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Hombre verdadero, sino que se parte del mismo Hombre que obra realmente para “representar” la condición objetiva de su realidad externa objeto de conocimiento y el desarrollo de su proceso de la vida a partir de los procesos de vida reales; en general, para representar un mundo mediado por su personal experiencia. Se parte del individuo existente realmente, considerando la conciencia sólo como su conciencia, ya que no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. El que sean las ideas las que giran alrededor de la vida, y no la vida girando alrededor de las ideas, se explica por el hecho de que el desarrollo humano es la transformación permanente de los contenidos de la vida concreta de la sociedad existente, con su actividad y producción; lo que se “representa” es la actividad real y práctica de los hombres y el proceso de su desarrollo, dejando en un segundo plano el tener que estar dando copias de su realidad externa, puesto que el mundo de los productos intelectuales constituye exclusivamente la impresión de las transformaciones históricas que se efectúan en el mundo material. Primero la Vida, luego la Idea. Al considerar que la naturaleza humana es dialéctica, histórica, libre, mutable y perfectible, nos ratificamos en la hipótesis de que el Hombre siempre se desarrolla en la sociedad y para la sociedad, que el Hombre es producto de sus relaciones sociales e imagen de su sociedad, y que si en su condición de socio activo de la sociedad logra incidir en el cambio de sus circunstancias vitales, entonces también se darían ciertos cambios en su propia naturaleza humana. “...La experiencia social aparece como punto de partida del proceso de desarrollo y por tanto como base de todo funcionamiento psíquico humano; es el adulto, ya perito en su desarrollo cultural y social, quien jalona el desarrollo psicológico del niño, el cual aparece como un fenómeno eminentemente cultural”1000 Si no nos resignamos a ser juguete de los dioses, ni de los hombres, la liberación deja de ser un hecho individual para convertirse en un problema social, haciendo que uno de sus actos más liberadores, el de la Educación, sea impensable por fuera de sus circunstancias sociales. La naturaleza histórico-social del hombre, que es una esencia que se crea a sí misma en el proceso de la práctica, permite superar la diferencia entre el individuo casual (que accidentalmente ha nacido en cierta clase) y el individuo personal, la diferencia entre la aparente comunidad y la verdadera comunidad. Sólo en la comunidad verdadera resulta posible la autonomía de la Persona. Como la sociedad es unidad que integra lo individual y lo colectivo, donde en cada persona se cristalizan sus circunstancias sociales y vivencias concretas, siendo un principio fundamental para la sociedad el desarrollo pleno y libre de cada individuo, la Educación viene a ser un hecho colectivo complementado por algo de enseñanza personalizada. Sin sobre dimensionar las virtudes de una enseñanza personalizada, ella misma confirma que la Educación es un proceso unitario de lo colectivo y lo individual, de un individuo que se nutre de lo social y del colectivo, que se desarrolla en su despliegue individual. En una misma sociedad, cada persona se desarrolla según sean sus condiciones e intereses particulares, siendo lo más natural que su desarrollo individual revierta en el desarrollo colectivo. Mas, resulta contraria a la naturaleza humana aquella mano invisible del mercado, donde la libre concurrencia entre desiguales condena al Hombre a una lucha sin cuartel por su subsistencia, en la que los intereses de cada individuo terminan oponiéndose a los intereses de todos los demás, y así entran en contradicción con los intereses de la sociedad. En colectivo, cada persona se socializa y educa, enriqueciendo su mundo interior, desarrollando sus rasgos individuales y conformándose en Sujeto activo de su educación; aislados, sólo se consigue, y tal vez con mucho éxito, enseñarle al individuo, pero que en no pocos casos terminaría siendo un objeto pasivo educacional y un asocial. De ahí que Maestro no es aquel experto en hacer que sus apuntes personales pasen a formar parte de los apuntes de los educandos, sino el que abnegadamente se preocupa por acostumbrarlos a la búsqueda, a romper su individualismo abriéndose a los demás y al mundo, a trabajar en equipo, a mantener una elevada predisposición por aprender y a ser responsables, solidarios y justos. 1000 TORRADO PACHECO, Maria Cristina; op. cit. Habemus Antropogogo 1119