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Centro Integral del Transporte en la Avenida de Asturias METRO COMUN MULTIPLO El alma del proyecto la forman una serie de plataformas, suelos a distintas alturas (casi a modo de pequeños estratos geológicos excavados), que se adaptan a las rasantes de cada acera, permitiendo la continuidad urbana en cada punto de contacto del solar con las calles adyacentes. Los edificios, siguiendo la misma lógica constructiva y espacial, se sitúan a la vez sobre, bajo y al lado de la tierra. Cada edificio comparte en todo momento estas tres condiciones básicas de relación con el suelo. La importancia de Metro para Madrid, y el lugar elegido para su sede, hacen que este sea un proyecto con un especial valor simbólico y material para la ciudad. Además de cumplir con los requisitos habituales de un edificio de oficinas, la sede de Metro tiene vocación de transformarse en parte de la identidad de Madrid, como ya lo es la propia compañía: la historia moderna de la capital no puede entenderse desvinculada de la historia de su principal medio de transporte. El solar, perteneciente a Metro y usado para cocheras, utilizaba el desnivel existente para salir a superficie y acceder a la iluminación natural. Este uso infraestructural de la topografía supuso un freno más a la coherencia espacial de la ciudad en su entorno. Nuestro proyecto aspira a utilizar su misma condición espacial como solución urbana y de espacio público. Así, el contexto apunta a trabajar en dos grandes direcciones: realizar el contenedor de una identidad, la de Metro, estrechamente ligada a la de la ciudad; y ayudar a armonizar el campo de fuerzas que desgarran el entorno del futuro edificio. Nuestra propuesta adopta una herramienta característica de Metro: La constante manipulación de la tierra para salvar niveles y gradientes, tanto con trenes como con personas. El CTA aprovecha esta estratificación para adaptarse a las muy dispares alturas de los edificios de su entorno, creciendo el altura a medida que se acerca a las torres de Plaza de Castilla. Esto nos da pie a crear una gran escalera urbana, como si el suelo, el espacio público de la calle, hubiese sido levantado por el edificio en el momento en que éste surgía de la tierra. Esta gran escalera urbana podría convertirse, si las condiciones de uso y seguridad lo permiten, en una pequeña plaza urbana en altura, de acceso público controlado. Sería una parte singular y memorable del suelo público de la ciudad. Este gesto diagonal, junto con la continuidad de las calles aledañas que permiten pensar en agujerear el CTA, convierten a este edificio en una M a escala urbana, sin dejar por ello de ser un sencillo y eficaz edificio de oficinas. La pronunciada pendiente de la Avenida de Asturias permite pensar que estos vestíbulos de acceso entre las patas de la M se realicen a alturas distintas. Uno puede ser de acceso más privado que otro, mejorando así la usabilidad del edificio en su conjunto. La forma del edificio en forma de M, con su valle superior y sus aperturas centrales, aseguran disponer en invierno de una mayor luminosidad en la plaza central. En verano, la vegetación de hoja caduca proporcionará la necesaria protección. La distribución de las plantas de oficina en el CTA, con los núcleos y aseos en la fachada suroeste, cumple una doble función: Permite un espacio de trabajo no interrumpido por núcleos de comunicación; y usa la excesiva insolación de la orientación suroeste en Madrid para una estrategia eficaz de aprovechamiento energético. Para la iluminación de despachos y aseos se abren pequeños huecos horizontales. La fachada nordeste es mucho más permeable, se abre hacia el cielo. Pequeños invernaderos, compartidos por dos o tres plantas y distribuidos de forma cuidadosa en la fachada, ofundas de cada planta. Cada una de las dotaciones tipo tiene una posición determinada en las patas de la M y un carácter reconocible, pero está conectada con las demás de forma inmediata. Dos plantas continuas, de 80 metros de longitud, y dispuestas estratégicamente en el centro de gravedad de la M, amplían las posibilidades de organización de los espacios de trabajo. Una serie de patios dejan paso a la luz natural hacia las áreas de los distintos edificios que se encuentran bajo rasante. Estos patios, siguiendo la metáfora tectónica del proyecto, predisponen a entender el conjunto de edificios como un espacio que nace de la tierra. El espacio público circula entre estos patios, accesible desde cada esquina y desde cada calle. Los aparcamientos se sitúan bajo los distintos edificio, dejando el nivel existente de vías sin tocar en el centro del solar. El Espacio Metro se abre a la plaza, situando parte de la exposición de material móvil en las vías existentes. En toda la zona libre de excavación se plantarán árboles de hoja caduca. En los suelos sobre cubierta, árboles pequeños y vegetación tapizante y arbustiva en combinación con pavimentos mixtos. Esta mezcla proporcionará un microclima agradable en todo el ámbito de actuación, reduciendo el efecto “isla de calor” del barrio. La estructura y la envolvente del edificio se realizarán con sistemas de uso común, adaptados al diseño del proyecto y a una óptima estrategia de sostenibilidad. Las fachadas sur-oeste, las menos cómodas por la frecuencia e intensidad de la incidencia solar directa en Madrid, se ocupan con un sistema mixto de muro trombe y captura fotovoltaica, abriendo sólo pequeños huecos en las zonas de despachos y aseos. El agua de lluvia se recoge de todas las superficies del proyecto y se acumulará en varios depósitos subterráneos que servirán de acumulador energético, tanto para calefacción como para refrigeración. Estos depósitos, junto con la recogida de energía geotérmica y solar, la inercia térmica de los forjados de hormigón y el aislamiento de las envolventes, nos permiten asegurar un consumo energético casi nulo. La jardinería se realizará con plantas autóctonas con baja necesidad de mantenimiento. El agua de riego provendrá exclusivamente de los sistemas de recuperación y reciclaje propios del edificio. Las superficies duras de la plaza y el parque contendrán compuestos fotocatalíticos que ayuden en la limpieza del aire del entorno. Presupuesto: Existirá un único detalle de fachada, adaptado a las distintas orientaciones, por lo que se conseguirán economías de escala en su producción. Por todo ello creemos que el PEM puede variar entre los 950 y los 1.050 euros por metro cuadrado. Esto implicaría un coste de entre 17 y 19 millones de euros de PEM.