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Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Económicas
Seminario internacional sobre
Globalización, conocimiento y desarrollo
15 a 17 de marzo de 2006
México, D.F.
Punto 6. Los aspectos socio-económicos e institucionales de
la economía del conocimiento.
Activos intangibles, costos de transacción, rentas tecnológicas,
propiedad intelectual, brecha digital y aprendizaje social.
Yann Moulier Boutang
Profesor de Economía
UTC (Universidad de Tecnología de Compiègne, Francia) y
Centro de Economía de la Sorbona, UMR CNRS Universidad París 1)
[email protected]
¿Qué vínculo entre financiarización y capitalismo cognitivo?
La gobernanza de los intangibles
Introducción
El programa de investigación sobre capitalismo cognitivo, así como la
conocida teoría de la “economía basada en el conocimiento” (Foray,
Lundvall) subraya el rol predominante de las ciencias, el conocimiento,
el aprendizaje en la construcción del valor económico. Sin embargo, este
programa agrega varios puntos más, que se apartan claramente de la
corriente principal. Toma prestado de la teoría evolucionista la
importancia de tomar en cuenta el conocimiento tácito. Con la Escuela
de la Regulación Francesa, siguiendo la vieja economía institucional
(Veblen, Commons, Kerr), mantiene que las instituciones son necesarias
para cualquier régimen estable de capitalismo, incluyendo las
transformaciones del capitalismo que han tenido lugar desde la primera
crisis del petróleo en 1973-1975.
Esta ponencia apunta a dos puntos principales. Primero, examina el
marco tradicional en el cual la globalización es presentada y explicada
desde el punto de vista de las finanzas. La así llamada globalización de
la economía (y particularmente de las firmas) apunta a los efectos del
poder de las finanzas sobre la producción y la asignación de capital.
Estos efectos generalmente
son pensados como siendo
fundamentalmente positivos en el marco principal, mientras que los
economistas políticos radicales o no convencionales mantienen en
general que estos efectos son negativos. Sin embargo, se puede observar
cierta revisión en ambos bandos: serias dudas han sido planteadas sobre
la eficiencia presupuesta y la optimista visión sobre la globalización en
marcha. Recientemente, un severo criticismo sobre la desviación y los
catastróficos efectos de las políticas neoliberales como la desregulación,
quienes sustentaban las dictaduras, siguiendo a Enron, bankrupcies de
Parmalat se ha extendido entre los pertenecientes al sistema bancario (el
reciente libro de P. Artus es muy ilustrativo al respecto). Estaremos
pronto frente a un acuerdo entre el criticismo opositor radical y los
adeptos? Esta ponencia trata de evidenciar ciertos límites de la crítica de
los puntos de vista opositores sobre globalización como el simplemente
poder negativo de las finanzas.
Nuestro principal criticismo subraya la falta de una forma satisfactoria y
completa de interrelación de las finanzas con las transformaciones del
valor, la producción, la organización, la división del trabajo, las
tecnologías de la información y la comunicación y la revolución digital.
En una segunda parte de la ponencia, proponemos otra hipótesis y punto
de vista sobre la globalización financiera. Finanzas y gobernanza (sea a
nivel de una corporación o a un nivel macro) son vistas como el mismo
síntoma de las transformaciones que han ocurrido entre la esfera no
financiera y no monetaria del capitalismo, pero también como una
herramienta funcional de gobernanza de una economía. En tal economía,
los intangibles por un lado y las externalidades por otro, están jugando
un rol creciente e inevitable. Unos y otros amenazan y vuelven así
obsoletos los arreglos institucionales y la regulación del capitalismo
industrial, tangible y fordista, sin haber encontrado todavía un régimen
estable.
I.
La presentación clásica de la mundialización como
financiarización y sus límites
La mundialización no expresa solamente la idea de extensión espacial,
de internacionalización de la producción, sino también dos otros
elementos que nos conducen a la moneda y a las finanzas:
a) La modificación de las relaciones entre la deuda de los Estados
y las colocaciones bursátiles, el poder de los Estados de
bloquear selectivamente los flujos de capitales, de separar los
flujos de inversión directa de los flujos de colocaciones
(inversión de cartera, sino también colocaciones especulativas
contra el riesgo de cambio sobre los productos derivados en
particular) se han encontrado severamente limitados. La
mundialización pues no se ha manifestado solamente como la
realización de un mercado financiero casi perfecto a escala
planetaria después de lo cual corría en vano la teoría ortodoxa
desde Walras, sino que se ha traducido en una crisis de la
soberanía monetaria de los Estados. Los Estados del Sur
originados de la descolonización habían conocido este
fenómeno desde hace mucho tiempo (por ejemplo la gourde
haitiana estaba arrimada al dólar), pero economías reputadas
como semi-desarrolladas e importantes en el comercio mundial
(Argentina) se han arrimado al dólar para responder a la fuga de
capitales. El resultado de la gobernanza de la moneda mundo
dólar y de las tasas de interés por fluctuaciones de una amplitud
inhabitual, ha tenido tres consecuencias: a) la creación de un
mecanismo que previene automáticamente y muy eficazmente a
los países endeudados de volver a cuestionar el pago, salvo a
riesgo, independientemente de negociación de Estado a Estado
ya que la deuda privada se ha vuelto preponderante, de ver su
monto duplicarse o triplicarse en algunos días; b) la segunda
consecuencia es que los Estados de los NPI emergentes cuando
no tenían el tamaño imperial (India y China), y habían abierto
sus economías a los flujos financieros extranjeros tales como
Corea, Taiwán, Tailandia y Malasia no han conocido
simplemente una crisis de la balanza de pagos, sino
reestructuraciones drásticas de su organización económica
interna y una recesión muy severa (Stiglitz) que permitió un
desplazamiento del reparto del valor agregado en detrimento de
los salarios; el ejemplo mexicano muestra a qué punto la política
de cambio se ha vuelto el componente más eficaz de una
moderación salarial; c) la tercera consecuencia ha sido la
búsqueda por los Estados Nación de la construcción de zonas
que les permitan ponerse al abrigo de las fluctuaciones violentas
y erráticas de las tasas de cambio y de las tasas de interés. Así
nació el sistema monetario europeo (SME) seguido del Euro,
mientras que Japón elaboraba el proyecto de una zona Yen que
fue abandonado, pero que resurge en relación con el Won
coreano y el Yuan chino, que los países del Cono Sur
(esencialmente Brasil y Argentina) buscan imitar y que los
países árabes productores de petróleo piensan imitar al evitar
que se les pague en dólares. El declive de la soberanía monetaria
del Banco Central Europeo (BCE) emerge cuando los otras
instituciones de un poder federal europeo son mucho más
débiles.
b) La globalización (término al cual recurre el idioma inglés para
describir la mundialización) se caracteriza, desde luego, por una
no selectividad monetaria, pero también por una
hiperselectividad financiera de parte de los inversores que han
adquirido medios robustos para conocer los resultados de las
empresas remodelando las reglas contables según las normas
anglo-sajonas y que mantienen una posibilidad de desprenderse
rápidamente (rol de los Fondos de colocaciones). Lo que afecta
evidentemente la gobernanza de la firma. Esta última se vuelve
un activo financiero como cualquiera cuya propiedad es o debe
ser transferible para ser evaluable en bolsa. Las fronteras de la
propiedad patrimonial de las empresas ya no coinciden con la de
los arreglos técnicos y materiales. La financiación desplaza así
el reparto de poder; también la que dotaba a los asalariados de
un empleador único, identificable, que la que había prevalecido
con la revolución gerencial. El desquite de los accionistas sólo
puede operarse si la especificidad del activo industrial
desaparece y el único elemento que se toma en cuenta es el
valor actual de la empresa y una esperanza de rendimiento de la
inversión superior al rendimiento de una colocación financiera
pura (préstamo). La globalización traduce la aplicación
sistemática de lo que los microeconomistas llaman el costo de
oportunidad. Con una diferencia: la medida de este costo de
oportunidad era parcial, local y fuertemente heterogénea, de
modo que no tenía ningún interés operacional. Con un mercado
financiero a escala mundial y procesos de tanteo walrasiano que
explican el ratio muy elevado de idas y venidas de los capitales
con respecto a las inversiones directas, la norma de rentabilidad
financiera precede la tradicional secuencia fordista (productos
concebidos por los ingenieros y demanda anticipada, el
financiamiento sólo interviniendo al final para cerrar). En
adelante, la elección de actividades se vuelven cada vez más
secundaria con respecto a la rentabilidad esperada del sector, de
la empresa escogida.
Las consecuencias de esta mundialización es que las finanzas se vuelven
hegemónicas; con una precarización a la vez del asalariado, de la
empresa, del establecimiento y del jefe de empresa. Varios autores (R.
Passet, F. Chesnais, F. Lordon, M. Aglietta et A. Orléan, M. Aglietta et
Reybérioux) han descrito la racionalidad de las derivas de esta
“financiarización” de la economía. El corto plazo, la desaparición de
política industrial coherente, la disolución del Estado benefactor, las
deslocalizaciones permanentes, la inestabilidad de los capitales son
entonces analizadas como efectos de la reorganización financiera cuyo
correlato en las políticas económicas es la primacía de la estabilidad de
los precios, el monetarismo, el peso creciente de la renta pagada a los
accionistas. Esto se traduce por la emergencia de instituciones nuevas
que tienen un peso preponderante en la orientación de las inversiones y
en la vigilancia de la buena gobernanza de las empresas, de las políticas
de los Estados, de las reglas implementadas por la OMC, préstamos
públicos (Banco Mundial, FMI).
Los límites de la descripción de la mundialización como un régimen
de financiarización o de patrimonialización de la economía
Si la tesis de la financiarización de la economía como característica
dominante de la transformación comenzada en 1971, ha permitido
describir fenómenos regulares, comprender numerosos mecanismos, su
poder explicativo nos parece no obstante más limitado. Ella provoca, en
efecto, varias críticas.
La primera crítica que se puede formular en su contra trata del sentido
del vínculo que establece entre la economía monetaria de financiamiento
(lo que se llama de manera discutible economía “real” en la corriente
principal), y las transformaciones productivas. Este vínculo hace de la
financiarización el último ratio y transformaciones de la producción de
valor económico de las consecuencias derivadas.
Sin entrar en la discusión estéril de la gallina y el huevo de Colombo, es
necesario plantear también la cuestión inversa: ¿cuáles son las
transformaciones productivas que han conducido a este desplazamiento
sistemático hacia la esfera financiera? Por ejemplo ¿por qué el régimen
de Bretton Woods ha sido abandonado? ¿Por qué ha sido elegido
finalmente un régimen de cambio flexible, aun después de que este
último hubo demostrado una peligrosa inestabilidad (en particular
después de la crisis mexicana de 1982) y de que la reanudación
incansable de este mismo método hubo provocado varias crisis severas?
R. Mundell había mostrado así que, de un punto de vista estrictamente
lógico, la vuelta a regímenes de cambio fijo parecían una opción
completamente abordable. ¿Por qué sólo se obtiene la posibilidad de
comparar la rentabilidad de las inversiones al precio de fluctuaciones
erráticas de las tasas de interés y de las tasas de cambio que necesitan la
implementación de instituciones y de dispositivos de observación
costosos?
¿Qué quiere decir la persistencia de las fluctuaciones del precio de los
activos financieros, combinado con correlativos brutales por minicrisis
financieras? Una vez establecidos los mercados financieros casi
perfectos, ampliamente secundados por las TIC ¿no se debería ir a la vez
hacia una reducción de la amplitud de las fluctuaciones a medida que los
conocimientos se vuelven cada vez más sofisticados? ¿y hacia una
asignación óptima de los recursos?
Esta crisis es hasta ahí formal; se limita a reclamar un desarrollo (sea
cual sea, por ejemplo en el seno de la teoría de la regulación, o bien en el
seno de una teoría keynesiana) de la secuencia:
Transformaciones productivas
Financiarización de la economía
Es asombroso que en la mayor parte de los autores que han analizado la
financiarización, no se encuentre ningún análisis específico de la
transformación sustancial de las modalidades y del régimen de
acumulación cuya crisis sólo es la forma tanto en términos de política
sectorial, de política industrial como de crecimiento. El análisis del
fordismo y luego de un posfordismo caracterizado por una
diferenciación de “trayectorias nacionales” sigue siendo la tela de fondo.
Si el fordismo tuviera una unidad, la multiplicación de las trayectorias
nacionales (P. Petit, R. Boyer) hace difícilmente lisible el posfordismo.
Entonces la mundialización financiera es a menudo presentada como la
explicación: flexibilidad y neoliberalismo parecen dos caras de una
misma medalla que sólo ella llega a encastrar arreglos institucionales
que juegan sea un rol puramente funcional con respecto a las exigencias
de rentabilidad financiera, sea el rol de barrera exógena a la esfera
económica (posición polanyiana).
El problema es que la mundialización financiera que describe
correctamente ciertos mecanismos no puede ser l’explicans sino
l’explicandi. La forma financiera, que representa (F. Braudel y Marx
están de acuerdo en eso) la quintaesencia del poder del capitalismo debe
ser relacionada con transformaciones reales del conjunto de la
acumulación y en particular de la cadena de formación de la riqueza que
sólo llega a la formación del valor a través de la inclusión de la moneda
y de las finanzas.
El principal límite de los análisis posfordistas es, en nuestra opinión al
hecho de que suponen siempre que es en una economía fordista que se
han operado la “distorsión” y la “deriva financiera”. En ningún
momento es evocada la posibilidad de que transformaciones,
distorsiones hayan afectado el régimen fordista antes de la
financiarización y que las transformaciones del régimen monetario y
financiero hayan sido una respuesta y una manera de superar y de
gobernar esta inestabilidad.
Sin duda, los análisis de la patrimonialización de la economía (en
particular la que ha formulado M. Aglietta en una nota para la
Fundación Saint-Simon) intenta integrar los efectos de riqueza real y de
repartición de los agentes económicos: el bloqueo del método
keynesiano para imponer la eutanasia a los rentistas (inflación, tasa de
interés negativa en régimen de cambio fijo) que había servido a contener
los aumentos de salario en los límites del crecimiento de la
productividad, ha sucumbido a comienzo de los años 1970. Las
contrarrevoluciones thacheriana y reaganiana han llegado a hacer de
parte importante de la población asalariada (entre 10 y 35%) no sólo
propietarios de activos mobiliarios cuya valor del momento determinada
a la canasta electrónica de la Bolsa, ya no sirve solamente el motivo de
precaución ante una incertidumbre creciente, sino que constituye la
doble palanca de una capacidad de endeudamiento de los hogares, y de
acceso de las empresas a una fuente de financiamiento de las empresas
mucho más interesante que los préstamos bancarios difícilmente
desvalorizables y regidos por tasas de interés positivas (C. Marazzi).
Hay que agregar el rol creciente de los fondos de pensión que, a
diferencia de los sistemas estáticos de financiamiento de las jubilaciones
por repartición, deben obtener los ingresos futuros de los capitales que
les son “confiados” sometiendo todo recurso inmovilizado y ya no
solamente los recursos que entran en el flujo productivo, a un cálculo de
rentabilidad. La patrimonialización de la economía se traduce por una
globalización del cálculo de rentabilidad del capital y el establecimiento
de una liquidabilidad permanente de lo que la empresa o las
colectividades públicas consideraban como intangibles, o activos
movilizables a muy largo plazo (entonces nunca para el cálculo
económico de los agentes). Si los defensores del análisis patrimonial
paradojalmente han ubicado bien transformaciones de la relación
salarial! (no es indiferente que la proliferación de los fondos de pensión
haya sido máxima en Estados Unidos, donde la instauración de un
sistema general de protección social de tipo euro-continental no se había
establecido), sólo ven las transformaciones del sistema productivo bajo
el ángulo de la deformación, de la desviación. Una desviación
subjetivamente perversa (falta de ética que debería paliar una
judicialización por introducción de una responsabilidad judicial de los
jefes de empresas, de los gestores de fondos, de los gabinetes de
consultores); una deriva objetivamente perversa de las exigencias de la
lógica financiera con la cual convendría romper por una verdadera
“democratización” de las instituciones financieras (a menudo defendida
bajo la forma de un control parlamentario de las autoridades monetarias
(Banco Central) y de las grandes organizaciones financieras
internacionales. Los fondos de pensión, la privatización, la
desregulación, la globalización de la exigencia de un nivel de
rentabilidad financiera determinado a escala planetaria traducen sin duda
un cambio de las relaciones de fuerza entre salariado nacional y poder de
elaborar reglas de acumulación y de repartición a escala transnacional o
imperial, pero esos fenómenos no son en nada empalmados en esos
análisis con las transformaciones de la producción de mercancías y a la
formación de riqueza. La riqueza producida por la financiarización
depende de una forma inteligente y nueva de renta sobre beneficio
referido al zócalo industrial fordiano o al capitalismo industrial.
No es posible pues limitarse a leer las transformaciones substanciales del
capitalismo como efectos de la esfera monetaria y financiera.
Nosotros pensamos que hay que articular el régimen de financiarización
con transformaciones productivas como sus consecuencias y como una
respuesta. Dicho de otro modo, la teoría de la financiarización y de la
patrimonialización de la economía, supone haber cambiado previamente
de marco de análisis y producido una teoría del sistema de acumulación
(asociación, de un modo de producción y de un tipo de acumulación, B.
Paulré, 2004).
Se ha reprochado a los defensores del programa de investigación del
capitalismo cognitivo de no integrar la esfera financiera a su análisis,
más que la del Estado y de la repartición. Es exacto que no hemos
comenzado por la esfera financiera. Pero la razón de este orden se debe a
los límites de los análisis (examinados arriba) que proceden de manera
inversa. Estos no llegan nunca a la esfera de la producción.
En la parte siguiente de esta ponencia intentamos, partiendo de la
hipótesis del capitalismo cognitivo, llegar a la financiarización de la
economía.
II.
Financiarización y capitalismo cognitivo
El capitalismo industrial puede ser caracterizado por el hecho de que la
acumulación se apoya en lo esencial de las máquinas y de la
organización del trabajo abordada, en este contexto, como la
organización de la producción y la asignación de los trabajadores a
puestos en empresas estrictamente separadas del resto de la sociedad y
del espacio donde actúan por límites jurídicos y reglas contables
diferentes de las que rigen la esfera no mercantil de la sociedad.
El capitalismo cognitivo es otro sistema de acumulación en el cual la
acumulación se apoya en el conocimiento y la creatividad, es decir, en
formas de inversión donde lo inmaterial juega un rol predominante. En
un sistema de acumulación de tipo cognitivo, la captación de ganancias
obtenidas de los conocimientos y de las innovaciones es el asunto
central de la acumulación y juega un rol determinante en la formación de
los beneficios. La cuestión de los derechos de propiedad, el lugar en las
redes, las alianzas, la gestión de los proyectos son factores
institucionales y organizacionales principales.
Planteamos la hipótesis de que es la emergencia en el seno del
capitalismo industrial de régimen fordista, del capitalismo cognitivo que
ha vuelto el régimen financiero y monetario propio del modelo fordista
totalmente inoperante o desestabilizador. Producción flexible y
financiarización, para la escuela de pensamiento del capitalismo
cognitivo, estás subordinadas a la obtención de una innovación
permanente (sustancia del valor) y de una reacción y tentativa de superar
una crisis de relaciones de ejecución de los derechos de propiedad
(condición y forma de la captación de valor).
Las transformaciones del rol de la moneda y de las finanzas en las
economías deber ser leídas, en este marco, como la manifestación de una
nueva gobernabilidad (Foucault, Lecciones en el Colegio de Francia de
1978 y 1979) o de gobernanza si nos referimos a la tradición anglosajona de los problemas engendrados por la mutación del capitalismo en
capitalismo cognitivo.
Estas transformaciones financieras, modificando las modalidades y el
tipo de acumulación, buscan controlar algo que ya no puede ser
controlado por el régimen fordista: el nuevo perfil del trabajo colectivo a
escala colectiva (crecimiento endógeno), el territorio productivo de la
innovación que desborda sistemáticamente los límites de la empresa al
exterior (P. Veltz) y que hace estallar la contabilización de la firma con
los problemas de identificación de los inmateriales (del problema de la
inscripción de los stock-opciones al pasivo, al de la evaluación del good
will (A. Rebiscoul, 2006) para desembocar más generalmente en la
cuestión de la inadecuación de las reglas de la contabilidad de empresa
hecha para la acumulación de capital material (hardware) en empresas
son el problema es acumular (retener) el capital inmaterial que
constituye el recurso humano bajo su doble forma (trabajo vivo o
wetware y la red cooperativa o netware).
Enumeraremos ahora algunos campos donde la norma mercantil y
salarial se traduce en una financiarización creciente porque busca grabar
las transformaciones del modo de producción y a gobernar sus efectos.
Las transformaciones del mercado laboral:
el trabajo para-subordinado
El ascenso de la economía inmaterial provoca una dificultad global: la
imputación de la productividad a factores de producción aislables y que
pueden ser retribuidos individualmente (R. Passet).
Los conocimientos nuevos y los productos innovadores son el fruto de
una combinación compleja (colectivo de trabajo, red, desarrollo de la
sociedad en su conjunto). La remuneración “factorial” o “individual” en
el seno de la empresa se vuelve difícil. Ella choca contra dificultades de
implementación, pero sobretodo, es rápidamente arbitraria y
desincitativa para salariados a quienes se pide en toda la literatura
gerencial conservar una posición de autonomía, de aprendizaje y de
iniciativa y de apropiación de las TIC (competencias versus calificación
u oficio).
La forma del asalariado clásico se vuelve poco propicia a una gestión
incitativa y jerárquica vertical. El personal de encuadramiento (desde el
agente de control hasta el jefe de equipo, desde el subintendente del
trabajo al director de recursos humanos) ven su posición cuestionada o
por redefinir completamente. La desalarización formal y la
reconstrucción de trabajadores independientes de segunda generación
hace desaparecer estas funciones de control. Es directamente el mercado
y el monto del saldo deudor del asalariado o del trabajador autónomo o
independiente de un nuevo género (Fumagalli, Bologna, Corsani) que
sirven de tutor de la intensidad del esfuerzo y de su calidad.
La norma mercantil se reinserta directamente en el trabajo parasubordinado (A. Supiot) mientras que a cambio de su vínculo de
subordinación y de su renunciación a reclamar su parte de beneficios de
los resultados de la empresa, el asalariado había sido librado
(parcialmente o casi totalmente en el caso del empleo de por vida) de
una dependencia directa de los avatares del mercado y del riesgo que
recaía sobre el empleador y el accionario. La precariedad de los
contratos (ya sean cortos hasta una sucesión de contrato de duración
determinada de uso para los Intermitentes del espectáculo, o de tres a
cinco años para proyectos industriales (Informe Virville) constituye a la
vez una posibilidad de reintroducir una contabilidad globalizada, por
periodos y al mismo tiempo una disciplina (de respeto de los sobres
previstos sean cuales sean los avatares del trabajo y de su
implementación).
La producción de sí, su formación y son empleo vía la
patrimonialization
Hemos visto que el consumo de hogares asalariados y su protección
social habían sido globalizados y financiarizados. Pero el efecto más
notable de la life-time value, y por tanto de la evaluación de lo que vale
una vida humana en función de su grado de calificación y de capacidad
de insertarse en el ciclo productivo del capitalismo cognitivo, es
promover una nueva “pastoral” del individuo (M. Foucault),
desplazando las fronteras de la responsabilidad. El individuo se vuelve
un capital humano cuya legitimidad es reconocida en adelante bajo la
forma de una retribución global, socializada por instituciones que
prestan a los estudiantes seleccionándolos, que es independiente de la
asignación a un empleo determinado. El endeudamiento del individuo
que devuelve su formación se vuelve el medio de mantenerlo en el
mercado de trabajo, en el trabajo dependiente o semidependiente y de
evitar su fuga fuera del asalariado o para-salariado.
Las finanzas como gobernanza de las externalidades
La producción y la gestión de conocimientos nuevos por medio de
conocimientos, la producción de lo viviente por medio de lo viviente
como lo llamamos o “del hombre por el hombre” (como lo llama R.
Boyer) movilizan los saberes no codificados (implícitos) o no
codificables. La parte más compleja y más productiva del conocimiento
par oposición al simple manejo pertinente de información o de bases de
datos se vuelve su contextualización (E. Rullani) así como la
movilización de los afectos singularizados. Tal producción de la
cooperación y no ya solamente de la coordinación objetiva moviliza
también la inserción de los individuos en redes e interdependencias
múltiples. Algunas de esas interacciones dependen de mercados cada
vez más complejos y segmentados, otros de un reconocimiento por el
poder público que las endogeneiza en el cálculo económico
financiándolas por medio del impuesto, otros finalmente no son
incorporados en el cálculo económico de los agentes privados ni del
sector no mercantil.
Se puede entonces formular la hipótesis de que le mercantilización de lo
viviente, del medio ambiente, de los conocimientos (patentización de los
programas, del genoma), la expansión creciente de las marcas (Naomi
Klein), son directamente vinculadas a ese rol creciente de las
externalidades tanto positivas como negativas en la evolución del
convención contable (tanto público como privado), en la transformación
de los derechos de propiedad que corresponde a la transformación del
modo de producción y que constituye el sistema de acumulación.
El rol privilegiado de las finanzas, se refiere a que ellas permiten a la
vez identificar las externalidades (sea elaborar la lista de ellas o sea para
endogeneizarlas, disminuirlas, sea para gobernarlas del exterior sin
absorberlas, manteniéndolas pues como externalidades, lo que quiere
decir cantidades considerables de trabajo gratuito (nueva forma de
captación de la innovación sin tener que soportar los costos de
reproducción de las condiciones de emergencia) (Y. Moulier Boutang,
1997).
Esta cuestión aparece en particular en la reforma de la contabilidad
pública francesa bajo la forma de la reforma de la LOLF. La cuestión de
la acción pública en una economía cada vez más confrontada al
problema de financiar lo inmaterial es medir, imputar los resultados de
su acción. La globalización, la exposición en el tiempo de la ley de
orientación financiera traduce una crisis de la imputación por capítulos y
puestos con una definición rígida. La aplicación bastante mecánica de la
contabilidad analítica al territorio traduce la voluntad de comprender los
nuevos circuitos de formación de externalidades positivas, su
agotamiento por depredación por parte de los agentes privados, y de
llegar a limitar la explosión, reconociendo el rol productivo. Tal cuestión
está desembocando en un reexamen de los activos del Estado y en la
voluntad de tomar en cuenta los “inmateriales” del Estado (véase la
misión confiada a la Inspección General de las Finanzas por el Ministro
francés de la economía en la primavera 2006).
La cuestión de lo inmaterial y su consideración en la empresa
Mientras que las políticas económicas públicas se preocupan de las
externalidades vinculadas a la constitución, a la preservación o al
fortalecimiento de los equipamientos de los territorios innovadores, la
contabilidad privada registra en sus escándalos (Enron, Parmalat, Crédit
Lyonnais) y en las reformas de sus convenciones, que la empresa se
encuentra confrontada a problemas no menos apremiantes de
evaluación.
En el capitalismo cognitivo, el recurso fundamental, hegemónico en el
proceso de trabajo, se refiere a la implicación, a la atención del trabajo
vivo, así como a la cooperación de los cerebros (Lazzarato) vinculados
por Internet por medio de la computadora personal. Ahora bien, el
asalariado se ha construido a lo largo de los siglos XIX y XX a partir de
la separación de una prestación definida por una organización del trabajo
dictada por las máquinas, por un horario de trabajo definido, con la
persona libre. La implicación en procesos cognitivos y cooperativos
hace intervenir los afectos, el cerebro en su conjunto.
La riqueza de la empresa, su potencial de innovación real corresponde
cada vez menos a la convención contable que ha sido elaborada en dos
siglos.
La traducción de este desfase creciente se manifiesta en la aparición de
la noción de good will. Este good will toma en cuenta a la vez lo que
escapa a la contabilidad de los activos materiales e inmateriales
codificados (carteras de patentes de la empresa) y reconoce la dificultad
de evaluarlos, ya que es extremadamente volátil. Técnicamente, en su
formación, corresponde a la opinión concordante de compradores /
vendedores sobre un precio que excede el valor contable.
Cuánto vale el conocimiento, el renombre de una firma, sus redes de
clientes, proveedores, sus redes internas no institucionalizadas, y aún
más difícil de evaluar, su potencial innovador si este último se encuentra
ampliamente por fuera de su recinto geográfico y de su perímetro
jurídico? En una firma fordiana, era el valor gastado en publicidad lo
que se podía medir, el renombre de una firma (aunque este criterio sea
imperfecto porque no garantiza absolutamente una equivalencia entre el
monto del gasto publicitario y el resultado comercial). Esta oscilación de
los precios entre valores astronómicos y valores casi nulos, es un factor
de inestabilidad. En los sectores que producen bienes de conocimiento o
bienes de información, esta inestabilidad que viene de una ausencia de
acuerdo sobre los fundamentales tales como son establecidos de manera
convergente sobre empresas de la vieja economía, acentúa el recurso a
los mecanismos de evaluación y de toma de decisión tal como los
mercados financieros han podido implementarlos a partir de la
informatización de las Bolsas. Si el valor de los activos a evaluar es
complejo e inestable; el inversor pedirá no ser comprometido de manera
irreversible, poder descomprometerse muy rápidamente.
La contradicción principal a la cual
se encuentra enfrentado el capitalismo cognitivo:
bienes comunes y apropiación privativa, los nuevos cercos
El hecho de que los bienes más característicos del capitalismo cognitivo
sean los bienes de información y los bienes de conocimiento acarrea un
factor de incertidumbre intrínseca que no existía en el fordismo. La
naturaleza de esos bienes (indivisibilidad, no rivalidad, no exclusión) los
vuelve parecidos a los bienes públicos. Es una dificultad de tamaño;
porque la apropiación privativa de tales bienes demuestra ser la
excepción más que la regla. Por otra parte, la digitalización y las NTIC
eliminan los principales obstáculos a una trasgresión de los derechos de
propiedad. Pero la concentración monopolística que se ha instaurado en
el sector de la comunicación, de las tecnologías de transmisión de la
información y del conocimiento, autoriza precios discriminantes y
beneficios sin medida común con la “vieja economía”. Las industrias de
las NTIC han demostrado ser factores de inestabilidad tanto más fuerte,
cuanto que los precios oscilan de precio de monopolio, a precio casi
nulos (P. Aigrain, 2004).
Hay pues en la producción de conocimiento o de bien de información,
como en la de innovación en sectores culturales, de la moda, una
incertidumbre fundamental que no tiene mucho que ver con la
inestabilidad meteorológica de la construcción o de la agricultura. La
formación de precio toma prestados los mecanismos que André Orléan
ha sacado a la luz en la especulación financiera: los de la formación de
una opinión común a los agentes. Esta opinión común declina bajo la
forma de la “moda”, del “renombre”, del “sufragio universal
democrático”, de “la audiencia” concebida “como parte del mercado
publicitario” y más exactamente como “disponibilidad de la atención de
una gran cantidad”. Hay pues una correspondencia fuerte entre la
formación del valor de un bien cognitivo y la evaluación financiera de
un activo bursátil. Lo que quiere decir que para la empresa, la formación
de una opinión común de los accionistas, por medio de la comunicación
o de auditoría, y la acumulación de “confianza” son variables
determinantes ya que condicionan la capitalización bursátil, y por medio
de ella, el monto de endeudamiento posible. Es más, se puede sostener
que una de las principales actividades del capitalismo cognitivo es la
producción de diferentes tipos de públicos, de las cuales el público
bursátil no es el menor.
Para ilustrar este punto, referámonos al análisis que Coriat, Orsi y
Weinstein hacen del modelo de régimen de innovación basado en la
ciencia (2003). El modelo de financiamiento de la ciencia fundamental
americana por el poder público (centro de investigación universitaria,
fundaciones sin objeto de lucro) ha sido reemplazado progresivamente a
partir de 1980, en el campo de las biotecnologías por un régimen
totalmente diferente. El Bayh-Dole Acto y el decreto Chakrabarty han
autorizado en 1980 a las universidades a crear laboratorios privados que
depositan patentes sobre lo viviente (sobre el genoma en particular).
Esos laboratorios, que no realizan ningún beneficio, pues los
descubrimientos terapéuticos a extraer de esas patentes no están aún
disponibles, no podían ser introducidos en la Bolsa. El segundo mercado
del Nasdaq ha levantado este obstáculo y los laboratorios han podido,
comunicando que disponían de recursos cognitivos que serían
indispensables a las terapias genéticas de enfermedades que afectan una
clientela solvente considerable (enfermedades cerebrales degenerativas,
obesidad, diabetes, etc.) levantar continuamente fondos aunque perdían
varios millones de dólares por año. La formación de una opinión común
sobre la utilidad de estas investigaciones, no sirve solamente para
favorizar el voto de subvención por la representación parlamentaria
(como en el caso de la NASA por ejemplo), sino también para levantar
fondos por intermedio del mercado financiero. Este último se demuestra,
a través de productos sofisticados de gestión de los patrimonios, el
convertidor de opinión común en recursos de crédito. En el campo de la
innovación, afectado por una muy grande incertidumbre sobre el éxito,
las empresas privadas, así como el Estado, ya no asumen directamente el
riesgo, sino que lo transfieren a los hogares gracias a la intermediación
financiera. Exactamente como para la gestión de una parte de la
protección social. Tal modelo de recurso a la financiarización tiene, no
obstante, algunas consecuencias a cambio sobre la innovación y sobre el
capitalismo cognitivo notables, subrayadas recientemente por Coriat. El
estado de la ciencia (desciframiento del genoma compartido entre
diferentes laboratorios en asociación entre ellos o competidores,
particularmente con los laboratorios europeos) no es suficiente para
asegurar a los inversores. Es necesaria una contraparte contable para
esas empresas de lo inmaterial: es la toma de patentes que ha
literalmente explotado en el periodo en este campo y el de los programas
de computación, mientras que las tomas de patentes en los sectores
tradicionales de la industria se mantenían estables. El endurecimiento
americano al respecto de la propiedad intelectual en la OMC (acuerdos
de Marakkech en 1995, luego acuerdos de Doha) deriva de ello
lógicamente. Los conflictos sobre los límites de los derechos de
propiedad se vuelven un elemento de la regulación crónica del
capitalismo cognitivo y condicionan la viabilidad de los circuitos de
financiamiento privados de la ciencia y de la innovación.
Tal sistema funciona con una inestabilidad mucho más fuerte que los
modos de financiamiento que se habían institucionalizado en el fordismo
después de la gran crisis de 1929. Pero se puede notar que el Segundo
Imperio y el capitalismo competitivo según la terminología de la escuela
de la Regulación hasta los años 1930, ha conocido esas mismas fases de
especulación bursátil intensa seguidas de pinchazo de las burbujas
especulativas (escándalo de Panamá por ejemplo). Todo ocurre como si
con la emergencia del capitalismo cognitivo, en ausencia de convención
contable capaz de tomar en cuenta las externalidades y un grado de
interdependencia y de socialización de los agentes económicos en la
empresa y en los organismos de regulación económica, el único
estabilizador utilizado fueran las finanzas con fases de expansión
especulativa seguidas de crisis bursátil local o parcial.
En conclusión:
Hemos tratado de mostrar que la expansión de la mercantilización hacia
esferas tales como la biosfera o la noosfera, así como la generalización
de una gobernanza por financiarización de la economía, estaban
fuertemente vinculadas a las características de un nuevo sistema y tipo
de acumulación centrada en la innovación, la producción de bien de
conocimiento. Queda por preguntarse si la financiarización como modo
de gestión de la emergencia del capitalismo cognitivo no termina por
volverse un obstáculo para su pleno desarrollo.
Si volvemos al ejemplo analizado por Coriat et Alt., el de las
biotecnologías, tal parece que ese sea el caso. El cercamiento o cierre del
libre acceso de una parte fundamental de la ciencia se ha hecho
dividiendo el secuenciación del genoma humano en diferentes pedazos.
Para aplicaciones terapéuticas, es la expresión del gen lo que es crucial.
Ahora bien, esta última sólo puede producirse en un entorno complejo
que reúne el conjunto completo del genoma que ha sido dividido,
distribuido en lotes que pertenecen a laboratorios que la competencia ya
no incita a colaborar, porque los intereses financieros en juego ya no
tienen mucho que ver con los asuntos de renombre. La división del
trabajo científico según exigencias mercantiles y de depósito de patente,
traba el descubrimiento y la innovación. Un fenómeno análogo es
observado en el campo de las patentes de programas de computación.
Si se quiere resumir, se formulara las cosas de la manera siguiente: la
financiarización, al tratarse de bienes de conocimiento, parece en un
primer momento que levanta los obstáculos que estos presentan a su
transformación en bienes rivales, divisibles y excluyentes. Pero ella
reclama, en la era digital, la creación de encerramientos por nuevos
derechos de propiedad y de derecho de gestión digital. Esos nuevos
encerramientos han hecho un efecto depresivo sobre la intensidad y la
calidad de la innovación. Las estrategias alternativas consisten en recrear
nuevos espacios públicos y a crear las condiciones de un acceso público
y gratuito a bienes comunes digitales, a partir de un financiamiento por
subvención (open archives).
(Las referencias y notas no han sido incluidas en este borrador
preliminar).