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2015
Trabajos ganadores del Concurso
Literario del Colegio Andel
X Aniversario
Concurso literario 2015
Andel, X Aniversario
Resultados del Concurso Literario 2015
CUENTO – POESÍA – MICRORRELATO
Cuento
- Categoría B ⇨ Alumnos de 1º, 2º y 3º de Secundaria
● 2º PREMIO: Marcos Casado Monterrubio de 3º de Secundaria B
con el cuento El que no sueña no puede volar.
● 1er PREMIO: Andrés Gómez Villa de 3º de Secundaria A.
- Categoría C ⇨ Alumnos de 4º ESO, Bachillerato o Ciclos Formativos.
● 2º PREMIO: Sebastián Bruzzone Martínez de 4º de Secundaria C
con el cuento Mi historia en Libia.
● 1er PREMIO: Rodrigo Calleja del Río de 4º de Secundaria C con el
cuento Odelia.
Poesía
- Categoría A ⇨ Alumnos de 4º ESO, Bachillerato o Ciclos Formativos
● 2º PREMIO: Juan Herrera Villaseñor de 4º de Secundaria A con el
poema Tormenta de amor.
● 1er PREMIO: Adrián Cabañero Molero de 4º de Secundaria B con
el poema Van las horas.
- Categoría B ⇨ Padres y profesores de alumnos del Colegio.
● 1er PREMIO; D. Alfredo García Agea, con el poema Y eres tú.
Microrrelato
- Categoría A ⇨ Alumnos de 4º ESO, Bachillerato o Ciclos Formativos.
● 2º PREMIO: Alberto Martín Ibáñez, de 4º de Secundaria A
● 1er PREMIO: Manuel Renedo Gómez, de 4º de Secundaria B
- Categoría B ⇨ Padres y profesores de alumnos del Colegio.
● 1er PREMIO: Manuel de La-Chica Duarte, antiguo alumno de la
promoción de 2014, con el microcuento Una noche.
Concurso literario 2015
Andel, X Aniversario
1er premio de cuento, categoría B
Cuento
Andrés Gómez Villa, de 3º de ESO A.
El señor Carlos tiene una enfermedad.
Sus vecinos están todos preocupados por
él. Cuando se le acercan los niños del
barrio se llena de granos. Él piensa que se
debe a que tiene alergia a los pequeños.
Lo malo es que no existe cura para ese
tipo de problemas.
A Carlos casi le da un ataque de su alergia
al leerlo. Pero la situación no cambia.
Entonces, Carlos se dedica a hacer los
preparativos. Sube colchonetas al desván
y coloca en el tejado una polea, que
mantiene una cuerda, que a su vez, sujeta
una cesta, para darles la comida desde el
jardín.
Por esta causa, el señor Carlos nunca
pasea a las horas en que los niños salen
del colegio, y no se le ocurre pisar un
parque.
Esto le hace elegir cuidadosamente con
quien sale. Como es lógico, los prefiere
solteros. Además no pierde oportunidad
de aconsejarles sobre lo malo que es
tener hijos. Pero los amigos a veces se
casan. Y vuelta a empezar. A elegir de
nuevo.
Una mañana mientras desayunaba, abrió
una carta que acababa de recoger del
buzón. Allí decía:
“Querido hermano, mi mujer va a dar a
luz y está en el hospital ingresada. He
pensado que tú podrías quedarte con mis
niños estos días. Te encantarán. José y
Carmen están deseando conocerte. Les
he hablado mucho de ti para que no les
cueste adaptarse. Les llevaré a tu casa
mañana por la tarde. Aún no sé el tiempo
que tendrán que quedarse contigo.
Espero que sean pocos días.
Tu hermano Luis”.
El sábado por la tarde, recibió a sus
sobrinos. Al momento, estornuda y le
empiezan a salir granos. Carlos los lleva al
desván y les dice que no salgan de allí
mientras él esté en casa. José y Carmen
están contentísimos de dormir en ese
cuarto. Al tener hambre, su tío les
mandaba desde el jardín la comida.
Al día siguiente, Carlos despierta a los
niños, tocando una trompeta y, se va al
trabajo. Ellos bajan a la cocina y preparan
libremente su desayuno. José encuentra
en la mesa, un mapa sobre cómo ir al
colegio. Ese detalle les parce divertido.
Cuando acaban, cogen sus mochilas y se
Concurso literario 2015
marchan al nuevo centro escolar. Cuando
llegan, les rodean los chicos y les
preguntan si son nuevos en el barrio y
ellos les cuentan sobre su tío y las cosas
que hacen. Los chicos estaban
asombrados con sus historias.
Cuando vuelven a casa, su tío se cuelga
delante por delante del pecho la cartera,
para que no se le acerquen. A los niños
les parece graciosísimo y se creen que
está jugando con ellos y no se separan de
él. Carlos, nervioso, les vuelve a llevar al
desván.
A la mañana siguiente, los chicos del
colegio les hacen más preguntas y cada
vez tienen más ganas de conocer a ese
señor tan curioso. Entonces, a José se le
ocurre decirles que pueden venir el
sábado a su casa.
El día de la visita, los compañeros del
colegio entran en el jardín familiar. Al ver
que llegan, el pobre hombre deja todo lo
que está haciendo y sale corriendo en
busca de un lugar seguro.
—¡Vamos a pillarlo! —gritan los chicos—.
¡A por él!
Los niños estuvieron corriendo detrás de
Carlos durante un buen rato, pero no lo
consiguen atrapar. Ya procura él que no
ocurra tal cosa. Durante toda la tarde se
lo pasan genial con el juego y otros
parecidos. El único que no disfruta es
Carlos, que con tanto niño, se llena de
granos por todo el cuerpo. Eso todavía
causa mayor atracción hacia él por parte
de los compañeros de sus sobrinos.
Andel, X Aniversario
A partir de ese momento, Carlos se hace
famoso en todo el barrio. Todos los
chicos le saludan por la calle. A él no le
importa mientras se mantengan lejos.
Las semanas pasan y llega la hora de que
José y Carmen vuelvan a casa. Los niños
están muy tristes. Se quieren quedar con
su tío un poco más. Les da mucha pena
tener que separarse. Se les ha hecho muy
corto el mes.
Después de la marcha de sus sobrinos, el
tío Carlos se toma una semana de
descanso. Está totalmente lleno de granos
y le duele todo el cuerpo. Se queda en
cama varios días, tomando tilas y
medicamentos para el picor.
El primer día que se siente mejor, sale a la
calle y mira en el buzón. Allí encuentra
una carta de su hermano Luis:
“Querido Carlos:
Quiero que sepas que ahora no tienes dos
sobrinos, sino cuatro. ¡He tenido
gemelos! Son un niño y una niña, y por lo
que has hecho por mí les he llamado
Carlos y Carla. José y Carmen se lo han
pasado muy bien contigo. Yo y mi mujer
no sabemos cómo agradecerte lo que has
hecho por ellos. Están muy contentos y
cambiados. José se ha vuelto más
responsable y hace tostadas sin que se le
quemen. Carmen se sabe vestir sola.
Gracias de nuevo. Cuando mis gemelos
sean mayores, les llevaré con José y
Carmen para que te conozcan y se
diviertan contigo. Un fuerte abrazo,
Luis”.
Concurso literario 2015
Andel, X Aniversario
2º premio de cuento, categoría B
El que no sueña no puede volar
Marcos Casado Monterrubio, de 3º de ESO B
Me encontraba en aquella habitación
blanca y poco iluminada, donde
apenas entraban los rayos de sol por
la veneciana de la ventana. No
recordaba nada de lo ocurrido. Solo
sabía que había aparecido en este
lugar de repente. Estaba muy mal. Un
dolor horrible me recorría toda la
pierna. Una máquina empieza a pitar
acompañada de una luz roja. Al
instante una persona entra por la
puerta, me estira el brazo y se marcha.
Giré la cabeza y me fijé que tenía unos
tubos desde un aparato hasta mi
brazo. Me dolía todo y pasé varias
horas en vela. A la mañana siguiente
ya podía mover varias extremidades
de mi cuerpo pero el dolor de la
pierna no cesaba. Estiré mi brazo
derecho para tocármela y descubrí
que tenía una cosa dura rodeándomela. Mi cerebro empezaba a
recordar cosas de lo ocurrido. Mi
última visión fue…, no me acuerdo.
Cada vez que quería recordar algo de
lo sucedido sentía como mi cabeza
explotara. Horas más tarde escuché
voces cerca de la puerta. Apenas oía
un: “sí, sí, lo veo complicado, mejor
dentro de un rato…”
Concurso literario 2015
Oí unos pasos y las voces desaparecieron. Seguía tumbado en una
cama, solo y aburrido. Por fin una
señora entró por la puerta, me miró la
pierna y se fue. Al cabo de varios
minutos entraron cuatro señores con
una camilla, me subieron y me
llevaron a otra sala. Me dejaron en
una habitación con muchas luces y
miles de máquinas que yo desconocía.
Estuve varios minutos hasta que entró
un señor con una mascarilla en la
boca. Me quitó la cosa dura de la
pierna y me la tocó. Grité al instante y
noté como el dolor subía hasta mi
cabeza y volvía a bajar hasta mi
pierna. Entró una señora por la puerta
y miró al señor de la mascarilla. Vi
como este asentía con la cabeza, sacó
una jeringuilla del bolsillo y me la
clavó en el hombro. Me le quedé
mirando y a los cinco segundos me
desmayé. Cuando volví a despertar,
estaba en otra sala un poco más
iluminada que la primera. Me
encontraba mejor y empecé a
recordar sucesos. Mi única visión fue
una imagen en la que estaba jugando
al fútbol con mis amigos, aunque lo
veo como si fuera un sueño.
Empezaba a preguntarme cosas,
como: ¿Dónde estoy?, ¿qué hago
aquí?, ¿quiénes son esos señores?, y
¿dónde están mis padres?
A la mañana siguiente me encontraba
peor. La cabeza me daba vueltas y
sentía como si en cualquier momento
explotara. Pero lo que más me dolía
sin duda era la pierna. Parecía que
una anaconda se estuviera agarrando
a mi pierna y cada vez la estrujara
más. De repente me dio un pinchazo
Andel, X Aniversario
terrible y mi reacción fue gritar como
un loco. Entraron varias señoras pero
no pude escuchar lo que decían,
estaba demasiado ocupado aguantando el dolor. Al momento entró el
señor de la mascarilla y me volvió a
pinchar con la jeringuilla, por lo que
me durmió al instante. No me gustaba
que me pinchasen todo el rato, pero
sabía que cuando despertara me iba a
encontrar mucho mejor. Y esta vez no
fue una excepción. Al despertar el
dolor de cabeza se me había pasado y
el dolor de la pierna ya no era tan
fuerte como antes. Me encontraba de
mejor ánimo y me apetecía hablar con
alguien, pero nadie entraba en la sala.
Mi buen ánimo iba desapareciendo al
ver que nadie entraba en la
habitación. Jugaba con mis manos
para no aburrirme, pero era inútil. Mi
aburrimiento crecía por momentos.
Escuché pasos que se acercaban a la
puerta, pero se iban. La noche iba
cayendo y yo seguía sin saber donde
estaba. Lo único que podía hacer en
ese momento era dormirme y esperar
a mañana.
Esa noche tuve un sueño terrible. Vi a
mi padre y a mi madre llorando junto
a otras personas, pero estas no
estaban llorando, sino que se reían.
Yo noté que mis padres estaban
entristecidos y doloridos. Cuando
desperté vi junto a mí a una persona
con un traje donde se podía leer:
Policía secreta. Al verme despierto me
dijo:
–Buenos días Jorge vengo a hacerte
unas preguntas; si no te encuentras
bien lo dejamos para otro día, ¿vale?
Concurso literario 2015
Andel, X Aniversario
traje distinto, en este no ponía nada
especial. Se sentó y empezó a
contarme todo:
–Me encuentro bien —dije—. Empiece
cuando quiera.
Él sacó rápidamente un bolígrafo y
una hoja que tenía varias preguntas.
–Empecemos,¿recuerdas qué te pasó?
Me quedé pensativo un poco y al final
contesté:
—No. Mi último recuerdo fue ver a mis
amigos y a mi jugando al fútbol. Pero
parece como si esa visión fuese un
sueño, como si nunca hubiese
ocurrido.
—Y es cierto, eso nunca ha ocurrido.
Me quedé perplejo sin saber contestar. Necesitaba respuestas. Yo solo
quería saber una cosa, la cual le
pregunté.
—¿Qué ha pasado? —dije nervioso.
—Ellos querían matarte, pero no lo
consiguieron. Unos segundos antes y
lo hubiesen logrado. Tenemos que
tener más cuidado contigo. Algún día
te necesitaremos. Se dirigió a la
puerta para salir, la abrió y me dijo:
—Cuídate, nos veremos dentro de una
semana. Me guiñó el ojo y se fue.
Toda esa semana estuve impaciente
por saber quiénes eran “ellos”, dónde
estaba y qué había pasado con mis
padres. Y a la semana siguiente
apareció el mismo tipo pero con un
—Ibas de camino a un entrenamiento
de fútbol, pero sufriste un accidente.
Un camión chocó contra vuestro
coche. En ese camión viajaban unos
terroristas que tenían un chip con el
que podían llegar a un lugar donde
hay un arma que si la llegan a tener
pueden causar mucho mal. Ese chip
se incrusta en el cuerpo de una
persona y esta involuntariamente va
dando indicaciones de donde se
encuentra el arma. El chip lo tenía uno
del camión, pero por una causa
extraña se lo quitó y te lo incrustó en
tu cuerpo. Además la persona que lo
tenga tendrá unas cualidades que
todavía desconocemos. Te necesitamos para que nos guíes al lugar
donde se encuentra el arma y que no
caiga en malas manos. Nos dimos
cuenta de que tenías el chip porque
después del accidente los terroristas
llegaron al lugar antes que nosotros y
cogieron a tus padres, pero a ti no.
Fuimos detrás de ellos pero de
repente giraron y fueron hacia ti,
querían matarte. Menos mal que
nuestros refuerzos se adelantaron y
evitaron tu muerte. Al llegar aquí te
intentamos sacar el chip pero es
imposible. No hemos logrado sacártelo. Lo tienes muy incrustado en tu
pierna.
—Entonces, ¡ahora mismo trabajo
para una especie de FBI! —dije
emocionado.
—¡Exacto! Bienvenido a la ASSM
(Asociación de la Seguridad Secreta
Mundial)
Al cabo de dos semanas yo ya podía
andar. Y Miguel, (el policía que me
contó lo que pasó) me inició una
Concurso literario 2015
Andel, X Aniversario
sesión de entrenamiento. Me dijo que
tenía que estar preparado para
cualquier cosa. Miguel y yo nos
hicimos grandes amigos. Durante los
entrenamientos era un tipo duro y no
te pasaba ni una. Pero una vez que
terminaba era alegre, simpático y
hablador. Estuve tres semanas
entrenándome. Durante ese periodo
descubrí una cualidad que me daba el
chip, ver el futuro. Me di cuenta
cuando yo creía que mi última visión
fue la de que estaba jugando al fútbol
pero me equivocaba, yo podía ver el
futuro a corto plazo, aunque luego
ocurra otra cosa. Tengo que mejorar
ese poder.
mano hablando con las personas que
me tenían cogido en este momento.
Comprendí rápidamente el mensaje y
usé las técnicas que me había
enseñado Miguel para salir de esas
situaciones. Apoyé todo mi peso sobre
uno de mis brazos, entonces uno de
los que me cogía me dejó en el suelo
porque estaba cansado. Aproveché
para paralizar a los dos que me
cogían. Los otros tres sacaron su
pistola, pero antes de que recargaran
les solté un puñetazo a dos de ellos y
al otro, al parecer por miedo, huyó.
Cuando llegué a mi habitación vi a
Miguel sentado en mi cama mordiéndose las uñas.
Aprovecho este momento para
presentarme. Me llamo Jorge y tengo
14 años. Vivo en Segovia y soy un tipo
muy activo. Mis aficiones son el kárate
y el fútbol.
—¡Jorge, tienes que tener cuidado los
terroristas están por el edificio buscándote!
Acabadas las tres semanas de
entrenamiento, Miguel me dijo que
estaba preparado para la acción.
También me enseñó a conducir, a
ocultarme en las sombras y a saber
paralizar a una persona con un dedo.
Dice que son cosas que toda persona
debe saber.
Acabé de cenar y me dirigí hacia mi
cuarto, pero dentro había unos
señores. Entré y me hablaron:
—Ven con nosotros, es importante —
dijeron con un tono serio.
Me cogieron de los brazos y me
levantaron para evitar que me
retenga. Pensé que ese era el momento ideal para usar mis poderes de
ver el futuro. Y eso hice. Vi a una
persona, que parecía yo, atada por los
brazos y los pies. Otra persona tenía
una pistola en la mano apuntándome
y hablando conmigo. Y también había
cinco encapuchados con dinero en la
—Tranquilo ya me han cogido pero
me supe defender —dije con un tono
varonil.
—Menos mal, has aprendido bien las
técnicas que te he estado enseñando,
ahora nos ocuparemos de ellos, pero
vengo a decirte una cosa muy
importante: mañana te tendrás que
levantar temprano, porque vamos a
comenzar la misión
A la mañana siguiente vino Miguel
para despertarme muy temprano,
desayunamos rápidamente y me
presentó a la plantilla seleccionada
para realizar la misión. Todos eran
tipos fuertes y grandes. Se les veía con
cara de tener experiencia y a algunos
les faltaba algún dedo. En total
éramos veintidós personas. Cogimos
tres camiones, dos eran para escoltar
y el de en medio es donde viajaba yo,
que era “la perla” de la misión, según
dijo Miguel, que parecía ser el jefe de
todos ellos. Nos pusimos en marcha y
Miguel me pidió que me concentrara.
Concurso literario 2015
De repente yo empecé a decir localizaciones que ni yo ni nadie de los
que viajábamos en el camión lo
entendía, excepto el conductor del
primer camión. Le transmitían mis
palabras por radio y el las entendía
todas al momento. Seguimos viajando
durante dos días, y al tercer día el
conductor dijo que estábamos cerca y
que mañana temprano llegaríamos.
Pasamos la noche en medio de una
llanura inmensa, y yo me encontraba
perdido. Hablé con Miguel:
—¿Dónde estamos?, estoy totalmente
perdido. Durante este tiempo yo no sé
nada de lo que ha pasado.
—Nos encontramos en medio del
Sáhara.
—¡En medio del Sáhara! —exclamé.
—Y mañana llegaremos al lugar.
Espero que descanses, todavía hay
mucho que hacer.
En mitad de la noche escuchamos un
disparo. Y nos ocurrió lo peor que nos
podía haber pasado en ese momento,
¡un asesinato! Pero no un asesinato
cualquiera, sino que mataron a la
persona más importante que teníamos, al conductor del primer
camión. Sin él no podíamos llegar a
ningún sitio. Decidimos coger todas
las cosas y salir de allí rápidamente.
Por la mañana Miguel decidió analizar
la situación y pensar. Pero lo único
que se le ocurrió fue que yo me
dirigiera a mí mismo. Es decir, que
mientras yo digo la localización mi
subconsciente lo entiende y conduce.
Al principio nos pareció una idea loca,
pero funcionó.
Llegamos al lugar a mediodía. Había
una cúpula enorme en medio de la
nada, era tan grande como un estadio
de futbol y se elevaba como un
Andel, X Aniversario
edificio de 10 pisos. Lo maravilloso de
la cúpula, aparte de sus dimensiones,
es que era de piedra. Parecía que eso
estaba estratégicamente colocado ahí.
Lo que más nos llamó la atención a
todos es que había un todoterreno en
frente de la cúpula con un logo en la
parte superior que parecía una
especie de serpiente.
—¡Son ellos!
ocupado.
—dijo
Miguel
pre-
En el coche no había nadie, por lo que
se estresó más. Aparcamos y nos
dirigimos silenciosamente a la puerta.
Entramos y vimos algo inimaginable.
Había un conjunto de mecanismos
gigantescos que todos llegaban a una
enorme antena que parecía tener todo
el poder. Lo más asombroso es que
era todo de piedra. Había unas
escaleras y bajamos. Nos encontramos con cien personas que
parecían ser los terroristas. Volvimos a
subir antes de que nos vieran. Nos
miramos los unos a los otros, pero no
sabíamos que hacer.
—Han conseguido llegar —dijo
Miguel—. Llamaremos su atención
para que suban y matarlos. Debemos
ser rápidos.
Empezamos a hacer mucho ruido e
iban subiendo. Uno a uno los íbamos
matando. Nosotros éramos mas
fuertes pero ellos eran más. De
repente la cúpula se abrió y todo
aquel mecanismo se movió. Todos
nos paramos para ver semejante
barbaridad. Un mecanismo de
millones de toneladas se movía para
sacar la enorme antena que pesaría
alrededor de otras miles de toneladas.
Nos dimos cuenta de la situación.
Aquella “máquina mortal” estaba en
funcionamiento.
Concurso literario 2015
Aparecieron 20 tipos enormes junto al
que parecía ser su jefe. Al parecer
Miguel y él ya se conocían porque se
lanzaron una mirada de pocos amigos.
Y luego me miró a mí. Me dijo con una
voz estremecedora:
—Sin el chip este aparato no funciona.
Debes morir. Es la única manera de
conseguirlo. Elige: tú o tus padres –
dijo con una voz que arañaba las
paredes.
Aparecieron mis padres con las manos
y los pies atados y con una cuerda en
la boca.
—¡Suéltalos! –grité desesperadamente con lágrimas en los ojos.
—¡Primero muere! –gritó.
De repente sacó una pistola y en un
abrir y cerrar de ojos disparó. Había
muerto. Todo se acabó. Adiós vida,
adiós Miguel, adiós mundo, adiós
todo. Pero todavía no era mi hora.
Conseguí parar el tiempo y vi la bala a
dos centímetros de mi frente. Con
toda mi rabia fui hacia él. Reanude el
tiempo y le solté tal puñetazo en la
cara que empezó a gritar en el suelo
de dolor. Elevó la pistola contra el
Andel, X Aniversario
mecanismo y lanzó una bala. Todo se
empezó a caer. Salimos corriendo
todos excepto los terroristas, que se
quedaron gritando del dolor que les
esperaba. Habíamos ganado. No
teníamos nada que temer, todos
estaban muertos. Era imposible que
sobrevivieran a semejante peso. De
repente un silencio y todos saltábamos de alegría. Mis padres fueron a
abrazarme. Luego vino Miguel y me
susurró al oído:
—Gracias.
Volvimos a España y el director de la
ASSM me nombró subdirector de las
operaciones secretas. Seguía con el
chip por lo que seguía con mis
“poderes”. Mis padres me dejaron
seguir trabajando para la ASSM. Al
final de la ceremonia se me acercó
Miguel y me dijo:
—¿Te he contado los inconvenientes
de tener el chip?
—No. ¿Cuáles?
Se rió y me dijo con una voz seria:
—Recuérdalo siempre, el que no
sueña no puede volar.
Concurso literario 2015
Andel, X Aniversario
1er premio de cuento, categoría C
Odelia
Rodrigo Calleja del Río, de 4º de ESO C.
Hace muchos años, hubo una joven
princesa llamada Odelia. Sus padres,
que deseaban que algún día se
convirtiera en una reina justa, la
habían educado con dureza y
disciplina. Juegos, risas, besos y
caricias eran consideradas distracciones que podían desviarla de su
noble destino.
Un fatal día, los reyes fallecieron y
Odelia tomó posesión del reino.
Asumió sus obligaciones con entereza
y sin derramar ni una lágrima, pues no
había tiempo que perder.
Siguiendo el ejemplo de sus padres,
trabajó duro para que aquellas tierras
fueran prósperas y sus súbditos
cumplieran a rajatabla leyes y normas.
La joven reina suponía que eran
felices.
Ella amaba la soledad. Y lo hacía hasta
tal punto que, a veces, recelaba de su
propia sombra. Cada anochecer,
cumplidos todos sus deberes, se
retiraba allá donde el silencio se hacía
audible.
Movida por un extraño deseo, un día
montó su caballo y se alejó del reino.
Después de horas cabalgando por
polvorientos caminos, llegó a un bello
y frondoso bosque. De pronto olvidó
todas sus obligaciones y sucumbió
ante la tentación de descansar en
aquel hermoso lugar.
Estaba sentada sobre una piedra
blanca cuando de repente descubrió
en ella un corazón esculpido con una
inscripción dentro: "María Abad vivió
cinco años, cinco meses, una semana
y tres días". Se sobrecogió al darse
cuenta de que esa piedra era una
lápida.
Odelia era una mujer dura, pero sintió
tristeza al pensar que una niña tan
pequeña estaba enterrada en aquel
lugar.
Miró a su alrededor y vio otras piedras
similares. Todas ellas tenían esculpido
un corazón con un texto grabado en
su interior.
"Alfonso Ruiz vivió seis años, nueve
meses y dos semanas", leyó en otra de
ellas.
Odelia se sintió conmocionada.
Aquel hermoso lugar no era más que
un cementerio de niños. Todas las
lápidas mostraban el nombre y la
edad de algún difunto. Le impactó
comprobar que el que más tiempo
había vivido apenas sobrepasaba los
diez años.
Embargada por un dolor terrible, se
sentó y se puso a llorar por aquellos
pobres niños cuyas vidas habían sido
tan breves.
El cuidador del cementerio, que
pasaba por ahí en aquel momento, la
escuchó llorar y se acercó a ella. La
observó en silencio un rato antes de
preguntarle:
—¿Lloras por algún familiar?
—No, no —respondió secándose las
lágrimas—. Lloro por estos niños
muertos. ¿Qué le pasa a este reino?
¿Qué terrible maldición pesa sobre él
Concurso literario 2015
que os obliga a construir
cementerio solo para niños?
Andel, X Aniversario
un
El anciano sonrió y dijo:
—No es una maldición. Se trata de
una vieja costumbre.
—¿Tenéis acaso por costumbre matar
a los niños? —dijo incorporándose y
desenvainando la espada.
—¡Claro que no! Guarde la espada y le
explicaré.
Odelia obedeció.
—En este reino, cuando un joven
cumple diecisiete años nuestro rey le
regala una libreta como esta que
tengo aquí —dijo sacando un
cuadernito de su bolsillo.
Ella la tomó con curiosidad y abrió sus
páginas.
—Anotamos en ella cada instante en
el que amamos de verdad. Solo
cuentan los momentos en los que un
amor puro invade nuestro corazón
dormido. —El anciano hizo una pausa
antes de continuar—. Cada vez que
uno disfruta intensamente de un
momento así, abre la libreta y lo
anota. A la izquierda, describe la
situación: un primer beso, una
declaración apasionada, el nacimiento
de un hijo... Y a la derecha, cuánto
duró esa sensación de amor intenso,
esa experiencia en la que el corazón
parecía a punto de salírsele a uno del
pecho. Cuando alguien se muere
abrimos su libreta, sumamos lo que
ha amado y lo inscribimos sobre su
tumba. En el bosque de los corazones
dormidos solo cuenta ese tiempo,
porque para nosotros es el único
vivido.
Concurso literario 2015
Andel, X Aniversario
2º premio de cuento, categoría C
Mi historia en Libia
Sebastián Bruzzone Martínez, de 4º de ESO C.
Era el verano de 2010. Me desperté
pronto y vi a mis padres hablando en
la cocina; me preocupé porque no era
usual. Me explicaron lo que sucedía. A
mi padre le ofrecieron ser destinado
en la embajada de España en Libia en
Trípoli, al norte de África, ya que es
diplomático. En ese momento no
sabía qué decir, lo que sí sabía y tenía
claro era que quería con mi padre
cerca, irnos con él. Y así fue.
Mi padre Pablo se fue primero en
abril, yo acabé sexto de Primaria y a
principios de agosto cogimos mi
madre María y yo el avión hacia una
vida nueva y diferente a la que
teníamos en Madrid.
Conocimos mucha gente, amable y
comprensiva, de Argentina, España,
Venezuela, Estados Unidos o Francia
que nos ayudó a adaptarnos y que
estaban destinados en el país como
nosotros; eran familias de trabajadores de empresas como Repsol,
Total, Sacyr, Akakus, etc. Todos
vivíamos felices y con toda clase de
placeres, sin necesidades de nada.
Estudiaba en el International School
of Libya, donde hice grandes
amistades que ahora mismo no sé en
qué parte del mundo se encuentran.
Mejoré muchísimo mi inglés y
comencé a hablar árabe.
Todo iba bien hasta el 17 de diciembre
de 2010, cuando un joven se inmoló
Concurso literario 2015
en Túnez para manifestar su
desacuerdo con el gobierno dictatorial
que había en estos países. Se
desencadenó un movimiento social
antidictatorial, con el objetivo de
acabar con el régimen totalitario. Este
movimiento, la primavera árabe,
empezó en Túnez y consiguieron su
objetivo tras varias insurrecciones de
la población. ‘‘Se creó el efecto
dominó’’, y el movimiento se trasladó
a Omán, Yemen y Egipto principalmente, donde también se
consiguió derrocar a los dictadores.
En Libia había una tensión silenciosa.
Preguntábamos si podía pasar aquí
también, y todas las personas nativas
de allí y amigas nuestras nos
respondían que no, una revolución era
imposible.
Pasaron las navidades. La población
se mantenía en tensión constante
pero silenciosa.
Un miércoles, 16 de febrero de 2011,
me recogió mi padre del colegio y
fuimos a merendar a una cafetería en
una de las calles principales de la
ciudad. Al salir, noté que el ambiente
estaba diferente a cuando entré. No sé
si la gente hablaba más fuerte, había
más coches en la calle, o había más
ruido, pero se sentía un ambiente de
nerviosismo y alteración. Fuimos a
una peluquería para cortarme el pelo.
El peluquero, aparte de preguntarme
cómo quería el corte, en inglés, cómo
me llamaba y cómo estaba, lo típico,
me preguntó cómo iba a estar
mañana. ¿Mañana? Le respondí:
Estaré bien, supongo. Y se rió. Acabó
de cortarme el pelo, le di las gracias y
Andel, X Aniversario
me despedí. Él hizo lo mismo y me
contestó: ‘MahSalammah’, una expresión árabe que significa ‘adiós y que
Dios te bendiga’, siguiéndome con la
mirada y sonriéndome mientras salía.
Por la noche nos llamaron de la
Embajada y nos dijeron que no vaya
yo al colegio y no salgamos de casa al
día siguiente, y así lo hicimos.
Llegó el 17 de febrero. La fecha de la
manifestación a la que asistieron
todos los opositores al gobierno del
dictador Muammar El Gaddafi. Comenzó un gran descontento social y
comenzó una guerra civil entre los
‘gadafistas’ y rebeldes. El 18 se
cerraron establecimientos de compra
y los colegios internacionales. La
tensión aumentaba y había más policía por las calles. El 19 se escucharon
los primeros disparos y se realizaron
las primeras evacuaciones de extranjeros, principalmente hacia Europa.
Nosotros seguíamos recibiendo órdenes de la Embajada y esperando el
momento para una posible evacuación si el conflicto no se calmaba.
En estos días, la represión militar
sobre la población libia era
impresionante y se perdían las ganas
de la revolución entre los intelectuales. Para revivir el fuego
revolucionario, se revelaron secretos
de Estado y salieron a la luz vídeos
censurados sobre fiestas y pertenencias en el extranjero de los hijos
del dictador.
El 21 de febrero, por la mañana, nos
dijeron que cojamos una mochila con
las cosas básicas más importantes y
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que vayamos a la casa de un
compañero de trabajo de mi padre.
Allí fuimos, me temía que llegaba ya la
evacuación… A las 18:00h nos llamaron los de Repsol para ir a Regatta,
una urbanización privada para
extranjeros, y desde allí salir hacia al
aeropuerto con los coches, en Convoy.
Salimos en dos coches, pero no
conseguimos llegar, ya que todas las
calles estaban cortadas y llenas de
hombres armados con fusiles. La
evacuación se decidió cambiar al día
siguiente de madrugada, aprovechando la hora del rezo.
El avión despegó tras esperar una
hora y conseguir el permiso de salida.
Todo el mundo aplaudía; yo no.
Así se hizo. El 22 de febrero a las
05:30h salimos hacia Regatta. No
había nadie en las calles, tan solo el
sonido de las mezquitas llamando al
rezo por toda la ciudad. El ambiente
era fantasmal. Llegamos a Regatta y
salimos en Convoy hacia al aeropuerto. Una vez allí, me sorprendí
porque nunca había visto una
acumulación de gente tan inmensa.
Estuvimos esperando allí 3 horas, y de
vez en cuando se escuchaban gritos y
peleas entre la multitud. Llegó el
momento de salir. Dimos la vuelta al
aeropuerto y entramos por detrás, en
fila. El primero iba dando dinero a la
gente para que se apartase y
pudiéramos pasar. La gente nos
miraba con odio pero a la vez con
miedo. Llegamos al control de metales
y mi padre me dijo que él se tenía que
quedar, y que vuelva a Madrid con mi
madre, que él volvería más adelante.
Me eché a llorar y pasé el peor
momento de mi vida.
Esos días me pasaba horas viendo las
noticias en cualquier idioma, la CNN,
la BBC, 24h, AlJazeera... y esperando
la llamada de mi padre diciendo que
ya venía. Las noticias consistían en la
congelación de cuentas bancarias de
Gadaffi en Suiza, el dominio del
petróleo en Libia y la revelación de
secretos de Estado del dictador, que
escondía toneladas de oro en el
desierto libio y su definitivo asesinato
a manos de los rebeldes con ayuda de
la OTAN.
Llegamos a Madrid por la noche.
Cogimos un taxi y fuimos a la casa de
mi tía Gemma, que nos acogió y nos
dio las llaves de nuestra casa.
Pasamos la noche allí con ella.
Me desperté pronto porque dormí
bastante mal. Fuimos a nuestra casa e
intentamos seguir adelante en esos
momentos de confusión. Todo pasó
tan rápido que resulta difícil asimilarlo.
El grupo de GEO español fue allí para
aportar recursos militares de defensa.
El 28 de febrero nos llamó el
ministerio de exteriores, y nos dijo
que al día siguiente llegarían todos los
españoles que quedaban en el país en
un avión militar. Me alegré y me
tranquilicé muchísimo.
El 1 de marzo por la noche mi padre
llamaba a la puerta, tras aterrizar en el
aeropuerto de Torrejón de Ardoz. Se
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me cortó la respiración por un
momento y abracé a mi padre.
Pasaron dos meses. A principios de
verano mi padre volvió a Libia para
terminar su periodo de trabajo en la
Embajada allí, y para arreglar asuntos
pendientes como el alquiler de la casa
y la matrícula de mi colegio. Volvió en
coche siguiendo el trayecto de Trípoli
hasta Túnez, de allí hasta Barcelona y
hacia Madrid.
Se acabó una época bonita y peligrosa
de mi vida que me hizo aprender y
madurar muchísimo como persona.
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Pocos han vivido una historia así y
pocos son también los que han
podido contarlo. De Libia me llevó
enormes amistades que hoy en día
prevalecen, aunque otras no, por
varias razones que se pueden
imaginar. Fue un país en el que todo el
mundo pensaba que era imposible ser
feliz y estar contento, sin embargo, yo
lo era y lo estaba, incluso más que en
España.
A veces, la felicidad se puede
encontrar en lugares donde uno no
puede imaginar que allí exista eso.
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1er premio de poesía, categoría A
Van las horas
Adrián Cabañero Molero , de 4º de ESO B.
Van las horas;
van los segundos;
van estas letras surgiendo en palabras;
vienen los vientos ligeros;
y tu cárcel y mi cárcel se juntan,
se funden las rejas,
y se calman los locos aromas
se disuelven las quejas,
y nuestros caminos se abrazan.
Como la música de un canto.
Como los signos de un grito lejano.
Como la llaga de un enigmático llanto.
2º premio de poesía, categoría A
La tormenta de tu amor
Juan Herrera Villaseñor, de 4º de ESO A.
Como un gran y bonito velero,
surca mi ilusión mis sueños,
donde mis deseos son los dueños,
y mi amor viajero.
Aquí tu amor siempre es el destino,
y el capitán un pésimo poeta,
que tiene siempre como gran meta,
buscar un camino.
¡Maldita suerte, destino incierto!,
que al velero pequeño persigue,
y el capitán nunca consigue
llevarlo sano a puerto.
Concurso literario 2015
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1er premio de poesía, categoría B
Y eres tú
D. Alfredo García Agea, profesor
No son amargas ni vanas
las lágrimas que inundan mi alma.
Pues son de regocijo al saber
que el barco perdido de mis sentimientos
por fin ancla en el puerto infinito de tus labios.
La pena y la nostalgia antes sentidas,
son ahora fustigadas por el huracán de tu belleza.
Y las noches tristes de corazón ausente
se regocijan en vivo festejo de amor verdadero.
Te amo, y bien lo sabe el viento.
Y como una suave cortina de lluvia primaveral,
bañas mis latidos de ilusión fresca y pura.
Así, cabalga mi corazón sobre tu efímera sonrisa,
como el caballo salvaje por la inmensa campiña,
en un océano de fresca hierba bañado por el sol.
No son amargas ni vanas
las lágrimas que inundan mi alma.
Pues me avisan que la fuerte tormenta,
con sus negras y espesas nubes amenazantes,
por fin expulsa agua limpia y depurante…
Y eres tú.
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1er premio de microrrelato, categoría A
Manuel Renedo Gómez, de 4º de Secundaria B
El pájaro creía que era libre.
El niño, a través de los barrotes, dijo: “NO”.
1er premio de microrrelato, categoría B
Manuel de La-Chica Duarte, Antiguo Alumno
Una noche, una silla
No sabía cómo había llegado a esa habitación. Sólo recordaba que la cosa se había
torcido, que Adam había jurado matarle mientras volcaba la mesa y que se escuchó
un disparo. Tenía que escabullirse. No recogió sus pertenencias, bajó las escaleras y
salió del hostal sin pagar. Miró al sauce donde había atado a su caballo y se hizo
una idea de lo sucedido. Una rama caída, una cuerda, su cuerpo tambaleándose,
una silla tirada en el suelo.
2º premio de microrrelato, categoría A
Alberto Martín Ibáñez, de 4º de Secundaria A
Caía. Movió los brazos intentando asirse a algo.
De pronto, sintió un agudo dolor en la espalda y, a la vez, notó cómo el suelo se
abría bajo él. Y volvió a caer. Pero la distancia no fue suficiente para tener fractura
alguna. Creía estar ileso. Abrió los ojos y se vio rodeado de una inmensa oscuridad.
Era él mismo.
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Andel, X Aniversario
Andel, junio de 2015