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Gustavo Pereira
Departamento de Filosofía de la Práctica
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
“Ética, justicia y economía”
http://www.fhuce.edu.uy/academica/filosofia/filPractica/InvEJE/index.html
http://www.uv.es/ramoncue/PCIAECI/presentacion.htm
Justicia y tratamiento igualitario como clave para
superar la exclusión social
En esta presentación voy a centrarme en el alcance del concepto de exclusión
social como una posible herramienta para lograr la justicia social, mi intención es
proveer de un marco de reflexión para pensar la investigación y la innovación como
medios para alcanzar la justicia y el tratamiento igualitario.
Para comenzar remitiré a una imagen literaria, la metáfora que quiero señalar se
encuentra en la Máquina del tiempo de H. G. Wells, obra en la que el autor profetizó al
género humano dividido en dos especies: los Morlocks y los Eloi. Los primeros vivían
bajo la superficie y como consecuencia de trabajar en la oscuridad habían quedado
ciegos y se habían embrutecido. Por su parte, los Eloi eran una especie aristocrática que
vivía en jardines alimentándose de fruta. Al estar ambos mundos comunicados, en las
noches sin luna los Morlocks emergían a la superficie y devoraban a los Eloi.
Lo terrible de la metáfora de Wells está en que cada vez más se presenta como
una anticipación de nuestro futuro; no sería para nada excesivo sostener que nuestro
mundo se ha dividido en Morlocks y Eloi tanto a nivel local como global. La
consecuencia más tangible de esta creciente división es la clausura del reconocimiento
del Otro. Los Morlocks no reconocen a los Eloi como un alter ego y por eso los
instrumentalizan, son simplemente un medio para satisfacer una necesidad.
¿Por qué esta metáfora que utiliza Wells sobre el futuro de la humanidad tiende
a impactarnos? ¿Por qué el ver nuestro futuro bajo esta perspectiva nos perturba?
La respuesta es que históricamente a partir de la Modernidad existe un hecho
normativo irrebasable y es que las sociedades tienden a autocomprenderse bajo pautas
de tratamiento igualitario. Las personas son concebidas como iguales porque todas son
un fin en sí mismo nunca un medio, y esto es lo que Kant denominaba dignidad.
Entonces, si todas las personas son fines y no medios y todas son igualmente dignas, la
igualdad es, al decir de Ronald Dworkin, la virtud soberana y una vida digna es una
1
vida de autonomía y libertad. Lo que se sigue de esto es que para garantizar esa
dignidad buscamos medios o instrumentos que nos permitan lograrlo, y esto se hace por
ejemplo, a través de un conjunto de derechos fundamentales, de medidas de protección
social, de garantías de igualdad de oportunidades, etc.
El concepto de exclusión social, al que me quiero referir, es una herramienta en
esta tarea y pretende dar cuenta de aquellas situaciones en las que son vulnerados
algunos de los aspectos que deberían asegurarle a una persona en virtud de su dignidad.
Este concepto es sumamente útil para realizar una primera aproximación a ese tipo de
circunstancias y también para detectar y denunciar fácilmente tales situaciones. Creo
que esta utilidad responde a su surgimiento en el campo político, fue René Lenoir en la
década del setenta, el Secretario de Estado de la Acción Social del gobierno francés
quien lo acuñó, y presentaba cerca de diez categorías de potencial exclusión, que
incluían cosas tales como el ingreso, empleo seguro, educación, niveles de consumo
mínimos, acceso al crédito, etc.
El enfoque de la exclusión social, a su vez, se diferencia de algunas propuestas
que pretenden realizar evaluaciones de justicia, tales como las que se centran en el
ingreso, en que es un enfoque multidimensional, esto es, considera que la pobreza o el
evaluar que la situación de alguien es peor que otra no depende de una sola dimensión
sino de un conjunto de ellas, y éstas son fuertemente relacionales.
Sin embargo, la dificultad que tiene el concepto surge justamente de su fuerza
primaria, porque la explicitación de las categorías de exclusión es tan vasta y
heterogénea que se vuelve difícilmente manejable cuando intentamos dotar nuestro
análisis de mayor precisión. Entonces, si bien intuitivamente accedemos muy
rápidamente a lo que se quiere significar por “excluidos sociales”, una vez que se
pretende utilizar el concepto en análisis más precisos se convierte en una herramienta
poca afilada. Lo que creo que es una tarea interesante, y es lo que intentaré hacer a
continuación, es presentar un enfoque convergente con el de la exclusión social que
pueda dar mayor precisión conceptual, y por lo tanto una mayor utilidad a la hora de la
aplicabilidad.
Capacidades como base de información
El enfoque de las capacidades, creado y desarrollado por Amartya Sen, es la
propuesta que considero es conceptualmente más precisa que el paradigma de la
exclusión social. Esta perspectiva presenta un conjunto de capacidades elementales
2
como forma de especificar la dignidad humana, constituyendo a la vez el desarrollo de
estas capacidades el camino para la expansión de la libertad real de los sujetos y la
forma de alcanzar el desarrollo humano. El enfoque de las capacidades, a su vez, tiene
como rasgo distintivo el hecho de que realiza una fuerte toma de distancia de la rigidez
de las perspectivas que se focalizan en los medios y pierden sensibilidad ante cómo
varían interpersonalmente las capacidades para transformar medios en bienestar. Para
lograr esto último colocan el punto de atención en lo que se puede hacer con los medios
y no en los medios mismos, por lo tanto el tratamiento igualitario para el enfoque de
Sen se logra cuando la distribución o transferencia de recursos se realiza de tal forma
que asegure un conjunto de capacidades que permitan a los afectados alcanzar aquello
que es valioso para ellos. Para ejemplificar este punto, pensemos que dos individuos que
tengan el mismo nivel de ingreso pueden encontrarse en situaciones sustancialmente
diferentes si uno de ellos tiene una mayor capacidad de transformar ese ingreso en
bienestar; o en el caso de que ambos recibiesen una igual compensación por parte del
Estado para la satisfacción de sus necesidades básicas, quien se encuentre en mejor
situación desde el punto de vista de las capacidades, sacará mayor provecho de ese
conjunto de recursos.
Como recién indiqué el enfoque de Sen, a mi entender, se presenta como un
paradigma convergente con el de la exclusión social, esto es porque es un enfoque
multidimensional, pero muy especialmente porque está preocupado por el rol activo que
tienen las personas en la realización de sus fines. Esta es una característica sumamente
importante que ambas perspectivas comparten y que las diferencia también de un
enfoque muy cercano que es el de las necesidades básicas.
Esta perspectiva, la de las necesidades básicas, intenta proporcionar las
oportunidades para el desarrollo físico, mental y social de la personalidad humana y
desde ahí diseña los modos de alcanzar ese objetivo. Se concentra en aquello que se
provee y en sus efectos en necesidades tales como la salud o la alimentación.1 Si bien
esto es un avance con respecto al criterio de los medios (ingreso), encuentra sus
limitaciones en que ante todo tiende a definir las necesidades en términos de mercancías
e interpreta las necesidades básicas a partir de un mínimo cuantitativo de mercancías.
De acuerdo con esto último el criterio de las necesidades básicas no puede superar las
exigencias de justicia que impone la variabilidad interpersonal, ya que si bien es
1
Cf. Streeten Paul y otros, First Things First. Meeting Basic Human Needs in Developing Countries,
Oxford, Oxford University Press, 1981.
3
importante la cobertura de necesidades básicas, si estas son entendidas en términos de
mercancías se cae nuevamente en la ceguera a la variabilidad que hacíamos notar con el
ingreso. Por ejemplo, el mismo monto de recursos que asegura ciertas necesidades
básicas en una persona, no lo hará en otra, o lo hará en forma excesiva en una tercera.
Pero un ulterior obstáculo que tiene esta propuesta es que subraya ante todo la
dimensión pasiva de las personas que ven cubierta su necesidad sin participar en el
proceso de cubrirla, la consecuencia de esta perspectiva es una ciudadanía pasiva sin
empoderamiento alguno que más que nada propicia políticas asistencialistas en lugar de
políticas de construcción ciudadana.
Agencia y bien-estar
En este momento, y una vez que se ha tomado distancia de los criterios de los
medios (ingreso) y de las necesidades básicas, quisiera introducir una herramienta
normativa propia del enfoque de las capacidades y que es uno de esos elementos que
pautan su mayor potencia teórica ante el paradigma de la exclusión social. Esta
herramienta tiene como objetivo procesar evaluaciones de justicia y también opera
como una posible guía normativa para el diseño de políticas o de investigaciones
aplicadas. La misma consiste en una distinción entre dos aspectos de la racionalidad
práctica que intervienen en el logro creciente de la autonomía y la libertad, y son lo que
Sen denomina como las facetas de agencia y de bienestar. La faceta de bienestar tiene
que ver con el propio provecho y se centra en la capacidad de una persona para disponer
de varios tipos de logros o funcionamientos y gozar de los correspondientes resultados
de bien-estar. La faceta de agencia, por su parte, es un concepto más amplio y se refiere
a lo que la persona es libre de hacer y conseguir en la búsqueda de metas o valores que
considere importantes. Esto último es incomprensible si no se tiene en cuenta la
concepción del bien o la idea de buena vida que estructura las metas y valores de esta
persona.
La introducción de esta distinción entre facetas de agencia y bienestar, permite
desmontar un uso dicotómico que es relativamente frecuente en la discusión pública que
se da en Uruguay sobre estos temas y que consiste en considerar a las personas como
objeto o sujeto de las políticas. De acuerdo a lo que recién se afirmó ambas perspectivas
son relevantes, por ejemplo en una situación de crisis los beneficiarios son objetos (de
bienestar), mientras que en una situación en la que es posible aspirar a objetivos de
expansión de autonomía es posible hablar de sujetos (de agencia). La presentación
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dicotómica excluye la posibilidad de incidencia de una faceta en otra, cuando en
realidad las medidas de bienestar pueden incidir positivamente en la agencia y
viceversa, por ejemplo el contar con mayor ingreso le da mejores medios a alguien para
potenciar su agencia y su libertad, y por lo tanto para hacerse autor y señor de su
destino, a la vez que esta mayor agencia y libertad le permiten obtener mayores y
mejores medios. La convivencia de esta doble dimensión se manifestó, por ejemplo, en
el ingreso ciudadano que es notoriamente una política que afecta a la faceta de
bienestar, pero que en sus contrapartidas apuntó a desarrollar la faceta de agencia.
Como antes señalaba, creo que la convivencia de ambas facetas debería cumplir un rol
de guía para el desarrollo e implementación de políticas y también de proyectos de
investigación que tengan por objeto la inclusión social.
A su vez, el enfoque de las capacidades realiza un fuerte énfasis en el aspecto de
agencia que potencia la libertad y la autonomía de las personas, en esto consiste lo que
aportaría el enfoque de las capacidades, y a mi entender es convergente con las
intenciones que tiene el paradigma de la exclusión social. Como ya dije, me parece que
el enfoque de las capacidades puede es más preciso y muy especialmente es
conceptualmente más sólido; sin embargo, y en esto radica el diálogo potencial de las
dos perspectivas, las críticas que se le han hecho al enfoque de las capacidades como
individualista podrían ser superadas desde la perspectiva intersubjetivista o relacional
del paradigma de la exclusión social. La relevancia que tienen los grupos, las
instituciones, y en general los contextos de intersubjetividad son considerados parcial o
marginalmente por el enfoque de las capacidades, por lo tanto el paradigma de la
exclusión social podría aportar o complementarlo, de tal forma de poder acceder a la
relevancia que tienen estos contextos de intersubjetividad en el incremento de la agencia
y del bienestar individual. Estos campos de intersubjetividad propios de la acción
colectiva son especialmente relevantes, por ejemplo, a la hora de modificar preferencias
o tendencias de conducta, y tienen una alta incidencia en la transformación de
comportamientos.
En tal sentido, la mayor densidad y extensión de los medios que posibilitan la
acción colectiva es central para la expansión de la libertad individual, entendida ésta en
términos de desarrollo de capacidades elementales. En el caso del estado Indio de
Kerala, que es uno de los ejemplos favoritos de Sen, el problema a combatir era la alta
tasa de natalidad y el haber propiciado contextos de discusión y debate, además de la
provisión de servicios sociales, es lo que ha permitido romper con conductas
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reproductivas de la pobreza. El resultado fue una modificación sustancial de la
autocomprensión de estas mujeres con un considerable incremento de su autorrespeto
que las llevó a modificar sus pautas de conducta.
A mi entender, el concepto de bienes sociales irreductibles de Taylor es el más
apropiado para dar cuenta de estos espacios de intersubjetividad, propios de la acción
colectiva, este concepto postula que el carácter irreductible de estas autocomprensiones
grupales a términos individuales no reside en cuestiones de racionalidad económica,
sino que suponen una comprensión común, que si es descompuesta analíticamente
pierde su sentido. Los bienes sociales irreductibles, hacen a un trasfondo cultural que
posibilita una cierta comprensión común de las relaciones interpersonales y que se
encuentra más allá de lo que es entendido individualmente, para asentarse en una
comprensión de nosotros. Es decir, este tipo de bienes adquirirían una dimensión
intersubjetiva ajena, por ejemplo, al individualismo metodológico, y a la vez no
requeriría la postulación de una ontologización de tal intersubjetividad de corte
colectivista que pueda vulnerar nuestra identidad individual y el campo de los derechos
fundamentales.
Esta autocomprensión también permitiría explicar el funcionamiento de las
instituciones pero no se agotaría en ellas; el comportamiento personal en estos contextos
puede ser entendido como una expresión de esta autocomprensión y, en consonancia
con lo que se ha sostenido hasta el momento, no puede ser captado completamente por
ningún diseño institucional. Por lo tanto, la idea de bienes sociales irreductibles refiere a
un trasfondo cultural que se manifiesta tanto en acuerdos institucionales como en las
normas sociales que subyacen a los comportamientos de quienes forman parte de ellas.
En virtud de esto último, el que las instituciones sean más justas o más igualitarias
dependerá de esta autocomprensión que determina por una parte el diseño institucional
y por otra el comportamiento personal de quienes participan en ellas.2
Para terminar quisiera indicar que la búsqueda de la justicia estructurada en
torno al concepto de la dignidad personal, entendida como aquello que no puede ser
negociado o menoscabado por ningún arreglo político-institucional, y que por ello nos
impone a los ciudadanos y al Estado la obligación de garantizar la libertad y la
autonomía como vía de poder realizar los planes vitales, demanda del trabajo conjunto o
2
Cfr. Sunstein Free Markets and Social Justice, pp. 38-41.
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complementario de estos enfoques. El enfoque de las capacidades nos provee de una
base de información multidimensional y altamente sensible a lo que hemos denominado
agencia y bien-estar, siendo de esta manera una excelente herramienta tanto para las
evaluaciones de justicia como para el diseño de políticas sociales. Por otra parte la
debilidad del enfoque a partir de su excesivo énfasis en el individualismo puede ser
complementada por el rol que el paradigma de la exclusión social le otorga a la
intersubjetividad y a la acción colectiva, ambas perspectivas son imprescindibles para
poder realizar la justicia social.
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