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José Segovia. Seminario sobre Albert Camus. Biblioteca Pública de Majadahonda. Sesión del 16-10-2015.
Novedades en mi página WEB en relación con el Seminario sobre Camus:
- Texto redactado con las notas de la presentación del seminario del día 5
de octubre de 2015.
- Cuadro esquemático de la trayectoria vital y profesional de Albert Camus
----------2ª Sesión, 16 de noviembre
Comenzaremos recordando las cinco fuentes de la inspiración de Camus como
puntos básicos (aunque no únicos) para el debate.
1. Complementar lo que llamamos la “ideología mediterránea” o “sensibilidad
mediterránea” de Camus con alusiones a
- La novela de Nikos Kazantzakis: Zorba el Griego (la música de Mikis
Theodorakis, incluyendo Estado de sitio, la banda de la película de Costa
Gavras, que aunque localizada en la rebelión tupamara, tiene ecos del
golpe de los coroneles en Grecia) y Cristo de nuevo crucificado.
- La película La batalla de Argel de Gillo Pontecorvo
- La película de Jean Daniel Una tragedia de la felicidad, mencionada el
primer día del seminario y de libre acceso en Vimeo o Youtube.
- Las diferencias entre los viajes de Albert Camus a Praga, ciudad de
Kafka (El revés y el derecho. Con la muerte en el alma, O.C., T.I, pág.45) ,
y a Florencia ( Nupcias. El desierto, O. C., T.I., pág.99 )
Me parece de especial relevancia la vinculación de esas manifestaciones de la
“ideología” mediterránea en la obra de Camus con dos obras clásicas para
esa misma cultura, en especial en relación con el acontecimiento social y
político más revolucionario de los siglos VI y V antes de nuestra era: la
creación de la polis griega . Esas dos obras son:
- Werner Jaeger, Paideia, el ideal de la cultura griega, F.C.E.
- Lewis Mumford, La ciudad en la historia, Pepitas de Calabaza, Logroño,
2012, en especial el capítulo V.
2. La enfermedad:
- Similitud con su maestro Friedrich Nietzsche: la enfermedad de los dos,
exaltación de la salud, el ataque a lo apolíneo como represión de lo
dionisíaco: la “mentira socrática”: el ataque al cuerpo en toda la ascética
occidental.
- La nostalgia o añoranza de la omnipotencia de la adolescencia que todos
tenemos (“el infierno es la vida con este cuerpo”)
3. La pobreza. (Cf. Más abajo algunos de los textos del libro de Mumford)
4. La pena de muerte.
5. La vocación de escritor (Las islas)
-------------Algunos textos del capítulo V de La ciudad en la historia, de Lewis
Mumford en relación con la fundación de la polis, la pobreza, la luz
del Mediterráneo, etc.:
Aristóteles dice explícitamente que la polis se funda “por amor a la vida”, para
facilitar la supervivencia y la seguridad frente a los ataques de los piratas por un
lado y conquistar los derechos ciudadanos en manos de las aristocracias rurales
hasta entonces. Seguridad, libertad, satisfacción de las necesidades vitales,
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José Segovia. Seminario sobre Albert Camus. Biblioteca Pública de Majadahonda. Sesión del 16-10-2015.
disminuyendo el tiempo que se dedica a la obtención de la manutención y
tiempo para el ocio creativo y recreativo son los objetivos básicos.
La vida en la nueva polis:
Pág. 206: En el Egeo hasta los campesinos podían
conocer los ocios y gozar de sus frutos.
Los ciudadanos encuentran entre ellos mismos la protección que en la ciudad
antigua proporcionaban a su estilo los monarcas “divinos”:
pág.213: Algunos de los hábitos fomentados por esta
aristocracia micénica y por sus sucesores aqueos y dorios,
cuyo espíritu era semejante, deben haber ingresado a la
ciudad griega cuando ésta se configuró alrededor del siglo
VII antes de Jesucristo. Si bien sus plazas fuertes se
convirtieron en remansos urbanos, su existencia y poder
mismo pueden haberle dado al legendario Teseo
una visión del papel que la ciudad podría
desempeñar como punto de reunión, de hecho
también como residencia permanente de invierno
para los campesinos y pescadores que se hallaban,
de otro modo, en una situación inerme.
La misma polis, como institución, sustituye a los antiguos reyes: La larga
marcha hasta reconocer que la soberanía reside en el pueblo y que el horizonte
es la secularización y la laicización
Pág. 213/214: La mezcla que hay en Hesíodo de visión
práctica doméstica y de mitología y especulación religiosa
estableció el tono del nuevo orden urbano; y ambos
aspectos de la vida llegaron a alcanzar conciencia más cabal
en la polis griega. Los poderes de los fabulosos reyes y
belicosos guerreros que ocuparan la Acrópolis pasaron a la
ciudad. Entonces, comenzando por la Jonia continental,
sobre el Mar Negro, las ciudades surgieron, se multiplicaron,
florecieron y colonizaron. Ya en el año 734 antes de
Jesucristo, Corinto fundó Siracusa y Corcira; y durante más
de un siglo, aproximadamente entre el año 734 y el 585
antes de Jesucristo, un enérgico programa de colonización
por grupos representativos, que llevaban todas las
instituciones y herramientas fundamentales de la ciudad
madre, propagó ampliamente y hasta lejanas tierras la polis
griega y la cultura griega, desde Naucratis, en Egipto, hasta
Marsella, en la Galia, desde Sicilia hasta las playas más
remotas del Mar Negro. Al comienzo, este movimiento se
debió a una presión agrícola más que a una ambición
comercial, y difundió el modo de vida helénico mucho más
allá del Egeo.
La democratización. Proceso de formación de la polis:
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Pág. 214: El desarrollo urbano griego introdujo muchas
innovaciones institucionales promisorias con respecto a la
pauta inicial de la ciudad, tal como ésta se había
desarrollado, tanto en la Mesopotamia como en el Egipto
del imperio. A lo que parece, los griegos se habían liberado
hasta cierto punto de las afrentosas fantasías de poder
ilimitado que se nutrieran de la religión de la Edad de
Bronce y de la tecnología de la Edad de Hierro; sus
ciudades estaban más cerca de la medida humana y
se hallaban exentas de las pretensiones paranoicas
de monarcas casi divinos, con todas las
correspondientes
compulsiones
y
reglamentaciones del militarismo y la burocracia.
Los griegos quebraron las rígidas divisiones de
casta y ocupación que habían aparecido con la
misma civilización, aunque, a decir verdad, hasta
entonces casi no las habían desarrollado; en ese momento
inicial tenían la flexibilidad y la inventiva del aficionado que
no está dispuesto a sacrificar una parte excesiva de su vida a
una competencia especializada.
El desarrollo de las capacidades humanas a pesar de la pobreza. La eclosión
de la polis. Creatividad y libertad. Muchos autores – Platón entre ellos - hablan
de “la ciudad opulenta”, “la ciudad fastuosa”, como caracteres de la polis. El
relato de Mumford no coincide con ello. La pobreza puede ser fastuosa, dice
Albert Camus, porque el problema no está en la pobreza sino en la humillación,
apostilla Habermas, y los ciudadanos de la polis eran pobres y libres.
Pág.214/215: A medida que la ciudad se desarrollaba,
los hábitos democráticos de la aldea serían
trasladados
a
menudo
a
sus
actividades
anteriormente especializadas, con una rotación
constante de funciones humanas y deberes cívicos,
y con una participación plena de cada ciudadano en
todos los aspectos de la vida colectiva. Esta parca
cultura material, que en muchos lugares era sólo
un poco mejor que un régimen de subsistencia, dio
lugar a un nuevo tipo de economía de abundancia,
pues abrió territorios vírgenes de la mente y el
espíritu que apenas habían sido explorados, no
digamos ya cultivados. El resultado no fue
solamente un derrame torrencial de ideas e
imágenes en el teatro, la poesía, la escultura, la
pintura, la lógica, las matemáticas y la filosofía sino
una vida colectiva más cargada de energía, más
elevada en su capacidad de expresión estética y
apreciación racional que todo lo que se hubiera
alcanzado hasta entonces. En un par de siglos, los
griegos descubrieron más sobre la naturaleza y las
potencialidades del hombre que cuanto, al parecer,
habían descubierto los egipcios y los sumerios en
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un par de milenios. Todos estos logros estaban
concentrados en la polis griega y, en particular, en
la más grande de estas ciudades, en Atenas.
[Nota mía (J.S): [Esto es lo inverso de lo que sucede a partir del siglo
XVIII con la revolución industrial: la asimetría entre el desarrollo
humano y social y el desarrollo tecnológico, (cf F. Braudel). Esta
quiebra del desarrollo humano a favor del económico, sobre todo, culmina con
la sociedad dual de Reagan y Thatcher y la crisis no ya económica sino bancaria
y especulativa actual.]
Años después, el afán imperialista, colonialista, llevó a Atenas a la ruina:
Pág. 215/216: Suprema en todos los dominios, excepto en el
de la colonización, Atenas fue la objetivación de todas estas
nuevas promesas. Pero si bien Atenas creó un legado
cultural al que todas las épocas sucesivas le han debido algo,
también procuró atribuirse por vanagloria la prioridad
sobre los bienes a que todas las demás ciudades habían
contribuido a participar y en los cuales tenían iguales
derechos. Pese a conservar y hasta cultivar los beneficios de
la democracia interna, Atenas optó por actuar como reina
sobre las ciudades menores, reclamando homenajes y
tributos, de modo tiránico, a cambio de su protección. El
excremento de la civilización arcaica - la guerra, la
explotación, la esclavitud, el exterminio en masa se acumuló sobre Atenas, como si viniera de una
remota cloaca. Al final, estas fuerzas se impusieron
a un movimiento hacia un mayor compañerismo,
con objetivos más humanitarios, que ya era visible
en el siglo VII. Si los jefes intelectuales de Grecia
hubieran discernido las implicaciones de este
universalismo, podrían haber liberado a la cultura
urbana de su crónica participación en la práctica
del sacrificio humano con fines perversos e
irracionales. En un momento decisivo, fue la
negativa de Atenas a conceder la libertad a sus
ciudades tributarias, y no el truculento desafío de
Esparta lo que dio lugar a la fatídica guerra del
Peloponeso…
Lo que es válido para Atenas, probablemente puede
afirmarse también, con diversos grados de modificación,
respecto de la mayor parte de las otras ciudades griegas, en
momentos similares de desarrollo. La principal diferencia
sería de carácter cuantitativo, ya que muchas ciudades
hermanas de Grecia, destacadas en la historia, nunca
tuvieron más de tres o cuatro mil habitantes.
Pese a las convicciones de los especialistas en
estadísticas, lo que define a una ciudad no es el
número sino su arte, su cultura y su propósito
político.
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José Segovia. Seminario sobre Albert Camus. Biblioteca Pública de Majadahonda. Sesión del 16-10-2015.
La independencia y la libertad personales en los habitantes de la polis. La
importancia de las aldeas para la polis. Ver la pobreza “fastuosa” a la que se
refiere Camus. Ocio y pobreza. Nietzsche: el que no tiene ocho horas libres al día
es un esclavo:
Págs. 218/219: Los campesinos y pastores pobres, si
estaban dispuestos a vivir frugalmente, podían
subsistir sin someterse a una vasta organización
colectiva; y como faltaban los tentadores
excedentes, no era tan fácil engatusarlos con pan y
circo. Si así había menos oportunidad de una
explotación unilateral, también había menos
necesidad de un control estricto y generalizado.
Acaso por esto se desarrolló una forma de
organización más blanda, menos formalista, menos
rígidamente distribuida en una jerarquía. Con esta
apareció la independencia personal, tanto en el
juicio como en la acción. La independencia y la
confianza en sí mismo estaban tan arraigadas en la
Grecia preimperialista como en la Nueva Inglaterra
de Emerson; con orgullo se repetía el viejo dicho:
"Grecia y pobreza son mellizas." Las ciudades
griegas, en sus mejores días, no tenían grandes
excedentes de productos; lo que tenían era un
excedente de tiempo, es decir, ocio, libre y sin
trabas, no comprometido -como hoy ocurre en los
Estados Unidos- por un excesivo consumo
materialista sino disponible para la conversación,
la pasión sexual, la reflexión intelectual y el deleite
estético.
¿Es casual que en el corto "Juramento del Efebo" se formula
dos veces la promesa de que se cumplirá el deber "sin
ayuda o con el apoyo de todos"? El alarde de flexibilidad y
de libertad de las constricciones de la especialización, que
Tucídides pone en boca de Pericles como un atributo
especial de los atenienses, hundía sus raíces en la aldea.
Atenas no tenía la patente de estas virtudes: quienes
viven en aldeas y aprecian sus intimidades no
confunden el tamaño con la importancia. El coraje
solitario desempeñó una parte que la obediencia en masa a
las órdenes del jefe no podría igualar jamás. Ese coraje
produjo héroes del espíritu al igual que en el campo de
batalla, y a menudo en la misma persona. En su período de
formación, las ciudades griegas nunca perdieron sus
vínculos con sus aldeas o el campo: con las estaciones se
producía un movimiento rítmico de entrada y salida en la
ciudad. Todavía en el año 400 antes de Jesucristo, según
Elizabeth Visser, las tres cuartas partes de los ciudadanos
de Atenas eran propietarios de alguna tierra en Ática.
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José Segovia. Seminario sobre Albert Camus. Biblioteca Pública de Majadahonda. Sesión del 16-10-2015.
El peso de las clases bajas en la democracia ateniense: Aristóteles en La
Constitución de Atenas.
Pág. 220: El autor de Constitución de Atenas observaba
oblicuamente que los atenienses "en todas partes conceden
más peso a la clase menos elevada", y ¿qué podría ser más
típico de la democracia aldeana?
La pobreza en Atenas y críticas a Esparta. Recuerdo de Camus:
Pág. 220: En estas comunidades, la pobreza no era un
estorbo; si de algo se sospechaba, era de las riquezas. Ni
tampoco la pequeñez era un signo de inferioridad. Las
costumbres democráticas de la aldea, sin clase fuerte o
divisiones profesionales, fomentaron el hábito de celebrar
concejo conjuntamente.
La mejor excusa para la ciudad, como aldea más grande,
consistía en que ampliaba el círculo de posibles oradores. Si
los espartanos fueron excepción, sus hábitos lacónicos de
conversación fueron engendrados tal vez por la necesidad
de mantener secretas sus intenciones, desconocidas por las
gentes que con tanta brutalidad mantenían en la esclavitud;
así, a ellos no les servía la ciudad.
[Nota mía (JS): En Esparta hay una censura explícita hacia la
libertad de expresión y de opinión, por medio, incluso, de una
policía “política”. Se limitaba la salida de sus ciudadanos al
extranjero y los que salían se tenían que someter a la vuelta a un
“interrogatorio” para “descontaminarse” de cualquier pensamiento
peligroso… Todas estas costumbres antidemocráticas estaban
ausentes de Atenas, donde la libertad era total, según los relatos de
la época. Por otro lado, no existían sociedades secretas en Atenas;
todo el que quería podía exponer libremente sus opiniones; cuando
durante alguna época esas sociedades secretas existieron en Atenas,
era quizás para hacer veraz la afirmación de Tucídides de que “en un
sistema democrático solo sus enemigos necesitan de sociedades
secretas”. Por ejemplo, era sentir común en Atenas que el máximo
de crítica y libertad de expresión era el teatro.]
Críticas atenienses al poder regio absoluto y a los políticos en general. La crítica
a los dioses antropomorfos del Olimpo.
Pág.220/221: Estas costumbres aldeanas hicieron
que los griegos posthoméricos desconfiaran del
poder regio, y del gobierno centralizado; y hasta en
Troya se hizo evidente este hecho. La mística de la
realeza no encajaba bien ni con su provincialismo
ni con su ínsito respeto de sí mismos: los griegos
valoraban la astucia intelectual de un Odiseo no
menos que el coraje juvenil de un Aquiles, y si bien
rendían culto a los dioses no alentaron nunca, lo
mismo que sus rivales persas, la noción de que el
gobernante pudiera ser un dios. Agamenón
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reprocha a Clitemnestra por su efusividad servil en
el lenguaje: "Como a hombre no como a un dios,
hónrame". La ilusión de divinidad en el gobernante
fue un producto de su decadencia cívica… [las
pretensiones de “un rey divino” solo retornarían con
Alejandro]
Los griegos no solo desecharon las pretensiones más
supersticiosas de la realeza, haciendo que sus jefes
dependieran del apoyo popular y reduciéndolos a
dimensiones humanas, sino que sus dioses están
representados como si fueran de la misma constitución
física que las figuras humanas, como en el friso del
Partenón, o bien como criaturas ligeramente más grandes
pero igualmente moldeadas. Hacia el siglo quinto, hasta
hicieron a sus dioses un poquito ridículos, cuando no
despreciables, al insistir en sus debilidades eróticas y sus
rivalidades amorosas.
La pobreza (no la miseria) en Atenas. La opulencia no es una condición
para el progreso. Platón pretende devolver la justicia de la
aristocracia aldeana a la ciudad “fastuosa”, pero Atenas tenía poco
de opulenta en lo material. Sin embargo era una ciudad libre.
Pág.223: Así, la más alta cultura del mundo antiguo, la de
Atenas, llegó a su culminación en lo que, desde el punto de
vista del urbanismo y de la higiene, era una municipalidad
deplorablemente atrasada. Las variadas instalaciones
sanitarias de que Ur y Harappa se enorgullecían dos mil
años antes, apenas existían en forma de vestigios en la
Atenas del siglo V. Hasta los tiempos helenísticos, las calles
de cualquier ciudad griega eran poco más que callejones; y
muchos de estas callejones sólo eran pasajes de no mucho
más de un metro de ancho. Restos y basuras se acumulaban
en los suburbios de la ciudad, invitando a las enfermedades
y multiplicando las víctimas de la peste. La imagen de la
"ciudad medieval", clisé que en buena medida es falso y que
aún aceptan muchas personas que deberían estar mejor
enteradas, sería, en realidad, una imagen fiel de muchas de
las ciudades en desarrollo de la Grecia de los siglos VI y V,
en particular en Ática y en el Peloponeso. Por cierto se
aplica con mucha más justicia a estas ciudades que a
muchas poblaciones de la Europa occidental en el siglo XIII
de la era cristiana.
El cambio cuantitativo de aldea a ciudad produce un cambio cualitativo al que
no podían hacer frente las infraestructuras de la aldea, aunque pocas ciudades
tenían entonces más de diez mil habitantes. En su mayor apogeo, s. V, Atenas
apenas llegaba a 100.000. Por eso Aristóteles recomienda medidas de higiene e
infraestructuras para ello.
Pág. 224: Mientras la ciudad griega siguió siendo pequeña,
este primitivo modo de vida rural no fue necesariamente
pestífero ni amenazador para la salud: el sol es un
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antiséptico eficaz, la tierra abierta constituye una
acumulación de abono que es aceptable, y los cerdos y
perros comen la carroña con entusiasmo. Pero abundan los
datos que nos indican que todo género de suciedades se
acumulaba en los límites de la ciudad; en estos basurales
del municipio eran abandonados, en Atenas, los recién
nacidos no deseados, para que murieran allí. Nada tiene de
asombroso, pues, que Aristóteles, en su Política,
recomendara el nombramiento de inspectores oficiales de
higiene, quienes ejercerían un control de la basura de la
ciudad; pues el cambio cuantitativo de aldea a ciudad había
producido un cambio cualitativo al que no podían hacer
frente ni la naturaleza ni las viejas costumbres aldeanas.
El paso de la aldea a la polis. Objetivo de la polis: una vida mejor, en
todos los órdenes, no solo el económico, aunque el proceso tome
como nombre sinecismo, unión de economías. Otro objetivo es el
repudio de la guerra, el pacifismo: no construyeron murallas hasta
después de la invasión persa:
Pág.226: El paso de la aldea a la polis, el lugar donde las
personas se reúnen no solo por nacimiento y hábito sino
conscientemente en busca de una vida mejor, tiene lugar
ante nuestros ojos en Grecia. Debió haber muchos centros
potenciales donde el poder del señor y la aristocracia feudal
se habían debilitado y donde, parecería, el odio de los
aldeanos a la guerra, recordado con tanta amargura por
Hesíodo, sería trasladado a la constitución y a las prácticas
diarias de la ciudad.
Ciertamente, la aldea griega sólo pedía que se la dejara
tranquila en su medio autónomo: no quería conquistar ni
ser conquistada. ¿Podía la ciudad florecer - podía incluso
existir - en los mismos términos? El hecho de que Atenas, lo
mismo que muchas otras ciudades no construyera murallas
que la rodearan por entero hasta después de la primera
invasión persa, muestra que los centros urbanos, en las
condiciones que subsistieron hasta el siglo V, tenían cierto
sentido de seguridad interna. [Recuérdese la libertad de
opinión, etc., al contrario que Esparta] y la primitiva
ausencia de murallas puede explicar precisamente esas
cualidades humanas que, en un principio, distinguieron a
las ciudades egeas de las del Cercano Oriente, a saber, su
libertad y su falta de prejuicios.
Limitaciones de la polis:
Pág. 226/227: Pero, obsérvese, de la aldea procedían
ciertos rasgos negativos: el aislamiento, los celos, la
suspicacia frente al extranjero, el provincialismo, o
sea, la faz más oscura de la confianza en sí mismo y
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de la autosuficiencia. Con excesiva facilidad, esta
independencia se convertía en pugnacidad, en
oposición por el gusto de oponerse. Incluso dentro
de la ciudad podía haber tenido un efecto
anarquizante; y no sin motivo Aristófanes dedicó
una comedia entera a vapulear sin piedad a los
atenienses por su afición excesiva al litigio
[recuérdese la aparición de los sofistas o la crítica
de Dürrenmatt en Proceso por la sombra de un
burro].
Este
aislacionismo
aldeano
queda
ejemplificado clásicamente por el hecho de que las
ciudades griegas, a pesar de los esfuerzos de Delfos,
no llegaron nunca a tener un calendario común.
Incluso comenzaban sus años en fechas diferentes.
La coexistencia de los ciudadanos con las nuevas profesiones que demandaba la
vida:
Pág.228: Un último rasgo tenía su origen en las aldeas. Sin
duda que del campesino, y no sólo de la aristocracia
terrateniente, salió la desconfianza frente al comerciante, al
banquero, al intermediario comercial, al prestamista de
dinero y al tenedor de hipotecas; de hecho, frente a toda la
gente de negocios que, a fin de extender el comercio y
promover la riqueza, estaba creando la nueva economía
monetaria, tan hostil a los antiguos hábitos rurales y la vieja
escasez ática.
Estos comerciantes y banqueros, respaldados por
manufactureros y artesanos, fueron los nuevos
organizadores de la ciudad; después del siglo VI, pusieron
en peligro el poder de los aristócratas y de los guerreros del
comienzo. Pero el problema de la incorporación de estos
nuevos grupos comerciales a la comunidad, poniéndolos
activamente a su servicio y atribuyéndoles responsabilidad,
no preocupó nunca seriamente a los grandes espíritus de
Grecia.
Instituciones básicas de la ciudad. El papel de Olimpia, Delfos y Cos.
Pág.229: Como órgano de cultura, la ciudad griega llegó a su
madurez en el siglo V, antes de haber alcanzado una rica
organización de la forma física, excepto en la Acrópolis…
Pausanias, observador tardío de las ciudades griegas,
desechó una ciudad de los focenses, diciendo que
apenas merecía ser llamada ciudad porque carecía
de oficinas de gobierno, de gimnasio, teatro,
mercado y cañerías de agua. En su opinión, estos
edificios y estas instalaciones eran los elementos
que diferenciaban una ciudad de un mero
amontonamiento de casas de aldea.
El teatro. Institución clave en Atenas. El lugar privilegiado de la libertad de
expresión y lugar de participación del pueblo en forma de coro.
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Pág. 230: En cuanto al teatro, también este existía en forma
embrionaria en los ritos de fertilidad de la aldea, celebrados
para la primavera y la cosecha: el piso circular de la era se
convirtió en el escenario del nuevo teatro y los propios
aldeanos, separados de los protagonistas como coro, ya no
eran actores, pero todavía eran demasiado activos y
locuaces para que se les llamara simples espectadores.
Nace la razón dominante. El paso del mito al logos. La eclosión de la
razón, la conciencia de uno mismo, milagro griego: un paso
fundamental en el trayecto hacia la autonomía personal.
Pág. 231: La mente, con una recién adquirida conciencia de
sí misma y de sus poderes, se entrega a la contemplación de
su propia imagen; y la sonrisa de las estatuas griegas, que
con demasiada ligereza es dejada de lado como una
convención arcaica, puede, en verdad, revelar esta confianza
e iluminación interiores. Por tosca que fuera la vida de
aldea en la base de la ciudad, quien trepara a las acrópolis
vería, en las cortantes laderas de la montaña y en el ciclo
luminoso, el reflejo de un espíritu que se había convertido
en la medida de todas las cosas, juzgando las viejas
costumbres y las viejas leyes con una regla independiente,
abierta a la razón. Los dioses tenían ahora que satisfacer
normas humanas.
Como resultado de esta trasformación, durante uno o
dos siglos, la polis griega, en particular Atenas, se
convirtió en un símbolo de todo cuanto era
auténticamente humano. La misma vida natural
resultó ser más maravillosa, con sus limitaciones
medidas, que las insolentes exaltaciones y las
confusiones de la fantasía mitológica. Ser humano
era ser más divino que los antiguos dioses. ¿Qué
fuerzas llevaron a cabo esta trasformación?
La explicación más fácil de la cultura urbana helénica seria
aquella que identificó sus vivaces aciertos con sus principios
democráticos, oponiendo la polis a las grandes
capitales hipertrofiadas de los despotismos
orientales.
Olimpia, Delfos, Cos. (los juegos, el templo, la medicina).
Pág. 232: Para dar con el secreto propio de la ciudad griega
es necesario apartar la mirada de los centros más grandes. Y
si se quisiera resumir en tres nombres lo que diferenció
decisivamente la cultura urbana griega de la de sus
predecesores, se podría decir simplemente: Olimpia, Delfos,
Coso La contribución de estos centros es lo que elevó a tanta
altura la capacidad de realización del hombre.
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Pág.232/233: Lo que el trasporte y el intercambio de
mercaderías había echo para estimular la vida cotidiana de
la ciudad mesopotámica, las visitas personales a Olimpia,
Delfos o Cos lo hicieron en cuanto al desarrollo religioso,
político, literario y atlético de los griegos. La primera era la
sede de los juegos olímpicos; la segunda encerraba el altar
principal y el oráculo sagrado de Apolo, la única gran
inf1uencia unificadora civil y religiosa, comparable en esto
con el Vaticano en relación con los países católicos; en tanto
que la tercera era un gran centro de curación, donde un
nuevo grupo de médicos, los precursores y sucesores de
Hipócrates (460-375) antes de Jesucristo) procuraban curar
las enfermedades y promover la salud mediante una
comprensión racional de la naturaleza. De estos tres centros
fluían corrientes de energía vital, trasmitidas por peregrinos
y participantes, quienes viajaban a pie y por barco; una
energía vital que llevó a todas las ciudades griegas un
verdadero torrente de ideas, y normas de vida unificadoras
y autotrascendentes.
La herencia de Atenas a la posteridad viene degradada por la influencia de
Esparta. En el año 386, La paz del Rey: el dominio de Esparta significó la
imposibilidad de la federación de ciudades, bajo la tesis de que cada ciudad
debía ser libre:
Pág. 246/247: El concepto más amplio de una política
urbana federal, el cual hubiera rectificado las fallas tanto del
aislamiento urbano como de la política imperialista y la
expansión cultural, nunca tuvo una carrera bastante
prolongada como para crear una pauta radicalmente nueva
de vida cívica. La guerra arrastró nuevamente a la polis al
sistema más regresivo de las primeras ciudades centradas
en su rey; y, finalmente, sólo dejó un vestigio de su
independencia y autonomía. De modo que como refugiados
conquistados, súbditos y esclavos, y no como ciudadanos
libres, trasmitieron los griegos las lecciones de Olimpia,
Delfos y Cos al resto del mundo.
Proceso de laicización. El culto a los dioses será sustituido por el culto a la polis.
La oración fúnebre de Pericles que relata Tucídides es un culto a sí mismo y a la
polis. (págs. 247-250)
La verdadera fuerza de la polis griega:
Pág. 253: No fueron las perfecciones acabadas de la época
que siguió a Pericles sino las potencialidades inconclusas
del período entre Solón y Pericles lo que hizo a Atenas tan
grande, es decir, ese momento fecundo en el que los
edificios no habían pasado a ocupar el lugar de los hombres.
Entonces un espíritu de improvisación y creación brillantes
influyó sobre todas las funciones urbanas.
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Por sus grandes templos y monumentos, la ciudad griega no
era única. Karnak y Heliópolis, Babilonia y Nínive, sin lugar
a dudas, también podían decir lo suyo al respecto. La
verdadera fuerza de la ciudad griega era de otro
orden. Consistía en no ser demasiado chica ni
demasiado grande, demasiado rica ni demasiado
pobre; y de este modo impedía que la personalidad
humana fuera disminuida por sus propios
productos colectivos, en tanto que utilizaba
cabalmente todos los agentes urbanos de
cooperación y comunión. Nunca ciudad alguna, por
grande que fuera, albergó y estimuló a semejante
multitud de personalidades creadoras coma las que
se congregaron en Atenas quizá durante un siglo.
Este es el hecho más importante al respecto; pero si nos
faltaran los documentos escritos, las piedras de Atenas no
contarían la historia.
Una de las causas de la ruina de Atenas. En tiempo de Solón,
trabajar no era ningún oprobio. Al final, triunfa Heródoto: trabajar
es una deshonra, como en España en el siglo XVIII (La deshonra
legal del trabajo). La exclusión de los metecos de la ciudadanía, al
igual que la industria y el comercio estaban excluidos de la
educación griega, de la paideía. (Pág. 268)
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