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GUÍA ESPIRITUAL PARA LA CUARESMA BASADA EN LA LITURGIA La mejor guía espiritual para vivir la Cuaresma y la Semana Santa es la Liturgia, pues "en la Liturgia de la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente su misterio pascual" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1085). La Liturgia nos propone un proceso dinámico, que avanza, semana a semana, hasta introducirnos en el corazón de la Pascua con la celebración de la gran Vigilia en la noche pascual. La mayor riqueza espiritual la encontramos en la celebración de la eucaristía, con estructura propia para cada día y un abundante servicio de lectura de la Palabra de Dios. Para adentrarnos en la riqueza específica de cada semana, nos vamos a fijar sobre todo en el domingo, miércoles y viernes, días que han tenido especial relieve en la tradición de la Cuaresma. NOS PONEMOS EN CAMINO Con la celebración de la eucaristía y la recepción de la ceniza "inauguramos la Cuaresma". Esto tiene lugar el Miércoles de Ceniza. La liturgia le da el nombre de "semana de ceniza" a esta semana que nos introduce en la Cuaresma. Aquí encontramos las líneas básicas de nuestro itinerario hacia la Pascua: - Todo el pueblo de Dios está convocado. El camino se hace en comunidad: "Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos... " (JI 2,16). - Nos disponemos a celebrar la memoria de aquél a quien "Dios hizo expiación por nuestro pecado para recibir la justificación" por la fuerza salvadora de su cruz y su resurrección. - Oración personal y comunitaria: "Ora al Padre que está en lo secreto" (Mt 6,6). - Compartir. Ése es el ayuno que Dios quiere: "Cuando partas el pan con el hambriento... brillará tu luz como la aurora" (Is 58,6-8). - Conversión: "Conviértete y cree en el Evangelio" (rito de la ceniza). - Así llegaremos "con el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo" (bendición de la ceniza). Sé que la Pascua florida está al final del camino; allí con gozo divino, luz de gloria amanecida brota ya de cada herida. Para esta cumbre alcanzar, paso a paso, hay que andar Vía de Cruz dolorosa; y en la aurora más hermosa con Cristo resucitar. PRIMERA SEMANA DE CUARESMA: Nuestra fidelidad sometida a prueba En esta primera semana se nos presenta a Jesús como modelo. Antes de emprender el camino, él se retira al desierto. Allí clarifica cuál va a ser su camino. Lo mismo tenemos que hacer nosotros: - El Espíritu es quien nos ha de guiar y nos ha de dar la fortaleza para no equivocar el camino: "Era conducido por el Espíritu en el desierto" (Lc 4,1). - Nuestra fidelidad se verá sometida a prueba, como el pueblo de Dios en los "cuarenta años por el desierto", como Jesús en su "cuaresma" de desierto particular: "Durante cuarenta días fue tentado por el diablo" (Lc 4,2). - Se nos entrega la oración modelo, la que nos identifica como discípulos, el "padrenuestro": "Cuando recéis decid: Padre nuestro... " (Mt 6,9-13). - Se nos ofrece "el libro de ruta": La enseñanza de Jesús sobre el monte, como uno mayor que Moisés. SEGUNDA SEMANA: El misterio de Pascua se anticipa El horizonte de la Pascua queda iluminado en la trayectoria de esta semana: - Jesús nos indica hacia dónde vamos para que no extraviemos el camino: "Mirad que subimos a Jerusalén..." (Mt 20,18). - El camino se ilumina en la celebración dominical de la "Transfiguración" de Jesús. Por anticipado contemplamos la gloria del Resucitado con una promesa pascual: El Señor transformará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso" (Flp 3,21). - Como ejercicio especial de esta semana se nos propone: Escuchar. La Cuaresma es un tiempo para escuchar a Dios que nos habla, sobre todo por "su Hijo muy amado". TERCERA SEMANA: "La roca de la que bebemos es Cristo" La Cuaresma es una ruta pascual y sacramental. La fuente de la que mana el torrente de vida nueva y sacramental es Cristo: - En su nombre hemos sido bautizados y con él hemos sido sumergidos en el agua bautismal para identificarnos con su muerte y participar de su resurrección. Todos bebemos de la "misma roca espiritual; la roca es Cristo" (1 Co 10,4). - Se nos entrega la Ley como tarea que hay que cumplir hasta la última tilde. Jesús no viene a anularla, sino a llevarla a plenitud. El primero de sus preceptos sigue en plena vigencia: "Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón..." (Mc 12,29-30). - Somos seguidores de aquel que se abajó hasta someterse al suplicio de los esclavos, la muerte en cruz. No somos seguidores de quien tiene la osadía de orar así: "[Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás... tampoco como ese publicano" (Lc 18,11). CUARTA SEMANA: "Por medio de Cristo, Dios nos reconcilió" La reconciliación está en el corazón del misterio de la Pascua. Dios está reconciliando permanentemente al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo: "Al que no tenía pecado, Dios lo hizo expiación por nuestro pecado" (2 Co 5,21): - La reconciliación nace del amor del Padre, siempre dispuesto a recibir a los "hijos perdidos", a acogerlos con ternura misericordiosa y a celebrar el banquete de reconciliación: "Era necesario celebrar una fiesta y alegrarse" (Lc 15,32). - Por la reconciliación lo nuevo ya ha comenzado: Habrá gozo y alegría perpetua por el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios va a crear (2 Co 5,17). - El evangelista Juan nos sirve de guía durante esta semana. La "hora" del Hijo del hombre ya está aquí. Se acerca el momento en que "sea elevado en alto", y los que hayan creído "pasarán de la muerte a la vida" (Jn 5,24). Éste es el gran misterio de la Pascua. QUINTA SEMANA: "Ha llegado la hora en que será glorificado el Hijo del hombre" En la quinta semana de Cuaresma el misterio pascual vuelve al primer plano: - Jesús es consciente de que lo buscan para matarlo: "Agarraron piedras para tirárselas" (Jn 8,59). - Jesús se presenta como Hijo de Dios. Esta pretensión se considera como una blasfemia merecedora de lapidación. - La sentencia sobre Jesús ha sido pronunciada por el sumo sacerdote: "Conviene que uno muera por el pueblo... Y aquel día decidieron darle muerte" (Jn 11,50-53). Jesús se siente seguro: "Quien me glorifica es mi Padre" (Jn 8,54). - Nosotros estamos convocados por Jesús a conocerlo: "Sentir el poder de su resurrección, la comunión con sus padecimientos, haciéndonos semejantes a él en su muerte para llegar un día a la resurrección" (Flp 3,10).