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Fundación 1ºde Mayo FEBRERO 2012 | 20 LAS CLAVES.. PUBLICACIONES FUNDACIÓN 1º DE MAYO Un sindicalismo para el futuro Preguntarse por el papel del sindicalismo, por su vigencia, por su utilidad, por sus retos actuales y de futuro es preguntarse por la situación, estructura y composición de la clase trabajadora. Cada periodo de la historia del capitalismo moderno ha planteado exigencias específicas a los trabajadores debido al modo en que la explotación ha tenido lugar. Esto ha originado formas diversas de identidad y de organización y, por tanto un tipo predominante de sindicalismo. Preguntarse por el papel del sindicalismo, por su vigencia, por su utilidad, por sus retos actuales y de futuro es preguntarse por la situación, estructura y composición de la clase trabajadora; por el papel del propio trabajo, del hecho laboral, en la medida en que la forma de articular los diferentes intereses y matices del trabajo es una función variable asociada a la complejidad o la simplicidad de la explotación. EL NUEVO SINDICALISMO. LAS CCOO. Uno de los mayores aciertos fundacionales de CCOO fue la definición de sus principios, que no fueron una declaración retórica, sino la congruente plasmación de los objetivos y valores que inspiraban la práctica de las Comisiones Obreras primeras, y que han ido demostrando su valor en el posterior desarrollo confederal. El primero de esos principios define a Comisiones Obreras como un sindicato de clase. Ser un sindicato de clase supone no resignarse a la estratificación social establecida, ser capaz de intervenir y así contribuir a los cambios hacia nuevas formas de organización del trabajo y de la producción, trascendiendo los muros de las fábricas, las fronteras de los estados-nación, y las divergencias entre los intereses particulares de los distintos colectivos que configuran la sociedad actual, asumiendo como propios los intereses y derechos de la clase trabajadora en su conjunto, vertebrándola, articulando y dotando de contenido de clase, es decir, interpretando desde las claves del conflicto capital-trabajo, las reivindicaciones de las mujeres, de los jóvenes, de las personas inmigrantes, de las personas con discapacidad. El segundo de esos principios define a Comisiones Obreras como un sindicato sociopolítico. Esto implica no constreñir la acción sindical a estrictos temarios laborales, sino ampliar la intervención del sindicato en la defensa de derechos e intereses de la clase trabajadora, cada vez más incardinados con sus derechos de ciudadanía, y fuertemente condicionados por las políticas económicas, sociales y culturales de los poderes públicos. El tercero de los principios define a Comisiones Obreras como un sindicato reivindicativo, no como un mero instrumento de gestión, sino con capacidad de iniciativa, con propuestas bien elaboradas, y que deben ser gestionadas con acierto mediante la justa combinación del trinomio movilización-presión-negociación. 1 C/ Longares, 6. 28022 Madrid | Tel.: 913640601 - 913640838. Fax: 913641350 | [email protected] Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO La inadecuación entre el espacio regulador de la política y la sociedad, que es local o nacional, y el espacio de actuación de la economía y los mercados, que es global, produce una pérdida en la capacidad reguladora de las instituciones políticas y sociales. Un reto para el sindicalismo local, de empresa, sectorial, nacional es, en estos momentos, el contribuir al sindicalismo “conscientemente global”; un objetivo aún no alcanzado en aspectos esenciales de la vida del sindicalismo. En el modelo social europeo, la “ciudadanía laboral” es un aspecto inseparable de la “ciudadanía política”, en cuyo desarrollo tiene un importante papel el sindicalismo de clase. 2 LA CENTRALIDAD DE LA GLOBALIDAD EN LAS REFLEXIONES SOBRE LOS RETOS DEL SINDICATO La globalización no es un incremento cuantitativo ni cualitativo de las relaciones o transacciones económicas a nivel mundial, ni tampoco es una ampliación al espacio global de estas relaciones o transacciones económicas. La globalización, especialmente en aquellos aspectos que más impactan en el sindicato, es, sobre todo una profunda transformación en las formas de producir bienes y servicios que se deja sentir en la transformación del modelo de empresa, que pasa de la empresa integrada a la empresa en red; la transformación de las formas de trabajo, de las relaciones de los trabajadores entre sí y con la empresa; la desestructuración de la identidad de los trabajadores, que tiene efectos individuales y colectivos, como sujeto social, en las estructuras sociales y políticas y en la construcción de una nueva cultura, unos nuevos valores, sobre los que se articula este nuevo concepto de empresa y de sociedad. Los poderes económicos, los llamados “mercados”, en la medida en que han demostrado una mayor capacidad de adaptarse a estas transformaciones que afectan al espacio territorial y temporal, son los que están llevando la iniciativa en la construcción de nuevas institucionalidades. La inadecuación entre el espacio regulador de la política y la sociedad, que es local o nacional, y el espacio de actuación de la economía y los mercados, que es global, produce una pérdida en la capacidad reguladora de las instituciones políticas y sociales y, en paralelo, un incremento de la capacidad reguladora (de facto) de los mercados, con el consiguiente debilitamiento de la capacidad reguladora y normativa de la ley y de la negociación colectiva. El sindicato en este proceso de grandes cambios en las formas de producción de bienes y servicios, del modelo de empresa, debe construir respuestas en el terreno de las formas de organizar la acción sindical, en los mecanismos de comunicación y participación, en el reforzamiento de su legitimidad social; algunas de estas respuestas requieren de la condición de sujeto global del sindicato. El sindicalismo que necesitamos ha de ser “global”, y lo ha de ser “conscientemente”, es decir asumido como tal. De ahí que un reto para el sindicalismo local, de empresa, sectorial, nacional sea, en estos momentos, el contribuir al sindicalismo “conscientemente global”; un objetivo (la conciencia del carácter global en la acción sindical) aún no alcanzado en aspectos esenciales de la vida del sindicalismo. LA GLOBALIZACIÓN Y EL CUESTIONAMIENTO DEL ESTADO DEL BIENESTAR En el caso de Europa, el desarrollo del sindicalismo de clase está estrechamente asociado al Estado de Bienestar, cuyo origen se enmarca en momentos históricos convulsos y violentos, lo que conviene tener presente para comprender no sólo la importancia de la intervención del Estado y el desarrollo de leyes sociales sino el protagonismo de las organizaciones sociales y, muy especialmente, las organizaciones sindicales. En el modelo social europeo, la “ciudadanía laboral” es un aspecto inseparable de la “ciudadanía política”, en cuyo desarrollo tiene un importante papel el sindicalismo de clase. Es necesario repensar la conformación actual del Estado de Bienestar como proyecto político –consustancial al sindicalismo de clase- porque no se trata solo de defender un aumento del presupuesto comunitario, el papel del Banco Central Europeo o la coordinación de las políticas económicas nacionales y su orientación hacia los objetivos de crecimiento económico y del empleo para mejorar la “gobernanza” europea, sino de entender que la llamada “crisis fiscal del Estado” nace no solo de la insuficiencia de los impuestos para financiar los gastos sociales que caracterizan al Estado del Bienestar –que también- sino de la creciente divergencia entre la distribución primaria de la renta frente a los criterios de distribución e igualdad social que se consideran socialmente deseables. El sindicalismo europeo, como ha señalado la CES en su reciente Congreso en Atenas se enfrenta al reto de reconstruir las bases sociales que han dado legitimidad y alcance político al Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO Asistimos con preocupación a una campaña sistemática contra el sindicalismo por parte de la derecha política y mediática, tanto global como local, que unas veces impugna sus convocatorias reivindicativas y movilizadoras y otras su estrategia dialogante y negociadora, con el objetivo común de deslegitimar socialmente su intervención. Se pone de manifiesto la existencia de una importante correlación positiva entre el índice de participación de los trabajadores y los principales indicadores socioeconómicos, lo que permite reivindicar la contribución decisiva del sindicalismo al desarrollo de la competitividad económica y la cohesión social. La gestión empresarial expone cada vez más a los trabajadores a los ataques de los mercados, y la política de las empresas consiste cada vez más en protegerse de las tempestades exponiendo a su violencia a los trabajadores de primera línea. 3 Estado del Bienestar, porque no se trata de formular propuestas “técnicas” y explicar su viabilidad sino de recrear el Estado de Bienestar como proyecto político, que hoy solo puede tener expresión como proyecto internacional, huyendo de los planteamientos “eurocentristas” proyectándolo al nuevo escenario histórico de la globalización. Coincidiendo con la fase más dura de la crisis económica, y del empleo, asistimos con preocupación a una campaña sistemática contra el sindicalismo por parte de la derecha política y mediática, tanto global como local, que unas veces impugna sus convocatorias reivindicativas y movilizadoras y otras su estrategia dialogante y negociadora, con el objetivo común de deslegitimar socialmente su intervención, recortar sus derechos e imponer sin límites la lógica mercantilista en las relaciones laborales. SINDICALISMO Y SISTEMAS DE RELACIONES LABORALES EN EUROPA La realidad del moderno sindicalismo es, sin embargo, mucho más compleja y su análisis riguroso nos permite constatar tanto su representatividad consolidada (no exenta de dificultades para la agregación e intermediación de intereses colectivos en un mercado de trabajo cada vez más fragmentado) como la cobertura y eficacia de su intervención (negociación colectiva, concertación social, gestión del conflicto), cuyo alcance y desarrollo mantienen una significativa correlación con los principales indicadores de competitividad económica y cohesión social, tal y como acreditan los datos procedentes de diferentes fuentes estadísticas e investigaciones empíricas comparadas, cuyo análisis pone en cuestión el discurso deslegitimador y justifica la reivindicación del sindicalismo en el ejercicio de sus diferentes funciones de agregación y representación de los intereses de los trabajadores y su promoción y defensa en el marco de unas relaciones laborales asímétricas y de una sociedad en transformación. El impacto de la intervención sindical en las relaciones laborales y el propio desarrollo económico, ha sido evaluado por el Instituto Sindical Europeo (ETUI), a través de la elaboración de un Índice Europeo de Participación (EPI) que combina las principales dimensiones colectivas de la misma (afiliación, representación, participación y cobertura negocial) y sitúa a nuestro país en la franja medio-alta de la escala (0,66). En la primera edición del Benchmarking Working Europe, correspondiente a 2010, se analizan las relaciones entre el EPI y los principales indicadores de la Estrategia Europea de Empleo (PIB, productividad, empleo, inversión en I+D), mientras que en su segunda edición se hace lo propio respecto de los indicadores de la Estrategia 2020 (PIB, empleo, educación, exclusión social, consumo energético, etc.). En ambos casos se pone de manifiesto la existencia de una importante correlación positiva entre el índice de participación y los principales indicadores socioeconómicos, lo que permite reivindicar la contribución decisiva del sindicalismo al desarrollo de la competitividad económica y la cohesión social. EL PODER Y LA EMPRESA La primacía de las estrategias que buscan la rentabilidad financiera a corto plazo sobre las orientadas a objetivos de rentabilidad “productiva” a medio y largo plazo, conlleva otorgar una mayor prioridad al valor a corto plazo del accionista frente a los intereses a largo plazo de otras partes interesadas y afectadas por el funcionamiento de la empresa (como los trabajadores, consumidores y comunidades locales). Asistimos a la consolidación de una lógica de reestructuración permanente de la organización empresarial, a través de un doble proceso: por un lado, la concentración de la actividad en aquellos segmentos de la cadena productiva que generan mayores posibilidades Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO Un elemento fundamental es el reforzamiento del papel de la negociación colectiva, como un instrumento central para impulsar cambios en el modelo de competencia de los sectores productivos y empresas, sobre bases alternativas a la reducción de costes y precios. de extracción de valor, y el desprendimiento del resto (vía externalizaciones, relocalizaciones u otras modalidades de reestructuración); por otro, el desarrollo de estrategias de crecimiento con el objetivo de consolidar liderazgo en segmentos de mercado (por ejemplo, a través de fusiones y adquisiciones). La principal consecuencia ha sido un incremento sustancial de la transferencia del riesgo empresarial tanto para los trabajadores −en términos de pérdida de empleo, empeoramiento de las condiciones de trabajo y mayores dificultades para las relaciones laborales− como para el entorno social y medioambiental de las empresas. Una dinámica que ha contribuido a una mayor vulnerabilidad de amplios segmentos de la población, cuyos efectos se han manifestado en toda su crudeza con el estallido de la crisis actual, donde se ha puesto claramente de relieve que “la gestión empresarial expone cada vez más a los trabajadores a los ataques de los mercados, y que la política de las empresas consiste cada vez más en protegerse de las tempestades exponiendo a su violencia a los trabajadores de primera línea”. LA INNOVACIÓN RECLAMA PARTICIPACIÓN Es preciso plantearse cómo influir sindicalmente a fin de prevenir los efectos más perjudiciales de la financiarización; particularmente, es necesario impulsar nuevas formas de actuación orientadas a garantizar la tutela de los derechos de los trabajadores en situaciones de “parasubordinación”. La denominación “habitual” como “carga fiscal” ya pone sobre aviso acerca de su carácter supuestamente “negativo”, a lo que hay que añadir que su actual diseño, lejos de avanzar en una más justa distribución de la riqueza no hace sino profundizar en la desigualdad social, en la creación de zonas de vulnerabilidad y brechas de exclusión. 4 Así, por una parte se plantea la necesidad de potenciar la participación sindical en el diseño general de las políticas relacionadas con el cambio de modelo productivo, tanto a nivel europeo y estatal. Una participación que normalmente suele situarse en el plano de la consulta − no de la negociación − y que en muchos casos no tiene una incidencia real efectiva en el desarrollo de las políticas. Por otra parte, se propone impulsar la mejora de la concertación social territorial. Un ámbito de negociación especialmente relevante, dado que las Comunidades Autónomas tienen competencia sobre muchas de las políticas clave para el cambio de modelo productivo (como la Investigación, Desarrollo e Innovación, la formación y las políticas de empleo entre otras). LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA, UN ELEMENTO CENTRAL Y ESTRATÉGICO EN MATERIA DE RELACIONES LABORALES Finalmente, un elemento fundamental es el reforzamiento del papel de la negociación colectiva, como un instrumento central para impulsar cambios en el modelo de competencia de los sectores productivos y empresas, sobre bases alternativas a la reducción de costes y precios. Para ello, se plantea un doble eje básico de actuación: el fomento de un enfoque proactivo de actuación de las organizaciones sindicales, como alternativa a las prácticas reactivas de intervención; y el enriquecimiento de los contenidos de la negociación colectiva − en materias como la innovación tecnológica, la organización del trabajo y la formación − como mecanismo para influir en los factores determinantes de la actividad de las empresas. Afrontar todo ello implica reforzar elementos como la articulación de la intervención entre sectores, empresas y territorios; la cooperación sindical internacional; un mejor funcionamiento de los diferentes instrumentos de actuación internacional existentes, tales como los comités de empresa europeos, y el desarrollo de ámbitos de actuación muy poco desarrollados hasta ahora (por ejemplo, la negociación colectiva transnacional). Es preciso plantearse cómo influir sindicalmente a fin de prevenir los efectos más perjudiciales de la financiarización; particularmente, es necesario impulsar nuevas formas de actuación orientadas a garantizar la tutela de los derechos de los trabajadores en situaciones de “parasubordinación” utilizadas por los empresarios como vía de precarización del empleo (como es el caso, por ejemplo, de los falsos autónomos y los falsos becarios.). Una realidad que merece especial atención es la del trabajo no declarado, que diferentes estudios sitúan en torno al 20% del PIB en España, y que se caracteriza por un elevado Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO El sindicato es un sujeto colectivo cuyo hacer consiste, precisamente, en “construir” un interés general en todos los espacios en los que participa, a negociar con todas las partes para fraguar un proyecto común articulado lo más sólido posible a largo plazo. El sindicalismo confederal tiene que aspirar a incorporar a sus bases a la mayoría de los cuadros de las empresas, que son la expresión de la pluralidad social con la que hay que contar y de las contradicciones del momento actual que los empuja a ser homogeneizados a la baja. 5 grado de diversidad en relación tanto a los factores determinantes y las motivaciones de los agentes implicados, como a las características de su desarrollo y sus efectos. Sin embargo, es necesario ser conscientes de que la consideración de las políticas sociales, precisamente en tiempos de crisis, de su naturaleza, alcance y efectos, suele ser objeto de controversia, cuando no de análisis y planteamientos presuntamente teóricos (y realmente ideológicos), que enturbian el carácter radicalmente estabilizador que tales políticas juegan, por su propia naturaleza, tanto en lo que se refiere a garantizar el bienestar de las personas, como, consecuentemente, la cohesión social y, de manera derivada, el crecimiento económico, ya que únicamente con políticas sociales de carácter marcadamente estructural es posible combinar de manera equitativa y sostenible, crecimiento y desarrollo. Otro tanto cabe decir de las políticas fiscales: su denominación “habitual” como “carga fiscal” ya pone sobre aviso acerca de su carácter supuestamente “negativo”, a lo que hay que añadir que su actual diseño, lejos de avanzar en una más justa distribución de la riqueza no hace sino profundizar en su distribución desigual, profundizando así en la desigualdad social, en la creación de zonas de vulnerabilidad y brechas de exclusión. Ha empeorado especialmente a lo largo del tiempo la distribución de la renta primaria que procede del mercado de trabajo, ha empeorado sensiblemente en los últimos años, lo que conlleva que, como consecuencia de la desigualdad socio económica, se produzcan serias desigualdades en el acceso a los servicios públicos. Así ocurre con la educación, los servicios locales, la salud, las pensiones, o el acceso a la vivienda. En el caso de nuestro país, además, hay que añadir con respecto al déficit social que arrastramos y que se manifiesta, precisamente, en lo que podríamos denominar un “Estado Social de baja intensidad”, que, a pesar de los esfuerzos realizados en años pretéritos, no ha logrado alcanzar, ni en los mejores momentos económicos, las cotas medias en materia de gasto social con relación al PIB de la Unión Europea; una situación que la crisis económica no ha hecho sino agravar. LA NECESARIA RECONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO DE LO POLÍTICO FRENTE A LA INGERENCIA DE LOS MERCADOS El replegamiento de la política, la regulación implícita desde el “fuera” de los mercados que está determinando gran parte de las medidas que se toman, incluidas, por supuesto, las de contención del gasto público, pueden y deben ser respondidas desde el sindicato: desde la legitimidad que éste tiene, desde su capacidad real de representación de intereses generales, desde la proximidad con sus representados, desde su propia capacidad para ejercer la necesaria pedagogía que renueve y refuerce el discurso de la solidaridad intra e intergeneracional y la cultura del trabajo, desde su perfil sociopolítico, densificando la democracia, dotándola de un mayor carácter inclusivo, un perfil, por otra parte, consustancial al sindicalismo confederal y de clase, desde su dimensión internacionalista, desde la organicidad en la toma de decisiones que permite coherencia en la propuesta y ajuste a la realidad concreta en la misma. Pueden y deben ser respondidas desde un sindicato que no se contenta con analizar la realidad, sino que la comprende y es sujeto activo de cambio. El sindicato es un sujeto colectivo cuyo hacer consiste, precisamente, en “construir” un interés general en todos los espacios en los que participa, a negociar con todas las partes para fraguar un proyecto común articulado lo más sólido posible a largo plazo, que tiene algo que ofrecer al conjunto. Esa actitud en el interés común es indisoluble a la confrontación contra las formas absolutistas del poder, contra las políticas que entienden el interés general como forma de justificar la apropiación del esfuerzo de la mayoría, contra Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO Se sitúa en primer plano la temática de la participación en la empresa y la necesidad de extender los derechos de información y consulta en la misma, incluso la importancia de establecer la responsabilidad social de las empresas. el monopolio de la información, contra los que desprecian al trabajo y solo desean cabalgar sobre él para extraer el máximo de beneficios de forma inmediata. El sindicalismo confederal tiene que aspirar a incorporar a sus bases a la mayoría de los cuadros de las empresas, que son la expresión de la pluralidad social con la que hay que contar y de las contradicciones del momento actual que los empuja a ser homogeneizados a la baja. Los sindicatos, desde una mayor y más extendida presencia en la empresa, deben salir a la sociedad y reorganizar su presencia en todos los espacios verticales en los que el debate social existe. El predominio de la organización territorial sobre la vertical incapacita en algunos sectores (todos los nominados como intelectuales orgánicos) para batallar en la construcción de las ideas que fabrican consenso. EL CENTRO DE TRABAJO ES LA BASE SOBRE LA QUE SE ASIENTA EL SINDICATO El sindicato ha de tener como objetivo desarrollar una acción sindical que dinamice los necesarios cambios en la organización del trabajo, rediseñando o fortaleciendo modelos más participativos, básicamente entre los trabajadores y trabajadoras en los puestos de ejecución de la industria y los servicios. Una de las “enseñanzas” de la crisis y su evolución, una de las “lecciones” amargamente aprendidas, es, sin lugar a dudas, el hecho de que el conflicto social no sólo no ha desaparecido, tan siquiera está larvado, y, a medida en que avanzamos en esa evolución, se muestra más descarnadamente. 6 La actuación en la empresa del sindicato pertenece a la memoria de la organización sindical y constituye en la cultura del sindicalismo, especialmente del español, un elemento básico de identidad del sujeto colectivo. Esto implica también un redescubrimiento de la importancia de la empresa como elemento vertebrador de la acción de tutela de los derechos de los trabajadores. Se sitúa en primer plano la temática de la participación en la empresa y la necesidad de extender los derechos de información y consulta en la misma, incluso la importancia de establecer la responsabilidad social de las empresas. Las reflexiones sobre la conveniencia de fomentar un tejido productivo sostenible y de calidad desembocan, por lo general, en una incitación a la acción sobre las empresas, como también la reiterada urgencia para el sindicalismo de atender en su estrategia de acción las “nuevas realidades productivas”. El discurso sobre una acción sindical centrada en la empresa tiene por tanto varias implicaciones. Ante todo, repara en una vertiente más reivindicativa en lo concreto de las condiciones de trabajo y de empleo, que obliga a replantearse la utilización de los mecanismos clásicos de presión y de negociación de manera encadenada, es decir a una recuperación del ligamen nunca perdido entre huelga y negociación colectiva en el ámbito de la empresa. Ambas facultades de acción se hallan delimitadas por la inmediación con la relación de trabajo entre empleador y trabajadores en el marco del contrato de trabajo que despliega sus efectos en una determinada organización de la actividad productiva empresarial. Además, desde el punto de vista de los contenidos, se presta una atención prioritaria a las circunstancias en las que se desarrolla el trabajo en las unidades productivas, reforzando en consecuencia el trabajo como preocupación sindical más que el empleo como objetivo absorbente de las energías reivindicativas. Por otra parte, al ser el sindicato un agente de regulación de las condiciones de trabajo y de empleo, y partícipe de las decisiones sobre la organización del trabajo –que sigue reclamando el empresario como monopolio suyo-, la concreta administración de esta relación en la empresa requiere una reflexión sobre la red de instrumentos regulativos colectivos que se vinculen directamente con la empresa como centro de imputación normativa, lo que plantea numerosos problemas tanto en relación con la distribución de espacios reales de regulación de las relaciones laborales en la empresa desde fuera de ella como respecto del propio uso y “gobierno” sindical de los instrumentos regulativos que se ciñen a este ámbito. El sindicato ha de tener como objetivo desarrollar una acción sindical que dinamice los necesarios cambios en la organización del trabajo, re-diseñando o fortaleciendo modelos más participativos, básicamente entre los trabajadores y trabajadoras en los puestos de Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO Hay que abrir cauces para la revitalización de la acción sindical en la empresa, que no es otra cosa que el lugar en el que se hacen efectivos los cambios; por tanto, es el lugar donde también se han de hacer efectivos los nuevos retos que el sindicalismo tiene ante sí. La precariedad laboral produce desigualdad social, desarticula y dualiza el mercado de trabajo; cuestiona los derechos individuales y colectivos, desestabiliza el funcionamiento de buena parte de las instituciones y amenaza en fin la cohesión económica y social de un país. Es prioritaria la recuperación de la política y de la cultura como elementos centrales del discurso sindical, hay que seguir batallando por hacer realidad la definición teórica de sindicato confederal. 7 ejecución de la industria y los servicios. Esta participación en el diseño de los procesos de trabajo debería incorporar una reflexión sobre el modelo productivo y las estrategias competitivas de las empresas, pero sobre todo, está incrustada en la consecución de la mejora de las condiciones de trabajo y el fortalecimiento de la presencia sindical en la empresa. LE EVOLUCIÓN DE LA CRISIS NO SE HA ORIENTADO A LA MODIFICACIÓN DEL MODELO HEGEMÓNICO QUE NOS CONDUJO A ELLA Contrariamente a lo que habría cabido esperar, la evolución de la crisis no se ha orientado, como parecía en un primer momento, a una sustancial modificación del modelo hegemónico que nos condujo a ella, y que se ha venido denominando como modelo “neoliberal”, sino que, paradójicamente, ha venido, al menos aparentemente, a revitalizar las fórmulas más rancias e integristas de ese modelo. Una de las “enseñanzas” de la crisis y su evolución, una de las “lecciones” amargamente aprendidas, es, sin lugar a dudas, el hecho de que el conflicto social no sólo no ha desaparecido: tan siquiera está larvado, y, a medida en que avanzamos en esa evolución se muestra más descarnadamente: desde su configuración en el siglo XIX como conflicto capital-trabajo, desde su localización como conflicto estrictamente vinculado a la consideración del trabajo como mercancía y las relaciones determinadas por esta consideración, el conflicto social, lejos de amansarse, ha sido y es impulsor del derecho del trabajo, motor de los derechos sociales. El sindicalismo debe estar allí donde se dirimen los intereses de la fuerza del trabajo, y aunque ese lugar no es únicamente el centro de trabajo, implica la necesidad de que el sindicato se sitúe con renovada fuerza y protagonismo en la empresa, en el centro de trabajo, abriendo cauces de participación a las mujeres, a los jóvenes, a las nuevas realidades producto de los procesos migratorios, a quienes son víctimas de distintas formas de precariedad, abriendo cauces para la revitalización de la acción sindical en la empresa, que no es otra cosa que el lugar en el que se hacen efectivos los cambios; por tanto, es el lugar donde también se han de hacer efectivos los nuevos retos que el sindicalismo tiene ante sí. Y eso quiere decir, ante todo, que la función esencial del sindicalismo, hoy como ayer, continúa siendo la misma, si bien que inclinada en una configuración de la realidad distinta, sistémica, lo cual no resta un ápice de vigencia a las exigencias básicas que el sindicalismo debe hacerse a sí mismo. Desafíos que tienen relación también con la transnacionalización de las empresas, mientras los espacios sociolaborales se ubican en los ámbitos locales, una segmentación cada vez más fuerte del mercado de trabajo, el desempleo y la precariedad. La precariedad laboral produce desigualdad social, desarticula y dualiza el mercado de trabajo; cuestiona los derechos individuales y colectivos, desestabiliza el funcionamiento de buena parte de las instituciones y amenaza en fin la cohesión económica y social de un país. Hay que evitar que la precariedad se convierta en un instrumento para la competitividad. Estamos partiendo de los profundos cambios que se vienen produciendo en las relaciones laborales, en los ámbitos de decisión en los sistemas de redistribución y protección social, que tienen mucho que ver con el papel que ha de jugar el sindicalismo, con su capacidad representativa, afiliativa y de intervención también. Cambios en la empresa, lugar en el que ciertamente se hacen efectivos los nuevos retos y que obligan a poner especial énfasis en situarla como eje central de la actividad sindical, avanzando en el gobierno democrático de las relaciones laborales, cambios que requieren ganar nuevos espacios de intervención, que tienen todo que ver con los sistemas de protección social, con la política educativa, con la sanidad, con las pensiones, con los servicios públicos…. Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO La práctica sindical, los modos de hacer del sindicalismo, los procesos de movilización, de negociación, las tomas de decisión, precisan de un proceso de construcción participada que es lo único que legitima la representación, porque si no la representación se convierte en suplantación. No se trata de crear nuevos ámbitos de negociación que acentúen la dispersión actual, sino más bien al contrario, de contener los ámbitos de negociación al tiempo que se amplía su cobertura. El sindicato no puede ser concebido como un mero movimiento de protesta. El sindicato ha de tener capacidad de gobierno de las relaciones laborales, de la protección social..., es por ello por lo que el sindicato gobierna desde el acuerdo, interpretando bien el conflicto, porque ese y no otro es el ámbito donde puede influir para cambiar las cosas. 8 Llevamos tiempo debatiendo de la creciente internacionalización de la economía, junto a ello hemos venido reflexionando sobre la necesidad de hacer una fuerte apuesta por el sindicalismo europeo; la clave está en abordar en profundidad y de la manera más clara posible, cómo avanzar organizativa y estratégicamente en las respuestas necesarias e intervención suficiente, para gobernar sindicalmente y de manera efectiva la totalidad de los cambios, su simultaneidad, y el tiempo en que éstos evolucionan, se modifican y transforman incluso drásticamente. En este sentido, se hace cada vez más imprescindible abordar temas referidos a los ámbitos supranacionales de negociación colectiva, al papel también de los Comités de Empresa Europeos, y a los espacios contractuales que están llamados a ocupar, si no queremos que languidezcan como meros receptores de información. Igualmente se ha de avanzar en definiciones sobre el nivel de organización concreta de los trabajadores a escala europea y mundial. Es prioritaria la recuperación de la política y de la cultura como elementos centrales del discurso sindical, hay que seguir batallando por hacer realidad la definición teórica de sindicato confederal. Y hacer frente a esa prioridad sindical requiere, con urgencia y con intensidad, situar la participación en el centro del discurso y de la práctica sindical. Hay que entender esto bien: no quiere decir que hablemos de la participación: quiere decir que la construcción misma del discurso sindical debe sostenerse sobre la participación, que el discurso sindical es ya, de suyo, un compromiso de la organización con su afiliación, con los trabajadores. Del mismo modo, la práctica sindical, los modos de hacer del sindicalismo, los procesos de movilización, de negociación, las tomas de decisión, precisan de un proceso de construcción participada que es lo único que legitima la representación, porque si no la representación se convierte en suplantación. DAR RESPUESTA A ESPACIOS ACTUALMENTE DESPROTEGIDOS Asimismo es preciso abordar desde la propia negociación colectiva una revisión de los ámbitos de negociación, de los funcionales ante todo, pero también de los territoriales, prestando especial atención a los procesos de segregación de empresa, al objeto de la que negociación colectiva dé respuesta a espacios actualmente desprotegidos. No se trata de crear nuevos ámbitos de negociación que acentúen la dispersión actual, sino más bien al contrario, de contener los ámbitos de negociación al tiempo que se amplía su cobertura. El sindicato no puede ser concebido como un mero movimiento de protesta. El sindicato ha de tener capacidad de gobierno de las relaciones laborales, de la protección social..., es por ello por lo que el sindicato gobierna desde el acuerdo, interpretando bien el conflicto, porque ese y no otro es el ámbito donde puede influir para cambiar las cosas, porque o se gobierna desde el acuerdo, reforzando la capacidad contractual, o se gestiona más mal que bien lo que se decide desde otras instancias favoreciendo otros intereses. Ello exige de una acción sindical multidireccional, que no unidireccional, además de supranacional, que no renacionalizadora. El sindicalismo debe asumir que en un mundo cada vez más interdependiente, los derechos sólo pueden defenderse haciéndolos extensivos a los demás. El protagonismo del sindicato debe crecer no sólo en intensidad, sino también en extensión, abriendo camino a nuevas formas de participación de los trabajadores en la empresa, lo que debería llevarnos a plantear, en última instancia, cuál ha de ser el modelo deseable de “gobernanza de la empresa”, lo que se traduce por dar solución al reparto de funciones entre los distintos componentes que la configuran, determinar las funciones que en la misma deben asignarse a la propiedad (titulares del capital, accionistas) y a los demás elementos que la componen (trabajadores, clientes y suministradores, así como también a los consumidores), teniendo además en cuenta el interés social y ambiental que la rodea. Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO El protagonismo del sindicato debe crecer no sólo en intensidad, sino también en extensión, abriendo camino a nuevas formas de participación de los trabajadores en la empresa. Para el sindicato la proximidad al colectivo joven, se convierte en un autentico reto, en la empresa y fuera de ella, con quien tiene empleo y con quien no lo tiene, llegando por tanto también a los centros educativos, buscando formulas organizativas que favorezcan su incorporación al sindicato. Un sindicalismo que se limitara a actuar en la superficie de los cambios, para gestionar bien o mal sus consecuencias, sería un sindicalismo impotente y resignado. El sindicato no puede limitarse a abordar una estrategia meramente defensiva en materia de derechos, debe acometer también trabajos de prospectiva, elaborar propuestas de futuro. 9 LA VINCULACIÓN DE LA POBLACIÓN JOVEN AL SINDICATO, UN RETO DE PRIMERA MAGNITUD Para el sindicato la proximidad al colectivo joven, se convierte en un autentico reto, en la empresa y fuera de ella, con quien tiene empleo y con quien no lo tiene, llegando por tanto también a los centros educativos, buscando formulas organizativas que favorezcan su incorporación al sindicato y que sirvan también para transversalizar las políticas con relación a la población joven, integrándolas en el conjunto de la actividad del sindicato. El sindicalismo y la acción sindical se deben alejar de cualquier reduccionismo del trabajo que lejos de fortalecerse en lo específico, en las reivindicaciones concretas, lo que conlleva es al alejamiento, cuando no a la ruptura, con los espacios sociales donde se dilucidan los salarios indirectos y los derechos. Ese reduccionismo terminaría por condicionar, cuando no limitar, las líneas de acción sindical que se pretenden fortalecer. En un escenario de creciente complejidad y dureza como la actual, el sindicato no puede tender a una simplificación de su actividad. El sindicato es una formación social que aspira a representar tanto a los empleados como a los desempleados, tanto a las personas que se encuentran insertas en una relación laboral activa, recomponiendo las fracturas y segmentaciones al que le condena la relación productiva dirigida por el empresario, como a aquellas otras que más allá de las fronteras del empleo activo, no encuentran trabajo, no pueden trabajar o han salido definitivamente del mercado laboral. Su relación de interlocución se hace más compleja al afrontarse tanto frente al empresariado en sus diversos grados de representación, como frente a los poderes públicos. El sindicalismo tiene la misión de modificar la realidad para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores y trabajadoras. Esa misión sólo puede cumplirse si hacemos frente a la realidad tal y como ahora es, y eso quiere decir hacer frente también a los profundos cambios que la configuran en su raíz, a través de una estrategia sindical definida y flexible a la vez, cuyo objetivo central debe ajustarse estrictamente a una única premisa: “intervenir para transformar”. Este propósito nos aleja del camino contrario, puesto que un sindicalismo que se limitara a actuar en la superficie de los cambios, para gestionar bien o mal sus consecuencias, sería un sindicalismo impotente y resignado. EL PROTAGONISMO DEL SINDICATO SE MATERIALIZA EN LA CULTURA DE LOS DERECHOS El sindicato defiende intereses y derechos y se fortalece en la medida en que es capaz de articularlos. Un sindicato de carácter general, que como sujeto social, potencia valores y pautas de actuación en los espacios territoriales, sociopolíticos y socioeconómicos, que en un escenario de continuo cambio y ante un mapa laboral cada vez más heterogéneo. En la medida en que todos estos espacios siguen siendo soporte de la actividad productiva son parte de una acción sindical que supera los límites de la empresa, precisamente porque los interpreta y comprende como parte de los cambios que se están produciendo en la misma empresa. Pero el sindicato no puede limitarse a abordar una estrategia meramente defensiva en materia de derechos, debe acometer también trabajos de prospectiva, elaborar propuestas de futuro. Debe asumir que en un mundo cada vez más interdependiente, los derechos sólo pueden defenderse haciéndolos extensivos a los demás. Un sindicato de caracter general debe aspirar a representar al conjunto diverso y cambiante de los trabajadores y trabajadoras. En esto consisten hoy las señas de identidad del sindicalismo confederal y del sindicalismo de clase. Los cambios en la organización empresarial y la acción combinada de la privatización y la Fundación 1ºde Mayo LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO Un sindicato de caracter general debe aspirar a representar al conjunto diverso y cambiante de los trabajadores y trabajadoras. En esto consisten hoy las señas de identidad del sindicalismo confederal y del sindicalismo de clase. La formación del conjunto de las estructuras sindicales es un elemento clave, no solo para comunicar sino para poner en valor la función del sindicato, en primer lugar en los centros de trabajo. Sindicalismo y movimientos sociales son dos formas de entender el conflicto, de abordar lo político y, sobre todo, de dar cauce al mismo para su resolución. Solo puede haber sindicato si se hace sindicalismo y ello exige alejarse de la cultura de lo fugaz. externalización de los servicios “esenciales” no sólo han generado cambios importantes en las formas de acceso a los derechos satisfechos a través de éstos, sino en las formas del conflicto, mucho más “horizontales” o “segregacionales” que los antiguos conflictos “generales”, lo que a su vez induce a un debilitamiento de la solidaridad y de la igualdad como motor del conflicto. LOS SINDICATOS SON EL DESTINO PRINCIPAL DE LAS CAMPAÑAS IDEOLÓGICAS DEL PODER GLOBAL NEOLIBERAL Estamos ante una ofensiva global y local de deslegitimación del sindicalismo que no debe sorprender, pues constituye una expresión más del conflicto social y como tal hay que afrontarla. Hacer frente a dicha campaña exige revisar (y renovar) estrategias tanto en el ámbito de la acción, del saber hacer (presencia e intervención cotidiana en los centros de trabajo, en la sociedad, negociación colectiva, asesoramiento, representación institucional) como de la opinión, del hacer saber (estrategia de comunicación, creación de imagen y opinión, intervención en las redes sociales). Una estrategia comunicativa que debe atender no sólo a la renovación de los mensajes sino a la adecuada utilización de los canales y la articulación entre los emisores internos y externos. Para este objetivo la formación del conjunto de las estructuras sindicales es un elemento clave, no solo para comunicar sino para poner en valor la función del sindicato, en primer lugar en los centros de trabajo. La canalización del conflicto social se materializa tanto a través de la movilización sindical como de una participación ciudadana de origen muy variado y heterogéneo, donde cabe destacar la necesidad de entablar un diálogo permanente de cara a crear una suerte de frente común con que abordar a los ataques que el Estado Social. Nos estamos refiriendo a las relaciones que, en el marco español, vienen estableciéndose entre movimiento sindical y movimientos sociales. Sindicalismo y movimientos sociales son dos formas de entender el conflicto, de abordar lo político y, sobre todo, de dar cauce al mismo para su resolución, en la medida en que los movimientos sociales no aspiran a gestionarla. De ahí que la convergencia con aquellos movimientos sociales que coincidan con la defensa de los intereses generales de clase que son consustanciales al hecho sindical no deba convertirse en un condicionante para la estrategia del sindicato, ni en términos de movilización, ni en términos de acuerdo, ni en términos de gestión, sin olvidar que los modelos de organización sindical son un factor fundamental que influye en la evolución de los sindicatos frente a los cambios económicos y sociales. Y eso quiere decir, básicamente que, sin abandonar los principios que le hicieron nacer, el sindicalismo tiene que dotarse de nuevas estrategias, nuevos mecanismos organizativos, nuevas pautas de actuación sindical, nuevos ámbitos de intervención que, de un lado, le permitan dar la respuesta necesaria y efectiva para garantizar el gobierno de la totalidad de los cambios que hasta ahora se han producido y que continúan produciéndose de manera acelerada y en un entorno que también se difumina y complejiza muy rápidamente. CULTURA SINDICAL, CULTURA DE PROXIMIDAD 10 La cultura sindical debe partir de una premisa básica: la de la proximidad, una proximidad que no implica la desvertebración de las organizaciones, pero que sí exige su versatilidad, flexibilidad y capacidad de adecuación a lo concreto que siempre es diverso y plural; una proximidad que exige centralidad en los objetivos, organicidad en las decisiones, articulación de las estructuras, y autonomía creciente en la gestión. Solo puede haber por tanto sindicato si se hace sindicalismo y ello exige alejarse de la cultura de lo fugaz. Fundación 1ºde Mayo 11 LAS CLAVES... UN SINDICALISMO PARA EL FUTURO Una revitalización que incluso tiene que ver con la propia organización y articulación del sindicalismo, en definitiva, con lo que en esencia es la confederalidad. Afrontar estos retos que no son sólo retos de futuro, sino fundamentales retos de presente, exige una reorganización de la clase trabajadora, y para ello es imprescindible la revitalización del sindicalismo confederal. Una revitalización que incluso tiene que ver con la propia organización y articulación del sindicalismo, en definitiva, con lo que en esencia es la confederalidad. Y es esta reflexión la que lleva a plantear la necesidad de alejar al sindicalismo de la rutina y del cortoplacismo, para generar mayor capacidad de iniciativa y de propuesta, para abordar una agenda, que en sus primeras paginas consigne algunas de las tareas que en estos momentos están pendientes en el terreno sindical, donde incluye lo organizativo, porque forma parte de él, y que tienen que ver con los trabajadores y trabajadoras cuyas condiciones de empleo, salariales y de trabajo se están precarizando de manera peligrosa, empujando a una cada vez más amplia individualización de las relaciones laborales; del propio movimiento sindical dependerá que sea reversible. u