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Educ Med Salud, Vol. 21, No. 2 (1987)
Los
PROCESOS
SALUD-ENFERMEDAD:
DE TRABAJO Y DE
UNA
RELACION DIALECTICA
Nohemy B. de Infante' y Lugardo Alvarez'
INTRODUCCION
Resulta difícil construir un proceso coherente de investigación
en ciencias sociales, si no está claro cuál es específicamente el objeto del
conocimiento y cómo este objeto se articula en la totalidad social. No
parece útil reetiquetar conceptos como el de salud o enfermedad, pero es
necesario tratar de esclarecer dos áreas de problemas, relacionadas entre sí
aun cuando conceptualmente separables: la producción social del proceso
psicobiológico vinculada con el proceso productivo y la representación social que se hace de él, esto es, el concepto de salud-enfermedad.
LA TOTALIDAD HUMANA Y EL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD
Dada su complejidad, el proceso salud-enfermedad presenta dificultades para su comprensión y análisis. Históricamente se conocen varios modelos que intentan desde diferentes perspectivas dar cuenta del fenómeno salud-enfermedad. El modelo biologicista, por ejemplo, hace
abstracción de los aspectos psíquicos y del entorno social. La etiología de
la enfermedad resulta inexplicable, limitándose a hacer una descripción de
sus características (1).
El hombre, en el modelo biológico, es considerado un cuerpo
enfermo sobre el cual actúan exclusivamente procesos físico-químicos o
biológicos. Esta teoría aísla al hombre de su contexto social y lo somete a
un papel pasivo y subordinado. En este sentido los estudios sobre la salud
realizados en el campo de las ciencias sociales han permitido encontrar
relaciones causales en los problemas de salud, los cuales van más allá de
las determinaciones biológicas. Las ciencias sociales tienen como supuesto
teórico una concepción más amplia del hombre, lo que da lugar a un exa' Universidad del Valle, Cali, Colombia.
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men de la estructura psíquica y social en la vida del individuo. Esta mayor
amplitud abre el camino para considerar la vida del hombre en su totalidad, o sea su salud y sus fenómenos adyacentes, y no desde un enfoque
puramente biológico donde la persona se enferma fundamentalmente debido a disfunciones de origen orgánico.
Las ciencias sociales permiten una visión del hombre como un
todo, como una unidad donde no existen separaciones entre lo psíquico, lo
biológico y lo social. Aquí, el fenómeno es una unidad estructurada en la
cual se presenta un proceso contradictorio en el que aparecen efectos correspondientes a las manifestaciones vitales de la persona en particular,
entendiéndose a la persona en el sentido riguroso de la palabra. 2
Solo si se considera al hombre como una totalidad puede plantearse que posee una estructura biopsicosocial, esto es, una naturaleza
biológica que lo dota de un organismo con alcances y limitaciones cuyas
dimensiones se expresan de acuerdo con la relación establecida por el individuo con su cuerpo y su medio social. Dicha relación se inserta en la
estructura social, en el mundo cultural, en el cual se encuentra inmerso,
con su psique y su entorno social. En el mundo psíquico las percepciones,
emociones, impulsos, memoria e imaginación se articulan a lo social y se
expresan como pertenecientes a una totalidad estructurada como un conjunto de partes interdependientes cuya unidad solo existe en virtud de la
vivencia del conjunto.
Como estructura biológica y de acuerdo con Gerth y Mills, el
hombre como especie y como individuo es considerado un organismo cuya
acción está estructuralmente limitada, está equipado con ciertas respuestas mecánicas, posee impulsos indefinidos que pueden definirse y especificarse por un amplio margen de objetos sociales.
Empíricamente, el reconocimiento del hombre como un organismo fisiológico es algo inevitable en su estudio como ser integral, pero
este reconocimiento debe partir del supuesto de que el organismo está necesariamente articulado a una estructura social que le da sentido a su existencia.
Todas las relaciones sociales están arraigadas en una base sociofisiológica común presente en los individuos involucrados en ellas; esta
base fisiológica de la conducta social tiene asiento definitivo, porque ella
en sí misma es social y porque consiste en impulsos o instintos, o en conductas del individuo que no pueden llevarse a cabo ni darles expresión
manifiesta y satisfacción sin la ayuda de uno o más de los otros individuos.
2
Entiéndese por persona al individuo en relación, al que representa un papel, al que estructura los papeles que representa y sus relaciones sociales a partir del reconocimiento
de: a) la imagen que tiene de sí mismo; b) la imagen que tiene de los demás; c) la imagen
que los demás tienen de él, y d) la imagen que él tiene de la imagen que cree tienen los
demás de él.
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Los procesos fisiológicos de la conducta necesariamente involucran a más
de un individuo. Estas tendencias fisiológicas son relativamente sencillas,
constituyen la base fisiológica para toda la conducta social humana y son
además los materiales biológicos fundamentales de la naturaleza humana;
así, cuando nos referimos a la naturaleza humana, estamos aludiendo a
algo que es esencialmente social (2).
Como estructura psíquica el hombre es concebido como una integración de percepción, emoción, impulso, memoria, imaginación y a
partir de allí el hombre construye el mundo que percibe. Esta construcción
corresponde a la constitución de la conciencia y del mundo subjetivo del
individuo (3, pp. 60-61).
El hombre puede considerarse sujeto colectivo, o sea que en la
dimensión histórica no actúan individuos aislados sino grupos sociales y
solamente así podemos comprender los comportamientos, los acontecimientos y las instituciones. En la conciencia individual está ubicada la sociedad; los hombres son sujetos transindividuales. La separación entre
conciencia individual y conciencia colectiva equivale a destruir la conciencia misma, pues el yo y el otro que nos permite hablar de nosotros, constituyen aspectos ligados y siempre presentes en la vida psíquica (4).
Con base en la conciencia estructurada en nuestro mundo
psíquico se tiene acceso a los objetos que conforman nuestro sistema ecológico. 3 En la relación con ese mundo de los objetos se establece un sistema
de vivencias heterogéneas como la percepción, el recuerdo, la expectativa,
la imaginación, el deseo, la conceptualización, el juicio, el conocimiento,
la valoración, la acción, la comprensión de las objetividades culturales,
etc. (5, p. 37).
Es importante señalar que en el proceso de la experiencia humana los llamados polos subjetivos y objetivos de dicha experiencia son
dimensiones complementarias de un fenómeno integral: la vida.
En la estructura psíquica la creación de una conciencia del
mundo intersubjetivo tiene como punto de partida la existencia de los órganos de los sentidos a través de los cuales el hombre experimenta su propio cuerpo.
Como ser social el hombre es una persona que desempeña un
papel, o varios, y en este sentido es una creación histórica, y se comprende
en los términos en que desempeña ese papel y lo incorpora. Este papel está
dado por el tipo de: institución social en que nace y madura como adulto.
Su memoria, su sentido del tiempo y del espacio, su percepción, sus
motivaciones, su concepción de sí mismo y sus funciones psicológicas es3 En el mundo social no se puede establecer la dicotomía sujeto-objeto, pues esta pareja
forma para el caso del hombre una unidad indiferenciada; el hombre-sujeto conocedor es
también objeto del conocimiento; él pertenece a la sociedad que observa y le es imposible
estar como observador por encima o por fuera de ella.
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tán moldeadas y dirigidas por la configuración específica de situaciones
que incorpora de su sociedad (3, p. 32).
El hombre es un ser en relación que, en sí misma, no puede
concebirse aislada. La esencia humana no está conformada por individuos
aislados sino por el conjunto de las relaciones sociales en que participan
esos individuos, esto es, un conjunto de estructuras significativas concretas que interactúan: económicas, sociales, políticas e intelectuales (4, p.
145).
Considerar al hombre como una relación social implica reconocer que el individuo se experimenta a sí mismo como tal, pero no directamente sino a través de los demás, es decir, desde el punto de vista particular de los otros miembros de la sociedad. En este proceso de interacción,
el individuo se desempeña en diversas situaciones particulares que lo identifican y lo ubican socialmente. Si se concibe la estructura social como un
conjunto de desempeños se debe aceptar la existencia de grupos o de instituciones sociales que les dan sentido a esos desempeños.
La organización de los individuos en grupo o en instituciones
formales o accidentales, intrínsecamente cuentan con la presencia de una
red normativa signada en virtud de las relaciones establecidas por los
hombres, las acciones y las prácticas sociales que ellos emprenden. De esta
manera, la organización grupal e institucional implica la existencia de
ciertas obligaciones y derechos particulares de los individuos productores
de esa red de relaciones. La acción individual está regulada de una u otra
forma por los distintos papeles que se ponen en juego, hecho que también
se da a nivel de la estructura organizativa grupal o institucional y de la
estructura psíquica individual.
La perspectiva estructural plantea el movimiento de la corporeidad humana como un fenómeno de interacción, no como un fenómeno
de contradicciones, es decir, dialéctico, un movimiento en el cual no hay
necesariamente una correspondencia biunívoca entre cada una de las
partes componentes de la existencia del hombre.
Si se concibe el movimiento de la existencia en términos dialécticos se debe aceptar la presencia de rupturas, contradicciones entre lo
biológico, lo psíquico y lo social, la ausencia de una continuidad necesaria
entre cada uno de los aspectos actuantes en la vida del hombre. En este
sentido se encuentra en el hombre concreto -perteneciente a una clase
social particular-, un continuo enfrentamiento entre las partes componentes de su totalidad vital.
De acuerdo con lo expresado se puede afirmar que el hombre
no es solamente un ser biológico, sino que es simultáneamente una estructura mental y un tejido social. En este sentido el hombre se presenta como
una organización biopsicosocial, que involucra en una escala reducida todas las características de la sociedad; posee una capacidad psíquica y cor-
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poral que depende de las condiciones concretas del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad y del tipo de relaciones sociales existentes.
Las condiciones de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad y el
tipo de relaciones sociales existentes son los factores determinantes del
carácter del hombre como entidad biopsicosocial, y esto obliga a efectuar
la caracterización de acuerdo con la ubicación del individuo dentro de la
estructura social particular que le da sentido a su existencia.
Al concebir las relaciones sociales como las factores determinantes de la totalidad estructural del hombre se concluye que este como
entidad biopsicosocial es a la vez una estructura orgánica y psíquica, pero
ante todo es una relación social determinada históricamente; por ello el
desarrollo físico y mental de los hombres depende del momento histórico
que vive la sociedad. Esto indica por qué en el organismo están presentes
las condiciones socioeconómicas de la sociedad, y por qué en la estructuración del carácter del individuo residen las relaciones de clase particulares
que la persona ha establecido con los demás en su proceso de socialización.
La existencia de los hombres y sus formas de organización social son posibles dado que constantemente se reproducen en lo biológico,
económico, ecológico e ideológico. Este movimiento de reproducción es
sin embargo contradictorio y en la misma dinámica de reproducción de los
hombres, en una determinada formación socioeconómica, se generan los
procesos que conducirán a su transformación. De esta manera el movimiento de reproducción es al mismo tiempo de cambio.
La relación salud-enfermedad es una forma de manifestarse la
vida, el movimiento de reproducción y el cambio de los hombres y de las
sociedades. Al analizar el proceso salud-enfermedad como proceso biopsicosocial, debe partirse de la reconstrucción de la unidad contradictoria
entre la enfermedad y la salud sin colocar en el centro ni uno ni otro porque el proceso biológico humano a este nivel de integración tiene historicidad en sí mismo, esto es, carácter social.
LA HISTORICIDAD DEL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD
El empirismo de este hecho se puede demostrar porque cada
período histórico y los distintos grupos sociales de una determinada sociedad se caracterizan por procesos biopsicosociales humanos distintos,
expresados en indicadores como expectativa de vida, patrones de crecimiento y desarrollo diferentes y pautas de patología distintas.
Parece imposible visualizar el proceso biológico humano como
el resultado de dos procesos distintos. Uno que se relaciona con las formas
particulares de desgaste del organismo, y otro con la reproducción de los
elementos desgastados imperfectamente o potenciando la capacidad vital.
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Las características de los procesos patológicos están determinadas por este
proceso de desgaste-producción (6, p. 4).
Para lograr una aproximación al problema salud-enfermedad
es necesario tomar en consideración el carácter histórico de los fenómenos
sociales, lo que lleva a determinar su carácter absoluto y relativo. Aquí lo
absoluto estaría dado por principios generales que rigen para cualquier
sociedad humana, por ejemplo, que la fuente del desarrollo es el modo de
producción o que la conciencia social está determinada por el ser social.
Lo relativo estaría dado por las leyes específicas que rigen para cada sistema social o para cada formación económico-social concreta.
La cuestión que requiere una construcción teórica más precisa
es la relación entre el proceso de producción y las formas de reproducción
de un colectivo, ya que sin una comprensión clara de este problema resulta
incompleto el análisis de los procesos de desgaste-reproducción biopsicosocial o sea, de los procesos salud-enfermedad (6, p. 6).
En la vida real el proceso salud-enfermedad se manifiesta a
través de diferentes fenómenos cuya frecuencia e intensidad varían con el
tiempo y el espacio, expresados a nivel de los individuos, de las clases o
grupos sociales y de las formaciones económico-sociales. En los individuos
se manifiesta con variaciones en la frecuencia e intensidad entre personas
o grupos que se diferencian entre sí por sus atributos individuales: sexo,
edad, nivel educacional, ocupación, nivel de ingresos, etc. En las clases
sociales y grupos de población que comparten entre sí similares condiciones de vida o de trabajo se manifiesta como perfiles de salud-enfermedad diferencial entre esas clases y grupos.
A nivel de formaciones económico-sociales y grandes grupos de
población que comparten el hecho de estar vinculados a una misma estructura y superestructura, como es el caso de las regiones y polos de desarrollo dentro de una formación económico-social, los fenómenos de saludenfermedad se manifiestan como perfiles de salud-enfermedad peculiares
de esas formaciones económico-sociales y como variaciones de dichos perfiles, en la medida en que varían los procesos estructurales y superestructurales que las caracterizan (7, p. 15).
En la relación entre los elementos biológicos, psicológicos y sociales surgen diferentes posturas como la ecologista, que asume lo social
como una característica más del ser humano y participa de su ambiente
como un atributo individual.
Otras posturas que han destacado la esencia social del hombre
concluyen que la enfermedad es un fenómeno social por su esencia y biológico por su forma. Sería necesario encontrar los procesos mediadores entre los procesos sociales y los biológicos. En este sentido, algunas corrientes ponen de relieve el papel del proceso de trabajo; otros sostienen que la
mediación radica en el sistema nervioso central, en los procesos de la con-
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ciencia que median entre lo externo (lo social) y lo interno del hombre (lo
biológico); otras serialan que la mediación se produce por las complejas
modificaciones ecológicas que los procesos sociales van determinando
(7, p. 12).
Lo importante en el análisis de los aportes mencionados es buscar la solución del problema a partir de los fenómenos reales y no solo de la
coherencia lógica de los razonamientos. No parece correcto deducir, a
partir de la afirmación general de la subordinación de lo biológico a lo
social en la naturaleza, una subordinación mecánica de los procesos biológicos a los procesos sociales en cada uno de los fenómenos de salud y enfermedad. Esta subordinación tiene carácter dialéctico y no mecánico. Se
produce en el proceso que hace posible la existencia del fenómeno y no
siempre es evidente en la apariencia del fenómeno (7, p. 12).
Así, la enfermedad deja de ser la expresión biológica de lo social
y lo biológico deja de ser la expresión individual de lo social colectivo; los
fenómenos de salud-enfermedad pasan a un nivel de individuos, clases y
formaciones económico-sociales, y lo individual como lo colectivo son
fenómenos biológicos y socialmente determinados.
En este trabajo el fenómeno salud-enfermedad se toma articulado al proceso de trabajo y en esta forma se ubica en el contexto de la
salud ocupacional, campo donde han tenido presencia las ciencias sociales.
EL APORTE DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN
EL CAMPO DE LA SALUD
En el desarrollo de la relación trabajo y salud se ha dado todo
un proceso evolutivo en el desarrollo de los enfoques y en la presencia de
las ciencias sociales para explicar los fenómenos de los procesos de saludenfermedad y en particular de salud ocupacional.
La presencia de las ciencias sociales no puede dejarse dce lado, y
su importancia radica en que caracterizan el trabajo como punto de partida para la comprensión del ser social, de la relación entre trabajo y ocupación y de la visión sobre los problemas de salud y enfermedad.
Las ciencias sociales se ocupan del trabajo considerado como
proceso, para mostrar que si no se comprende el contexto -los procesos
de trabajo- no se ve la relación con dichas ciencias sociales. En suma, es
necesario tener como marco de referencia teórico un conjunto de elementos característicos del trabajo como proceso. En este sentido surge un problema fundamentalmente epistemológico, que consiste en que toda la discusión gira alrededor de una determinada concepción del mundo de lo
social. Esta concepción sustenta básicamente la idea de que todo fenó-
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meno que se pretenda comprender pasa o está atravesado por la idea central vinculada con el hombre, pero no aislado sino el hombre en relación.
Esta afirmación tiene varios elementos implícitos: por una parte el hombre en relación está definido por su situación, sus posibilidades, que explican por qué él es un producto de su pasado, y que en términos de realidad
social es una persona que se construye continuamente en relación social.
Esta relación social se refiere a un hombre específico concreto y
no abstracto. Este último es un individuo solamente en relación; un hombre específico concreto es una persona con determinadas condiciones sociales de existencia definidas en primer lugar como sujeto social a nivel
estructural y en segundo lugar a nivel de coyuntura. A nivel estructural un
hombre en relación se define fundamentalmente por un conjunto de procesos de vida y de deseos; el individuo tiene que hacer cosas -que inclusive tal vez no desee hacerlas- porque nace en un lugar específico, en una
familia, se le asigna un nombre y aprende una cultura; él no toma decisiones sobre estas circunstancias; se instala o, como dicen los existencialistas, a la persona se la instala y después ella misma empieza su proceso de
vida para revisar su instalación, dándole sentido a su existencia. Este es el
proceso de la persona desde el punto de vista de su estructura.
Los procesos de coyuntura corresponden a la vida cotidiana
manifestada a través de las vivencias de los procesos estructurales en los
cuales cada persona es en algunos casos, según su condición social, un
sujeto activo y en otros uno pasivo.
El hombre visto como un ser en relación es producto de algo, o
sea, de las condiciones estructurales manifestadas en sus coyunturas como
sujeto particular y como sujeto colectivo. Como sujeto colectivo, donde
trabaja, donde se reproduce: en la familia, en su conjunto de relaciones y
en sus creencias; como individuo se manifiesta en todas esas unidades.
Las formas de vivencias particulares, que indican las condiciones de alguien como persona en relación, no expresan al sujeto como él
cree que es, sino la forma en que produce y se reproduce.
LOS PROCESOS DE TRABAJO Y DE VIDA DEL HOMBRE
El análisis para los procesos de trabajo está dado por Marx a
partir de un elemento, un eje o guía fundamental, expresado en el concepto de praxis. La praxis articulada al trabajo es el problema del conocimiento y de la concepción del mundo. La palabra praxis fue aplicada por
los antiguos griegos como la práctica, una actividad que conduce a hacer
algo, o a un resultado, conocido en el modo de producción capitalista
como mercancía.
El concepto de praxis tiene varias interpretaciones. En el
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mundo contemporáneo se habla de hombre práctico, pero la palabra práctica está cargada de connotaciones propias del modo de producción capitalista. Lo práctico, el ser práctico está articulado a lo utilitario, al uso, al
consumo, a la mercancía. El sentido de un hombre práctico es el de aquel
que sabe venderse rápidamente, sabe mimetizarse y está al servicio del
mercado.
La praxis articulada con el trabajo es interpretada desde diferentes puntos de vista. Por un lado existe la tesis positivista sobre la relación entre el sujeto y el objeto, es decir, se establece una conexión entre el
hombre y el mundo por conocer considerando ese mundo como algo exterior a la persona.
Por su parte Marx muestra que realmente nadie puede conocer
nada si no es por medio de su propia transformación. Nadie puede conocer nada, ni los problemas de los grupos humanos, de la familia, de la
comunidad, de los grupos sociales o institucionales si su proceso de conoci:miento no está atravesando su propia existencia. En este sentido se tiene
una concepción de la praxis como actividad científica, creadora y transfor:madora; ya se está en presencia de un sujeto pensante quien con su activildad transforma el mundo exterior y a su vez se transforma él en la medida
en que vuelve sobre sí mismo.
El trabajo es un proceso que invade todo el ser del hombre y
constituye un carácter específico. Es preciso conocer el trabajo con todas
sus características, sus formas y manifestaciones y descubrir la íntima conexión entre lo que es el trabajo y lo que es el hombre, única manera de
penetrar en la comprensión de la salud y el trabajo (8).
Sobre esta base se analiza más ampliamente de qué manera el
proceso de producción y reproducción se gesta fundamentalmente en la
relación dada en un momento entre el hombre y la naturaleza. Aquel se
apropia de ella transformándola y transformándose a sí mismo; esto
ocurre por medio del proceso de trabajo, asumiendo formas particulares
en cada uno de los modelos de producción y formas concretas en los aspectos socioeconómicos. Cada uno de los procesos de trabajo particulares sin
embargo comparte elementos básicos y puede ser analizado como proceso
teórico y como proceso social.
En las sociedades precapitalistas el trabajo no es igual al de la
sociedad capitalista; en esta última el trabajo como sistema de reproducción es algo externo al trabajador, algo que no forma parte de su esencia
porque el trabajador no se afirma sino que se niega; en su trabajo no se
siente bien sino a disgusto, no desarrolla sus energías físicas y espirituales
libres sino que modifica su cuerpo, es decir, no lo transforma en el sentido
productivo de la palabra con nuevo sentido de relación en la cual él está
implicado como totalidad. El trabajo por lo tanto no representa la satisfacción de una necesidad sino simplemente un medio para satisfacer necesidades extrañas a él.
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El carácter extraño del trabajo que realiza el hombre se manifiesta en el hecho de que el trabajador huye del trabajo en cuanto cesa la
coacción física o la obligación a realizarlo. El trabajo externo, el trabajo en
el cual el hombre se enajena es un trabajo de autosacrificio, de mortificación. La exterioridad del trabajo para el trabajador se revela en el hecho
de que no es algo suyo sino de otro, no le pertenece a sí mismo, sino que
pertenece a otro (9).
En el capitalismo los accidentes y enfermedades laborales no
serán los únicos problemas a los cuales se expone el trabajador; no puede
decirse que el trabajo haya sido siempre un riesgo para la salud de la clase
laboral porque en el capitalismo ese riesgo cobra otra dimensión. Se trata
de señalar que en el trabajo, dadas las condiciones de funcionamiento estructurales del sistema, el individuo pierde la posibilidad de ser sujeto o
individuo, porque serlo no es ser un hombre aislado sino un hombre colectivo, inmensamente social ya que afirma su individualidad. Sin embargo,
el capitalismo niega esta posibilidad creando seres aislados, sin relación,
mundos supuestamente autónomos.
En el ambiente laboral pareciera que el hombre sufre un proceso muy particular porque aparece encadenado a los fenómenos estructurales, a la división del trabajo, a la especialización y detrás de esta situación el hombre como totalidad está enajenado frente al trabajo. La
división del trabajo y la especialización han llevado a que el hombre enajenado sea una parte de la cadena productiva no solo en el sector de la
industria sino en todo el aparato primario y secundario de la organización
social en la cual los hombres se reproducen.
La enajenación difícilmente se advierte en la burocracia o en la
educación, donde también existe; allí por ejemplo el trabajador tiene
asignada una misma labor en un mismo tiempo, en un mismo espacio; es
un trabajador con una concepción de lo práctico en el sentido utilitario,
capitalista, con tareas específicas; este trabajador y todos colectivamente
están enajenados frente a ese proceso sin comprenderlo.
Así, el proceso de trabajo puede ser como la unidad de producción y reproducción, separando el momento productivo durante el cual el
hombre produce los bienes desgastándose al consumir su fuerza de trabajo, y el momento reproductivo durante el cual el hombre consume los
bienes reproduciéndose. La relación entre estos dos momentos es distinta
en cada uno de los modos de producción, con implicaciones para los patrones de desgaste-reproducción y para los procesos salud-enfermedad.
Los elementos básicos del momento productivo son el objeto de
trabajo, los instrumentos que el hombre interpone entre sí y el objeto y el
trabajo mismo. Cada uno de estos elementos pueden ser analizados bajo
una óptica técnica y social, siendo esta última el factor determinante en su
relación con el proceso de desgaste de los productores directos. Cada momento productivo corresponde a un momento reproductivo particular y
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de la combinación de ambos se desprenden los patrones de desgaste-reproducción que originan el proceso salud-enfermedad de los grupos sociales.
El momento reproductivo se transforma profundamente al ser
sometido a las necesidades del proceso de producción bajo el capitalismo.
Un elemento importante es la ruptura con el tiempo natural y la substitución por el tiempo del capital que finalmente es la medida del valor.
En las sociedades precapitalistas el ciclo natural dictaba los
tiempos de actividad y de ocio. En el capitalismo, la medida relevante del
tiempo corresponde a los días homogéneos de 24 horas en una sucesión
interminable; estas 24 horas se organizan de acuerdo con las necesidades
de producción.
El permanente desacuerdo entre el capital y el trabajo se refiere
a cómo repartir el tiempo entre la jornada laboral y las horas de descanso;
sin embargo, no solo el número de horas dedicadas al trabajo influye sobre
el tiempo libre sino también sobre la relación día-noche y el desarrollo de
las actividades sociales no laborales. Esto se aprecia más claro tanto en sus
repercusiones biológicas como sociales respecto al trabajo por turnos y con
rotación por semanas; por ejemplo, trabajar una semana por la mañana,
otra por la tarde y otra por la noche, no solo impide el ejercicio regular de
cualquier actividad social sino que trastoca profundamente los ciclos
biológicos con consecuencias como trastornos gastrointestinales, insomnio, tensión nerviosa y fatiga patológica (6, p. 7).
El capital además necesita una ubicación geográfica específica
de la fuerza de trabajo y una determinada organización del espacio. El
proceso de urbanización es su primer gran resultado. El espacio urbano se
organiza arbitrariamente, se levanta como un testimonio irrefutable de la
estructura clasista de la sociedad en la que se separan nítidamente cada
una en nichos ecológicos distintos. La organización del espacio ofrece condiciones de reproducción distintas e introduce elementos directamente
patógenos.
El análisis de los procesos de desgaste-reproducción tienen
como punto de partida obligatorio el reconocimiento de la heterogeneidad
de las formas de producción como resultado del proceso de desarrollo capitalista, donde se encuentran variaciones importantes de un sitio a otro,
hecho que dificulta la generalización de determinados señalamientos.
Finalmente es esencial resaltar por qué el trabajo es un proceso
de producción y de reproducción. Es un proceso de producción en la medida que el individuo produce los elementos para sus condiciones de vida.
Es un proceso de reproducción por cuanto produce las condiciones de vida
por vía directa a través del salario con el cual adquiere en el mercado
donde otros son los productores; de esta manera consigue lo necesario
para reproducir sus condiciones como ser físico y estas formas de reproducción son ideológicas, canalizadas a través de lo que él es como sujeto
psíquico, como sujeto biológico y como sujeto social.
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El eje, que permite al sujeto operar así y no de otra forma, con
una ideología consecuente con su proceso de producción, está articulado a
través de sus procesos de socialización. El proceso de socialización se basa
en la manera en que se realiza el proceso de desarrollo de la vida individual, particularmente a partir del grupo familiar, factor determinante en
la vida futura del hombre.
RESUMEN
Los autores expresan que las ciencias sociales dan una visión
del hombre como un todo donde no existen separaciones entre lo psíquico,
lo biológico y lo social. En la dimensión histórica no actúan individuos
aislados sino grupos sociales, y solamente así pueden comprenderse los
comportamientos, los acontecimientos y las instituciones. El papel que desempeña el hombre como ser social está dado por el medio ambiente en
que nace y madura como adulto.
Para comprender el proceso salud-enfermedad hay que ampliar
el enfoque puramente biológico, donde la persona se enferma fundamentalmente debido a disfunciones de origen orgánico, y abordar los problemas de salud desde la perspectiva de las ciencias sociales, que tienen como
supuesto teórico una concepción más amplia del hombre, permitiendo un
examen de la estructura psíquica y social en la vida del individuo.
El proceso salud-enfermedad se manifiesta a través de diferentes fenómenos cuya frecuencia e intensidad varían con el tiempo y el
espacio, y el nivel del individuo, de la clase social o grupo de población, y
de las formaciones económico-sociales. En la relación entre los elementos
biológicos, psicológicos y sociales surgen diferentes posturas como la ecologista y otras que concluyen que la enfermedad es un fenómeno social por
su esencia y biológico por su forma. En este artículo el fenómeno saludenfermedad se relaciona con el proceso de trabajo, y de esta forma se ubica
en el contexto de la salud ocupacional, campo donde se han hecho presentes las ciencias sociales.
Más adelante los autores hacen un análisis de dicho proceso. Es
preciso conocer todas sus características, formas y manifestaciones y descubrir la última conexión entre lo que es el trabajo y el hombre, como la
única manera de profundizar en la comprensión de la relación entre los
procesos de trabajo y de salud-enfermedad.
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LABOR AND HEA]LTH-DISEASE PROCESSES: A DIALECTICAL
RELATIONSHIP
Summary
The premise of the authors is that social sciences allow a vision
of man as a whole, without separating the biological, psychological and
social aspects. In the historical dimension, individuals do not act as isolated entities, but rather as social groups; and it is only from this standpoint that behaviour, events and institutions may be fully understood.
The role played by man as a social being is determined by the culture in
which he is born and matures as an adult.
To understand the health-disease process, it is necessary to go
beyond the purely biological approach, where the individual becomes sick
basically because of organic disorders, and to look at health problems from
the standpoint of the social sciences, which are based theoretically on a
broader conception of the individual, allowing an examination of his historical, emotional, and social make-up.
The heall:h-disease process is affected by different plienomena
whose frequency and intensity vary with time and space; accorcling to the
individual level, social class or population group; and economic and social
factors. From the relationship between biological, and psychological and
social forces, different trends emerge. Some are ecological; others conclude that disease is a social phenomenon in its essence, and biological in
its form. This article links the health-disease phenomenon with the labor
process and thus places it in the context of occupational health, a field
where the social sciences have made their mark.
The authors later analyze this process. It is necessary to know
all its characteristics, modalities and manifestations, and to discover the
final connection between the occupation and the individual, as the only
way to have a deeper understanding of the relationship between the labor
and health-disease processes.
REFERENCIAS
1 Tecla Jiménez, A. Formación económico-social y enfermedad. Enfermedad
y clase social. México, 1982. Instituto
Politécnico Nacional.
2 Mead, G. Espíritu, persona y sociedad.
Buenos Aires, Editorial Paidós, 1972.
p. 171.
3 Gerth, H. y Mills, W. Caráctery estructura social. Buenos Aires, Editorial
Paidós, 1969.
Procesos de trabajoy de salud-enfermedad /
4 Goldmann, L. Marxismo y ciencias humanas. Buenos Aires, Editorial Amorrourtu, 1962.
105
5 Silva Santisteban, L. La estructura de la
experienciahumana en el sujeto como objeto de
las ciencias sociales. CINEP. Bogotá,
1983. Serie Teoría y Sociedad.
8 Betancourt, O. F. La investigación de
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perspectivas de las ciencias sociales en
salud. Cuenca, Ecuador, 1983. Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador. Centro
de Estudios y Asesoría en Salud. p. 6.
Documento mimeografiado.
6 Laurell, C. Proceso de trabajo y salud
en países subordinados: El caso de
América Latina. México, 1982. Universidad Autónoma Metropolitana.
9 Fromm, E. Marxy su concepto del hombre.
Apéndice 1: Manuscritos económicofilosóficos de Karl Marx. Fondo de
Cultura Económica. México, 1975.
7 Castellanos, P. L. Las ciencias sociales
en la investigación en salud en Venezuela. Cuenca, Ecuador, 1983.
EDUCACION EN CIENCIAS DE LA SALUD
Del 30 de septiembre al 2 de octubre de 1987 se celebrará en Bangkok, Tailandia, el simposio Perspectiva Internacional sobre los Adelantos y Problemas de la Educación en Ciencias de la Salud, organizado por la red de instituciones educativas en ciencias de la salud
orientadas hacia la comunidad, con ayuda de la comunidad de educación médica tailandesa. Se tratarán los siguientes temas generales:
la educación orientada hacia y basada en la comunidad; los problemas prioritarios en la educación de los profesionales de la salud; educación en diversos establecimientos de atención de la salud; nuevos
métodos de evaluación del estudiante, y evaluación de programas.
Para mayor información, dirigirse al coordinador del simposio: Dr.
Henk G. Schmidt, Network Secretariat, University of Limburg,
P.O. Box 616, 6200 MD Maastricht, The Netherlands.