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LA HABILIDAD PARA
CONSTRUIR PUENTES
“La única emoción que expande la inteligencia es el amor,
y esto se debe a que la inteligencia tiene que ver con la
aceptación de la legitimidad del otro y la expansión de la
posibilidad de consensualidad que implica tal aceptación”
Humberto Maturana.
Por Cristian Williman*
“La risa puede ser la distancia más corta entre dos cerebros, provocando un contagio irrefrenable que establece
un vínculo social inmediato”
Daniel Goleman
El hombre -usando el término en
sentido genérico- siempre ha vivido
en relación con otros. Ha ido estableciendo vínculos que fueron formando diversos sistemas de relaciones,
ya sea que lo llame familia, amigos,
comunidad, país, trabajo, etc. Y la calidad de esas relaciones también ha
influido, y lo sigue haciendo, tanto
en el crecimiento personal como en
los logros colectivos.
En la actualidad el desarrollo tecnológico ha permitido crear herramientas que brindan la posibilidad
de vivir “hiperconectados” en un
mundo globalizado y programas que
facilitan la configuración de “redes
sociales”, como una suerte de mapa
de vínculos en los que el hombre se
mueve. Sin embargo, la vida moderna -en cierta medida- ha alejado las
relaciones, lo que implica una desconexión emocional, un desencuentro
con el otro.
Atendiendo a esta perspectiva, la
propuesta de este artículo se centra
en la importancia de desarrollar habilidades sociales que permitan desenvolverse con mayor naturalidad y
eficacia en los diferentes espacios en
que nos desenvolvemos, pues como
explica el biólogo y epistemólogo
chileno Humberto Maturana: “los
seres humanos somos seres sociales: vivimos nuestro ser cotidiano en
continua imbricación con el ser de
otros”.
Entre nos
Las habilidades sociales están
relacionadas con la convivencia de
las personas, el desenvolvimiento
social exento de fricciones y el dominio de las reglas de juego social.
Esto requiere, por ejemplo, crear un
ambiente agradable para la conversación, saber convencer y motivar
a otros, expresar opiniones personales, afrontar las críticas, moderar
los conflictos, contemplar los pro-
“Las habilidades sociales contribuyen de manera definitiva a nuestro bienestar personal sino que frecuentemente constituyen un requisito indispensable para
progresar en el área laboral”
blemas desde distintas perspectivas,
reconocer los sistemas de relación e
interacción de los grupos, etc.
“Se considera que tenemos que
adquirir un amplio conjunto de habilidades para desenvolvernos y
triunfar en esta sociedad. Pero, curiosamente, se deja al azar el aprendizaje de formas eficaces de tratar
con nuestros semejantes, a pesar de
que no solo las habilidades sociales
contribuyen de manera definitiva a
nuestro bienestar personal sino que
frecuentemente constituyen un requisito indispensable para progresar
en el área laboral”, dice el doctor en
psicología Vicente E. Caballo y autor del libro Manual de evaluación
y entrenamiento de las habilidades
sociales.
Si bien aún no se ha llegado a
un acuerdo sobre la definición de
conducta habilidosa, el académico
enuncia que la habilidad social: “es
el conjunto de conductas emitidas
por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de
un modo adecuado a la situación,
respetando esas conductas en los
demás, y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la
situación mientras minimiza las probabilidades de futuros problemas”.
El doctor Caballo sostiene que
los seres humanos son fundamentalmente seres sociales y que las
relaciones interpersonales representan un factor determinante de
la noción de felicidad. Señala que la
mayor parte del tiempo de las personas transcurre en una u otra forma
de interacción social. En función de
ello, reflexiona sobre la importancia
de incluir en la educación una enseñanza sistemática de habilidades
sociales que ayude a las personas a
relacionarse de forma más eficaz con
sus congéneres.
Lenguaje, amor y relaciones
Una cualidad humana que debe
ser particularmente atendida para
el desarrollo de habilidades sociales
es el lenguaje en su sentido más amplio. El filósofo chileno Rafael Echeverría afirma: “el lenguaje no es un
fenómeno individual, es un fenómeno social”. Este nace de la interacción social entre seres humanos y, de
alguna manera, se constituye en un
puente que interconecta a las personas en su diversidad permitiendo la
coordinación de acciones.
El lenguaje es un modo de vivir
juntos, pues está íntimamente ligado
a la experiencia de compartir el mundo. También está entrelazado con la
emocionalidad, y la emoción que
constituye las interacciones sociales
“El lenguaje es un modo de vivir juntos, pues está
íntimamente ligado a la experiencia de compartir el
mundo”
es el amor. “El amor, es un modo de
conducta relacional a través de
la cual el otro surge como un
legítimo otro (como un otro
que no necesita justificar
su existencia en relación
a nosotros) en una relación de coexistencia con
uno mismo”, explica el
biólogo y epistemólogo
Humberto Maturana
en su libro Transformación en la convivencia.
El concepto de
amor al que refiere Maturana no es visto desde una
perspectiva filosófica, sino
desde la biología, como emocionalidad básica en la identidad
sistémica como seres humanos. Desde este enfoque, señala la importancia para la vida social de centrarse en
la generación de consensos y la cooperación, y no en la competitividad
o la lucha. Sostiene que la naturaleza de la inteligencia es un fenómeno biológico relacional, por lo tanto
diferentes emociones la afectan de
manera diferente.
Inteligencia relacional
Los dominios de lo emocional y
lo social se hallan inextricablemente
unidos. En este sentido el psicólogo
estadounidense Daniel Goleman, en
su libro Inteligencia social, refiere
que son las relaciones sociales las
que movilizan las emociones, y señala: “Los ingredientes fundamentales
de la inteligencia social pueden agruparse, en mi opinión, en dos grandes
categorías, la conciencia social (es
decir, lo que sentimos sobre los demás) y la aptitud social (es decir, lo
que hacemos con esa conciencia)”.
La investigación y desarrollo del
concepto de inteligencia social al
que refiere Goleman se basa en uno
de los descubrimientos más impor-
“Las empresas no deberían pasar por alto
la dimensión afectivosocial, así como los jefes
deberían tener presente
que las emociones son
contagiosas e influyen en
el desempeño”
tantes de la neurociencia y es que
el sistema neuronal está programado para conectar con los demás, es
decir, que el cerebro está diseñado
para establecer vínculos intercerebrales con las personas con las que
se relaciona. “Así, los encuentros
más rutinarios actúan como reguladores cerebrales que prefiguran,
en un sentido tanto positivo como
negativo, nuestra respuesta emocional”.
En espacios laborales, la implican-
cia de esta perspectiva en las relaciones permite pensar un modelo de
liderazgo socialmente inteligente,
cuyo punto de partida consiste
en permanecer presente y conectado. Pues, “sólo desde
ahí puede desplegarse la
amplia diversidad de facetas que componen la inteligencia social, desde darse
cuenta de cómo se sienten
los trabajadores y por qué,
hasta relacionarse amablemente con ellos y movilizarlos a un estado más positivo”,
reflexiona Daniel Goleman.
La palabra “inteligencia”
proviene del latín y significa escoger o leer. Atendiendo a su definición etimológica se puede deducir
que ser inteligente es saber escoger
la mejor alternativa entre varias, y
también saber leer entre líneas. En
el caso de la inteligencia social, esta
se da cuando una persona sabe discutir, analizar, deliberar y dar su opinión observando cómo se relaciona
con otros (interpersonal) y reconociendo las propias emociones (intrapersonal).
Liderar con inteligencia
En las encuesta de clima laboral
suele aparecer bien valorado la importancia de un ambiente de trabajo
agradable, es decir, que favorezca
buenas condiciones para las relaciones interpersonales. Así como también, la opinión positiva que los empleados tienen de su jefe suele tener
implicancias como movilizador de la
productividad y la permanencia en
la organización. Nadie quiere, cuando se tiene la oportunidad de elegir,
trabajar en un ambiente “tóxico”.
Según, señala Daniel Goleman: “Cuando las personas trabajan juntas durante mucho tiempo,
la empresa se convierte en un sus-
tituto de la familia, del pueblo y de
la red social del que en cualquier
momento podemos ser despedidos.
Y esta ambivalencia básica es la que
explica el crecimiento desaforado de
la esperanza y del miedo en tantas
organizaciones”. Las empresas no
deberían pasar por alto la dimensión
afectivo-social, así como los jefes deberían tener presente que las emociones son contagiosas e influyen en
el desempeño.
El abuso de prácticas competitivas como estrategia para impulsar
la productividad y el foco en los beneficios tiende a promover el individualismo y, consecuentemente, una
emocionalidad rayana con el temor,
el enojo, la confusión, el resentimiento. Como dice Philippe Rosinski
en su libro Coaching y cultura: “Los
gerentes impulsados por el deseo de
lograr los objetivos laborarles pueden pasar por alto la importancia
de las relaciones humanas como un
motivador clave para otros colaboradores”.
El liderazgo entra en crisis cuando
se aleja de su práctica fundamental
que es conducir estando junto a la
gente, y se vuelca a gerenciar (managing), es decir, a dirigir cosas. Es
importante distinguir que la mayor
competencia de un líder es establecer relaciones, ganando la confianza
y el respeto de los otros, antes que
las decisiones ejecutivas. Su autoridad se funda estando junto a la
gente, estableciendo conexiones,
construyendo relaciones y canales
de comunicación.
Competencias sociales
Las habilidades o competencias
sociales son aquellas aptitudes necesarias para tener un comportamiento adecuado y positivo que
permita afrontar eficazmente los
retos de la vida diaria en cualquiera
“El liderazgo entra en crisis cuando se aleja de su
práctica fundamental que es conducir estando junto a
la gente, y se vuelca a gerenciar (managing), es decir,
a dirigir cosas”
de los ámbitos donde las personas
se desempeñan. El desarrollo de estas cualidades requiere adaptarse a
una forma diferente de entender la
interacción con otros, o en palabras
de Philippe Rosinski comprender
que “adaptación significa un cambio
temporal de perspectiva”.
Aceptar lo que antes parecía inaceptable. Procurar un cambio profundo en el tipo observador que se
está siendo, implica asumir un recorrido de aprendizaje transformacional. En su libro “El observador y su
mundo”, Rafael Echeverría, utiliza el
concepto de metanoia, que significa
más allá de la mente, para explicar
el salto de nivel de conciencia que
entraña ir “más allá de las categorías
mentales que nos han gobernado”.
Es importante señalar que el término habilidad o competencia indica
que no se trata de un rasgo de personalidad, o de algo innato, sino más
bien de un conjunto de comportamientos adquiridos y aprendidos. A
continuación se presentan un grupo
básico de las principales habilidades
o competencias sociales:
1. Capacidad para tomar
decisiones: Ayuda a afrontar
de forma crítica, autónoma
y responsable las situaciones que se presentan en
la vida cotidiana, permitiendo explorar las alternativas disponibles y las
diferentes consecuencias
de las acciones.
2. C o m u n i c a c i ó n
asertiva: Expresa en forma
clara lo que piensa, siente
o necesita, teniendo en cuenta los
derechos, sentimientos y valores de
sus interlocutores. Permite reconocer las tácticas persuasivas y afrontar habilidosamente situaciones de
presión.
3. Capacidad de comunicarse
en forma efectiva: Tiene que ver
con la capacidad de expresarse, tanto verbal como no verbalmente y en
forma apropiada a las situaciones
que se presentan.
4. Autoestima: Tiene que ver
con el conocimiento de la autoimagen, su formación y su relevancia
para la conducta y para llegar a alcanzar las metas deseadas. Es el soporte y el motor de la identidad y de
la capacidad de comportarse con autonomía.
5. Habilidad para manejar las
propias emociones: Ayuda a reconocer las emociones personales, a
ser conscientes de cómo las emocio-
nes influyen en el comportamiento
y a manejarlas de forma apropiada.
Lograr mayor “sintonía” con el propio mundo afectivo y el de las demás
personas.
Atendiendo al concepto de empatía, Daniel Goleman señala que la
psicología actual lo emplea en tres
sentidos diferentes: conocer los sentimientos de otra persona, sentir lo
que está sintiendo y responder compasivamente ante los problemas que
la aquejen. Estas tres variedades diferentes de la empatía parecen formar parte de la misma secuencia, es
decir: le reconozco, siento lo mismo
que usted y actúo para ayudarle.
Los otros y nosotros
El desafío que el hombre debe
asumir para la construcción de relaciones sociales fructíferas es superar
los prejuicios, que se yerguen como
murallas que separan entre categorías como “nosotros” y los “otros”.
Esto implica estar atentos a lo que el
filósofo Martin Buber advirtió como
la cosificación de las personas, es decir, la despersonalización de las relaciones que corroe la calidad de nuestra vida y hasta el mismo espíritu del
ser humano.
Es substancial asumir una postura que permita para superar las diferencias, poniendo en práctica habilidades sociales como la empatía y
el respeto, lo cual implica reconocer
la responsabilidad de los demás y de
uno mismo. En el caso de las empresas, por ejemplo, los líderes deben
reconocer su impacto en el clima
emocional que impregna los pasillos
de sus organizaciones y determina el
logro de las metas colectivas.
Es importante comprender lo que
destaca Daniel Goleman en su libro
Inteligencia Social: “No necesitamos
aceptar las divisiones que alimentan
el odio, sino establecer puentes con
“Las habilidades o competencias sociales son aquellas aptitudes necesarias para tener un comportamiento adecuado y positivo que permita afrontar eficazmente los retos de la vida diaria en cualquiera de los
ámbitos donde las personas se desempeñan”
los demás y ampliar nuestra empatía
hasta llegar a incluirlos a pesar de las
diferencias que nos separen de ellos.
A fin de cuentas, los circuitos del ce-
rebro social nos conectan a la misma
esencia común que todos los seres
humanos compartimos”.
EL TRIPLE FILTRO DE SÓCRATES
Las narraciones y cuentos suelen ser una herramienta útil para comunicar ideas. El
siguiente cuento pretende ser ilustrativo y abrir la reflexión sobre las prácticas para
relacionarse con otros:
En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que
profesaba a todos. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto - replicó Sócrates. Antes de decirme nada quisiera que pasaras
un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
- ¿Triple filtro?
-Correcto -continuó Sócrates. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser
una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen
del triple filtro. El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo
que vas a decirme es cierto?
- No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y...
- Bien -dijo Sócrates. Entonces realmente no sabes si es cierto o no.
- Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad. ¿Es algo bueno lo
que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario...
- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea
cierto. Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad.
¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, la verdad que no.
- Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso
no es útil ¿para qué querría saberlo?
Quizá resulte una práctica interesante usar este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre otras personas.
Fuentes:
Caballo, Vicente E. (2007). Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales.
Siglo XXI.
Echeverría, Rafael. Onotología del lenguaje. Ediciones Gránica.
Goleman, Daniel (2006). Inteligencia Social. Editorial Kairós.
Maturana, Humberto (2004). Transformación en la convivencia. Comunicaciones Noroeste.
Maturana, Humberto. Biología del fenómeno social, artículo en revista en Revista Ecovisiones.
* Comunicador Social (UNLP), Coach Ontológico (ICP) y Capacitador
Organizacional (ADCA).