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Anexo 2. Posturas teórico-sociales sobre el proceso salud-enfermedad
Para explicar la transición de la salud a la enfermedad y viceversa han existido diferentes
posturas que van desde la antigua concepción de lo mágico y lo psíquico, hasta los modelos
sanitarios con base en el método científico. Las teorías sociales abordan también este
fenómeno explicando la perspectiva del enfermo y de quien lo atiende. En este anexo se
revisan algunas posturas teóricas al respecto y se hace una breve analogía con lo observado
en Ciudad Juárez.
En la corriente del materialismo histórico, el fenómeno conjunto de la saludenfermedad es explicado por el condicionamiento que impone una sociedad cuyo fin es la
producción material. La necesidad de producción contempla al individuo como un medio y
como un agente de consumo y no como un ser con necesidad de realización personal. Es así
como el trabajo se convierte en un valor que debe traducirse en la adquisición de bienes y
riquezas que van determinando la creación de las clases sociales (Laurell, 1981).
Las divisiones sociales habrán de generar, según el materialismo histórico,
beneficios para los menos y consecuencias negativas para las mayorías. Tales
consecuencias son la falta de empleo y el aumento de la pobreza. En cuanto a la salud, las
consecuencias son las enfermedades, alcoholismo, drogadicción, estrés, entre otras. Desde
el materialismo histórico se está ya haciendo referencia a las enfermedades como
consecuencia de las divisiones sociales.
A partir del surgimiento de las sociedades capitalistas, la categorización en clases
sociales cobró interés debido a la posibilidad de asociar los estilos de vida con las
características situacionales de cada grupo. Carlos Marx hablaba ya de las clases sociales
presentes en el sistema capitalista: la burguesía, la pequeña burguesía, el campesinado y el
proletariado.
Para cada clase social habría riesgos sociales específicos, incluyendo la posibilidad
de adquirir o manifestar cierto tipo de enfermedades. Estas indicaciones han sido
fundamentales para que en la actualidad, los estudios epidemiológicos tengan en cuenta la
importancia del perfil profesional del individuo. La postura de Marx fue ampliada por
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Breihl y Granda (1986) quienes mencionan que hay una asociación entre la mortalidad y la
clase social que determina las condiciones de vida.
Si se toma como referencia lo dictaminado por esta postura, se reconocerá que en
ciudades altamente industrializadas la clase trabajadora o proletariado que labora en la
industria maquiladora y que es la mayor fuerza productiva en cuanto a cantidad de puestos
laborales básicos( tipo “operador”), sería la que enfrenta mayores riesgos para la
preservación de su salud debido a sus condiciones de vulnerabilidad económica y estilo de
vida con pocas oportunidades de superación debido a los bajos salarios, a la calidad de la
vivienda y a las condiciones urbanas.
Para explicar los cambios en la estructura demográfica y las variaciones internas de
la misma se han expuesto varias teorías, así, Levi-Strauss (1949) mencionó la importancia
de analizar a las estructuras sociales y su efecto sobre la sociedades. Por su parte, Bell
(1980) hace referencia a los cambios donde los factores influyentes son el dominio técnicoeconómico así como el sistema político que tiene la función de ejercer el control social.
De acuerdo con San Martín (1989), la situación del hombre ha cambiado hasta
encontrarse en una etapa crítica y de riesgo biológico, mental y social que dificulta el goce
de la salud y que al mismo tiempo conduce hacia la enfermedad, la invalidez y la muerte
prematura, lo anterior como producto de la evolución biológica y social. Los cambios
advertidos por San Martín involucran a la estructura de las sociedades y sus cambios a
partir de las formas de organización del Hombre, la creación de espacios de convivencia.
Una visión más reciente es la aportada por la postura del giro decolonialista que,
respecto a la salud, centra su discurso en la crítica a las estructuras de la modernidad, a las
instituciones reguladoras de la sociedad y a la imposición del método científico como única
fuente de saberes sobre la salud y la enfermedad.
La postura del giro decolonialista critica el hecho de que las acciones derivadas de
las leyes y de las políticas públicas tengan intereses comerciales; critica además que desde
las instituciones se desconozcan intencionalmente otros saberes que las comunidades
pueden emplear para resolver sus problemas de salud. Entre los exponentes de esta crítica
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se encuentran Enrique Dussel y Boaventura de Souza (citados por Castro-Gómez y
Gosfoguel, 2007).
Otra postura de análisis fue la realizada por Parsons (citado por Almaraz, 2013)
quien se refirió al estudio de la salud con base en los sistemas y no en las personas. La
postura de Parsons asume la importancia de la salud de la población como una forma de
estabilizar al sistema social, de ahí la importancia de que las autoridades promuevan la
creación de servicios de salud. A partir de este punto es que la postura de Parsons deriva en
el estudio de la planificación y la gestión de los servicios de salud que darán estabilidad en
este rubro a las clases sociales sin importar sus condiciones de vida.
Para la epidemiología, el estudio de los fenómenos salud-enfermedad debe
realizarse observando todas las posibles interacciones entre el individuo, el medio ambiente
y la sociedad, así, no es el individuo el principal objeto de estudio sino el proceso por el
cual surge la enfermedad (San Martín, 1989). La epidemiología emplea estrategias para
reconocer cómo y dónde surge la enfermedad, así, la epidemiología reconoce la interacción
entre las dimensiones social, biológica y medio ambiental.
El equilibrio entre estas dimensiones llega a ser más importante que la misma
enfermedad y las atenciones que se les otorgue a cada una de ellas será esencial, por ello las
acciones no solo remediales sino preventivas tales como la información a la población, las
campañas de limpieza y de vacunación, la prevención de riesgos ambientales y la búsqueda
de la armonía entre los individuos.
Varias ciudades de la frontera norte de México son ejemplo de transformación
desde una economía que tenía como base al comercio, la agricultura e incluso el turismo,
hasta transformarse en una economía sustentada en lo industrial con la llegada de las
plantas maquiladoras (Tijuana, Ciudad Juárez, Matamoros, Acuña, etc.). Si bien algunos
especialistas no consideran a la maquila como un sector industrial (Bass y col., 2008) los
efectos sobre la sociedad se relacionan con los advertidos por los críticos de la sociedad
post-industrial.
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Los aspectos señalados por San Martín son advertidos en la comunidad de Ciudad
Juárez: dentro de los mismos cambios en la estructura demográfica existen variaciones que
permiten identificar condiciones específicas por las cuales atraviesan los ciudadanos, estos
son los problemas para acceder a mayores niveles de educación, el crecimiento de las
familias y la necesidad por mayor espacio habitacional pero que con las condiciones
actuales de la vivienda de interés social generan hacinamiento y afectaciones en la salud.
Con el crecimiento de la mancha urbana se generan también problemas como la
segregación socioespacial y la inequitativa distribución de oportunidades para satisfacer el
derecho a la ciudad.
Los indicadores del surgimiento de este fenómeno en la ciudad son la llegada de
personas en edad laboral y que luego de unos años se convierte en el detonante del
aumento de la tasa de natalidad aumentando la base de población de edades tempranas, la
lógica productivista del trabajo, el crecimiento del consumo de bienes y la direccionalidad
de programas de inversión hacia el dominio de la técnica y de la economía en favor de las
empresas.
Los programas implementados por las autoridades políticas y sanitarias intentan
reducir las inequidades con la reducción de procesos que lleven a la población de la salud a
la enfermedad empleando medidas preventivas (educación e intervención para la salud) así
como con el logro de mejores tasas de recuperación de la enfermedad a la salud
(intervención médica).
Frente al constante crecimiento poblacional, las medidas implementadas deben
orientarse preferentemente a la prevención. Esperar a que la población enferme para luego
sanarla representa mayores gastos en intervención médica y mayores costos sociales debido
a la baja en la productividad de las personas.
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