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Antojos de Comida y Emociones
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Dietética y Salud
Los ataques de comer son distintos de los antojos por determinadas comidas. El atracón no
tiene en cuenta el tipo de comida. Los antojos son selectivos y no se satisfacen con cualquier
alimento: tiene que ser uno en concreto. A los antojos por ciertas comidas se les llama en
inglés “food cravings”. El término proviene del ámbito de las adicciones y se refiere al ansia que
se experimenta cuando se anticipa el consumo de una droga, cuando se siente el deseo
irresistible de una sustancia. Aplicado a la comida, el ansia conlleva el consumo de algo que ya
no es solo placentero, sino necesario e imperioso. La verdad es que la necesidad sobrepasa la
sensación de placer, ya que la experiencia del ansioso es la de realizar una acción precipitada,
desesperada, compulsiva y furtiva. Al igual que en las conductas adictivas, la persona siente la
avidez por algo que no le conviene y que incluso le perjudica.
Este tipo de conducta es muy frecuente en personas normales y no indica necesariamente
ningún tipo de enfermedad. Las mujeres en período premenstrual presentan con asiduidad el
deseo de comer ciertos alimentos. Se sabe que las mujeres tienen preferencia por alimentos
ricos en grasa, pero de sabor dulce, como el chocolate y los pasteles, mientras que los
hombres la muestran también por comida con grasa, pero con sabor salado, como la pizza,
embutidos o patatas fritas.
Hambre o apetito.
El hambre es una reacción fisiológica normal y saludable de urgencia física de comer, debida a
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una deficiencia alimentaria inmediata. El apetito representa un impulso emocional y físico de
comer que es independiente de las necesidades nutricionales.
Habitualmente, hambre y apetito coinciden. Sin embargo, durante los episodios de “craving” se
da una disociación entre las dos sensaciones y la persona no experimenta las señales
fisiológicas de hambre y de saciedad. El comer en estos casos puede iniciarse por otras
muchas razones aparte del hambre. Muchas de estas pueden ser estados emocionales.
La influencia del estado emocional
Como es sabido, existe una tendencia humana natural y aprendida a buscar consuelo en la
comida en los momentos de crisis. Esto ha estimulado a diversos investigadores a estudiar la
relación entre la obesidad y estado emocional. Las conclusiones apuntan a que el estrés puede
desencadenar aumento de peso en las personas predispuestas genéticamente a la obesidad.
La psicoterapeuta y clarividente Doreen Virtue describe en su libro “Constant craving A-Z”
(1999) su particular interpretación sobre la interrelación de los deseos insatisfechos con los
antojos de comida. Afirma que mientras no se dé salida a las necesidades irresueltas, la
persona seguirá comiendo compulsivamente de manera continuada. Según la autora, estos
problemas no consisten necesariamente en materia de análisis psicológicos en profundidad,
sino en deseos contrariados de amor, diversión u otro tipo de existencia. Aspectos vitales
considerados “normales” y dentro de las propias capacidades de auto curación. Se trata de
emociones que rechazamos y negamos inconscientemente por temor a enfrentarnos a
sentimientos desagradables. Estas emociones, al ser auto negadas, se fortalecen y terminan
buscando escapatorias como los antojos de comida, dolor físico, enfermedades, insomnio o
ansiedad. De este modo, al postergar la toma de conciencia de nuestros deseos y necesidades
nos vemos en la situación de elegir si nos enfrentamos a las emociones ahora o más adelante.
Una descripción no es una causa.
Las explicaciones psicológicas de los antojos y atracones se centran en la personalidad. Los
perfiles de personalidad de los que comen compulsivamente describen a perfeccionistas,
ambiciosos, solitarios, insatisfechos y frustrados. Sin embargo, lo único que sabemos es que
estas personalidades están relacionadas con el problema, pero no se sabe a ciencia cierta si la
personalidad es la causa. De hecho las causas son varias y mezcladas entre ellas porque
interactúan entre sí, e incluyen unas cuantas que son de origen biológico. Las supuestas
causas psicológicas más bien parecen actuar como precipitantes.
El efecto antidepresivo de la comida.
La comida tiene diversos significados, según la doctora Judith Rodin, investigadora de los
trastornos del comer desde hace muchos años. Ella dirigió un estudio con recién nacidos a los
pocos minutos de nacer. Los resultados mostraron que ellos chupaban con más energía cuánto
más azucarada era la solución que se les administraba. Así, la relación con la comida y el
placer derivado de ésta, ya está presente poco después de nacer. En su libro “Body traps”
describe los efectos que tienen los alimentos sobre el estado de ánimo. Según los estudios del
matrimonio Judith y Richard Wurtman, los alimentos dulces o altos en carbohidratos (de entre
los cuáles el azúcar es uno de ellos) provocan un aumento de los niveles del neurotransmisor
serotonina. Este mensajero químico cerebral tiene un efecto antidepresivo actualmente muy
conocido. El famoso fármaco antidepresivo Prozac, actúa en la normalización de los niveles de
serotonina. Según estos investigadores, el tipo de alimento consumido puede afectar la
conducta y el estado de ánimo de las personas. Existe una barrera que divide el flujo
sanguíneo y el cerebro (la barrera hemato encefálica) que algunos alimentos pueden cruzar
con más facilidad que otros. Los alimentos que contienen triptófano, al parecer pueden cruzarla
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más fácilmente. El triptófano es un aminoácido que se convierte en serotonina al pasar al
cerebro. Para que el triptófano atraviese la barrera, es importante que no tenga que competir
con alimentos altos en proteínas ya que las propiedades de estas últimas acceden al cerebro
con más facilidad. Así, una comida alta en carbohidratos y baja en proteínas eleva el nivel
cerebral de triptófano, acelerando la síntesis de la serotonina. Si se come una comida basada
exclusivamente en carbohidratos se libera insulina hacia la sangre. Esta, a su vez, bloquea a
los competidores del triptófano y permite que este cruce la barrera hacia el cerebro. En
resumen, estos estudios concluyen que las comidas basadas en carbohidratos conducen a
sensaciones más relajantes y, a veces a una mayor fatiga que las comidas basadas en
proteínas, especialmente en las mujeres.
La comida como auto medicación natural.
Es posible que las personas que comen muchos hidratos de carbono se estén auto medicando
sin saberlo. Suelen demostrar un ansia muy fuerte por el carbohidrato. Para el matrimonio
Wurtman, estas personas padecen una anormalidad en el proceso que relaciona el consumo
de carbohidrato con la liberación de serotonina cerebral. Relatan que se sienten ansiosos o
deprimidos antes de consumir carbohidratos. Se caracterizan por una alta motivación para la
búsqueda de estos alimentos. Después de terminar la comida dicen sentirse relajados. Según
Rodin, existen diversos mecanismos biológicos además del nivel de serotonina cerebral que
podrían estar influyendo en la relación entre estrés, depresión y sobre ingesta. Muchas
personas afirman que comen más cuando están estresadas porque tienen más hambre y
aprecian la comida como más apetecible en esos momentos. Rodin llevó a cabo un
experimento con no consumidores de café. Les suministró píldoras de cafeína que ellos creían
que eran vitaminas. La cafeína los excitó fisiológicamente, pero no podían atribuir la excitación
a la cafeína porque no sabían lo que les estaba dando. Los sujetos tratados con cafeína
sintieron más hambre y le notaron más sabor a los alimentos que los del grupo control.
Este experimento podría explicar en parte el porqué de que el nerviosismo pueda conducir a la
ingesta compulsiva. Estas personas puede “engancharse” fácilmente al consumo de alimentos
ricos en hidratos de carbono porque estos las relajan y les otorgan una sensación de fatiga
placentera. Pero también es cierto que la excesiva fatiga, la culpabilidad y el peso corporal que
se adquiere le quitan la gracia a los efectos beneficiosos de la “automedicación”.
Las cuatro emociones primarias que subyacen a la glotonería emocional (Doreen
Virtue):
- Miedo.
Inseguridad, miedo generalizado, temor al abandono, miedos existenciales, problemas de
control, miedos sexuales, preocupación ansiedad, depresión, temor a la intimidad.
- Rabia.
Hacia otra persona, por la injusticia en general, hacia sí mismo, por sentirse traicionado, por
sentirse infravalorado, por sufrir abusos.
- Tensión.
Estrés, frustración, rabias pasadas convertidas en amargura o resentimiento, celos,
impaciencia, sobrecarga de trabajo sin el suficiente ocio.
- Vergüenza.
Auto inculpación, baja auto estima, auto desprecio, carencia de confianza en los propios
recursos y competencia, la creencia de no ser una persona digna de afecto, sentirse inferior a
los demás, sentir que no se es merecedor de ningún bien.
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Test de ingesta emocional.
Este test muestra cómo las emociones y la comida están interrelacionadas. Forma parte del
Cuestionario holandés de conducta alimentaria (Serien, Fritjers, Bergers & Defares)
1. ¿Tienes ganas de comer cuando estás irritado?
2. ¿Tienes ganas de comer cuando estás deprimido o desanimado?
3. ¿Tienes ganas de comer cuando te sientes solo?
4. ¿Tienes ganas de comer cuando estás enfadado?
5. ¿Tienes ganas de comer cuando algo desagradable va a a suceder?
6. ¿Tienes ganas de comer cuando estás ansioso, preocupado o tenso?
7. ¿Tienes ganas de comer cuando las cosas te van en contra o han ido mal?
8. ¿Tienes ganas de comer cuando estás asustado?
9. ¿Tienes ganas de comer cuando estás desilusionado?
10. ¿Tienes ganas de comer cuando estás mal emocionalmente?
Responde a cada pregunta con la respuesta “a menudo”, “a veces” o “raramente”. A “a
menudo” le confieres un 2, a “a veces” un 1 y a “raramente” un 0. Si tu puntuación es de 17 o
más, la comida está relacionada con muchas de tus emociones y sentimientos.
Controlar las ansias
- No saltar comidas ni comer demasiado poco. Comer en comidas regulares y en pequeñas
tomas. Una dieta con cereales integrales, fruta y verduras, proteína magra y grasas saludables
es la mejor manera de mantener el ritmo metabólico y el nivel de azúcar estable.
- Identificar los precipitantes: estos pueden ser imágenes de la TV, olores, pensamientos.
- Realizar una conducta incompatible que actúe como una alternativa al comer. El momento
del antojo puede durar unos 15'. Esperar a que pase.
- Reducir las porciones y comer un poquito de cada cosa, cuánto más rico en calorías sea el
alimento, más despacio hay que comer. No prohibirse absolutamente ningún alimento que se
desee.
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