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PRESENTACION DEL LIBRO: MARXISMO, ANTROPOLOGIA E HISTORIA (Y FILOSOFIA)
(Coordinador: Miguel Ángel Adame)
Jesús Antonio Machuca
Hoy tenemos el gusto de presentar el libro: Marxismo, Antropología e Historia y Filosofía que
coordina Miguel Ángel Adame Cerón. Se trata de un texto que abarca una diversidad de
problemáticas, temas y aspectos en torno del Marxismo y la Antropología. Y desde luego, como lo
dice el título, también de la Historia y la Filosofía. En éste se abordan cuestiones tan variadas como
las que se refieren a las principales vertientes antropológicas, la caracterización de las sociedades
precapitalistas, los derroteros de la etnohistoria, la antropología del trabajo y de lo político; las
identidades y la comunicación; la diversidad cultural y la lucha de clases, la construcción de la
subjetividad, la dialéctica y la dialógica, las revoluciones y la antropología marxista del siglo XXI.
Se trata, se podría decir de varios libros en uno. Y es además un libro con muchas voces
escritas Tantas como los temas que desarrolla cada uno de sus 24 autores. Pero además, no
debería omitirse la presencia de quienes habiendo participado en el evento que dio lugar a este
libro, también participaron de forma destacada, con otras aportaciones.
Un libro como el que coordina Miguel Ángel Adame, debería considerarse como un hito en la
trayectoria no sólo de la publicación y la organización de Encuentros, sino de la producción
académica que da cuenta de la fructífera e importante relación entre antropología y marxismo.
Asimismo, debido a que son realmente muy pocas las ocasiones en las que se ha hecho un balance
de las aportaciones del marxismo a la antropología y viceversa en un contexto no dogmático o de
demonización, sino de libre debate de las ideas.
El libro que hoy presentamos, es un ambicioso compendio de trabajos que, como decíamos
abordan distintos aspectos del marxismo, ese extenso este campo de la teoría social (como le
llama Peter Burke) ineludible para la antropología y la etnología. Especialmente en una etapa,
como en la que transitamos, en que las corrientes de la derecha, del capitalismo neoliberal han
tomado todos los espacios de la vida social y privada.
Dada la amplitud del mismo, no podríamos abarcar su contenido en esta presentación, así
que, sin demérito del conjunto de trabajos, sólo podremos por razones de tiempo, hacer una
referencia muy breve de algunos.
El libro consta de cuatro partes: una primera trata de los fundamentos reproductivos,
culturales e históricos; la segunda sobre el capitalismo contemporáneo y revolución; la tercera,
sobre subjetividades y filosofías; y la cuarta sobre Dialéctica, teorías y balances.
Miguel Ángel Adame menciona en la Presentación la situación derechizante socioeconómica
y político-cultural, que prevalece y las corrientes y modelos desencantados, cínicos y
mediatizadores que se han abierto camino. En efecto, alarma el hecho de que se haya pretendido
desplazar por su obsolescencia a una teoría de gran capacidad interpretativa como ha sido el
marxismo, precisamente en el momento en el que recrudecen los efectos de por sí devastadores
del capitalismo: protofascistas, antiecológicos y antihumanos que, como señala Miguel Angel
Adame, están llevando al planeta y a la humanidad casi al borde de la extinción. No es exagerado
decir esto, ahora que fallecen aproximadamente 2000 personas de hambre al día en países como
Somalia por causas que tiene que ver con las políticas del capitalismo mundial.
Tiene razón Miguel Ángel Adame cuando dice que, todavía está por hacerse un balance
profundo, serio y documentado de los significados, limitaciones y avances de los marxismos de la
época dorada en el mundo académico e intelectual en relación a la antropología, la historia y la
filosofía en México y a nivel internacional.
Quiero añadir: hace falta hacer el balance y la apreciación de lo que el marxismo representa y
puede aportar aún, ante los retos de la época presente.
Debido a que, una presentación tiene como objetivo el de recomendar e invitar a la lectura
de un texto, no me explayaré en la exposición del contenido de los trabajos reunidos en este libro,
ya que tomaría mucho tiempo y sería redundante. Voy a hacer mención sólo de algunos aspectos
en los –numerosos de ellos- que me parecen relevantes y de interés.
Inicialmente, Miguel Ángel Adame nos conduce por lo que vienen a ser las vertientes
dicotómicas de la cultura en las que se ve jalonada la antropología, desde las polaridades de
cultura y civilización, así como entre ilustrados y contrailustrados. Buscando una noción de cultura
que desde una perspectiva marxista, se finque en la reproducción social, la praxis y la semiosis.
Juan Ortega Reyna, a su vez, se refiere a la reconstrucción del concepto de comunidad en la
obra de Marx (particularmente en los Grundrisse) en relación con el papel del dinero. Esta
relación, constituye un aspecto original, que recuerda los estudios sobre el fetichismo de la
mercancía desde una perspectiva antropológica. Más adelante, Mario Ortega Olivares, analiza la
importancia de las sociedades precapitalistas en el marxismo de Rosa Luxemburgo. Aunque
sostiene que Luxemburgo predijo un desplome automático de la sociedad de mercado y que se
derrumbaría espontáneamente. Lo que no deja de desconcertarnos, sabiendo que Rosa
Luxemburgo se habría destacado precisamente por ser adversaria de la teoría del “derrumbe” (de
Plejanov y otros) y el fatalismo histórico, haciendo énfasis (en sus trabajos sobre la huelga general
de masas) en el papel decisivo que juegan los actores sociales y no las fuerzas impersonales. Toda
su vida, hasta su muerte fue una demostración de esa convicción. Resulta de particular interés la
alusión, si bien apenas esbozada del papel inédito que le toca desempeñar al ámbito de los países
socialistas y su disolución, como mercado potencial del capitalismo, en la lógica de la prognosis
luexemburgista del papel del medio no capitalista en la acumulación del capital
En otro orden temático, se hace referencia a la importancia de la antropología económica de Karl
Polanyi y la obra John Murra y su concepto de “archipiélago vertical” y su método comparativo
para el análisis de la etnohistoria de los países andinos y Mesoamérica.
Paula Moreno retoma un tema largo tiempo abandonado, como es el de la polémica sobre la
transición de los modos de producción, en particular del feudalismo al capitalismo, a la luz de los
planteamientos de Fernand Braudel, quien se ocupó también de la historia de la cultura material.
Victoria Gabriela Alvarado analiza la cultura del trabajo partiendo de Lenin y Gramsci,
dirigiéndose luego al planteamiento de E.W. Thompson, quien aludía a la clase social como una
“formación cultural”. Considera el tema de la cultura obrera precisando un concepto de cultura
como un proceso de producción, transmisión y apropiación de significados en contextos históricos
y sociales específicos, considerando la eficacia simbólica del trabajo, así como la eficacia laboral de
la cultura. Y añade que la cultura no sólo es un significado producido para ser descifrado, sino
también un instrumento de intervención sobre el mundo y un dispositivo de poder. (ojo: la
cencerrada)
Se aborda también el tema de los sindicatos desde la perspectiva de la antropología del
trabajo. Es el caso del ensayo de Sergio Sánchez Díaz, quien analiza las tendencias optimista y
pesimista de los sindicatos, así como el tipo de sindicalismo propositivo y ciudadano, como en
Brasil. O el radical como es el caso de la CNTE en México. Considera que está todavía por verse
cuál de las tendencias se impondrá en América Latina.
Donovan Adrián Hernández, aborda el tema de la guerra civil y la revolución en Marx.
Menciona cómo una cruzada de posturas mediáticas, culturales, académicas y políticas, ha
decretado la muerte del marxismo, sin derecho de réplica. Veredicto facilitado por la política de
gueto de una ortodoxia autoinmunizada, como también se ha autoinmunizado a su vez el
capitalismo ante la crítica de Marx. Menciona que Claude Lefort plantea dos visiones de la historia
en Marx: una, como la historia de las luchas de clases y las contradicciones entre el capital y el
trabajo, y otra como un proceso gobernado por leyes irreductibles, regulares y precisas (en los
Grundrisse). El autor sostiene que una postura distinta es la que se encuentra en el 18 Brumario
de Luis Bonaparte y la Guerra Civil en Francia y que existe de hecho una antropología de lo político
en el pensamiento de Marx. Desde luego, este un campo muy rico para el análisis antropológico.
El tema de los medios de comunicación masiva y su vínculo con la transformación de las
identidades lo vemos en el escrito de Ricardo Ramos Gutiérrez, quien una vez que constata que,
las identidades se organizan cada vez menos en torno a símbolos nacionales y se forman a partir
de modelos de consumo propuestos por la industria cultural, pondera la influencia creciente de la
televisión y el internet en los jóvenes.
Desde otra perspectiva, Emanuel Rodríguez hace una revisión crítica del tema del Estado, los
partidos políticos y la democracia liberal desde una visión marxista. Y Armando Bartra trata de los
campesindios y reivindica el aspecto de la revolución simbólica que ha representado en países
como Bolivia lo indígena campesino. Plantea que ha habido una debacle del determinismo
histórico unilineal y providencialista. Un mito ideológico compartido por los creyentes del telos del
progreso. Ese proceso ha ido unido a la crítica de la modernidad en autores como Alain Touraine y
Cornelius Castoriadis (la idea de que la historia es razón y ésta se realiza). Por otra parte, para el
marxismo auténtico las clases no son adscripciones fatales, ni efecto automático del modo de
producir, sino del resultado de la práctica histórica de colectividades y del accionar de
subjetividades. Aparecen en escena los movimientos transclasistas: resistencias al orden
patriarcal, al ecocidio y la erosión del mundo campesino. El riesgo está en que el énfasis en las
subjetividades y protagonismos locales haga borrosas a las clases y otros actores históricos y
globales, agentes de gran calado. Armando hace un recuento sorprendente de las características
de la marginalidad histórica y social adjudicada a los campesinos, como los motivos de su exclusión
en el panorama del protagonismo en ese terreno. Y a través de esto acaba por reivindicar al
campesino como un sujeto colectivo de primera división. También da cuenta de todo lo que el
mundo campesino permea culturalmente lo que se da en las ciudades, así como su papel de
reintroducir la importancia de la fuerza del pasado y del mito en los movimientos y luchas sociales
del presente siglo.
Miguel Ángel Adame, desarrolla el importante tema del concepto y las concepciones de
revolución y en concreto el caso de la Revolución Mexicana. Alude a la idea de revolución como un
mito de la modernidad. Revisa tres concepciones de la revolución social: la de los estructuralfuncionalistas; la de los neoevolucionistas y la de los marxistas. También revisa algunas
interpretaciones de la Revolución Mexicana: de Armando Bartra, Enrique Semo; Arnaldo Córdoba,
Cipriano Flores, Carlos Aguirre y Adolfo Gilly. Finalmente, alude a los distintos momentos (vidas de
la revolución) en que diversos aspectos de la Revolución han sido abandonados y los que aún
persisten en la conciencia colectiva de los sectores populares. También hay otra aportación del
autor, junto con Antonio García Estrada en este mismo volumen, en relación con la ciencia y
método dialéctico de investigación.
Otro tema es el de las subjetividades. Mauricio González, alude a la construcción de la
subjetividad capitalista, tomando como antecedente los planteamientos de Freud y Lacan; María
Antonieta González, aborda la subjetividad y la intersubjetividad femenina como parte de la
identidad popular, conformada a través de las representaciones ideológicas sobre la femineidad.
Así como la noción de hombre, clase social y el difícil concepto de etnia que aborda Ma. Antonieta
Julián Pérez. Así como la reflexión crítica sobre dialéctica o dialógica de Pedro Rodríguez Ruíz
analiza críticamente los planteamientos de Edgar Morin y sostiene que el paradigma de la
complejidad ha significado de la instrumentalización teórica-metodológica y política que ha
servido a esta última fase de expansión capitalista global.
Están también trabajos como el ensayo de interpretación del análisis estructural-funcional
materialista del profesor César Huerta Ríos, quien aclara que el análisis funcional solamente
orienta la investigación en forma heurística y que, sin el marco del materialismo histórico, la
ciencia antropológica persistirá, pero manteniendo una anémica existencia. En varios de los
trabajos se analiza a la obra y reconocen las aportaciones de autores como Louis Althusser (Jorge
Eduardo Suárez) y de forma especial de Bolívar Echeverría (Jesús Trinidad Carrasco) y Enrique
Dussel.
En el artículo de Ramón Espinoza Contreras, el autor hace un recorrido histórico del
marxismo hasta nuestros días, aludiendo no sólo a la barbarie del capitalismo sino la que ha sido
también la del propio y llamado “socialismo real” y se refiere a las trasnformaciones de los años
1989 y 1990 como una revolución. En una antropología marxista en el siglo XXI, José Luis Izquieta
Etulain nos da una clara explicación histórica de la inserción teórica de la relación entre marxismo
y antropología. El planteamiento referido al surgimiento de la antropología postmoderna hace
pensar, que la exclusión que se hizo del marxismo en el medio académico, se relaciona
directamente con el rechazo de considerar a la antropología como una ciencia y de la propia ida
de objetividad. El autor plantea que para seguir a Marx se debe seguir una lógica conjuntiva y
sintética, abiertos a la reformulación e incorporación de nuevas categorías y marcos, no disyuntiva
y antitética. Los hallazgos del marxismo son enormes, pero no se puede explicar todo a través de
esta teoría. Propone optar por un seguimiento crítico y creativo de lo que viene a ser todavía una
obra en construcción.
Los trabajos presentados en este libro son polémicos, trátese de la caracterización del
campesindio de Armando Bartra y su crítica del leninismo; la introducción del tema de la
diferencia sexual, insoslayable ya en el análisis marxista (que presenta María Antonieta González)
o el supuesto funcionalismo existente en el seno del marxismo y la antropología marxista francesa
a la que alude David Lagunas en su interesante artículo sobre la naturaleza ambigua de las
relaciones entre antropología y marxismo, donde también se refiere a que el excesivo énfasis
marxista en la clase social obscurece realidades de las sociedades en que no existen clases sociales
y en las cuales la religión, el parentesco o la etnicidad proveen de relaciones más fuertes y
duraderas. Así como al sostener que el marxismo como referencia teórica de organización del
mundo y su futuro está en quiebra por la pretensión de identificar la causalidad tecno-económica
como el oráculo al cual preguntar el futuro de la humanidad.
Para terminar, me permito una reflexión final. Primeramente, hay claros e importantes
indicadores para desarrollar el análisis de las diferencias entre la antropología marxista y la
postmoderna, así como con respecto de la antropología de la complejidad. Es preciso, más que
nunca, contar con un medio para pensar y entender lo que es en su complejidad la sociedad
actual, debido especialmente a una paradoja trágica que es: la desilusión con respecto a la
suficiencia y la producción se sentido inherente al papel de las teorías (como modernas
cosmovisiones) en la idea de que se les consideraba como núcleos también de realidad y de que
este desvanecimiento (por el que Gianni Vattimo alude a éstas como metafísica y se considera a la
teoría en el mejor de los casos como una “caja de herramientas” de elementos facultativos) y se
haya producido esto precisamente en la medida en que el capitalismo, lejos de desaparecer, se ha
desbordado dejando sentir sus peores consecuencias y ha desarrollado sus contradicciones con un
alcance mayor de lo previsto al grado de colocar el futuro de la humanidad en entredicho. Su
nuevo aspecto, es el de presentarse como sustentable y como un nuevo estadio en el que
prevalece la democracia, el ordenamiento jurídico mundial (de seguridad, de mercado mundial, de
derechos humanos, de salud, cultura, medio ambiente, etc.) así como la promoción de la
diversidad y la gobernanza.
Por ello es que, más que nunca, se requiere de instrumentos de análisis para desenmascarar
las apariencias. Especialmente ahora que hay procesos que han quedado detenidos, como la
investigación en la línea de la teoría de la ideología, una de cuyas rutas –desde el psicoanálisisavanzó desde el concepto de lo simbólico y lo imaginario, pero se detuvo con el cambio de
escenario de los planteamientos postmodernos. O la que se refiere al problema del fundamento
del concepto de valor, repensado desde la llamada “sociedad del conocimiento”.
Curiosamente, una gran parte de las nuevas aportaciones y los emplazamientos críticos de la
antropología crítica, enriquecen sobremanera los planteamientos originales del marxismo, al
grado de que sería imposible colocarnos en el emplazamiento de un modo de conocer, digamos
como el que se dio a mediados del siglo XX. Por poner un ejemplo, no se podría prescindir ya de
una perspectiva biocultural de los problemas sociales; concebir de forma recursiva la relación
entre mundo objetivo y la subjetividad; superar una interpretación evolucionista de la sucesión de
los modos de producción y sobrepasar la unilateral manera de concebir la relación entre base
económica y superestructura; de hecho, no tomar la metáfora como literal aseveración científica.
O bien no reconocer al campesinado como un actor social clasista fundamental. Sin embargo
hacer esto, nos remite a reconocer necesariamente la validez y las aportaciones de otros
enfoques, (digamos como los de G. Simmel, W. Sombart, M.Weber), eclipsadas y desacreditadas a
partir de la crítica de otros aspectos de sus teorías.
Sin embargo, no parece haberse hecho aún el diagnóstico y balance de lo que viene a ser un
parteaguas cognoscitivo, en lo que representan los nuevos fenómenos de la mundialización y las
contradicciones del capitalismo en el ámbito civilizatorio y de la propia modernidad, habiendo
llegado a un punto de inflexión a partir del cual se repliega sobre sí misma, como resultado de sus
propias consecuencias. Y desde luego, el hecho de que, más allá de la credulidad utópica, se
descubra en las formas de vida de los pueblos, el fundamento de alternativas de civilización
deseables y susceptibles de reivindicación.
Las aportaciones desde la teoría y la investigación antropológica, tendrán mucho qué decir
en ese sentido. La publicación de este libro será muy útil en el esfuerzo de reorganizar y resituar el
estudio y la investigación en un campo que no es sólo una corriente de la antropología, sino quizá,
y lo más seguro, la única manera en que, desde la teoría antropológica se puede hacer frente a los
abrumadores desafíos del mundo capitalista contemporáneo.