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Reina García Closas, médica nutricionista
"Buscamos en la comida lo que no nos da la vida"
08/03/2012
Foto: Xavier Gómez
LLUÍS AMIGUET
Tengo 46 años mejores que mis 26: gestiono mejor mis emociones y me he aceptado. Dos
hijos, gracias a Dios muy activos. El doctor Willett me enseñó a investigar en
Harvard, pero disfruto del trato con los pacientes. Contra la epidemia de obesidad,
información y conciencia.
Homo obesus
El paso de la caza nómada al sedentarismo hace 10.000 años empobreció la dieta con las
grasas saturadas del ganado; disminuyó la altura y aumentó el raquitismo, la osteoporosis
y la caries e inició la obesidad al modificar los genes del ágil cazador. Hoy García Closas ve
a familias haciendo deporte y a otras de menor renta comiendo patatas fritas a paladas –la
comida insana es ya la más barata– después de ver tele todo el día. Tal vez los
paleoantropólogos también estudien un día que la globalización degradó nuestra dieta
mediterránea hasta la pandemia de obesidad que padecemos, empezando por los más
pobres. Ojalá encuentren aquí la sana información necesaria para frenar su avance.
N uestra sociedad fabrica obesos tristes. Genera frustración y ansiedad. Y, en vez de
pasearlas con los amigos como antaño, propicia nuestra pasividad solitaria ante múltiples
pantallas.
Siempre en busca de un buen sofá.
¿Sabe por qué los enamorados adelgazan?
¿Los sinsabores del mal de amores?
Al contrario: están dopados y felices con las endorfinas y por eso comen menos. Buscamos
en la comida lo que no nos da la vida.
1 Y hay tentaciones en cada esquina.
Muchas de ellas empaquetadas, pero crujientes, gracias a la grasa trans que acompaña a
alimentos insanos, aunque gratificantes por su elevadísimo IG (índice glucémico: glucosa
en sangre). Te sacian enseguida al dispararlo, pero, tras dos horitas, lo dejan incluso más
bajo que antes... Y quieres más.
¿Una caloría no es una caloría y punto?
Importa más lo que comes que cuánto comes. Toda la harina blanca: desde la barra de pan
blanco de toda la vida hasta la bollería y pastelería; o las patatas; la pasta –y peor si está
muy cocida–; las bebidas embotelladas azucaradas; todas esas chucherías cargadas de
aditivos y azúcar... Causan obesidad por su alto IG: ¿sabe que el pan blanco tiene un IG
más alto que el azúcar?
Con lo bueno que está.
¡Por eso mismo! Si lo sustituye por pan negro de grano entero –no integral a medias–, le
gratificará menos de entrada, pero no le engordará. Nos conviene el milagroso yogur con
probióticos para la flora intestinal; frutos secos, las frutas, los cereales y verduras:
espárragos, puerros, dalias, achicoria... Recuperémoslas. Pero, además del IG, en nuestra
dieta influyen también las grasas...
¿Todas son igual de malas?
De nuevo importa más el tipo que la cantidad. La mejor sería la del pescado azul o la del
aceite de oliva o frutos secos, y la peor, la grasa hidrogenada o trans: que convierte
galletas, patatas, aperitivos y tanta comida empaquetada en crujiente y apetitosa.
Y conveniente para guardar y vender.
Pero perjudicial para comer. La paradoja es que la industria ha logrado abaratar esos
alimentos insanos de paquete y conserva y, en cambio, los buenos alimentos frescos son
cada vez menos disponibles y más caros.
Por eso hoy estar gordo es de pobre.
Las clases menos favorecidas sufren más frustraciones y tienen menos información, por
eso son las primeras víctimas de la epidemia de obesidad que nos asuela.
Hay quien come de todo y no engorda.
Solo el 10% goza de una genética que se lo permite, según el estudio de Willett et al., en
Harvard, sobre 120.000 personas durante 20 años. El resto si no vigila, engorda.
Hoy se hace mucho deporte.
Pero menos ejercicio inadvertido: mi abuela gastaba el doble de calorías haciendo la cama
que yo con edredón, auxiliada además en todo por electrodomésticos. No compare mi
infancia de correteos por las calles...
Cuando estar hermoso era estar sano.
Con los niños de hoy frente a sus pantallas día y noche. "Rapaza: come o pan, e así te
crecerá o peito" (el pecho), me decía mi abuela gallega. Pero ¡qué pan! Predominaban
alimentos frescos en la mesa y gozábamos del equilibrio de paseos y charla en la calle que
liberaban endorfinas lentamente.
Perder el tiempo con gente es ganarlo.
Mi abuela iba al huerto cada día a los 80 y no dejaba pasar una oportunidad de comadreo.
Y es que la obesidad no es sólo cuestión de alimentación: es un fallo del equilibrio dietaejercicio-relajación. Y la conciencia de vivir el momento ayuda: por eso aconsejo el rito
ansiolítico de bendecir la mesa.
2 Los ateos que mediten un minuto.
Sin goce, hay más engorde. Oler, saborear, compartir el rito de la comida ayuda a que
transcurran sin ansiedad los 15 minutos que necesita para llegar al cerebro la señal de
saciedad. Si usted conversa relajado mientras llega, no engulle como un poseso.
Y cuando llega, no he comido el doble.
Si comes sin ansiedad, comes menos. La relajación ayuda a no engordar, igual que las
sanísimas ocho horitas de buen sueño.
¿Si comes menos vives más?
La obesidad causa inflamación –relacionada con el envejecimiento– y acelera la oxidación
celular, porque la grasa segrega moléculas proinflamatorias. Pero yo aconsejo comer más
de lo bueno y menos de lo malo.
Que tu alimento sea tu medicina.
La cita es exacta, porque para frenar esa oxidación y desinflamar podemos tomar
alimentos de la dieta Smart que prescribo con Willett: algunos de la dieta mediterránea,
que cada día alabamos pero olvidamos, como el vino tinto, los frutos secos –ojo: son
sanísimos, pero muy calóricos–; aceite de oliva, pescados...Y de otras dietas, como el
cacao y los frutos rojos o el té verde
¿Hay michelines peores que otros?
La grasa subcutánea bajo la piel en caderas, muslos y glúteos de las señoras
premenopáusicas es una obesidad ginoide o periférica y no es peligrosa...
Rubens la idealizó; hoy no es estética.
... En cambio, la grasa abdominal androide o central sí es muy perjudicial y propicia las
cardiopatías. Mídase la cintura y si supera los 102 centímetros –88 en las señoras–,
adelgace con urgencia.
Por La Contra también pasó Dukan...
La suya no es una dieta sana. Yo rechazo la ingestión masiva de carne roja, porque
favorece el envejecimiento prematuro y las cardiopatías.
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