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Igadi na Rede / Presenza-Opinión - Sociedad y valores en Corea del Sur
Sociedad y valores en Corea del Sur
Jaume Giné Daví (igadi.org, 08/03/2009)
Escribir sobre la sociedad y los valores
de un país de Asia oriental, como es el
caso de Corea, entraña grandes
dificultades para un occidental. Para
ser un buen experto en un país oriental
hay que haber “vivido” en él. No es
este mi caso. Me considero solo un
buen conocedor e interesado en un
país que he visitado muchísimas veces
desde mi primer viaje en 1997. Fruto
de la continuada relación profesional y
de amistad con los coreanos aprendí
que no se puede estudiar y entender
Corea desde esquemas preconcebidos
En sólo unas décadas, Corea del Sur pasó de ser una
que provienen de nuestra civilización
sociedad agraria y empobrecida a convertirse, desde la
y nuestra concepción occidental sobre
década de los noventa, en una sociedad post-industrial
abierta a la revolución de las tecnologías de la
el individuo y la sociedad. Hay que
información. A su vez se ha convertido en una sociedad
partir de la base que Corea es un país
democrática con elecciones libres que aseguran el
pluralismo político y con una activa participación social y
que se ha modernizado pero no se ha
ciudadana a través de una creciente y vibrante Sociedad
occidentalizado. Se ha abierto al
Civil. [Foto: Vista del río Han desde el World Trade Center de
mundo pero su identidad nacional y
Seúl].
sus raíces geográficas y culturales
están en Oriente. La percepción que se
tiene sobre un país asiático visto desde Europa suele estar distorsionada. Solamente una
percepción directa y personal del país, “in situ”, te abre los ojos y te acerca un poco más a la
realidad de cómo son y sienten los coreanos. En 2008, disfruté de una estancia de tres meses
gracias a una beca de la Korea Foundation que constituyó una excelente oportunidad para
conocer más y mejor un país que me fascina. Este artículo es fruto de mi estancia en Seúl.
Una última consideración, Corea del Sur es un país culturalmente distinto pero en el marco
de globalización económica y, en especial en la actual situación de crisis financiera global,
compartimos situaciones y problemas económicos y sociales parecidos.
Corea del Sur es uno de los países del mundo que ha realizado unos cambios políticos y
sociales más profundos en un más breve período de tiempo: El llamado “reino ermitaño”
bajo la dinastía Joseon inició hace un siglo una incipiente modernización pero el país perdió
su soberanía territorial con la ocupación japonesa (1910-1945), seguida de una partición y
una guerra civil (1950-1953) que dejó el país totalmente devastado. Pero en sólo unas
décadas, Corea del Sur pasó de ser una sociedad agraria y empobrecida a convertirse, desde
la década de los noventa, en una sociedad post-industrial abierta a la revolución de las
tecnologías de la información. A su vez se ha convertido en una sociedad democrática con
elecciones libres que aseguran el pluralismo político y con una activa participación social y
ciudadana a través de una creciente y vibrante Sociedad Civil.
En los apartados siguientes, explicaremos algunos aspectos de estos cambios sociales, desde
los demográficos a los que afectan a la estructura y a los valores tradicionales de la
sociedad. Esta se ha convertido en una sociedad urbana. Son en las ciudades donde viven el
80% de los habitantes y el mundo rural está plenamente influenciado por la predominante
cultura urbana. Esta rápida urbanización está produciendo grandes cambios en la estructura
familiar que se manifiestan en la participación creciente de la mujer en la vida social, en la
bajísima tasa de fertilidad y en el rápido envejecimiento de la población coreana. Otro
delicado problema es la aparición, desde la crisis económica asiática de 1997, de unas
desigualdades territoriales y sociales que pueden afectar a la armonía social del país. A
pesar de esta rápida transformación social perviven muchos de los valores tradicionales que
han conformado la historia del país. La sociedad coreana es hoy mucho más plural y
tolerante. Se adecua a los retos de la globalización mundial pero desea mantener algunos de
los rasgos básicos que definen su identidad nacional.
Estas transformaciones sociales se han visto favorecidas por factores internacionales. El
principal ha sido la fuerte influencia política y económica de los EEUU desde 1945, pero
también el modelo económico japonés fue tenido en consideración a partir de los años
sesenta para impulsar el desarrollo económico surcoreano. Pero hay otros factores internos
también determinantes para la transformación económica y social de un país con una fuerte
influencia confuciana: la firme voluntad coreana para superar las dificultades y renacer
como pueblo, la importancia que se da a la educación, la facilidad de motivación y
movilización social cuando se trata de defender los intereses generales del país, el fuerte
impacto y la enorme adaptación de los ciudadanos a las nuevas tecnologías(1).
1. Demografía e inmigración extranjera
Corea del Sur tiene una extensión de casi 100.000 km cuadrados. Su población alcanzó, en
2007, los 50,1 millones de habitantes lo que le convierte en el 24º país del mundo en
población. Esta cifra subiría a los 74 millones si sumamos los casi 24 millones de
norcoreanos que viven en la otra mitad del territorio del Norte con 121.000 km. cuadrados.
Una Corea unificada pasaría a ser el 18º país más poblado del mundo. Esto significa que
cerca del 1,1% de la población mundial (estimada en 6.600 millones), vive en la península
coreana(2).
Sin embargo hay dos problemas que amenazan el crecimiento de la población de Corea del
Sur: la actual baja de natalidad acompañada de un rápido envejecimiento de la población,
aspectos que van ligados al extraordinario y también rápido crecimiento económico. Tras la
cruenta guerra civil (1950-1953) la población creció rápidamente. En 1960, el índice de
fertilidad llegó a los 6 niños por mujer y en 1970 aún era de 4,53. Empezó a descender a
2,87 en 1980, a 1,59 en 1990, a 1,47 en 2000 hasta llegar a 1,08 en 2005, el más bajo entre
los países desarrollados del mundo, incluso por debajo de Japón, EEUU y otros países
europeos como Francia, Alemania, Gran Bretaña o Italia. Solo en 2007, parece haberse
frenado la caída e iniciado un aumento del índice de fertilidad a 1,25, gracias a la
inmigración extranjera y a los matrimonios mixtos. Hay factores sociales que explican la
nueva situación. En primer lugar, el retraso de la edad del matrimonio por parte de las
parejas jóvenes y la creciente incorporación de la mujer coreana al mundo laboral. Las
parejas se casan cada vez más tarde. El acceso mayoritario de los jóvenes a los estudios
universitarios retrasa su incorporación al mundo laboral y a su independencia económica.
Los estudiantes coreanos suelen iniciar su vida laboral a los 25 años, más tarde que en otros
países desarrollados, hecho que se explica en parte por el cumplimiento del servicio militar
obligatorio. Además, los jóvenes afrontan mayores dificultades para acceder al mercado
laboral y a un trabajo permanente y bien remunerado.
El segundo problema es también grave cuando se suma al primero; el envejecimiento de la
población coreana. En 2005, el 9,1 % tenía 65 años o más años. La esperanza de vida en
2005 era de 75,1 años para los hombres y 82 para las mujeres y seguirá creciendo en el
futuro. Este doble problema, baja fertilidad y envejecimiento, tiene un gran impacto
económico y social. Afecta al consumo, a la necesaria mano de obra para la economía y a la
financiación de las cargas sociales de un presupuesto estatal de por si ya insuficiente y
deficitario.
Corea del Sur ha sido históricamente un país emisor de emigrantes y existen por diferentes
circunstancias históricas, unas importantes comunidades de coreanos o de ascendencia
coreana en otros países del mundo. En cambio, no ha sido tradicionalmente un país receptor
de inmigrantes. Esta situación está cambiando en la última década con la creciente llegada
de ciudadanos de otros países. Corea es una nación con una población étnica y
culturalmente muy homogénea. Pero, últimamente se está debatiendo la cuestión de si y
cómo el país puede convertirse progresivamente en una sociedad más heterogénea(3). Los
datos objetivos atestiguan un cambio en este sentido. En 2007, el número de extranjeros en
Corea del Sur superó, por primera vez, la cifra de un millón, lo que representaba más del
15% del total de la población. Se ha triplicado en solo 10 años desde los 330.000 que había
en 1997 y su número podría incrementarse hasta los tres millones en 2017.
La cifra total de 50,1 millones de la población incluye los 49,1 millones de coreanos
registrados como residentes (24,6 m. de mujeres y 24,5 m. de hombres), 725.000 extranjeros
con residencia y 270.000 sin ella. Entre los extranjeros residentes, el 44% son chinos
seguidos de los estadounidenses (el 12%), los vietnamitas (6%), los filipinos (5%), los
tailandeses (4%), Estas cinco nacionalidades suman el 70% de la población extranjera. El
80% viene por motivos laborales y el 7% son consecuencia de los matrimonios mixtos, cada
vez más numerosos. El 90% de los matrimonios mixtos tienen lugar entre un varón coreano
con una mujer extranjera, preferentemente chinas (80%), seguidas de las vietnamitas (14%),
las japonesas (9%) y las de otros países como Filipinas, Tailandia y Mongolia. Basta viajar
en metro por el área metropolitana de Seúl para ver como la presencia extranjera está
creciendo. Por ejemplo, existe una importante concentración de residentes chinos en
Inchion. Esta inmigración es proporcionalmente aún más grande en algunas zonas rurales,
donde se celebran numerosos matrimonios mixtos entre varones coreanos con mujeres
extranjeras. Su número, según datos del Ministerio de Justicia, se incrementa anualmente:
75.011 en 2005, 93.786 en 2006 y 109.564 en 2007.
Hay varios factores que explican estos cambios demográficos y sus consecuencias. En
primer lugar, la globalización provoca mucho más que los movimientos de bienes y
capitales. También las personas se mueven en busca de mejores oportunidades económicas y
van allí donde las encuentran o se las ofrecen. En Corea del Sur como ocurre en todos los
países desarrollados, el envejecimiento de la población y la baja natalidad comporta la
necesidad de aceptar la inmigración extranjera como una oportunidad ineludible para dar
continuidad e incluso mejorar el sistema económico y social del país. Esto no es fácil para
países como Corea donde se tiene un fuerte sentimiento de identidad nacional y donde ha
predominado el derecho de sangre.
Los gobiernos coreanos desean “conducir” esta cuestión inmigratoria con políticas sociales
sobre inmigración estableciendo un marco legal que promueva la integración de los recién
llegados en la sociedad coreana. En mayo 2007, la Asamblea Nacional aprobó la Basic Act
on the Treatement of Foreigners, que ya dictó medidas para la seguridad de los trabajadores
extranjeros, la educación de sus hijos y otras referentes a los trabajadores ilegales. Se estima
que hay unos 200.000 ilegales en el país y su número puede incrementarse(4). Otras
medidas pretenden facilitar la inmigración de los descendientes de coreanos que tienen
nacionalidad extranjera. Este es el caso de los miembros de la diáspora coreana presente en
China y en algunos países que pertenecieron a la URSS, como Kazajstán. Finalmente, el
anterior presidente Roh anunció, en octubre 2007, que se estudiaría la posibilidad de
conceder, en determinados casos, la doble nacionalidad surcoreana. Se está produciendo, en
los últimos años, una fuga de cerebros, muchos de ellos profesionales coreanos que han
estudiado en universidades extranjeras, principalmente en EEUU. Entre 1997 y 2007,
170.000 coreanos renunciaron a su nacionalidad(5). En el mismo período, solo 50.000
extranjeros adquirieron la nacionalidad coreana. Según el derecho vigente quienes tienen
una doble nacionalidad deben renunciar a una de ellas antes de cumplir los 22 años. Con las
nuevas medidas se permitiría la doble nacionalidad a los coreanos que ya hubiesen
cumplido su servicio militar y a aquellos extranjeros que tuvieran unas importantes
capacidades y conocimientos en determinados ámbitos. Roh, también tomó medidas para
promover y proteger los derechos de los extranjeros residentes en el país. Estas medidas
solo consiguieron efectos limitados. No es un tema fácil y de rápida solución solo mediante
medidas legislativas o administrativas porque depende también de “las actitudes” de los
ciudadanos ante el fenómeno inmigratorio. Los países europeos tampoco han conseguido
encauzar bien este reto, uno de los más preocupantes de la actual realidad internacional.
El nuevo presidente Lee Myung-bak anunció que se van a mejorar las políticas de
inmigración desarrolladas por la anterior administración Roh. Van a ser más selectivas con
el objetivo de promover la entrada de profesionales, técnicos y trabajadores extranjeros más
cualificados y que aporten más capacidades y más competitividad al mercado laboral y a la
economía coreana en general. Con estos criterios se pretende agilizar el sistema de
concesión de los visados de entrada al país, que actualmente es muy rígido incluso para los
profesionales cualificados(6).
En resumen, la cuestión de la inmigración extranjera es un tema muy delicado que afecta el
núcleo de la nación coreana. Por un lado, se requiere información, sensibilización y, sobre
todo, educación ciudadana para que los coreanos sean receptivos y acepten a los extranjeros
como parte de su sociedad. Por otro lado, el Gobierno debe crear mejores condiciones
sociales para que los recién llegados acepten integrarse social y culturalmente en la sociedad
que los acoge. Cabe insistir en la educación y principalmente en la enseñanza de la lengua
coreana como la llave maestra que facilita la integración social de los inmigrantes.
Que una sociedad sea más diversa y heterogénea por la llegada de una corriente
inmigratoria no debe significar que deban coexistir en el país varias culturas. No hay que
oponer el término multiculturalismo al de homogeneidad como hacen algunos estudiosos
coreanos que observan otros casos como el de los Estados Unidos. Pienso, como observador
europeo, que existe y debería continuar existiendo “una cultura coreana” que puede y debe
enriquecerse con el conocimiento y el contacto con otras culturas foráneas. Es importante
tener en cuenta que el caso de Corea es distinto al de los Estados Unidos, considerado como
el “modelo” de multiculturalismo. Los Estados Unidos ya nacieron como un país construido
por los inmigrantes llegados de otros lugares del mundo. Este no es el caso de Corea. Opino
que la nación coreana debe afrontar un gran reto: asegurar “la armonía social” del país, pero
también debe preservar, con total convicción, “la identidad coreana”. Esta no debe quedar
diluida en un difuso multiculturalismo. Corea aún esta a tiempo de enfocar seriamente este
importante reto.
2. Religión, valores y cambios sociales en la sociedad coreana
Las cambios políticos, económicos y sociales del país están afectando a los valores
tradicionales coreanos en la medida que se estos entran en contacto y, a veces, se confrontan
con nuevos valores e influencias exteriores. Este proceso se inicio en la década de los
cincuenta y se aceleró con la globalización económica, los avances de las tecnologías y de
los medios de transporte que facilitan el contacto, la información y el conocimiento de
nuevas realidades sociales. Vamos a analizar algunas de los ámbitos sociales en donde se
manifiestan estas transformaciones como son los de la familia, la mujer y la educación.
El legado confuciano está aún muy presente en la sociedad coreana. El Confucionismo fue
introducido desde China y dominó el sistema de valores y el sistema político coreano
durante siglos bajo la dinastía Joseon (1392-1910) y es comprensible que dejase un gran
impacto en Corea. Se afirma que Corea es el país más confuciano de Asia, incluso más que
China(7). Aunque la impronta confuciana disminuyó en las últimas décadas, sus principios
e imperativos éticos como la jerarquía y la lealtad a la familia o a un grupo social, la
importancia de la educación y al respeto a los demás, aún informan o influyen en el sistema
de valores y de relaciones sociales y personales. El confucionismo, que no es propiamente
una religión sino una ética social, ha sido históricamente predominante en Corea sobre el
Budismo, el taoísmo o el shamanismo también tradicionalmente presentes en la sociedad
coreana. Continúa viva en la psique del coreano y se manifiesta en la importancia que se
concede al status social.
El Budismo coreano pertenece a la escuela Mahayana, fue introducido en la península
coreana a partir del Siglo IV d.C. y llegó a ser la religión oficial durante la dinastía Koryo
(918-1392) hasta ser desplazado y perseguido con el acceso de la dinastía Joseon que, en
1392, dio paso al confucionismo como nueva ética dominante. Sin embargo, el budismo no
solo ha sobrevivido sino que su peso religioso y social esta aumentando en las últimas
décadas. Su adaptabilidad se demuestra que en la presencia en muchos templos budistas de
elementos religiosos del Shamanismo.
El Cristianismo llegó desde occidente con la primera ola de modernización a finales del
siglo XIX y se reforzó con la influencia americana a partir de 1945. Ha tenido un importante
protagonismo en la modernización del país, especialmente a través de la creación de una
eficaz red de instituciones educativas y médicas que aliviaron las necesidades básicas de los
ciudadanos. Merece destacar el prestigio ganado gracias al compromiso de muchos
cristianos, y también de los budistas, con los movimientos políticos y sociales que, en las
décadas de los setenta y ochenta, lucharon a favor del establecimiento de un régimen
democrático en el país. Su presencia no ha cesado de crecer en las últimas cinco décadas,
pero el sistema de valores cristianos no han borrado a los valores tradicionales confucianos
sino que se puede decir que se han conexionado en algunos aspectos.
En realidad, aunque en 2005 solo algo más de la mitad de los coreanos afirmaba tener una
religión, se puede constatar que la práctica religiosa no cesa de crecer en el país. Las dos
religiones principales son el Budismo (23%) y el Cristianismo (30%). Entre los cristianos,
repartidos entre los grupos protestantes y los católicos, son estos segundos los que
últimamente han crecido más su número en Corea. También crecen los budistas. Aunque
hemos dicho que casi la mitad de la población no reconoce tener una afiliación religiosa,
aumentan el número de templos e instituciones religiosas en el país y la consiguiente
práctica religiosa. Merece destacar que existe una buena coexistencia entre las diversas
religiones y el principio de la libertad religiosa y el de la separación entre Iglesia y Estado
esta reconocida constitucionalmente. Esta buena coexistencia se manifiesta incluso en el
hecho de que no es excepcional encontrar un ”sincretismo” en los ritos y las prácticas
religiosas de los coreanos. Incluso existe una religión llamada Chondogyo creada en 1860
por Cheoe Suun que contiene a la vez principios, normas y ritos budistas, confucianos y
cristianos.
El llegada de la democracia en 1987 significa el inicio de cambios importantes en los
valores y las actitudes de la sociedad coreana. El gran crecimiento y desarrollo económico
del país en las décadas precedentes impulsó el surgimiento de nuevas clases medias y de
una sociedad civil ávida de conseguir también un nuevo marco constitucional y de libertades
públicas que reconociese el pluralismo político, social y cultural de los coreanos. En 1992,
es elegido por primera vez a un ciudadano civil, Kim Young-sam, como nuevo presidente
de la República, dando así por finalizada un largo período de regímenes militares que, si
bien lograron hacer crecer rápidamente la economía, habían gobernado el país a través de
métodos autoritarios. Desde entonces Corea del Sur asumió los nuevos retos de la
globalización e internacionalización de su economía, lo que también afectaría a la estructura
de su sociedad.
Corea del Sur se incorpora a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995, lo que
provocó una mayor y creciente apertura económica al exterior y en 1996, entra en la
Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE), obteniendo el
reconocimiento internacional como nuevo país desarrollado. Sin embargo, en 1997 el país es
golpeado duramente por la crisis económica asiática que puso en evidencia las fragilidades
del modelo económico y social coreano. Los compromisos asumidos ante el Fondo
Monetario Internacional (FMI) obligaron a fuertes reformas estructurales en los grandes
conglomerados empresariales, los “chaebols”, que habían liderado, hasta entonces, el
llamado milagro económico coreano. La reestructuración afectó a los principios y los
valores básicos de la sociedad coreana como el compromiso y la lealtad del trabajador con
la empresa a cambio deaque esta le asegurarle el trabajo por vida. Desde entonces, se van
incorporando nuevos principios como la eficiencia, la competitividad y la meritocrácia.
Veremos como los cambios afectarán también a la relaciones familiares y sociales y muy
directamente a las nuevas y jóvenes generaciones. Sin embargo, la presencia en muchos
coreanos de un legado confuciano que valora el gradualismo, el orden y la armonía social
explican que exista hoy en la sociedad coreana y en plena aceptación de los retos de la
globalización, un claro choque, una cierta confusión y a veces una forzada coexistencia
entre los valores tradicionales y los nuevos valores.
a) Un primer choque se produce entre el colectivismo como un valor tradicional de la
sociedad coreana y el individualismo(8). Es verdad que el individualismo crece entre los
coreanos y se manifiesta de forma creciente en las jóvenes generaciones. Estos son más
independientes y fuertemente influenciados por la cultura occidental, cada vez más presente
en sus vidas debido a la revolución de las telecomunicaciones y de los medios de
comunicación internacionales. Los jóvenes se comunican más libremente y el uso masivo e
omnipresente del teléfono móvil facilita aún más las relaciones entre los individuos.
Pero Corea sigue siendo una sociedad en que el grupo y la pertenencia a un grupo sigue
teniendo una gran importancia y se manifiesta en todo tipo de relaciones sociales, desde las
familiares a las políticas o comerciales. Al individuo se le reconoce una posición o status
social y es respetado en función de la familia – entendida en un sentido amplio- o el grupo
al cual pertenece o está integrado. La familia sigue siendo el núcleo básico de la sociedad
coreana y los nexos entre sus miembros son más fuertes y estrechos que los existentes en las
sociedades occidentales, lo que constituye un ejemplo más del legado confuciano presente
en el país.
También en Corea existe el denominado “Yonjul”(9) que es un concepto parecido al
“guanxi” chino. Significa tener conexiones o contactos personales. Cuando más Yonjul se
tiene, más influencia y valoración se reconoce a su poseedor. A parte de la familia, existen
otras vías de conexión como la procedencia territorial, la escuela o la universidad o las
relaciones personales o de amistad adquiridas con el paso del tiempo. Muchas veces las
elites políticas y la burocracia pueden ser directa o indirectamente reclutadas simplemente
en función de la pertenencia a una región coreana o haberse graduado en una universidad
concreta. Y en el mundo de los negocios el Yonjul puede jugar aún más un papel
determinante para llegar a concluir positivamente una transacción económica.
Es evidente que tal situación es criticable porque es consecuencia pero también sigue
alimentando la falta de transparencia y de confianza de los ciudadanos en los poderes
públicos. Y a pesar de los avances en la democratización y la modernización del país, el
“Yongul” está muy lejos de desparecer como una práctica ”socialmente” aceptada y muy
extendida en la sociedad coreana. Algunos organismos internacionales como la OCDE ya
han dirigido, en la última década, varias y repetidas advertencias y recomendaciones a los
Gobiernos coreanos pidiendo mas “gobernance” y transparencia en la actuación de los
Poderes Públicos y de algunas corporaciones empresariales(10).
b) Otro choque entre los valores tradicionales y los valores emergentes se manifiesta en la
evolución de la institución familiar(11). El rápido desarrollo económico y el cambio de una
sociedad agraria a una sociedad urbana han provocado nuevos estilos de vida familiar y
social. En muchas ciudades los barrios tradicionales han sido sustituidos por grandes
bloques de pisos construidos con un corte parecido por toda la geografía del país. Como en
otros países desarrollados, el número y la edad media de los matrimonios ha descendido y,
en cambio han aumentado el número de divorcios y segundos matrimonios. El modelo de la
familia tradicional coreana esta cambiando con la creciente participación de la mujer en el
mercado laboral y en otras actividades sociales. Y estos cambios se aceleran con las nuevas
generaciones de jóvenes que son más propensas al individualismo y al igualitarismo, aspecto
este último que interesa especialmente a las mujeres. También crece una cultura más
materialista por la creciente influencia del consumismo alimentado por la influencia
occidental que se abre paso con la globalización económica y cultural. Internet y el más de
centenar de canales de TV que entran en los hogares constituyen una ventana abierta a la
recepción y el contacto con otras culturas y valores.
Sin embargo, la institución familiar continúa teniendo un peso central en la sociedad. A la
tradición confuciana se le suma la influencia cristiana a favor de la especial relación padreshijos. Es esta la base de las otras relaciones sociales, conexiones o redes más amplias y
sobre todo la que debe garantizar le educación de los hijos. De todos modos, el conflicto
entre los valores y principios tradicionales y los emergentes, entre los valores colectivos y
los individuales, y el “gap” generacional aumenta con cada nueva generación joven. Tras la
crisis asiática del 1997, ha aumentado la tendencia a la competitividad y el individualismo
entre los jóvenes coreanos. Estas actitudes empiezan desde el nivel escolar secundario hasta
la universidad y al graduarse la aspiración prioritaria entre los jóvenes es poder conseguir un
buen puesto en la vida laboral. Esta tendencia se confirma porque aumentan los jóvenes que
retrasan o incluso no se plantean formar una familia porque dan prioridad a los objetivos
profesionales sobre los familiares.
c) Los cambios de valores se manifiestan especialmente en la nueva situación de la mujer
en la sociedad coreana. Esta ha sido tradicionalmente una sociedad agraria en la cual
hombre y mujer cumplían roles distintos. El hombre trabajaba fuera y la mujer permanecía
en casa cuidándose de los hijos y otras tareas del hogar. Además el legado confuciano
defendía esta clara división de roles del hombre y la mujer dentro de la familia y la
sociedad. Es a partir de los años sesenta con el desarrollo de una sociedad industrial y
urbana, cuando el marco político, jurídico y social evoluciona rápidamente a favor de la
igualdad de género y de una participación activa de la mujer dentro de la sociedad.
Hoy, la mujer ha ganado nuevos espacios de participación social con el acceso pleno a la
enseñanza superior y al mundo laboral tanto en el sector público como en el privado. El
índice de participación de la mujer en el mercado laboral era, en 2006, del 50,3% frente el
74,8% de los hombres, cifras que son relativas dada el importante peso de la economía
sumergida en el país. El sueldo mensual de las mujeres es aún un 60% del que cobra el
hombre con una presencia mayoritaria en el sector servicios, la mayoría de ellas con
contratos de carácter temporal o a tiempo parcial. Por lo tanto, su protagonismo en los
puestos más altos y mejor remunerados de la administración pública y de las grandes
empresas es aún muy escaso, salvo en el sector médico. De todos modos, crece su
participación en el sector público al estar muy preparadas para ganar las oposiciones para
ocupar determinadas plazas de alta responsabilidad administrativa, entre ellas en el poder
judicial. Mucho más difícil lo tienen en el campo político. En 2004, una cuota para
favorecer la participación de la mujer fue aprobada para reservarle el 30% de las
candidaturas en las circunscripciones electorales para las elecciones locales. Pero, en las
elecciones legislativas del 9 de abril de 2008, 41 mujeres fueron elegidas entre los 299
escaños de la Asamblea Nacional.
Merece destacar que durante las dos anteriores presidencias de Kim Dae-jung y de Roo
Moo-hyun se promulgaron desde 1987, un gran número de Leyes que han creado un nuevo
marco legislativo favorable al ejercicio y la protección de los derechos de la mujer,
especialmente en materia de igualdad de género. Entre ellas cabe destacar: La ley de
igualdad en el empleo (1987); la ley de Familia (19989); la ley de defensa y protección de
la infancia (1991); la ley contra la violencia sexual (1993); La ley contra la violencia
familiar (1997); La ley contra la discriminación de género (1999). Otro paso importante lo
constituyó la creación, en 2001) de un Ministerio para la Igualdad de Género y en 2005, el
Ministerio de Igualdad de Genero y Familia(12).
Pero esta batalla por la plena igualdad de oportunidades, no solo de “iure” sino “de facto”
no esta plenamente ganada(13). Un cierto gap entre el rol a desempeñar por ambos sexos
existe, no en las leyes pero si en las actitudes de una sociedad que aún es muy conservadora
en este aspecto. La incorporación plena de la mujer a la vida laboral no significa que el
hombre comparta plenamente con ella las responsabilidades familiares dentro del hogar y en
el cuidado de los hijos. Las normas “sociales” mantienen un papel predominante del hombre
y una cierta subordinación de la mujer dentro de la estructura familiar. Las mujer debe
generalmente asumir, ahora, dos roles a la vez, el trabajo fuera y dentro del hogar. Esta
situación explica que el índice de fertilidad de la mujer coreana sea el más bajo entre el de
los países desarrollados pertenecientes a la OCDE. También en los últimos años están
aumentando el número de divorcios en el país.
Cabe decir que la familia coreana sigue teniendo una fuerte base conservadora, a pesar de
los cambios protagonizados por las jóvenes generaciones. El fuerte legado confuciano y la
militancia cristiana explican y favorecen la situación actual. La institución del matrimonio
se considera, legal y socialmente, el camino para formar una familia y tener hijos. La
legislación coreana no considera aún como legítimos a los hijos tenidos fuera de
matrimonio. Por esto las parejas no se plantean vivir juntos y menos el tener hijos sin estar
previamente casados. Se puede concluir afirmando que, aunque los valores tradicionales van
cambiando y las jóvenes generaciones son motor de transformación social, la sociedad
coreana actual sigue siendo muy conservadora y tradicional, especialmente en el ámbito
familiar, si la comparamos con otros países desarrollados o de igual nivel de renta por
cápita.
3. La importancia de la educación en Corea
Es comúnmente reconocido que los niveles alcanzados por la educación primaria y
secundaria coreana son muy elevados. En estos buenos resultados puede tener su influencia
el firme compromiso de los padres coreanos en ser los primeros educadores de sus hijos y
en el alto reconocimiento de la formación dentro de la sociedad coreana. En la tradición
coreana se ha valorado la disciplina, la jerarquía y el esfuerzo personal en el estudio y en el
trabajo, que son valores confucianos. También han influido las políticas públicas educativas
desarrollas por los gobiernos coreanos en las últimas décadas, si bien se tarta de un sistema
muy regulado y centralizado. El sistema educativo coreano alcanzó unos resultados rápidos
e impresionantes que han convertido Corea del Sur en uno de los países con más alto nivel
de educación del mundo. En 1950, el 70% de la población era analfabeta, pero en solo dos
décadas la enseñanza primera y secundaria era prácticamente total.
Sin embargo, la mayoría de los coreanos están hoy descontentos con el actual sistema
educativo público. Las familias y los jóvenes invierten una substancial cantidad de dinero y
tiempo en la educación, el más alto entre los países de la OCDE. El sistema esta
condicionado por “la cultura del examen”. Existe una enorme obsesión y una dramática
competición, desde los primeros niveles educativos, para lograr entrar en las mejores
escuelas primarias y secundarias y lograr las mejores notas escolares para así poder acceder
luego a las mejores universidades del país, preferentemente privadas. Estas, a su vez, son la
llave que también abre las puertas para conseguir los mejores puestos de trabajo en los
sectores público y privado. Esta tremenda competición por entrar en las universidades de
elite conlleva una enorme cantidad de horas de estudio para los adolescentes y también
grandes sacrificios personales y económicos para las familias coreanas. Se estima que el
80% de los niños refuerzan sus estudios con clases y tutorías particulares que se suman al
horario lectivo ordinario. Ello provoca una desigualdad de oportunidades entre los hijos de
familias con recursos para costear estas clases particulares y las que no disfrutan del nivel
económico para pagarlas. Por otro lado, el alto coste de la educación puede influir en que
muchas parejas decidan no tener más de uno o dos hijos(14).
En consecuencia, se critica que las actividades docentes están excesivamente focalizadas en
los exámenes, principalmente el del acceso a la universidad. Se dice que los alumnos
memorizan mas que comprenden las materias de estudio. El esfuerzo y exigencia del
sistema a los adolescentes es enorme en los niveles primarios y secundarios pero, una vez
conseguida la entrada en una universidad, aquel nivel de esfuerzo se relaja en demasía.
Esta fiebre educacional de los coreanos existe porque se considera la mejor vía para
asegurarse la movilidad económica y social. Además, desde la crisis asiática de 1997, tener
un simple título universitario ya no garantiza conseguir un trabajo bien remunerado. En este
contexto, enviar a los hijos, incluso muy jóvenes, a estudiar al extranjero es otra presión
muy presente en una sociedad obsesionada en conseguir hablar un excelente inglés, el
idioma de la globalización. Solo en las universidades de Estados Unidos hay 60.000
estudiantes coreanos, el tercer grupo más numeroso tras los chinos y los indios.
En el último Informe Pisa 2006, que salió a la luz en noviembre 2007, se hizo un estudio
comparativo entre 400.000 estudiantes de 15 años en 57 países incluidos los de la OCDE.
En relación con el anterior informe PISA 2005, se destaca que los alumnos coreanos han
superado a Finlandia, pasando a ser los primeros en comprensión de la lectura. Pero han
descendido del segundo al cuarto lugar en matemáticas y del tercer al 11º lugar en cultura
científica. Estos dos últimos retrocesos son preocupantes, ya que la competitividad
internacional de Corea del Sur depende de que cuente con unos recursos humanos con un
alto nivel de conocimientos en ciencias y tecnología.
También otro informe de la OCDE(15) advertía, en 2007 que existen aún insuficiencias en
la educación universitaria de Corea, que es también clave para fortalecer el capital humano
y las capacidades necesarias para competir en una economía global. Solo dos centros
universitarios se incluyen entre las 200 mejores universidades del mundo conforme a la lista
elaborada por The Times Higher Educational Supplement (THES). Son la Seoul Nacional
University (SNU), situada en el lugar 51 y el Institute of Science and Technology (KAIST),
situado en el lugar 132. En cambio, se puede observar como 57 universidades de los Estados
Unidos y 32 británicas dominan la lista que también incluye 11 japonesas, 6 chinas, 3 de
Hong-Kong y 2 de Singapur(16).
Corea del Sur representa el 5% de los estudiantes extranjeros en la OCDE, pero acoge
pocos estudiantes foráneos. La situación está cambiando últimamente, gracias a que
empiezan a abrirse las universidades a los profesores y estudiantes extranjeros. Otro factor
importante es la gradual incorporación del inglés en los programas de las universidades
coreanas. Estas se dirigen a los miles de estudiantes coreanos que habitualmente van a los
Estados Unidos y también a los otros universitarios asiáticos y no asiáticos a los que se les
ofrece una atractiva propuesta: “perfect English and strong Asian connections”.
La cuestión educativa estuvo muy presente en los programas electorales de los candidatos a
las últimas elecciones presidenciales. El presidente Lee Myung-bak es favorable a la
autonomía universitaria y el fomento del inglés en todo el sistema educativo. En relación al
primer aspecto, Lee Myung-bak comunicó a la Korean Council of University Education
(KCUE), que agrupa a 201 instituciones universitarias públicas y privadas, su plan de
liberalización y de darles más autonomía para que logren un mayor nivel de especialización,
competitividad y creatividad. Uno de los posibles cambios afectaría al actual sistema de
acceso de los estudiantes a las universidades coreanas, centralizado y controlado, desde hace
30 años, por el Ministerio de Educación. Ya hemos hecho referencia a la importancia del
inglés, clave para una economía que depende del sector exportador y que quiere ser líder
tecnológico mundial y construir una Sociedad de la Información. Los estudiantes coreanos
también están cada vez más interesados en estudiar el mandarín, la lengua oficial del
gobierno central de China.
Corea del Sur es un país que está muy condicionado por dos factores. No tiene recursos
naturales y está geográficamente situado entre dos grandes potencias económicas como son
China y Japón. Para afrontar esta difícil situación debe mejorar y modernizar
constantemente sus recursos humanos. En consecuencia, el futuro de Corea del Sur depende
de la educación de sus ciudadanos. Si fracasa en su estrategia, el país podría acabar
convirtiéndose en contratista de la vecina China que ya es mucho más que la fábrica del
mundo y también sufriría la humillación de convertirse en un país dependiente
tecnológicamente del otro vecino Japón.
4. Armonía y desigualdades territoriales y sociales
Corea del Sur alcanzó en 2007 los 20.000 dólares de renta por cápita. El país también ha
consolidado desde 1987 un sistema político democrático. Pero no todos los ciudadanos
pueden disfrutar plenamente de las ventajas de vivir en un país democrático y desarrollado
económica y tecnológicamente. Han aumentando, desde la crisis asiática del 1997, las
desigualdades territoriales y sociales. Las últimas administraciones se han propuesto
corregir la tendencia pero el país sigue sin crecer en lo que se refiere al “capital social”. Es
una situación que puede mermar la confianza de los ciudadanos sobre todo, los más
necesitados, en los poderes públicos y puede acabar afectando negativamente a la necesaria
“armonía social” del país. Aunque existan una creciente red de ONG e instituciones
religiosas y sociales que llevan a cabo una meritoria función social, es al Estado a quien
corresponde el impulso de las políticas sociales destinadas a la mejora de la calidad de vida
de los ciudadanos. Hoy, el nivel de gasto público para asegurar el bienestar social de sus
ciudadanos es muy bajo pues solo representa, en porcentaje de PIB, una tercera parte del
que destinan otros países industrializados.
a) Desigualdades y polarización social
La crisis económica asiática de 1997 modificó substancialmente el mercado laboral coreano.
Se abrió una nueva etapa de polarización y de conflictividad social que, aunque se canalizó
a través de un mayor dialogo social, cambió drásticamente la situación del marco laboral en
relación a la existente antes de 1997. Se acabó la tradicional “política de empleo de por
vida” que había sido hasta entonces la regla general. La reestructuración empresarial afectó
a la mayoría de las empresas coreanas, especialmente a los “chaebols”. Algunas cerraron,
otras se redimensionaron o se fusionaron con otras. Se perdieron casi un millón de puestos
de trabajos solo en las grandes empresas coreanas(17).
Los más directamente afectados fueron los trabajadores que se quedaron en paro y también
sin cobertura social. Aunque el mercado laboral se recuperó en pocos años y se volverían a
crear nuevos puestos de trabajo, estos ya no fueron del mismo nivel y calidad de antaño. En
cambio, aumentaron progresivamente el porcentaje de contratos laborales temporales que
desde el 26,9% en 2001 pasaron a representar el 36,7% en 2007. El 90 % de estos puestos
de trabajo temporales se concentraron en las PIMES con menos de 300 trabajadores.
Además, los trabajadores temporales cobran, según datos del Ministerio de Trabajo, un 15
% menos por el mismo trabajo que los que tienen un contrato fijo. El resultado ha sido una
creciente polarización social provocada por las disparidades entre los trabajadores que
mantuvieron o recuperaron su puesto de trabajo o que lograron entrar en las grandes
empresas y los demás que no disfrutan de las mismas condiciones en cuanto a la calidad del
puesto, la formación laboral y la seguridad legal y social que sí ofrecen las grandes
empresas. Y esta dicotomía en cuanto a salarios y demás condiciones laborales sigue
aumentando.
El contexto de globalización en que están inmersos los “chaebols” –y mucho en plena crisis
financiera mundial– no favorece una corrección del panorama actual. Deben competir en un
mercado global con otras empresas multinacionales en una economía como la coreana
fuertemente dependiente de su sector exterior. Para mantener su cuota de ventas en los
mercados internacionales, han deslocalizado en China y otros países emergentes una parte
de la producción. Asimismo, cabe remarcar que el peso del sector industrial en el mercado
laboral no cesa de disminuir a favor del sector servicios.
Por otro lado, la capacidad de presión o de maniobra de los sindicatos coreanos también ha
quedado debilitada desde la crisis de 1997, a pesar de participar en el dialogo social en el
marco de la Comisión Tripartita. Los sindicatos que estuvieron a la cabeza de los
movimientos civiles por el advenimiento de la democracia, ven ahora que su papel queda
debilitado en el actual contexto de globalización y crisis de los mercados. Pero cabe decir
que los anteriores gobiernos surcoreanos, de tendencia socialdemócrata, han mejorado
durante estos últimos diez años, el marco legal laboral para asegurar unos standard de
derechos a los trabajadores.
Corea del Sur ha crecido econonómicamente, pero crece mal desde el punto de vista de la
distribución de los aumentos de renta. No es un problema exclusivo de este país, es
mundial. Ocurre en EEUU, en la UE o en China y en otros países en vías de desarrollo. La
globalización es por si misma positiva siempre que sea gestionada teniendo en cuenta la
salvaguarda de la cohesión social internacional, algo que no ocurre. El Coeficiente Gini que
mide la desigualdad en la distribución de riqueza indica un creciente aumento de las
desigualdades y del porcentaje de pobres en el país. Y la desigualdades sociales se
manifiestan, por ejemplo, en las posibilidades de los padres a ofrecer a sus hijos mejores
oportunidades para acceder a una buena educación en una sociedad como la coreana en que,
como hemos explicado antes, la educación es la llave maestra para la movilidad y el ascenso
social.
b) La seguridad social en Corea del Sur
En las últimas décadas los gobiernos coreanos pusieron un gran énfasis en destinar los
recursos en pro del desarrollo económico del país, pero a costa de las también necesarias
inversiones en el bienestar social de los ciudadanos. Como en otras sociedades asiáticas,
este ámbito se considera más bien una responsabilidad privada a cargo de las empresas o de
las familias. Pero con las recientes transformaciones del mercado laboral, en el que es
predominan los contratos laborales temporales, los coreanos están cada vez más
preocupados por poder asegurar la situación familiar y personal ante posibles contingencias
laborales o económicas.
Esta preocupación está especialmente presente entre las clases medias del país, muy
castigadas por la crisis del 1997, hasta el punto que la proporción de ciudadanos que se
consideran a si mismos como parte de la clase media han descendido del 41 % en 1996 al
28 % en 2007. El concepto de clase media en Corea es relativamente nuevo en una sociedad
que fue exclusivamente agraria hasta principios de los sesenta. En solo tres décadas, la
mayor parte de los coreanos se consideraban como parte de una clase media que crecía y
que iba mejorando su nivel de vida a la par con el rápido crecimiento de la renta por cápita
del país. Pero la crisis del 1997 frenó drásticamente el proceso. Muchos coreanos perdieron
su puesto de trabajo y cuando lo recuperaron no era de la misma calidad del que habían
disfrutado anteriormente(18).
El sistema de seguridad social es muy reciente. Fue introducido oficialmente en 1977 en el
ámbito de salud, en 1988 en el ámbito de pensiones y en 1995 para el desempleo. Pero el
sistema público coreano solo cubre una parte de las necesidades sociales, lo cual obliga a
muchos afectados a cubrir o complementar aquellas con un seguro privado. Una mayoría de
los ancianos no están asistidos por el sistema público de pensiones y también muchos
trabajadores de las PIMES, temporales e irregulares, están virtualmente excluidos del
sistema público de seguro contra el desempleo(19). Es evidente que la sociedad coreana
tiene que afrontar grandes retos sociales como son la muy baja natalidad, el envejecimiento
de la población pero también la aparición de las desigualdades sociales y territoriales. Los
coreanos deben destinar muchos recursos económicos a la vivienda, la educación de sus
hijos y la cobertura social a través del sector privado. Si una persona pierde su trabajo, es
toda la unidad familiar la que sufre una grave situación social que crea ansiedad, incluso
vergüenza (“perder la cara”) por lo que ello significa en un país con una base cultural
confuciana. Las políticas de apoyo a las familias son insuficientes. Otro dato revelador es la
previsión según la cual en el año 2019 un 14% de la población coreana tendrá 65 años o
más años.
c) Desigualdades territoriales y medio ambiente
Otro tipo de desigualdades son las existentes desde el punto de vista territorial entre el área
metropolitana de Seúl y el resto del país y entre las ciudades y el mundo rural, situaciones
ambas que afectan al medio ambiente.
a’) Hay una enorme concentración de la población del país en el área metropolitana de Seúl,
que incluye además de la capital, Incheon y la provincia de Gyonggi. En esta área vive cerca
del 60% de los 50 millones de coreanos . El gap demográfico entre aquella área y el resto de
las provincias coreanas sigue creciendo desde 1997. También se incrementa el gap
económico, ya que además es en el área de Seúl donde, además de los Poderes Públicos
tienen su sede los grandes chaebols, como Samsumg y Hunday. La conurbación de Seúl
representa el 11% del territorio del país y produce el 55% del PIB coreano. Allí se
concentran el sector industrial y de servicios y recibe, en consecuencia, el grueso de la
inversión interna y exterior y cuenta con el que ha sido calificado internacionalmente como
el mejor aeropuerto del mundo y con todas sus conexiones internacionales con todos los
continentes.
También en el área de Seúl se concentran las mejores infraestructuras académicas e
culturales. Los estudiantes coreanos encuentran allí las más prestigiosas universidades y
centros de formación, los mejores Institutos científicos o de investigación, la mayor parte
ligados a los grandes “chaebols” Y en un país en que el “yongul” o las conexiones
personales son tan importantes, la atracción de Seúl es imparable(20). Además el propio
gobierno alimenta esta situación al anunciar que quiere convertir a Seúl en un gran “hub” de
Asia Oriental para competir con Shanghai y Singapur, entre otras capitales asiáticas. Ante
esta situación privilegiada, Busan y Taegu, segunda y tercera ciudades coreanas difícilmente
pueden competir ante la fuerza atractiva de Seúl. Sus porcentajes en cuanto a la población y
su participación en el PIB del país decrecen. La propuesta del anterior presidente Roh
Moon-hyun de trasladar la capital administrativa desde Seúl a la provincia de Chungcheong,
en el centro geográfico del país, no ha contado con suficiente consenso. El actual presidente
Lee Myung-bak, siendo alcalde de Seúl ya se opuso a la pretensión de Roh.
b’) La población rural ha bajado drásticamente de los 14 millones que sumaban en 1960 a
los 3,4 millones en 2005. Muchos agricultores abandonaron las labores agrícolas en los años
sesenta y setenta para trabajar en el entonces naciente y vibrante sector industrial
concentrado principalmente en las grandes ciudades. En ellas encontraron oportunidades no
solo laborales sino infraestructuras educativas y culturales para ofrecer una mejor educación
a sus hijos. Hoy, el sector agrario solo representa en 3% del PIB coreano, pero siguen
dependiendo y trabajan en la agricultura el 8% de los coreanos. Ello explica que aunque,
desde la crisis asiática la economía coreana se ha liberalizado mucho, los sucesivos
gobiernos han seguido protegiendo, por razones políticas, sociales y medioambientales a los
agricultores y ganaderos(21). Es en este contexto que se entiende las dificultades políticas
del presidente Lee Myung-bak para lograr la ratificación del Acuerdo de libre comercio con
los EEUU debido a que puede perjudicar al sector cárnico coreano. La reacción popular
contra el Acuerdo esconde la existencia de un cierto “antiamericanismo” en la sociedad
coreana más que una defensa acérrima de una medida proteccionista agraria que puede
perjudicar, si el acuerdo quedase estancado, no solo al sector automóvil coreano sino, en
general, al sector exterior coreano.
Pero no es con medidas proteccionistas que se frenarán las desigualdades entre las áreas
urbanas y rurales. La migración hacia las grandes ciudades seguirá porque los jóvenes,
hombres y sobre todo mujeres, encuentran en ellas las mejores oportunidades educativas y
expectativas profesionales. Esta migración de jóvenes incrementa el envejecimiento de la
población rural hasta el punto que muchos los agricultores no pueden encontrar una mujer
para casarse, formar una familia y mantener su vida en las granjas. Esta grave situación
social se ha paliado con los matrimonios mixtos entre coreanos e inmigrantes extranjeras
procedente de otros países asiáticos, principalmente vietnamitas, chinas, filipinas y
camboyanas.
El rápido desarrollo industrial coreano y el crecimiento espectacular de las grandes ciudades
también ha afectado al medio ambiente del país, aunque en la última década ha crecido la
concienciación y la sensibilización ciudadana sobre de la importancia de aquel para asegurar
un crecimiento sostenible y la calidad de vida y al salud de la población. La creación de un
Ministerio para el Medio Ambiente ha impulsado el establecimiento de un marco legal de
protección medioambiental. Sin embargo, queda mucho por hacer para mejorar la gestión
medioambiental del agua y el aire así como incidir más en la investigación e
implementación de las energías alternativas y renovables. Es imprescindible más voluntad
política para que las autoridades administrativas controlen la aplicación efectiva del las leyes
vigentes a las empresas contaminantes. La calidad del aire de Seúl tiene mucho que desear.
Y la situación empeora cuando llegan hasta Corea, e incluso a Japón, grandes nubes
amarillentas procedentes de China(22).
5. La mejora de la armonía y la cohesión social del país
Es bien sabido que los grandes objetivos prioritarios de un país evolucionan en función de
las diversas fases y circunstancias históricas. Tras la guerra civil (1950-53) el país entro en
una primera fase de reconstrucción que le permitió lanzarse a un espectacular desarrollo
industrial en las décadas de los sesenta y setenta. A finales de los ochenta, se organizaban
unos Juegos Olímpicos y se inició la fase de democratización del país. Tras la crisis
económica de 1997, Corea del Sur ha pasado a ser una economía abierta a la Globalización
y la Sociedad de la Información, pero al país tal vez le falta asumir un gran objetivo
nacional que aglutine las ilusiones de futuro de la sociedad coreana. No esta claro que este
objetivo aglutinador pueda ser, de momento, el logro de la reunificación territorial. También
otros países desarrollados, como los de la UE viven una situación parecida falta de objetivos
y de crisis de modelo de sociedad en un mundo cada vez más global e interdependiente.
También los europeos temen no poder seguir disfrutando de sus actuales y altos niveles de
renta y de calidad de vida.
El anterior presidente Roh Moo-hyun presentó en agosto 2006, el Plan “Visión 2030” que
proponía una estrategia basada en el cambio del viejo paradigma “primero crecimiento
económico, bienestar social después” por un nuevo paradigma consistente en el circulo
virtuoso entre crecimiento económico y bienestar social. Corea del Sur tendría que invertir
más y mejor en el bienestar social de sus ciudadanos a través de políticas sociales
(seguridad social, apoyo a las familias, participación activa de la mujer, vivienda, medio
ambiente etc.). Para hacer posible este cambio de paradigma, el Plan destacaba la
importancia de llevar a cabo –como también recuerda la OCDE– las adecuadas reformas
institucionales y estructurales. Roh Moo-hyun también estudió tomar medidas para afrontar
la baja natalidad y el envejecimiento de la población. Hay que prevenir una grave
disminución de la mano de obra disponible en el país, del todo necesaria para garantizar el
crecimiento económico. Sin embargo y a pesar de las buenas palabras y planes de Roh
Moo-hyun, éste fracasó en el campo de los resultados concretos.
En las elecciones presidenciales del 2007 los coreanos depositaron su confianza y su voto en
el liderazgo de Lee Myung-bak que asentó su discurso político en el logro de un mayor
crecimiento económico, aunque también se comprometió a evitar la polarización social. Sin
pretender hacer un juicio de valor sobre los grandes objetivos económicos de Lee Myungbak, si cabe preguntarse cómo y cuando las promesas de un mayor crecimiento económico
comportarán también el logro efectivo de un mejor nivel de calidad de vida y de bienestar
social para los ciudadanos. La sociedad coreana es hoy más dual y está más envejecida que
hace una década(23). Corea del Sur forma parte del selecto número de países desarrollados
miembros de la OCDE. Pero la mayoría de los coreanos aún no disfrutan de un nivel de
calidad de vida comparable al que sí tienen los ciudadanos de otros países de la OCDE(24).
Un dato es totalmente revelador: Corea de Sur que es la 13ª economía mundial pero sólo
ocupa el 26º lugar del Índice de Desarrollo Humano en el Informe 2007 del (Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Es evidente que el actual contexto de crisis
financiera y económica no ayuda a corto o medio plazo. Sin embargo, cabe ser optimista
sobre el futuro de Corea del Sur. La evolución política y económica de Corea del Sur ha
sido rápida y exitosa. El país no ha contado ni cuenta con recursos naturales pero sí dispone
de un recurso importantísimo: su gran capital humano, es decir, el pueblo coreano, siempre
motivado y dispuesto a esforzarse para llegar a construir un gran país.
Jaume Giné Daví, profesor asociado del Departamento de Economía Aplicada de la
Universidad Autónoma de Barcelona y profesor asociado de la Facultad de Derecho de
ESADE, é investigador asociado del Igadi. Páxina web: www.jaumegine.cat.
Notas:
(1) Kim Kyong: “The main driving forces behind social charge”, en el libro “Social change
in Korea”, Jimoodang (march 2008), p. 34-41.
(2) Kim Rahn: “Resident population surpasses 50 millions”, The Korea Times (18
noviembre 2007).
(3) Korea Policiy Review: “Kloser to becaning a multicultural society” (octubre 2007).
Véase también el artículo de Kim Muncho. “Korea moving toward a multicultural society”,
ob cit p. 108-117.
(4) Kim Tae-jong: “Immigration policymakers seeks social integration with forigners”, The
Korea Times (19 noviembre 2007).
(5) Mesmer Philippe: “La question du multiculturalisme s’invite dans la campagne
présidentielle en Córre du Sud”, Le Monde (15 diciembre 2007).
(6) Song Sang-ho: “Korea to welcome more skilled foreign workers”, The Korea Herald (11
enero 2008).
(7) Yang Jomg-joe: “Changing values cause ideological confusion”. ob. cit. p. 86-98.
(8) Na Eun-yeong: “Collectivism vs. individualism”, ob- cit. p. 118-126.
(9) KimYong-hak: “Personal ties still important but patterns changing”, ob. cit. p. 136-144.
(10) Yee jae-yeol: “transparency key to improving social orden”, ob. cit. p. 211-220.
(11) Eun Ki-soo: “Family values changing, but still conservative”, ob. cit. p. 146-156.
(12) Lee On-jook: “More gender equality but women still held back”, ob. cit. p.167-174.
(13) Lee Mi-jeong: “Dual earners call for family-friendly society”, ob. cit. p. 175-183.
(14) Imn Chon-sun: “The political economy of education reform”, ob cit p. 243-253.
(15) Policy Brief OCDE: “Korea, progress in implementing regulatory reform” (marzo
2007).
(16) The Korea Times: “Poor rankings, Universitiesnmust improve international
competitiviness”, (11 noviembre 2007).
(17) Lee Byoung-hoon: “Labor market polaritation damages social cohesion”, ob. cit. p.
221-231.
(18) Shin Kwang-yeong: “The odyssey of the middle class”, ob cit. p. 291-298.
(19) Cho Byong-hee: “Koreans worry about insecure lives, uncertain futures”, ob. cit. p.
262-271.
(20) Kim June-woo: “Seoul, a magnet for power, wealth and population”, ob. cit. p. 52-61.
(21) Kim Chul-kyoo: “Chanching rural communities”, ob. cit. p. 62-71.
(22) Choi Yearn-horn: “Korea needs environmental leadership”, The Korea herald (8 abril
2008) y Yun Sun-jin: “Climate change test Korea’s adaptability”, ob cit, p. 72-83.
(23) Lee Hyo-sik: “Income gap widens to largest ever”. The Korea Times (23 mayo 2008).
(24) Lee Hyo-sik: “Nation Quality of life below OCDE average” The Korea Times (8 abril
2008).
08/03/2009 (c) Igadi, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, www.igadi.org
http://www.igadi.org/artigos/2009/jgd_sociedad_y_valores_en_corea_del_sur.htm