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TEMA: EL CREDO Página Introducción …………………………………………………….………… 2 Símbolo de los Apóstoles ………………………………………………………………. 5 Credo Niceno………………………………………………………………. constantinopolitano 8 TEMA: EL CREDO Las personas creemos en cosas, bien porque nos las dicen otras personas cercanas, bien porque por las escuchamos o leemos a través de los medios de comunicación. Continuamente estamos recibiendo información, información que procesamos como certeras sin más motivos, en muchas ocasiones, que la experiencia empírica, la comprobación com y el razonamiento. De esta forma podemos decir que el ser humano tiene varias formas de creer: • • • “creer que…”, o sea, creer algo. “creer a…”, o sea, creer a alguien. “creer en…”, o sea, creer en alguien. Esta última forma de creer es el fundamento de la fe religiosa. Todos los hombres que se adhieren, por la fe, a una creencia religiosa, desarrollan este tipo de forma de creer. Pero ahondamos más en el término creer. Su significado etimológico procede del término latino credere,, y éste a su vez, de dos indoeuropeos: *cre- = corazón (gr. καρδία; lat. cor, cordis) y *dhe dhe- = poner, colocar, es decir, “poner el corazón en…” Cuando se cree a alguien es porque se le quiere, se le aprecia, se confía en él. La fe cristiana consiste en amar a Jesucristo y, porque se le ama, se cree en Jesucristo, uno confía en él, se fía de él. Cuando se cree en alguien o en Alguien, se cree a ese alguien o Alguien. La fe por la que se cree, conduce necesariamente a la fe creída o lo creído (el Credo, el Símbolo de la fe), a la fe que se expresa en unas palabras o fórmulas, llamadas verdades de fe. 2 Lo catalogado como común a todos los cristianos (el monoteísmo trinitario, la divinidad de Jesucristo y la incorporación por el bautismo a Cristo en su Cuerpo místico, la Iglesia,…) …) constituye el núcleo de la fe cristiana. El primer período de la historia de la Iglesia, después de la era apostólica, representa un momento en el que el misterio del Dios revelado por Jesucristo se vive y se confiesa como posesión pacífica de un don gratuito ratuito y nuevo, recibido en la revelación y acogido en la fe. Se puede decir que la Iglesia misma, en cuanto comunión, expresa la profesión verdadera y salvífica en la fe en la Trinidad. Como afirma la primera carta de san Juan, la Iglesia no es más que laa comunión con Cristo y, por medio de él, con el Padre, en la que está invitado a participar todos los hombres (cf. ( 1 Jn 1, 1-4). Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó su fe en fórmulas breves, quiso recoger lo esencial de su fe en breves textos articulados, destinados sobre todo a los candidatos al bautismo. Esta síntesis de fe no ha sido hecha según opiniones humanas, sino que se ha realizado tomando de toda la Escritura lo más importante, para dar en su integridad la única enseñanza de la fe. A esta se le llama profesión de fe, fe símbolo de la fe, y también se le llama Credo,, ya que la primera palabra en ella es Creo. Entre ellos encontramos: • • • Los símbolos de las diferentes iglesias apostólicas y antiguas. El símbolo de San Atanasio. La profesión de fe de ciertos Concilios como los de Toledo, Letrán, Lyon, Trento. 3 Todos estos símbolos, nos ayudan a captar, interpretar, el sentir de nuestros antepasados en la fe. Pero son dos los que ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia: el símbolo mbolo de los apóstoles y el credo niceno-constantinopolitano constantinopolitano. El símbolo o credo de los apóstoles, apóstoles, es llamado así porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia romana. Su gran an autoridad proviene del hecho de que es el símbolo que guarda la Iglesia Romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los Apóstoles, Apóstoles y a la que él llevó a la doctrina común. El credo niceno-constantinopolitano constantinopolitano,, es más largo por ser más explícito y es el que comúnmente se suele rezar en la Iglesia todos los domingos en la Eucaristía. Debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios Ecuménicos, el Concilio de Nicea (año 325) y Concilio de Constantinopla (año 381). Este credo surgió por la necesidad de establecer claramente todo aquello en lo que debe creer cualquier bautizado; además se establece para tener una referencia en contra de las ideas heréticas que surgían a cada momento. Para la gran mayoría de las denominaciones cristianas, cristianas, este credo constituye la base central e incontrovertible de la fe. La profesión del mismo forma parte, todavía hoy, de todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente (CIC 195). 4 El Símbolo de los Apóstoles. El Símbolo de los Apóstoles es un breve resumen de las principales doctrinas del cristianismo; se le puede llamar, pues, un compendio de la teología de la Iglesia. Su forma actual, que consta de doce artículos, no es anterior al siglo IV. A partir de esta época estuvo en uso en las Galias, en España, Irlanda y Alemania, en los cursos de instrucción para catecúmenos. Sin embargo, el nombre mismo de Símbolo de los Apóstoles es más antiguo. Hacia finales del siglo IV, Rufino compuso un comentario “sobre “sobre el Símbolo Sím de los Apóstoles”, ”, en el cual explica su origen. Según él, una tradición afirmaba que los Apóstoles, después de haber recibido el Espíritu Santo y antes de separarse para ir a sus respectivas misiones en diferentes países y naciones, redactaron de común com acuerdo un breve sumario de la doctrina cristiana como base de sus enseñanzas y como regla de fe para los creyentes. Ambrosio parece hacer suya la opinión de Rufino, porque en su Explanación del Símbolo advierte deliberadamente que el número doce de los los artículos están en correspondencia con los doce Apóstoles. La afirmación de que cada uno de los Apóstoles compuso uno de los artículos del Símbolo la encontramos por vez primera en el siglo VI. Esta explicación del siglo VI sobre el origen del Símbolo de los Apóstoles prevaleció durante toda la Edad Media. 5 Investigaciones recientes sobre este punto prueban suficientemente que su contenido esencial data de la era apostólica. La forma actual, sin embargo, se desarrolló gradualmente. Su larga historia historia está íntimamente ligada al desarrollo constante de la liturgia bautismal y de la preparación de los catecúmenos. Nada contribuyó tanto a la composición del Credo como la necesidad de una fórmula de este tipo para la profesión de la fe de los candidatos al Sacramento de Iniciación. niciación. Desde el tiempo de los Apóstoles fue costumbre de la Iglesia exigir antes del Bautismo autismo una profesión explícita de fe sobre las doctrinas esenciales de Jesucristo. Los candidatos debían aprender de memoria una fórmula determinada determinada y tenían que recitarla en voz alta delante de la asamblea. La forma más primitiva del Credo se conserva en los Hechos de los Apóstoles (cf. ( Hch 8, 37). Felipe bautizó al eunuco de Etiopía después que éste hizo profesión de su fe de esta forma: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. Dios”. Este pasaje prueba que el Credo empezó por una simple confesión de fe en Jesús. No había necesidad de exigir más a los candidatos al bautismo. Era suficiente que reconocieran a Jesús como Mesías, tratándose sobre todo de los conversos del judaísmo. Con el correr del tiempo fueron añadiéndose nuevos artículos. Poco después la palabra Salvador fue incluida en la fórmula, y así surgió el acróstico ίχθύς (ICHTHYS), (ICHTHYS que como palabra griega significa pez pero que en acróstico significa “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”. Ίησοΰς Jesús Χριστός Cristo Θεού de Dios Υίός Hijo Σωτήρ Salvador 6 Hacia el año 100, Ignacio de Antioquia declara su fe en Jesucristo con palabras que recuerdan muy de cerca el segundo artículo del Credo: “Jesucristo, Jesucristo, del linaje de David e hijo de María, que nació, comió y bebió verdaderamente, fue verdaderamente perseguido bajo Poncio Pilato, fue verdaderamente crucificado y murió a la vista de los moradores del cielo, de la tierra y del del infierno; que, además, resucitó verdaderamente de entre los muertos, resucitándole su propio Padre. Y a semejanza suya también a los que creemos en Él nos resucitará del mismo modo su Padre, en Jesucristo, fuera del cual no tenemos la verdadera vida”. vida Además emás de la fórmula cristológica, existió desde los tiempos apostólicos, para el rito bautismal, una confesión de fe trinitaria, que terminó prevaleciendo sobre la otra. Fue sugerida por el precepto del Señor de bautizar a todas las naciones “en “en el nombre del d Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” Santo (Mt 28, 19). Es evidente que el texto actual del Símbolo de los Apóstoles no aparece antes de principios del siglo VI; aunque los elementos doctrinales encerrados en él figuran ya hacia finales del siglo I en las numerosas y variadas fórmulas de fe que se encuentran en la primitiva literatura cristiana. Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, Pilato fue ue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos, muertos subió ubió a los cielos y está stá sentado a la derecha de Dios, Dios Padre Todopoderoso. Desde esde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa anta Iglesia católica, la comunión omunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la l carne y la vida eterna. 7 El Credo Niceno-constant constantinopolitano. El credo niceno-constantinopolitano constantinopolitano se escribió formalmente durante el Primer Concilio Ecuménico en Nicea (año 325) y durante el Segundo Concilio Ecuménico en la ciudad de Constantinopla (año 381). Es más explícito y más detallado que el credo de los Apóstoles. Es un credo que, no tiene otra intención que dar respuestas definitivas a las crisis sobre la fe, principalmente provocada por el arrianismo, arrianismo, herejía que negaba la divinidad de Jesucristo. El arrianismo tomó su nombre de Arrio (256-336), 336), que fue sacerdote primero en Alejandría y después obispo en Libia. Desde el 318 propagó la idea de que no hay tres personas en Dios sino una sola persona, el Padre. Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por Dios de la nada como punto pun de apoyo para su plan. El Hijo es, según eso, criatura, y el ser del Hijo tiene un principio; hubo, por lo tanto, un tiempo en que él no existía. Arrio, al sostener esta teoría, negaba la eternidad de Jesús, lo cual equivalía a negar su divinidad. A Jesús Jesús se le puede llamar Dios, pero solo como una extensión del lenguaje, por su relación íntima con Dios. 8 Aunque Arrio se ocupó principalmente de despojar a Jesucristo de su divinidad, hizo lo mismo con el Espíritu Santo, al que igualmente lo percibía como criatura, incluso inferior a Jesús. Alejandro, obispo de Alejandría, convoca un sínodo que reúne más de cien obispos de Egipto y Libia, y en él se excomulga a Arrio y a sus partidarios, ya numerosos. No obstante, la herejía continúa expandiéndose, llegando a desarrollarse una crisis de tan grandes proporciones, que el emperador Constantino el Grande se vio forzado a intervenir para encontrar una solución. Fue el Concilio de Nicea, el 20 de mayo del 325, donde el partido anti-arriano bajo la guía de San Atanasio, diácono de Alejandría, logró una definición ortodoxa de la fe y el uso del término homoousion para describir la naturaleza de Cristo: «Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre...» (Manual de Doctrina Católica Denzinger - Dz 54). El término homoousion, proviene del griego ηοµοσ−ουσια (homos, mismo, y ousia, esencia); en latín, consubstantialem (de una esencia o naturaleza). Esta palabra fue utilizada dogmáticamente en el Concilio de Nicea para expresar la divinidad de Cristo en respuesta a la herejía arriana. Este término, homoousion era antes utilizado por los filósofos para significar "de la misma naturaleza". En el concilio se utilizó de una manera más completa para significar "de una y la misma substancia". Por lo tanto, en este Concilio fueron condenados los escritos de Arrio y tanto él como sus seguidores desterrados. Pero la controversia continúo en la historia. Tras la muerte de Constante, de Occidente, y el advenimiento de Constancio como único emperador en el año 350, los arrianos recuperaron mucho de su poder, generándose persecuciones anticatólicas en el Imperio. Bajo el gobierno del emperador Valentiniano (364-375), el cristianismo ortodoxo fue restablecido en Oriente y Occidente, y la ejemplar acción de los Padres Capadocios (San Basilio y San Gregorio Nacianceno) condujo a la derrota final del arrianismo en el Concilio de Constantinopla en el año 381. A modo de resumen, podemos decir que el Concilio de Nicea condenó el arrianismo y defendió que Jesucristo es verdadero Dios (homoousion), frente a lo que afirmaba Arrio. Y el Concilio de Constantinopla definió que el Espíritu Santo es Dios, lo mismo que el Padre y el Hijo (filioque). 9 Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre, antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los Profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la Resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. 10