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2015 Trabajos ganadores del Concurso Literario del Colegio Andel X Aniversario Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario Resultados del Concurso Literario 2015 CUENTO – POESÍA – MICRORRELATO Cuento - Categoría B ⇨ Alumnos de 1º, 2º y 3º de Secundaria ● 2º PREMIO: Marcos Casado Monterrubio de 3º de Secundaria B con el cuento El que no sueña no puede volar. ● 1er PREMIO: Andrés Gómez Villa de 3º de Secundaria A. - Categoría C ⇨ Alumnos de 4º ESO, Bachillerato o Ciclos Formativos. ● 2º PREMIO: Sebastián Bruzzone Martínez de 4º de Secundaria C con el cuento Mi historia en Libia. ● 1er PREMIO: Rodrigo Calleja del Río de 4º de Secundaria C con el cuento Odelia. Poesía - Categoría A ⇨ Alumnos de 4º ESO, Bachillerato o Ciclos Formativos ● 2º PREMIO: Juan Herrera Villaseñor de 4º de Secundaria A con el poema Tormenta de amor. ● 1er PREMIO: Adrián Cabañero Molero de 4º de Secundaria B con el poema Van las horas. - Categoría B ⇨ Padres y profesores de alumnos del Colegio. ● 1er PREMIO; D. Alfredo García Agea, con el poema Y eres tú. Microrrelato - Categoría A ⇨ Alumnos de 4º ESO, Bachillerato o Ciclos Formativos. ● 2º PREMIO: Alberto Martín Ibáñez, de 4º de Secundaria A ● 1er PREMIO: Manuel Renedo Gómez, de 4º de Secundaria B - Categoría B ⇨ Padres y profesores de alumnos del Colegio. ● 1er PREMIO: Manuel de La-Chica Duarte, antiguo alumno de la promoción de 2014, con el microcuento Una noche. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario 1er premio de cuento, categoría B Cuento Andrés Gómez Villa, de 3º de ESO A. El señor Carlos tiene una enfermedad. Sus vecinos están todos preocupados por él. Cuando se le acercan los niños del barrio se llena de granos. Él piensa que se debe a que tiene alergia a los pequeños. Lo malo es que no existe cura para ese tipo de problemas. A Carlos casi le da un ataque de su alergia al leerlo. Pero la situación no cambia. Entonces, Carlos se dedica a hacer los preparativos. Sube colchonetas al desván y coloca en el tejado una polea, que mantiene una cuerda, que a su vez, sujeta una cesta, para darles la comida desde el jardín. Por esta causa, el señor Carlos nunca pasea a las horas en que los niños salen del colegio, y no se le ocurre pisar un parque. Esto le hace elegir cuidadosamente con quien sale. Como es lógico, los prefiere solteros. Además no pierde oportunidad de aconsejarles sobre lo malo que es tener hijos. Pero los amigos a veces se casan. Y vuelta a empezar. A elegir de nuevo. Una mañana mientras desayunaba, abrió una carta que acababa de recoger del buzón. Allí decía: “Querido hermano, mi mujer va a dar a luz y está en el hospital ingresada. He pensado que tú podrías quedarte con mis niños estos días. Te encantarán. José y Carmen están deseando conocerte. Les he hablado mucho de ti para que no les cueste adaptarse. Les llevaré a tu casa mañana por la tarde. Aún no sé el tiempo que tendrán que quedarse contigo. Espero que sean pocos días. Tu hermano Luis”. El sábado por la tarde, recibió a sus sobrinos. Al momento, estornuda y le empiezan a salir granos. Carlos los lleva al desván y les dice que no salgan de allí mientras él esté en casa. José y Carmen están contentísimos de dormir en ese cuarto. Al tener hambre, su tío les mandaba desde el jardín la comida. Al día siguiente, Carlos despierta a los niños, tocando una trompeta y, se va al trabajo. Ellos bajan a la cocina y preparan libremente su desayuno. José encuentra en la mesa, un mapa sobre cómo ir al colegio. Ese detalle les parce divertido. Cuando acaban, cogen sus mochilas y se Concurso literario 2015 marchan al nuevo centro escolar. Cuando llegan, les rodean los chicos y les preguntan si son nuevos en el barrio y ellos les cuentan sobre su tío y las cosas que hacen. Los chicos estaban asombrados con sus historias. Cuando vuelven a casa, su tío se cuelga delante por delante del pecho la cartera, para que no se le acerquen. A los niños les parece graciosísimo y se creen que está jugando con ellos y no se separan de él. Carlos, nervioso, les vuelve a llevar al desván. A la mañana siguiente, los chicos del colegio les hacen más preguntas y cada vez tienen más ganas de conocer a ese señor tan curioso. Entonces, a José se le ocurre decirles que pueden venir el sábado a su casa. El día de la visita, los compañeros del colegio entran en el jardín familiar. Al ver que llegan, el pobre hombre deja todo lo que está haciendo y sale corriendo en busca de un lugar seguro. —¡Vamos a pillarlo! —gritan los chicos—. ¡A por él! Los niños estuvieron corriendo detrás de Carlos durante un buen rato, pero no lo consiguen atrapar. Ya procura él que no ocurra tal cosa. Durante toda la tarde se lo pasan genial con el juego y otros parecidos. El único que no disfruta es Carlos, que con tanto niño, se llena de granos por todo el cuerpo. Eso todavía causa mayor atracción hacia él por parte de los compañeros de sus sobrinos. Andel, X Aniversario A partir de ese momento, Carlos se hace famoso en todo el barrio. Todos los chicos le saludan por la calle. A él no le importa mientras se mantengan lejos. Las semanas pasan y llega la hora de que José y Carmen vuelvan a casa. Los niños están muy tristes. Se quieren quedar con su tío un poco más. Les da mucha pena tener que separarse. Se les ha hecho muy corto el mes. Después de la marcha de sus sobrinos, el tío Carlos se toma una semana de descanso. Está totalmente lleno de granos y le duele todo el cuerpo. Se queda en cama varios días, tomando tilas y medicamentos para el picor. El primer día que se siente mejor, sale a la calle y mira en el buzón. Allí encuentra una carta de su hermano Luis: “Querido Carlos: Quiero que sepas que ahora no tienes dos sobrinos, sino cuatro. ¡He tenido gemelos! Son un niño y una niña, y por lo que has hecho por mí les he llamado Carlos y Carla. José y Carmen se lo han pasado muy bien contigo. Yo y mi mujer no sabemos cómo agradecerte lo que has hecho por ellos. Están muy contentos y cambiados. José se ha vuelto más responsable y hace tostadas sin que se le quemen. Carmen se sabe vestir sola. Gracias de nuevo. Cuando mis gemelos sean mayores, les llevaré con José y Carmen para que te conozcan y se diviertan contigo. Un fuerte abrazo, Luis”. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario 2º premio de cuento, categoría B El que no sueña no puede volar Marcos Casado Monterrubio, de 3º de ESO B Me encontraba en aquella habitación blanca y poco iluminada, donde apenas entraban los rayos de sol por la veneciana de la ventana. No recordaba nada de lo ocurrido. Solo sabía que había aparecido en este lugar de repente. Estaba muy mal. Un dolor horrible me recorría toda la pierna. Una máquina empieza a pitar acompañada de una luz roja. Al instante una persona entra por la puerta, me estira el brazo y se marcha. Giré la cabeza y me fijé que tenía unos tubos desde un aparato hasta mi brazo. Me dolía todo y pasé varias horas en vela. A la mañana siguiente ya podía mover varias extremidades de mi cuerpo pero el dolor de la pierna no cesaba. Estiré mi brazo derecho para tocármela y descubrí que tenía una cosa dura rodeándomela. Mi cerebro empezaba a recordar cosas de lo ocurrido. Mi última visión fue…, no me acuerdo. Cada vez que quería recordar algo de lo sucedido sentía como mi cabeza explotara. Horas más tarde escuché voces cerca de la puerta. Apenas oía un: “sí, sí, lo veo complicado, mejor dentro de un rato…” Concurso literario 2015 Oí unos pasos y las voces desaparecieron. Seguía tumbado en una cama, solo y aburrido. Por fin una señora entró por la puerta, me miró la pierna y se fue. Al cabo de varios minutos entraron cuatro señores con una camilla, me subieron y me llevaron a otra sala. Me dejaron en una habitación con muchas luces y miles de máquinas que yo desconocía. Estuve varios minutos hasta que entró un señor con una mascarilla en la boca. Me quitó la cosa dura de la pierna y me la tocó. Grité al instante y noté como el dolor subía hasta mi cabeza y volvía a bajar hasta mi pierna. Entró una señora por la puerta y miró al señor de la mascarilla. Vi como este asentía con la cabeza, sacó una jeringuilla del bolsillo y me la clavó en el hombro. Me le quedé mirando y a los cinco segundos me desmayé. Cuando volví a despertar, estaba en otra sala un poco más iluminada que la primera. Me encontraba mejor y empecé a recordar sucesos. Mi única visión fue una imagen en la que estaba jugando al fútbol con mis amigos, aunque lo veo como si fuera un sueño. Empezaba a preguntarme cosas, como: ¿Dónde estoy?, ¿qué hago aquí?, ¿quiénes son esos señores?, y ¿dónde están mis padres? A la mañana siguiente me encontraba peor. La cabeza me daba vueltas y sentía como si en cualquier momento explotara. Pero lo que más me dolía sin duda era la pierna. Parecía que una anaconda se estuviera agarrando a mi pierna y cada vez la estrujara más. De repente me dio un pinchazo Andel, X Aniversario terrible y mi reacción fue gritar como un loco. Entraron varias señoras pero no pude escuchar lo que decían, estaba demasiado ocupado aguantando el dolor. Al momento entró el señor de la mascarilla y me volvió a pinchar con la jeringuilla, por lo que me durmió al instante. No me gustaba que me pinchasen todo el rato, pero sabía que cuando despertara me iba a encontrar mucho mejor. Y esta vez no fue una excepción. Al despertar el dolor de cabeza se me había pasado y el dolor de la pierna ya no era tan fuerte como antes. Me encontraba de mejor ánimo y me apetecía hablar con alguien, pero nadie entraba en la sala. Mi buen ánimo iba desapareciendo al ver que nadie entraba en la habitación. Jugaba con mis manos para no aburrirme, pero era inútil. Mi aburrimiento crecía por momentos. Escuché pasos que se acercaban a la puerta, pero se iban. La noche iba cayendo y yo seguía sin saber donde estaba. Lo único que podía hacer en ese momento era dormirme y esperar a mañana. Esa noche tuve un sueño terrible. Vi a mi padre y a mi madre llorando junto a otras personas, pero estas no estaban llorando, sino que se reían. Yo noté que mis padres estaban entristecidos y doloridos. Cuando desperté vi junto a mí a una persona con un traje donde se podía leer: Policía secreta. Al verme despierto me dijo: –Buenos días Jorge vengo a hacerte unas preguntas; si no te encuentras bien lo dejamos para otro día, ¿vale? Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario traje distinto, en este no ponía nada especial. Se sentó y empezó a contarme todo: –Me encuentro bien —dije—. Empiece cuando quiera. Él sacó rápidamente un bolígrafo y una hoja que tenía varias preguntas. –Empecemos,¿recuerdas qué te pasó? Me quedé pensativo un poco y al final contesté: —No. Mi último recuerdo fue ver a mis amigos y a mi jugando al fútbol. Pero parece como si esa visión fuese un sueño, como si nunca hubiese ocurrido. —Y es cierto, eso nunca ha ocurrido. Me quedé perplejo sin saber contestar. Necesitaba respuestas. Yo solo quería saber una cosa, la cual le pregunté. —¿Qué ha pasado? —dije nervioso. —Ellos querían matarte, pero no lo consiguieron. Unos segundos antes y lo hubiesen logrado. Tenemos que tener más cuidado contigo. Algún día te necesitaremos. Se dirigió a la puerta para salir, la abrió y me dijo: —Cuídate, nos veremos dentro de una semana. Me guiñó el ojo y se fue. Toda esa semana estuve impaciente por saber quiénes eran “ellos”, dónde estaba y qué había pasado con mis padres. Y a la semana siguiente apareció el mismo tipo pero con un —Ibas de camino a un entrenamiento de fútbol, pero sufriste un accidente. Un camión chocó contra vuestro coche. En ese camión viajaban unos terroristas que tenían un chip con el que podían llegar a un lugar donde hay un arma que si la llegan a tener pueden causar mucho mal. Ese chip se incrusta en el cuerpo de una persona y esta involuntariamente va dando indicaciones de donde se encuentra el arma. El chip lo tenía uno del camión, pero por una causa extraña se lo quitó y te lo incrustó en tu cuerpo. Además la persona que lo tenga tendrá unas cualidades que todavía desconocemos. Te necesitamos para que nos guíes al lugar donde se encuentra el arma y que no caiga en malas manos. Nos dimos cuenta de que tenías el chip porque después del accidente los terroristas llegaron al lugar antes que nosotros y cogieron a tus padres, pero a ti no. Fuimos detrás de ellos pero de repente giraron y fueron hacia ti, querían matarte. Menos mal que nuestros refuerzos se adelantaron y evitaron tu muerte. Al llegar aquí te intentamos sacar el chip pero es imposible. No hemos logrado sacártelo. Lo tienes muy incrustado en tu pierna. —Entonces, ¡ahora mismo trabajo para una especie de FBI! —dije emocionado. —¡Exacto! Bienvenido a la ASSM (Asociación de la Seguridad Secreta Mundial) Al cabo de dos semanas yo ya podía andar. Y Miguel, (el policía que me contó lo que pasó) me inició una Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario sesión de entrenamiento. Me dijo que tenía que estar preparado para cualquier cosa. Miguel y yo nos hicimos grandes amigos. Durante los entrenamientos era un tipo duro y no te pasaba ni una. Pero una vez que terminaba era alegre, simpático y hablador. Estuve tres semanas entrenándome. Durante ese periodo descubrí una cualidad que me daba el chip, ver el futuro. Me di cuenta cuando yo creía que mi última visión fue la de que estaba jugando al fútbol pero me equivocaba, yo podía ver el futuro a corto plazo, aunque luego ocurra otra cosa. Tengo que mejorar ese poder. mano hablando con las personas que me tenían cogido en este momento. Comprendí rápidamente el mensaje y usé las técnicas que me había enseñado Miguel para salir de esas situaciones. Apoyé todo mi peso sobre uno de mis brazos, entonces uno de los que me cogía me dejó en el suelo porque estaba cansado. Aproveché para paralizar a los dos que me cogían. Los otros tres sacaron su pistola, pero antes de que recargaran les solté un puñetazo a dos de ellos y al otro, al parecer por miedo, huyó. Cuando llegué a mi habitación vi a Miguel sentado en mi cama mordiéndose las uñas. Aprovecho este momento para presentarme. Me llamo Jorge y tengo 14 años. Vivo en Segovia y soy un tipo muy activo. Mis aficiones son el kárate y el fútbol. —¡Jorge, tienes que tener cuidado los terroristas están por el edificio buscándote! Acabadas las tres semanas de entrenamiento, Miguel me dijo que estaba preparado para la acción. También me enseñó a conducir, a ocultarme en las sombras y a saber paralizar a una persona con un dedo. Dice que son cosas que toda persona debe saber. Acabé de cenar y me dirigí hacia mi cuarto, pero dentro había unos señores. Entré y me hablaron: —Ven con nosotros, es importante — dijeron con un tono serio. Me cogieron de los brazos y me levantaron para evitar que me retenga. Pensé que ese era el momento ideal para usar mis poderes de ver el futuro. Y eso hice. Vi a una persona, que parecía yo, atada por los brazos y los pies. Otra persona tenía una pistola en la mano apuntándome y hablando conmigo. Y también había cinco encapuchados con dinero en la —Tranquilo ya me han cogido pero me supe defender —dije con un tono varonil. —Menos mal, has aprendido bien las técnicas que te he estado enseñando, ahora nos ocuparemos de ellos, pero vengo a decirte una cosa muy importante: mañana te tendrás que levantar temprano, porque vamos a comenzar la misión A la mañana siguiente vino Miguel para despertarme muy temprano, desayunamos rápidamente y me presentó a la plantilla seleccionada para realizar la misión. Todos eran tipos fuertes y grandes. Se les veía con cara de tener experiencia y a algunos les faltaba algún dedo. En total éramos veintidós personas. Cogimos tres camiones, dos eran para escoltar y el de en medio es donde viajaba yo, que era “la perla” de la misión, según dijo Miguel, que parecía ser el jefe de todos ellos. Nos pusimos en marcha y Miguel me pidió que me concentrara. Concurso literario 2015 De repente yo empecé a decir localizaciones que ni yo ni nadie de los que viajábamos en el camión lo entendía, excepto el conductor del primer camión. Le transmitían mis palabras por radio y el las entendía todas al momento. Seguimos viajando durante dos días, y al tercer día el conductor dijo que estábamos cerca y que mañana temprano llegaríamos. Pasamos la noche en medio de una llanura inmensa, y yo me encontraba perdido. Hablé con Miguel: —¿Dónde estamos?, estoy totalmente perdido. Durante este tiempo yo no sé nada de lo que ha pasado. —Nos encontramos en medio del Sáhara. —¡En medio del Sáhara! —exclamé. —Y mañana llegaremos al lugar. Espero que descanses, todavía hay mucho que hacer. En mitad de la noche escuchamos un disparo. Y nos ocurrió lo peor que nos podía haber pasado en ese momento, ¡un asesinato! Pero no un asesinato cualquiera, sino que mataron a la persona más importante que teníamos, al conductor del primer camión. Sin él no podíamos llegar a ningún sitio. Decidimos coger todas las cosas y salir de allí rápidamente. Por la mañana Miguel decidió analizar la situación y pensar. Pero lo único que se le ocurrió fue que yo me dirigiera a mí mismo. Es decir, que mientras yo digo la localización mi subconsciente lo entiende y conduce. Al principio nos pareció una idea loca, pero funcionó. Llegamos al lugar a mediodía. Había una cúpula enorme en medio de la nada, era tan grande como un estadio de futbol y se elevaba como un Andel, X Aniversario edificio de 10 pisos. Lo maravilloso de la cúpula, aparte de sus dimensiones, es que era de piedra. Parecía que eso estaba estratégicamente colocado ahí. Lo que más nos llamó la atención a todos es que había un todoterreno en frente de la cúpula con un logo en la parte superior que parecía una especie de serpiente. —¡Son ellos! ocupado. —dijo Miguel pre- En el coche no había nadie, por lo que se estresó más. Aparcamos y nos dirigimos silenciosamente a la puerta. Entramos y vimos algo inimaginable. Había un conjunto de mecanismos gigantescos que todos llegaban a una enorme antena que parecía tener todo el poder. Lo más asombroso es que era todo de piedra. Había unas escaleras y bajamos. Nos encontramos con cien personas que parecían ser los terroristas. Volvimos a subir antes de que nos vieran. Nos miramos los unos a los otros, pero no sabíamos que hacer. —Han conseguido llegar —dijo Miguel—. Llamaremos su atención para que suban y matarlos. Debemos ser rápidos. Empezamos a hacer mucho ruido e iban subiendo. Uno a uno los íbamos matando. Nosotros éramos mas fuertes pero ellos eran más. De repente la cúpula se abrió y todo aquel mecanismo se movió. Todos nos paramos para ver semejante barbaridad. Un mecanismo de millones de toneladas se movía para sacar la enorme antena que pesaría alrededor de otras miles de toneladas. Nos dimos cuenta de la situación. Aquella “máquina mortal” estaba en funcionamiento. Concurso literario 2015 Aparecieron 20 tipos enormes junto al que parecía ser su jefe. Al parecer Miguel y él ya se conocían porque se lanzaron una mirada de pocos amigos. Y luego me miró a mí. Me dijo con una voz estremecedora: —Sin el chip este aparato no funciona. Debes morir. Es la única manera de conseguirlo. Elige: tú o tus padres – dijo con una voz que arañaba las paredes. Aparecieron mis padres con las manos y los pies atados y con una cuerda en la boca. —¡Suéltalos! –grité desesperadamente con lágrimas en los ojos. —¡Primero muere! –gritó. De repente sacó una pistola y en un abrir y cerrar de ojos disparó. Había muerto. Todo se acabó. Adiós vida, adiós Miguel, adiós mundo, adiós todo. Pero todavía no era mi hora. Conseguí parar el tiempo y vi la bala a dos centímetros de mi frente. Con toda mi rabia fui hacia él. Reanude el tiempo y le solté tal puñetazo en la cara que empezó a gritar en el suelo de dolor. Elevó la pistola contra el Andel, X Aniversario mecanismo y lanzó una bala. Todo se empezó a caer. Salimos corriendo todos excepto los terroristas, que se quedaron gritando del dolor que les esperaba. Habíamos ganado. No teníamos nada que temer, todos estaban muertos. Era imposible que sobrevivieran a semejante peso. De repente un silencio y todos saltábamos de alegría. Mis padres fueron a abrazarme. Luego vino Miguel y me susurró al oído: —Gracias. Volvimos a España y el director de la ASSM me nombró subdirector de las operaciones secretas. Seguía con el chip por lo que seguía con mis “poderes”. Mis padres me dejaron seguir trabajando para la ASSM. Al final de la ceremonia se me acercó Miguel y me dijo: —¿Te he contado los inconvenientes de tener el chip? —No. ¿Cuáles? Se rió y me dijo con una voz seria: —Recuérdalo siempre, el que no sueña no puede volar. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario 1er premio de cuento, categoría C Odelia Rodrigo Calleja del Río, de 4º de ESO C. Hace muchos años, hubo una joven princesa llamada Odelia. Sus padres, que deseaban que algún día se convirtiera en una reina justa, la habían educado con dureza y disciplina. Juegos, risas, besos y caricias eran consideradas distracciones que podían desviarla de su noble destino. Un fatal día, los reyes fallecieron y Odelia tomó posesión del reino. Asumió sus obligaciones con entereza y sin derramar ni una lágrima, pues no había tiempo que perder. Siguiendo el ejemplo de sus padres, trabajó duro para que aquellas tierras fueran prósperas y sus súbditos cumplieran a rajatabla leyes y normas. La joven reina suponía que eran felices. Ella amaba la soledad. Y lo hacía hasta tal punto que, a veces, recelaba de su propia sombra. Cada anochecer, cumplidos todos sus deberes, se retiraba allá donde el silencio se hacía audible. Movida por un extraño deseo, un día montó su caballo y se alejó del reino. Después de horas cabalgando por polvorientos caminos, llegó a un bello y frondoso bosque. De pronto olvidó todas sus obligaciones y sucumbió ante la tentación de descansar en aquel hermoso lugar. Estaba sentada sobre una piedra blanca cuando de repente descubrió en ella un corazón esculpido con una inscripción dentro: "María Abad vivió cinco años, cinco meses, una semana y tres días". Se sobrecogió al darse cuenta de que esa piedra era una lápida. Odelia era una mujer dura, pero sintió tristeza al pensar que una niña tan pequeña estaba enterrada en aquel lugar. Miró a su alrededor y vio otras piedras similares. Todas ellas tenían esculpido un corazón con un texto grabado en su interior. "Alfonso Ruiz vivió seis años, nueve meses y dos semanas", leyó en otra de ellas. Odelia se sintió conmocionada. Aquel hermoso lugar no era más que un cementerio de niños. Todas las lápidas mostraban el nombre y la edad de algún difunto. Le impactó comprobar que el que más tiempo había vivido apenas sobrepasaba los diez años. Embargada por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar por aquellos pobres niños cuyas vidas habían sido tan breves. El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí en aquel momento, la escuchó llorar y se acercó a ella. La observó en silencio un rato antes de preguntarle: —¿Lloras por algún familiar? —No, no —respondió secándose las lágrimas—. Lloro por estos niños muertos. ¿Qué le pasa a este reino? ¿Qué terrible maldición pesa sobre él Concurso literario 2015 que os obliga a construir cementerio solo para niños? Andel, X Aniversario un El anciano sonrió y dijo: —No es una maldición. Se trata de una vieja costumbre. —¿Tenéis acaso por costumbre matar a los niños? —dijo incorporándose y desenvainando la espada. —¡Claro que no! Guarde la espada y le explicaré. Odelia obedeció. —En este reino, cuando un joven cumple diecisiete años nuestro rey le regala una libreta como esta que tengo aquí —dijo sacando un cuadernito de su bolsillo. Ella la tomó con curiosidad y abrió sus páginas. —Anotamos en ella cada instante en el que amamos de verdad. Solo cuentan los momentos en los que un amor puro invade nuestro corazón dormido. —El anciano hizo una pausa antes de continuar—. Cada vez que uno disfruta intensamente de un momento así, abre la libreta y lo anota. A la izquierda, describe la situación: un primer beso, una declaración apasionada, el nacimiento de un hijo... Y a la derecha, cuánto duró esa sensación de amor intenso, esa experiencia en la que el corazón parecía a punto de salírsele a uno del pecho. Cuando alguien se muere abrimos su libreta, sumamos lo que ha amado y lo inscribimos sobre su tumba. En el bosque de los corazones dormidos solo cuenta ese tiempo, porque para nosotros es el único vivido. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario 2º premio de cuento, categoría C Mi historia en Libia Sebastián Bruzzone Martínez, de 4º de ESO C. Era el verano de 2010. Me desperté pronto y vi a mis padres hablando en la cocina; me preocupé porque no era usual. Me explicaron lo que sucedía. A mi padre le ofrecieron ser destinado en la embajada de España en Libia en Trípoli, al norte de África, ya que es diplomático. En ese momento no sabía qué decir, lo que sí sabía y tenía claro era que quería con mi padre cerca, irnos con él. Y así fue. Mi padre Pablo se fue primero en abril, yo acabé sexto de Primaria y a principios de agosto cogimos mi madre María y yo el avión hacia una vida nueva y diferente a la que teníamos en Madrid. Conocimos mucha gente, amable y comprensiva, de Argentina, España, Venezuela, Estados Unidos o Francia que nos ayudó a adaptarnos y que estaban destinados en el país como nosotros; eran familias de trabajadores de empresas como Repsol, Total, Sacyr, Akakus, etc. Todos vivíamos felices y con toda clase de placeres, sin necesidades de nada. Estudiaba en el International School of Libya, donde hice grandes amistades que ahora mismo no sé en qué parte del mundo se encuentran. Mejoré muchísimo mi inglés y comencé a hablar árabe. Todo iba bien hasta el 17 de diciembre de 2010, cuando un joven se inmoló Concurso literario 2015 en Túnez para manifestar su desacuerdo con el gobierno dictatorial que había en estos países. Se desencadenó un movimiento social antidictatorial, con el objetivo de acabar con el régimen totalitario. Este movimiento, la primavera árabe, empezó en Túnez y consiguieron su objetivo tras varias insurrecciones de la población. ‘‘Se creó el efecto dominó’’, y el movimiento se trasladó a Omán, Yemen y Egipto principalmente, donde también se consiguió derrocar a los dictadores. En Libia había una tensión silenciosa. Preguntábamos si podía pasar aquí también, y todas las personas nativas de allí y amigas nuestras nos respondían que no, una revolución era imposible. Pasaron las navidades. La población se mantenía en tensión constante pero silenciosa. Un miércoles, 16 de febrero de 2011, me recogió mi padre del colegio y fuimos a merendar a una cafetería en una de las calles principales de la ciudad. Al salir, noté que el ambiente estaba diferente a cuando entré. No sé si la gente hablaba más fuerte, había más coches en la calle, o había más ruido, pero se sentía un ambiente de nerviosismo y alteración. Fuimos a una peluquería para cortarme el pelo. El peluquero, aparte de preguntarme cómo quería el corte, en inglés, cómo me llamaba y cómo estaba, lo típico, me preguntó cómo iba a estar mañana. ¿Mañana? Le respondí: Estaré bien, supongo. Y se rió. Acabó de cortarme el pelo, le di las gracias y Andel, X Aniversario me despedí. Él hizo lo mismo y me contestó: ‘MahSalammah’, una expresión árabe que significa ‘adiós y que Dios te bendiga’, siguiéndome con la mirada y sonriéndome mientras salía. Por la noche nos llamaron de la Embajada y nos dijeron que no vaya yo al colegio y no salgamos de casa al día siguiente, y así lo hicimos. Llegó el 17 de febrero. La fecha de la manifestación a la que asistieron todos los opositores al gobierno del dictador Muammar El Gaddafi. Comenzó un gran descontento social y comenzó una guerra civil entre los ‘gadafistas’ y rebeldes. El 18 se cerraron establecimientos de compra y los colegios internacionales. La tensión aumentaba y había más policía por las calles. El 19 se escucharon los primeros disparos y se realizaron las primeras evacuaciones de extranjeros, principalmente hacia Europa. Nosotros seguíamos recibiendo órdenes de la Embajada y esperando el momento para una posible evacuación si el conflicto no se calmaba. En estos días, la represión militar sobre la población libia era impresionante y se perdían las ganas de la revolución entre los intelectuales. Para revivir el fuego revolucionario, se revelaron secretos de Estado y salieron a la luz vídeos censurados sobre fiestas y pertenencias en el extranjero de los hijos del dictador. El 21 de febrero, por la mañana, nos dijeron que cojamos una mochila con las cosas básicas más importantes y Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario que vayamos a la casa de un compañero de trabajo de mi padre. Allí fuimos, me temía que llegaba ya la evacuación… A las 18:00h nos llamaron los de Repsol para ir a Regatta, una urbanización privada para extranjeros, y desde allí salir hacia al aeropuerto con los coches, en Convoy. Salimos en dos coches, pero no conseguimos llegar, ya que todas las calles estaban cortadas y llenas de hombres armados con fusiles. La evacuación se decidió cambiar al día siguiente de madrugada, aprovechando la hora del rezo. El avión despegó tras esperar una hora y conseguir el permiso de salida. Todo el mundo aplaudía; yo no. Así se hizo. El 22 de febrero a las 05:30h salimos hacia Regatta. No había nadie en las calles, tan solo el sonido de las mezquitas llamando al rezo por toda la ciudad. El ambiente era fantasmal. Llegamos a Regatta y salimos en Convoy hacia al aeropuerto. Una vez allí, me sorprendí porque nunca había visto una acumulación de gente tan inmensa. Estuvimos esperando allí 3 horas, y de vez en cuando se escuchaban gritos y peleas entre la multitud. Llegó el momento de salir. Dimos la vuelta al aeropuerto y entramos por detrás, en fila. El primero iba dando dinero a la gente para que se apartase y pudiéramos pasar. La gente nos miraba con odio pero a la vez con miedo. Llegamos al control de metales y mi padre me dijo que él se tenía que quedar, y que vuelva a Madrid con mi madre, que él volvería más adelante. Me eché a llorar y pasé el peor momento de mi vida. Esos días me pasaba horas viendo las noticias en cualquier idioma, la CNN, la BBC, 24h, AlJazeera... y esperando la llamada de mi padre diciendo que ya venía. Las noticias consistían en la congelación de cuentas bancarias de Gadaffi en Suiza, el dominio del petróleo en Libia y la revelación de secretos de Estado del dictador, que escondía toneladas de oro en el desierto libio y su definitivo asesinato a manos de los rebeldes con ayuda de la OTAN. Llegamos a Madrid por la noche. Cogimos un taxi y fuimos a la casa de mi tía Gemma, que nos acogió y nos dio las llaves de nuestra casa. Pasamos la noche allí con ella. Me desperté pronto porque dormí bastante mal. Fuimos a nuestra casa e intentamos seguir adelante en esos momentos de confusión. Todo pasó tan rápido que resulta difícil asimilarlo. El grupo de GEO español fue allí para aportar recursos militares de defensa. El 28 de febrero nos llamó el ministerio de exteriores, y nos dijo que al día siguiente llegarían todos los españoles que quedaban en el país en un avión militar. Me alegré y me tranquilicé muchísimo. El 1 de marzo por la noche mi padre llamaba a la puerta, tras aterrizar en el aeropuerto de Torrejón de Ardoz. Se Concurso literario 2015 me cortó la respiración por un momento y abracé a mi padre. Pasaron dos meses. A principios de verano mi padre volvió a Libia para terminar su periodo de trabajo en la Embajada allí, y para arreglar asuntos pendientes como el alquiler de la casa y la matrícula de mi colegio. Volvió en coche siguiendo el trayecto de Trípoli hasta Túnez, de allí hasta Barcelona y hacia Madrid. Se acabó una época bonita y peligrosa de mi vida que me hizo aprender y madurar muchísimo como persona. Andel, X Aniversario Pocos han vivido una historia así y pocos son también los que han podido contarlo. De Libia me llevó enormes amistades que hoy en día prevalecen, aunque otras no, por varias razones que se pueden imaginar. Fue un país en el que todo el mundo pensaba que era imposible ser feliz y estar contento, sin embargo, yo lo era y lo estaba, incluso más que en España. A veces, la felicidad se puede encontrar en lugares donde uno no puede imaginar que allí exista eso. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario 1er premio de poesía, categoría A Van las horas Adrián Cabañero Molero , de 4º de ESO B. Van las horas; van los segundos; van estas letras surgiendo en palabras; vienen los vientos ligeros; y tu cárcel y mi cárcel se juntan, se funden las rejas, y se calman los locos aromas se disuelven las quejas, y nuestros caminos se abrazan. Como la música de un canto. Como los signos de un grito lejano. Como la llaga de un enigmático llanto. 2º premio de poesía, categoría A La tormenta de tu amor Juan Herrera Villaseñor, de 4º de ESO A. Como un gran y bonito velero, surca mi ilusión mis sueños, donde mis deseos son los dueños, y mi amor viajero. Aquí tu amor siempre es el destino, y el capitán un pésimo poeta, que tiene siempre como gran meta, buscar un camino. ¡Maldita suerte, destino incierto!, que al velero pequeño persigue, y el capitán nunca consigue llevarlo sano a puerto. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario 1er premio de poesía, categoría B Y eres tú D. Alfredo García Agea, profesor No son amargas ni vanas las lágrimas que inundan mi alma. Pues son de regocijo al saber que el barco perdido de mis sentimientos por fin ancla en el puerto infinito de tus labios. La pena y la nostalgia antes sentidas, son ahora fustigadas por el huracán de tu belleza. Y las noches tristes de corazón ausente se regocijan en vivo festejo de amor verdadero. Te amo, y bien lo sabe el viento. Y como una suave cortina de lluvia primaveral, bañas mis latidos de ilusión fresca y pura. Así, cabalga mi corazón sobre tu efímera sonrisa, como el caballo salvaje por la inmensa campiña, en un océano de fresca hierba bañado por el sol. No son amargas ni vanas las lágrimas que inundan mi alma. Pues me avisan que la fuerte tormenta, con sus negras y espesas nubes amenazantes, por fin expulsa agua limpia y depurante… Y eres tú. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario 1er premio de microrrelato, categoría A Manuel Renedo Gómez, de 4º de Secundaria B El pájaro creía que era libre. El niño, a través de los barrotes, dijo: “NO”. 1er premio de microrrelato, categoría B Manuel de La-Chica Duarte, Antiguo Alumno Una noche, una silla No sabía cómo había llegado a esa habitación. Sólo recordaba que la cosa se había torcido, que Adam había jurado matarle mientras volcaba la mesa y que se escuchó un disparo. Tenía que escabullirse. No recogió sus pertenencias, bajó las escaleras y salió del hostal sin pagar. Miró al sauce donde había atado a su caballo y se hizo una idea de lo sucedido. Una rama caída, una cuerda, su cuerpo tambaleándose, una silla tirada en el suelo. 2º premio de microrrelato, categoría A Alberto Martín Ibáñez, de 4º de Secundaria A Caía. Movió los brazos intentando asirse a algo. De pronto, sintió un agudo dolor en la espalda y, a la vez, notó cómo el suelo se abría bajo él. Y volvió a caer. Pero la distancia no fue suficiente para tener fractura alguna. Creía estar ileso. Abrió los ojos y se vio rodeado de una inmensa oscuridad. Era él mismo. Concurso literario 2015 Andel, X Aniversario Andel, junio de 2015