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55
Sobre el verbo enunciativo
SALVADOR GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ
(Real Academia Española - Universidad de León)
Observemos la siguiente secuencia de ejemplos:
(1) Epiménides siempre miente.
(2) Picasso nació en París.
(3) Tose porque fuma.
(4) Fuma, porque tose.
(5) Honestamente, no he estado nunca allí.
(6) Una vez más, tienes que llamar a tu hermano.
(7) Aunque no lo creas, yo no sé nada.
(8) Si te agrada saberlo, he sido muy feliz aquí.
(9) Sinceramente, ¿deseas venir?
(10) Por última vez, sinceramente, ¿quién lo hizo?
La reflexión sobre su organización lingüística nos lleva a plantearnos algunas cuestiones:
1. ¿Por qué la secuencia (1) es la formulación de una paradoja
solo en el caso de que dicho enunciado sea proferido por el
mismo Epiménides?
2. La secuencia (2) es falsa porque se puede comprobar empíricamente que la aplicación del predicado nació en París al sujeto
Picasso no se corresponde empíricamente con la realidad; pero,
¿por qué son mendaces los individuos que la enuncian o profieren?
3. En (3) la subordinada causal porque fuma depende de tose
(verbo del enunciado); pero, ¿a qué predicado modifica la causal porque tose del ejemplo (4)?
4. Algunos autores han hecho depender las causales lógicas
como la de (4) del concepto enunciación (causales de enunciación); pero, ¿está capacitada esta noción pragmática para
ejercer un papel en la sintaxis?
5. ¿Posee viabilidad la hipótesis de proponer un verbo enunciativo distinto para cada tipo de actos de habla?
6. La hipótesis que rescata un verbo enunciativo latente de carácter genérico (decir) como soporte de los complementos su-
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brayados en los ejemplos (4-10), ¿en qué argumentos lingüísticos se apoya? ¿Aporta una explicación convincente?
7. Se explica en las gramáticas que la palabra honestamente del
ejemplo (5) es un adverbio de modo “orientado hacia el emisor”,
mientras que sinceramente en los ejemplos (9) y (10) se halla
“orientado hacia el receptor”. ¿Cómo se articula el funcionamiento de estos adverbios en la hipótesis del verbo enunciativo?
1. El recurso a la enunciación
1.1. La paradoja del mentiroso
Una de las múltiples formulaciones de la paradoja de Epiménides (o paradoja del mentiroso) se concreta en la afirmación Yo siempre miento. En cualquiera de los escenarios
posibles el emisor resulta simultáneamente veraz y mentiroso1, lo que constituye una
contradicción tan difícil de resolver que, según la leyenda, “el poeta Filites de Cos habría muerto de agotamiento al no encontrar una respuesta a la paradoja”2.
Hace ya algún tiempo3 ofrecíamos una explicación funcional, tomando como punto
de apoyo uno de los binomios fundacionales de la pragmática: enunciación/enunciado.
Más en concreto, partíamos de la diferencia entre sujeto de enunciación (o yo de la
enunciación) y sujeto de enunciado (o yo del enunciado). La paradoja no se plantea en
el nivel de las funciones: el sujeto de la enunciación no resulta simultáneamente veraz
y mentiroso, y lo mismo se puede concluir respecto del sujeto del enunciado, como se
observa en el cuadro:
Yo de la enunciación
Yo del enunciado
VERAZ
MENTIROSO
MENTIROSO
VERAZ
Si Yo siempre miento es verdadero
Si Yo siempre miento es falso
1
“Supongamos que Epiménides está mintiendo; entonces lo que dice no puede ser verdad, y como dice que está mintiendo, entonces lo que dice debe ser verdad y, como dice que está mintiendo, por fuerza miente” (J. Fresán, 2010: 49).
2
Ibid.
3
“La diferenciación entre sujeto de enunciación y sujeto de enunciado ofrece una salida airosa a la paradoja de Epiménides o ‘paradoja del mentiroso’. Una persona dice: ‘Estoy mintiendo’. Si realmente está mintiendo, es un mentiroso,
y, si no miente de hecho, también será mentiroso (por decir que miente cuando no estaba mintiendo). Formulaciones modernas de esta paradoja pueden hallarse en Frege, Quine, Russell, Ajdukiewicz, Tarski, etc. En el Quijote aparece reflejado en uno de los problemas que se presentan a Sancho en la ínsula Barataria. Desde el punto de vista lingüístico, existen
dos papeles o roles (el hecho de que puedan coincidir en un mismo individuo es puro accidente). De forma gráfica:
Si Estoy mintiendo es
a) verdadero
b) falso
(S. Gutiérrez, 1981: 278, nota 32).
Sujeto de enunciación
Sujeto del enunciado
VERAZ
MENTIROSO
MENTIROSO
VERAZ
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La paradoja surge cuando se da coincidencia referencial entre los representantes de
las dos funciones. En aquellas secuencias en las que esta coincidencia referencial no
existe, la paradoja no se plantea. Por ejemplo, si la afirmación Epiménides siempre
miente es proferida por alguien (yo de la enunciación) diferente de Epiménides4 (yo ?
Epiménides):
Si Epiménides siempre miente es V
Epiménides siempre miente es F
Yo de la enunciación
Epiménides
VERAZ
MENTIROSO
MENTIROSO
VERAZ
1.2. El problema de las causales
La distinción tradicional de dos tipos de subordinadas causales (denominadas por Bello causales reales y causales lógicas) fue abordada asimismo desde el doblete metodológico enunciación/enunciado a finales de los años setenta. Según R. Lapesa (1978)
y F. Marcos Marín (1979), las causales de enunciado dependerían directamente de verbo explícito del enunciado (Viene mojado porque llueve), mientras que el otro grupo se
hallaría ligado al concepto de enunciación (Llueve, porque viene mojado).
1.3. Limitaciones
La explicación ofrecida para la paradoja de Epiménides, así como para las causales de
la enunciación, nos conducía a un nuevo problema, este de orden lógico y gramatical.
Podemos asignar las cualidades de “mentiroso” o “veraz” al sujeto del enunciado porque entre siempre miento y el sujeto (yo, Epiménides…) existe una predicación de la
que podemos decir que se ajusta o no a la verdad. Pero, ¿cuál es el predicado que nos
autoriza a afirmar que el yo de la enunciación es veraz o mentiroso?
A esta limitación se une un segundo hecho. El concepto de enunciación describe un
proceso discursivo que va desde la gestación hasta la emisión de los mensajes. Es una
noción pragmática, pero en sintaxis constituye un concepto extravagante, en su sentido más literal. Para que algo pueda ser un sujeto, tiene que existir un predicado, y es
claro que enunciación no posee un valor sintáctico ni lógico de predicación.
2. El verbo performativo
Desde otra latitud de la pragmática se ofrecía un nuevo cauce explicativo a la evidencia de que el hablante es responsable de su mensaje. Si quien profiere la secuencia
Hace frío puede ser calificado de veraz o de mentiroso, ello se debe a que bajo esta
afirmación subyace un compromiso del emisor. Pero, ¿cómo se articula lingüísticamente tal compromiso?
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En las últimas conferencias de ¿Cómo hacer cosas con palabras? J. L. Austin extiende su teoría de los enunciados performativos a la explicación del problema que nos
ocupa5. Subyacente a cada mensaje, existe un enunciado performativo implícito que
caracteriza al acto de habla actualizado por cada mensaje. Si Vete a la tienda es una
“orden”, se debe a que depende de un enunciado subyacente Yo te ordeno. Siguiendo
la misma lógica, ¿Me dejas los apuntes? es una “petición” porque depende de un acto
performativo como Yo te pido. Y, en el mismo tenor, ¿Quieres un café? es una “invitación” por depender de Yo te invito.
Esta hipótesis explicativa, sugerida por el mismo J. L. Austin y desarrollada a finales de los años sesenta del siglo pasado, encontraba alguna dificultad teórica: el rescate del verbo implícito se hallaba condicionado a una decisión o una opción subjetiva
del lingüista. Pronto fue abandonada.
3. La modalidad enunciativa
Fue también a finales de los años sesenta cuando se incorpora la noción de modalidad
como uno de los componentes básicos de la oración. La inclusión de esta categoría
enunciativa permitía una incardinación teórica de la antigua clasificación de las oraciones según la actitud del hablante.
Aparte del problema que presentaba la explicación de las llamadas causales lógicas
(Bello) o causales de la enunciación, nos encontramos con la dificultad de ofrecer una
explicación aceptable al funcionamiento sintáctico de segmentos como los que se destacan en los siguientes ejemplos:
(11)
(12)
(13)
(14)
Sinceramente, no recuerdo nada.
Una vez más, tienes que llamar a tu hermano.
Aunque no tengo pruebas, estábamos allí.
Si no me falla la memoria, nadie protestó contra el acuerdo.
La noción de modalidad, necesaria para caracterizar los mensajes tanto en su dimensión lingüística (enunciado lingüístico) como pragmática (enunciado pragmático), podría ofrecer explicación a determinados expresiones de modo (sinceramente, con toda
sinceridad, honestamente, con toda honestidad, francamente, con franqueza…). Sin
embargo, no explica la presencia de complementos temporales, condicionales, causales y concesivos.
4. Verbo enunciativo
Una cuarta propuesta intenta salvar lo abstracto del concepto de enunciación (no es una
noción sintáctica), evitar la variabilidad difícilmente controlable de los verbos performativos, así como las limitaciones explicativas del concepto de modalidad. Según esta
hipótesis, bajo cualquier mensaje subyace la presencia de un verbo enunciativo implí5
Especialmente, en la conferencia undécima. Cf. J. L. Austin (1962): 139 ss.
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cito sobre el que pueden incidir una serie de complementos (modales, temporales, causales, condicionales, concesivos) que, de no ser así, no hallarían articulación sintáctica. Este verbo se concretaría en el verbo locutivo más genérico, decir:
(15)
(16)
(17)
(18)
(19)
Sinceramente (digo), no recuerdo nada.
Una vez más (digo), tienes que llamar a tu hermano.
Porque tose (digo), tiene gripe.
Aunque no tengo pruebas (digo), estábamos allí.
Si no me falla la memoria (digo), nadie protestó contra el acuerdo.
La existencia de este verbo locutivo resuelve varios problemas sintácticos:
1. Explica el compromiso del hablante con su mensaje. En el enunciado Epiménides miente hay dos individuos susceptibles de ser calificados de veraces o de
mentirosos porque hay dos sujetos de predicación: el que corresponde al digo implícito (yo) y el sujeto del verbo miente (Epiménides).
2. Complementos modales, temporales, causales, condicionales y concesivos, como
los que se han expuesto, hallan explicación si poseen el apoyo de este verbo.
Siempre es posible explicitarlo sin que se altere el sentido:
(20)
(21)
(22)
(23)
Honestamente os digo: no recuerdo nada.
Por última vez te digo: tienes que llamar a tu hermano.
Aunque no me creas, te digo: estábamos allí.
Si no me equivoco, te digo: eso no lo ha hecho un jabalí.
3. En las construcciones que preguntan por tales complementos, el verbo enunciativo aflora. Lo mismo ocurre en las construcciones ecuandicionales6:
(24) Está enfermo, porque tiene fiebre.
(25) Llegó, porque veo su bici.
–¿Por qué dices que está enfermo?
–Si digo que llegó es porque veo su bici.
4. Al convertir a estilo indirecto alguna de estas construcciones, reaparece el verbo
enunciativo (incluso con sus argumentos más cercanos). Normalmente, este verbo se muestra en primera persona del presente de indicativo con sujeto yo, que
denota al hablante. Su complemento indirecto estaría formado por un pronombre
(te, vos/os) referido al oyente. El complemento directo sería la totalidad del enunciado que se liga al verbo enunciativo en una forma de estilo directo:
(26) (Yo1 te2 digo) francamente [estilo directo]: estás equivocado.
Si estas estructuras se reproducen en estilo indirecto, no solo reaparece el verbo,
sino también el pronombre del destinatario:
(27) (A1 le dijo a B2 que) él1 le2 decía francamente que estaba equivocado.
6
Véase «Estructuras ecuandicionales», incluido en S. Gutiérrez (1997: 549-576).
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5. Doble verbo enunciativo
Cuando estos complementos aparecen en oraciones interrogativas, inciden no sobre el
hablante, sino sobre el oyente. De ellos se dice que son complementos enunciativos
orientados hacia el receptor. Lo que en realidad ocurre en tales casos es que algunos de
estos complementos, sobre todo los de modo (francamente, honradamente, sinceramente…), inciden sobre un verbo implícito en imperativo (dime):
(28) a. Con franqueza, ¿estás descontento?
b. (Dime) con franqueza: ¿estás descontento?
(29) a. Sinceramente, ¿ha sido usted?
b. (Dígame) sinceramente: ¿ha sido usted?
Puede darse la situación sorprendente de que en un mismo mensaje existan dos verbos enunciativos implícitos, uno en primera persona (digo) y otro enfocado hacia el
oyente (di). Esta circunstancia se hace visible cuando conviven complementos temporales y modales ante un enunciado interrogativo. En el mensaje Una vez más, sinceramente, ¿dónde vives?, la interpretación adecuada necesita de dos verbos: Una vez más
(te digo), (dime) sinceramente: ¿dónde vives? La explicación parece compleja, pero es
la única que sirve para explicar por qué en el estilo indirecto de estas construcciones
emergen dos verbos enunciativos: uno como soporte del complemento temporal (una
vez más) y otro como predicado del complemento modal (sinceramente):
(30) a. Una vez más (te digo), (dime) sinceramente, ¿dónde vives?
b. (A le dijo a B que) una vez más le decía que le dijera sinceramente dónde vivía.
6. Complementos de verbo enunciativo
6.1. Caracteres
Los complementos de verbo enunciativo presentan rasgos que los separan del resto de
los complementos oracionales:
1. Terminan en cadencia, hecho que los diferencia de los tópicos y de los atributos
oracionales, que finalizan en semianticadencia:
(31) Humildemente (↓), el mérito no es mío.
(32) Desgraciadamente (↑) el mérito no es mío.
2. No admiten coordinación ni con los tópicos ni con los atributos de modalidad:
(33) *Sinceramente y científicamente, es un gran hallazgo.
(34) *Sinceramente y afortunadamente, no estaba allí.
3. Han de estar siempre antepuestos a los tópicos y a los atributos oracionales:
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(35) a. *Técnicamente, honestamente, eso es posible.
b. Honestamente, técnicamente, eso es posible.
(36) a. *Afortunadamente, con toda sinceridad, ha llegado.
b. Con toda sinceridad, afortunadamente, ha llegado.
4. Permiten la recuperación del verbo enunciativo digo.
5. Han de ser formulados siempre en forma positiva. No solamente no toleran la negación, sino que no permiten formaciones morfológicas negativas.
6.2. Complementos temporales y modales
Un conjunto de expresiones de significado temporal pueden afectar directamente al
verbo enunciativo implícito: de nuevo, por último, una vez más, nuevamente…: De
nuevo (digo), recoge esos papeles del suelo; Una vez más (te digo), el curso no se
aprueba el último día.
Un grupo de adverbios en -mente funciona como complemento circunstancial de
verbo enunciativo: honestamente, honradamente, sinceramente, francamente, llanamente, abiertamente, seriamente, humildemente, brevemente, confidencialmente, claramente, decididamente, lisa y llanamente y pocos más:
(37) Francamente (digo): estoy harto de este trabajo.
(38) Lisa y llanamente (digo): eres un maleducado.
Junto con estos adverbios aparecen expresiones prepositivas equivalentes: con sinceridad, con franqueza, con toda claridad, con toda humildad, en serio, en pocas palabras, etcétera:
(39) Con toda sinceridad, no me había enterado.
(40) En serio, ayer preguntaron por ti.
Algunos de estos adverbios o expresiones adverbiales tienen relación con el modo
de decir o con la forma de organizar el enunciado o el texto. Adquieren, pues, una función metalingüística: respetuosamente, abreviadamente, categóricamente, resumidamente, sucintamente, (más) precisamente, telegráficamente, someramente, sumariamente… así como locuciones prepositivas: en resumen, en suma, en primer lugar, por
último, con todo el respeto, etcétera.
Los complementos modales y temporales de verbo enunciativo son compatibles con
formas idénticas referidas al verbo del enunciado:
(41) Una vez más (te digo), repítelo una vez más.
(42) Sinceramente (dime), ¿me has hablado sinceramente?
6.3. Complementos causales, condicionales y concesivos
Las llamadas oraciones causales lógicas se denominaron así porque aducían un hecho
que se convertía en la causa que permitía deducir lo afirmado en la oración principal:
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(43) Debe de ser rico, porque vive en una mansión.
(44) Ha estado en el seminario, porque sabe mucho latín.
(45) Necesita dinero, porque ha venido a ver a su madre.
En realidad, la subordinada expresa la causa de que el hablante diga lo que dice. Estas oraciones se construyen con porque, normalmente pospuestas y separadas de la
principal por una pausa. No deberán ser confundidas con las causales explicativas, también pospuestas y tras pausa, pero cuya misión es justificar o explicar por qué se ha
emitido el acto de habla que precede: Cállate, (por)que molestas.
Junto a las causales de verbo enunciativo, hallamos también condicionales y concesivas que afectan a este verbo implícito. Suelen aparecer antepuestas al verbo:
(46) Aunque no arregle nada, yo soy el culpable.
(47) Si me lo permites, has de aprender a comportarte.
Referencias bibliográficas
AUSTIN, J. L. (1962), Quand dire c’est faire, París, Seuil.
FRESÁN, J. (2010), El sueño de la razón. La lógica matemática y sus paradojas, Barcelona, RBA.
GUTIÉRREZ, S. (1981), Lingüística y Semántica. Aproximación funcional, Oviedo, Universidad de Oviedo.
— (1997), La oración y sus funciones, Madrid, Arco.
— (2000), «Causales», Boletín de la Real Academia Española LXXX, 279, pp. 49159; incluido en S. Gutiérrez (2002).
— (2002), Forma y sentido en sintaxis, Madrid, Arco.
LAPESA, R. (1978), «Sobre dos tipos de subordinación causal», Estudios ofrecidos a
Emilio Alarcos Llorach, III, Oviedo, pp. 229-237.
MARCOS MARÍN, F. (1979), «A propósito de las oraciones causales», Cuadernos de Filología, Studia Linguistica Hispanica, II, 1, Universidad de Valencia, pp. 163-171.
Se incluye en Curso de Gramática Española, 1980, Madrid, Cincel, pp. 389-393.
R.A.E. y ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA (2009), Nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa.
R.A.E. y ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA (2010), Nueva gramática de la lengua española. Manual, Madrid, Espasa.