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Programa de Investigación Estratégica en Bolivia – PIEB
Programa PIEB – IDRC
GÉNERO Y ETNICIDAD EN EL ACCESO A LOS ALIMENTOS ENTRE GRUPOS
DE ALTA VULNERABILIDAD
Sara Valenzuela
Santa Cruz, noviembre de 2004
1
Presentación
El divorcio de las ciencias sociales y las naturales, el inadecuado tratamiento de las
cuestiones de equidad social, política y cultural en la gestión de los recursos naturales, y la
marcada división entre la investigación académica y las prácticas de desarrollo, impulsaron
la creación del Programa MINGA, promovido por el Centro Internacional de Investigación
para el Desarrollo (IDRC/CRDI), con sede en Ottawa, Canadá.
Esta iniciativa se planteó el desafío de crear las condiciones para la elaboración de
investigaciones sobre recursos naturales que incluyan las perspectivas de género en Perú,
Ecuador y Bolivia. De esta manera se crea el Fondo de becas para financiar investigaciones
de estudiantes matriculados en programas de estudio de postgrado, en género o medio
ambiente.
En Bolivia, el Fondo de becas para tesis de maestría en género y gestión de recursos
naturales fue coordinado académica y administrativamente por el Programa de
Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB). Las actividades comenzaron en 2003 con el
lanzamiento de una convocatoria entre las maestrías de las universidades públicas y
privadas de tres departamentos del país: Santa Cruz, Cochabamba y Tarija. Nueve
propuestas fueron seleccionadas. Los becarios, cuatro mujeres y cinco varones, recibieron
asesoramiento académico y recursos financieros para desarrollar las investigaciones en el
marco de los objetivos del Fondo de becas. La iniciativa, que actualmente continua con una
segunda versión, permitió sentar las bases para la formación de una comunidad de
investigadores con una visión amplia e integral para el desarrollo sostenible con equidad de
género.
Las tesis realizadas tocan temas relevantes para las regiones y el país, referidos a
campesinos, migrantes, indígenas en contextos productivos, de conservación y/o
explotación de recursos, de sobrevivencia o de poder. Para el PIEB y el IDRC/CRDI es
grato presentar los principales resultados de estas investigaciones en siete cuadernos de
resumen a través de los cuales se busca llegar a los públicos meta de cada estudio, pero
también a otros sectores interesados.
Godofredo Sandoval
Director Ejecutivo del PIEB
2
1. INTRODUCCIÓN
La investigación identifica y analiza la estructura sociodemográfica y el desarrollo de
estrategias económicas y socioculturales de los hogares en torno al acceso a los alimentos
para garantizar la seguridad alimentaria de los hogares, desde la posición y condición étnica
y de género de los indígenas, quechua – aymara, migrantes de Villa Sebastián Pagador.
Respecto a la seguridad alimentaria, hasta la fecha se han realizado diversas investigaciones
considerando esencialmente los ámbitos rurales y desde un enfoque centrado en el
crecimiento de la oferta que determina la disponibilidad alimentaria. Sin embargo, se ha
encontrado escaso material que haga referencia al análisis de las estrategias dirigidas a
mejorar el acceso a los alimentos. La temática de la seguridad alimentaria ha sido tratada
en relación a las intervenciones de desarrollo y al diseño de políticas fundamentalmente
internacionales, basadas en la teoría del libre comercio y en los postulados del
neoliberalismo, que no han dado lugar a la inseguridad alimentaria.
Con la emergencia del concepto de soberanía alimentaria, la percepción sobre la
problemática ha empezado a cambiar, pues se incide en la necesidad de elaborar una
política propia que permita la determinación y el abastecimiento de los requerimientos de la
población a partir de la producción local y nacional, respetando la diversidad productiva y
cultural y la soberanía de los pueblos.
En este contexto, la incorporación, desde las ciencias sociales, de las dimensiones étnicas y
de género, ha abierto la posibilidad de comprender desde una nueva perspectiva, las
múltiples y diversas relaciones, dinámicas y procesos que se viven en las poblaciones
indígenas quechua – aymaras migrantes respecto al tema.
En este marco, se plantea la hipótesis de que existen diversas estrategias diferenciadas
por género, desarrolladas por los grupos indígenas quechua - aymara migrantes, en
torno al acceso a los alimentos para garantizar la seguridad alimentaria de sus
hogares. Estas estrategias se pueden identificar y dividir en estrategias de tipo
económico y las de tipo sociocultural.
El conocimiento de las estrategias a partir del estudio del caso de Villa Sebastián Pagador
puede contribuir a una mejor comprensión de los obstáculos y así plantear nuevas formas
de encarar la problemática de la seguridad/soberanía alimentaria partiendo de la idea que
las comunidades no son homogéneas y de que las relaciones entre géneros son
determinantes.
2. ESTADO DEL ARTE
I.
Seguridad/soberanía alimentaria y vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria
Los conceptos desarrollados sobre la seguridad alimentaria han evolucionado a lo largo de
la última década debido a la creciente atención hacia diferentes dimensiones como son las
3
socioculturales, ambientales, ecológicas, políticas y económicas que forman parte de esta
interpretación. De esta manera se ha pasado de un concepto de Seguridad Alimentaria a un
concepto de Soberanía Alimentaria.
Las corrientes clásicas más importantes desarrolladas en torno a la Seguridad Alimentaria 1
y el cómo abordar las soluciones al problema del hambre y la desnutrición, sólo han dado
respuestas parciales al problema. El ritmo para alcanzar las metas universales de reducción
de la desnutrición no se ha cumplido y el número de personas pobres se ha incrementado.
Ante este panorama, se empieza a plantear que: “La sustentabilidad ecológica y la gestión
de los recursos naturales relacionadas con el mejoramiento de las condiciones económicas
y alimentarias de los pequeños productores, no es una cuestión solamente técnica o
ambiental, implica la integración de la dimensión económica, social, política, ambiental y
cultural. (RAFI, 2001: Taller 8). En el Foro Mundial sobre soberanía alimentaria
(septiembre del 2001, La Habana) se propone adoptar el concepto de Soberanía
Alimentaria en lugar de Seguridad Alimentaria. Se plantea en efecto, que si una nación
quiere alimentar de modo constante y efectivo a sus habitantes tiene que adelantar una
política agropecuaria propia y autónoma. Esto solo es posible a través de la Soberanía
Alimentaria a la que se define como: “…el derecho de cada pueblo a definir sus propias
políticas y estrategias agroalimentarias, que garanticen alimentos sanos y nutritivos a la
población, con base central en la agricultura familiar campesina, respetando la base
cultural que viabiliza su producción y uso sostenible”, a saber: “[…] el derecho de cada
nación y de sus gentes a mantener y desarrollar su propia capacidad de producir los
alimentos básicos con la correspondiente diversidad productiva y cultural”, presentándose
de esta manera como la condición previa de una auténtica seguridad alimentaria. (RAFI,
2001: Taller 1). Este es el derecho de los pueblos a definir su propia Política Agrícola y
Alimentaria sin "dumping" hacia otros países.
En este contexto, en Bolivia, la Asociación de Instituciones de Promoción y Educación
AIPE, a través del Programa de Mejoramiento del Estado Nutricional PROMENU -que
viene trabajando la problemática de la Seguridad Alimentaria desde el año 1991- lanza el
2002 una publicación titulada “Hacia el Desarrollo Humano a través de la Seguridad
Alimentaria y Nutricional” 2 , que marca la tendencia de las políticas institucionales y
gubernamentales a nivel nacional. En ella, se adhiere al enfoque de Soberanía Alimentaria
1
Entre ellas se pueden mencionar las siguientes: 1. La Teoría del libre comercio para quien la provisión de los elementos
nutrientes a la población hambrienta tiene respuesta en los “mágicos mecanismos” del mercado y por ende en el comercio
internacional. 2. La escuela institucionalista según la cual el mercado por sí solo no es suficiente para garantizar la dieta
alimentaria individual y por lo tanto se requiere la presencia de instituciones que ayuden a brindar mayores bases tanto
para ampliar la seguridad alimentaria como para corregir las deficiencias del mercado (empleo, ingreso o equidad),
aunque sin cambiar el marco macroeconómico de libertad de comercio y flujo de capitales. 3. Frente a ello, respaldada en
el modelo de desarrollo sostenible, surge el enfoque de la “agricultura orgánica” con el paradigma del bajo costo de los
insumos, producidos in situ, y al servicio de la producción de los géneros que brindarían la dieta alimentaria necesaria a
los hogares rurales. Para ello, se acepta implícitamente -bajo el interés de defender a los productores más pobres y ruralesla necesidad de paralelamente ofertar alimentos de manera masiva en los principales centros de consumo para los agentes
dominantes del mercado marginando a los más pobres de ellos -creándoles su propia provisión-. Sin embargo, las acciones
de la agricultura ecológica así como sus alcances son limitados e incluso el sobreprecio que pueden tener sus productos
en los comercios especiales le crean al grueso de los consumidores dificultad en el acceso, considerando además la
competencia de los sectores agrícolas de las grandes potencias fortalecidas con las variedades biotecnológicas.
2
Que se presenta como una síntesis de la sistematización de experiencias de las instituciones afiliadas al AIPE –
PROMENU en el tema.
4
incorporando además elementos que integran las dimensiones de seguridad alimentaria y
capacidad biológica de las personas a nivel de salud, y considerando la multicausalidad de
factores que interactúan en ella, bajo una visión integral de desarrollo sostenible. En este
marco se vuelve imprescindible identificar los factores externos e internos que constituyen
este complejo proceso de construcción de la seguridad alimentaria.
Dos grandes factores determinan la seguridad alimentaria de los hogares: la disponibilidad 3
de y el acceso a los alimentos 4 . La disponibilidad implica una serie de factores
interrelacionados que participan de la dinámica del sistema alimentario, tales como:
producción interna de alimentos (actividad agropecuaria, agroclimatología, tierra,
territorio, capital, crédito, otros), condiciones de mercado (producción comercial, costo de
canasta básica, medios de transporte y conservación, canales de comercialización),
importaciones, exportaciones (oferta y demanda de alimentos) y donaciones y subsidios.
La geografía boliviana y sus diferencias agro climáticas, junto a la precariedad de la
agroindustria y de vías y medios de transporte, determinan enormes desigualdades
regionales y locales, tanto en la producción como en la disponibilidad física de los
alimentos. Si bien Bolivia cuenta con una riqueza productiva capaz de alimentar a toda la
población y con excedentes para la exportación, la ausencia de políticas de apoyo a la
producción local de alimentos, bajo el concepto de Soberanía Alimentaria, libre de las
imposiciones de los flujos del comercio internacional, determinan y coadyuvan a la
carencia de alimentos nutritivos y la malnutrición de la población.
El acceso de alimentos está condicionado por factores como: la accesibilidad física (las
características de las ecoregiones, la vocación productiva de los pueblos que las habitan y la
condición de los centros de consumo, infraestructura vial, productiva y de abasto), la
accesibilidad económica (la capacidad que tiene la familia de obtener alimentos adecuados
para su dieta) y los patrones culturales y de género (la conducta alimentaria).
La Seguridad Alimentaria en Bolivia y el acceso a los alimentos muestran aún grandes
brechas respecto a las recomendaciones establecidas para el área rural y urbana. 5 Ello
empeora tomando en cuenta que la extrema pobreza que caracteriza a las áreas rurales del
país, se estaría trasladando, mediante flujos migratorios, a las zonas periféricas de las
ciudades, conformando bolsones de pobreza, que además de las características similares a
las de las zonas rurales, se ven más afectados debido a factores como la discriminación del
3
La disponibilidad es el …“volumen (cantidad) y composición (diversidad) de los alimentos de que se dispone, para un
país o región, depende de la cantidad producida más las importaciones, menos la cantidad exportada, las pérdidas y los
consumos no humanos. Tiene alta relación con las características agras productivas nacionales y locales, la cultura
productiva y las condiciones de mercado internas y externas” (Palma, 1997: 4)
4
al acceso a los alimentos, …“se entiende por acceso físico o geográfico, la distribución según área determinada (grado
de adecuación) y por acceso económico la capacidad de los hogares para comprar alimentos necesarios a nivel
familiar”. (Palma 1997:5.). Por tanto acceso es, el conjunto de recursos y posibilidades con que cuenta el hogar para
obtener (producir, comprar, intercambiar, recibir o conseguir por otros medios) alimentos adecuados para su consumo.
5
El consumo real de alimentos, reflejado en la Encuesta de Consumo en Áreas Deprimidas de Bolivia realizada en 1991
demostró un déficit calórico de 35% en el Altiplano y Valles y del 25% en los Llanos Orientales (Haquim, 2000). El
consumo alimentario diario para el área urbana y rural alcanzaba a 1515 y 1529 kilocalorías respectivamente, lo que
representa el 67% y 70% de la adecuación a las recomendaciones de energía, demostrando brechas de 33% y 30%
respecto a las recomendaciones establecidas para el área urbana (2239 kcal.) y rural (2175 kcal). La incidencia de pobreza
alcanza en 1997 al 59% de los hogares bolivianos.
5
mercado laboral 6 , y el desarraigo –a veces más fuerte y otras menos- de sus comunidades
de origen, teniendo, de esta manera, cada vez una menor capacidad de responder a
situaciones adversas y convirtiéndose en grupos altamente vulnerables a la inseguridad
alimentaria.
Tomando en cuenta que la seguridad alimentaria familiar es “el acceso material y
económico a alimentos suficientes para todos los miembros del hogar, sin correr riesgos
indebidos de perder dicho acceso” la inseguridad alimentaria no se limita a las personas
que tienen un régimen alimenticio deficiente en un momento dado del tiempo, sino que
incluye a aquellos cuyo acceso a los alimentos es inseguro o vulnerable, es decir, a
aquellos expuestos al peligro de padecer insuficiencia alimentaria.
De esta manera, en un país deberían clasificarse como vulnerables, plantea la FAO, a los
grupos: en el ámbito rural: campesinos sin tierra no calificados, agricultores de subsistencia
(déficit), agricultores de bajos ingresos (cultivos alimentarios y cultivos comerciales),
pastores habitantes de zonas remotas. En el sector urbano: trabajadores independientes;
sector informal; desempleados, migrantes- y, en general: hogares encabezados por mujeres.
(VAM-PMA, 2000). Y, según VAM-PMA (2000) en Bolivia los grupos vulnerables pueden
clasificarse de acuerdo a varios criterios: Geográfico / regional -zona administrativa,
urbana, rural-; ecológico -por condiciones climáticas, accesibilidad-; económico ocupación, nivel de ingresos, sector formal o informal, tamaño de las explotaciones
agrícolas, tipos de cultivos-; sociocultural -mano de obra migrante, hogares encabezados
por mujeres-; y demográfico -hombres, mujeres, mujeres embarazadas, madres lactantes,
niños en edad preescolar, niños en edad escolar, ancianos-.
La vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria es mayor en las zonas, grupos y hogares que
se desarrollan en condiciones de pobreza. Aclarando que las actuales condiciones de
inseguridad alimentaria no son sólo producto de los efectos de la crisis de la agricultura,
sino también, del contexto político, económico y social, nacional e internacional e incluso
del deterioro moral y ético de la sociedad, como afirma Suárez (2002).
En efecto, la inseguridad alimentaria es una consecuencia de la pobreza. Y en este marco, la
pobreza urbana es distinta de la pobreza rural. Los bienes no monetarios, tales como aire
limpio, agua, vivienda o seguridad, están menos disponibles en las áreas urbanas que en las
rurales. Así, su pobreza se ve exacerbada además por la falta de capital natural y por la
vulnerabilidad social. Ahora bien, tanto en el sector urbano como en el rural, dos
dimensiones aparecen como esenciales cuando se habla de vulnerabilidad a la seguridad
alimentaria: género y pertenencia étnica.
II. Género y Etnicidad en la Seguridad Alimentaria
1. Género como Construcción Social.
Partimos de una concepción del género como sistema de prácticas, símbolos,
representaciones, normas y valores en torno a la diferencia sexual entre los seres humanos,
6
En el área urbana, el 51.5% de los hogares en pobreza extrema están asociados al desempleo, y el 57% al empleo
informal. (Haquim, 2000).
6
que organiza las relaciones entre las mujeres y los varones de manera jerárquica,
asegurando la reproducción humana y social. Como construcción social, el género deviene
tanto una realidad objetiva como subjetiva, un orden que se impone a los individuos, y que
ellos a su vez recrean continuamente con base en los significados que proporcionan el
lenguaje, la historia y la cultura (Lamas 1986,1996, De Barbieri, 1992, 1996).
Dentro de los varios ámbitos de la sociedad, ciertas instituciones o procesos sociales
sobresalen como decisivos en la gestación y/o el mantenimiento de la desigualdad de
género. En el campo de la cultura, por ejemplo, juegan un papel crucial la producción de
los significados asociados a las nociones de masculinidad y feminidad, la formulación de
ideologías de género con rígidos contenidos sobre los roles adecuados para cada sexo, y el
control de los significados socialmente relevantes (poder simbólico), entre otros aspectos.
En las sociedades actuales, la organización y el funcionamiento del grupo humano implican
el desempeño de múltiples roles. Los criterios que sirven para diferenciar estos últimos en
una sociedad (especialización) son variados y, por lo general, no actúan aisladamente, sino
que lo hacen interactuando con otros, sin embargo el más utilizado universalmente para
hacer diferenciaciones, es el de género.
Analizado desde la perspectiva de un desarrollo humano integral y equitativo, este
proceso de asignación de roles, que generalmente es aceptado como necesario para el
crecimiento y el progreso de las sociedades, presenta la grave falla de ir acompañado por un
proceso simultáneo de valoración diferencial entre unos roles y otros, que en consecuencia,
lleva a la subordinación de unos grupos a otros, dentro de la sociedad.
Las relaciones entre los hombres y las mujeres varían a través del tiempo y en los diferentes
grupos sociales. También cambian las definiciones de lo masculino y de lo femenino en
cada época y en cada sociedad, y las formas cómo las personas asumen su identidad como
hombres o como mujeres. Este es un proceso dinámico, permanentemente atravesado por
tensiones y por conflictos. En Bolivia, hoy, los hombres son vistos como jefes “naturales”
de las familias y por extensión, de las comunidades; como representantes idóneos de los
intereses y necesidades de las mujeres y niños y la sociedad es considerada como
homogénea, en ella, supuestamente, no existen grupos de poder ni relaciones de poder
entre los grupos.
Esto conduce a que en los planes, programas y proyectos de desarrollo se estime, que una
determinada acción beneficiará por igual a todos los miembros de la comunidad. Apoyados
en estas suposiciones generalmente implícitas, los planes, proyectos o programas de
desarrollo, no tienen en cuenta ni las condiciones particulares de las mujeres ni su posición
con relación a la de los hombres en los hogares y comunidades; ni su condición étnica o
características culturales. En consecuencia, y debido a su posición generalmente
subordinada, las mujeres no participan equitativamente de los beneficios del desarrollo y
permanecen invisibles. Ello ha dado lugar a que en los planes y programas de seguridad
alimentaria se empiece a intentar revertir esta situación de las siguientes formas.
Condición de Género y Étnica en la Seguridad Alimentaria: Para tener una idea de la
evolución de la incorporación de la problemática de género en los programas y planes de
7
seguridad alimentaria, se puede retomar las principales tendencias demostradas por la FAO.
Entre ellas se mencionan: hasta la década de los 90’s una clara invisibilización de la mujer.
A partir de entonces, y durante toda la década, se observa un el análisis cada vez más
integral de la problemática sobre todo a partir del enfoque Mujer en el Desarrollo 7 , que se
traduce en la identificación de la mujer como agente clave en los procesos de seguridad
alimentaria, lo que repercute en un intento de dirigir la atención casi en exclusiva a mejorar
las condiciones de las mujeres, aunque sin analizar las causas de base de la desigualdad
social, política y económica entre las mujeres y los hombres.
Es recién en noviembre del 2001 8 , que se empieza a manejar una nueva concepción,
dirigiendo la atención de los programas a las relaciones de género en vez de
exclusivamente a las mujeres 9 . Un análisis de las mismas plantea que aunque existe una
amplia variedad de modelos de producción de hogar, las mujeres –tanto en el ámbito rural
como urbano (sobre todo popular)- desempeñan en todas las regiones del mundo un papel
predominante en la seguridad alimentaria del hogar, mediante la producción agrícola y
alimentaria (disponibilidad) y la generación de ingresos y estrategias de subsistencia
(acceso).
De ahí que los planes y programas sobre el tema, tienen que empezar a enfrentar una serie
de problemáticas que surgen de esa relación de género. Entre los principales temas: la
multiplicidad de las tareas de las mujeres 10 cuya proporción –en volumen de trabajo- se
esta incrementando, sobre todo con el aumento de la emigración estacional o permanente
de los varones –debido a la falta de empleo y de otras oportunidades de generación de
ingresos-, que conlleva una suerte de “feminización de la agricultura” y de la generación
de ingresos en general 11 que se pone de manifiesto en el aumento considerable del
número de hogares encabezados por mujeres.
Los problemas a que se enfrentan esas familias encabezadas por mujeres varían en función
del grado de acceso de las familias a los recursos productivos, los patrones socioculturales,
el nivel de información que tienen, etc. Sin embargo, los datos muestran que en casi todos
los países los hogares encabezados por mujeres se concentran entre los estratos más pobres
de la sociedad y, a menudo, tienen menores ingresos que los hogares encabezados por
hombres.
En la mayoría de las culturas, y dado el papel tradicionalmente limitado de las mujeres en
el proceso de toma de decisiones a nivel de hogar, sus necesidades, intereses y
restricciones no suelen ser reflejados en los procesos de toma de decisión ni en las leyes
que persiguen reducir la pobreza y alcanzar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad
medioambiental. Y, es que además hay una relación muy estrecha entre género y
pertenencia étnica.
7
Véase Plan de acción "las mujeres en el desarrollo" 1996-2001
Véase Plan de acción 2002-2007 (FAO)
9
Enfoque, por cierto, adoptado por la mayor parte de los organismos de las Naciones Unidas a partir de la Conferencia
Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995.
10
Las mujeres en general, además de las actividades de producción u obtención de alimentos, son responsables de
preparar y elaborar los mismos y de cumplir, al mismo tiempo, su papel fundamental de criar y cuidar a los niños y
atender a los miembros ancianos de la familia
11
Lo que se traduce en el área urbana en el desarrollo de diversas estrategias de sobrevivencia familiar.
8
8
2.
Dimensión Étnica y Migración
Etnicidad
Los académicos hoy reconocen que en términos estrictamente biológicos las razas no
existen entre los humanos. “El uso del término etnicidad y del adjetivo étnico se utiliza
actualmente para designar una categoría de gente ligada por un número de rasgos
comunes. Enfatiza que los grupos humanos son estructuras históricas y culturales más que
categorías biológicamente determinadas de personas que exhiben rasgos morales e
intelectuales comunes y hereditarios”. (Stolcke, 1995: 21).
Así, etnicidad se entiende como un conjunto de atributos de grupo tales como territorio,
continuidad histórica, lengua y cultura, que tienen que estar dotados de una realidad
esencial. En esta línea entendemos que identidad étnica “es una autoconciencia e identidad
vocalizada que sustancializa y naturaliza uno o más atributos - siendo los más usuales
color de piel, lengua, religión, ocupación territorial- y los adosa a colectividades como su
posición innata y su legado mito-histórico” (De la Cadena Marisol 1998:37). El
componente central de esta descripción de identidad son las ideas de herencia, ancestral y
descendente, lugar o territorio de origen así como parentesco.
Es importante mencionar como punto de partida, que tal como lo plantea Melucci (1992),
la identidad es relacional, se construye y se negocia en relación a los otros. Por lo tanto, la
identidad es dinámica y la etnicidad -que se basa en la identidad- y las relaciones étnicas
son también dinámicas. Uno negocia su etnicidad así como negocia su identidad. En este
campo de negociaciones, se dan procesos de subordinaciones que han producido sistemas
de diferencia artificial que han llevado a la construcción de estereotipos de identidad,
visibilizados mediante procesos de “etiquetación” de un grupo sobre el otro, conformando
así relaciones de poder entre grupos, que se van negociando, cambiando, replanteando a
medida en que los distintos grupos van afirmando o negociando su identidad étnica.
En Bolivia, los más altos índices de pobreza se dan precisamente en la población de
pertenencia étnica indígena. En suma, si bien existe un reconocimiento y una valoración en
papel de la composición pluriétnica de la población 12 , en concreto los pobladores indígenas
y etnias constituyen una ciudadanía de tercera, cuarta o quinta categoría. (Vargas, 2001).
En efecto, a pesar de todas las políticas e intervenciones tanto del Estado como de la
cooperación internacional, sigue existiendo una suerte de paralelismo, inamovible en el
tiempo, entre pertenencia a un grupo étnico y niveles de pobreza. Es decir, que si bien es
cierto que grandes sectores de nuestra población viven en la marginación y en la pobreza
total (casi 70 % de los bolivianos son pobres), esto empeora con respecto a los indígenas,
quienes soportan los más elevados índices de desnutrición; carecen de escuelas y toda
forma de enseñanza; de planes de salud e higiene; ausencia de viviendas mínimamente
12
De acuerdo al último CENSO (2001) en Bolivia 4.1 millones de personas pueden ser considerados como pueblos
étnicos indígenas (62% de la población), conformados por más de dos millones de quechuas, cerca de 1 millón y medio
de aymaras 57.128 guaranis y casi 44.000 otros nativos. Estos datos son cuestionados por el CENSO indígena efectuado
también el 2001 por el Ministerio de Asuntos Campesinos, el Viceministerio de Asuntos Indígenas, la oficina de Tierras
Comunitarias de Origen y proyecciones, quienes manejan la cifra de 5,1 millones de indígenas. Sin embargo, la
diversidad étnica se ha reducido, hoy en día existe una multitud de grupos, muchos de ellos en extinción, que aparecen
como invisibilizados por las distintas fuentes de datos tanto gubernamentales como privadas.
9
habitables; sobresaliendo la falta absoluta de trabajo. Y ello es aún peor entre las mujeres y
los niños, que además de una discriminación étnica sufren la de género y generación.
Ahora bien ¿dónde se encuentran estas poblaciones étnicas que viven en situaciones
precarias? Una parte en el área rural, el resto, según datos manejados por Rodrigo V. “52%
de los indígenas viven en el área urbana” 13 (2004: 5), Ello se puede explicar por los
procesos de migración –de hecho nuestra unidad de análisis esta constituida, en gran parte,
por migrantes aymaras ubicados en el área urbana de Cochabamba 14 .
¿Cómo se dan los procesos de migración? Según la teoría de la Nueva Economía de la
Migración Laboral (NEML; ver Stark, 1991, y Stark y Bloom, 1985), la decisión de
emigrar no sólo se toma a individualmente, sino también en un contexto más amplio,
generalmente el hogar 15 , que puede estar compuesto por personas de preferencias variadas
y un acceso distinto al ingreso. Tal decisión está, además, influenciada por el entorno
social.
Ahora bien, habitualmente, las personas que emigran no cortan los lazos con sus hogares
de origen. A veces los hogares de origen son los que costean la migración y apoyan a los
emigrantes hasta que logren establecerse en sus lugares de destino. Los familiares que
quedan atrás (padres y hermanos generalmente) tienen que reorganizar sus actividades de
consumo y producción tras la partida del emigrante, y éste (generalmente un hijo)
comparte habitualmente parte de sus ingresos con su hogar de origen.
Más allá de esas interacciones, o en base a ellas, es que se plantea que la migración en
Bolivia, es una vía mediante la cual los grupos étnicos indígenas, empiezan a reproducir,
pero también a refuncionalizar y a replantear sus lógicas, cosmovisiones, y estrategias de
vida en el área urbana, donde intervienen también papeles diferenciados por género.
Pobreza y Migración: Una de las relaciones más difíciles de examinar es aquella entre
pobreza y migración. Varios autores han demostrado 16 , con base en estudios empíricos
realizados en diversos contextos y países del mundo, que no son los integrantes de los
sectores más pobres los que emigran, de hecho para poder emigrar se necesita tener
contactos, información y recursos económicos para hacerlo y ello ya conlleva tener una
mejor posición en la comunidad. Sin embargo, sectores pobres de algunos países que
estarían excluidos de los procesos migratorios tradicionales, pueden superar las
dificultades y limitaciones que implican los costos de la migración, gracias al aporte de
familiares que emigraron previamente.
13
Sobre todo son los aymaras (51%) los que se han trasladado al área urbana. Entre los quechuas existen más personas
(55%) que residen en el área rural. Esta tendencia –de residencia en el área rural- se incrementa entre los Guaraníes y los
otros nativos (71 y 68%).
14
Es interesante notar que entre los aymaras que migran es más fuerte la etiquetación positiva (asunción de etiqueta de
“indios aymaras” dada por el entorno) que conlleva, mayores niveles de arraigamiento acostumbres y redes propias del
grupo étnico, que en otros grupos indígenas migrantes que tienden a negociar su identidad.
15
la afirmación de que los hogares y las familias actúan en forma colectiva no sólo para maximizar el ingreso, sino
también para minimizar los riesgos y atenuar las restricciones derivadas de una serie de deficiencias del mercado, tales
como la ausencia o la escasez de capital, de seguro y de mercados laborales es una característica de la NEML.
16
Entre ellos Gonzalez Soledad y Vaniazalles, 1995, Arrazuriz Margarita María, 1994, Marroni Maria Da Gloria, 1995,
entre otros.
10
Factores determinantes de la migración: La pobreza es, en la mayoría de los casos, la
causa más importante para que individuos y grupos familiares migren para mejorar sus
condiciones de vida. El fenómeno de la migración que se origina en las zonas de
emplazamiento de la agricultura campesina tradicional, tiene sus principales causas en el
deterioro de los recursos de las pequeñas unidades productivas, las dificultades de acceso a
la tierra por una acelerada parcelación de la misma y las limitaciones para emplear mano
de obra en edad activa en las labores agrícolas. Estas condiciones en muchos casos
impulsan a ciertos segmentos de la población rural a migrar en busca de nuevas
oportunidades ocupacionales que le signifiquen el mejoramiento de sus ingresos. A ello
hay que aumentar el llamado de los que ya migraron, llamado difícil de desechar.
Es importante notar que actualmente la migración no necesariamente rompe los vínculos
sociales, lo comunitario y el parentesco, sino que éstos parecen recrearse y profundizarse,
hasta constituir un "capital social indígena" de gran valor, que permite a los migrantes
desplegar estrategias -diferenciadas por género- que responden a ese capital.
La noción de pertenencia a una comunidad y de adaptación a los cambios de la
modernidad ha probado ser muy dinámica. La migración ya no es sinónimo de desarraigo
cultural o pérdida de identidad, dicen los autores, quienes sostienen que el espacio urbano
se ha transformado en el nuevo escenario para el despliegue de la diversidad cultural.
3.
Relación conceptual entre etnia, género y seguridad alimentaria
Ya que esta investigación plantea leer la seguridad alimentaria desde las dimensiones
étnica y de género, es preciso establecer que el amplio y complejo marco externo, que
incluye los sistemas ecológicos, económicos y sociales, forma la base contextual donde las
estructuras socioculturales y de género se interrelacionan y combinan con las económicas y
ecológicas para determinar los patrones de consumo de alimentos.
Estas estructuras o factores influyen sobre variables internas que son claves para la
seguridad alimentaria del hogar y de los miembros que lo componen, concretamente, sobre
las características específicas del hogar y sus integrantes, como son: el tamaño familiar, la
composición familiar, el tipo de familia, las oportunidades educacionales 17 y el nivel de
información alimentario nutricional
La significación que cada cultura le otorga a los alimentos, determina los hábitos
alimentarios de cada pueblo. Así, las percepciones, el origen y las propiedades de los
alimentos atribuidos a éstos, definen el consumo alimentario de las familias. En los últimos
años, la creciente relación con el mercado y con los productos alimentarios elaborados, ha
determinado un cambio paulatino en los patrones de consumo de las comunidades rurales y
especialmente de los grupos migrantes.
17
Las oportunidades educacionales y el desarrollo de conocimientos productivos y alimentario-nutricionales son aspectos
de gran peso a considerar en la dinámica del sistema alimentario. “A mayor nivel de educación formal y de información
alimentario-nutricional, especialmente de las mujeres, es posible observar una más adecuada manera de seleccionar,
comprar, preparar y distribuir los alimentos en el hogar” (AIPE 1995:13).
11
Las variables anotadas, a su vez, determinarán las decisiones y comportamientos
relacionados con la alimentación y condicionarán el nivel de seguridad alimentaria en el
hogar como ser: la distribución intrafamiliar de los alimentos, los hábitos alimentarios, las
preferencias, las prácticas de lactancia e introducción de alimentación complementaria, el
tiempo destinado por las mujeres en la preparación de los alimentos, la participación en la
toma de decisiones, los gastos en alimentación, la importancia y significación que le dan a
los alimentos, (ritos y simbología), la percepción, prácticas y creencias que tienen respecto
a la salud y enfermedad y su relación con los alimentos y la distribución, control y
estabilidad de los ingresos.
En Bolivia los elevados índices de desnutrición, la sitúan en la segunda categoría de
desnutrición en el mapa del Hambre (PMA, 2000). Se plantea como causas inmediatas o
subyacentes de la desnutrición, las siguientes: 1. La insuficiente ingesta de alimentos
(inseguridad alimentaria) y la presencia de enfermedades infecciosas, y/o parásitos que
impiden el aprovechamiento de los alimentos. 2. La disponibilidad y acceso a la
alimentación suficiente y adecuada por los hogares. La atención materno-infantil, el acceso
a los servicios básicos de salud y educación -en especial de la mujer (CEISA, 2000). 3. La
educación en general y fundamentalmente la de la madre 18 . 4. Los aspectos culturales 19 .
A saber, si retomamos todos los aspectos mencionados es indudable la relación estrecha
existente entre aspectos culturales provenientes de la pertenencia étnica, el papel asignado
por género y comportamientos que tienen que ver con el acceso a los alimentos, por ende
con la seguridad alimentaria del hogar. Es decir, es esta interrelación establecida entre
género y etnia la que va a condicionar las estructuras sociodemográficas de cada familia y
las estrategias desarrolladas por las mismas para acceder a los alimentos, como se verá a
continuación.
III.
Estrategias de los Hogares para manejar la inseguridad alimentaria
Estrategias de acceso a los alimentos
No es posible abordar el tema de la inseguridad alimentaria o más concretamente, el de
acceso a los alimentos, sin considerar los factores económicos, sociales y culturales
asociados con su ocurrencia. En consecuencia, surge la necesidad de un abordaje integral
que permita identificar, a través de dichos factores, las estrategias desarrolladas por
hombres y mujeres para acceder a los alimentos.
De acuerdo a su identidad étnica o cultural y a las condiciones de existencia que les impone
su pertenencia a un determinado ambiente social, las familias desarrollan arreglos culturales
y domésticos, comportamientos o acciones para satisfacer las necesidades básicas de
18
Según CEISA (2000), los niños de madres analfabetas o con escolaridad básica, tenían 1.4 a 1.5 veces más probabilidad
de presentar diarrea en relación a los niños de madres con un nivel de instrucción medio.
19
Por ejemplo, un estudio realizado en el Altiplano (UDAPSO, UNICEF, 1996) a través de las percepciones locales
sobre desnutrición y salud, permite afirmar que la desnutrición no es percibida como una enfermedad y tampoco es
asociada directamente a la falta de alimentos suficientes y adecuados. Al contrario, tiene una fuerte carga cultural a la que
asocian frecuentemente causas sobrenaturales y por lo tanto buscan remedios rituales. La desnutrición y sus efectos son
reconocidos como mortales pero no se acude a los centros de salud en parte por las creencias y en parte por la dificultad
de acceso físico y el trato del personal de salud.
12
sobrevivencia. Estos procesos de toma de decisiones, que repercuten en distintos aspectos
de la vida familiar, se pueden conceptualizar como estrategias, que dependen de: por un
lado, la estructura sociodemográfica de la familia y por otro, las estrategias económicas y
socio-culturales elegidas. Así, cada familia establece su propio esquema de vida y la
selección de un conjunto determinado de estrategias familiares repercute de manera
diferenciada en el estado de salud de sus integrantes, aun cuando las familias compartan un
ambiente socioeconómico similar.
Respecto de las estrategias de los hogares para manejar la inseguridad alimentaria, en el
marco de las actividades del VAM 2000 (PMA-VAM, 2000, Unidad de seguridad
alimentaria de la Comisión Europea, 2000), se identificaron las estrategias a corto plazo 20
- migración temporal, viajes interzonales, trabajo comunitario, reducción del consumo
alimentario, reducción de gastos en servicios, préstamos vía redes informales, venta de
derivados y artesanías, venta de activos y animales y pedido de ayuda a gobierno e
instituciones internacionales; también otras de índole más urbano: actividades económicas
informales, estrategias de sobrevivencia familia, distribución de los ingresos y la
participación de redes familiares y sociales de apoyo para afrontar la difícil situación de la
falta de empleos, el hambre y la desnutrición, etc.- ; y las estrategias de adaptación de
largo plazo - diversificación de ingresos y la migración temporal y definitiva.
3. METODOLOGÍA
El trabajo consiste en una investigación descriptiva – analítica, con verificación empírica,
que busca la obtención de información de base para la descripción de determinados
aspectos de una población, los que han sido operacionalizados en variables y dimensiones
concretas, relacionados con los objetivos de la investigación.
Se trabajó en el Distrito No. 14 (Villa Sebastián Pagador) del Municipio Cercado,
Cochabamba, caracterizado por contar con una población fundamentalmente migrante, de
origen indígena, quechua – aymara hablantes, que mantiene redes familiares y sociales con
su lugar de origen, combina su ocupación entre el empleo o auto empleo y la producción
agropecuaria o el comercio y los servicios. Esta población se constituye en uno de los
grupos identificados como de alta vulnerabilidad en cuanto a inseguridad alimentaria, por
estar conformada mayoritariamente por migrantes.
El tema de estudio abarca conceptos multidimensionales que articulan aspectos de carácter
socio-estructural y socio-simbólico (cultural) e incluye tanto determinantes macro como
microestructurales. Por esto, las variables han sido identificadas en función de las
estructuras sociodemográficas y estrategias tanto económicas como socio-culturales,
diferenciadas por género.
En este marco el presente trabajo tuvo como propósito identificar, en familias 21 de la zona
(diferenciadas por pertenencia a distintas OTB’s con características diversas) las estrategias
20
Se dan en caso de eventos que ponen a la familia en inseguridad alimentaria temporal como por ejemplo los riesgos
climatológicos u otros relacionados a la salud del miembro que aporta en mayor medida al ingreso del hogar.
21
Para fines de este trabajo, la familia se definió como el grupo de personas que comparten la misma vivienda, gastos para
la alimentación y se hallan unidos por lazos de parentesco o afinidad.
13
familiares 22 , diferenciadas por género, desarrolladas para el acceso a los alimentos y tratar
de establecer la relación potencial entre estas estrategias y la participación de los
componentes de etnicidad (tomando en cuenta que se trata de grupos migrantes quechuaaymaras) y género en la seguridad alimentaria. Las variables independientes son por tanto
las estrategias de acceso a los alimentos (EAA) y se agrupan en tres tipos:
a)
Estructura sociodemográfica de la familia, integrada por las siguientes dimensiones:
Procedencia o lugar de origen y tiempo de residencia, uso de lenguaje, estructura y
composición familiar, nivel educativo y, vivienda y servicios básicos.
b)
Estrategias económicas: migración laboral; ocupación y estabilidad; ingresos
familiares: generación de ingresos, aportes al hogar, distribución de los recursos
económicos, gastos en alimentación y, tierra y producción agropecuaria.
c)
Estrategias socio-culturales: organización de actividades por género: ocupación,
ingresos, división del trabajo doméstico, tiempo y participación; colaboración intra y extra
familiar: redes familiares y sociales de apoyo y, formas de acceso a alimentos de
producción familiar: alimentos del lugar de origen e intercambio y venta de alimentos.
4. HALLAZGOS
Los principales resultados del estudio se presentan como un aporte al conocimiento
empírico de la relación entre las categorías de género y etnia 23 , mostrando cómo éstas
definen en los hogares la situación alimentaria comprendida desde el enfoque de seguridad
alimentaria. Esta descripción de manera explícita problematiza la articulación de género,
etnia y seguridad alimentaria en un contexto donde además participan los procesos
migratorios que serán determinantes de las transformaciones identitarias y de las
estrategias de acceso a los alimentos.
Por un lado, la estructura sociodemográfica de las familias de Villa Sebastián Pagador está
determinada por las características culturales de sus miembros, especialmente de los
padres. Esto se puede observar en las formas de relacionarse con el entorno, de construir la
familia, de asignar papeles genéricos, tanto a nivel doméstico como extra doméstico, de
concebir la salud y la enfermedad y de acceder a los alimentos, donde persisten tradiciones
y ritos incluso en la utilización, consumo y distribución de los alimentos. Estas
características, van cambiando de acuerdo a los años de residencia en la zona urbana, que
conlleva cambios también en los rasgos culturales y de identidad de los miembros de las
familias.
22
Se comprenden a las estrategias como aquellos arreglos culturales y domésticos, comportamientos o acciones para
satisfacer las necesidades básicas de sobrevivencia que las familias desarrollan de acuerdo a su identidad étnica o cultural
y a las condiciones de existencia que les impone su pertenencia a un determinado ambiente social.
23
Que tal como se planteó en la parte correspondiente se entiende como distinciones y relaciones históricamente
producidas y reproducidas (por lo tanto sujetas a transformaciones) que se articulan socialmente como posicionamiento
jerárquico de individuos y colectivos en virtud de sus rasgos físicos, de su performance sexual, de su participación en
ciertas tradiciones culturales, de su capital social y cultural, de su educación, de su ubicación en el mercado de trabajo, de
su nivel y forma de acceso a los recursos y al consumo, de su nivel de ingresos y, del modo en que todos estos elementos
constitutivos de identidades -entendidos como principios articuladores de la acción social- se potencian y reconstruyen
mutuamente al operar simultáneamente en la cotidianeidad de las relaciones sociales.
14
Son tres variables las que definen las estrategias de acceso a alimentos en grupos
vulnerables de migrantes: 1. la pertenencia étnica que, tal como se acaba de plantear,
determina la estructura sociodemográfica de las familias; 2. el papel de género que se
establece a partir de ello, y 3. los años de migración y por lo tanto los cambios y
readecuaciones de narrativas de identidad.
A partir de esos tres elementos, se han distinguido diferentes estrategias de las familias
-diferenciadas por género y años de residencia en la zona particularmente 24 - para acceder
a los alimentos. Vale aclarar que aunque, se ha determinado, para facilitar este estudio,
una clasificación de las estrategias de acceso a los alimentos, hay que recordar que se tiene
conciencia que con ésta o cualquier otra clasificación podemos tender a segmentar la
realidad 25 Es por eso, que si bien la utilidad de la clasificación de las mismas es generar
una mejor comprensión del acceso a alimentos en zonas de grupos vulnerables, es
necesario tomarlas teniendo en cuenta que si bien las presentamos por separado, las
mismas siempre están articuladas y son interdependientes.
Entre las principales estrategias analizadas resaltan: 1. las estrategias económicas que
permiten el acceso a los alimentos, diferenciadas por género como son la migración laboral
y nuevos flujos migratorios, las condiciones ocupacionales y su estabilidad, el ingreso,
distribución y control de los recursos, el acceso a servicios básicos, tierra y producción. 2.
Asimismo, se han identificado las estrategias socioculturales como son la organización de
las actividades familiares por género donde vemos la división sexual del trabajo y la
participación de hombres y mujeres en la comunidad; las redes familiares y sociales que se
construyen para garantizar la seguridad alimentaria de los hogares y las percepciones que
las familias tienen de su situación alimentaria.
Las posiciones y condiciones étnicas y de género son condicionantes en el acceso a los
alimento y para garantizar la seguridad alimentaria. Esto se ha podido constatar, Tanto en
el análisis teórico como en la descripción de las estrategias generadas por las familias y
diferenciadas por género.
Otro aporte de esta investigación es el abordaje de la seguridad alimentaria a partir de la
migración, ofreciendo un panorama cuantitativo y cualitativo de las relaciones de género y
pertenencia étnica en un marco migratorio, demostrando las diferencias según los años de
residencia en el lugar.
5. SUGERENCIAS PARA POLÍTICAS PÚBLICAS
En general, los conocimientos aportados por el presente estudio pueden servir para redefinir
políticas en el ámbito de planes, programas y proyectos que trabajen en soberanía
alimentaria. La visión de los planificadores deberá centrarse en considerar las diferencias
étnicas y de género en el momento de proponer estrategias de solución a la problemática de
24
Aunque también indirectamente se ha mencionado la variable generacional como determinante al momento de adoptar
una forma de acceso a alimentos. Sin embargo, este es un tema susceptible a mayores investigaciones futuras.
25
En este sentido la determinación de estrategias tanto económicas como socioculturales está en función de una división
arbitraria de los procesos descritos en el estudio.
15
la inseguridad alimentaria en nuestro país, además de definir políticas de apoyo a la
producción local de alimentos y el impulso de tecnologías que la soporten.
La problemática de la producción debe enfocarse, desde la propuesta de la soberanía
alimentaria, en tanto ésta plantea el diseño y ejecución de políticas no influenciadas ni
impuestas por organismos internacionales que favorecen los intereses de las grandes
potencias económicas del mundo y en razón de que el derecho a los alimentos no se
negocia, no debe ser transformado en mercancía, ni monopolizado. El hambre, la pobreza
y la inseguridad alimentaria dependen no de cuánto trabajo haga la mujer al respecto, sino
de políticas y de voluntades políticas y especialmente, de una clara opción por la soberanía
de los pueblos.
Ahora bien, a pesar de todos estos aportes, queda claro que la presente investigación tiene
también varias limitaciones. Entre las principales, podemos mencionar el hecho de que se
trata de un estudio de tipo empírico, básicamente descriptivo. Si bien aporta al
conocimiento, no se ha logrado un análisis más profundo que permita articular
conceptualmente estas categorías.
Sin embargo, el desafío está planteado. Creemos que a partir de este trabajo quedan
trazadas muchas futuras líneas de investigación, tales como: profundizar el análisis de
manera tal que permita articular conceptualmente las categorías de etnia, género y
seguridad alimentaria; trabajar más las relaciones generacionales, transformaciones
producidas por las migraciones, formas de reproducción y recreación de las identidades
étnicas y de género, y muchas más, porque la temática es muy amplia.
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HOJA DE VIDA
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Sara Maria Lourdes Valenzuela Valenzuela es psicóloga con maestría en Seguridad Alimentaria y Desarrollo
Humano. Ha trabajado 21 años en el área rural con proyectos de desarrollo y actualmente realiza
investigaciones
y
trabaja
con
relación
a
planificación
y
desarrollo.
Contactos:
[email protected]
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