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La moral de Confucio
1-Acerca de la tradición
La moral de Confucio es tradicional pero no tradicionalista. Es tradicional porque sostiene la
importancia del respeto hacia el pasado y sus enseñanzas, así como el respeto hacia los
rituales establecidos por la sociedad. Si no se respetan los rituales que han sido establecidos
por la sociedad, sobre todo los que tienen que ver con la cortesía, es decir el trato amable, o el
lenguaje, que es el modo adecuado de expresarse, o el modo de proceder en ciertas
situaciones, entonces no se tiene respeto hacia la sociedad en la que se vive. Pero no es
tradicionalista porque sostiene que el respeto hacia los rituales o las tradiciones es vacío si no
se realiza comprendiendo el valor de esos rituales y esas tradiciones desde el punto de vista
moral, estando dispuestos siempre a modificar los rituales y las tradiciones aquellos que creen
que no satisfacen a su moral interior. “El que cuida lo que sabe de antiguo y aprende cosas
nuevas, podrá llegar a ser un maestro.”
2-Acerca de lo personal.
Es más importante para la moral de Confucio el que se desarrolle la moral interiormente, a
nivel personal, que se desarrolle de manera exterior en la relación con las demás personas y la
sociedad. La obediencia a las normas morales exteriores y el conservar las apariencias de
cortesía y buena educación no son suficiente elemento para ser moralmente elevado, sino que
hay que desarrollar la moral dentro de uno mismo como trabajo de autodisciplina. “Las
palabras finas y la apariencia imponente están pocas veces unidas con la virtud de
benevolencia.” Por eso la moral de Confucio es una moral de preceptos y no de reglas. Un
precepto es un consejo que debe seguirse o no, libremente, una regla es un juicio impuesto en
el que uno no llega a reflexionar. Reflexionar y construir la propia conducta desde la base del
propio razonamiento y sentimiento moral es el camino para ser justo y benevolente. Dijo
Confucio: No descubro las verdades a quien no está deseoso de descubrirlas, ni hago salir de
ninguno nada que la propia persona no quiera exhalar. Yo levanto una de las esquinas del
problema, pero si el individuo de que se trate no puede descubrir las otras tres a partir de la
primera, yo no lo repito más.»
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3-Acerca del equilibrio y de las pasiones.
Lo fundamental en el desarrollo moral interior es comprender que nuestro espíritu es un
espacio donde lucha la búsqueda de la rectitud en la conducta y en el razonamiento con las
pasiones, es decir, con los deseos y necesidades que provienen de las zonas más elementales
de nuestra naturaleza. En toda situación es importante el autodominio, es decir, el hecho de
que controlemos nuestras pasiones en lugar de que nuestras pasiones nos controlen a
nosotros. Por lo tanto la disciplina interior consiste en hacerse cada vez más dueño de si
mismo y cada vez más capaces de controlar las pasiones y dirigirlas sabiamente. De este modo
la conducta puede llegar a ser justa y recta. El estado ideal de nuestro espíritu es el estar
centrado, es decir, el encontrarse en paz consigo mismo, y no dominado ni agitado por pasión
alguna. Un estado menos centrado pero no menos valioso es el estado armónico que es aquel
en el que las pasiones que hemos dominado y vuelto elementos de nuestro propio desarrollo
contribuyen a que disfrutemos de la existencia, como en el estado de contemplación de un
paisaje o en el de disfrute sano de la comida.
4-Acerca de las instituciones.
Dentro de la moral de Confucio no hay rechazo ni intento de reforma radical de las
instituciones existentes. Para Confucio las instituciones de larga tradición están destinadas a
que la vida entre las personas esté bien encaminada y son los gobernantes y los que
administran las instituciones los que pueden y suelen deformar su cometido a causa de que no
proceden con rectitud y se dejan arrastrar por las pasiones que el poder les provoca. Por eso
Confucio prefería dedicarse antes que nada a aconsejar a aquellos que estaban encumbrados
en el poder de las instituciones aún cuando no excluía a nadie de su consejo. Insistía en que si
los gobernantes actuaban con rectitud y benevolencia, entonces ellos podían encarnar
sabiamente las tradiciones y el pueblo podría vivir en paz y tomar su ejemplo para una buena
conducta.
5-Acerca de la familia.
La institución fundamental, para la moral de Confucio, es la familia, porque ella es el lugar
donde se forma primero nuestro carácter y donde en primer lugar debemos aprender a
comportarnos con rectitud y justicia con respecto a quienes nos rodean. Los padres deben ser
justos y benevolentes con sus hijos, los hijos deben ser justos y benevolentes con sus padres, y
no debe haber entre los hermanos injusticias sino más bien colaboración y armonía. Aprender
a comportarse de ese modo en familia a través de la disciplina interior es necesario para que
en el contexto de la sociedad en general también seamos rectos y justos. Si hay injusticias y
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conductas despreciables en el ámbito familiar entonces la familia se corrompe y si la familia se
corrompe entonces toda la sociedad se corrompe. Antes que fijarnos lo que ocurre fuera de
nuestra familia debemos ocuparnos de que dentro de ella haya justicia, y antes de ocuparnos
de lo que ocurre dentro de nuestra familia debemos ocuparnos de tener nosotros mismos una
conducta justa y recta.
6-Acerca de la importancia de una conducta recta.
No se debe sostener la idea de que se actúa correctamente simplemente porque es un deber
con el que hay que cumplir, porque esto es reducir nuestra moral a reglas. La conducta recta
es favorable al desarrollo de nuestra naturaleza personal y este es el primer motivo por el cual
debemos actuar rectamente. Si actuamos con rectitud y justicia, tendremos armonía en
nuestro interior y si tenemos armonía en nuestro interior podremos disfrutar mayormente de
nuestra vida y de la vida familiar. Pero además, si actuamos correctamente en relación a las
demás personas, conservaremos siempre nuestro prestigio y nuestra presencia será respetada,
si hablamos con rectitud y cumplimos nuestros pactos, nuestra palabra será creíble y seremos
escuchados, si somos justos con los demás los demás tenderán a ser justos con nosotros y
dudarán antes de cometer contra nosotros injusticias, a causa de nuestro prestigio y de
nuestra benevolencia. Pero incluso si somos rectos y justos tendremos menos obstáculos en la
consecución de nuestras metas y empresas, aún las económicas, porque los demás
depositarán mayor confianza en nosotros. La moral de Confucio, no es, entonces, una moral
del desinterés o de la autohumillación o de la obediencia como suele entenderse la moral
occidental cristiana.
7-El Cielo y el camino recto.
La moral de Confucio se inspira en la idea de que así como hay unas determinadas leyes de la
naturaleza en general también hay una ley universal de justicia, y a esta Ley que gobierna
tanto la conducta de las cosas inertes y las no humanas como la humanas, se la puede llamar el
Cielo. El Cielo es, entonces, la Ley universal, que concebida a nivel humano, es la ley de la
justicia entre los hombres y de la justicia en nuestra conducta personal. Seguir esta Ley es
seguir el camino recto de nuestra naturaleza interior y exterior y es actuar, entonces,
sabiamente. Cuando se procede de acuerdo a la ley universal no se lo hace por obediencia
sino por simple aceptación de lo que naturalmente nos conviene así como la piedra sigue el
trayecto que naturalmente le conviene cuando es lanzada. Lo fundamental de esta Ley es su
coherencia y su permanencia por encima de cualquier época y sociedad. Por su coherencia es
que debemos ser coherentes y por su permanencia es que debemos ser constantes en la
reforma de nuestro interior para estar cada vez más cerca de la más entera rectitud en nuestra
conducta. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se dice y lo que se
piensa, es fundamental en ese sentido. “El hombre superior pone sus palabras en práctica
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antes de decirlas y después habla de acuerdo con sus acciones.” “El que oyera los principios
del buen Camino por la mañana, podría morir tranquilamente por la tarde.” “El hombre
superior no se pone a favor ni en contra de nada en el mundo, sino que sigue lo que es justo. “
8- Acerca de los principios morales fundamentales.
Son estos, entonces los cuatro principios morales fundamentales del confucianismo.

La benevolencia de padres hacia hijos y de hijos hacia padres, ligada esta última al
respeto a los antepasados y a la tradición.

La fidelidad y la deferencia para con los superiores (zhongh): la equidad que lleva al
respeto de los bienes ajenos y de la posición social de cada cual (yi).

La forma decorosa de conducta, muy ligada a las ceremonias y al modo de gobernar y
de restablecer el orden social (li ).

La pasión o simpatía que conduce a socorrer a los semejantes (ren).
El ren es la "regla de oro" del confucianismo, es la expresión de un sentimiento de
benevolencia y de confianza similar al que debe existir en el núcleo familiar. Por el sólo hecho
de ser humano debemos mantener con el prójimo relaciones que son de naturaleza no solo
ritual sino sobre todo moral.
Sin embargo, Confucio aclara que el ren solo se puede conseguir gracias al esfuerzo hecho
"sobre uno mismo para regresar al espíritu universal", tratando de entender ese sentimiento
de benevolencia dentro de la familia, dentro de cada sociedad y después en la totalidad de la
humanidad. Por lo tanto, el primer deber del ser humano es practicar la rectitud y la
benevolencia o humanitarismo, virtudes que implican involucrarse activamente en la
convivencia con las demás personas.
9-Acerca de la benevolencia.
Ser benevolente dentro de la moral de Confucio no significa pasar por alto el hecho de que hay
personas más virtuosas que otras o más viciosas que otras. Ser benevolente es apreciar las
virtudes cuando las hay y ofrecer nuestro respeto a aquellos que se muestran virtuosos, pero
también despreciar los vicios y bajezas cuando nos encontramos frente a ellas y procurar su
castigo. La benevolencia se ejerce sobre la base de la justicia y no sobre la base del perdón o
de la ignorancia voluntaria de los errores o bajezas de nuestro prójimo. Ser benevolente no
significa tampoco aceptar las ofensas sino responder a ellas con la debida altura, sin el exceso
de la venganza o del odio. Lo fundamental de la benevolencia es que nuestro desprecio debe
dirigirse no contra las personas sino contra los vicios en los que ellas se sumergen. No
debemos considerar nunca concluida, por más bajo que haya caído una persona, su capacidad
para elevarse y reformarse.
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