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Platón, Aristóteles y el Alma del Mundo
Por Burnam Schaa, F.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
La metafísica occidental fluye hacia adelante con un ritmo trino de cuerpo, mente y
alma. Por lo tanto, se emprende el viaje del estudiante en forma continua alrededor de
un triángulo sagrado, aprendiendo conforme recorre las imágenes multiesplendorosas
del arquetipo que de manera colectiva se conoce como el Alma del Mundo.
Incluso hoy en día muchas personas en el área de las ciencias físicas, en sus esfuerzos
con frecuencia aristotélicos para hacer uso del conocimiento exotérico de Oriente, han
pasado por alto los tesoros esotéricos que tienen en casa dentro de la Tradición
Occidental. Por ejemplo, al reducir la sabiduría de Platón a una interpretación literal
de los «sólidos» platónicos, no sólo han perdido una fuente excelente para ilustrar sus
teorías abstractas, sino que además demuestran ignorar el uso que Platón dio a los
sólidos geométricos como dispositivos mnemotécnicos.
En verdad Platón era órfico por religión y sólo pitagórico por inclinación. Sin embargo,
para los filósofos-místicos modernos es de importancia primaria el hecho de que
Platón fuera el primer filósofo griego que liberara la doctrina de Anaxágoras del Nous,
o Razón del Mundo, de la materialidad, haciéndola de naturaleza puramente teológica,
aunque aún tuviera la objetividad vinculada a la naturaleza de las ideas.
El concepto platónico del Nous como una ontología (la filosofía del ser) así como una
cosmología (principio mundial del orden de la naturaleza) refleja en forma más
estrecha el concepto egipcio de Maat, de donde deriva. Además, el concepto platónico
de las Ideas como Arquetipos aún da forma a la sicología rosacruz como una «filosofía
de la mente». Platón reinterpretaba la imaginación de la mitología griega junto con los
lineamientos del Ptah egipcio, cuya doctrina esotérica proporcionó las raíces filosóficas
para la antigua Kabala así como para el concepto griego del Logos.
La metafísica egipcio-platónica es un tema subyacente en la teosofía rosacruz y
también juega un papel en nuestra filosofía de la sique o Alma. Por ejemplo, en
armonía con la idea platónica de la naturaleza triple del Alma, las primeras
monografías de AMORC sugieren esto en términos sicológicos, al hacer referencia al
Espíritu, la Vida y el Alma como las tres cualidades diferentes del ser humano. Esta
trinidad se ejemplifica en la ontología rosacruz, «Dios creó al hombre a partir del polvo
de la tierra e insufló a través de sus fosas nasales el aliento de vida y el hombre fue un
alma viviente».
En la filosofía de AMORC de la sique, se nos enseña primero a considerar a cada
humano terrenal como un ser dual: el cuerpo («el polvo de la tierra») y «el aliento de
vida». La vida es la fuerza vitalizadora que opera las funciones del cuerpo. El alma,
diferente de la Fuerza Vital, es la Consciencia Universal de la Mente Divina o Nous.
Acompaña a la Fuerza Vital en el cuerpo cuando se efectúa la primera inspiración.
Produce la consciencia del ser interno, o síquico, y la personalidad.
De acuerdo con el excelente libro de G.R.S. Mead, La Doctrina del Cuerpo Místico en la
Tradición Occidental, ahora en proceso de reimpresión, la sicología platónica se basa
en una expresión trina: los cuerpos Espíritu, Radiante e Inmortal .1 Al comparar esto
con la antigua metafísica rosacruz simplificada que se mencionó con anterioridad, el
cuerpo espiritual de Platón comprendería tanto el «polvo de la tierra» como el «Aliento
de Vida». Platón observó el alma mixta, «diferente de la Fuerza Vital», como los dos
aspectos últimos del alma como los cuerpos Radiante e Inmortal. Sin embargo, no
existe una contradicción real, pues en las enseñanzas de AMORC el alma misma se
diferencia adicionalmente y por lo tanto se hace referencia al cuerpo Radiante de
Platón como el alma personalidad mientras que el cuerpo Inmortal representa el Alma
Superior, el Cristo místico o Consciencia Cósmica.
Al igual que la personalidad Radiante del alma, el cuerpo Inmortal debe ser
experimentado; no se puede enseñar o aprender salvo a través de sus ideas
arquetípicas. Así, cuando escuchemos a Platón traducido a través de la imaginación
simbólica de dos filósofos-místicos y rosacruces, H. Spencer Lewis y Manley Palmer
Hall2, recordemos lo que el alma personalidad siempre ha sabido.
Según Hall, Platón enseñó que el mundo, es decir, la creación material, era «un animal
inmortal, el cuerpo del Dios Viviente». El mundo era en cierto sentido eterno, pero con
una inmortalidad similar a aquella de un Alma del Mundo arquetípica que en sí misma
tiene que «crear cuerpos, habitarlos, abandonarlos en el momento de la muerte y pasar
a otros cuerpos de acuerdo a las enseñanzas sobre metempsicosis o renacimiento».
Divina Sofía, Nous y Alma Superior
En la filosofía de la Mente de AMORC, esta Alma inmortal es la Divina Sofía, pero
también se designa Nous o Alma superior. Estas espléndidas ideas han sido refinadas
por el extraordinario discernimiento del Dr. H. Spencer Lewis, quien ha elegido
enfatizar la inmortalidad de la Consciencia que «no muere». Según la Ley del Regreso
Eterno, el alma personalidad se vuelve a crear a sí misma continuamente en
expresiones nuevas, pero relacionadas y así se diferencia del concepto órfico de la
transmigración sostenido por los filósofos griegos.
Sin embargo, el Dr. Lewis coincidió con el concepto de Platón acerca de que la
humanidad como Alma podía crear cuerpos físicos a voluntad o según la necesidad;
pero después de que estos cuerpos con su consciencia objetiva individual habían
servido a su propósito, se desintegraban una vez más en sustancias naturales,
verbigracia, «el polvo de la tierra».
El concepto de Nous como la «sustancia» binaria creativa del Cósmico permanece
esencialmente sin cambio hoy en día desde la época del antiguo misticismo hermético
de Platón. Esto se observa, por ejemplo, en las siguientes ideas que se le atribuyen a él:
A partir de su «sustancia» el Nous desplegó el universo, material e inmaterial, a partir
de sus propios principios, leyes y esencias y habitó el cuerpo del mundo durante un
inmenso periodo de tiempo. Después, a través del fenómeno de la muerte, el Nous se
separó del cuerpo del mundo y el cuerpo se desintegró en el Espacio.
Después de lo cual el Nous dio forma a un nuevo cuerpo adecuado para sus necesidades
y superior a la forma precedente. El universo fue por lo tanto inmortal, pero siempre
en constante cambio y desarrollándose de una modalidad a otra hasta que al fin el
universo sea del todo espiritual en todas sus partes, de modo que llegue a ser idéntico
en cualidades a su Fuente, a la cual se halla unido con un vínculo y simpatía eternos.
Cosmología de Aristóteles
Se nos informa que Aristóteles objetó esta cosmología platónica, al creer en vez de eso
que el universo material era coeterno con el espíritu, el espacio y el alma. Para
Aristóteles el mundo material nunca fue creado y nunca tendría fin. No había causa
primera ni efecto final. La materia era eterna e incorruptible, se podía
autocontemplar como una especie de dios. Por lo tanto, las jerarquías celestiales
regirían por siempre en el espacio y los poderes y energías materiales regirían por
siempre en la materia. Aristóteles pensó que era innecesario deliberar sobre como las
cosas llegaron a ser, por la sencilla razón de que siempre habían existido y siempre lo
harían y, sobre los inevitables, «es inútil cuestionarse».
Mediante esta filosofía Aristóteles instituyó un reino de la materia en el abismo debajo
del «escañuelo de los dioses», para parafrasear a Manley Palmer Hall. Aquí la ley
material rige como maestro de las formas y las fuerzas y todos aquéllos nacidos en esta
esfera mortal quedan bajo la tiranía de la materia, de la cual sólo pueden escapar con la
muerte. Por medio de esta doctrina Aristóteles fundó de manera inadvertida una
dualidad de absolutos -«espíritu» absoluto y materia absoluta, lo que hizo que los
teólogos cristianos adoptaran este dualismo filosófico en su doctrina de Dios contra el
Diablo. Fue en este punto que un griego respaldó la creencia de estos acerca de que
Luz-Alma y Obscuridad-Materia se encontraban en pugna eterna por la soberanía en el
espacio. Sin embargo, una vez más, Aristóteles no enseñó en realidad la «parte de la
pugna» de la idea. No obstante sus ideas justificaron la creencia de que dicha pugna
podía ser posible y la imaginación religiosa hizo el resto.
Para Platón, la materia era una extensión del Alma superior y sólo existía por virtud de
las energías espirituales que trabajaban a través de ella. Del mismo modo que el cuerpo
era el sepulcro del alma personalidad, una idea órfica, así el mundo era el sepulcro del
Alma superior. Por otra parte, Aristóteles enseñó que la materia no era simplemente
una dependencia, una condición secundaria de un ser primario. La materia era
completa por su propio derecho. Tampoco estaba muerta, sino llena de energías y
vitalidad y era capaz de desarrollar una infinita diversidad de cosas vivas a partir de
sus propias sustancias.
Aristóteles nunca negó la existencia de las grandes jerarquías espirituales que en gran
medida administraban el orden de la creación. Pero tuvo poca paciencia con la idea de
que estos dioses se preocupaban con «los asuntos del hombre». Aristóteles
consideraba que las divinidades eran una raza aparte que vivía en el espacio de
manera muy semejante como los humanos viven sobre la tierra. No contemplaba al ser
humano individual como un ser ligado directamente a los dioses, sino como un ser
autónomo que podía compartir su suerte con los dioses si así lo deseaba. Sin embargo
Aristóteles sabía suficiente de metafísica para darse cuenta de que era posible que el
hombre descubriera las verdades espirituales a través de la extensión de los poderes
latentes dentro de sí mismo. No obstante consideraba que el mundo espiritual era una
esfera aparte a la cual los hombres podían viajar como a otro país.
No satisfecho con la elaborada teología de los griegos y, evidentemente incapaz de
acoger las especulaciones místicas de Platón, Aristóteles se inclinaba en sus escritos
posteriores a rehusarse a entrar al panteón griego de las divinidades. Al igual que
Anaxágoras, adoptó una sicología de la razón, una energía intelectual en el espacio,
adecuada para explicar los movimientos ordenados del mundo. Aristóteles se percató
de que el Cosmos debía ser el producto de la inteligencia o, quizás más correctamente,
que debía estar sustentado en la eternidad por alguna integridad intelectual. Los
movimientos de la naturaleza eran demasiado perfectos para ser accidentales.
Como es arriba así es abajo
Platón enseñó «Como es arriba así es abajo» y que los patrones de todas las cosas se
encuentran en los cielos. Por otra parte, Aristóteles enseñó «Como es abajo así es
arriba» y que era perfectamente razonable suponer que el espacio celestial era una
especie espiritual intangible de materia. Como la materia misma tenía abundantes
potenciales intelectuales, los llamados dioses podían crecer hacia abajo desde el cielo,
del mismo modo como las plantas crecen hacia arriba desde la tierra.
Como es abajo así es arriba
Hoy en día consideramos «Como es arriba así es abajo» como la primera mitad y «Como
es abajo así es arriba» como la segunda mitad del segundo gran Principio Hermético
que comprende «la verdad de que existe una armonía, acuerdo y correspondencia
entre los diversos planos de Manifestación, Vida y Ser». Este segundo Principio
Hermético ocupa un lugar primordial en los estudios de AMORC.
Según Manley Palmer Hall, en la época de Pitágoras llegó a los griegos una nueva
doctrina posiblemente desde India. Se revirtió el concepto completo de la condición del
alma. Se consideraba que la vida física era la esfera fantasmal sin esperanza. El
nacimiento era una especie de muerte y la muerte era el nacimiento a un estado
inmortal y superior. Se introdujo la enseñanza del renacimiento y se describía que
aquéllos que morían regresaban a su hogar natal, libres de las cadenas de la carne. Esta
doctrina descendió de Pitágoras a Platón y a su vez fue trasmitida a Aristóteles quien la
aceptó con entusiasmo durante la primera parte de su vida. De hecho, se nos dice que
esta enseñanza platónica forma la sustancia del tratado de Aristóteles, el Eudemus,
sobre la naturaleza del alma.
En la filosofía de AMORC la metafísica del Alma incluye ontología, cosmología y
sicología de la mente. Sin embargo, aunque difiere de la cosmología, cosmogonía (lo
que la humanidad imagina de las causas de la naturaleza, desarrollando religión
primitiva y mitología) ofrece una escalera arquetípica de ascenso sobre la cual la sique
puede pasar en forma segura entre dos mundos u opuestos manifiestos. De esta
cosmogonía, H. Spencer Lewis escribió: «En todas las civilizaciones, la religión
dominante de la era se ha reflejado en el arte, la literatura y la filosofía... La filosofía
comenzó como un intento de racionalizar la mitología... Sin embargo, si se desea saber
la fuerza motivadora detrás de las vidas, las costumbres y la cultura de una era, sin
duda uno cae en el examen de su religión».
Precisamente cuando en 1916 H. Spencer Lewis empleó la cosmogonía con el objeto de
hacer más accesible para los estudiantes la metafísica clásica, también fue
redescubierta en el campo de la sicología profunda, en especial en los arquetipos del
Alma que se hicieran famosos gracias al Profesor Dr. Carl G. Jung 4.
AMORC conserva las enseñanzas abstractas de Platón, percibiendo los Arquetipos como
Principios Cósmicos y estados de Consciencia Cósmica que forman parte de los
Archivos del Gran Templo del Alma. Las grandes Ideas filosóficas ofrecen una
continuidad que siempre adorna aquellas escuelas de la Tradición Occidental tales
como AMORC.
El objetivo primario de la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis (AMORC) es ayudar al
individuo a prepararse para la Luz Mayor que desvelará la unidad última de la
humanidad como la «sustancia» divina que llamamos Alma del Mundo. El miembro de
AMORC concuerda con H. Spencer Lewis cuando añadió lo siguiente a una antigua ley:
la verdad te hará libre «cuando la falsedad deje de fascinar». Los antiguos griegos
dijeron, «Hombre, conócete a ti mismo». Nosotros decimos, «Conoce tu verdadero Ser,
tu propia consciencia del alma y conocerás la Paz Profunda».
Notas
1 Mead, G.R.S. The Doctrine of the Subtle Body in Western Tradition (La Doctrina del
Cuerpo Etéreo en la Tradición Occidental) (London: Stewart Watkins, 1919: reimpreso
Solos
rústica, 1993).*
2 Hall, Manley Palmer. Journey in Truth (Viaje en la Verdad) (1945)
3
Tres Iniciados. The Kybalion: Hermetic Philosophy (El Kybalion: Filosofía
Hermética) (Yoga Publication Society, 1921).*
4 Jung, Carl Gustav. The Archetypes and the Collective Unconscious (Los Arquetipos y
el Inconsciente Colectivo) (Princeton, NJ: Bollingen rústica, Primera parte, Collected
Writings, 1959; Segunda edición 1968).*