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Don Quijote de la Mancha:
literatura, filosofía y política
Violeta Varela Álvarez
Don Quijote de la Mancha:
literatura, filosofía y política
Don Quijote de la Mancha: literatura, filosofía y política
Septem Universitas
Primera edición: noviembre, 2012
© 2012 Violeta Varela Álvarez
© de esta edición: Septem Ediciones, S.L., Oviedo, 2012
e-mail: [email protected]
www.septemediciones.com
Blog: www.septemediciones.es
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Dirección editorial: Marta Magadán Díaz
Diseño cubierta y compaginación: M&R Studio
ISBN: 978-84-92536-91-7
D. L.: AS-3695-2012
Impreso en España — Printed in Spain
Índice
I. Preliminares................................................................................................................................................................ 11
II. La dialéctica como eje articulador de la fábula....................................................................................... 15
III. “¿Qué tienen que ver los Panzas con los Quijotes? (II, LXIII, 1291). La dialéctica social:
cuando la actitud de juego se convierte en un privilegio estamental............................................... 47
IV. La Idea de Libertad: la dialéctica entre la libertad primaria y la libertad secundaria
en el Quijote................................................................................................................................................................... 93
IV.1. La Idea de Libertad.......................................................................................................................................... 93
IV.2. La libertad en el Quijote.............................................................................................................................. 99
V. Conclusiones: el problema del deber ser.................................................................................................. 109
Bibliografía................................................................................................................................................................... 125
Bibliografía Literaria.......................................................................................................................................... 125
Bibliografía filosófica....................................................................................................................................... 126
Bibliografía filológica....................................................................................................................................... 128
la autora........................................................................................................................................................................ 135
A mis padres, Manuel y Margarita
Hoy como ayer, con alarde,
los señoritos Quijano siguen viviendo del cuento,
y tú, Sancho, les toleras y hasta les sigues el sueño
por instinto, por respeto, porque creer siempre es bueno.
Cabalgando en tus espaldas se las dan de caballeros
y tú, pueblo, les aguantas, y levantas –tentetiesolo que puede levantarse. Y aun sabiendo lo que sabes
nunca niegas tus servicios; ¡santo y bueno!
Sancho-Quijote y a un tiempo Sancho de basta de cuentos,
Sancho-amén de tiempo al tiempo,
Sancho que aún hecho y derecho, ya de vuelta del Imperio,
al señorito Quijano le tratas de caballero.
Sancho-claro, Sancho-recio,
Sancho que vistes las cosas como son y te callaste,
metiendo el hombro, tratando
de salvarnos del derrumbe con tu no lírico esfuerzo.
Hombre a secas, Sancho-patria, pueblo-pueblo,
pura verdad, fiel contraste
de los locos que te explotan para vivir del recuerdo,
¡ya ha llegado tu momento!
Fragmento de “A Sancho Panza” (1954) de Gabriel Celaya, en Itinerario poético (1975:
86-87). Edición del propio autor para la editorial Cátedra, Madrid. A mi juicio, una
de las mejores interpretaciones que se han dado de la obra maestra de Cervantes.
I. Preliminares
Estimados lectores, permítanme proponerles un pequeño viaje. Les invito a recorrer
conmigo la novela más genial de toda la literatura española. Se trata, podrán objetarme
ustedes, de un recorrido muy manido, ya surcado por multitud de críticos, ensayistas,
teóricos, filólogos, etc. Pero yo les propongo algo nuevo. Les propongo que leamos el
Quijote haciendo más caso a la novela de Cervantes y a su teatro, que a los muchos que
sobre éstas han pontificado. Se suele decir que del libro de Cervantes ya se ha dicho
de todo, pero la verdad es que esto dista mucho de ser así. Hay numerosos dogmas
que se vuelven inamovibles cuando uno investiga sobre el Quijote: prácticamente
todos los críticos asumen inmediatamente que don Quijote es el héroe de la novela
y que Cervantes habla a través de su boca; prácticamente nadie duda del proceso de
locura que lleva al protagonista de la novela a transformarse; para muchos críticos,
Cervantes escribió una comedia hilarante que servía al entretenimiento del público y
al vituperio de las novelas de caballerías; para otros, que muchas veces coinciden, las
profundas convicciones religiosas de Cervantes encuentran expresión en su novela (ya
sean estas católicas, erasmistas o musulmanas, si me disculpan la gracia)… Se trata,
efectivamente, de lecturas poderosas y bien fundamentadas, algunas más que otras, pero
permítanme que piense que es posible discutirlas con razones no menos importantes.
Una de las libertades que ofrece la modalidad del ensayo es que uno puede sentirse
más libre al poder expresar sus tesis fuera del a veces demasiado encorsetado mundo
académico. Por todo ello les voy a pedir que mantengan la mente abierta. No es éste
el trabajo de un filólogo, tampoco es el trabajo de un historiador que indaga en la
sociedad que refleja la obra cervantina, y, por supuesto, tampoco es éste el trabajo de
un teólogo que pretende encontrar la Fe en Cervantes. No les presento un trabajo
gremial y propio de un especialista. Es éste un trabajo de un amante de la filosofía,
valga la redundancia, que simplemente desea explorar qué herramientas críticas usa
Cervantes para construir su novela y en función de qué fines las usa. Quizá lo que
voy a sostener en este trabajo sea ciertamente radical y arriesgado, pero, siempre que
se busque abrigo en los textos, creo que no es malo arriesgarse en la interpretación
de las obras clásicas. Si las tratamos como a libros sagrados, acerca de los cuales no se
vIOLETA VARELA ÁLVAREZ
permite decir nada inconveniente o políticamente incorrecto o que contravenga los dogmas
interpretativos establecidos por la tradición exegética, entonces estaremos condenándolas a
muerte porque estaremos vetando la posibilidad de volver a discutir apasionadamente sobre
sus significados. En consecuencia, pienso que a toda interpretación sólo se le puede exigir que
esté bien fundamentada en los textos y contextos, sin censuras ni temores. Si manifiesto todo
esto antes de empezar es para rogarles que no se espanten ante una interpretación que afirma
que don Quijote es un jeta y que Cervantes no era ni el piadoso católico que afirman unos ni
el convencido erasmista que demuestran otros. Tampoco es el Quijote, a mi juicio, una obra
cómica sin más. Creo que estamos ante una novela profundamente amarga y triste. Una novela
muy cruel en muchas de sus páginas. Una novela en la que asistimos a todo tipo de injusticias
y de historias desgraciadas. Quizá revistiéndolo todo de un tono humorístico (aunque a veces
la amargura sale a luz), Cervantes pudo mostrar aquello que deseaba denunciar sin jugarse la
vida. No sostengo que mi interpretación sea verdadera, sólo afirmo que está justificada y que
puede enriquecer con nuevas perspectivas el debate sobre los posibles sentidos del Quijote.
En este ensayo voy a emplear un procedimiento de Crítica literaria que consiste en concebir la obra como un sistema cerrado de Ideas que se articulan entre ellas conformando
así el sentido racional del texto. Para ello, me serviré de un puñado de filósofos, de todos
los tiempos y lugares, y de muchas reflexiones propias sobre diversos temas, como el de la
libertad, que me ayudarán a ir definiendo con claridad estas ideas que deseo rastrear, ya que,
si bien aprovecho el espacio extra-académico para ofrecer una interpretación heterodoxa en
muchos sentidos, no creo que ésta deba encontrarse aquejada de una falta de rigor crítico,
sin el cual la filosofía es imposible. Acompáñenme, pues, con paciencia e indulgencia, en
la propuesta que les presento.
Cada autor puede organizar el sistema de Ideas que efectivamente plasma en su obra
de muy diversas maneras. Algunos, como por ejemplo Calderón, optan por poner la obra
al servicio de la eliminación de las configuraciones dialécticas que pueden darse entre las
Ideas implicadas en el texto literario. En este sentido, la realidad aparece en este tipo de
autores como un todo armónico y, si bien es cierto que se muestran conflictos, éstos son
siempre superados de forma simple gracias a la afirmación de una categoría como el honor,
por citar un ejemplo célebre y muy relevante en la literatura aurisecular.
Parto, en primer lugar, de una afirmación fundamental: Cervantes no organiza las Ideas
con las que trata en el Quijote de una manera simple ni mucho menos armónica. Nuestro
clásico imperecedero elige para la articulación de aquéllas una disposición dialéctica. La
complejidad de este tipo de construcciones literarias debe servir para hacernos una idea
de la envergadura del asunto que tenemos entre manos. No sostengo que Cervantes sea
un filósofo que decide tratar desde esta perspectiva una serie de problemas que aparecen
en su obra, no. Lo que defiendo es que Cervantes percibió que su mundo circundante se
organizaba a través de enfrentamientos dialécticos que afectaban a la economía, a la sociedad, a la religión y, en definitiva, a toda la realidad política del momento que le tocó vivir.
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