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III Congreso Nacional: Estudios Regionales y la Multidisciplinariedad en la Historia
Entre ciencia y arte: el regreso de la biografía. Algunas reflexiones metodológicas
Ángel Salgado de la Rosa
Estudiante del doctorado en Pedagogía de la UNAM
Palabras clave
Biografía, sujeto, historia intelectual, literatura, historia, relato.
Decir que la biografía está de moda en el mundo moderno resulta ser un lugar común.
No cabe duda que en diferentes épocas y etapas históricas todas las generaciones han
respondido al reto biográfico. Las sociedades necesitan ansiosamente de las
enseñanzas, virtudes y pasiones de personajes “mitológicos”. La biografía encuentra
sus orígenes desde la antigüedad en el género de las vidas paralelas escritas por
Plutarco. El autor nacido entre el 46 y el 120 dC opuso la vida de personalidades
griegas y romanas para extraer de ellas la enseñanza moral. Sobre la trama de las
“vidas de hombres ilustres” se edifican patrones a seguir, modelos de virtud, ejemplos y
lecciones trascendentales para que el individuo viva de la mejor forma posible en
sociedad.
Además del conocimiento que el público espera encontrar en la lectura de una biografía
sobre una época particular y sobre la manera singular en la que el personaje la
experimenta, este género parece despertar una necesidad existencial. Puede resultar
aventurado afirmarlo, pero si se leen y se escriben biografías es para proporcionar
cierta seguridad y rumbo a la existencia. En el fondo, la biografía nos recuerda muy
bien el humilde origen de la historia como “maestra de la vida”. Como señala el
historiador François Dosse 1, la biografía da no sólo la impresión de tener una puerta de
acceso al pasado, sino que tiene el poder de evaluar la propia finitud con la de la figura
biografiada.
De allí se desprende que una de las primicias para iniciar la escritura de una biografía
se fundamente en la creencia que la vida de nuestro “individuo excepcional” debe de
1
François Dosse, El arte de la biografía, México, Universidad Iberoamericana, 2000, p. 18.
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tener algún valor. Como escribe el poeta Thomas Carlyle 2 es posible que la biografía
procure placer, ya que observa el interior de las expresiones del hombre, mira, en
definitiva, desde su perspectiva el mundo tal como el biografiado lo observa. “Vive la
vida de cada uno, incluso como la suya propia”. ¿Quién se quiere perder ese punto
privilegiado y estratégico de observación?
Más allá del ejemplo moralizante de los hombres siempre ha existido un interés por
descubrir los secretos del alma humana. De las vidas ejemplares que nos vienen de la
antigüedad a la escritura de vidas de santos, pintores, escritores, políticos o personajes
públicos, las trayectorias intelectuales y las experiencias biográficas han estado
presentes en sociedades antiguas y modernas. Siempre han existido “grandes
hombres”, parafraseando a Gueniffey 3. El “gran hombre” no sólo tiene un papel mayor
en su época, sino que manifiesta cualidades fuera de lo común (como el actor
excepcional), pero la diferencia es que su acción recibe juicios positivos. No son los
propósitos o el saldo final lo que distingue al “gran hombre” del “individuo excepcional”,
sino la virtud. Excepcional es todo individuo que ha modificado el curso de la historia o
cambiado el mundo por la fuerza de su voluntad, fuera de toda virtud personal y sin
tomar en cuenta el resultado de la obra realizada. Los ejemplos abundan. Los estantes
de las bibliotecas rebozan extensas hagiografías y bien empastadas obras
conmemorativas sobre la vida y obra de aquellos personajes que se han convertido a
fuerza de grandeza en parte de la historia hecha “mármol y bronce”.
Pero no sólo de grandes hombres se alimentan los biógrafos. También viven de
personajes comunes y corrientes que nos muestran una ventana diferente al mundo. La
desgracia, lo extraordinario y la falta de oportunidades son dignos acontecimientos de
historiar e incluso novelizar. Sobran los ejemplos. Rescatemos algunos que provienen
de la literatura, el periodismo y la historia, respectivamente. 1. Un personaje
atormentado es Sebastián Knigth de la novela homónima de Vladimir Nabokov4. El
escritor ruso se empeña en descifrar la historia de un escritor olvidado por constituir a
un hombre mediocre que en su primer periodo “escribía en un inglés estropeado, en el
segundo fue un hombre estropeado que escribía en un inglés mediocre”. El
2
Thomas Carlyle, Biografía, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, pp. 11-13.
Gueniffey Patrice, “La voluntad en la historia”, en Istor, año 5, núm. 17, 2004, pp. 3-20.
4
Vladimir Nabokov, La verdadera vida de Sebastián Knight, Madrid, Anagrama, 1999.
3
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hermanastro de Knight, llamado simplemente “V”, intentará corregir las falsedades que
se escribieron en otra biografía, redactada con terribles prejuicios por el ex agente
literario de Sebastián. “V” buscará alusiones autobiográficas en su obra y se
entrevistará con amantes y testigos para sacar a relucir la verdad de la grandeza del
escritor. 2. Es el perfil biográfico sobre Joe Gould, un alma perdida en Nueva York,
escrita por Joseph Mitchell. 5 El periodista intenta restablecer el origen y la vida de un
alma perdida, que en su momento de esplendor se licenció en Harvard, pero que
rompió con los lazos tradicionales para marcharse a Nueva York y entregarse a la
mendicidad. Gould gozó de cierta fama al decir que había escrito la historia oral de la
ciudad, un mundo entero de voces y de personajes de la gran ciudad. Después de vivir
en la mendicidad, tras su muerte sus amigos y el propio periodista se dan a la tarea de
buscar por todos los rincones el famoso manuscrito que al final de cuentas nunca
existió y que crea todo un mito en torno al personaje. 3. Es de igual forma, la
microhistoria formal y erudita de un molinero llamado Domenico Scandella, originario
de Friuli, Italia, cuya vida es vista a través de sus declaraciones en un proceso
inquisitorial por el que observamos su manera tan peculiar de observar el mundo. 6
La biografía también constituye no sólo un punto de partida y de llegada en torno a un
personaje. Puede ir más allá, trastocar el orden establecido y abrir muchas más
interrogantes. Incluso puede generar polémicas y debates que involucren a gobiernos
involucrados en casos que se creían resueltos. John Lee Anderson 7, desde el
periodismo de investigación, abrió la caja de pandora para resolver un misterio de
Estado: el paradero del cuerpo de Ernesto, “el Che”, Guevara en Bolivia que tiempo
después fue repatriado a Cuba. El periodista refiere que después de consultar con un
alto general del ejército boliviano su información actuó como un catalizador para que se
produjera un torrente de información inédita sobre la muerte del guerrillero, pero
también sobre su vida:
Acosado por la prensa, el presidente civil de Bolivia decretó que los militares debían
buscar el cadáver del Che, así como los de dos docenas de camaradas suyos
5
Joseph Mitchell, El secreto de Joe Gould, Barcelona, Anagrama, 2002.
Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI, Barcelona,
Muchnik, 1997.
7
Jon Lee Anderson, Che Guevara. Una vida revolucionaria, Barcelona, Anagrama, 2006.
6
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“desaparecidos” en las mismas circunstancias, hasta hallarlos y exhumarlos. El
consiguiente espectáculo público de los exguerrilleros, soldados y peritos forenses que
abrían pozos a las afueras de Vallegrande a la vista de multitudes de curiosos y de
periodistas que merodeaban en busca de testimonios reabrió viejas heridas en el país y
amenazó con sacar a la luz los detalles más escabrosos de antiguos secretos de
Estado 8.
El trabajo del biógrafo es agotador, nunca termina y puede convertirse en un
compromiso casi monástico; presupone una entrega que desborda los sentidos y llega
a involucrar los sentimientos, las pasiones, las filias, así como todos sus contrarios. Ese
largo caminar genera empatía o el mismo recorrido despierta el rechazo y en sus
últimas consecuencias hasta el desprecio. Del amor al odio en la escritura de la vida del
“otro” sí que existe un sólo paso. En 1988, David Huerta 9 clamaba a gritos a escritores,
biógrafos, historiadores, novelistas, dramaturgos y poetas para que escribieran una
nueva biografía sobre Benito Juárez. Una historia que superara los pasajes escritos por
Fernando del Paso y sus Noticias del Imperio, novela en la que Juárez dialoga con su
secretario sobre el sedicente emperador Maximiliano. Hasta hoy día nos debatimos
entre dos orillas. El rostro del “verdadero” Juárez del polemista Francisco Bulnes. O por
otra parte, el encomio fundamentado: Juárez, su obra y su tiempo de Justo Sierra. ¿La
crítica dura y acerba o el halago bien construido?
¿Es el individuo o es la sociedad? ¿Es ciencia o es arte?
Llegamos a un callejón oscuro. Enfrentemos ahora una pregunta que ha rondado desde
hace bastante tiempo notablemente en las ciencias sociales. ¿Es posible que el
individuo sea capaz de desplazar las interpretaciones deterministas y estructurales a
través de su voluntad y determinación? ¿Es el individuo o es la colectividad quien
establece el curso de la historia? La idea de que existen teorías personalistas e
impersonalistas de la historia se ha convertido en un lugar común en los debates
historiográficos contemporáneos 10. Por un lado, teorías según las cuales las vidas de
los pueblos y sociedades enteras se han visto influidas por individuos excepcionales, y
8
Ibid., p. 13.
David Huerta, Juárez, Plutarco y el arte de la biografía, en Secuencia, no. 11, mayo/agosto, 1988, pp. 58.
10
Isaiah Berlin, Contra la corriente. Ensayos sobre historia de las ideas, México, Fondo de Cultura
Económica, 2006, p. 135.
9
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por otra, doctrinas según las cuales lo que sucede es resultado no de los propósitos de
determinados individuos, sino de los de un gran número de personas no determinadas.
Las ciencias naturales y exactas, al definir de manera clara sus métodos de
acercamiento a la realidad, han ejercido una presión extraordinaria sobre las ciencias
sociales y las humanidades al observar este problema.
Es a partir de la segunda mitad del siglo XIX que va a dominar el enfoque naturalista
para intentar fijar las verdades del pasado de manera incuestionable. Se parte del
principio de que para que un enunciado se constituya como verdad debe existir la
posibilidad de contrastación, de la aseveración en relación a una prueba o testimonio.
Se deja de lado la subjetividad y la versión unilateral del individuo 11. Los afanes de
construir una ciencia histórica llevaron a Leopold van Ranke, el padre de la historia
“científica” a realizar un estudio intensivo y exhaustivo de los documentos auténticos,
los cuales se pensaba eran la llave verdadera del historiador. Así que la tarea de la
biografía fue amasar grandes cantidades de documentos disponibles en busca de la
“vida definitiva”. Otra influencia heredada de Jean-Jacques Rousseau, fue que la
narrativa de la biografía y la autobiografía deberían de ser el relato de la creación del yo
y de la recreación artística de ese yo. Crear y recrear, vaya encrucijada: por un lado se
piensa que el documento escrito es lo que realmente puede acceder al individuo. Por
otra parte, aparece el problema de la recreación de la personalidad, es decir, la
invención literaria del individuo para intentar resucitarlo nuevamente.
Es un lugar común la recomendación siguiente: no caer en la “subjetividad” o el
prejuicio, bajo el riesgo de estilizar la vida y construir una simulación. Una voz del más
allá nos dice al oído: “No dejes las riendas sueltas ante los impulsos de la imaginación.
No cruces el horizonte de la ciencia ya que puedes naufragar en los torbellinos de la
invención”. Pero, sin miedo alguno hay quienes descubren en esa desviación lo que
anhelan. Marcel Schwob lo señala de una manera vehemente: “El arte es todo lo
contrario de las ideas generales; sólo describe lo individual, sólo propende a lo único”.
Si el arte del biógrafo para el escritor judío francés nace de la capacidad de diferenciar
11
Cfr. Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño, “Hacia una metodología del discurso histórico”, en Jesús
Galindo Cáceres (comp.), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, México,
Pearson, 1988. Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 1996.
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la individualidad, también debe ir en busca del detalle más ínfimo, minúsculo, que se
esfuerce por recordar lo mejor posible la singularidad de un cuerpo, de una presencia 12.
Esa intención por ir al fondo del alma humana “no tiene por qué preocuparse de ser
exacto; su cometido es crear en un caos de rasgos humanos” 13.
Por su carácter híbrido, su vocación novelesca, su preocupación por ser erudita y por
su discurso moral, a la biografía se le considera “un subgénero que durante mucho
tiempo ha sido fuente de oprobio y ha padecido de un déficit de reflexión” 14. Un género
que también ha sido cuestionado y anatemizado por su indistinción epistemológica. El
historiador francés François Dosse, profundo conocedor de la historia de las ideas de
su país, los intelectuales, la cultura y biógrafo de Michel de Certeau 15, marca la fecha
del retorno de la biografía en la coyuntura de la década de 1980. Las ciencias humanas,
señala, y los historiadores en particular, redescubrieron las virtudes de un género
histórico que la razón se negaba a aceptar. La biografía rompe su rutina e intenta
renovar su tradición:
Lo que ayer se consideraba una desventaja descalificadora, por su carácter
inclasificable, se convierte ahora en un triunfo, puesto que el género biográfico está en
condiciones de abrir sus puertas al conjunto de las ciencias humanas y literarias,
gracias a su capacidad de recepción. La realización de estudios transversales y el
diálogo entre universos de interpretación distintos se han hecho posibles… 16
Para Giovanni Levi 17 la biografía y su relación ambigua con la historia se encuentra hoy
más que nunca en el centro de las preocupaciones de los historiadores. Por una parte
se recurre a ella con el fin de subrayar la irreductibilidad de los individuos y de sus
comportamientos hacia sistemas normativos generales; en otros, por el contrario, es
percibida con el lugar ideal para probar la validez de las hipótesis científicas
concernientes a las prácticas y el funcionamiento efectivo de las leyes y de las reglas
sociales. ¿Modelo de investigación social o modelo de escape de la misma?
12
François Dosse, El arte de la biografía, México, Universidad Iberoamericana, 2007, p. 27.
Hernán Díaz Arrieta, El arte de la biografía, México, CONACULTA/Océano, 1999, p. 405.
14
François Dosse, Op. cit.
15
François Dosse, Michel de Certeau. El caminante herido, México, Universidad Iberoamericana, 2003.
16
François Dosse, El arte…, p. 22.
17
Giovanni Levi, “Les usages de la biographie”, en Annales, no. 6, noviembre-diciembre, 1989, pp. 13251336.
13
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El historiador italiano indica que la biografía pone de relieve las tensiones entre historia
y relato. Será que la biografía está más cerca de la Historia, como disciplina de las
ciencias sociales, o es posible que se encuentre a un paso de la literatura, que evoca la
realidad y la explica artísticamente. Ese pulso constituye un lazo por el cual los
cuestionamientos y técnicas propias de la literatura se plantean a la historiografía. Esos
límites que han rebasado para darle vida a sus personajes, lo mismo Plutarco, Stefan
Zweig, Carlyle o nuestro Francisco Sosa e incluso Enrique Krauze. Una historiadora de
la educación ha escrito sobre sus intenciones al escribir su biografía y cómo
inevitablemente tuvo que cruzar la cerca de la realidad para dar una nueva dimensión a
su biografía. Afirma que intentó “revivir los sentimientos, los anhelos, los sueños y las
frustraciones” de mi personaje, ya que por desgracia, éstos no suelen aparecer en los
libros de historia:
Desde mi muy personal punto de vista, la mancuerna que hacen la historia y la
literatura, muy especialmente en el campo de la biografía –en la que me considero
primeriza- logra transmitir conocimientos históricos de una forma más amena y alcanza
a interesar a un público más amplio. Mi objetivo principal es este: me gustaría que al
leer estas páginas, las maestras y los maestros sintieran un incentivo perenne, como el
que tuvo (Laura Méndez de Cuenca), para trabajar con vocación y pasión. 18
Pero no caigamos en la trampa del enfoque tradicional de diferenciar a la historia de la
literatura por su grado de veracidad. Como indica Ankersmit 19 es preferible observar
cómo se manifiestan o se ejemplifican una forma específica de verdad en la historia y la
literatura. El lenguaje que une la realidad de la historia y la novela resulta una fuente de
inobjetable verdad. Demos un paso hacia adelante. Cómo distinguir la realidad de la
ficción, si existen personajes complejos y dinámicos que se escapan a las definiciones y
se instalan en el espacio de la contradicción y la polémica. Individuos que hacen de su
propia autobiografía una novela que construye un mito.
Cómo entender la vida de un intelectual de clase media porfiriana, místico profundo,
llamado José Vasconcelos, que participa en la Revolución Mexicana y todo lo que
representa para su tiempo: funda la política cultural y educativa del estado
18
Mílada Bazant, Laura Méndez de Cuenca. Mujer indómita y moderna. 1835-1928. Vida cotidiana y
entorno, Toluca, El Colegio Mexiquense-Secretaría de Educación del Estado de México, 2009, p. 15.
19
I. Olabarri. y F. J. Capistegui (comp.), La nueva historia cultural: la influencia del postestructuralismo y
el auge de la interdisciplinariedad, Madrid, Complutense, 1996.
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revolucionario, se enemista con los propios caudillos que le dieron trabajo y trata de
vencerlos en la lucha democrática. Después de fracasar se convierte en un crítico del
gobierno, e incluso se vuelve en un crítico de su país, de su historia. Al final de sus días
llega a abanderar las peores causas, como el nazismo. José Joaquín Blanco 20 tuvo que
leer a contra pelo la obra autobiográfica de Vasconcelos, para desterrar afirmaciones y
hechos sobrevalorados y mitificadores que lo llevaron a afirmar que el filósofo
oaxaqueño se convirtió en su mayor detractor y su crítico más perspicaz.
Lo que plantea en el fondo la biografía son los límites de la ciencia histórica. ¿Cómo
descifrar o evidenciar tal o cual ausencia de algún fragmento de la vida de un hombre si
no es a través de la imaginación? Jacques Revel 21 va más allá y se pregunta:
¿Podemos (realmente) escribir la vida de un individuo? Si la literatura ha seducido a los
historiadores en sus esquemas de escritura lo anterior sugiere problemas, esquemas
psicológicos o de comportamiento que remiten al profesional a obstáculos
documentales que en ocasiones resultan insalvables. Las distorsiones más evidentes,
según Giovanni Levi derivan de que en muchas ocasiones los historiadores imaginamos
a los actores históricos obedeciendo a un modelo de racionalidad que en ocasiones
resulta anacrónico y limitado. Se puede decir que muchos historiadores se basan en
una tradición biográfica establecida. Utilizan una cronología ordenada, construyen un
personaje con una personalidad coherente y estable. Podríamos decir también que sus
acciones son vistas sin ser presas del azar que aparece en el destino. Si observamos
sus decisiones aparece sólo la certidumbre y la racionalidad. Sin embargo, existen
también personajes que no pertenecen a su tiempo, no encajan a la generación a la
que dicen pertenecer y sus acciones, formas de sentir y de pensar corresponden a un
tiempo que simplemente no les pertenece. 22 Muchas personas no viven en esencia el
tiempo histórico que cubren sus vidas. Son románticos de nombre o conservadores en
tiempos revolucionarios.
20
José Joaquín Blanco, Se llamaba Vasconcelos. Una evocación crítica, México, Fondo de Cultura
Económica, 1996.
21
Jacques Revel, “La biografía como problema historiográfico”, en Un momento historiográfico. Trece
ensayos de historia social, Buenos Aires, Manantial, 2005.
22
Robert Gittings, La naturaleza de la biografía, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
1997.
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Isaiah Berlin 23 escribe, por ejemplo, que durante Ilustración los pensadores podían
diferir acerca de qué leyes eran las universales, o como descubrirlas, o quiénes estaban
calificados para exponerlas, pero el dogma central seguía siendo que estas leyes eran
reales y podían ser conocidas, ya sea con certeza o sólo como probabilidad. El ataque
a estas ideas provino de un espíritu revolucionario como lo fue el napolitano
Giambattista Vico, quien sostuvo a contra corriente que los cartesianos estaban
profundamente equivocados acerca del papel de las matemáticas como ciencia de las
ciencias.
De allí que su importancia en la historia de la Ilustración consiste en su insistencia
sobre la pluralidad de las culturas y el carácter falaz de la idea de que “hay una sola y
sólo una estructura de la realidad que el filósofo ilustrado puede ver como
verdaderamente es y que puede describir en lenguaje lógicamente perfecto”. 24 ¿A qué
generación de filósofos pertenece Vico? ¿Qué es lo que lo hace a un individuo diferente
al grado de expresar estas ideas? Las corrientes modernizadoras son atravesadas por
cuestionamientos y puntos de inflexión que cuestionan precisamente esa cualidad de
modernidad.
No nos extrañe que la biografía haya sido cuestionada como vía válida de acceso a la
realidad social. Una de las críticas más acerbas y agudas en contra de la biografía fue
pronunciada por Pierre Bourdieu. El autor francés señala que la biografía puede llevar
al biógrafo por los caminos del subjetivismo e incluso caer en el absurdo científico:
Producir una historia de vida, tratar la vida como una historia, es decir, como el relato
coherente de una secuencia significante y orientada de acontecimientos, es quizá
sacrificarla a una ilusión retórica, a una representación común de la existencia que toda
una tradición literaria no ha dejado ni cesa de reforzar. 25
Las implicaciones subjetivas o ilusiones, como las llama Bourdieu, pueden llevar al
biógrafo a creer que la existencia de una persona tiene un carácter unitario, coherente y
ordenado, es decir, suponer que la vida tiene un trayecto unidireccional y en sí misma
puede ser una historia. Además, puede llevar a presumir que la vida tiene un orden o
devenir cronológico, que es también un orden lógico, desde el principio hasta la meta,
23
Isaiah Berlin, Contra la corriente. Ensayos sobre historia de las ideas, México, Fondo de Cultura
Económica, 2006.
24
Ibid., p. 67.
25
Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Barcelona, Anagrama, 1997, p. 47.
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sin cuestionamientos a la compleja identidad. El filósofo francés señala también que el
biógrafo puede llegarse a convertir en una especie de cómplice: “ideólogo de la vida del
biografiado”, ya que puede seleccionar de manera subjetiva y en función de un
propósito global, unos acontecimientos y estableciendo entre ellos unas conexiones que
sirvan para justificar su existencia y darle coherencia. En otro texto Bourdieu 26 insiste
que la única salida científica para la biografía está en partir de un análisis estructural de
los sistemas relacionales que definen el estado de los campos y los distintos habitus
que los agentes poseen por su ubicación en la estructura social.
Pero entonces, ¿cuál puede ser la salida al problema historiográfico que plantea la
biografía? Habría que señalar siguiendo a Jacques Revel 27 que lo que se encuentra en
el corazón del proyecto biográfico es la consideración de una experiencia singular. El
individuo “más que la de una ejemplaridad destinada a encarnar una verdad o un valor
general, o incluso, a convergir con un destino común”. De tal forma que lo que está por
encima de cualquier explicación es la experiencia única e irrepetible del individuo.
Además, el género biográfico, aceptémoslo, no es que termine con la distinción entre la
identidad propiamente literaria y la identidad científica. Lo que hace es suscitar y
conciliar una provocadora y fina mezcla de ambos.
Los historiadores, sintiéndose en ocasiones con razón, debido al auge del método
experimental, han intentado crear teorías generales, leyes exactas en la que insertar
una realidad. Pero la tarea no es sólo ubicar la realidad en modelos. La experiencia de
la historia, como sostiene Paul Ricoeur28, es totalmente narración. En ese sentido, la
historiografía, en su concepción actual, es el estudio del proceso técnico y social del
modo es que se reconstruyó escriturísticamente el pasado. 29 En ese andar propio, la
representación del pasado se muestra como objeto, como referente de cierto discurso
historiador. En el inicio es sólo recuerdo –que aparece sugerido en los archivos- y en el
final es representación literaria. La operación historiográfica debe de construirse en
forma de obra. Construir, derrumbar, volver a construir, son gestos propios del oficio de
historiar.
26
Pierre Bourdieu, Campo de poder, campo intelectual, Buenos Aires, Quadrata, 2003.
Jacques Revel, Op. cit.
28
Paul Ricoeur, Tiempo y narración, 3 volúmenes, México, Siglo XXI, 1995.
29
Michel de Certeau, La escritura de la historia, México, Universidad Iberoamericana, 1993.
27
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En ese sentido, la tarea del biógrafo resulta ser más semejante a la del arquitecto. En
su labor constructora/desconstructura, su mirada debe de ser capaz de elegir una
escala de observación. Al cambiar de escala, no se ven las mismas cosas en una
escala mayor o en una más pequeña. El “juego de las escalas” nos podrían permitir
desplazar el énfasis a las estrategias individuales, familiares o de grupos, que
cuestionan la presunción de sumisión de los actores sociales a las estructuras.
El sujeto, su regreso…
En el mundo contemporáneo y posmoderno, la búsqueda de trascendencia de la
subjetividad contemporánea, como lo señala Leonor Arfuch 30, aparece en el espacio
discursivo de biografías, autobiografías, confesiones, memorias, diarios íntimos,
correspondencias; de igual forma, aparece en otros espacios de la cultura
contemporánea como entrevistas, conversaciones, perfiles, retratos, anecdotarios,
etcétera, que dan cuenta de una necesidad de afirmar la singularidad o la trayectoria
individual como una forma de trascender en el mundo.
Por otra parte, el desarrollo de las industrias culturales y de la difusión y
diversificación de los mass media ha traído consigo el culto a la personalidad de
“celebridades” encumbradas por el mundo del espectáculo. La amplia difusión del día a
día del star system y sus protagonistas ha promovido el vouyerismo del público, ha
dirigido las necesidades, la integración y los sueños del individuo. 31 También produce y
refuerza los excesos narcisistas que se encuentran fuertemente enraizados en la
sociedad contemporánea. La individualidad, para el sociólogo polaco Zygmunt
Bauman 32 está relacionada con el espíritu de la masa, ya que se trata de una exigencia
vigilada por el colectivo. La teoría crítica puesta al día: “Ser un individuo significa ser
como los demás del grupo”. Lejos de la contradicción resulta evidente que hay una
saturación de formas de escritura del individuo y sus intimidades. Por ejemplo, cada vez
parece ser mayor el número de librerías que exponen en sus aparadores biografías de
30
Leonor Arfuch, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 2002.
31
Mikita Brottman, “Everybody loves somebody”: The A&E “Rat Pack” Biographies”, en Biography, vol.
23, núm. 1, 2000, pp. 160-175.
32
Zygmunt Bauman, Vida líquida, Madrid, Paidós, 2006.
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personajes sobresalientes de la política, la cultura, la historia, el mundo del espectáculo,
etc. A científicos, artistas, filósofos, novelistas, reyes y santos, hay que añadir el
incremento de biografías de políticos y personajes públicos de diverso interés.
Hay que escudriñar con mucho tiento por los estantes de la sección de biografías
de las librerías. Hace falta distinguir entre aquellas biografías serias y aquellas
sensacionalistas o ingenuas; las que buscan el chisme y el escándalo o las que
revitalizan la reflexión sobre las relaciones entre el individuo y la sociedad. En la
mayoría de los casos las primeras han sido elaboradas por escritores, literatos,
periodistas y críticos de arte; las menos, por desgracia, por científicos sociales y
humanistas. En algunos casos son trabajos que por su precio se venden entre un
público promedio que resulta no ser tan exigente con sus lecturas. Detrás encontramos
una industria editorial que intenta vender libros de baja manufactura y precio. Estas
obras se caracterizan por su estilo sencillo y directo, sin mayores pretensiones en la
investigación y en el uso de fuentes. De allí mucho del menosprecio y de su olvido, ya
que se les asocia en muchas ocasiones con la vieja tradición romántica ligada a los
grandes héroes endiosados por la “historia de bronce”.
La vitalidad de la biografía como género, se explica entre otros factores, por el
hecho de que puede estar al alcance de una variedad de público no precisamente
especializado, mezcla la realidad y la ficción y yuxtapone fronteras acostumbradas
entre las diferentes ciencias sociales y humanas. Es espacio de convergencia de
preocupaciones y oficios: la historia, la antropología, el reportaje
y la crónica
periodística, la narrativa de ficción o la crítica literaria. De allí que no existe duda de que
la biografía puede resultar una buena puerta de entrada de los lectores legos ante las
complejas explicaciones de la historia académica. 33
Al iniciar el siglo XX, durante el complejo espacio entre las dos guerras, se multiplicaron
las investigaciones fundadas sobre documentos personales sobre la temática de la
inmigración, de la desorganización familiar y ambiental, el suicidio, la inadaptación y la
delincuencia juvenil, la situación de pobreza y algunas minorías étnicas. La Escuela de
Chicago tiene como referencia obligada la investigación de Thomas y Znaniecki. Este
33
J. C. Davis e Isabel Burdiel, El otro el mismo. Biografía y autobiografía en Europa. Siglos XVII-XX,
Valencia, Universidad de Valencia, 2005.
ISBN: 978-607-9348-03-8
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gran trabajo empírico sobre los migrantes polacos se considera como uno de los
fundadores de la aproximación biográfica en sociología. La utilización de material
biográfico trajo consigo la posibilidad de probar hipótesis o generar nuevas teorías.
Aunque los documentos personales y los materiales biográficos quedaron en el olvido y
cayeron en desuso debido a que no se les dio mayor valor de prueba. 34
No sólo antropólogos o sociólogos han hecho uso de esta metodología. La historia oral
ha indagado a través de entrevistas la vida de sus entrevistados. Si bien nació como
una nueva ciencia auxiliar, al intentar crear archivos orales. Sin embargo, la oralidad
está tomando un auge impresionante con reflexiones metodológicas, edición de
revistas, nuevas asociaciones y toda una nueva manera de presentar las entrevistas a
través de videos y documentales que han traído nuevos aires a la historiografía
tradicional. La historia oral nos enseña como las personas recuerdan y construyen sus
recuerdos. 35 Por otra parte, la investigación biográfica-narrativa se ha consolidado
como una forma legítima de construir conocimiento en educación, que va más allá de
una simple metodología, para configurarse como una perspectiva propia, situada en un
espacio más amplio de la investigación cualitativa en ciencias sociales, acorde a la
sensibilidad posmoderna. 36
La oralidad también llevó a derrumbar las barreras del pudor del historiador,
sociólogo, o antropólogo para adentrarse al espacio de la vida privada. 37 Mucho le
debemos los científicos sociales al impulso sociológico de Norbert Elias 38, quien develó
que esa privatización tiene relación directa con el proceso de civilización. Aquellos
actos que causaban pudor, como comer o amar, y se practicaban en público sin ningún
34
Cfr. Marta Panaia, “El aporte de las técnicas biográficas en la construcción de teoría”, en Espacio
abierto, enero-marzo, vol. 13, no. 001, 2004, pp. 51-73. Alexia Sanz Hernández, “El método biográfico en
investigación social: potencialidades y limitaciones de las fuentes orales y los documentos personales”,
en Asclepio, vol. 57, fasc. 1, 2005, pp. 99-106. Norman K. Denzin, Interpretive biography, California,
Sage, 1989.
35
Paul Thompson, La voz del pasado. La historia oral, Valencia, Edicions alfons el magnanim, Institucio
valenciana d'estudis i investigacio, 1988.
36
Antonio Bolívar Botía, “¿De nobis ipsiss silemus?. Epistemología de la investigación biográfico-narrativa
en educación”, vol. 4, núm. 1, 2002, consultado el día 27 de mayo de 2012 en
http://redie.uabc.mx/vol4no1/contenido-bolivar.html Antonio Bolívar y Jesús Domingo, “La investigación
biográfica y narrativa en Iberoamérica: campos de desarrollo y estado actual”, en Forum Qualitative
Sozialforschung/ Forum: Qualitative Social Research, vol. 7, núm. 4, 2006, consultado el 27 de
mayo de 2012, en http://www.qualitative-research.net/index.php/fqs/article/view/161/357
37
Cfr. La introducción que escribe Michel Perrot al libro de Philippe Aries y Georges Duby, Historia de la
vida privada, tomo 4, Madrid, Taurus, 1989.
38
Norbert Elias, El proceso de la civilización, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 47.
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tipo de complejos, se modificaron a medida que evolucionó la conciencia de que estos
acontecimientos pasaban por la intimidad de los cuerpos.
Agnes Heller describe a la vida cotidiana como la vida del hombre entero; el
hombre participa en la vida cotidiana con todos los aspectos de su individualidad, de su
personalidad. Además, recalca, en ella se ponen en obra todos sus sentidos, todas sus
capacidades intelectuales, sus habilidades manuales, sus sentimientos, pasiones, ideas
e ideologías. 39 Lo cotidiano manifiesta los cambios y las continuidades sociales dentro
del marco de la vida real y material. Y sirve para comprender causas y consecuencias
de decisiones individuales o colectivas, respuestas de adaptación y resistencia, dentro
de los niveles personal y social. 40
Gonzalbo también señala que la distinción entre vida privada y vida cotidiana,
aunque nunca llega a ser categórica, se sugiere en relación con el espacio, ya que lo
privado se limita espacialmente, a diferencia de lo cotidiano, que se vive tanto en el
medio público como en la intimidad. Ambos espacios han sido ya conquistados y
construidos por el discurso de la biografía. El estudio de los símbolos y de los procesos
de adopción de las costumbres, como de los contrastes entre valores y prejuicios,
permite penetrar en aspectos de la mentalidad difícilmente accesibles por otros cauces.
Si para la sociología y la antropología las historias o relatos de vida son la materia
prima para la construcción de sus investigaciones, desde el último tercio del siglo XX es
perceptible un avance en el interés por lo biográfico en el taller del historiador. Es
posible, como indica José Luis Romero 41, que estemos viviendo un giro hacia el
individuo. En los últimos treinta años la historiografía sufrió cambios profundos con el
regreso a primera fila del acontecimiento y del sujeto. El acontecimiento antes que la
larga duración; la ruptura en lugar del análisis estructural. El caso extremo y límite
propuesto por la microhistoria de Ginzburg en contra de la regularidad y la norma en la
historia.
Además, es claro que observar los fenómenos sociales como texto (giro hermeneútico)
ha reivindicado la investigación narrativa como eje de análisis transversal entre las
39
Citado en Pilar Gonzalbo Aizpuru, Introducción a la historia de la vida cotidiana, México, El Colegio de
México, 2009, p. 27.
40
Ibid., p. 31.
41
José Luis Romero, Sobre la biografía y la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 1945.
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diferentes ciencias sociales. Los trabajos pioneros de historia oral de Paul Thomson:
The Edwardians: The Remaking of British Society, así como The Voice of the past
demostraban cómo los testimonios vitales y directos de las entrevistas ayudan a
construir y retratar la complejidad y heterogeneidad de la historia social. El trabajo del
historiador oral ayudó a mostrar cómo el tema de la familia no se podía abordar si no
era a través de la técnica de la entrevista, lo que dio pie a nuevas investigaciones.
De igual forma, el sujeto parece haber revivido en nuestros días como tema de reflexión
sociológica. En parte es consecuencia de la reflexión de Alain Touraine, 42 quien ha
argumentado a favor del “retorno del actor” al pensamiento sociológico, criticando su
asimilación dentro de las estructuras del sistema social. Según su óptica, si hay
“actores” en la sociedad no es simplemente porque grupos e individuos son
protagonistas de procesos sociales y políticos, sino porque los actores son ante todo
sujetos. El redescubrimiento de la biografía tiene una estrecha relación con el estado
posmoderno en el que se encuentran las ciencias sociales. Crisis global de paradigmas
de lo que llama Jacques Ravel 43 las antiguas “arquitecturas funcionalistas
integradoras”. Su regreso nos indica que estamos frente a un viejo género revitalizado
por las ciencias sociales ante las frustraciones explicativas de las teorías de los años
centrales del siglo pasado.
Chartier 44 señala atinadamente que en los años sesenta la historia reposaba sobre dos
grandes exigencias: 1. El estructuralismo y su aplicación en el estudio de sociedades
antiguas y contemporáneas. Se trataba de identificar las estructuras y las relaciones
que, de manera independiente de las percepciones y de las intenciones de los
individuos dirigían los mecanismos, organizaban las relaciones sociales y organizaban
los discursos. 2. Se trataba de someter la disciplina histórica a las recurrencias del
número y la serie. Se intentaba cuantificar los fenómenos, construir series y
estadísticas.
42
Alan Touraine, El regreso del actor, Buenos Aires, EUDEBA, 1987.
Jacques Revel, Op. cit, p. 281.
44
Roger Chartier, “La historia entre relato y conocimiento”, en Historia y Espacio, núm. 17, 2002, pp.
185-206.
43
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Aunque uno de los convencidos del género será el propio Lucien Febvre, alentador de
los Annales, quien a través de su Martín Lutero 45 supo descubrir al reformador como un
hombre moderno. Febvre sitúa al personaje en su momento histórico y sabe
desentrañar de dónde procede la rebeldía del monje agustino. Qué decir de su lúcido
análisis sobre la incredulidad religiosa de Rabelais46. Febvre intentaba encontrar
soluciones a problemas históricos a través de los sujetos, en su relación con su
contexto filosófico. Será quizá el historiador que representa
la excepción ante su
tiempo. Sin embargo, la situación de la biografía dentro del movimiento de los Annales
resulta compleja. Como señala Le Goff “el gran hombre”, como objeto histórico estaba
fuera de moda, ya que no parecía capaz de permitir al historiador hacer historia:
El género biográfico es arrastrado en el descrédito de la historia narrativa, y de manera más general de
una historia más literaria y artística que científica. Las mejores biografías eran escritas corrientemente por
ensayistas o novelistas, no por historiadores. Los historiadores de Annales, frente a la biografía, parecen
47
haber estado a la vez divididos y dubitativos.
Un punto extremo: Fernand Braudel
Un giro paradigmático del desplazamiento de la voluntad de los grandes hombres del
poder es perceptible en la obra de Fernand Braudel, representante de la segunda
generación de Annales y detractor de la llamada historia événementielle. Braudel
desplazó la importancia del monarca español en su obra: El mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe II 48. Incluso podríamos decir que de manera irónica
margina al rey español del papel activo que podría tener. Hay, evidentemente, a decir
de Le Goff 49, una voluntad metodológica de que así sea. Braudel considera al monarca
como un testigo “mudo”, “hecho de papel”, sin voluntad de decisión y poder, que no
tiene una remota idea de lo que puede significar el mar y su determinación geográfica y
económica en la vida de los hombres. Este giro evidente da mayor importancia a la
45
Lucien Febvre, Martín Lutero: un destino, México, Fondo de Cultura Económica, 1966.
Lucien Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religión de Rabelais, México, UTEHA,
1953.
47
Jacques Le Goff, “Los retornos en la historiografía francesa actual”, en Prohistoria, año 1, núm. 1,
1997, p. 40.
48
Este libro fue defendido como tesis en 1947, publicada en 1949 y reescrita para ser reeditada en 1966.
El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica,
1953.
49
Le Goff, Jacques, Op. cit, p. 40.
46
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historia de los espacios de civilización, las largas duraciones, la vida de las masas y de
las dinámicas del desenvolvimiento económico.
Jacques Rancière 50 apunta que el discurso de Braudel, lejos de ornamentaciones en el
estilo, utiliza con toda libertad todas las formas personales del verbo en la escritura de
su obra, lo cual la hace alejarse del simple relato (crónica). Lo anterior no se trata de un
“giro retórico”, sino que se trata de una “poética del saber”. Es decir, una revolución en
la forma de cómo se escribe la historia. Se pone el acento en el análisis del
Mediterráneo como sujeto social. El rey en este asunto es sólo un elemento decorativo.
Las palabras de Braudel son significativas: “La verdadera geografía no era parte de la
educación de los príncipes. Ya ello es razón suficiente para que esa larga agonía, que
se terminó en 1589, no sea un gran acontecimiento de la historia mediterránea”. 51
(Braudel, citado por Dosse (2007: 194).
Las consideraciones metodológicas de Braudel las expuso en el prefacio de El
Mediterráneo. La articulación de los tiempos de la historia comienza por el “tiempo
geográfico”, prácticamente inmóvil, en el que se dan las relaciones entre el hombre y el
entorno, le sigue el “tiempo social”, débilmente pronunciado, que mide las economías,
los estados y las sociedades. Para terminar está el “tiempo individual” que aparece sólo
al final de la obra y que no está eliminado del todo. De manera general, los
historiadores franceses, que en los cincuentas y los sesentas se encontraban a la
cabeza de la historiografía, desarrollaron una clasificación estándar muy similar a la de
Braudel. En primer lugar estaban los hechos económicos y demográficos; después de
la estructura social, y finalmente los acontecimientos intelectuales, religiosos, culturales
y políticos.
Estos tres renglones fueron concebidos como un edificio, con sus tres pisos respectivos
superpuestos uno encima del otro. ¿Lo anterior quería decir que se tenía que dejar de
lado la historia de los acontecimientos individuales? ¿Acaso se le restaba valor al ser
humano y su voluntad como poder del cambio social? Lo que podemos observar es que
precisamente el cuestionamiento que hace Braudel es que el tiempo corto, el tiempo del
50
Jacques Rancière, Los nombres de la historia. Una poética del saber, Nueva Visión, Buenos Aires,
1993.
51
Cfr. Roger Chartier, El presente del pasado. Escritura de la historia, historia de lo escrito, México,
Universidad Iberoamericana, 1995.
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acontecimiento, es el más caprichoso y difícil de analizar. El historiador francés no
desdeña los acontecimientos individuales. El tiempo corto en el que suceden los
acontecimientos permite de manera privilegiada medir el carácter abierto de la historia.
Una mayor atención a los actores individuales subraya la importancia de la voluntad y la
decisión en el cambio social. Los individuos son parte de un conjunto social
contradictorio, dinámico, lleno de rupturas y disgresiones. En el caso de Braudel, lo que
nos enseña, es que la muerte del rey Felipe II es una manera de defender una historia
“desembarazada” de los individuos. Además de que niega la narración sucinta de la
vida y denuncia los excesos de la crónica. También deja en claro que los
acontecimientos no están basados en los hechos políticos y diplomáticos, sino que
estos tienen una base material.
Es muy conocido el pasaje en el que Braudel escribe: “Conservo el recuerdo, una
noche, cerca de Bahía, de haber sido envuelto por un fuego artificial de luciérnagas
fosforescentes sus luces pálidas brillaban, se apagaban, volvían a brillar, sin aclarar
realmente la noche. Lo mismo sucede con los acontecimientos: más allá de su
resplandor, la oscuridad triunfa”. 52 Lo que está detrás es la pertinencia de las diferentes
escalas de observación. La relación de las sociedades con el espacio y el tiempo. Y fue
más lejos, ya que propuso la unificación de todas las ciencias sociales a partir de una
problemática común. Es decir, propugnó por derrumbar las diferentes barreras e
inscribir los hechos sociales en la larga duración y en las diferentes escalas espaciales.
Braudel presagió y alentó, por qué no decirlo, el surgimiento de la microhistoria. 53
Corriente de la historiografía que nació de la observación según la cual “en cada escala
se ven cosas que no se ven en otra escala y cada visión es legítima”.
54
Conclusión
Por su carácter híbrido y sus intenciones moralizantes al colocar a la vida como un eje
rector y ejemplificador, a la biografía se la ha visto por encima del hombro durante
mucho tiempo. Los grandes paradigmas historiográficos (el estructuralismo y su
52
Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza, 2002.
Roger Chartier, El presente del pasado, p. 55.
54
Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Madrid, Trotta, 2003, p. 289.
53
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aplicación en el estudio de sociedades antiguas y contemporáneas), así como una
tradición de cuantificar los fenómenos, construir series y estadísticas, relegaron a la
biografía dentro del campo de las ciencias sociales.
El auge de la historia de los individuos y su capacidad de ser narrada, es un hecho que
en su origen ha sido producida por la demanda del público no especializado. Hay una
creciente demanda de crear historias sugerentes y novedosas. El papel del historiador
es saber reconocer los cambios según las diferentes escalas de observación: el
acontecimiento, la coyuntura o las estructuras. Entre la historia estructural braudeliana y
la microhistoria aparece una zanja que bien puede ser franqueable. La obra de Braudel
nos muestra claramente que la historia contiene diversas escalas de observación y
dependen del lugar que uno tome para observar; la matriz de la historia está en los
acontecimientos que se miran desde las alturas o desde una distancia corta.
Cualquier biografía nos permite observar ese juego de escalas. En ocasiones es la
voluntad del individuo la que afecta o condiciona (es el Hitler de la invasión a Polonia);
en otros momentos y espacios es la sociedad que condiciona las acciones individuales
(El suicidio, de Durkheim). El sujeto de la historia actúa según su intuición o
conocimiento de las estructuras históricas en las que se mueve, y según las
posibilidades de dominio de los cauces de la libertad, usando su capacidad creadora.
Es el historiador quien debe de poner atención a estos rasgos híbridos. Mucha atención
a la voluntad del individuo por encima de la estructura social; o la estructura que
doblega la voz del individuo.
De igual forma, quienes intentamos escribir una biografía debemos de atrevernos a
acercarnos mucho más al discurso narrativo. Nadie nos puede negar esa cuota de
cientificidad. No perdamos la ilusión. Dejemos por un momento a un lado las teorías
globalizadoras y los modelos acabados, que no son otra cosa que historia de
laboratorio. Nuestra experiencia de vida, la historia que hemos vivido, nos ayuda a
comprender la historia lejana e irrepetible. Intentar describir esas voces que nos vienen
del pasado debe de ser una experiencia cada vez más humana. No olvidemos que lo
que está en el centro de la preocupación de la biografía es la experiencia, única e
irrepetible de la vida.
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En la última cuartilla de la Cristiada de Jean Meyer señala que: “… no deben de
hacerse callar los propios sentimientos, que constituyen la tercera dimensión de la
historia”. Comprender sentimientos, emociones, puntos de vista, maneras de pensar,
sentir; leer a “contra pelo” los casi petrificados documentos escritos. Al final de cuentas
la verdad es mucho más compleja que la ficción, diría G. K. Chesterton, porque la
ficción la hemos creado a nuestra medida.
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