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“Arraigados en Dios“
Para leer la Biblia con provecho
Devocional
Lecturas bíblicas diarias
Traducciones del alemán
“Zeit mit Gott”
Tema: Estar cerca de Dios es mi felicidad – Salmos 73
(9 días)
Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización del editor.
©Diakonissenmutterhaus Aidlingen
Estar cerca de Dios es mi felicidad – Salmos 73
(9 días)
Día 1
Sal. 73:1.28
El anhelo de felicidad, gozo y bienestar lo llevamos todos en la sangre. Deseamos
felicidad en nuestras relaciones, en el matrimonio y la familia, en el lugar de trabajo y en el
tiempo libre. ¡Qué alivio sentiría aquel cuando el médico dice: “No es maligno”! Pero al
revés: ¡Qué profunda caída sufriría aquel después de un derrame cerebral, de un infarto al
corazón, mal funcionamiento o un daño total de los riñones o bournout. El péndulo del reloj
de nuestra vida se mueve entre felicidad y miseria, gozo y pena, salud y enfermedad.
Esta experiencia vivió también Asaf. Él vivió durante el gobierno del rey David y amaba
su profesión de músico “religioso”, cantor, director de coro y poeta. La razón de su gozo se
basaba en su relación con Dios al que confiaba y al que amaba. Cerca de Él se vive bien:
“En cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien.”
En forma parecida lo testifica el autor del Sal. 1. Según el texto original comienza con las
importantes palabras: “Bienaventurado el varón, que ...” Leamos esta declaración pensando:
¿Qué experiencia he hecho yo con el testimonio del salmista?
No es casualidad que nuestro Señor Jesucristo comienza su famosa prédica de la
montaña con siete “Bienaventurado ...” Leamos Mt. 5:3-11. ¿A cuáles hombres titula
“bienaventurado”? ¿Acaso no nos abre nuevas perspectivas para nuestro futuro a
experimentar nuevamente la felicidad en la comunión y amistad con nuestro Señor?
Esto también era el deseo de la poeta americana Leila Morris (1862-1929): “Cerca, más
cerca, junto a tu corazón, atraéme, oh Jesús; sea por gozo o por dolor. Escóndeme por tu
gracia en tu presencia, protégeme, cuídame, Salvador del mundo, protégeme, cuídame,
Salvador del mundo.”
Día 2
Sal. 73:1.28; Is. 49:14.15
“En cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien”, así traduce la Biblia universal la primera
parte del versículo 28 y Martín Lutero habla del “gozo” en la cercanía de Dios. Casi todas las
demás traducciones trasmiten del hebreo: “La cercanía de Dios es bueno para mí”. El verso
1 corresponde a esta declaración, diciendo: “Dios es bueno” o también “Dios es lleno de
misericordia”. Por eso me va bien estando en Su presencia. Su cercanía hace bien, es
precioso. El primero y el último verso de nuestro salmo forman el marco de una vida que se
parece a una difícil operación matemática. El comienzo y el final confirman la bondad de
Dios. Entre estos dos polos Asaf cuenta acerca de experiencias dolorosas, de envidia,
cuestionamientos que no tienen respuesta, de sufrimientos psicosomáticos y de amarguras
absorventes. El lector del salmo puede hacer su propia interpretación leyendo todo el salmo.
Primero observamos: El Sal. 73 no se refiere a la pregunta: “¿Por qué permite Dios el
sufrimiento, si tiene poder para evitarlo y si es un Dios bueno?” Esta cuestión y otras
parecidas hacen e hicieron muchas personas, también nosotros siendo creyentes. Y unos
cuantos casi se quebrantan por eso. La Biblia habla abiertamente y en forma realista de
nuestras preguntas y penas. Pero describe de la misma manera abierta y realista la bondad
y misericordia de Dios que “no decayeron y son nuevas cada mañana” (comp. Lm. 3:22.23).
El Señor no nos deja caer al vacío. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de
vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”
(Jer. 29:11). Estamos sostenidos del marco de la bondad de Dios. Esto vale para siempre:
“Dios es bueno.” Él es bueno para ud. y para mí.
Día 3
Sal. 73:1-5
Aunque la eterna bondad de Dios gobierna sobre la vida de Asaf, él comienza a
tambalear. “Casi” me deslice haciendo mal. “El estuvo en peligro de desviarse y confundirse
de la perfección de la bondad de Yahveh” (H.-J. Kraus). “Casi”, entonces no ocurrió. El
Señor no dejó caer a Su amigo, el que tomaba en serio el perdón de Dios y la limpieza de
pecado. En medio del peligro Yahveh hizo brillar Su bondad.
A partir del verso 3 Asaf declara las razones de la amenaza. Él percibe el bienestar de los
atrevidos. Ellos tienen todo, viven despreocupados, tienen salud y buen ánimo. La suerte
está de su lado. De cargas y agotamiento no tienen conocimiento. Incluso al morir lo pasan
bien. Y “yo tuve envidia” de ellos, confiesa Asaf. Él lo declara abiertamente que de alguna
manera se siente degradado y desatendido. El envidioso vive comparando continuamente:
“Si yo tuviera ... como fulano, o si pudiera ... como mengana, ojalá yo fuera como la señora
Z.” Los métodos de la publicidad en todos los medios de comunicación aumentan aun la
envidia. Si le damos lugar a la envidia en nuestro corazón, realmente nos puede enfermar.
(Lea Pr. 14:30.) La envidia puede llevar a conductas agresivas. El mismo Señor Jesucristo
lo tuvo que experimentar (Mt. 27:18).
Pero justamente Él que cargó nuestros pecados nos salva de envidia y celo. Asaf no
conocía a Jesús, pero él confiaba al mismo Dios y Padre y él oraba como David: “Ten
piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; ... lávame más y más de mi maldad, y
límpiame de mi pecado” (Sal. 51:1.2; comp. Is. 63:16).
Nuestro Dios y Padre nos perdona totalmente. Esto corresponde a Su gran misericordia y
gracia. Con Is. 63:7-9 podemos seguir nuestro camino con ánimo. ¡Qué felicidad!
Día 4
Sal. 73:6-15
Asaf considera muy humillante la soberbia de los impíos. Se la nota en sus rostros. Ellos
hablan “poniendo su boca contra el cielo”. Engreídos se burlan de los demás, los calumnian,
sin escrúpulos descuidan a Dios y a sus prójimos. ¿De dónde surge esta maldad? Asaf
reconoce: Está profundamente arraigado en su corazón (v.7b). Hay dos grupos, hombres
que son limpios de corazón (v.1), que viven del perdón de Dios y aquellos que dan lugar a la
maldad en su interior y por eso caen en la arrogancia. ¡Ellos logran con creces lo que
quieren! La gente se impresiona y sigue tras ellos. Con ánsias absorben sus grandes
discursos, como si sus palabras fueran agua (v.10).
Y ¿qué de Dios? Parece que está ausente, aparentemente no escucha sus arrogantes
dichos. Él no interviene, deja a los malos que sigan con sus destructivas palabras y
agresiones contra Dios y los hombres. ¿Por qué observa sin hacer nada? ¿Hasta cuándo?
¿Por qué no se mostrará como el Todopoderoso que ve, oye y actúa?
Asaf está conmovido hasta lo más profundo. Él sufre tremendamente el hecho que Dios
actúa así, que no interviene, que se calla. Para el salmista es una prueba muy dura. ¿Acaso
Dios calla también frente a la sinceridad y fidelidad de Asaf? Él había cuidado su corazón
más que cualquier asunto, dejó a Dios obrar en su conciencia, pero “verdaderamente en
vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia” (v.13). Si se hubiera alejado
de Dios, entonces hubiera negado la bondad de Él y Su obra salvadora por Su pueblo.
Entonces se hubiese quebrado para Asaf la certeza del propósito salvador de Dios.
Aun en las pruebas más duras se nos permite orar como David lo hacía en el Sal. 13,
aferrándonos del verso 6 en forma especial. Porque Dios sigue siendo Dios.
Día 5
Sal. 73:16-22
Asaf llegó a la profundidad más baja, pero no se puede distanciar del bondadoso obrar de
Dios con Su pueblo. El actuar de Yahveh Asaf lo percibe ahora como “inalcanzable misterio,
meditando en tal significa inaguantable pena. Se llegó hasta lo más profundo. Todos los
intentos intelectuales fracasaron” (según H.-J. Kraus).
Vez tras vez experimentaremos y sufriremos que nos es imposible entender a Dios. Pero
Él otorga luz en la oscuridad del sufrimiento. El pozo profundo se convierte en la posibilidad
de cambio. Entremos como Asaf “al santuario de Dios”, a la cercanía de Dios. Él entra con
sus preguntas, con su pena y dolor, con sus grandes dudas y pruebas y se pone delante de
Dios. Allí el salmista reflexiona en el final de los impíos. A la luz de la presencia de Dios se
descubre “lo último”, “el final”. Lo cual lleva hasta la eternidad. De allí se consigue verdad y
claridad: La gloria de Dios rompe todo cubrimiento y contradicciones de la historia. En la
brillante luz del Señor se demuestra que los arrogantes y atrevidos se encuentran en
“caminos resbalozos”, que su felicidad es solo aparencia. Toda su arrogancia y grandeza de
palabras, las apariencias llegan a un final determinado.
Pero lo otro también vale: Las penas del orador, la amargura de su corazón, los
punzantes dolores, las cargas psíquicas terminan delante el trono de Dios. Con la mirada a
la gloria de Dios, el salmista reconoce qué necio había sido hacerse tantos problemas.
Muchos años más tarde otro poeta muy apenado aconseja: “Levántate, despide tus
dolores y preocupaciones, déja todo lo que entristece y apena tu corazón; tú no eres el
regente que tiene todo en su mano, Dios tiene el gobierno y hace todo para bien” (P.
Gerhardt). ¡Animémonos por la promesa de Dios: Sal. 12:5; Ap. 7:17; 21:4.5!
Día 6
Sal. 73:23; Is. 62:3
En la cercanía de Dios Asaf se tranquiliza. Las vueltas angustiosas de sus pensamientos
tienen que desaparecer por su confianza en Dios. ¿Cómo pasa esto? ¿Se levanta Asaf de
su agotamiento utilizando sus últimas fuerzas? ¿Acaso logra su confianza con la última
reserva de poder?
Según la traducción de la Biblia uno lo podría pensar que es así: “Con todo, yo siempre
estuve contigo.” Sin embargo el texto hebreo hace ver otra cosa. La estructura de la frase
señala que aquí no se refiere a un acto de fe por la propia fuerza, sino que se describe una
posición. En el santuario, en la cercanía de Dios, Asaf reconoce la invariable realidad: “Yo te
pertenezco.” No tengo que luchar para llegar a Él, sino Él y yo formamos una unidad. Él
nunca se separó de mí y se quedará siempre conmigo; por eso estoy con Él. Con asombro
reconozco: “Me tomaste de la mano derecha.”
El coger de la mano derecha significaba en aquel tiempo una posición de honor,
basándose en un antiguo ritual de los reyes. Si el rey celestial nos toma de la mano, nos
honra. Él nos levanta a la posición de hijo del rey. Nos regala con Su persona paz,
confianza, esperanza y Su poder para vencer el mal. En todas las pruebas y luchas el
salmista se siente seguro en la mano de Dios y guiado por ella. Puede ser que tropiece,
pero Dios lo sostiene. Puede ser que caiga, entonces la mano de Dios lo levanta. Aun más:
“abajo los brazos eternos” (Dt. 33:27; comp. Dt. 1:29.31).
Muchos años más tarde Jesús el Hijo de Dios asegura a Sus discípulos que nada los
puede arrebatar de la mano de Él y de Su Padre (Jn. 10:28.29). En Sus manos estamos
seguros para siempre y podemos confiar en Su guía. Con Dt. 31:6 podemos vivir bien.
(Comp. también 1.Cr. 28:20.)
Día 7
Sal. 73:24.25
En todo lo que Asaf reconoce en el santuario, en la presencia de Dios, brilla la felicidad
de la comunión con Él por cuya mano es guiado. Literalmente dice: “Me guías según tu
consejo, y después, en gloria me recibes.” La palabra hebrea (“lakach”, es decir: recibir) en
este contexto habla del arrebatamiento del creyente a la gloria de Dios. ¿Se habrá
recordado Asaf de Enoc? Este vivía en estrecha comunión con Dios. De repente no estuvo
más porque el Señor lo había quitado de la tierra y recibido en el cielo (Gn. 5:22-24; comp.
también el arrebatamiento de Elías 2.R. 2:1ss).
En lo que se refiere a Asaf no debemos hacer conclusiones apresuradas. Pero seguro es:
En la vida de Asaf se produjo una brecha. Él está seguro que “al final” todas las penas y
tribulaciones desaparecerán por la sorpresiva intervención de Dios. La comunión con Dios
no puede ser interrumpida ni terminada, tampoco por la misma muerte. El final no es el fin,
sino el comienzo de la vida eterna. Visto de esta perspectiva todo cambia. Asaf confiesa: Al
lado de Yahveh no hay nadie, ni en el mundo visible ni en el invisible, que pueda salvar
como Él. “Fuera de ti nada deseo en la tierra.”
No se desprecian ni se rechazan bienes materiales aquí. Pero ellos aparecen en una luz
completamente diferente, cuando uno aprende a pensar y vivir teniendo en cuenta la
eternidad. Quizás debemos preguntar: ¿Quién o qué realmente me importa? ¿De qué
manera debería cambiar entonces el estilo de mi vida? (Comp. Mt.6:21; Col. 3:1-4.)
“¡Dirijámonos hacia Jesús! Solo Él es el camino que lleva a la felicidad eterna, la verdad
que llena los más profundos anhelos de nuestros corazones, y la vida que otorga vez tras
vez nuevo gozo y nueva esperanza a nosotros y a nuestro mundo” (J.A. Ratzinger).
Día 8
Sal. 73:21.22.26.27
En el santuario Asaf recibió no solamente una nueva concepción acerca de los bienes.
También alcanzó una nueva relación respecto a su salud y los problemas psicosomáticos.
En la cercanía y comunión con Dios no significa que uno este siempre sano. Se puede
pedirlo y desearlo, pero lo importante es que uno viva tomado de la mano de Dios, junto a
Él. “Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para
siempre.”
Por encima del desfallecimiento físico Asaf fija sus ojos en el fin. Será un final
sumamente feliz, porque la muerte es el paso al santuario celestial. Desde allí alumbra ya
ahora un poco de la gloria futura en nuestra vida que se desvanece. Cada día nuevo, sea
bueno o malo, Yahveh sigue siendo “la roca de mi corazón”, el fundamento de mi existencia.
Por eso “confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de
los siglos” (Is. 26:4; comp. Sal. 18:2.46; 31:3; 40:2; 62:6.7).
Terrible será el fin de aquellos que tontamente confían en su propia justicia, sus logros o
sus riquezas: “Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; tú destruirás a todo aquel
que de ti se aparta” (Sal. 73:27). Estas personas serán sentenciados en el juicio de Dios.
Dios es tan justo y fiel y Su Palabra verdadera, que podemos saber dónde estamos
parados, dónde pasaremos nuestro futuro. Existen dos “puertas de salida” en la historia de
de cada persona. Sin embargo el feliz mensaje de Dios aun está vigente: Él nos ha dado a
Su Hijo Jesucristo; quien tomó la sentencia judicial sobre sí, para que en este tiempo
seamos salvados para la eternidad. (Lea Hch. 4:4.12; 16:31; 2.P.3:9-14.)
Día 9
Sal. 73:28
Al final de su salmo Asaf regresa al comienzo de su discurso educativo. Podemos
apreciar que el v.28 es lo máximo referido a lo que dice el v.1. Asaf comienza con la
realidad: “Dios es bueno.” Y termina primero con la experiencia personal: La cercanía de
Dios es buena para mí; es toda mi felicidad” y además con una doble determinación. A esta
conclusión llegó estando en comunión con Yahveh: Yo “he puesto en Jehová el Señor mi
esperanza.” Esto aconteció y así quedará. Y ahora agrega “para contar todas tus obras.”
Asaf sabe: Dios que es bueno no planeó la desesperanza. Él no quiere que fracacemos
en caminos solitarios y penosos. Él no quiere que nos agotemos hasta morir. Un paso solo,
el paso a la cercanía de Dios, lleva al gran alivio, como también la realidad: “Tú estás
conmigo, yo estoy contigo; me tomaste de la mano derecha”, y finalmente la visión mas allá
de la meta, la eternidad. Dios lo recibe en Su gloria.
Desde este punto nos atrevemos dar un vistazo a nuestro futuro, el futuro de la iglesia de
Jesucristo. Ella será realmente arrebatada (vea día 7). Leamos el párrafo impresionante de
la carta de Pablo: 1.Ts. 4:14-17. El arrebatamiento de la iglesia de Jesús será la gran
sorpresa para nosotros y todo el mundo. No conocemos el tiempo. Será la gran irrupción
hacia la eterna felicidad. Hasta este momento quedémonos en la cercanía de Jesús,
vivamos según Su manera de ser: Col. 3:8-17. Aprovechemos nuestro tiempo para compartir
el buen mensaje de la salvación por el Señor Jesucristo. “Me mostrarás la senda de la vida;
en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Sal. 16:11).