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Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Económicas Seminario internacional sobre Globalización, conocimiento y desarrollo 15 a 17 de marzo de 2006 México, D.F. Punto 6. Los aspectos socio-económicos e institucionales de la economía del conocimiento. Activos intangibles, costos de transacción, rentas tecnológicas, propiedad intelectual, brecha digital y aprendizaje social. Yann Moulier Boutang Profesor de Economía UTC (Universidad de Tecnología de Compiègne, Francia) y Centro de Economía de la Sorbona, UMR CNRS Universidad París 1) [email protected] ¿Qué vínculo entre financiarización y capitalismo cognitivo? La gobernanza de los intangibles Introducción El programa de investigación sobre capitalismo cognitivo, así como la conocida teoría de la “economía basada en el conocimiento” (Foray, Lundvall) subraya el rol predominante de las ciencias, el conocimiento, el aprendizaje en la construcción del valor económico. Sin embargo, este programa agrega varios puntos más, que se apartan claramente de la corriente principal. Toma prestado de la teoría evolucionista la importancia de tomar en cuenta el conocimiento tácito. Con la Escuela de la Regulación Francesa, siguiendo la vieja economía institucional (Veblen, Commons, Kerr), mantiene que las instituciones son necesarias para cualquier régimen estable de capitalismo, incluyendo las transformaciones del capitalismo que han tenido lugar desde la primera crisis del petróleo en 1973-1975. Esta ponencia apunta a dos puntos principales. Primero, examina el marco tradicional en el cual la globalización es presentada y explicada desde el punto de vista de las finanzas. La así llamada globalización de la economía (y particularmente de las firmas) apunta a los efectos del poder de las finanzas sobre la producción y la asignación de capital. Estos efectos generalmente son pensados como siendo fundamentalmente positivos en el marco principal, mientras que los economistas políticos radicales o no convencionales mantienen en general que estos efectos son negativos. Sin embargo, se puede observar cierta revisión en ambos bandos: serias dudas han sido planteadas sobre la eficiencia presupuesta y la optimista visión sobre la globalización en marcha. Recientemente, un severo criticismo sobre la desviación y los catastróficos efectos de las políticas neoliberales como la desregulación, quienes sustentaban las dictaduras, siguiendo a Enron, bankrupcies de Parmalat se ha extendido entre los pertenecientes al sistema bancario (el reciente libro de P. Artus es muy ilustrativo al respecto). Estaremos pronto frente a un acuerdo entre el criticismo opositor radical y los adeptos? Esta ponencia trata de evidenciar ciertos límites de la crítica de los puntos de vista opositores sobre globalización como el simplemente poder negativo de las finanzas. Nuestro principal criticismo subraya la falta de una forma satisfactoria y completa de interrelación de las finanzas con las transformaciones del valor, la producción, la organización, la división del trabajo, las tecnologías de la información y la comunicación y la revolución digital. En una segunda parte de la ponencia, proponemos otra hipótesis y punto de vista sobre la globalización financiera. Finanzas y gobernanza (sea a nivel de una corporación o a un nivel macro) son vistas como el mismo síntoma de las transformaciones que han ocurrido entre la esfera no financiera y no monetaria del capitalismo, pero también como una herramienta funcional de gobernanza de una economía. En tal economía, los intangibles por un lado y las externalidades por otro, están jugando un rol creciente e inevitable. Unos y otros amenazan y vuelven así obsoletos los arreglos institucionales y la regulación del capitalismo industrial, tangible y fordista, sin haber encontrado todavía un régimen estable. I. La presentación clásica de la mundialización como financiarización y sus límites La mundialización no expresa solamente la idea de extensión espacial, de internacionalización de la producción, sino también dos otros elementos que nos conducen a la moneda y a las finanzas: a) La modificación de las relaciones entre la deuda de los Estados y las colocaciones bursátiles, el poder de los Estados de bloquear selectivamente los flujos de capitales, de separar los flujos de inversión directa de los flujos de colocaciones (inversión de cartera, sino también colocaciones especulativas contra el riesgo de cambio sobre los productos derivados en particular) se han encontrado severamente limitados. La mundialización pues no se ha manifestado solamente como la realización de un mercado financiero casi perfecto a escala planetaria después de lo cual corría en vano la teoría ortodoxa desde Walras, sino que se ha traducido en una crisis de la soberanía monetaria de los Estados. Los Estados del Sur originados de la descolonización habían conocido este fenómeno desde hace mucho tiempo (por ejemplo la gourde haitiana estaba arrimada al dólar), pero economías reputadas como semi-desarrolladas e importantes en el comercio mundial (Argentina) se han arrimado al dólar para responder a la fuga de capitales. El resultado de la gobernanza de la moneda mundo dólar y de las tasas de interés por fluctuaciones de una amplitud inhabitual, ha tenido tres consecuencias: a) la creación de un mecanismo que previene automáticamente y muy eficazmente a los países endeudados de volver a cuestionar el pago, salvo a riesgo, independientemente de negociación de Estado a Estado ya que la deuda privada se ha vuelto preponderante, de ver su monto duplicarse o triplicarse en algunos días; b) la segunda consecuencia es que los Estados de los NPI emergentes cuando no tenían el tamaño imperial (India y China), y habían abierto sus economías a los flujos financieros extranjeros tales como Corea, Taiwán, Tailandia y Malasia no han conocido simplemente una crisis de la balanza de pagos, sino reestructuraciones drásticas de su organización económica interna y una recesión muy severa (Stiglitz) que permitió un desplazamiento del reparto del valor agregado en detrimento de los salarios; el ejemplo mexicano muestra a qué punto la política de cambio se ha vuelto el componente más eficaz de una moderación salarial; c) la tercera consecuencia ha sido la búsqueda por los Estados Nación de la construcción de zonas que les permitan ponerse al abrigo de las fluctuaciones violentas y erráticas de las tasas de cambio y de las tasas de interés. Así nació el sistema monetario europeo (SME) seguido del Euro, mientras que Japón elaboraba el proyecto de una zona Yen que fue abandonado, pero que resurge en relación con el Won coreano y el Yuan chino, que los países del Cono Sur (esencialmente Brasil y Argentina) buscan imitar y que los países árabes productores de petróleo piensan imitar al evitar que se les pague en dólares. El declive de la soberanía monetaria del Banco Central Europeo (BCE) emerge cuando los otras instituciones de un poder federal europeo son mucho más débiles. b) La globalización (término al cual recurre el idioma inglés para describir la mundialización) se caracteriza, desde luego, por una no selectividad monetaria, pero también por una hiperselectividad financiera de parte de los inversores que han adquirido medios robustos para conocer los resultados de las empresas remodelando las reglas contables según las normas anglo-sajonas y que mantienen una posibilidad de desprenderse rápidamente (rol de los Fondos de colocaciones). Lo que afecta evidentemente la gobernanza de la firma. Esta última se vuelve un activo financiero como cualquiera cuya propiedad es o debe ser transferible para ser evaluable en bolsa. Las fronteras de la propiedad patrimonial de las empresas ya no coinciden con la de los arreglos técnicos y materiales. La financiación desplaza así el reparto de poder; también la que dotaba a los asalariados de un empleador único, identificable, que la que había prevalecido con la revolución gerencial. El desquite de los accionistas sólo puede operarse si la especificidad del activo industrial desaparece y el único elemento que se toma en cuenta es el valor actual de la empresa y una esperanza de rendimiento de la inversión superior al rendimiento de una colocación financiera pura (préstamo). La globalización traduce la aplicación sistemática de lo que los microeconomistas llaman el costo de oportunidad. Con una diferencia: la medida de este costo de oportunidad era parcial, local y fuertemente heterogénea, de modo que no tenía ningún interés operacional. Con un mercado financiero a escala mundial y procesos de tanteo walrasiano que explican el ratio muy elevado de idas y venidas de los capitales con respecto a las inversiones directas, la norma de rentabilidad financiera precede la tradicional secuencia fordista (productos concebidos por los ingenieros y demanda anticipada, el financiamiento sólo interviniendo al final para cerrar). En adelante, la elección de actividades se vuelven cada vez más secundaria con respecto a la rentabilidad esperada del sector, de la empresa escogida. Las consecuencias de esta mundialización es que las finanzas se vuelven hegemónicas; con una precarización a la vez del asalariado, de la empresa, del establecimiento y del jefe de empresa. Varios autores (R. Passet, F. Chesnais, F. Lordon, M. Aglietta et A. Orléan, M. Aglietta et Reybérioux) han descrito la racionalidad de las derivas de esta “financiarización” de la economía. El corto plazo, la desaparición de política industrial coherente, la disolución del Estado benefactor, las deslocalizaciones permanentes, la inestabilidad de los capitales son entonces analizadas como efectos de la reorganización financiera cuyo correlato en las políticas económicas es la primacía de la estabilidad de los precios, el monetarismo, el peso creciente de la renta pagada a los accionistas. Esto se traduce por la emergencia de instituciones nuevas que tienen un peso preponderante en la orientación de las inversiones y en la vigilancia de la buena gobernanza de las empresas, de las políticas de los Estados, de las reglas implementadas por la OMC, préstamos públicos (Banco Mundial, FMI). Los límites de la descripción de la mundialización como un régimen de financiarización o de patrimonialización de la economía Si la tesis de la financiarización de la economía como característica dominante de la transformación comenzada en 1971, ha permitido describir fenómenos regulares, comprender numerosos mecanismos, su poder explicativo nos parece no obstante más limitado. Ella provoca, en efecto, varias críticas. La primera crítica que se puede formular en su contra trata del sentido del vínculo que establece entre la economía monetaria de financiamiento (lo que se llama de manera discutible economía “real” en la corriente principal), y las transformaciones productivas. Este vínculo hace de la financiarización el último ratio y transformaciones de la producción de valor económico de las consecuencias derivadas. Sin entrar en la discusión estéril de la gallina y el huevo de Colombo, es necesario plantear también la cuestión inversa: ¿cuáles son las transformaciones productivas que han conducido a este desplazamiento sistemático hacia la esfera financiera? Por ejemplo ¿por qué el régimen de Bretton Woods ha sido abandonado? ¿Por qué ha sido elegido finalmente un régimen de cambio flexible, aun después de que este último hubo demostrado una peligrosa inestabilidad (en particular después de la crisis mexicana de 1982) y de que la reanudación incansable de este mismo método hubo provocado varias crisis severas? R. Mundell había mostrado así que, de un punto de vista estrictamente lógico, la vuelta a regímenes de cambio fijo parecían una opción completamente abordable. ¿Por qué sólo se obtiene la posibilidad de comparar la rentabilidad de las inversiones al precio de fluctuaciones erráticas de las tasas de interés y de las tasas de cambio que necesitan la implementación de instituciones y de dispositivos de observación costosos? ¿Qué quiere decir la persistencia de las fluctuaciones del precio de los activos financieros, combinado con correlativos brutales por minicrisis financieras? Una vez establecidos los mercados financieros casi perfectos, ampliamente secundados por las TIC ¿no se debería ir a la vez hacia una reducción de la amplitud de las fluctuaciones a medida que los conocimientos se vuelven cada vez más sofisticados? ¿y hacia una asignación óptima de los recursos? Esta crisis es hasta ahí formal; se limita a reclamar un desarrollo (sea cual sea, por ejemplo en el seno de la teoría de la regulación, o bien en el seno de una teoría keynesiana) de la secuencia: Transformaciones productivas Financiarización de la economía Es asombroso que en la mayor parte de los autores que han analizado la financiarización, no se encuentre ningún análisis específico de la transformación sustancial de las modalidades y del régimen de acumulación cuya crisis sólo es la forma tanto en términos de política sectorial, de política industrial como de crecimiento. El análisis del fordismo y luego de un posfordismo caracterizado por una diferenciación de “trayectorias nacionales” sigue siendo la tela de fondo. Si el fordismo tuviera una unidad, la multiplicación de las trayectorias nacionales (P. Petit, R. Boyer) hace difícilmente lisible el posfordismo. Entonces la mundialización financiera es a menudo presentada como la explicación: flexibilidad y neoliberalismo parecen dos caras de una misma medalla que sólo ella llega a encastrar arreglos institucionales que juegan sea un rol puramente funcional con respecto a las exigencias de rentabilidad financiera, sea el rol de barrera exógena a la esfera económica (posición polanyiana). El problema es que la mundialización financiera que describe correctamente ciertos mecanismos no puede ser l’explicans sino l’explicandi. La forma financiera, que representa (F. Braudel y Marx están de acuerdo en eso) la quintaesencia del poder del capitalismo debe ser relacionada con transformaciones reales del conjunto de la acumulación y en particular de la cadena de formación de la riqueza que sólo llega a la formación del valor a través de la inclusión de la moneda y de las finanzas. El principal límite de los análisis posfordistas es, en nuestra opinión al hecho de que suponen siempre que es en una economía fordista que se han operado la “distorsión” y la “deriva financiera”. En ningún momento es evocada la posibilidad de que transformaciones, distorsiones hayan afectado el régimen fordista antes de la financiarización y que las transformaciones del régimen monetario y financiero hayan sido una respuesta y una manera de superar y de gobernar esta inestabilidad. Sin duda, los análisis de la patrimonialización de la economía (en particular la que ha formulado M. Aglietta en una nota para la Fundación Saint-Simon) intenta integrar los efectos de riqueza real y de repartición de los agentes económicos: el bloqueo del método keynesiano para imponer la eutanasia a los rentistas (inflación, tasa de interés negativa en régimen de cambio fijo) que había servido a contener los aumentos de salario en los límites del crecimiento de la productividad, ha sucumbido a comienzo de los años 1970. Las contrarrevoluciones thacheriana y reaganiana han llegado a hacer de parte importante de la población asalariada (entre 10 y 35%) no sólo propietarios de activos mobiliarios cuya valor del momento determinada a la canasta electrónica de la Bolsa, ya no sirve solamente el motivo de precaución ante una incertidumbre creciente, sino que constituye la doble palanca de una capacidad de endeudamiento de los hogares, y de acceso de las empresas a una fuente de financiamiento de las empresas mucho más interesante que los préstamos bancarios difícilmente desvalorizables y regidos por tasas de interés positivas (C. Marazzi). Hay que agregar el rol creciente de los fondos de pensión que, a diferencia de los sistemas estáticos de financiamiento de las jubilaciones por repartición, deben obtener los ingresos futuros de los capitales que les son “confiados” sometiendo todo recurso inmovilizado y ya no solamente los recursos que entran en el flujo productivo, a un cálculo de rentabilidad. La patrimonialización de la economía se traduce por una globalización del cálculo de rentabilidad del capital y el establecimiento de una liquidabilidad permanente de lo que la empresa o las colectividades públicas consideraban como intangibles, o activos movilizables a muy largo plazo (entonces nunca para el cálculo económico de los agentes). Si los defensores del análisis patrimonial paradojalmente han ubicado bien transformaciones de la relación salarial! (no es indiferente que la proliferación de los fondos de pensión haya sido máxima en Estados Unidos, donde la instauración de un sistema general de protección social de tipo euro-continental no se había establecido), sólo ven las transformaciones del sistema productivo bajo el ángulo de la deformación, de la desviación. Una desviación subjetivamente perversa (falta de ética que debería paliar una judicialización por introducción de una responsabilidad judicial de los jefes de empresas, de los gestores de fondos, de los gabinetes de consultores); una deriva objetivamente perversa de las exigencias de la lógica financiera con la cual convendría romper por una verdadera “democratización” de las instituciones financieras (a menudo defendida bajo la forma de un control parlamentario de las autoridades monetarias (Banco Central) y de las grandes organizaciones financieras internacionales. Los fondos de pensión, la privatización, la desregulación, la globalización de la exigencia de un nivel de rentabilidad financiera determinado a escala planetaria traducen sin duda un cambio de las relaciones de fuerza entre salariado nacional y poder de elaborar reglas de acumulación y de repartición a escala transnacional o imperial, pero esos fenómenos no son en nada empalmados en esos análisis con las transformaciones de la producción de mercancías y a la formación de riqueza. La riqueza producida por la financiarización depende de una forma inteligente y nueva de renta sobre beneficio referido al zócalo industrial fordiano o al capitalismo industrial. No es posible pues limitarse a leer las transformaciones substanciales del capitalismo como efectos de la esfera monetaria y financiera. Nosotros pensamos que hay que articular el régimen de financiarización con transformaciones productivas como sus consecuencias y como una respuesta. Dicho de otro modo, la teoría de la financiarización y de la patrimonialización de la economía, supone haber cambiado previamente de marco de análisis y producido una teoría del sistema de acumulación (asociación, de un modo de producción y de un tipo de acumulación, B. Paulré, 2004). Se ha reprochado a los defensores del programa de investigación del capitalismo cognitivo de no integrar la esfera financiera a su análisis, más que la del Estado y de la repartición. Es exacto que no hemos comenzado por la esfera financiera. Pero la razón de este orden se debe a los límites de los análisis (examinados arriba) que proceden de manera inversa. Estos no llegan nunca a la esfera de la producción. En la parte siguiente de esta ponencia intentamos, partiendo de la hipótesis del capitalismo cognitivo, llegar a la financiarización de la economía. II. Financiarización y capitalismo cognitivo El capitalismo industrial puede ser caracterizado por el hecho de que la acumulación se apoya en lo esencial de las máquinas y de la organización del trabajo abordada, en este contexto, como la organización de la producción y la asignación de los trabajadores a puestos en empresas estrictamente separadas del resto de la sociedad y del espacio donde actúan por límites jurídicos y reglas contables diferentes de las que rigen la esfera no mercantil de la sociedad. El capitalismo cognitivo es otro sistema de acumulación en el cual la acumulación se apoya en el conocimiento y la creatividad, es decir, en formas de inversión donde lo inmaterial juega un rol predominante. En un sistema de acumulación de tipo cognitivo, la captación de ganancias obtenidas de los conocimientos y de las innovaciones es el asunto central de la acumulación y juega un rol determinante en la formación de los beneficios. La cuestión de los derechos de propiedad, el lugar en las redes, las alianzas, la gestión de los proyectos son factores institucionales y organizacionales principales. Planteamos la hipótesis de que es la emergencia en el seno del capitalismo industrial de régimen fordista, del capitalismo cognitivo que ha vuelto el régimen financiero y monetario propio del modelo fordista totalmente inoperante o desestabilizador. Producción flexible y financiarización, para la escuela de pensamiento del capitalismo cognitivo, estás subordinadas a la obtención de una innovación permanente (sustancia del valor) y de una reacción y tentativa de superar una crisis de relaciones de ejecución de los derechos de propiedad (condición y forma de la captación de valor). Las transformaciones del rol de la moneda y de las finanzas en las economías deber ser leídas, en este marco, como la manifestación de una nueva gobernabilidad (Foucault, Lecciones en el Colegio de Francia de 1978 y 1979) o de gobernanza si nos referimos a la tradición anglosajona de los problemas engendrados por la mutación del capitalismo en capitalismo cognitivo. Estas transformaciones financieras, modificando las modalidades y el tipo de acumulación, buscan controlar algo que ya no puede ser controlado por el régimen fordista: el nuevo perfil del trabajo colectivo a escala colectiva (crecimiento endógeno), el territorio productivo de la innovación que desborda sistemáticamente los límites de la empresa al exterior (P. Veltz) y que hace estallar la contabilización de la firma con los problemas de identificación de los inmateriales (del problema de la inscripción de los stock-opciones al pasivo, al de la evaluación del good will (A. Rebiscoul, 2006) para desembocar más generalmente en la cuestión de la inadecuación de las reglas de la contabilidad de empresa hecha para la acumulación de capital material (hardware) en empresas son el problema es acumular (retener) el capital inmaterial que constituye el recurso humano bajo su doble forma (trabajo vivo o wetware y la red cooperativa o netware). Enumeraremos ahora algunos campos donde la norma mercantil y salarial se traduce en una financiarización creciente porque busca grabar las transformaciones del modo de producción y a gobernar sus efectos. Las transformaciones del mercado laboral: el trabajo para-subordinado El ascenso de la economía inmaterial provoca una dificultad global: la imputación de la productividad a factores de producción aislables y que pueden ser retribuidos individualmente (R. Passet). Los conocimientos nuevos y los productos innovadores son el fruto de una combinación compleja (colectivo de trabajo, red, desarrollo de la sociedad en su conjunto). La remuneración “factorial” o “individual” en el seno de la empresa se vuelve difícil. Ella choca contra dificultades de implementación, pero sobretodo, es rápidamente arbitraria y desincitativa para salariados a quienes se pide en toda la literatura gerencial conservar una posición de autonomía, de aprendizaje y de iniciativa y de apropiación de las TIC (competencias versus calificación u oficio). La forma del asalariado clásico se vuelve poco propicia a una gestión incitativa y jerárquica vertical. El personal de encuadramiento (desde el agente de control hasta el jefe de equipo, desde el subintendente del trabajo al director de recursos humanos) ven su posición cuestionada o por redefinir completamente. La desalarización formal y la reconstrucción de trabajadores independientes de segunda generación hace desaparecer estas funciones de control. Es directamente el mercado y el monto del saldo deudor del asalariado o del trabajador autónomo o independiente de un nuevo género (Fumagalli, Bologna, Corsani) que sirven de tutor de la intensidad del esfuerzo y de su calidad. La norma mercantil se reinserta directamente en el trabajo parasubordinado (A. Supiot) mientras que a cambio de su vínculo de subordinación y de su renunciación a reclamar su parte de beneficios de los resultados de la empresa, el asalariado había sido librado (parcialmente o casi totalmente en el caso del empleo de por vida) de una dependencia directa de los avatares del mercado y del riesgo que recaía sobre el empleador y el accionario. La precariedad de los contratos (ya sean cortos hasta una sucesión de contrato de duración determinada de uso para los Intermitentes del espectáculo, o de tres a cinco años para proyectos industriales (Informe Virville) constituye a la vez una posibilidad de reintroducir una contabilidad globalizada, por periodos y al mismo tiempo una disciplina (de respeto de los sobres previstos sean cuales sean los avatares del trabajo y de su implementación). La producción de sí, su formación y son empleo vía la patrimonialization Hemos visto que el consumo de hogares asalariados y su protección social habían sido globalizados y financiarizados. Pero el efecto más notable de la life-time value, y por tanto de la evaluación de lo que vale una vida humana en función de su grado de calificación y de capacidad de insertarse en el ciclo productivo del capitalismo cognitivo, es promover una nueva “pastoral” del individuo (M. Foucault), desplazando las fronteras de la responsabilidad. El individuo se vuelve un capital humano cuya legitimidad es reconocida en adelante bajo la forma de una retribución global, socializada por instituciones que prestan a los estudiantes seleccionándolos, que es independiente de la asignación a un empleo determinado. El endeudamiento del individuo que devuelve su formación se vuelve el medio de mantenerlo en el mercado de trabajo, en el trabajo dependiente o semidependiente y de evitar su fuga fuera del asalariado o para-salariado. Las finanzas como gobernanza de las externalidades La producción y la gestión de conocimientos nuevos por medio de conocimientos, la producción de lo viviente por medio de lo viviente como lo llamamos o “del hombre por el hombre” (como lo llama R. Boyer) movilizan los saberes no codificados (implícitos) o no codificables. La parte más compleja y más productiva del conocimiento par oposición al simple manejo pertinente de información o de bases de datos se vuelve su contextualización (E. Rullani) así como la movilización de los afectos singularizados. Tal producción de la cooperación y no ya solamente de la coordinación objetiva moviliza también la inserción de los individuos en redes e interdependencias múltiples. Algunas de esas interacciones dependen de mercados cada vez más complejos y segmentados, otros de un reconocimiento por el poder público que las endogeneiza en el cálculo económico financiándolas por medio del impuesto, otros finalmente no son incorporados en el cálculo económico de los agentes privados ni del sector no mercantil. Se puede entonces formular la hipótesis de que le mercantilización de lo viviente, del medio ambiente, de los conocimientos (patentización de los programas, del genoma), la expansión creciente de las marcas (Naomi Klein), son directamente vinculadas a ese rol creciente de las externalidades tanto positivas como negativas en la evolución del convención contable (tanto público como privado), en la transformación de los derechos de propiedad que corresponde a la transformación del modo de producción y que constituye el sistema de acumulación. El rol privilegiado de las finanzas, se refiere a que ellas permiten a la vez identificar las externalidades (sea elaborar la lista de ellas o sea para endogeneizarlas, disminuirlas, sea para gobernarlas del exterior sin absorberlas, manteniéndolas pues como externalidades, lo que quiere decir cantidades considerables de trabajo gratuito (nueva forma de captación de la innovación sin tener que soportar los costos de reproducción de las condiciones de emergencia) (Y. Moulier Boutang, 1997). Esta cuestión aparece en particular en la reforma de la contabilidad pública francesa bajo la forma de la reforma de la LOLF. La cuestión de la acción pública en una economía cada vez más confrontada al problema de financiar lo inmaterial es medir, imputar los resultados de su acción. La globalización, la exposición en el tiempo de la ley de orientación financiera traduce una crisis de la imputación por capítulos y puestos con una definición rígida. La aplicación bastante mecánica de la contabilidad analítica al territorio traduce la voluntad de comprender los nuevos circuitos de formación de externalidades positivas, su agotamiento por depredación por parte de los agentes privados, y de llegar a limitar la explosión, reconociendo el rol productivo. Tal cuestión está desembocando en un reexamen de los activos del Estado y en la voluntad de tomar en cuenta los “inmateriales” del Estado (véase la misión confiada a la Inspección General de las Finanzas por el Ministro francés de la economía en la primavera 2006). La cuestión de lo inmaterial y su consideración en la empresa Mientras que las políticas económicas públicas se preocupan de las externalidades vinculadas a la constitución, a la preservación o al fortalecimiento de los equipamientos de los territorios innovadores, la contabilidad privada registra en sus escándalos (Enron, Parmalat, Crédit Lyonnais) y en las reformas de sus convenciones, que la empresa se encuentra confrontada a problemas no menos apremiantes de evaluación. En el capitalismo cognitivo, el recurso fundamental, hegemónico en el proceso de trabajo, se refiere a la implicación, a la atención del trabajo vivo, así como a la cooperación de los cerebros (Lazzarato) vinculados por Internet por medio de la computadora personal. Ahora bien, el asalariado se ha construido a lo largo de los siglos XIX y XX a partir de la separación de una prestación definida por una organización del trabajo dictada por las máquinas, por un horario de trabajo definido, con la persona libre. La implicación en procesos cognitivos y cooperativos hace intervenir los afectos, el cerebro en su conjunto. La riqueza de la empresa, su potencial de innovación real corresponde cada vez menos a la convención contable que ha sido elaborada en dos siglos. La traducción de este desfase creciente se manifiesta en la aparición de la noción de good will. Este good will toma en cuenta a la vez lo que escapa a la contabilidad de los activos materiales e inmateriales codificados (carteras de patentes de la empresa) y reconoce la dificultad de evaluarlos, ya que es extremadamente volátil. Técnicamente, en su formación, corresponde a la opinión concordante de compradores / vendedores sobre un precio que excede el valor contable. Cuánto vale el conocimiento, el renombre de una firma, sus redes de clientes, proveedores, sus redes internas no institucionalizadas, y aún más difícil de evaluar, su potencial innovador si este último se encuentra ampliamente por fuera de su recinto geográfico y de su perímetro jurídico? En una firma fordiana, era el valor gastado en publicidad lo que se podía medir, el renombre de una firma (aunque este criterio sea imperfecto porque no garantiza absolutamente una equivalencia entre el monto del gasto publicitario y el resultado comercial). Esta oscilación de los precios entre valores astronómicos y valores casi nulos, es un factor de inestabilidad. En los sectores que producen bienes de conocimiento o bienes de información, esta inestabilidad que viene de una ausencia de acuerdo sobre los fundamentales tales como son establecidos de manera convergente sobre empresas de la vieja economía, acentúa el recurso a los mecanismos de evaluación y de toma de decisión tal como los mercados financieros han podido implementarlos a partir de la informatización de las Bolsas. Si el valor de los activos a evaluar es complejo e inestable; el inversor pedirá no ser comprometido de manera irreversible, poder descomprometerse muy rápidamente. La contradicción principal a la cual se encuentra enfrentado el capitalismo cognitivo: bienes comunes y apropiación privativa, los nuevos cercos El hecho de que los bienes más característicos del capitalismo cognitivo sean los bienes de información y los bienes de conocimiento acarrea un factor de incertidumbre intrínseca que no existía en el fordismo. La naturaleza de esos bienes (indivisibilidad, no rivalidad, no exclusión) los vuelve parecidos a los bienes públicos. Es una dificultad de tamaño; porque la apropiación privativa de tales bienes demuestra ser la excepción más que la regla. Por otra parte, la digitalización y las NTIC eliminan los principales obstáculos a una trasgresión de los derechos de propiedad. Pero la concentración monopolística que se ha instaurado en el sector de la comunicación, de las tecnologías de transmisión de la información y del conocimiento, autoriza precios discriminantes y beneficios sin medida común con la “vieja economía”. Las industrias de las NTIC han demostrado ser factores de inestabilidad tanto más fuerte, cuanto que los precios oscilan de precio de monopolio, a precio casi nulos (P. Aigrain, 2004). Hay pues en la producción de conocimiento o de bien de información, como en la de innovación en sectores culturales, de la moda, una incertidumbre fundamental que no tiene mucho que ver con la inestabilidad meteorológica de la construcción o de la agricultura. La formación de precio toma prestados los mecanismos que André Orléan ha sacado a la luz en la especulación financiera: los de la formación de una opinión común a los agentes. Esta opinión común declina bajo la forma de la “moda”, del “renombre”, del “sufragio universal democrático”, de “la audiencia” concebida “como parte del mercado publicitario” y más exactamente como “disponibilidad de la atención de una gran cantidad”. Hay pues una correspondencia fuerte entre la formación del valor de un bien cognitivo y la evaluación financiera de un activo bursátil. Lo que quiere decir que para la empresa, la formación de una opinión común de los accionistas, por medio de la comunicación o de auditoría, y la acumulación de “confianza” son variables determinantes ya que condicionan la capitalización bursátil, y por medio de ella, el monto de endeudamiento posible. Es más, se puede sostener que una de las principales actividades del capitalismo cognitivo es la producción de diferentes tipos de públicos, de las cuales el público bursátil no es el menor. Para ilustrar este punto, referámonos al análisis que Coriat, Orsi y Weinstein hacen del modelo de régimen de innovación basado en la ciencia (2003). El modelo de financiamiento de la ciencia fundamental americana por el poder público (centro de investigación universitaria, fundaciones sin objeto de lucro) ha sido reemplazado progresivamente a partir de 1980, en el campo de las biotecnologías por un régimen totalmente diferente. El Bayh-Dole Acto y el decreto Chakrabarty han autorizado en 1980 a las universidades a crear laboratorios privados que depositan patentes sobre lo viviente (sobre el genoma en particular). Esos laboratorios, que no realizan ningún beneficio, pues los descubrimientos terapéuticos a extraer de esas patentes no están aún disponibles, no podían ser introducidos en la Bolsa. El segundo mercado del Nasdaq ha levantado este obstáculo y los laboratorios han podido, comunicando que disponían de recursos cognitivos que serían indispensables a las terapias genéticas de enfermedades que afectan una clientela solvente considerable (enfermedades cerebrales degenerativas, obesidad, diabetes, etc.) levantar continuamente fondos aunque perdían varios millones de dólares por año. La formación de una opinión común sobre la utilidad de estas investigaciones, no sirve solamente para favorizar el voto de subvención por la representación parlamentaria (como en el caso de la NASA por ejemplo), sino también para levantar fondos por intermedio del mercado financiero. Este último se demuestra, a través de productos sofisticados de gestión de los patrimonios, el convertidor de opinión común en recursos de crédito. En el campo de la innovación, afectado por una muy grande incertidumbre sobre el éxito, las empresas privadas, así como el Estado, ya no asumen directamente el riesgo, sino que lo transfieren a los hogares gracias a la intermediación financiera. Exactamente como para la gestión de una parte de la protección social. Tal modelo de recurso a la financiarización tiene, no obstante, algunas consecuencias a cambio sobre la innovación y sobre el capitalismo cognitivo notables, subrayadas recientemente por Coriat. El estado de la ciencia (desciframiento del genoma compartido entre diferentes laboratorios en asociación entre ellos o competidores, particularmente con los laboratorios europeos) no es suficiente para asegurar a los inversores. Es necesaria una contraparte contable para esas empresas de lo inmaterial: es la toma de patentes que ha literalmente explotado en el periodo en este campo y el de los programas de computación, mientras que las tomas de patentes en los sectores tradicionales de la industria se mantenían estables. El endurecimiento americano al respecto de la propiedad intelectual en la OMC (acuerdos de Marakkech en 1995, luego acuerdos de Doha) deriva de ello lógicamente. Los conflictos sobre los límites de los derechos de propiedad se vuelven un elemento de la regulación crónica del capitalismo cognitivo y condicionan la viabilidad de los circuitos de financiamiento privados de la ciencia y de la innovación. Tal sistema funciona con una inestabilidad mucho más fuerte que los modos de financiamiento que se habían institucionalizado en el fordismo después de la gran crisis de 1929. Pero se puede notar que el Segundo Imperio y el capitalismo competitivo según la terminología de la escuela de la Regulación hasta los años 1930, ha conocido esas mismas fases de especulación bursátil intensa seguidas de pinchazo de las burbujas especulativas (escándalo de Panamá por ejemplo). Todo ocurre como si con la emergencia del capitalismo cognitivo, en ausencia de convención contable capaz de tomar en cuenta las externalidades y un grado de interdependencia y de socialización de los agentes económicos en la empresa y en los organismos de regulación económica, el único estabilizador utilizado fueran las finanzas con fases de expansión especulativa seguidas de crisis bursátil local o parcial. En conclusión: Hemos tratado de mostrar que la expansión de la mercantilización hacia esferas tales como la biosfera o la noosfera, así como la generalización de una gobernanza por financiarización de la economía, estaban fuertemente vinculadas a las características de un nuevo sistema y tipo de acumulación centrada en la innovación, la producción de bien de conocimiento. Queda por preguntarse si la financiarización como modo de gestión de la emergencia del capitalismo cognitivo no termina por volverse un obstáculo para su pleno desarrollo. Si volvemos al ejemplo analizado por Coriat et Alt., el de las biotecnologías, tal parece que ese sea el caso. El cercamiento o cierre del libre acceso de una parte fundamental de la ciencia se ha hecho dividiendo el secuenciación del genoma humano en diferentes pedazos. Para aplicaciones terapéuticas, es la expresión del gen lo que es crucial. Ahora bien, esta última sólo puede producirse en un entorno complejo que reúne el conjunto completo del genoma que ha sido dividido, distribuido en lotes que pertenecen a laboratorios que la competencia ya no incita a colaborar, porque los intereses financieros en juego ya no tienen mucho que ver con los asuntos de renombre. La división del trabajo científico según exigencias mercantiles y de depósito de patente, traba el descubrimiento y la innovación. Un fenómeno análogo es observado en el campo de las patentes de programas de computación. Si se quiere resumir, se formulara las cosas de la manera siguiente: la financiarización, al tratarse de bienes de conocimiento, parece en un primer momento que levanta los obstáculos que estos presentan a su transformación en bienes rivales, divisibles y excluyentes. Pero ella reclama, en la era digital, la creación de encerramientos por nuevos derechos de propiedad y de derecho de gestión digital. Esos nuevos encerramientos han hecho un efecto depresivo sobre la intensidad y la calidad de la innovación. Las estrategias alternativas consisten en recrear nuevos espacios públicos y a crear las condiciones de un acceso público y gratuito a bienes comunes digitales, a partir de un financiamiento por subvención (open archives). (Las referencias y notas no han sido incluidas en este borrador preliminar).