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Fecha
Sucesos de Grecia Antigua
2000 a C
Los aqueos, pueblo proveniente de las llanuras del Danubio, se establecen en Grecia, en las islas
del Mar Egeo, incluso Creta y las costas de Asia Menor.
Se dedican a la agricultura y la ganadería y so muy buenos navegantes.
Con su advenimiento, termina la civilización minoica o cretense.
1400 a
1100 a C
Civilización Micénica, con sede en la ciudad de Micenas, en Argólida. Es el período de auge de los
aqueos. Éstos rodean a sus ciudades de fuertes murallas, cada una aislada de otra. Cada ciudad
era una ciudad-estado.
Destrucción de Troya después de una larga guerra. Troya, ciudad del Asia Menor, es asediada
durante diez años por los griegos, hasta que sobrevino la destrucción de Troya.
1100 a C
Parte de los relatos legendarios se narran en "La Ilíada", exaltando a los héroes protagonistas de la
Guerra de Troya.
1000 a C
Invasión Dórica que puso fin a la civilización aquea. Los Dorios eran oriundos de los
Balcanes, y constituían una población semibárbara. Su centro fue Esparta. Pero en la
península griega subsisten todavía los eólios en Beocia y los jónicos en el Ätica.
Esparta es ciudad-estado organizada por Licurgo y sus Leyes. Es gobernada por dos reyes, 28
gerontes y una asamblea popular.
800 a C
Los ciudadanos son adiestrados en el uso de las armas y Esparta cuenta con el más poderoso
ejército de Grecia.
620 a C
El gran legislador, Dracón, mediante sus Leyes, organiza la república de Atenas. Su
colección de Leyes integran el primer código escrito de Atenas. Allí enuncian que el
Estado interviene en la administración de la justicia. Dracón establece penas
demasiado severas y crueles para lograr el orden del Estado. La severidad y
crueldad extrema hizo que los eupátridas -por temor a un estallido de guerra civilencargaron a Solón la realización de una reforma.
La sociedad se divide en tres clases sociales: ciudadanos, metecos y esclavos.
594 a C
Solón, arconte epónimo con poderes dictatoriales, abolió las leyes de Dracón y dictó una ley de
amnistía. Abolió los privilegios de la aristocracia o nobleza de sangre y se impuso la timocracia, es
decir que cualquier ciudadano no perteneciente a la nobleza, que mejore su situación económica,
puede llegar a ocupar altos cargos.
Invasión Persa. Darío, Rey de los Persas, conquista algunas colonias griegas, e instala un
fuerte ejército. Fueron llamadas Guerras Médicas (por los Medos, como los llamaban
los griegos a los persas).
490 a C
La gran batalla se libró en Maratón. Los atenienses son comandados por Milcíades. El
ejército de Darío pierde unos 6.000 hombres. Éste embarca a sus soldados, intenta llegar a
Atenas, pero Milcíades lo obliga a regresar a Persia.
Nueva Invasión Persa. Jerjes, hijo de Darío, intenta la segunda invasión a
Grecia, cruzando el Helesponto (hoy Estrecho de Dardanelos). Los persas
llegan a Atenas después de derrotar al rey Leónidas y sus hombres en las
Termópilas.
480
aC
La flota ateniense derrota a los persas y hunde sus naves en la batalla de
Salamina.
El rey persa Jerjes, con unas pocas naves, regresa a Persia, pero deja en Grecia un ejército al
mando del General Mardonio.
479
aC
Finalizan las Guerras Médicas. El rey de Esparta Pausanias, con ejércitos de toda Grecia, derrota a
los persas en la batalla de Platea. Al poco tiempo, la flota naval de Jerjes es derrotada en cercanía
de Micala, y terminan con el peligro persa.
El Siglo de Pericles.
Terminadas las Guerras Médicas, aparece un estratega que lleva al
mayor bienestar de Atenas. Pericles, nacido en Atenas hacia -499, un
noble que recibió una esmerada educación. Bajo su mando, Atenas se
convierte en el centro de la civilización griega y llevó al apogeo de la
cultura helénica.
460 - 429
aC
Pericles reconstruyó la Acrópolis, y estableció en ella los templos dedicados a la
diosa protectora de la ciudad.
Allí se levantaba a la entrada el pórtico o Propileo, luego el templo Niké Apteros (Victoria sin alas),
se encuentran el Partenón, el Erecteión, el Odeón, el Teatro de Dionisos y otros monumentos.
Guerra del Peloponeso. Se originó por la rivalidad entre las dos principales
ciudades griegas: Esparta y Atenas.
431 - 404
aC
340 - 338
aC
336
aC
Atenas inició esta contienda. La guerra tuvo tres partes: la primera finaliza
en -421 con la paz de Nicia; la segunda, de -416 a -413 enfrentándose en
Siracusa y la tercera termina en -404 con la entrada de los espartanos en
Atenas. Como consecuencia, Atenas debe derribar sus murallas, terminar con su gobierno
democrático, entregar su flota y pagar tributos.
Guerra entre Macedonia y Grecia. El rey Filipo II, rey de Macedonia, invade Grecia.
En la batalla de Queronea los macedonios vencen a los griegos, en el año -338, y dominan y
controlan el país.
Con la muerte de Filipo II, asume al trono de Macedonia, su hijo Alejandro Magno. Los griegos se
sublevan. La primera ciudad en levantarse contra Alejandro, es Tebas. Alejandro Magno vence a
los tebanos en Beocia; la ciudad de Tebas es destruida y 30.000 tebanos son vendidos como
esclavos.
Alejandro decide reunir a los representantes griegos en Corinto y obliga a que participen en una
invasión a Persia.
334 - 323
aC
Alejandro, con un numeroso ejército integrado por macedonios, griegos e ilirios, marcha hacia
Persia. Conquista Egipto, Persia, Mesopotamia, Asia Menor y Siria. Funda Alejandría en Egipto, y
ésta se convierte en el centro de la civilización helénica.
199
aC
Los Romanos deciden declarar la guerra a los macedonios, quienes de habían aliado con Cartago.
Logran vencer a los macedonios al mando de Filipo V, en Cinocéfalos, Tesalia. Dan libertad a las
ciudades griegas, quienes no deberán pagar más tributos.
168
aC
A Filipo V lo sucede Perseo. Éste ataca Roma para recuperar el dominio perdido. Los romanos, al
mando de Paulo Emilio, lo vencen en Pidna. Así, Macedonia se convierte en provincia romana, y
Roma toma medidas rígidas contra las ciudades griegas que apoyaron a los macedonios.
146
aC
Grecia se rebela contra los romanos, pero son vencidos por el ejército
comandado por Lucio Mummio, en Leucopetra. Los romanos sitian Corinto y la
arrasan.
Grecia se convierte en una provincia romana. Continuará en esta situación
hasta la caída del Imperio Romano de Oriente, en 1453 d C.
La civilización cretense
Al sur de la Península de los Balcanes, se erige un país montañoso llamado Grecia, que cuenta con una
región continental y una insular. En esta última, formada por varias islas, se destaca la más austral,
llamada isla de Creta, que cuenta con 8.300 km.².
En las cavernas montañosas, se originaron los primeros asentamientos poblacionales de la isla, hacia el año
6000 a. C., formando hacia el año 2800 a. C., las primeras aldeas.
Fue en el año 2000 a. C., cuando se crearon las ciudades, donde se erigieron fabulosos palacios, fastuosamente
decorados y no amurallados, destacándose los de Cnossos, Festos, Mallia y Hagia-Triada, desde donde
gobernaban cada uno de los numerosos reyes que mandaban sectores diferentes de la isla.
Desde los palacios también se organizaba la actividad agrícola, siendo centro de almacenamiento y
redistribución de alimentos.
Para registrar esos productos, los funcionarios crearon un sistema de escritura, aún no totalmente descifrado,
que los arqueólogos llamaron “lineal A”.
Restos del palacio de Cnossos, fueron desenterrados, hace más de cien años, por el arqueólogo inglés, Arthur
Evans. Era un edificio rodeado de terrazas, casas y calles pavimentadas. En su interior se destacaban frescos y
dibujos exuberantes.
Los cretenses se dedicaron a las actividades agrícolas, ganaderas y se destacaron como expertos navegantes,
lo que les permitió un gran desarrollo comercial, al dominar las rutas del mar Mediterráneo oriental.
Importaban estaño, cobre, oro, plata y marfil, y exportaban paños de lana, objetos de cerámica, vino y aceite,
siendo sus principales puntos de contacto comercial, Egipto, Chipre, Siria, Asia Menor, Sicilia y el resto de
Grecia.
Los cretenses fueron politeístas, venerando a sus dioses en forma privada o pública en cavernas o al aire libre,
ofrendando danzas rituales y sacrificios de animales.
Dentro de estas ceremonias del culto se destacaron los juegos taurinos, donde unos acróbatas se lanzaban
sobre un toro, al que previamente provocaban, para evitar la embestida.
El Minotauro, según la mitología era un hombre con cabeza de toro, hijo de la esposa del rey Minos, y del toro
blanco, que Minos se había negado a sacrificar. En castigo, el dios Poseidón, enamoró a la esposa de Minos del
toro a quien convirtió en padre de una horrible y monstruosa criatura, al que debía ofrendarse cada siete años,
siete mancebos y siete doncellas, a quienes devoraba. Esta situación concluyó con la heroica obra de Teseo,
que ayudado por la princesa cretense Ariadna, ingresó en laberinto, donde Minos había encerrado al monstruo
y lo mató.
El rey Minos, considerado hijo de Zeus, padre de los dioses, dio origen a la otra denominación: minoica, con la
que se conoce a esta civilización prehelénica.
El fin de esta etapa se produjo hacia el año 1450 a. C., donde sufrieron la invasión de los aqueos, pueblo
proveniente de la Grecia continental, que primero se apoderó del palacio de Cnossos y desde allí dominó toda
la isla, incorporándola a la civilización micénica, introduciendo el caballo y el carro de guerra.
En el año 1400, un desastre terremoto ocasionó la destrucción del esplendor que había caracterizado este
lugar, con sus fabulosos palacios, ahora destrozados.
En el año 1200 a. C., debieron soportar la invasión de los dorios, que perjudicó aún más el bienestar de la isla.
La civilización micénica
Los primitivos habitantes de Grecia, eran los pelasgos, quienes fueron invadidos, en el segundo milenio
a. C. por los aqueos, los jonios y los dorios, pueblos guerreros, que utilizaban armas de bronce y carros
de guerra, y provenían de Europa central, desde el Épiro y los Balcanes.
Allí se establecieron varios reinos independientes, como Tebas, Atenas, Argos, Ítaca, siendo Micenas el más
importante y el que dio nombre a esta civilización. Su rey, Agamenón dirigió las tropas en la guerra de Troya.
En el año 1450 a. C, conquistaron Creta y atacaron Troya, en las costas del Asia Menor, que fue destruida hacia
el año 1200 a. C.
Las causas de la guerra de Troya, deben buscarse en el control de las rutas marítimas, con fines comerciales, ya
que Troya estaba emplazada en una situación estratégica, en la comunicación del mar Egeo, con el mar Negro.
El poeta Homero, fue el encargado de inmortalizar esta guerra en sus poemas épicos, la Ilíada y la Odisea, que
datan aproximadamente del siglo IX a. C.
En la Ilíada se narra el largo sitio que mantienen a la ciudad de Troya, donde el hijo del rey, llamado Paris, ha
robado a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta. El ejército obedece las órdenes de Agamenón, hermano
del rey ofendido, quien en abuso de su autoridad ha tomado para sí una esclava de Aquiles, quien ofendido los
deja sin su ayuda.
El sitio de la ciudad se prolongó por espacio de 10 años, alternando la suerte de unos y otros, de acuerdo al
favor divino, hasta que la estrategia del caballo de Troya, donde se simula la entrega de un regalo, un caballo
gigantesco, en cuyo interior se esconden los soldados griegos, permitió ingresar a la ciudad y provocar su
destrucción.
La Odisea, narra el regreso de Odiseo o Ulises, de la guerra de Troya, junto a sus camaradas, donde viven diez
años más, de insólitas aventuras.
La victoria sobre Troya significó para los aqueos, intensificar su comercio con el sur de Italia, Rodas, Chipre, y la
costa occidental del Asia Menor, lugares desde donde conseguían los elementos indispensables para fabricar
armas: los metales. Estos les eran imprescindibles ya que constituyeron una sociedad guerrera, jerarquizada,
cuya cúspide de poder la desempeñaba el rey. Junto a él, pero bajo su mando, se situaba el resto de la
población privilegiada, los guerreros, que habitaban en palacios fortificados y amurallados, situados en lugares
elevados y de difícil acceso.
Situados en lugares cercanos al palacio, habitaban los artesanos, y en las laderas de las colinas, agrupados en
aldeas, vivían los campesinos.
Al principio la tierra era propiedad de toda la comunidad, repartiéndose en lotes, llamados cleros, que pronto
se transformaron en una distribución desigual, concentrándose en manos de la aristocracia.
También se dedicaron a las actividades ganaderas, criando bueyes, que utilizaron como animales de tiro, y
luego caballos, practicando la cría de vacas y ovejas.
Los esclavos eran muy comunes, utilizándoselos sobre todo en la producción textil.
Realizaban el entierro de sus muertos, utilizando losas verticales decoradas, delimitándose espacios sagrados
para los gobernantes.
Al igual que los cretenses, a los que conquistaron, depositaban los productos agrícolas, en los palacios para su
distribución, utilizando para su registro, un sistema de escritura que evolucionó del sistema lineal A de los
cretenses, para crear el sistema lineal B, cuyos caracteres se imprimían en tablillas de arcilla.
La civilización micénica concluyó cuando en el año 1200 a. C. otros pueblos guerreros, aún más poderosos, los
dorios, tesalios y beocios, invadieron Grecia desde el norte y destruyeron muchos de sus palacios. La cultura
de este lugar fue perdiéndose junto a sus palacios y se produjo un gran retroceso cultural con la ruralización de
la población y la pérdida de su escritura.
Los dorios fueron seguramente, los que introdujeron el hierro en Grecia, que estimuló la tala de árboles y una
gran construcción naval, que permitió la expansión marítima.
El origen de las polis
En un espacio montañoso, de suelos poco fértiles, se desarrolló la civilización griega, que ocupó tres
grandes regiones: la Grecia continental, las costas del Asia Menor y las islas del mar Egeo, territorios
donde se fueron asentando tras sucesivas invasiones, siendo la última la de los dorios, hacia el año 1200 a. C.
que tuvo como importancia fundamental, provocar las emigraciones en masa y el establecimiento de colonias
en las islas y en las costas del Asia Menor, que aunque respetando moralmente a las metrópolis de donde
provenían, eran políticamente independientes.
Los griegos se conocían a sí mismos como helenos, pues a pesar de habitar en territorios políticamente
diferentes, se identificaban como integrantes de la Hélade, por descender todos de un antecesor común de
nombre Heleno, forma masculina de la diosa luna, Helen.
Con la invasión de los dorios, que destruyeron los palacios micénicos, que se fusionaron con la población
original y dieron lugar a desplazamientos, surgió la necesidad de buscar una nueva organización socio-política,
que brindara mayor seguridad, surgiendo las polis o ciudades-estados, que nacieron en diferentes épocas, ya
que mientras en algunas ya existían otros griegos estaban organizados en tribus.
Eran cada una independiente de la otra, con su propio gobierno, economía, culto, ejército y leyes.
Las ciudades-estados independientes o polis, eran muchas veces rivales entre sí, pero con un pasado en común
dado por sus tradiciones, su lengua, a pesar de sus diferentes dialectos y sus dioses idénticos. Por ejemplo, el
templo dedicado al culto del dios Apolo, congregaba, en la ciudad de Delfos, a todos los griegos de la Hélade.
También los juegos olímpicos servían para reunir a todos los helenos, ya que el nombre de griegos, fue dado
por los romanos.
Los juegos olímpicos, practicados desde el año 776 a. C. hasta el año 394 d.C. en que fueron abolidos por ser
considerados paganos, por el emperador romano Teodosio I, se celebraban cada cuatro años, en la ciudad de
Olimpia, en la Península del Peloponeso, cuyo estadio tenía forma de herradura alargada y podían ingresar
hasta 40.000 personas, participando los varones, que lo hacían por su honor y en homenaje al dios Zeus. En
este tiempo se suspendían los conflictos bélicos, y lograron tal importancia que sirvieron para medir el tiempo,
contado por olimpíadas, a partir de la primera.
Eran competencias atléticas y rituales, que premiaban a los vencedores, convirtiéndolos en héroes,
coronándolos con ramas de olivo. En ocasión de ganar el padre de Alejandro Magno, Filipo de Macedonia una
carrera de carros, se lo conmemoró con el acuñamiento de moneda.
Las primeras competencias consistieron en carreras, y duraban un solo día. Luego comprendieron otras
disciplinas, como boxeo, lucha libre, carreras de carros y el pentatlón, llamado así porque reunía cinco pruebas
(salto en largo, lanzamiento de disco y de jabalina, carrera y lucha). Incluía competencias de poesía música y
danza.
En un comienzo las polis, estuvieron gobernadas por monarcas, llamados basileus, elegidos entre los
miembros de la nobleza, quien gobernaba con todos los poderes del estado, asistido por un consejo de
ancianos, formado por representantes de la nobleza, pero luego asumió el poder, la nobleza terrateniente, que
siempre disputó el poder del rey, ya que teniendo el poder económico, ansiaban también el poder político.
Con esta adquisición se hicieron intocables, ya que poseían toda la autoridad, incluso la judicial, que les
permitía interpretar las normas a su arbitrio, ya que no contaban con derecho escrito. El gobierno varió
entonces de una monarquía a una oligarquía (gobierno de unos pocos).
Los nobles, eran personas que integraban familias poderosas, que justificaban su jerarquía, diciendo descender
de un dios o un héroe, lo que les otorgaba una posición privilegiada en cuanto a la cantidad de tierras que
poseían, criados y rebaños. Eran los únicos que podían contar con armas, ya que las espadas y puntas de lanza
eran elementos muy costosos, por los metales que se necesitaban para su fabricación, lo que les permitió
también controlar la defensa de las polis.
Buscando la protección de un dios común, los distintos núcleos poblacionales se fueron uniendo, buscando
como centro de poder, un lugar, generalmente ubicado en la cima de una colina, donde construían la
acrópolis.
La acrópolis era uno de los sitios más importantes de la polis, ya que era sagrado. Allí se hallaban los templos a
sus dioses protectores. Además era la residencia de las autoridades, de las familias más importantes y servía
como refugio ante posibles ataques, ya que era un lugar fortificado.
Otro lugar importante para la vida cívica de la comunidad era el ágora, plaza pública que servía de punto de
encuentro de los ciudadanos para discutir temas importantes de la vida de la comunidad. En ella no
participaban los esclavos ni las mujeres.
Junto a la acrópolis, vivía el resto de la población, integrada por artesanos y campesinos, estos últimos
sometidos a la nobleza, a quienes debían prestar servicios personales y pagar tributos, originándose así una
crisis social, que culminó en el siglo VIII, a. C. cuando los campesinos expusieron sus reclamos. Frente a esta
presión interna, se dispuso la colonización de nuevas tierras, para instalar allí a los campesinos desposeídos y
la redacción de leyes escritas. El gobierno quedó a cargo de los tiranos, que en la mayoría de los casos,
contaron con el apoyo de la población. Eran líderes que asumían el gobierno para cumplir con un programa. Su
fracaso fue el origen de los gobiernos democráticos.
Podemos concluir, que en general las polis evolucionaron políticamente, desde una monarquía, a una
oligarquía, luego a una tiranía y culminaron en una democracia.
La colonización griega
Las polis, suscitaron profundas diferencias sociales, y originaron el reclamo de los campesinos, que
habitaban en lugares reducidos y con pocos ingresos, en la Grecia continental y en las islas del Egeo.
Estas eran tierras pobres, con pocas llanuras, que sólo permitían una agricultura de subsistencia.
Los campesinos que contaron con el apoyo de artesanos y comerciantes se alzaron contra la nobleza, en
defensa de sus derechos.
De esta manera, entre los años 750 a. C. y 550 a. C. se produjo la colonización del Mediterráneo que tuvo por
finalidad brindarles tierras a los campesinos para mejorar su situación.
Al principio fue una empresa privada, que recién contó con el apoyo del estado cuando éste comprendió la
importancia económica que significaba, el control de nuevos mercados. De esta manera surgió una clase
social, económicamente poderosa, la de los comerciantes, que pronto pudieron comprar armas e integrar el
ejército.
Los colonizadores partían en grupos, desde una ciudad, a la que seguían reconociendo como metrópoli,
manteniendo el culto de sus dioses, pero siendo totalmente independientes.
Los griegos se fusionaron con los pobladores originarios de las colonias, aún contrayendo matrimonio con
ellos.
Desde una colonia, se mandaban expediciones hacia otras, formando nuevas, dando origen a colonias de
colonias.
La colonización se extendió hacia el oeste, desde las costas del Mediterráneo occidental hasta el Estrecho de
Gibraltar, incluyéndose Nápoles y Sicilia. Hacia el noreste, desde las costas de Tracia a la zona del Helesponto y
en ambas orillas del mar Negro, fundando colonias hasta en el Cáucaso y Crimea.
Las tierras de Sicilia, Egipto y las costas del mar Negro se convirtieron en graneros, productores de riquezas. En
Sicilia se elevó un altar en honor al dios Apolo, como agradecimiento por haberlos conducido hasta allí a pesar
de los vientos contrarios. La mayoría de las colonias sicilianas, fueron fundadas, por los habitantes de Calcis,
ciudad del este de Grecia.
Cada ciudad y colonia empezó a especializarse con los productos que les eran propios. El cáñamo se obtenía de
las colonias del sur de Rusia y la lana de las ciudades de Anatolia.
Como consecuencia política, las colonias, se organizaron bajo el mando de un consejo de ciudadanos,
integrado por los jefes de las expediciones que no obtenían el título de reyes, circunstancia que trascendió los
límites coloniales, para estimular el derrocamiento de las monarquías en las metrópolis.
A principios del siglo VII, las monarquías comenzaron a desaparecer, y en los lugares que subsistía, lo hacía en
la forma de de simples magistrados, con escasos poderes.
Surgieron así repúblicas aristocráticas, desde cuyo seno luego surgió el tirano, usurpador de los derechos de
los magistradotes, cuya destitución originó la democracia.
La colonización, permitió asimismo la difusión de la cultura griega.
Atenas
El Ática es un país montañoso, de clima templado y aguas escasas, con abundantes puertos y bahías.
Las comunidades que allí vivían, de orígenes heterogéneos, se agruparon en doce aldeas, que luego
conformaron la ciudad-estado de Atenas.
La Acrópolis de Atenas, lugar fortificado y seguro que resguardaba a sus autoridades y familias prestigiosas,
contaba con un portal de ingreso, llamado propileos, una estatua de enormes dimensiones en honor a la
patrona de la ciudad, la diosa Palas Atenea, escultura que realizó el famoso escultor Fidias, en el siglo V. a C., y
entre sus varios templos, se destacaba el Partenón, que data también del siglo V a. C.
Al igual que el resto de las ciudades griegas, Atenas, estuvo en sus comienzos gobernada por una monarquía,
que luego fue reemplazada por una oligarquía, gobierno de unos pocos, privilegiados. Los arcontes,
magistrados que duraban un año en sus funciones, eran elegidos de entre los nobles o eupátridas y se
repartían todos los poderes del estado (político, militar, religioso y judicial).
La interpretación de las leyes, que no eran escritas, estaba a cargo del Areópago, formado por los arcontes,
que terminaban su mandato, lo que hacían a su arbitrio, en perjuicio del demos o pueblo, que no participaba
de la vida política, y debían pagar por el aprovechamiento e sus tierras, los cinco sextos del producto de su
trabajo. De no poder abonarlos, debían hacerlo en servicios personales, obligación que se transmitía como
carga hereditaria a los hijos, en caso de muerte del padre.
El levantamiento del campesinado, apoyados por los artesanos y comerciantes, en reclamo de sus derechos,
originó la expansión colonial, hacia nuevas tierras más productivas, en el siglo VII, a. C., surgiendo así una
poderosa y rica clase social, constituida por los comerciantes. La importancia de Atenas se basó en su poderío
marítimo y cultural.
La colonización no terminó con el conflicto social, y fue necesario plasmar las leyes por escrito, para impedir
los abusos de la aristocracia. Esto fue realizado por Dracón en el año 624 a. C., quien codificó el derecho.
Otro grave problema era el de las clases empobrecidas, que debieron pedir préstamos a los nobles para
subsistir, pero no pudieron pagarlos, y como consecuencia, fueron sometidos a esclavitud.
Para solucionar estos conflictos, se le concedieron al arconte Solón, poderes extraordinarios, realizando una
serie de reformas.
El prestigio de Solón provenía de haber conquistado la isla de Salamina, cuya posesión se disputaban con
Megara, desde hacía mucho tiempo, y de cuya pérdida los atenienses ya estaban resignados, a tal punto que
se prohibió por ley, mencionar siquiera, a Salamina.
Desafiando esa prohibición, Solón recitó en el mercado, una elegía llamada Salamina, que logró más de 500
adeptos, para realizar la conquista.
Los habitantes de Megara, propusieron un arbitraje para dirimir la cuestión, y fue allí que Solón, asombró con
su argumento. Expuso que la isla le correspondía a Atenas, ya que los muertos de ambos lugares (Atenas y
Salamina), se enterraban de cara al oeste, mientras que en Megara lo hacían hacia el este.
Este astuto gobernante, eliminó la esclavitud por deudas y dividió a los ciudadanos de acuerdo con su fortuna
(grupos timocráticos), lo que permitió la equiparación de los nuevos ricos, surgidos de la práctica comercial a
los nobles terratenientes.
Había cuatro clases. En primer lugar, estaban los grandes propietarios, con una renta anual de 500 medidas de
trigo o de vino y aceite. Luego estaban los caballeros eupátridas, que no tenían más de 300 medidas. Los
terceros eran los labradores enriquecidos, que podían disponer de 200 medidas anuales y los últimos eran los
que no llegaban a esa renta anual. Las clases más ricas pagaban mayores impuestos.
Las dos primeras podían integrar el Arcontado y el Areópago. Las leyes eran elaboradas por el Consejo de los
Cuatrocientos o Bulé, integrado por las tres primeras clases, y todas las clases formaban la Asamblea o Eclesía,
que votaba las leyes y elegía a los magistrados. También podían participar del Tribunal de los Heliastas,
encargado de asuntos civiles y penales.
Sin embargo, las luchas sociales continuaron, y Solón abandonó su cargo viajando por Egipto, Chipre y Asia
Menor, encontrando a su regreso a Atenas, que el arconte Damsias había extendido su mandato más allá de
los límites legales.
Pisístrato, un noble empobrecido, tomó el poder en el año 560 a. C. e inauguró el gobierno de los tiranos, o
sea, los que asumen por medios no legítimos.
Pisístrato gobernó a favor del pueblo, otorgando tierras a los desposeídos, les concedió préstamos y creó
fuentes de trabajo al incentivar las obras públicas y la explotación de las minas de plata del Ática. Construyó
acueductos y derribó los muros que impedían el ensanche de la ciudad.
Al pie de la Acrópolis, construyó los basamentos del templo de Zeus, de dimensiones gigantescas, que no pudo
terminar.
Le sucedieron sus hijos, primero Hiparco, que fue asesinado durante un atentado y luego, Hipias, que en el año
510 a. C., fue derrocado por un grupo de nobles.
Retomado el poder por la nobleza, y con el peligro que representaba la adquisición de nuevos privilegios,
surgió un nuevo personaje, Clístenes, que aunque integrante de la aristocracia, puso en práctica medidas
populares.
Reformó la distribución en cuatro clases, impuesta por Solón en base a la fortuna, reemplazándola por una
distribución de acuerdo al lugar de su residencia, en diez distritos o tribus, con idénticos derechos.
El Consejo de los Cuatrocientos, pasó a ser el Consejo de los Quinientos, ya que cada tribu, elegía cincuenta
representantes para integrarlo y otros quinientos integraban el Tribunal de los Heliastas.
Esta participación igualitaria de los ciudadanos, dio nacimiento a una nueva forma de gobierno, que sería
ejemplo para el mundo: la democracia, que se consolidó durante el gobierno de Pericles.
Este concepto de democracia (gobierno del pueblo) era restringido. En el año 451 a. C. Pericles, promulgó una
ley, por la cual eran considerados ciudadanos, con derecho a participación política y a la posesión de tierras,
los varones libres, hijos de padre y madre atenienses, quedando excluidos los esclavos, las mujeres y los
metecos o extranjeros.
Los esclavos, eran considerados cosas, por lo tanto se podían comprar y vender, reconociendo un dueño, que
disponía de ellos a su arbitrio, aunque en Atenas recibieron trato humanitario.
La fuente de esclavitud fueron los prisioneros de guerra o su compra a mercaderes y traficantes, ya que la
prisión por deudas fue abolida por Solón.
Los metecos o extranjeros eran personas libres, sin derechos políticos ni posibilidad de acceder a la propiedad
de la tierra. Sin embargo dominaban el comercio marítimo y las actividades bancarias.
Las mujeres tampoco eran ciudadanas, y su lugar era el hogar, del que sólo salía para participar de reuniones
familiares, festividades religiosas y el teatro, que tenía carácter religioso.
Esparta
La invasión doria, posibilitó que esta cultura, se instalara en las fértiles tierras del sur del Peloponeso,
durante el siglo X a. C.
Sus descendientes, formaron una comunidad militarizada, lo que les permitió dominar a otros pueblos, más
numerosos, convirtiéndose en una potencia terrestre.
La organización espartana se atribuye al legislador Licurgo (siglo VIII a. C.) que realizó una serie de reformas,
que no fueron escritas, ya que consideraba que debían guardarse en el corazón de los ciudadanos
Su gobierno evolucionó por obra de Licurgo, de una monarquía hereditaria, ejercida por dos reyes de
diferentes familias, que no podían emparentarse, cuyas personas eran sagradas y morían con honores, que
luego fueron perdiendo poder para conservar sólo funciones religiosas y militares, ejerciendo este último
poder, fuera de Esparta, como comandantes en jefe de los ejércitos, a una aristocracia, gobierno de pocos, en
este caso, ejercido por los ciudadanos, denominados espartiatas o iguales, categoría que sólo poseían los
descendientes de los dorios.
Entre sus instituciones políticas se destacaba la Gerusía, consejo de ancianos, formado por 28 miembros
vitalicios, de más de sesenta años, con atribución de establecer las leyes y vetar las decisiones de la asamblea
popular o Apella, que votaba las normas sin discusión, y la conformaban todos los ciudadanos.
Como supervisores de la vida pública y privada y ejecutores de las decisiones de la Gerusía y la Asamblea,
existían cinco magistrados, llamados éforos, que se constituían en árbitros supremos de la moralidad pública.
Con respecto a los periecos podían hacerlos matar sin juicio y los ilotas estaban sometidos a periódicas
persecuciones decretadas por los éforos. Un día al año, los jóvenes espartanos tenían derecho de asesinar a
los ilotas que consideraran culpables de conspiración contra el estado, lo que acarreaba innumerables
arbitrariedades.
La sociedad estaba conformada por un grupo privilegiado de ciudadanos, muy poco numerosos, siendo 9000
en época de Licurgo, dedicados a la política o a la guerra. Eran los únicos poseedores de tierra, que se les
asignaba al nacer, para lo cual Licurgo dividió a Esparta en 9000 lotes, para que cada ciudadano tuviera uno, y
conservaban durante toda su vida, el que era trabajado por los ilotas, ya que los ciudadanos tenían prohibido
la actividad agrícola y la práctica del comercio.
Licurgo creó el sistema de mesas públicas, donde los espartanos comían en común, idénticos guisos, para cuya
elaboración, cada ciudadano debía aportar una fanega de grano, cinco libras de queso, dos libras y media de
higos y dinero para adquirir carne y pescado, erogación que era mensual.
Los ilotas eran la clase social más baja. Sin ser esclavos, por no tener un dueño particular, lo que les impedía
ser objeto de intercambio comercial, pertenecían al estado, sin contar con derechos, revistiendo la calidad de
siervos públicos.
El estado, entregaba a los ilotas, a los ciudadanos, para utilizarlos como mano de obra en sus campos,
recibiendo éstos una ínfima compensación. Esta precaria condición social se adquiría por pertenecer a
comunidades conquistadas por los espartanos, que se opusieron a la dominación. Eran los primitivos
habitantes, que resistieron durante un tiempo, en una fortaleza, llamada Amiclea, pero que luego fueron
sometidos,
Los descendientes de pueblos conquistados, que aceptaron pacíficamente la autoridad doria, se hallaban en
una categoría intermedia, constituyendo el grupo de los periecos, que eran hombres libres, dedicados
fundamentalmente a actividades comerciales y artesanales. A éstos, Licurgo les asignó tierras para lo cual les
reservó 3000 lotes de las tierras espartanas.
Podían ser incorporados al ejército como auxiliares, en casos de necesidad y debían aportar tributos para
solventar el costo de los ejércitos.
La barrera entre las castas no era del todo rígida, ya que los periecos e ilotas, podían transformarse en
ciudadanos, en premio por servicios al estado.
Su rígida organización militar se iniciaba con el nacimiento de los ciudadanos, que eran arrojados al vacío, a
una caverna del monte Taigeto, si presentaban defectos físicos que les impidiera servir como soldados.
A los 7 años comenzaba el entrenamiento militar, sumamente riguroso, donde los niños eran separados de sus
familias, enseñándoles el manejo de las armas. El más valiente era nombrado capitán de la compañía.
Si bien constituían familias, para aportar descendencia al estado, los hombres no permanecían mucho tiempo
en el seno familiar pues su vida estaba consagrada a la defensa y engrandecimiento de su patria.
La mujer en Esparta, tenía participación en la vida pública, ya que siendo soltera, practicaba gimnasia, cantos,
danzas y juegos, participando en las fiestas de la comunidad. Al casarse, si bien se dedicaba al hogar, no era un
ámbito al que debía confinarse, como sucedía en Atenas.
Al casarse la mujer era arrebatada con violencia, y siempre debía tratarse de una dama madura. El trato con su
esposo se limitaba sólo a las noches, ya que el marido residía en los cuarteles. La mujer tenía gran autoridad
doméstica y aconsejaba a su marido.
Como los hijos eran propiedad del estado, y no de sus padres, se permitía que un ciudadano, engendrara hijos
con una mujer casada, para producir una buena descendencia. O sea que en Esparta no existía el delito de
adulterio.
Esparta carecía de templos, y sólo existía un lugar santo donde se le rendía culto a su dios patrono, Apolo. No
construyeron grandes monumentos, ni se destacaron por su poesía o filosofía.
Las Guerras Médicas
Se conoce con esta denominación a las luchas que mantuvieron las ciudades griegas contra el Imperio
Persa, a principios del siglo V. Tomó esta denominación porque los griegos confundían a medos y persas.
La expansión del Imperio Persa, hacia Tracia, Macedonia y las costas del Asia menor, desató el conflicto,
Ciro, rey de Persia, atacó el reino de Lidia, que estaba bajo la dominación del rey Creso, y que hasta ese
momento era un estado estratégico que señalaba el límite de las colonias griegas con el imperio persa. Con la
dominación de Lidia, los demás reinos griegos del Asia Menor, fueron dominados por los persas, que les
exigieron tributos y hombres para el ejército.
Las ciudades griegas del Asia menor, se rebelaron contra la dominación persa, en el año 500 a. C., cincuenta
años después de soportar el yugo invasor.
Las ciudades jonias de Asia, formaron un congreso donde decidieron la rebelión, adoptando una moneda
común. Lograron expulsar a los tiranos y se decidieron a atacar Sardes, capital de la satrapía de Asia Menor.
Allí no tuvieron el éxito esperado, y huyendo hacia la costa, los rebeldes fueron derrotados cerca de Efeso.
Como castigo, la mayor ciudad griega del Asia Menor, Mileto, fue impiadosamente arrasada, y otras ciudades
corrieron suerte parecida.
Varias polis griegas, entre ellas Atenas, apoyaron a los rebeldes, ya que ellos mismos se sentían amenazados
ante el avance persa, sobre todo en el control de las rutas comerciales que los comunicaban con las costas del
mar Negro, de donde obtenían, sobre todo, trigo.
Ante su victoria, los persas, una vez sofocada la rebelión, decidieron vengarse de la entrometida Atenas, que
había colaborado con los sediciosos.
Los persas arribaron a las costas del Ática, en el año 490 a. C., siendo mucho más numerosos que los
atenienses, sin embargo, éstos se impusieron en la batalla de Maratón, que se desarrolló del siguiente modo:
El ejército persa, a las órdenes de Mardonio avanzó en forma implacable, pero los griegos se resistieron a la
rendición, apoyados en las estrategias de Milcíades, que conocía la forma de lucha de los persas.
Los persas conquistaron Eretria, luego de desembarcar en Eubea, y por tierra avanzaron hasta la llanura de
Maratón. Los atenienses resistieron y mandaron a un mensajero solicitando la ayuda espartana, que no llegó a
tiempo.
Milicíades, a cargo del ejército griego, atacó al amanecer, con sus hombres formados en forma de pinza, o sea,
con el centro debilitado y concentración de fuerzas en los flancos, con el fin de encerrar a sus enemigos. Con
total éxito, los griegos se impusieron y los persas que lograron escapar, se dirigieron hacia Atenas, con la
esperanza de hallarla indefensa, pero los atenienses habían llegado primero y defendieron la ciudad, lo que
obligó a los persas a retirarse.
Tras diez años de tensa calma, los persas avanzaron nuevamente sobre el territorio griego, esta vez, bajo el
mando de Jerjes, sucesor de Darío.
Los griegos, en el intervalo, habían podido ampliar y armar una poderosa flota, merced a haber hallado un
yacimiento de plata en Larium, y los espartanos fortificaron el istmo, como defensa del sur del territorio.
Para resistir el ataque persa, treinta y un estados griegos se reunieron en un congreso en el istmo de Corinto,
presidido por Esparta, donde acordaron luchar unidos hasta el fin.
Bajo el mando de Esparta, las ciudades griegas, se dirigieron al desfiladero de las Termópilas, donde lograron
detener a los persas por el lapso de dos días, hasta que fueron traicionados por Efialtes, que condujo a los
persas por un camino secreto hasta la retaguardia griega. Los espartanos se defendieron heroica pero
inútilmente, hasta morir, y los persas siguieron avanzando hacia Atenas por tierra y por mar.
Al principio, la guerra pareció favorecer a los invasores, cuya fuerza terrestre era imposible de detener, y
Atenas resultó incendiada y devastada. Sus moradores ancianos, mujeres y niños, habían sido trasladados a
islas cercanas. Sin embargo, la batalla naval de Salamina, significó un importante triunfo para los griegos, que
se habían apoyado en la superioridad de su flota, y alentados por el éxito, y con la ayuda de los espartanos,
vencieron a los persas en forma definitiva, obligándolos a replegarse a la zona del Asia Menor.
Todavía debió librarse, un año más tarde una nueva batalla, donde Esparta se impuso en Platea.
Consecuencias de las Guerras Médicas:
Dos estados griegos, habían cobrado inmenso prestigio tras estas guerras: Atenas, vencedora de Maratón y
Salamina, y Esparta, su gran aliada, y vencedora en Platea.
Como el peligro continuaba latente, las ciudades-estado griegas, conformaron con fines defensivos, la Liga de
Delos, constituyendo un fondo común en la isla de Delos, guardado en el templo de Apolo, formado por
aportes anuales de cada polis.
La Liga estaba dirigida por jefes atenienses, lo que fue utilizado para lograr el predominio de Atenas. El tesoro
de la Liga, fue trasladado desde Delos hacia Atenas, con el aparente motivo de una posible invasión persa,
pero a partir de entonces, esos fondos fueron utilizados en beneficio de la ciudad de Atenas, que se embelleció
y ejerció su influencia sobre el resto de las polis integrantes de la Liga, que tomaron su modelo de gobierno de
democracia directa y su moneda. También logró el predominio económico al controlar las rutas comerciales
hacia el mar Negro.
Esparta, no formaba parte de la Liga, y había formado una propia, la liga del Peloponeso, compitiendo ambas
por el predominio griego.
Luego de las Guerras Médicas el Imperio persa se debilitó y permitió su conquista por Alejandro de Macedonia
en el año 330 a. C.
La Guerra del Peloponeso
Las ciudades-estado griegas, unidas, lograron vencer a los persas en las denominadas Guerras Médicas,
donde dos ciudades habían logrado destacarse: Atenas y Esparta. Al finalizar la contienda, y para evitar
ser tomados por sorpresa, ante la posibilidad de un nuevo ataque persa, ambas ciudades formaron sus propias
ligas defensivas, junto a otras ciudades.
Atenas conformó la Liga de Delos y Esparta, la del Peloponeso. Ambas ciudades competían por el liderazgo en
el mundo griego, con distintas culturas, opuestas entre sí. Atenas era fuerte en su flota, y tenía como forma de
gobierno la democracia directa y Esparta era poderosa en su ejército, y estaba gobernaba por una aristocracia
tirana. Ambas ciudades se enfrentaron en la llamada Guerra del Peloponeso.
La Guerra del Peloponeso, entre Atenas y Esparta, duró veintisiete años, entre los años 431 a. C. y 404 a. C. y
finalizó con la victoria espartana.
Las causas directas del conflicto fueron las disputas entre Corinto, miembro de la liga del Peloponeso y Corcira,
que no integraba ninguna de las alianzas defensivas, y que veía amenazada por Corinto, su colonia de
Epidamno, en la costa de Iliria.
Atenas brindó ayuda a Corcira, temerosa de que en caso de vencer Corinto, la flota de la Liga del Peloponeso
se hiciera cada vez más fuerte, y, a su vez, Corinto envió su apoyo a Potidea, colonia ateniense que deseaba
liberarse.
El comercio de la ciudad de Mégara, integrante de la Liga del Peloponeso se vio afectado por el bloqueo
impuesto por Atenas y Tebas, en apoyo a Esparta, atacó Platea, aliada de Atenas.
En el año 429 a. C. una peste asoló a Atenas, y fue el detonante para debilitarle y permitir el avance espartano.
Tras la toma de Anfípolis y el fracaso de su reconquista, Atenas firmó la paz con Esparta, en el año 421 a. C. por
la cual ambas ciudades-estados debían devolver el producto de sus conquistas, aunque Esparta no cumplió.
En el año 415 a. C. Atenas mandó sus fuerzas a Sicilia, contra Siracusa, integrante de la Liga del Peloponeso,
para impedir la ocupación de Segesta, pero en el año 413 a. C., Atenas sufrió una nueva derrota y los
espartanos se apoderaron de Decelia. Las colonias del Egeo se emanciparon de Atenas, mientras Esparta
consolidaba su poder, ayudada por los persas, gran rival de Atenas, desde las Guerras Médicas.
Los espartanos tomaron el poder en el año 411 a. C., y a pesar que en el año 407 a. C., Alcibíades, derrotó a los
espartanos en la isla de Samos, la debilitada Atenas, sufrió una aplastante y definitiva derrota en el año 405 a.
C., en Egospótamos, que selló definitivamente su suerte, y consagró a Esparta en el poder.
Esparta impuso su forma aristocrática de gobierno, condenando y erradicando la democracia ateniense.
Atenas debió reducir su flota, al contrario de la espartana, que con la ayuda de los persas, se transformó en
una potencia marítima y comercial.
Sin embargo ocurrieron nuevos enfrentamientos entre las ciudades griegas, las luchas entre Esparta y Tebas,
redujo la población y diezmó los campos. Esta situación le permitió a Filipo II, de Macedonia, reino ubicado al
norte de Grecia, invadir exitosamente el territorio.
Los dioses griegos
Los griegos, al igual que la mayoría de los pueblos de la antigüedad, eran politeístas (creían en muchos
dioses) a los que les asignaron forma humana (antropomorfismo) y les adjudicaron virtudes y defectos
de las personas, diferenciándose del resto de los hombres, por su carácter inmortal, y por serles ajenas la
miseria, las enfermedades y la vejez.
Los dioses del Olimpo muestran una superposición de mitos procedentes de distintas culturas, que reflejan las
distintas razas que conformaron Grecia.
Los dioses podían concebir hijos con los humanos, dando nacimiento a los héroes, que revestían las
características de semidioses, merecedores de culto tras su muerte y que realizaban hazañas, que excedían las
que pudiera hacer cualquier mortal, como por ejemplo, Heracles y Teseo. Hércules fue el más importante, de
origen dorio, y vinculado a la ciudad de Tebas. Fue convertido en Dios, y accedió al Olimpo.
En sus orígenes, el culto a los héroes, se basaba en el que se ofrecía a los antepasados de cada tribu. Algunos
se impusieron sobre los de otras tribus, y los desplazaron.
Los dioses principales del panteón griego eran los olímpicos, a quienes todos los helenos, les rendían culto.
También reciben el nombre de dioses homéricos por aparecer en las obras homéricas. Además, cada polis
tenía sus propios dioses.
Algunas divinidades provenían de la antigüedad cretomicénica, y otras de Oriente o del norte de Grecia.
Los dioses del Olimpo, adoptaron esta denominación, porque habitaban en la cima del Monte Olimpo, donde
se originaron de esta manera:
En un principio sólo existió el Caos, de quien nació Gea (la Tierra) de quien surgió Urano (el cielo), quien dio
vida a Cronos (el Tiempo). Este destronó a su padre, y para evitar correr su misma suerte, devoró a sus hijos.
Sin embargo, no pudo impedir que Zeus, uno de sus hijos que logró salvarse (al igual que Poseidón, Hades,
Hera, Deméter y Hestia) lo destronara y se constituyera en el más importante de los dioses del Olimpo, de
cuya unión con diosas y mujeres nacieron varios dioses y héroes.
Zeus, logró salvarse de la voracidad de Cronos, su padre, ocultándose en una cueva, en Creta y fue criado con
la leche de una cabra. Cuando legó a adulto, mató a su padre, ocupando su jerarquía en el poder.
Los principales dioses fueron:
Zeus: dios del rayo, de nombre indogermánico, consagrado como su dios principal, de poder ilimitado, que
castigaba terriblemente a quien se rebelara contra él.
Hera: diosa del hogar, protectora de los matrimonios y los nacimientos. Esposa de Zeus, fue calificada por
Homero como “ojos de vaca”, en relación con la diosa-vaca, micénica. Ella era la diosa autóctona y Zeus, sería
el dios invasor, que se casó con ella y la sometió.
Hades, dios del mundo subterráneo y de los muertos.
Poseidón: dios de los mares y hermano de Zeus.
Deméter: diosa de la agricultura.
Hestia: diosa del hogar.
Afrodita: diosa del amor, tiene un origen oriental. Era esposa de Hefaistos, con quien no estaba realmente
unida, y esto despertó los celos del esposo, un dios herrero, despreciado, por su condición de trabajador, por
los restantes dioses del Olimpo.
Atenea: diosa de la sabiduría y de la guerra, patrona de Atenas.
Ares: dios de la guerra, de origen probablemente Tracio.
Hefesto: dios del fuego.
Artemisa: diosa cazadora. El Templo emplazado en su honor se hallaba en Éfeso.
Apolo: dios de las artes y de la profecía. Sería una antigua divinidad proveniente de Asia Menor. En la guerra
de Troya luchó contra los aqueos, y esto probaría que no era heleno. Residía en Delfos, siendo el principal
director de los oráculos.
Hermes: dios del comercio. Con Homero se transforma en mensajero de los dioses y guía de las almas en la
vida ultraterrena.
Los dioses de la agricultura son más tardíos, cuando esta actividad se impuso sobre la ganadería.
Deméter y su hija Cora, radicadas en el Santuario de Eleusis, representaban la fertilidad.
Dionisio: dios del vino, de las fiestas y del teatro, era originario de Tracia y Frigia. Fue introducido por los
tiranos griegos de Atenas, cuyas fiestas en su honor fueron los antecedentes del teatro griego.
Entre las divinidades secundarias, estaban las ninfas, que habitaban en bosques y campos; las Parcas que
marcaban los destinos humanos y las nueve musas, inspiraban a los artistas.
Los dioses comunicaban sus deseos a los hombres, a través de los oráculos. El más conocido, estaba en la
ciudad de Delfos, en el templo consagrado al dios Apolo, donde una mujer, denominada pitonisa,
intermediaba entre los dioses y los hombres, que consultaban a los oráculos sobre asuntos importantes tanto
públicos como privados.
Los templos eran la morada de los dioses. Cada templo resguardaba la imagen de uno en su interior y sus
posesiones, producto de las ofrendas que le hubieran consagrado. Allí no se les rendía culto, sino en
ceremonias y fiestas públicas y privadas.
Su culto incluía rezos, ofrendas, cánticos, sacrificios, como la quema de grasa de corderos y fiestas públicas,
entre las que se distinguían las nacionales, propias de cada ciudad-estado, como las que se celebraban en
Atenas, en honor a la diosa Atenea, conocidas con la denominación de Panateneas y las Dionisíacas, en honor
a Dionisios y las panhelénicas, que eran para todas las ciudades-estados como los Juegos Olímpicos, en honor
a Zeus, los Ístmicos, para rendir culto a Poseidón, los Nemeicos para conmemorar a Heracles o Hércules y los
Píticos en honor a Apolo.
También practicaron cultos funerarios. Los griegos no fueron temerosos de la muerte, pero sí de permanecer
sin sepultura. Las almas de los muertos, que merecieran castigo, serían condenadas en el Hades, que estaba
presidido por Plutos. En ese mundo subterráneo de tinieblas, los cuerpos humanos se convertían en sombras,
conservando su alma, pero sin memoria.
Fueron muy propensos a las supersticiones y magias, que ocasionaron una gran variedad de cultos.
Estos dioses subsistieron hasta la decadencia de las polis griegas, donde fueron reemplazados por las
religiones mistéricas, que incluían cultos secretos.
El gobierno de Pericles
Luego de las Guerras Médicas, que mantuvieron las ciudades griegas contra los persas, los atenienses,
temerosos de nuevos avances enemigos, decidieron unirse con otras ciudades bajo su supremacía, que
imponía un profundo respeto, sobre todo en el plano marítimo, sobre el mar Egeo. Para mantener su poderosa
flota, Atenas necesitaba aportes económicos, que provinieron de sus aliados del Asia Menor, miembros de la
Liga de Delos, que colaboraban según sus posibilidades.
La Liga se reunía en el templo de Apolo, en Delos, y cada miembro tenía igualdad de voto.
Atenas, cada vez más poderosa, obtenía así recursos de la Liga, que usaba en su provecho, siendo cada vez
más lejana la amenaza persa. Además, las minas de plata de Laurión, le proporcionaba grandes ingresos.
El sistema político de Atenas, modelo de su tiempo, era la democracia directa, donde sus funcionarios eran
elegidos por sorteo, salvo los cargos de generales o estrategos, que se ocupaban por su capacidad, siendo
electivos. Ya había alcanzado, esta forma política, gran prestigio, con los estadistas Solón y Pisístrato, pero fue
bajo el gobierno de Pericles (490-429 a. C.) cuando se desplegó con todo su esplendor.
Al ser elegidos, los magistrados, debían ser evaluados por la Docimasia, donde se estudiaban sus antecedentes
y sus aptitudes, y al finalizar su mandato, debían rendir cuenta de su actuación, siendo castigados si se
comprobaba alguna falta en el ejercicio de sus funciones.
Pericles, fue un general, de noble estirpe y profundas convicciones democráticas. Sus ideas fueron expuestas
en un discurso que pronunció en los funerales de los atenienses que murieron en una expedición militar. Allí
expresó que el gobierno de Atenas no era una imitación de otros, sino ejemplo para los demás. La democracia,
como gobierno de muchos, establecía en sus normas igualdad ante la justicia y el acceso a los cargos públicos
para los que poseyeran talento, no excluyéndose a los pobres. La vida privada era libre, actuando
públicamente, con respeto ante la autoridad y la ley.
Elogió su propio sistema militar, y el trato de Atenas con los forasteros a los que les brindaba hospitalidad.
Señaló su gusto por la belleza, sin dejar de lado la sencillez, y destacó la preocupación de su pueblo por el
cultivo de su alma. Al ciudadano que se mantenía ajeno a la política se lo consideraba peligroso.
Pericles era sobrino del legislador Clístenes, y pertenecía a la familia de los Alcmeónidas, cuyos miembros se
habían opuesto a la tiranía de Pisístrato y sus hijos.
Pericles, al principio, ejerció funciones militares, combatiendo bajo el mando de Cimón, general perteneciente
al partido oligárquico. A la muerte de Arístides, ingresó en el partido popular.
Durante su mandato, se les asignó un salario a los magistrados, menos a arcontes y estrategos, para que todos
los ciudadanos, aún los humildes, pudieran dedicarse a la política.
Sin embargo, se mantuvo la división en clases sociales, continuándose con la limitación del acceso a las
magistraturas, a los que no poseyeran tierras en el Ática o permanecieran solteros.
En esta época, Atenas se convirtió en un centro de estudios filosóficos, arte que Pericles también practicaba,
sobre todo con su amigo Anaxágoras, continuador de la escuela jónica, cuya preocupación se basaba en
descubrir las propiedades de la materia.
En su tiempo, vivió Sócrates, considerado por el oráculo de Delfos como el hombre más sabio de Grecia.
También fue contemporáneo y amigo suyo, el historiador Heródoto, que relató ingeniosamente la guerra
contra los persas.
Durante su gobierno se desarrolló una intensa obra pública, con el objetivo de restaurar sobre todo los
templos de la Acrópolis destruidos por los persas, cuyo principal efector fue Fidias.
Construyó el templo de Atenea, denominado Partenón, totalmente decorado con esculturas de bulto entero y
relieves. Realizó una entrada monumental a la Acrópolis, empleando en todos los trabajos, piedra, bronce,
marfil, oro y madera, dando trabajo a una gran cantidad de oficios.
El cuerpo humano fue plasmado, esplendorosamente en las estatuas, y la armonía fue requisito en la
construcción edilicia, abundando en el interior de las viviendas los objetos de rara belleza.
Resplandeció el teatro bajo su gobierno, aunque en este ámbito, Pericles fue objeto de burlas, sobre todo en
lo que atañe a su vida privada. Casado primero con una pariente suya, mayor que él, se divorció de ella para
convivir con una cortesana, residente en Atenas, pero originaria de Mileto, llamada Aspasia, que originó la
suspicacia de sus detractores, por considerarla una mujer liberada, pero que permaneció junto a Pericles,
durante más de quince años.
Atenas recuperó su poder sobre los Dardanelos y otras zonas importantes para el comercio, y fundó la colonia
de Tiri, en el golfo de Tarento, al sur de Italia.
Sus opositores comenzaron a crecer. Cuando el Partenón estuvo terminado, trasladó allí el tesoro de la Liga de
Delos, lo que originó recelo por el destino de esa riqueza que sería usada sólo en provecho de Atenas.
Los amigos de Pericles comenzaron a sufrir persecuciones. Su amigo, el filósofo Anaxágoras, debió huir,
acusado de ateo, y Fidias fue condenado por estafa en los fondos recibidos para los trabajos en la Acrópolis.
Además, la crisis se acentuó, originada en guerras, y en el conflicto con Esparta, que dio origen a la guerra del
Peloponeso. También el pueblo debió soportar en este período el azote de la peste, de la que fue víctima el
propio Pericles.
El Imperio de Alejandro Magno
Luego de la Guerra del Peloponeso, entre Atenas y Esparta, las polis griegas se debilitaron, y esta
situación le permitió al rey Filipo II, de Macedonia, apoderarse del mundo griego.
Filipo II, transformó a Macedonia, reino ubicado al norte de la actual Grecia, pueblo agrícola y pastoril, en un
estado fuerte y poderoso.
Estableció un sistema monárquico centralizado, con un ejército permanente, lo que logró con los recursos
económicos proporcionados por la explotación de las minas de oro de la zona.
Macedonia era una zona montañosa, sin salida al mar, y para obtenerla conquistó Tracia y la Península de
Falcidia, apoderándose de la totalidad de Grecia, luego de la batalla de Queronea (338 a. C.) donde ya se
vislumbraba el carácter aguerrido de su hijo, Alejandro, comandando con sus escasos 18 años, el ala izquierda
de la caballería.
Las polis se sometieron a la autoridad macedónica, e integraron una liga cuyo objetivo era enfrentar a los
persas y liberar las ciudades griegas del Asia Menor. A la Liga debía aportarse soldados, armas y naves. La única
ciudad-estado que no integró la Liga fue Esparta.
Uno de sus oficiales dio muerte a Filipo en el año 336 a. C., tal vez con la colaboración de Olimpia, madre de
Alejandro, sucediéndolo éste en el trono, con sólo 20 años. Discípulo de Aristóteles, desde los 13 a los 16 años,
estaba cuidadosamente educado en lo físico, en lo intelectual y en lo espiritual, además de dominar el arte de
la guerra. Ya había incursionado en la práctica del mando cuando a la edad de 16 años, había sustituido a su
padre en el poder, ante la ausencia de Filipo en una campaña militar.
Continuó con la política de su padre, y luego de sofocar una rebelión de las ciudades griegas, durante la cual,
arrasó Tebas, se hizo otorgar en Corinto el título de generalísimo, para avanzar contra los persas. Su poder
militar se basaba, en una organización militar llamada falange donde se utilizaban conjuntamente la caballería
y la infantería, pudiendo acceder incluso a tomar ciudades fortificadas, merced a contar con máquinas de
guerra y sitio.
La formación militar en falanges, había sido establecida por Filipo, a imitación del ejército tebano, que él
mismo había integrado, y que en su oportunidad, había dado supremacía a Tebas, en el mundo griego.
De esta manera dominó Asia Menor, donde derrotó a los persas, bajo el mando de Darío III, junto al río
Gránico, en el año 334 a. C, y en el 333 a. C. en Iso, dirigiéndose hacia Siria, donde, tras una aplastante victoria,
ocupó Tiro, ciudad fenicia, ubicada en posición estratégica en el control del Mediterráneo oriental. Luego
dominó Palestina y se dirigió a Egipto, donde fundó la ciudad de Alejandría, tomando rumbo luego hacia
Oriente. Tras dar el ataque triunfal a los persas en el año 331 a. C., tomó su capital, Persépolis, ciudad a la que
prendió fuego, y se coronó como rey de Persia.
Inició la conquista de la India, pero debió regresar, cuando sus soldados, agotados por los esfuerzos de las
largas luchas, le pidieron retornar, cuando habían llegado a la altura del río Indo.
Desde Babilonia, Alejandro gobernó este imperio, que abarcaba desde las costas del Mediterráneo oriental,
hasta la India.
A la muerte de Alejandro, ocurrida en el año 323 a. C. en Babilonia, a la edad de 33 años, causada por fiebres
palúdicas irreversibles, se originó una larga lucha por su sucesión, protagonizada por sus generales, tras la cual,
el imperio se desmembró en los reinos de Macedonia, Egipto (reino de los ptolomeos) y Siria (reino de los
seléucidas). De éste último se desmembró el pequeño reino de Pérgamo. Estos reinos se conocen con el
nombre de helenísticos, gobernados por monarquías teocráticas y absolutistas, que peleaban entre sí en
forma constante, lo que produjo su debilitamiento, y permitió que los romanos hacia fines del siglo I a. C., se
apoderen de gran parte de su territorio.
El Imperio de Alejandro Magno
Luego de la Guerra del Peloponeso, entre Atenas y Esparta, las polis griegas se debilitaron, y esta
situación le permitió al rey Filipo II, de Macedonia, apoderarse del mundo griego.
Filipo II, transformó a Macedonia, reino ubicado al norte de la actual Grecia, pueblo agrícola y pastoril, en un
estado fuerte y poderoso.
Estableció un sistema monárquico centralizado, con un ejército permanente, lo que logró con los recursos
económicos proporcionados por la explotación de las minas de oro de la zona.
Macedonia era una zona montañosa, sin salida al mar, y para obtenerla conquistó Tracia y la Península de
Falcidia, apoderándose de la totalidad de Grecia, luego de la batalla de Queronea (338 a. C.) donde ya se
vislumbraba el carácter aguerrido de su hijo, Alejandro, comandando con sus escasos 18 años, el ala izquierda
de la caballería.
Las polis se sometieron a la autoridad macedónica, e integraron una liga cuyo objetivo era enfrentar a los
persas y liberar las ciudades griegas del Asia Menor. A la Liga debía aportarse soldados, armas y naves. La única
ciudad-estado que no integró la Liga fue Esparta.
Uno de sus oficiales dio muerte a Filipo en el año 336 a. C., tal vez con la colaboración de Olimpia, madre de
Alejandro, sucediéndolo éste en el trono, con sólo 20 años. Discípulo de Aristóteles, desde los 13 a los 16 años,
estaba cuidadosamente educado en lo físico, en lo intelectual y en lo espiritual, además de dominar el arte de
la guerra. Ya había incursionado en la práctica del mando cuando a la edad de 16 años, había sustituido a su
padre en el poder, ante la ausencia de Filipo en una campaña militar.
Continuó con la política de su padre, y luego de sofocar una rebelión de las ciudades griegas, durante la cual,
arrasó Tebas, se hizo otorgar en Corinto el título de generalísimo, para avanzar contra los persas. Su poder
militar se basaba, en una organización militar llamada falange donde se utilizaban conjuntamente la caballería
y la infantería, pudiendo acceder incluso a tomar ciudades fortificadas, merced a contar con máquinas de
guerra y sitio.
La formación militar en falanges, había sido establecida por Filipo, a imitación del ejército tebano, que él
mismo había integrado, y que en su oportunidad, había dado supremacía a Tebas, en el mundo griego.
De esta manera dominó Asia Menor, donde derrotó a los persas, bajo el mando de Darío III, junto al río
Gránico, en el año 334 a. C, y en el 333 a. C. en Iso, dirigiéndose hacia Siria, donde, tras una aplastante victoria,
ocupó Tiro, ciudad fenicia, ubicada en posición estratégica en el control del Mediterráneo oriental. Luego
dominó Palestina y se dirigió a Egipto, donde fundó la ciudad de Alejandría, tomando rumbo luego hacia
Oriente. Tras dar el ataque triunfal a los persas en el año 331 a. C., tomó su capital, Persépolis, ciudad a la que
prendió fuego, y se coronó como rey de Persia.
Inició la conquista de la India, pero debió regresar, cuando sus soldados, agotados por los esfuerzos de las
largas luchas, le pidieron retornar, cuando habían llegado a la altura del río Indo.
Desde Babilonia, Alejandro gobernó este imperio, que abarcaba desde las costas del Mediterráneo oriental,
hasta la India.
A la muerte de Alejandro, ocurrida en el año 323 a. C. en Babilonia, a la edad de 33 años, causada por fiebres
palúdicas irreversibles, se originó una larga lucha por su sucesión, protagonizada por sus generales, tras la cual,
el imperio se desmembró en los reinos de Macedonia, Egipto (reino de los ptolomeos) y Siria (reino de los
seléucidas). De éste último se desmembró el pequeño reino de Pérgamo. Estos reinos se conocen con el
nombre de helenísticos, gobernados por monarquías teocráticas y absolutistas, que peleaban entre sí en
forma constante, lo que produjo su debilitamiento, y permitió que los romanos hacia fines del siglo I a. C., se
apoderen de gran parte de su territorio.