce y catorce horas. En los últimos años las precarias condiciones estructurales de las fábricas han
causado mortales incendios, en uno de los cuales más de doscientas adolescentes murieron
calcinadas por no existir puertas de emergencia para incendios. Las maquilas que en este momento
abandonan México se están relocalizando mayoritariamente en China, donde obviamente las
condiciones de producción son más 'flexibles' y 'competitivas'. Actualmente existen unas doscientas
'zonas de exportación' diseminadas por 50 países del Tercer Mundo, las cuales emplean varios
millones de obreros, 80% mujeres entre 16 y 25 años.
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Raúl Fernández. Nacido en Santiago (Cuba) Doctor en Filosofía, experto en asuntos económicos y culturales,
profesor de Ciencias Sociales y actualmente investigador de la Universidad de "Irvine”, en California.