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DESARROLLO PARA EL AGRO
producción agrícola en proteína animal permite
satisfacer el mercado interno y luego exportar valor
agregado desde origen”, indicó Saavedra.
En cuanto a la distribución de la renta en la cadena
agroindustrial, el especialista calculó que –en
promedio– los productores primarios aportan el
65 % de capital y perciben entre el 15 y 25 % de la
renta. Por su parte, aquellos actores vinculados
con la industrialización de primer y segundo
orden invierten el 25 % de capital y reciben entre el
35 y 45 % de renta.
Si bien el agregado de valor abarca una diversidad
de procesos –algunos con mayor demanda
tecnológica que otros–, todos tienen como objetivo
en común: transformar la producción primaria a
escala local. La incorporación de nuevas etapas de
manufactura aumenta la mano de obra en los
territorios hasta 104 veces y multiplica la
rentabilidad. Así, una ración de casi 4 kilos de soja y
maíz equivale a un kilo de queso, cuya elaboración
incrementa 26 veces el valor de la materia prima.
“Agregar valor y trabajo en origen a los productos
primarios es una oportunidad, debido a que
requiere la aplicación de mayor tecnología y
potencia otras cadenas alimentarias con ventajas
comparativas y competitivas”, explicó Alejandro
Saavedra, coordinador del proyecto “Procesos
productivos agroindustriales para agregar valor en
origen en forma sustentable” del INTA.
El especialista apuntó que la Argentina exporta el
68 % de su producción de maíz como grano
–promedio 2009-2012– mientras que Estados
Unidos produce el doble de maíz per cápita y
exporta el 13 %. “La industrialización de la
“Por último, el sector de logística, transporte,
cadena de frío y comercio local e internacional
aporta sólo el 10 % en concepto de capital y percibe
una renta de entre el 35 y 45 %, según los
productos”, agregó Saavedra, al tiempo que
ponderó la decisión de producir con mayor nivel de
manufactura para mejorar el porcentaje de
rentabilidad.
Según estimaciones de Fernando Ustarroz,
coordinador del Módulo Valor Agregado en Origen
del INTA, 2,6 kg de maíz más 1,3 kg de soja
equivalen a la generación de 13 litros de leche, que
permiten elaborar un kilo de queso Reggianito y
multiplicar 26 veces el valor de la materia prima. A
su vez, la misma ración con el equivalente en
granos para obtener un kilo de lomo bovino
aumenta 23 veces la renta percibida; para uno de
carne de pollo, 20 veces; o para uno de bondiola de
cerdo, 21,8 veces el valor del grano comercializado
y exportado sin transformación.
2,6 kg de maíz + 1,3 kg de soja
= 13 litros de leche
= 1 kg de queso.
Esta transformación multiplica
26 veces el valor de los granos.
Con respecto a la generación de empleo, Saavedra
estimó que el agregado de valor en origen aplicado a
todos los eslabones de la cadena láctea, desde la
etapa primaria hasta los productos finales en
góndola, aumenta 40 veces la cantidad de puestos
de trabajo. De igual modo, en la cadena bovina, ese
índice se incrementa 104 veces.
El desarrollo de una cadena local. Oncativo es
una ciudad ubicada en el centro de Córdoba, que
pertenece al departamento de Río Segundo. Con el
apoyo de diferentes actores públicos y privados y
programas de financiamiento, el INTA impulsa la
transformación de esta zona en clúster de
producción porcina, a partir de la planificación de
una cadena que abarca desde la cría hasta la
comercialización.
En este contexto, se destaca la experiencia de la
firma Aprocer SA compuesta por 24 socios de
pequeña escala que se reunieron para fortalecer
una etapa clave de la cadena: la reproducción y
gestación de lechones hasta los 30 kg. Mediante una
granja intensiva, los criadores poseen 500 cerdas
que les permiten obtener altos índices productivos
–26 lechones por madre al año–, homogenizar la
calidad de la carne y disminuir costos.
“A mediano plazo, el objetivo es ampliar el plantel
de madres, asociarse para afrontar la etapa de
engorde y articularse con un frigorífico para llegar
al desposte”, explicó Mario Bragachini, coordinador
del Proyecto Integrador 1 “Procesos tecnológicos
para agregar valor en origen en forma sustentable”
(PNAIyAV) del INTA. “Esto permitirá alcanzar el
máximo valor agregado que es el salame de
Oncativo, un producto que se vende a 220 pesos el
kilo, multiplica 28 veces el valor e incrementa las
horas de trabajo de la soja y el maíz que se partió”,
acentuó Bragachini.
En Oncativo, la cadena se inicia con la producción
de granos: 200.000 toneladas de soja, 150.000 de
maíz y 60.000 de sorgo. Luego, esta materia prima
adquiere diferentes destinos: puede ser recuperada
por una planta para elaborar alimento balanceado,
por dos empresas que se dedican a la fabricación de
expeller de soja o por otras tres firmas
desactivadoras de soja.
Posteriormente, otras tres plantas se ocupan de
comercializar el alimento y los insumos para la
producción porcina, entre otros servicios. La faena
El agregado de valor
en origen aumenta 40 veces
la cantidad de puestos
de trabajo en la cadena láctea
y 104, en la bovina.
de los animales se realiza en dos frigoríficos que
cuentan con habilitación provincial, mientras que
18 pequeñas y medianas empresas utilizan esa
carne para elaborar chacinados de alto valor
agregado que venden en la región.
“Este caso, que constituye la cadena de mayor
demanda laboral de la ciudad, permite observar el
nuevo rol de los municipios: ir más allá de sus
responsabilidades de gobierno y colaborar con
infraestructura para el desarrollo local”, afirmó
Bragachini. En este sentido, resaltó la
conformación de mesas de gestión local que en
Oncativo se materializa con un clúster porcino y,
además, promueve el diseño de planes estratégicos
de desarrollo regional, basados en la “instalación de
parques industriales y agroalimentarios y la
formación de recursos humanos con capacidad
para producir agroalimentos inocuos, de calidad y
con procesos innovativos”.
Asociarse, la clave. Según datos del INTA Marcos
Juárez, el 94 % de los criadores porcinos del país
posee menos de 100 madres y representa el 51 % del
stock nacional. Por su parte, el 6 % de los
productores tiene planteles que superan las 100
madres y constituye el 49 % del stock nacional.
Bragachini destacó el impacto del asociativismo en
el crecimiento de los criadores a pequeña escala. “El
valor agregado en origen asociativo, con
participación directa de los productores en
eslabones de industrialización y acceso directo a los
consumidores, es la llave que utilizamos para lograr
más trabajo, renta distributiva y pymes
competitivas y la herramienta para recuperar la
competitividad del pequeño y mediano productor
en base a su trabajo genuino”, analizó.
Ministro de Agroindustria
de la Nación
La producción agropecuaria es uno de los sectores
económicos que debe ser alentado para dinamizar a
la economía, no sólo por la generación de recursos,
sino también por su aporte a la generación de empleo
y al arraigo cultural muy profundo que genera en su
gente. Es una tradición de trabajo que debe ser
valorada y potenciada.
La agroindustria es una industria federal que se
localiza a lo largo y ancho del país. La Argentina cuenta
con un capital natural privilegiado para la producción
de alimentos, con empresarios dispuestos a la
innovación, y con un desarrollo científico que es
ejemplo en el mundo entero. Estas condiciones nos
permiten generar el 60 % de las divisas que ingresan al
país, el 18 % del Producto Bruto Interno y asegurar
empleo a miles de argentinos.
Como gobierno somos conscientes de que debemos
darle a este sector soluciones concretas, decidimos
impulsar una política para la producción de
alimentos, a partir del trabajo mancomunado entre el
campo y la industria. Estos no deben ser vistos como
antagónicos, ya que nuestro objetivo es convertirlos
en socios estratégicos para el desarrollo nacional.
Debemos superar los obstáculos al crecimiento que se
han dado en los últimos años, y que van desde la falta
de infraestructura, la discrecionalidad en la
comercialización, la ausencia de previsibilidad y de
fomento a las exportaciones, hasta la valoración de la
investigación y el impulso para el descubrimiento de
nuevas tecnologías aplicables al sector.
Esto exige un avance en los sistemas productivos en el
que el agregado de valor cumpla un rol crucial y así
avanzar en la seguridad alimentaria. Esas condiciones
son imprescindibles para alcanzar lo que no sólo es uno
de los principales objetivos de nuestra gestión, sino
nuestra motivación: contribuir a disminuir la pobreza.
Hay mucho trabajo aún por hacer. La mejora en la
infraestructura –caminos, rutas, energía,
electrificación, almacenamiento, medios de
transporte, comunicaciones, terminales portuarias–
que permita una mejor integración del medio rural con
las ciudades y garantice la industrialización de nuestra
producción agropecuaria , así como la viabilidad de las
cadenas de suministro alimentaria para el mercado
interno y externo.
En la búsqueda de alcanzar esa meta, desde el
Ministerio de Agroindustria de la Nación impulsamos
el desarrollo científico y tecnológico, el agregado de
valor y la apertura de mercados, como objetivos
trascendentales para volver a ser un referente de la
producción de alimentos en el mundo con
sustentabilidad económica, social y ambiental.
Este gobierno está comprometido con esa tarea, como
parte intrínseca del carácter federal y de nuestra
soberanía nacional, con el objetivo de que la Argentina
sea un gran supermercado de alimentos para el mundo.
Producir sustentablemente es el desafío que
enfrentamos los países productores ante las
restricciones agroecológicas como la disponibilidad de
recursos y los paradigmas ambientales como el cambio
climático que impacta cada vez más en los ecosistemas
y, por ende, en los resultados de producción y la
provisión de alimentos a futuro.
Sabemos a dónde queremos llegar, y tenemos claro
que nada a corto plazo debe perjudicar la concreción
de nuestros proyectos.