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● La
25 Enero, 2015
PAÍS: España
FRECUENCIA: Diario
PÁGINAS: 1,6-8
O.J.D.: 2059
TARIFA: 10550 €
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SECCIÓN: CORDOBA
presidenta promete que el “único tren” en el q
consejeros de IU seguirán en sus cargos hasta ser
6 A 8 SALUD
39 CONVENCI
El gasto se dispara entre
las familias que padecen
alergias alimentarias
Rajoy ig
hablar
● Los intolerantes a la
● Algunos productos
lactosa y los celíacos,
entre los afectados
sin gluten cuestan el
doble que los normales
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Domingo 25 de Enero de 2015 | EL DÍA DE CÓRDOBA
CÓRDOBA
SALUD | PROBLEMAS DE ALÉRGICOS AL GLUTEN Y LA LACTOSA
● Las intolerancias alimentarias afectan cada año a un mayor número de ciudadanos, que deben
ajustar su gusto a una nueva dieta y su bolsillo a los precios que cuestan los productos adaptados
tad que estas personas se encuentran cuando salen a restaurantes, casas de amigos o cumpleaños en el caso de niños.
Esta madre señala que a la hora de planificar una salida hay
dos opciones: llevarte directamente el tupper del celíaco o ir
a un restaurante que ofrezca
platos sin gluten (que se pueden encontrar en múltiples
aplicaciones móviles y páginas web especializadas).
También está la posibilidad
de ir a otro establecimiento
y advertir al camarero “de
que quieres un filete a la
plancha y patatas fritas, pero fritas aparte y en aceite
limpio porque eres celíaco”.
“Vas con buena fe porque sino
no puedes salir”, de forma que
“el que sale tiene que confiar en
el personal del restaurante o
bar”. En su caso, nunca ha tenido
una mala experiencia en este aspecto, “pero es verdad que el celíaco sale poco”. “Yo he salido
muchas veces durante muchos
años con el tupper de mi hijo”, apunta.
Cada vez son más los establecimientos que introducen
platos aptos para celíacos en
sus cartas, incluso los de comida rápida como McDo-
Ángela Alba
Que uno o varios miembros de
una misma familia padezcan intolerancia a algún alimento se ha
convertido no sólo en un problema médico, sino también en un
trastorno a la hora de realizar
la compra y, además, en un
quebradero de cabeza desde
el punto de vista económico,
ya que la adquisición de estos productos concretos supone un gasto extra. La razón no es otra que su precio,
que está muy por encima de
lo que cuesta un artículo de
los denominados habituales.
Así, en los últimos años ha aumentado sensiblemente, por
ejemplo, la cifra de ciudadanos
(sobre todo jóvenes) que padecen celiaquía, que consiste en
manifestar una intolerancia permanente al gluten del trigo, cebada, centeno y avena. Aproximadamente uno de cada cien niños españoles sufre este fenómeno que se presenta en individuos genéticamente predispuestos y se caracteriza por
una reacción inflamatoria en
la mucosa del intestino delgado que dificulta la absorción de nutrientes.
Las familias con uno de
sus miembros celíaco se ven obligadas a la compra de productos
sin gluten que, si bien cada día
son más comunes en los supermercados, su precio sigue siendo
muy alto, lo que provoca que la
cesta de la compra se dispare para estas personas. Todo ello en
productos de los denominados
básicos, como el pan o la pasta,
que incluso cuestan el doble en
muchos casos que la oferta con
gluten.
Lo mismo ocurre con las personas intolerantes a la lactosa, que
se presenta cuando el intestino
delgado no produce suficiente
cantidad de la encima llamada
lactasa (la encargada de digerir
la lactosa). La ingesta de alimentos con este tipo de azúcar que se
encuentra en la leche y otros productos lácteos puede provocar
dolor abdominal, espasmos, hinchazón abdominal, gases, diarreas o vómitos.
La solución para estos enfermos es evitar los productos que
contengan esos alérgenos. Es
decir, su medicina es una correcta alimentación. Sin embargo, estas familias no reciben
ayudas de las administraciones
públicas –ni a nivel estatal, autonómico ni local– para asumir
el gasto que supone cumplir con
la dieta adecuada para el miembro afectado.
El mundo de los celíacos puede
parecer a priori complicado y en
los primeros momentos del diagnóstico las familias necesitan mu-
lentejas cuando los demás comen
macarrones. “La alternativa correcta sería dar macarrones sin
gluten”, asevera Esther.
Jesús Lachica y su hijo también son celíacos y su mayor
problemática llega a la hora de
comer fuera. Es cierto que “hoy
en día en el supermercado hay
mucha oferta de productos sin
gluten”, sin embargo la cesta de
la compra se infla “muchísimo”
al tratarse de alimentos específicos. Por ejemplo, resalta que
un paquete de harina normal
cuesta un euro y sin gluten cuatro, y lo mismo ocurre con todo.
Jesús, que durante un tiempo
regentó una tienda de productos específicos para alérgicos,
destaca el caso del pan, que es
“más caro y más pequeño, una
barrita de 60 gramos cuesta un
euro casi y una normal grande
unos 50 céntimos”.
A las familias con algún miembro con alergia al gluten les da como consejo “que tengan paciencia
y no se preocupen porque hoy en
día hay una gran variedad de productos”. Además, les recomienda
“hacer las cosas en casa, por ejemplo el pan, que se puede congelar,
y así se abarata la cesta”.
También deben tener paciencia y mucha prudencia los intole-
Cuando comer
se convierte en
un DILEMA
cha información. A ello está enfocada la Asociación de Celíacos de
Córdoba (Aceco), a la que pertenece Esther, madre de un niño que
padece esta enfermedad. Ahora
tiene diez años y fue diagnosticado con dos y medio pero “no dieron con la tecla” en un principio y
a causa de esta tardanza el pequeño hasta dejó de andar. “Esto es la
suerte del pediatra que te toque,
que lo vea rápidamente o no, porque hay muchos padres a los que
están mareando mucho tiempo”,
aunque “es cierto que es una enfermedad que cada vez más gente
conoce” y por tanto se piensa más
en ella a la hora de evaluar ciertos
síntomas. En los niños esta alergia
al gluten se descubre porque
muestran señales como colitis,
vientre inflamado, pierden peso o
no ganan altura.
Esther explica que hay dos dificultades principales a la hora de
afrontar el día a día con celiaquía. Por una parte, destaca el
precio de los productos sin gluten, y “hay que pensar que hay familias en las que no sólo hay un
miembro afectado, sino dos o
tres”. Por ejemplo, ella se gasta a
diario 2,65 euros en pan para su
hijo, “un dineral” en comparación con el normal. Por otra parte, resalta la vertiente social de
esta enfermedad con la que “no
sales a la calle porque en casa
uno lo tiene perfectamente controlado”. Es decir, los mayores
handicaps son “lo que cuesta la
cesta de la compra” y la dificul-
nalds o Telepizza. Por otra parte,
las cadenas de supermercados
también ofrecen una mayor gama de productos de este tipo, como Mercadona, que tiene 850
productos sin gluten, Carrefour o
Deza. Es decir, “como cada vez
somos más los que consumimos,
la oferta aumenta”, incide.
Uno de los mayores logros de
las asociaciones de celíacos fue
que los comedores escolares estuvieran obligados a dar de comer a alumnos que padecen esta
enfermedad. En la mayoría de los
casos este servicio funciona con
normalidad, pero hasta Aceco
han llegado padres alertando de
que en sus centros daban a sus hijos una comida distinta a la de los
demás, por ejemplo, dos días de
rantes a la lactosa. El hijo de Raquel, Enrique, que tiene nueve
años y desde pequeño tenía dolores abdominales de forma puntual. El pasado año cogió “una serie de gastroenteritis y empezó a
tener mucho cansancio y dolor
permanente de barriga”. Entonces la pediatra lo derivó a Gastroenterología infantil de Reina
Sofía, donde dieron con la intolerancia –que en su caso es incurable– al segundo diagnóstico.
La adaptación a la dieta fue
bien pero las complicaciones llegan a la hora de ir al supermercado. Raquel manifiesta que tiene
“que mirar todas las etiquetas
porque mi hijo incluso no tolera
trazas de lactosa ni de leche”.
Además, no todos los productos
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EL DÍA DE CÓRDOBA | Domingo 25 de Enero de 2015
atractivas, la pizza, también es
un punto de conflicto para la dieta de estos alérgicos. Raquel ya
ha optado por hacer la masa en
casa o comprar una específica
que no lleva lactosa. Al principio
resulta difícil pero “el niño acaba adaptándose, no le queda
otra porque sino sabe las consecuencias, que son los dolores de
barriga”, concluye.
A sus 29 años, Virginia Kimpe
está viviendo ahora ese reajuste
en su dieta. El pasado año empezó a tener problemas de estómago, le hicieron las pruebas y le detectaron un 60% de intolerancia
a la lactosa. Esto significa que
hay unos alimentos que la contienen que puede ingerir y otros que
no pero ella no lo sabe, así que
“cualquier cosa puede ser una
bomba, me lo como y puede que
me siente mal”. Por ejemplo,
apunta que “a lo mejor me tomo
un vaso de leche y no pasa nada,
pero si tomo un segundo ya he
llegado al 100% y no puedo tomar más lactosa”.
Este diagnóstico ha supuesto
para ella “tener que cambiar mi
alimentación totalmente” pero
también ha mejorado físicamen-
FOTOS: RAFAEL A. BUTELO
Cuando salen tienen que
“confiar en el personal
del restaurante o el bar”
donde van a comer
Un empleado de Mercadona coloca productos aptos para celíacos en una estantería.
Productos sin gluten de una conocida marca de pasta.
se pueden comprar en un solo sitio, por lo que estas familias se
ven obligadas a hacer un tour por
diferentes tiendas.
Esta madre explica que los precios son más caros sobre todo en
alimentos como galletas, queso y
productos de bollería, “o si quieres comprar algún postre especial”. Por ejemplo, una tableta de
chocolate te puede costar más de
tres euros.
Salir a un restaurante también
es “bastante complicado” para
Raquel y su familia. Primero porque en las cartas de la mayoría de
los establecimientos no pone los
ingredientes y segundo porque
casi todo lleva lactosa: “Mi hijo
sabe que cuando salimos a la calle come huevos fritos con pata-
tas y por ahora está feliz con eso”,
asegura. Pero a veces incluso es
complicado conseguir este simple plato. Esta madre recuerda
que la pasada Navidad fueron a
un establecimiento “y no tenían
nada que pudiera comer mi hijo,
así que ellos mismos tuvieron
que pedir al restaurante de enfrente un plato de huevos con patatas porque no había ni eso”.
Por otra parte, hay locales en
los que la comida es precocinada,
lo que significa que “ni ellos saben los ingredientes que tiene”,
lo que hace imposible comer allí.
Como positivo señala que ya hay
restaurantes “con carta específica de alérgenos” y cada vez son
más los que la instauran debido a
la demanda que tienen.
La lactosa
está presente en
decenas
de
alimentos
que
alguien poco ducho
en la materia no podría imaginar. No se
trata sólo de
evitar los lácteos ya que hamburguesas, embutidos, empanadas y hasta los frutos secos, entre
otros, contienen ese elemento. Otra de las comidas más
te “porque antes no sabía lo que
me pasaba, y ahora lo voy controlando poco a poco”.
Victoria coincide en los problemas que tienen para salir a algún
restaurante y a la hora de hacer la
compra los intolerantes a la lactosa ya que “te sale todo más caro y tienes que leer las etiquetas
muy bien porque casi todos los
alimentos tienen lactosa, así que
hay que tener mucho cuidado
con lo que compras”. De modo
que esta alergia “te limita
bastante a la hora de
comprar”. Por otra
parte, en los precios
“se nota mucho”
hasta el punto
de que “algunos alimentos
salen casi el
doble”. Por
ejemplo, “si
un cartón
de leche
cuesta 80
céntimos,
a mí me
cuesta 1,50
euros”, señala.
Y a la hora
de salir a la calle “en los restaurantes no se
preocupan
de
quien tiene o no intolerancia a la lactosa,
por lo que soy yo la que tiene que elegir y vigilar lo que
como y lo que no”.
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Domingo 25 de Enero de 2015 | EL DÍA DE CÓRDOBA
CÓRDOBA
SALUD | ECONOMÍA E INTOLERANCIAS
Las alergias alimentarias duplican
el precio de la cesta de la compra
● Una familia con
un celíaco puede
incrementar su
gasto semanal
en casi 33 euros
Á. Alba
Ser intolerante al gluten o a la
lactosa sale caro. Además de la
adaptación a la nueva dieta, las
alergias alimentarias conllevan
un aumento del precio de alimentos tan básicos como el pan,
la pasta o la leche que pueden
incluso duplicar el del precio de
la cesta de la compra. En el caso
de los celíacos deben seguir durante toda su vida un régimen
estricto exento de gluten, basado en productos naturales, para
evitar desarrollar enfermedades
autoinmunes o linfomas. Por esta razón algunos productos básicos en la dieta –como los cereales y sus derivados– tienen
que ser sustituidos por alimentos especiales sin gluten, cuyo
precio es más elevado que los
que lo incorporan.
Así, una bolsa de 500 gramos
de macarrones sin gluten vale
en algunos comercios 2,14 euros, mientras que el mismo alimento con harina de trigo se adquiere por poco más de un euro
en caso de marcas contrastadas.
Algo parecido ocurre con las galletas, cuyo paquete para celíacos de 400 gramos vale 2,14 euros en el caso de una marca blanca, muy por encima de las galletas habituales. El pan de molde
es otro ejemplo, con un coste para los consumidores alérgicos al
gluten de 2,65 euros para un envase de 385 gramos y marca
blanca, cuando el de harina de
trigo se oferta por 1,50 euros la
bolsa de 500 gramos y con sellos
de calidad.
En cuanto al pan rallado, un
paquete de 300 gramos se adquiere por 2,70 euros y en el caso de las harinas (que se elaboran con arroz) para celíacos valen en el mejor de los casos a
1,80 euros el kilogramo. En el
caso de que una persona que no
tolera el gluten quiera echar al
cesto de la compra una pizza,
paga por una de tamaño mediano 3,15 euros, más cara que una
familiar con harina de trigo y de
la misma marca, por la que se
abona en caja algo menos de
tres euros. Por otro lado, la lasaña se puede adquirir por aproximadamente 2,90 euros una caja
de 530 gramos, mientras que
los celíacos pueden pagar hasta
RAFAEL A. BUTELO
Una mujer mira la etiqueta de unos yogures de soja.
Aplicación MobiCeliac.
de restaurantes. La Federación
de Asociaciones de Celíacos de
España (FACE) tiene una app
propia, Facemovil, que tiene
registrados más de 1.600 restaurantes y hoteles. Otro instrumento es GlutenFreeList,
que permite consultar la lista
de productos aptos para celíacos certificados por las asociaciones de celíacos y contrastados con los fabricantes. Por
otra parte, a intolerantes a la
lactosa está dirigida Chef Orielo, una app que muestra recetas de cocina para estos alérgicos y en la que los usuarios
pueden compartir sus platos.
Además, tiene un apartado en
el que informa sobre marcas
sin lactosa.
los precios de los productos
adaptados a su dieta. Esta alergia no sólo afecta a los lácteos sino que la lactasa se encuentra en
otros alimentos como barritas de
pescado, atún en conserva, pechuga de pavo o tomate frito. En
este caso, la lactasa se puede o
no encontrar en un determinado
alimento según la marca, lo que
obliga a elegir algunas con precios más elevados en lugar de
otras más económicas o blancas.
En este caso, una caja de leche
puede costar 0,60 euros, mien-
tras que sin lactosa asciende
hasta 1,38. El batido de chocolate con cuesta alrededor de 1,60,
mientras que su versión sin llega
a los 2,70 euros. Si una persona
intolerante a este azúcar compra
una tarrina de mantequilla de
250 gramos ésta le puede salir
por casi tres euros, mientras que
la normal vale aproximadamente 2,30.
El precio de un pack de cuatro
yogures de sabores puede oscilar el euro pero al comprarlos sin
lactosa sube hasta 1,60. Por otro
Consejos sobre dónde y qué
comer a través del móvil
Los celíacos e intolerantes a la
lactosa pueden encontrar a
través de las nuevas tecnologías una gran ayuda para descubrir qué pueden comer y qué
restaurantes y bares ofrecen
platos adaptados a su dieta. La
mayoría de las aplicaciones
(app) móviles están enfocadas
a los alérgicos al gluten, como
MobiCeliac, en la que se puede
obtener información sobre recursos de alimentación y seguridad alimentaria en España,
incluyendo una lista de alimentos, guía de hoteles y guía
4,50 euros por una de 300 gramos.
Según un estudio de la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), tomando
como base una dieta de 2.000 a
2.300 calorías, una familia con
un celíaco entre sus miembros
puede subir su gasto de la cesta
de la compra en casi 33 euros a
la semana, lo que significa un incremento de unos 132 euros al
mes, y de 1.586 euros al año.
Los intolerantes a la lactosa
también sufren el aumento de
lado, un bote de crema de cacao
y avellanas de 190 gramos también sin puede alcanzar los 3,50
euros, cuando normalmente se
adquiere por unos dos euros. En
el caso de una tableta de chocolate, las personas intolerantes
pueden gastarse unos tres euros, mientras que una normal,
de 100 gramos, puede costar
unos 70 céntimos.
En otro aspecto, cuando un intolerante echa en su cesta de la
compra un kilo de queso curado
puede hacerlo a un precio de
18,45 euros, frente a los aproximadamente 12,50 del normal.
Si quisiera queso rallado, les saldría por unos 13,20 euros el kilo
(5,75 euros el kilo con lactosa),
el queso en lonchas por unos
diez euros el kilo (5,50 el normal) y el queso fresco por nueve
euros (frente a los 3,50 del apto
para todos los consumidores).
Este alto coste de los productos necesarios para la dieta de
celíacos e intolerantes a la lactosa es asumida en su totalidad
por las familias ya que en España no existen ayudas. Los países
europeos más concienciados
son los nórdicos –Suecia, Noruega y Finlandia– mientras que
Francia, Dinamarca, Italia y Reino Unido también ofrecen beneficios para los afectados por estas alergias alimentarias.